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PAPÚA OCCIDENTAL: VIOLAR A LAS MUJERES PARA VIOLAR LA TIERRA por Julie Wark* y Daniel Raventós* 

Con-Texto | 11 abril, 2021

Papúa Occidental es descrita a menudo como “remota”, una palabra multiusos que transmite dos significados: un lugar prístino para vacaciones exóticas y un lugar demasiado lejano como para que a la mayoría de la gente le importe. The Jakarta Post da como primera razón para visitar este lugar maravilloso “Bucear con amigables tiburones ballena”. El número 8 de la lista es contemplar a los simpáticos nativos, incluyendo para los aspirantes a grandes exploradores, obviamente, “algunos que nunca han sido contactados”. Es exótico pero seguro, o eso sugiere el punto número 9, según el cual se puede nadar entre “miles de medusas sin aguijón”. Por desgracia, los militares indonesios no son tan inocuos como las criaturas acuáticas. Para confirmarlo, basta con leer el informe de la Yale Law School titulado “Violación Indonesia a los Derechos Humanos en Papúa Occidental: Aplicación de la Ley de Genocidio a la Historia del Control Indonesio”. Este genocidio continúa hoy en día, en gran medida porque la “comunidad internacional” y sus medios de comunicación, como las medusas, no tienen aguijón. The Guardian, por ejemplo, culpa a hurtadillas a los papúes occidentales de su sufrimiento: una “campaña secesionista ha tenido lugar durante décadas”.

El hecho de que los lugares remotos dicten sus propias leyes, o al menos los hombres musculosos que los dirigen, tiene un gran atractivo para gente como Elon Musk, a quien le gusta hacer lo suyo sin mucho escrutinio. Y para regímenes como el de Indonesia, es útil tener una celebridad multimillonaria con un proyecto extraño para dar un poco de brillo de celebrity a su barbarie militarizada, o para distraer de ella. El pasado mes de diciembre, el presidente indonesio Joko Widodo ofreció a Musk parte de la isla de Biak (con una población de al menos 140.000 habitantes) para que jugara con su proyecto SpaceX (estropeando así los cotos de caza tradicionales que serán devastados por el proceso de despegue de 12.000 satélites, si es que realmente consigue que los lanzamientos funcionen).

Pero, ¿cómo consiguió Indonesia la tierra de Papúa Occidental para cederla tan insensiblemente? En pocas palabras, la fraudulenta "Ley de Libre Elección" de 1969, supervisada por la ONU, dio a Indonesia (o a sus militares, para ser precisos) acceso incontrolado a los vastos recursos naturales de Papúa Occidental. Y como una parte importante del presupuesto militar proviene del control de las industrias extractivas, estos hombres se dedican a profanar y asolar la tierra y, por supuesto, a su gente. Se calcula que al menos medio millón de papúes occidentales han sido asesinados, pero no se trata tanto de “secesionismo” (léase derecho a la autodeterminación) como de tomar y acaparar tierras, manteniendo así el poder y la riqueza de los militares. Víctimas de tales acciones, los habitants de Papúa Occidental dependen de sus cada vez más escasas tierras para su supervivencia económica, social y cultural.

Un aspecto poco conocido del genocidio en Papúa Occidental es que la violencia sexualizada juega un rol importante en la violencia general que está expulsando a la gente de su tierra. Y esto encaja en un patrón global (por lo tanto, no un patrón remoto) de violaciones en tiempos de guerra. Un pene es un arma de guerra biológica fácilmente transportable, por lo que en las últimas décadas se han registrado violaciones de guerra sistemáticas en los Balcanes, Bangladesh, Ruanda, Uganda, Myanmar, Timor Oriental, Congo, Sierra Leona, Liberia, Kosovo, Darfur, Papúa Occidental y otros lugares. Se trata de una estrategia que socava la dignidad y la moral de la población víctima destruyendo, a largo plazo, el tejido básico de la sociedad. También es un instrumento sádico de tortura cuando se obliga a los hombres a ver cómo violan a sus propias esposas e hijas, una forma de burlarse de la masculinidad de los hombres que no pueden proteger a sus esposas.

Es difícil obtener información sobre lo que ocurre en Papúa Occidental, ya que el acceso está prohibido a periodistas e investigadores independientes. Si entran en el país, los funcionarios vigilan todos sus movimientos, y la gente teme por su vida si habla con los extranjeros. Sin embargo, los esfuerzos realizados han permitido reconstruir un esbozo de la situación que, en 1999, llevó al Relator Especial de la ONU sobre la Violencia contra las Mujeres a concluir que las fuerzas de seguridad indonesias utilizaban la violación “como instrumento de tortura e intimidación”. Más recientemente, al menos un estudio ha documentado un “sadismo sexual cruelmente creativo (perpetrado contra los genitales de hombres y mujeres, y a veces con asistentes obligadas a mirar)”. ¿Qué es el sadismo sexual “creativo”? Por poner un ejemplo, un informante “fue testigo de cómo se cortaban los penes a varios hombres de su pueblo. Otro informante vio cómo le cortaban la vagina a una mujer y hacían que su marido se la comiera”. Este terror aparentemente aleatorio se convierte en un terror total porque cualquier mujer puede ser víctima, por lo que los indígenas huyen de su tierra. Entonces los militares la reclaman, provocando en el proceso una catástrofe social y medioambiental.

Pero el terror no es, en realidad, aleatorio. Es deliberado. La relación entre las industrias extractivas y la violencia sexual queda patente en los informes sobre la violación sistemática de mujeres en los alrededores de Grasberg, donde se encuentra la mayor mina de oro y la segunda mayor mina de cobre del mundo (mina de la tristemente célebre Freeport-McMoRan) la cual, desde hace treinta años, vierte en el sistema fluvial del Ajkwa millones de toneladas de residuos metales pesados generados en la mina, y también destruye los bosques de tierras bajas y manglares antes de enturbiar el mar de Arafura. El ejército y las fuerzas policiales recurren a la violación para torturar a las mujeres cuando las interrogan sobre el paradero de sus maridos, sospechosos de ser miembros o partidarios del Movimiento Papúa Libre (OPM). Un testigo describe el horror que perdura en la memoria de la gente, aterrorizando a poblaciones enteras durante generaciones.

“Una niña de 12 años de Amungme fue víctima de continuos actos de violencia sexual. (…) [Una] patrulla llegó a la casa de esta niña, donde vivía con su hermano mayor y sus padres. Cuando los soldados vieron a la víctima, la invitaron a ir a su puesto. Como ella se negó, uno de ellos… la violó delante de sus padres. Los soldados se turnaron para violar a la víctima. Como resultado de las violaciones, quedó embarazada y dio a luz a un niño. Después de un cambio de tropas en la aldea, esta chica volvió a ser objeto de violación, y esto continuó durante cinco cambios de tropas. Al final, esta víctima tuvo cinco hijos”

Si el pene se usa como arma en Papúa Occidental, también lo hacen los cuerpos de las mujeres. Según Survival International, las tasas de infección por VIH en la “remota” Papúa Occidental son quince veces más altas que la media nacional, y aún más altas en los alrededores de la mina de Grasberg. “Algunos papúes creen que los militares llevan deliberadamente prostitutas infectadas con el virus a las zonas tribales. Se sabe que los soldados ofrecen alcohol y trabajadoras sexuales a los líderes tribales para acceder a sus tierras y a sus recursos”.

En general, el régimen indonesio consigue encubrir sus atrocidades, pero el modus operandi de esta violencia sexual sistemática en Papúa Occidental puede deducirse de otros casos. En Bosnia y Herzegovina, las violaciones de guerra a las mujeres musulmanas y croatas eran una política oficial. Eran violaciones bajo control. “También lo es la violación hasta la muerte, la violación como masacre, la violación para matar y hacer que las víctimas deseen estar muertas. Es la violación como instrumento de exilio forzoso, la violación para que dejes tu casa y no quieras volver nunca. También es violación para ser visto y oído por otros: la violación como espectáculo. Es la violación de la xenofobia liberada por la misoginia y desatada por el mando oficial”. También son violaciones con un plan de futuro: fecundar a niñas y mujeres musulmanas y croatas, supuestamente para construir el Estado serbio con bebés (hijos) “serbios” que se “infiltrarían” en el grupo de la madre. Los niños también se convirtieron pues en vícimas cuando eran rechazadas o estigmatizadas por los grupos sociales de su madre. En este crimen de procreación injusta y arbitraria, se utiliza a los niños para envenenar a las comunidades, recordándoles a todos sus horribles orígenes.

Una violación de esta envergadura socava toda la ética del grupo. Las víctimas, maltratadas por su identidad, sienten repulsión por ello y no quieren vivir con el estigma. En el contexto colonial, la violación se convierte en genocidio cuando se ataca a una mujer nativa por serlo. En su estudio sobre la violencia sexual, Andrea Smith escribe que “todas las supervivientes nativas a las que he asesorado me dijeron en algún momento: 'Ojalá dejara de ser india'”. De forma más generalizada, la violación se utilizó para inculcar un sistema patriarcal en las culturas indias. “Para colonizar a un pueblo cuya sociedad no era jerárquica, los colonizadores deben primero naturalizar la jerarquía mediante la institución del patriarcado. La violencia de género patriarcal es el proceso por el que los colonizadores inscriben la jerarquía y la dominación en los cuerpos de los colonizados”. Los hombres atacan al “sexo débil” y, en cierta medida, saben que deben destruir el poder de las mujeres en la comunidad. Escribiendo sobre Darfur, Sarah Clark Miller observa: “La abominable eficacia de la violación genocida corrompe el papel de las mujeres como cuidadoras en las relaciones personales, como transmisoras de prácticas culturales y sustentadoras de significados, utilizando estos roles típicamente de apoyo contra la propia comunidad”.

Recogiendo los retazos de información disponible, se ve que estos son los tipos de efectos que la violación sistemática está teniendo en Papúa Occidental. Una encuesta reveló que cuatro de cada diez mujeres habían sido víctimas de la violencia estatal indonesia. Y, dado que ningún tipo de violencia existe por sí solo, no es casualidad que la violencia por violación se produzca en regiones con industrias extractivas “estratégicas” como la minería, como la plantación de palma aceitera, de madera de aloe y el sector de la pesca. La violencia sexual y la violencia contra la Tierra están íntimamente relacionadas.

En el campeonato del Antropoceno, Indonesia ha conseguido, por medios brutales, dos primeras posiciones: Indonesia es la mayor mina de oro del mundo y el mayor productor de aceite de palma. Otra probable primera posición sería para “por los medios más brutales”. Sin dejarse intimidar por las advertencias sobre la crisis climática, Indonesia sigue adelante con sus megaproyectos, incluido el de construir una autopista trans-Papua de 2700 millas, un sistema de carreteras que atravesará regiones densamente boscosas y montañosas, incluido el Parque Nacional de Lorenz, Patrimonio de la Humanidad, en busca de un mejor acceso a recursos minerales, combustibles fósiles, madera y tierras para implementar vastas plantaciones de aceite de palma. Esto supone, por supuesto, pérdida de biodiversidad, así como pérdida y fragmentación de los bosques y aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Una hectárea de bosque tropical de turba puede producir 6.000 toneladas métricas de dióxido de carbono cuando se convierte en una plantación. Los incendios en bosques tropicales de turba en Indonesia causan la mayor parte de la bruma irrespirable que ha asfixiado a gran parte del sudeste asiático en los últimos años, hasta el punto de que se estima que estos incendios causaron hasta 100.000 muertes prematuras solo en 2015.

Las mujeres son violadas en Papúa Occidental para que los militares puedan mantenerse en el poder violando la tierra, violentándola y asolando todo el planeta. Hace mucho tiempo, el antropólogo Franz Boas (cuyo doctorado en la Universidad de Kiel fue anulado por los nazis y cuyos libros fueron quemados) insistió en que, en la indiscutible unidad de la humanidad, no hay una jerarquía de “razas” (noción que aborrecía), lenguas y culturas, sino sólo una multitud de pueblos; que ninguna cultura tiene una pretensión natural de superioridad. La palabra “remoto” encubre mucho contenido y crea un “nosotros” superior y un “ellos” explotable. Mientras tanto, Occidente, en su superioridad, parlotea sobre los derechos humanos universales mientras ignora alegremente la extinción de formas de vida mucho más compatibles con la convivencia en este planeta. El Banco Mundial califica las grandes infraestructuras de “instrumento importante” para el progreso. En Papúa Occidental, el instrumento importante de la violación ha llegado a representar el tipo de progreso más perverso. Y a casi nadie (excepto a los violadores) le importa un carajo.

                                                                                                                                                                                              11/04/2021

*Daniel Raventós es editor de Sin Permiso. Su último libro es "Renta Básica: ¿Por qué y para qué?” (Ed. Catarata, 2021)

**Julie Wark es autora del “Manifiesto de derechos humanos” (Barataria, 2011) y miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso. En enero de 2018 se publicó su último libro, “Against Charity” (Counterpunch, 2018), en colaboración con Daniel Raventós, recientemente editado en castellano (Icaria) y catalán (Arcadia).

 

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ONTOLOGIA DEL LENGUAJE por Albino Gómez*   

Con-Texto | 10 abril, 2021

 

   A partir de la segunda mitad de este siglo, se inició una revolución teórica de gran envergadura en nuestra comprensión del lenguaje. Este hecho, que ha sido llamado "el giro lingüístico," influyó en todas las ramas de la filosofía, ubicando al lenguaje en el centro de sus preocupaciones. La psicología, la sociología, la antropología, las ciencias políticas y la economía, entre otras disciplinas, están reconociendo progresivamente la importancia del lenguaje en sus respectivos campos. Y los estudios sobre las bases biológicas del lenguaje, también han hecho un concordante aporte en este mismo sentido.

 

   Como disciplina, la Ontología del Lenguaje, articula contribuciones tan diversas como la teoría del "Dasein" de Martín Heidegger y las observaciones de Federico Nietzsche sobre la necesidad humana de regenerar constantemente un sentido para nuestras vidas, con el reconocimiento de ambos de que el lenguaje es el espacio, del cual, el ser humano no puede escapar y, a la vez, la morada donde se reconoce como tal. También recibe la Ontología del Lenguaje, los aportes de los filósofos del lenguaje contemporáneos como el británico John Austin, el norteamericano John Searle y del autríaaco Ludwig Wittgenstein. Desde el campo de la biología, las contribuciones del biólogo chileno Humberto Maturana, con sus trabajos sobre biología de la cognición y el cambio epistemológico que estos proponen.

 

   La Ontología del Lenguaje hace referencia a una comprensión genérica, a una interpretación de lo que significa ser humano. Y forma parte de un movimiento mucho más amplio que da cuenta de los cambios que, desde comienzos de este siglo, están ocurriendo de manera vertiginosa en casi todos los campos de la vida humana.

 

   La preocupación de esta disciplina no es el estudio del lenguaje al estilo de la lingüística o de la filosofía del lenguaje. La Ontología del Lenguaje, al reconocer el papel central que le  cabe al lenguaje en la formación de nuestras vidas, de nuestras identidades y de los mundos en los que nos desenvolvemos, nos permite incorporar una nueva y poderosa interpretación del ser humano individual y de los fenómenos relacionados con la convivencia social. En este sentido, analiza cómo nuestras conversaciones, públicas o privadas, así como los juicios que hacemos sobre nosotros mismos, sobre los demás y el mundo, generan y condicionan futuros diferentes, es decir básicamente, cómo el lenguaje nos permite otorgarle dirección y sentido a la vida.

 

   Pero además, la Ontología del Lenguaje nos lleva más allá de los fenómenos meramente individuales, permitiéndonos desde una perspectiva privilegiada, reconocer a las organizaciones como sistemas lingüísticos, asentados a través de las prácticas empresariales en redes estables de conversaciones. Y también las prácticas del management y del liderazgo empresarial, como conjuntos distintos de competencias lingüísticas que pueden ser especificadas y aprendidas. Pero el resultado más sorprendente de todo esto es, finalmente, descubrir cómo hasta la productividad de una empresa -la capacidad de acción efectiva de la organización y de los individuos que la conforman- se puede definir en sus prácticas lingüísticas.  

   

   Vale decir que, a través de su cuerpo de conocimientos, la Ontología del Lenguaje, nos permite observar en primer lugar, al ser humano como un individuo inserto en un medio social, constituyéndose como tal en su interacción con otras personas a través del lenguaje. También nos permite observar la trama en la cual un individuo coordina acciones con otros, más sus actos lingüísticos y las narrativas personales y sociales que constituyen su identidad como persona. Así las cosas, nos permite además intervenir en esas narrativas, modificándolas, y como consecuencia de ello modificando eventualmente, incluso su conducta. Por último, nos permite potenciar al máximo la capacidad de diseñar nuestra propia identidad por la determinación autónoma de nuestras acciones, y modificar el medio social a través de la invención de nuevos paradigmas de pensamiento.

 

*periodista, escritor, diplomático     

 

 

 

 

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EUROPA APUESTA SU CHAPA, CHINA LE AMENAZA EL BOLSILLO por Andrés Ferrari Haines[1]*

Con-Texto | 3 abril, 2021

En marzo de 2019 Josep Borrell, representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad de la Unión Europea (UE) afirmó que el término "rival sistémico" era un poco controvertido para definir a China. "Está claro que no tenemos el mismo sistema político", dijo, pero que la UE “respeta el camino de desarrollo que el pueblo chino ha elegido” y que China es “muy necesaria en muchos asuntos internacionales”.  "No creo que China esté desempeñando un papel que pueda amenazar la paz mundial”, concluyó Borrell al explicar la aproximación de la UE a China.

Ese camino pragmático vino forzado por la impronta que Donald Trump le estaba dando a la política exterior de Estados Unidos. Trump había colocado a los miembros de la OTAN entre los que se venían aprovechando de EE.UU., manifestado en la desigual distribución del gasto militar. Desde su campaña electoral, exigía que "reembolsen completamente" a las fuerzas militares estadounidenses, y, ya presidente, comenzó a retirar de Alemania 9.500 de los 34.500 soldadosque Estados Unidos tiene estacionados desde fin de la segunda guerra mundial. Cubrir 'su parte' de las exigencias militares que le correspondía a la UE, acordadas en 2014, constituirían un tremendo esfuerzo económico. En la Cumbre del G-7, líderes europeos, encabezados por los mandatarios de Francia Emmanuel Macron y de Alemania Angela Merkel, comenzaron a cuestionarse si Estados Unidos continuaba siendo un aliado en su seguridad.

Luego de que China anunciara una nueva doctrina de Seguridad Nacional para Hong Kong, la Unión Europea se mostró reacia en sumarse a la cruzada emprendida por Trump contra China en nombre “de la libertad”. Borrell, a pesar de manifestarse "profundamente preocupado" por “la preservación del alto grado de autonomía de Hong Kong", indicó que no creía que "las sanciones contra China van a ser una solución para nuestros problemas". Merkel, por su parte, sostuvo que la UE, debía mantener un diálogo "crítico y constructivo", y que represalias comerciales no estaban en la agenda en el diálogo con China.

El informe "Perspectivas estratégicas UE-China" de la UE trazaba la intención de procurar una cooperación económica bilateral más estrecha y la implementación de la estrategia de conectividad euroasiática. Esta visión de la UE se revelaba radicalmente distinta con la promovida por el entonces secretario de Estado de EE. UU. Mike Pompeo que consideraba que la OTAN debía adoptar una nueva perspectiva de seguridad contra China. En la Cumbre de la OTAN Alemania y Francia no estuvieron de acuerdo con un informe interno que colocaba como el enemigo común a China y no al terrorismo. Finalmente, en diciembre del año pasado, China y la UE firmaron un tratado bilateral de inversiones.

 

"América está de vuelta"…con la Unión Europea

Joe Biden viene manteniendo la confrontación con China de Trump, pero retornarlo a basarla en la defensa de 'los valores liberales universales'. Trump afirmaba estar defendiendo los intereses de su país, Biden quiere volver a 'liderar el mundo libre'. Así, vuelve a buscar la confraternidad con Europa como soporte.

La algarabía europea por el triunfo de Biden fue inmediata Una encuesta de Morning Consult encontró que tras su victoria aumentó la visión positiva de Estados Unidos en más de 20 puntos en Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España. Merkel declaró que esperaba que con los lazos transatlánticos recompuestos puedan " permanecer unidos para enfrentar los grandes desafíos de nuestro tiempo". Hasta el primer ministro británico Boris Johnson se refirió a Trump como el "presidente anterior".

Josep Borrell, alegrado por la " noticia extraordinariamente buena" que EE.UU. y la UE vuelvan a estar en "el mismo lado de la historia", recordó que con Trump "por primera vez, tuvimos un presidente de los Estados Unidos que declaró pública y explícitamente su animosidad por la Unión Europea". Borrell sostuvo que Biden vuelve a valorar las instituciones multilaterales, como la Organización Mundial de la Salud, en lugar de abandonarlas, y encuentra mayores puntos de convergencia con la UE.

Aunque Borrell afirmó que la guerra comercial que Trump lanzó contra China "es un fracaso” porque “el déficit entre Estados Unidos y China no se ha reducido, ha aumentado", reposicionó el lugar de la UE en el conflicto al sostener que había que asegurar que el ascenso de China no ponga en peligro los "intereses y valores" de las democracias liberales.

La analista de la UE Judy Dempsey de Strategic Europe afirmó que los europeos deberían 'capitalizar' el camino de Biden "para impulsar la relación transatlántica y otras democracias para que adopten una agenda que pueda unir valores con intereses". Resalta que Biden se está centrando en los derechos humanos, a diferencia de Trump que en 2018, retiró a Estados Unidos del Comité de Derechos Humanos de la ONU, mientras que Biden afirmó que busca que EE.UU. vuelva a dicho Comité, y Dempsey considera que la UE debe estar detrás.

Al analizar el cómo, Dempsey cita al secretario de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, Dominic Raab que afirmó restringir el comercio con países por estándares de derechos humanos significa que "no vamos a hacer muchos acuerdos comerciales con los mercados en crecimiento del futuro…Creo que estamos en una posición mucho mejor para hacer eso si estamos dispuestos a participar". Así, Dempsey se pregunta "¿en qué términos y de qué manera se concilian los derechos humanos universales con los intereses?"

Ella cita el acuerdo de inversión UE-China de diciembre de 2020 como "una oportunidad ideal para vincular el comercio con valores como el estado de derecho, la transparencia, los procedimientos de adquisición claros y los derechos humanos", que no se hizo. Además, aclara que 'las democracias no obtendrán ese impulso si no se ocupan de los derechos humanos en sus propios países", y comportándose con 'doble discurso', ejemplificando que cuando el Secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken criticó las violaciones de derechos humanos de China que retrucó cuestionando el racismo y la violencia policial que desencadenó el movimiento Black Lives Matter, lo único que tuvo que decir fue: “Sí. Hay un gran problema. Estamos lidiando con eso. ¿Y qué hay de sus problemas de derechos humanos? "

Siguiendo a Estados Unidos, y el Reino Unido, la UE también acaba de imponer sanciones a China, acusándola de cometer abusos contra los derechos humanos en la Región Autónoma Uygur de Xinjiang del noroeste del país. China respondió con sanciones a 10 ciudadanos de la Unión Europea, incluidos políticos, por "injerencia grave" en sus asuntos internos y por "violar flagrantemente el derecho internacional".

China reacciona

Esa fue la primera vez que la UE sancionó China por abusos contra los derechos humanos desde la masacre de la Plaza Tiananmen en 1989. Pero la reacción china preocupó a los europeos, no sólo porque el país asiático se transformó en su principal socio comercial, sino también porque puso en duda el Tratado Bilateral de Inversiones.

Con ese acuerdo, la UE finalmente parecía que cumplía su anhelo de ingresar al mercado de 1.400 millones de habitantes de China. Pero sus medidas punitivas tienen un efecto mucho más simbólico que real, mientras la respuesta China apunta al riesgo de un impacto económico para la UE. Hua Chunying, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, dijo que la UE no puede esperar cooperar con China por un lado, mientras impone sanciones por el otro.

Al discurso de Blinken, que las sanciones demostraron "nuestro compromiso continuo de trabajar multilateralmente para promover el respeto de los derechos humanos", Hua respondió con vehemencia contra los europeos. "En lugar de haber estado interfiriendo en los problemas internos de otros países, la UE debería resolver primero sus propios problemas de derechos humanos", citando el masacre alemana en Namibia a principios del siglo XX y de 6 millones de judíos en el Holocausto, y de haber acompañado en la violación de las Convenciones de Ginebra y muertes de civiles a EE.UU. en Afganistán. "Ya pasó el tiempo en que algunos cañones podían atravesar las puertas de China, y el tiempo en que algunos pseudo-eruditos en connivencia con los medios de comunicación pueden difamar a China sin consecuencias", concluyó Hua.

La analista Barbara Wesel de DW observó los costos que podrían tener para la UE el volver a estar bajo el ala estadounidense. "Si somos muy honestos, hubo algo reconfortante en la caótica presidencia de Donald Trump", afirmó, "Como estaba claro quién era el culpable, algunos pudieron recostarse y soñar con una autonomía estratégica".

Ahora, observa que "Washington quiere empezar de nuevo. Prometió que los socios de los estadounidenses recibirán un trato justo siempre que carguen con su parte". Eso significa que el tedioso debate sobre el aumento del gasto en defensa"no ha terminado y que "será mucho más difícil justificar la lentitud de Berlín ante la actual administración estadounidense".

La referencia de Blinken que "nuestros aliados tienen relaciones complejas con China que no siempre se alinearán perfectamente", destaca Wesel no son aceptables hasta las áreas como tecnología e infraestructura. "Todos conocemos la lista de bienes estratégicos, desde G5 hasta chips y suministros de baterías", que es donde China puede lastimar a la UE.

"Una vez más, Estados Unidos pide a los estados que se pronuncien contra las violaciones de derechos humanos y el socavamiento de la democracia. La UE podría comenzar hablando en contra de algunos de sus propios estados miembros, así como de Turquía, socio de la OTAN" afirma Wesel.

Pero concluye que si bien asociarse a ese discurso de valores universales con EE.UU. le puede resultar agradable, no por ello dejará de tener un precio político tangible. De hecho, Dempsey apuntó el fuerte impacto que sufrió el año pasado Australia por las sanciones económicas que China le impuso por haber solicitado investigar el origen chino del coronavirus. China acusó a Australia de haber seguido a Trump, como ahora acusa a la UE de seguir a Biden.

*Profesor UFRGS (Brasil)

 @Argentreotros http://argentinaentreotros.wordpress.com

 

[1]Profesor Adjunto del Departamento de Economía y Relaciones Internacionales, Facultad de Ciencias Económicas y del Programa de Postgrado en Estudios Estratégicos Internacionales (PPGEEI-UFRGS). Integrante del Núcleo de Estudios de los BRICS (NEBRICS-UFRGS) y Poder Global y Geopolítica del Capitalismo. aferrari@ufrgs.br

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EL CRISTONEOFASCISMO, NUEVA RELIGIÓN* por  Juan José Tamayo*

Con-Texto | 3 abril, 2021

Fascismo y religión son dos fenómenos que históricamente han mantenido una relación de complicidad, que ha desembocado con frecuencia en sistemas dictatoriales, nacionalismos populistas de derecha excluyentes y regímenes confesionales que niegan la libertad de conciencia, persiguen el librepensamiento y legitiman el patriarcado.

El avance del fascismo en Italia, Alemania, Austria y España en la primera mitad del siglo XX “fue respaldado, legitimado y autorizado con argumentos teológicos cristianos”, afirma Michael Löwy. El representante más cualificado del uso reaccionario de la teología cristiana para fundamentar el nazismo fue Carl Schmitt.

El nazismo contó también con el apoyo de grupos católicos y protestantes y sus jerarquías. Dentro de la Iglesia evangélica alemana apoyó la ideología del Tercer Reich el movimiento Cristianos Alemanes, creado por el ideólogo nazi Alfred Rosenberg y liderado por el obispo Ludwig Müller. Algunos obispos católicos y el propio nuncio del Papa eran partidarios de contemporizar con el régimen alegando que así se evitaban las persecuciones a católicos. En su libro Más allá de la mera obediencia. Sobre la ética cristiana para el futuro, de 1970, la teóloga evangélica alemana Dorothee Sölle calificó de “cristofascismo” la legitimación y el apoyo de la ideología totalitaria del nazismo por parte de sectores cristianos tanto de la Iglesia católica como de la protestante. Yo califico de “cristoneofascismo” la actual alianza entre las organizaciones políticas y sociales de la extrema derecha, apoyadas por el ultraliberalismo, y los movimientos cristianos integristas, que cuentan con el apoyo de dirigentes eclesiásticos críticos con el papa Francisco. Es la nueva religión.

Como contrapunto, durante el nazismo existieron también movimientos, dirigentes y teólogos cristianos y judíos que recurrieron a una hermenéutica teológico-política emancipadora para combatir el nazismo y defender el socialismo. En el cristianismo evangélico destacó la Iglesia confesante alemana a la que pertenecieron prestigiosos teólogos como Karl Barth, militante del socialismo cristiano, y Dietrich Bonhoeffer, ejecutado por el nazismo. En el entorno cultural judío hay que referirse a Walter Benjamin como uno de los más madrugadores intelectuales de la izquierda alemana que, inspirado en referencias mesiánicas e imágenes judías, denunció el nazismo y entró en el debate contra el culto a la guerra de Ernst Jünger en su famoso artículo Teorías del fascismo alemán. Sus Tesis de filosofía de la historia son el mejor ejemplo de dicha denuncia.

En el caso de España, el fascismo continuó a lo largo de 40 años con la dictadura franquista, legitimada por la jerarquía católica, que dio lugar al nacionalcatolicismo. Con la transición a la democracia se pensó que éste había desaparecido de la esfera política y de las prácticas eclesiásticas. Craso error. Todavía hoy el nacionalcatolicismo sigue vivo, activo y con más fuerza que en décadas anteriores.

En EE UU los diferentes movimientos evangélicos fundamentalistas crearon la organización Moral Majority para apoyar la candidatura de Ronald Reagan. Dicho apoyo fue decisivo para que el republicano ganara las elecciones de 1980 y 1984. En 2020 fueron las Iglesias evangélicas fundamentalistas quienes crearon el movimiento Evangélicos por Trump para apoyar su reelección, cosa que no consiguió. Ante la derrota de Trump, grupos extremistas armados y personas vinculadas a los movimientos cristianos integristas enarbolando la Biblia asaltaron el Capitolio alentados por el propio presidente derrotado. En Brasil gobierna Jair Messias Bolsonaro con el apoyo de las megaiglesias evangélicas, a quienes el presidente concede todo tipo de privilegios. Desde su elección como presidente, Brasil se ha convertido en el epicentro del “cristoneofascismo” y de la extrema derecha de Dios.

En España se ha producido la alianza entre Vox y organizaciones ultracatólicas como HazteOír, Infocatólica, Asociación de Abogados Cristianos, El Yunque, Germinans Germinabit, etcétera, que dicen defender los valores cristianos en su pureza. Tal pretensión es desmentida por sus discursos y prácticas de odio contra el feminismo, la mal llamada “ideología de género”, el matrimonio igualitario, el LGTBI, la educación afectivo-sexual, los derechos sexuales y reproductivos, la Ley de la Memoria Histórica, la inmigración, el laicismo y el ecologismo. Se caracterizan también por el negacionismo de la discriminación de las mujeres, del cambio climático y de la violencia machista, así como por el elogio del franquismo, la defensa del ultraliberalismo, de la familia patriarcal, de la identidad nacional excluyente y de la dialéctica amigo-enemigo en las relaciones internacionales y en política nacional. Sus discursos y prácticas están muy lejos de los valores del cristianismo originario como la opción por las personas y los sectores más vulnerables de la sociedad, el perdón y el amor, incluso a los enemigos. La expresión “cristoneofascismo” ha adquirido carta de ciudadanía en España. Entró en el debate del Congreso de los Diputados el 4 de febrero cuando la diputada de ERC María Carvalho Dantas dijo a la bancada de Vox: “Han entrado ustedes en esta internacional cristoneofascista”. Yo lo ratifico.


*Juan José Tamayo es profesor emérito de la Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro es La Internacional del odio (Icaria).

 

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PASADO Y PRESENTE DE LA JUSTICIA DEL TRABAJO EN SALTA[1] por José Armando Caro Figueroa*

Con-Texto | 3 abril, 2021

-La CGT-Regional Salta me ha invitado a participar en esta importante Jornada que ha convocado bajo el epígrafe “La Justicia del Trabajo en Salta, 70 años después” y de la que participan prestigioso colegas del foro local. Agradezco la invitación que aprovecharé para exponer algunas ideas.

Comenzaré con algunos apuntes históricos[2]

En 1944 el coronel Perón, Secretario de Trabajo y Previsión, reunió a sus principales asesores (los abogados FIGUEROLA[3], BRAMUGLIA[4] y STAFORINI[5], entre otros) y les dijo: “Aquí, más que hacer nuevas muchas leyes, necesitamos hacer cumplir las normas vigentes”[6].

Para alcanzar tan ambiciosa meta, Perón -en un abrir y cerrar de ojos- creó la Justicia Nacional del Trabajo, reorganizó la Secretaría de Trabajo y Previsión -llevándola a todos los rincones del país-, atendió a los trabajadores del campo -eliminando conchabos, vales y cuasi monedas- y, potenció a los sindicatos.

Estas cuatro medidas -simples pero de gran trascendencia- escandalizaron a los sectores acostumbrados a contratar trabajadores débilmente organizados. A los patronos que preferían desenvolverse dentro de las comodidades que representaba el viejo Código Civil aplicado a los contratos de trabajo.

Cuando esta reforma laboral conectó con el Plan de Desarrollo diseñado por el Consejo Nacional de Posguerra, comenzó el proceso que -más allá de las vicisitudes presentes-, transformó de raíz a la Argentina.

Muchos, desde los intereses o los prejuicios, criticaron la creación de la Justicia Nacional del Trabajo; ignorando que la iniciativa nos situaba en la corriente mundial que procuraba armonizar los grandes objetivos de Libertad, Justicia y Paz Social.

Ignoraban, por ejemplo, que los países más avanzados de Europa (guiados por el faro de la Constitución de WEIMAR) contaban con tribunales del trabajo desde los años de 1920.

Ignoraban también que los Estados Unidos habían salido de la Gran Crisis potenciando los derechos de los trabajadores[7] entre otras reformas profundas.

Pero, sin abandonar este enfoque histórico, vayamos al caso de Salta.

Aquí, la Legislatura, controlada por radicales reconvertidos peronistas y emergentes laboristas, dictó en 1948 una Ley[8] creando el primer Tribunal del Trabajo. Los aspectos técnicos habían sido cuidados por el doctor Ricardo REIMUNDÍN (padre), un jurista de reconocido prestigio nacional e internacional.

A su vez, el gobierno nacional se las ingenió para desembarcar en Salta -y en todo el norte argentino- con una Delegación de la Secretaria de Trabajo y Previsión[9] que – tras herir al federalismo- desplazó al alicaído y sospechado Departamento Provincial de Trabajo. El joven doctor Ricardo FALU se dio a la tarea de hacer cumplir la Ley.

Como era de esperar, el Poder que Frena (al que se refiere San Pablo[10]), tan poderoso en Salta, resistió algunas de las innovaciones y demoró otras. Actuaba movido por la nostalgia de los “autos de arraigo” que BIALET MASSE, en su célebre Informe (1904), definió como “un invento del feudalismo salteño”[11].

Hubo que esperar a los primeros años de 1950 para que el Tribunal del Trabajo salteño, creado en 1948, fuera dotado de personal y recursos.

Esto sucedió luego de que la CGT y los trabajadores, exasperados por la inflación, descontentos con el Gobernador Lucio CORNEJO, e inquietos por la vacancia judicial, lazaran la huelga de 1949 que registró hechos de grave violencia.

El alma de la reforma de los años 40

Los cambios en la judicatura y en la Administración del Trabajo producidos en los años de 1940, estaban lejos de ser meros empeños burocráticos, pensados para acomodar a parientes o amigos.

Se trataba, por lo pronto, de respetar y hacer respetar al trabajador como persona y como ciudadano, de eliminar abusos, de limitar la jornada, de proteger a mujeres y niños, de combatir el pago con vales y los así llamados contratistas, de garantizar los salarios legales o pactados, de cuidar la salud en el trabajo.

Respondiendo a las fuentes ideológicas que la promovían, la Justicia del Trabajo se creó como una justicia pro operario. Los tribunales del trabajo tenían muy claro que su identidad les mandaba apartarse del derecho civil y del derecho procesal civil para equilibrar las fuerzas de empleadores y trabajadores. Eran un brazo de la autonomía científica del Derecho del Trabajo, y de la Autonomía Colectiva que se traduce en pactos que mejoran las condiciones de trabajo.

Muchos laboralistas europeos exiliados o emigrados (DEVEALI, KROTOSCHIN, KATZ[12], CABANELLAS) y los nuestros (desde Alfredo PALACIOS y Alejandro UNSAIN, a Eduardo STAFORINI) se dieron a la tarea de construir el Derecho del Trabajo[13], como una herramienta al servicio de la justicia social y de la paz.

Se trataba de crear un derecho tutelar, donde los asalariados eran personas de preferente tutela, para decirlo con palabras contemporáneas.

Aquel prematuro énfasis en la vigencia efectiva de la Constitución y las Leyes coincide, de alguna manera, con los más modernos desarrollos de la ciencia jurídica de los que FERRAJOLI es su más preclaro exponente.

Este trascendental y democratizador paso del Estado legal de derecho al Estado Constitucional de Derecho reclama cambios que -hasta hoy- no se avizoran en ninguno de los tres poderes provinciales que actúan en del Norte Argentino.

Pero saltemos etapas y acerquémonos a la contemporaneidad.

Tenemos hoy dos acontecimientos centrales con impacto directo en la Justicia del Trabajo, en el Derecho del Trabajo y en las relaciones laborales.

El primero es la reforma constitucional de 1994, fruto del llamado Pacto de Olivos que suscribieron Raúl ALFONSÍN y Carlos MENEM. Y que elevó al rango constitucional los más importantes Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos Fundamentales.

El segundo, es el giro estratégico dado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) al instalar en el mundo el concepto de trabajo decente que, de varias de las maneras puede leerse como una reformulación de nuestro artículo 14 bis.

Tres son los Documentos que expresan este giro (y que deberían ser de obligada lectura en el fuero salteño del trabajo): 1) Declaración de la OIT relativa a los Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo (1998)[14]; 2) Declaración de la OIT sobre la Justicia Social para una Globalización Equitativa (2008)[15], y Declaración del Centenario de la OIT para el Futuro del Trabajo (2019).

En Salta el Poder que Frena, cabalga de nuevo

Estos dos cambios gigantescos no terminan de llegar a Salta. O llegan en cuentagotas.

Salvo honrosas excepciones (que las hay) o momentos de lúcida sensibilidad (que también), los tres poderes del Estado con competencias en asuntos del trabajo, prefieren soluciones que contradicen o ignoran aquellos cambios.

Prefieren soslayar el artículo 14 bis (aprobado en 1957) argumentando el presunto carácter programático (o sea, ineficaz) de la garantía de condiciones dignas y equitativas de labor.

Prefieren ignorar la reforma de 1994; sobre todo, hiere su “patriotismo jurídico” el nuevo rango que tienen los Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos Fundamentales.

Prefieren, en la misma línea, ignorar sus responsabilidades para la consecución de altos estándares de trabajo decente.

Pienso que toda la Justicia de Salta esta urgida de una transformación con eje en la independencia de los jueces y en la prestación de un servicio justo, eficaz y oportuno.

Por supuesto que estas necesidades existen también en el área especializada de la Justicia del Trabajo de Salta, donde amplios espacios están colonizados -por decirlo de alguna manera- por las teorías y principios propios del derecho civil y del derecho procesal civil. Experimentamos, en este punto, un claro retroceso respecto de las premisas que llevaron a construir el fuero del trabajo.

Por otra parte, no termino de entender los motivos por los cuales la Legislatura local no abordó, tras estos casi 40 años de democracia, la revisión de leyes fundamentales como el Código Procesal del Trabajo (que, entre otros anacronismos, no prevé el tratamiento de los conflictos colectivos de trabajo) o la Ley que regula el trabajo en las municipalidades.

Sin olvidar la supervivencia de una norma terrible, como es la Ley Orgánica del Poder Judicial[16] cuyo artículo 40 atenta contra la independencia de los jueces del trabajo convirtiéndolos en meros repetidores de los precedentes más reaccionarios dictados por la Corte de Justicia de Salta.

Pero hay algo más que causa mucho daño a los trabajadores, a los abogados, a los estudiosos y a los propios jueces del trabajo. Me refiero a las precarias estadísticas que lleva la Corte de Justicia desdeñando todos los aportes de las nuevas tecnologías.

La información es harto incompleta. Además, muchos datos (por ejemplo: La cantidad de asuntos del trabajo ingresados por año) que presenta la Corte son negados por los jueces. Una situación que impide conocer los detalles de la litigiosidad y los alcances precisos de la mora judicial.

Veamos un par de datos:

Los primeros tienen que ver con la cantidad de asuntos ingresados y sentenciados, en el Distrito Judicial del Centro.

FUERO DEL TRABAJO
 DISTRITO CENTRO

Año

Ingresadas

Sentencias

2003

2.260

785

2004

1.891

1.384

2005

2.052

1.152

2006

2.005

1.220

2007

2.337

1.176

2008

1.896

1.223

2009

2.152

1.054

2010

2.485

866

2011

1.896

1.216

2012

2.133

1.097

2013

2.128

 

2014

2.516

 

2015

 

 

2016

2.195

774

2017

2.373

814

2018

2.316

845

2019

 

 

2020

 

 

 

 

Los segundo provienen de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo y corresponden a los primeros trimestres de cada año.

Superintendencia Riesgos del Trabajo

Año

Cantidad de
 siniestros

Demandas
Iniciadas

Sentencias
Dictadas

2015

3.677

16

5

2016

3.189

22

2

2017

3.515

26

1

2018

2.961

23

2

2019

3.003

9

1

2020

2.739

9

0

 

Me atrevo a afirmar que la excesiva lentitud de la justicia, las resistencias de algunos magistrados a proveer medidas cautelares, su apego al formalismo civilista, sumados a la amenaza que constituye la condena en costas o la marea del trabajo en negro, hacen que el número de trabajadores que concurren a los estrados judiciales sea bajísimo.

Muchas oficinas de la Justicia del Trabajo y, como no, de la propia Corte de Justicia, desconocen -inaplican- los Tratados Internacionales o piensan que siguen siendo catálogos de buenas intenciones, y no normas inmediatamente operativas.

De allí cierta jurisprudencia local que tolera ataques a la libertad sindical, al derecho a negociar colectivamente y al derecho de huelga, los tres pilares del Derecho Colectivo del Trabajo.

De allí que ciertos estrados convaliden decisiones del Intendente de Chicoana que obliga a sus obreros contratos con salarios bajísimos a que aporten a la caja de su partido político.

La inacción frente a modalidades de fraude laboral (cubrir puestos de trabajo estables con contratos temporales), dar prioridad al “exorbitante” derecho administrativo, tolerar que Empresas de Servicios Eventuales burlen leyes, mirar para otro lado cuando las Aseguradoras de Riesgos de Trabajo incumplen sus obligaciones de prevención y capacitación o cuando las empresas desconocen la Ley de Jornada (11.544) sancionada en 1929, son deficiencias que afean el desempeño de los tres poderes del Estado salteño.  

En muchos casos, demasiados, las resoluciones judiciales son más receptivas a las citas del Código de Hammurabi (1750 A.C.) que a las alegaciones fundadas en normas de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969).

Circula, en determinados ambientes, la idea de que la producción en Salta solo es posible (competitiva) con la actual espeluznante combinación de bajos salarios, trabajo en negro, y tolerancia a todas las modalidades de fraude laboral.

Pienso que ya va siendo hora de impugnar y desechar esta mentalidad que nos condena al subdesarrollo.

Qué podemos hacer

La primera responsabilidad de la ciudadanía salteña es promover un debate amplio y abierto. Sacar al tema de la justicia del trabajo (y de la Justicia en general) de los cenáculos del “Poder que Frena” (sigo citando al Apóstol San Pablo).

Esta Jornada, a mi entender, es un paso en la buena dirección.

Y deberíamos conseguir, más pronto que tarde, derogar el cepo de la Ley Orgánica del Poder Judicial que obliga a los ilustrados jueces del trabajo de primera y segunda instancia a seguir sin rechistar la jurisprudencia reaccionaria de la Corte.

Una medida urgente y de relativamente fácil concreción, es definir un Plan Estadístico. Otra, abrir las puertas de la Escuela de la Magistratura a expertos de todas las corrientes de opinión y de todas las procedencias nacionales e ideológicas. Es decir, jerarquizar la Escuela eliminando la endogamia, el facilismo, el pensamiento único y la poca vocación por las críticas y las novedades. Necesitamos jueces y juristas que sientan el contenido esencial -la musicalidad diría KATZ- del Derecho del Trabajo[17]. 

Antes de terminar quisiera llamar la atención sobre la negligencia de la Corte de Salta a la hora de constituir un cuerpo médico forense especializado en la Ley de Riesgos de Trabajo. La falta de peritos idóneos priva a los trabajadores de su derecho a recurrir ante la Justicia las resoluciones de la Comisión Médica Jurisdiccional.

Creo que este pantallazo puede ayudar a comprender qué está sucediendo y qué podemos hacer para mejorar la Justicia del Trabajo.

Muchas gracias.

                                                                                                                                      Salta, 6 de abril de 2020.

*Abogado Laboralista

 

 


[1] Ponencia presentada en la Jornada que organiza la CGT – Regional Salta sobre el tema “La Justicia del Trabajo en Salta, 70 años después” Salta, 6 de Abril de 2021.

[2] Para abordar este tema me ha resultado de gran interés el libro “La Justicia peronista. La construcción de un nuevo orden legal en la Argentina”, de Juan Manuel PALACIO (Editorial Siglo XXI, Buenos Aires – 2018).

[3] Que en España había sido funcionario del Instituto de Reformas Sociales en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera. Un personaje clave desde su puesto al frente de la Dirección de Estadísticas de la Secretaría de Trabajo y Previsión (Véase Hernán GONZÁLEZ BOLLO “La División Estadística y su conversión en Dirección de Estadística social del Consejo Nacional de Posguerra” en el libro “La sociedad del Trabajo” que compiló Mirta Zaida LOBATO, y editó EDHASA, Buenos Aires – 2014), y de su actuación en el Consejo Nacional de Posguerra.

[4] De origen socialista. Véase LUCIANI, María Paula “La etapa formativa de la Secretaría de Trabajo y Previsión (1943-1946)”.

[5] Fue el encargado de llevar a buen término la creación de la Justicia Nacional del Trabajo.

[6] Curiosamente, en una de sus primeras visitas al por ese entonces Departamento Nacional del Trabajo PERÓN se detuvo en la sala de máquinas de fichas perforadas (técnica predecesora de las actuales tecnologías de la información), según lo refiere Carlos S. FAYT, citado en el ensayo de GONZALEZ BOLLO.

[7] National Labor Relations Act.

[8] Número 2.230 de 17 de julio de 1948.

[9] Para hacerse una idea de la importancia que Perón como Secretario de Trabajo y Previsión asignaba a la situación sociolaboral de Salta, señalo un dato: El envío de Rodolfo VALENZUELA (que más tarde sería presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación) como funcionario de la Delegación Salta de la citada Secretaria.

[10] Primera Epístola a los Tesalonicenses. Véase Massimo CACCIARDI “El Poder que Frena. Ensayo de teología política” (Editorial AMORRORTU, Buenos Aires – 2015).

[11] BIALET MASSÉ, Juan “Informe sobre el estado de la clase obrera”, Editorial HYSPAMERICA, 1986, página 168. También puede verse “A cien años del Informe Bialet Massé”, Universidad Nacional de Jujuy, año 2007.

[12] Que introdujo en la Argentina, de varias maneras, el pensamiento europeo más avanzado desarrollado por Hugo SINZHEIMER, uno de los padres del moderno Derecho del Trabajo. Véase VITA, Leticia “Entre Weimar y Buenos Aires: Ernesto Katz y la recepción de Hugo SINZHEIMER en el derecho laboral argentino *

[13] Lo habían intentado antes (a comienzos del siglo XX) Joaquín V. GONZÁLEZ y Carlos SAAVEDRA LAMAS, entre otros.

[14] Selecciona los Convenios OIT que integran el núcleo básico de DDFF: libertad de asociación y libertad sindical, NC, eliminación del trabajo forzoso y trabajo infantil, no discriminación en materia de empleo y ocupación.

[15] Enuncia los Cuatro Pilares del trabajo decente.

[16] Ley 5.642/1980. Cuyo artículo 40 dice: “INTERPRETACION OBLIGATORIA. La interpretación que la Corte de Justicia haga de los textos de la Constitución y de las leyes, será obligatoria para todos los tribunales”

[17] KATZ para quien el derecho del trabajo “tiene un color especial por la fuerte acentuación de lo humano, en estrecho contacto con lo técnico y lo económico”. Sabiendo que para comprender su esencia es preciso penetrar en el espíritu del derecho del trabajo, y no solamente con la cabeza sino también con el corazón. (Katz, “El destino del derecho del trabajo”, en Derecho del Trabajo, 1960, Año XX-1, p. 16).

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ANTE EL CISMA O LA RECLUSIÓN por Carlos Gabetta*

Con-Texto | 3 abril, 2021

Fuente :  Perfil

Rezo para que no haya cismas, pero no tengo miedo”, afirmó Francisco. Eso fue hace unos meses (CNN en español, 10-9-19), pero ahora el fantasma que lo lleva al rezo puede que comience a darle miedo.

Ocurre que, electo como fue para “modernizar” a la Iglesia en el contexto de una grave crisis de fieles y vocaciones, Francisco viene espantando al clero conservador con sus posiciones sobre el mundo LGBT. “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo?”, declaró al periodismo en su primer viaje fuera de Italia. Y en el documental Francesco, del ruso Evgeny Afineevsky, fue aún más lejos: “Las personas homosexuales tienen derecho a estar en una familia, son hijos de Dios. No se puede echar de una familia a nadie, ni hacerle la vida imposible por eso (…) Lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil, tienen derecho a estar cubiertos legalmente”. (http://bit.ly/francisco-union-civil).

Pero la reacción actual del clero conservador vaticano multiplicará los rezos de Francisco. En un comunicado el Vaticano dice que “La Iglesia no dará bendición a las uniones del mismo sexo”; algo que descoloca al Papa y ya ha suscitado reacciones de las comunidades católicas LGLT y feminista y por supuesto, del progresismo mundial. (http://bit.ly/uniones-mismo-sexo).

Se trata de la desautorización oficial de una línea política vaticana que, sincera o no, sintoniza con todo el movimiento progresista mundial, no solo con el católico. El Vaticano sigue incluso sin aprobar las “uniones libres” en parejas heterosexuales. El antropólogo e historiador Elio Masferrer, un respetado especialista, subrayó que en el lenguaje vaticano oficial siguen sin emplearse palabras como “gay” y “homosexual”. Se trataría de desviaciones, pecados… Y es en este frenazo a la política de Francisco que Masferrer advierte sobre un cisma que se estaría propiciando en el clero conservador, en particular en el de los grandes países, como Estados Unidos (CNN en español, 15-3-21).

El Vaticano siempre supo adaptarse a los tiempos, y los actuales apuntan a que el poder financiero y económico mundial se orienta hacia políticas autoritarias. Allí están los Trump, los Johnson, los Le Pen, los Netanyahu y los populismos “de izquierda” latinoamericanos, entre otros, con las mil variantes del caso. Y allí están, autoritarios asumidos y en la misma olla económica, solo que progresando, los Putin y los Xi Jinping…

El progresismo mundial también se expande, pero por ahora, no tiene representación política ni proyecto alternativo ante la crisis económica estructural del capitalismo; es solo un fenómeno social. Incluso allí donde puede decirse que existe políticamente, avanza la derecha autoritaria; verbigracia Alemania y los países escandinavos.

Para el clero conservador vaticano, en cambio, siempre se ha tratado esencialmente de quién detenta el poder económico y en consecuencia el verdadero poder político, cualesquiera sean sus maneras. Así ha sobrevivido la Iglesia al Imperio Romano, al feudalismo, a la monarquía. Ahora le toca “al capitalismo”, pero en tiempos de internet y redes sociales, lo tiene difícil.  

En España, país católico si los hay “el número de sacerdotes, seminaristas, monjes y otros religiosos continúa en números rojos (…) Atrás quedan los años sesenta, donde más de 8 mil hombres se formaban en los seminarios españoles y unos 24.500 oficiaban misa (…) despachos parroquiales que se cierran y algunos monasterios como el de las monjas clarisas capuchinas de Cifuentes (Guadalajara), abandonados por falta de vocaciones (El País, Madrid, 9-5-19).

¿Los escándalos financieros y de pedofilia mundiales de la Iglesia, ¿tendrán también algo que ver con esto?

A corto o mediano plazo, la encrucijada de Francisco será el cisma, o el tapabocas.

 

*Periodista y escritor.

 

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EL FEUDO, ASCENDIDO A LA CATEGORÍA DE “COMUNIDAD ORGANIZADA” por Loris Zanatta*

Con-Texto | 1 abril, 2021

 

El de Formosa no es un caso único en la Argentina ni en América Latina. No es el primero ni será el último. Nos acostumbramos a llamarlos “feudos”, y en el fondo eso es correcto: hay un monarca llamado gobernador y unos súbditos llamados ciudadanos, pero no es la ley la que reina, su impersonalidad, su universalidad. El “feudo” se basa en relaciones serviles y personales: protección a cambio de lealtad, favores a cambio de obediencia, prebendas para el devoto y ostracismo para el hereje. Es un organismo sostenido por redes familiares, clanes y clientelas que mortifica la independencia y premia el conformismo, mata la iniciativa y celebra al gregario. Su lógica es férrea y primitiva: para ascender sirven influencias; para sobrevivir, la protección del caudillo. De él emanan el poder en la tierra y en el cielo, en él se encarnan la identidad, la historia, la cultura del “pueblo”. Todo organismo tiene su cabeza, ¿verdad?

Pero lo que nosotros llamamos “feudo” Gildo Insfrán lo llama “comunidad organizada”: basta con consultar su elegante página web y repasar las 252 páginas de los “Fundamentos filosóficos y doctrinarios del modelo formoseño”. ¡Nada menos! En el fondo, esto también es correcto. Y coherente: sus raíces culturales se encuentran en Guardia de Hierro, en el “Modelo argentino” que Perón firmó poco antes de morir y en cuya redacción, es notorio, contribuyó el padre Bergoglio. Cualquiera que lo lea no tendrá problemas en notarlo. Es el peronismo en estado puro, libre tanto de las contaminaciones marxistas que siempre lo han asediado como de las sirenas “sinárquicas” que a veces lo tientan. Ahí encontramos la doctrina social de la Iglesia y la representación de los cuerpos sociales, la tercera posición y la doctrina “nacional, social y cristiana”. Y el “pueblo mítico” –¿qué duda cabe?– que en el peronismo vive su cultura, renueva su identidad, perpetúa su armonía primigenia, resguardándola de la desintegración imperialista, de la furia neocolonial, de la fría rapacidad occidental.

 

Multitudes de antropólogos y filósofos, etnólogos y teólogos, algunos brillantes y agudos, otros confusos y enrevesados, contribuyeron a la construcción y celebración de este mito. Ladrillo a ladrillo, hicieron realidad el relato, modelo el legado, virtudes los defectos, hasta que la oruga se convirtió en mariposa y el “feudo” ascendió a “comunidad organizada”, sinónimo de emancipación, liberación, redención, corazón pulsante y destino del “pensamiento nacional”. Hay, dicen, en ese “pueblo” algo profundo y enigmático, un misterio hecho de ritos y símbolos. Rural y telúrico, en él vive “lo americano”, impermeable y resistente al “europeo” urbano y letrado. Es el sentir “seminal” contra lo “causal”, la emoción contra la lógica, la naturaleza contra la cultura, la fe contra la razón. Es “lo nacional” contra “lo colonial”. De ahí su “superioridad”, por ser “genuino, propio y esencial de América Latina”. El peronismo es este tipo de “pueblo”. Quien no lo entiende ni lo comparte es “antipueblo”.

 

¿Es un relato bien fundado? ¿Es la América profunda realmente el revés de Europa? ¿Son el indígena y el mestizo realmente una humanidad separada, inmutable en el tiempo, arquetipo eterno, cultura tallada en el mármol? ¿Formosa es realmente un mundo aparte y los que criticamos somos colonialistas etnocéntricos? ¿O es el típico esquema populista que enfrenta un “pueblo puro” e idealizado a una “elite corrupta” y demonizada? ¿O es el paternalismo habitual de clérigos e intelectuales, la conocida “fascinación por la barbarie”? Ambos han estado siempre en guerra contra la secularización que los baja del pedestal, contra la historia que erosiona su aura sagrada. Y su culto al “buen salvaje” siempre alimentó el del “buen revolucionario”, el caudillo que conducirá al “pueblo” a la tierra prometida.

 

La verdad es que este relato no resiste la prueba de la historia. La historia europea, no menos que la americana, está plagada de mitos similares. El “descubrimiento del individuo” generó la nostalgia romántica del “pueblo”; el nacimiento de la industria, el revival ruralista; el progreso de la ciencia, la reacción religiosa. A cada ola racionalista le siguió una resaca espiritualista; a cada flujo migratorio, un rebote nativista; a cada ciclo liberal-democrático, un anticiclo populista. Así fue en el pasado y así sigue siendo hoy: soberanistas y neoborbónicos, supremacistas y terraplanistas, todos tenemos nuestros “insfranes”, nuestros cruzados de las “pequeñas patrias”, nuestros señores feudales con el “pueblo” siempre en la boca. ¡En Italia hay quienes todavía se quejan de la “colonización” piamontesa del sur!

 

No hay ninguna Europa “racionalista” por un lado y ninguna América “telúrica” por el otro: ambas son una y otra cosa al mismo tiempo, ambas están atravesadas de diferentes maneras por los mismos clivajes. La retórica nacional popular es tanto una ideología como una mentira. Tanto es así que los intelectuales argentinos que más mitificaron al “pueblo” y crearon el misticismo populista tienen nombres europeos –Rodolfo Kusch, Amelia Podetti– y que europeos fueron los filósofos y antropólogos que los inspiraron. Y no cualquier europeo, sino aquellos como Martin Heidegger o Mircea Eliade, quienes, impulsados por el amor al mundo orgánico perdido y el odio al “desencanto” de la modernidad, adhirieron a los fascismos; al tipo de régimen, holístico y corporativo, que también inspiró al peronismo y que resuena en el “Modelo argentino” preconizado por Gildo Insfrán. Todo tiene sentido.

 

Visto así, el caso de Formosa es un cuadro en blanco y negro. Es negro porque la prosaica realidad de autoritarismo y miseria choca contra el escenario de cartón pintado a fiesta del “pueblo mítico”, de la “comunidad organizada”: típico de las sociedades cerradas y serviles, autárquicas y feudales. Es blanco porque nada es para siempre, las culturas cambian, la gente protesta, las celdas se abren. Entonces sucede que alguien quiera salir del mito y construirse su propia historia por sí mismo.

 

*Ensayista y profesor de historia en la Universidad de Bolonia

 

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EN UN AÑO LA PANDEMIA DESNUDÓ LA CRISIS CAPITALISTA Y LAS DESIGUALDADES por Aram Aharonian*.

Con-Texto | 1 abril, 2021

La pandemia del Covid-19 es incomparable con otras: sabemos que cambiará el mundo, pero no tenemos certezas cómo ni hacia dónde. En esta pandemia de incertidumbres, famosos filósofos como Slavoj Zizek, Byung-Chul Han o Giorgio Agamben arriesgaron predicciones que variaban entre el fin del capitalismo, variopintas teorías conspirativas y futuros sombríos de más aislamiento e individualismo.
Todas estas predicciones tienen algo en común: carecen de evidencias. Seguramente no haya un modelo único de sociedad para después de la peste y, entonces, lo que harían falta son pensamientos serios y fundados con perspectiva histórica y social. Porque no cabe duda de que el mundo será muy distinto y los problemas fundamentales serán el desempleo, el hambre y la necesidad de alimentar a millones y millones en todo el orbe.
Pero sin ideas ni imaginación responsable y rigurosa es imposible pensar soluciones progresistas que permitan construir sociedades más equitativas y mejor preparadas para combatir no solo epidemias sino otros problemas, con especial atención a los más necesitados y urgidos en un mundo instalado en la derecha y con fuertes tendencias irracionalistas y autoritarias, con destellos xenófobos y discriminatorios..
En lo que respecta a nuestra América Lapobre, la debacle económica amenaza con terminar de hundir los avances conseguidos y también el futuro de una región que ha perdido los caminos de la integración y unidad, más que necesarias en épocas de crisis económica, social, sanitaria, ambiental, máxime cuando dos técnicos del Fondo Monetario Internacional presagian el apocalipsis para mediados del año próximo.
Entonces, cuando los gobiernos piensan que lo peor ya ha pasado, tras una campaña exhaustiva de vacunas y paquetes billonarios de reactivación económica, el mundo, de repente, se enciende: hay batallas campales en cientos de ciudades, y los edificios en llamas se proyectan en millones de pantallas de televisión. Los gobiernos caen en elecciones tumultuosas, señalan Philip Barrett y Sophia Chen, en su informe Las repercusiones sociales de las pandemias (enero del 2021).
Allí señalan que una pandemia “pone de manifiesto las fracturas ya existentes en la sociedad: la falta de protección social, la desconfianza en las instituciones, la percepción de incompetencia o corrupción de los gobiernos”. Lo dice el FMI: Amén
Pandemia de obviedades
La pandemia nos ha llenado de obviedades. La primera lección que debemos aprender es que debemos invertir más en nuestros sistemas de salud pública, sobre todo después del escándalo de los negociados de las trasnacionales farmacéuticas y el acaparamiento de las vacunas por los países más ricos, que parecen no tener en su vocabulario la palabra solidaridad o creen que ésta sólo se trata de un sindicato polaco anticomunista.
La segunda, es que aunque todos los seres humanos somos huéspedes potenciales del virus, éste no es democrático en dos aspectos fundamentales, ya que supone un mayor riesgo para algunas personas y sus impactos económicos no se sentirán por igual en todas las partes del mundo, recayendo sobre todo sobre los países en desarrollo.
La crisis ha demostrado el grave peligro que supone el ocaso del multilateralismo y la desunión mundial. Se han perdido muchas vidas debido a la incapacidad de los líderes mundiales -y de cada país- para trabajar juntos. Quedó al desnudo lo fracturado que está el sistema internacional y reveló lo peligrosa que es esta situación.
¿Será que la naturaleza está poniendo a prueba nuestro sistema de respuesta global para ver cómo podríamos manejar algo mucho peor en el futuro?, se preguntan algunos románticos. La forma en que hemos manejado la pandemia nos quita esperanza de que estemos capacitados, de que podamos manejar algo un poco más complicado como el cambio climático o el aumento de la influencia de la inteligencia artificial.
Los optimistas esperan que la pandemia haya servido como campana de atención para la humanidad. Hay un nacionalismo mal entendido y difundido: el nacionalismo significa cuidar a tus compatriotas; no odiar a los extranjeros. Si todos los países cooperaran existe la posibilidad de que la covid-19 sea la última gran pandemia de la historia. Si…
En el centro de la pandemia
América Latina, que suma apenas un ocho por ciento de la población mundial, se convirtió en el epicentro de la pandemia, con más muertes en el mundo. Y, paralelamente se fue produciendo una relegitimación o retoro a un Estado fuerte, pese a gobiernos neoliberales. Este retorno demuestra también –y paralelamente- un repliegue hacia agendas nacionales y no regionales o multilaterales.
El Covid-19 provocará el cierre de 2,7 millones de empresas en América Latina y el Caribe, y la pérdida de unos 8,5 millones de puestos de trabajo, advirtió la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). La pandemia magnificó los problemas estructurales que arrastraba la región y el choque del distanciamiento y cierre de actividades se comió siete años de avances regionales en materia de desarrollo social.
El regreso a las clases presenciales de escolares y liceales en varias de nuestras capitales estuvo tensionado por muchísimas dudas y una única certeza: nada es igual que antes. Las formas de convivir entre niños, familias y docentes se redefinen día a día, y cambian de escuela en escuela. ¿Cómo se aprende y se enseña cuando el futuro a corto plazo no ofrece garantías? Problemas edilicios, malabares pedagógicos, reencuentros, expectativas y nuevas formas de vincularse a la distancia
En general, ante la pandemia, nuestros Estados apostaron a intervenir a través de políticas públicas sanitarias, económicas y sociales, pero la pandemia desnudó las limitaciones estructurales y coyunturales. El covid-19 puso en el centro los debates sobre las urgencias de una transición económica, ecológica y social, que trascendió de los planteos de activistas e intelectuales –incluso algunos de ellos elaborados años atrás- a la agenda pública.
Y las reuniones por internet promovieron debates y manifiestos de científicos, intelectuales y académicos, que abarcaban desde el cambio climático y una agenda verde, hasta una renta básica universal y la condonación de la deuda externa de los países pobres.
Desde la academia se insiste en que la pandemia generó cambios importantes en la conciencia colectiva en América Latina y la expansión de un ambientalismo popular en varios países. Pero lo cierto es que el virus acentuó aún más las desigualdades sociales y territoriales existentes y dejó un cóctel explosivo, con ingredientes como el hacinamiento y la falta de acceso a la salud, la insuficiencia de la estructura sanitaria, el desempleo, la informalidad, la brecha de género, la pobreza creciente.
Este año de pandemia nos ha llenado de metáforas y conceptos con los que tratamos de catalogarla, pero siempre conservado el lenguaje político de la metáfora bélica, la alusión a la guerra contra el virus, que sirvió para ocultar y desdibujar las causas estructurales de la crisis, apuntando sólo a los síntomas, con lo que se esperaba lograr la cohesión social frente al daño, ante un enemigo invisible y desconocido.
Mientras seguimos con el barbijo puesto y el temor (o terror?) en nuestros corazones, la pandemia marcó un repliegue generalizado a las agendas nacionales, relegando o poniendo en discusión el valor del multilateralismo y los liderazgos mundiales, debido a la realidad comprobada de la falta de estrategias cooperativas e internacionalistas.
En el último año, en plena emergencia, la paralización de las actividades económicas se tradujo en una reducción de 7% de la emisión de gases de efecto invernadero, a pesar de que el neoextractivismo no cesó sino que se aceleró como apuesta de los gobiernos a la exportación agrícola y minera en busca de divisas que apuntalaran una reactivación económica en esta etapa que algún publicista vende como “la nueva normalidad”.
La crisis produjo estallidos sociales en varios países de la región, pero no cayó ningún gobierno. Los que pagaron los desastres de sus gobiernos fueron los ministros de salud, cargo que se convirtió como el más inestable desde la aparición de la covid-19 hace ya más de un año. Perú, Ecuador, Bolivia y República Dominicana han cambiado de titular de la cartera de Salud al menos tres veces en los últimos de doce meses. En Argentina y Perú, la vacunación con privilegios tumbó a los ministros.
Desde el 26 de febrero de 2020, cuando se registró el primer caso de coronavirus en Latinoamérica, una veintena de ministros de sanidad –que habían ganado gran capacidad de gasto y por ende poder político- han debido abandonar sus cargos. Las causas, desde divergencias políticas hasta fallos estratégicos, desde corrupción en la compra de insumos y medicinas hasta en el proceso de distribución y aplicación de las vacunas
Había una vez algo llamado trabajo
Millones y millones de personas sin trabajo en todo el mundo. Gente que muere de hambre, que mendiga, más delitos, más violencia, esperanzas rotas y sueños destrozados. Más de cien millones de personas se verán ahogados en la pobreza extrema, informa el Banco Mundial. Otra década perdida para América Latina, y van…
Según un informe de la CEPAL sobre el rol de las cuidadoras durante la pandemia, la misma en Latinoamérica dejará a 118 millones de mujeres viviendo en la pobreza, lo que implica un 22% más que en 2019. En este mismo informe se detalla que 15,2% de las mujeres quedaran desempleadas, seis puntos más que en 2019.
Alrededor de 13 millones de mujeres en nuestra región vieron desaparecer sus empleos o limitarse su desarrollo laboral por la pandemia de Covid-19, que exarcebó las brechas de género en los mercados de trabajo de la región, señaló la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Dos mil millones de personas, más del 61 por ciento de la población empleada en el mundo, se ganan la vida en la economía informal sin acceso al diálogo social; el 58 por ciento de las mujeres y el 63 por ciento de los hombres del mundo trabajan en la economía informal.
Aquí también las mujeres, tienen muchas más probabilidades que los hombres de pertenecer a los segmentos más vulnerables de la economía informal como trabajadores domésticos, trabajadores a domicilio o trabajadores familiares auxiliares, lo que significa que tienen poca o ninguna protección contra el despido y poco acceso a la protección social, incluida la licencia de enfermedad remunerada.
La pandemia ha puesto de manifiesto amplias deficiencias y desigualdades en el mundo del trabajo, y las ha acentuado. Las mujeres, los jóvenes y los trabajadores del sector informal, que se encontraban en una situación muy desfavorable antes de que comenzara la crisis, han padecido algunas de sus peores consecuencias.
Por otro lado, ha aumentado la concienciación pública sobre la labor, a menudo compleja e infravalorada, de determinados grupos, en particular los trabajadores de los sectores sanitario y de atención social y los servicios de limpieza, así como los trabajadores domésticos, cuya labor ha sido y sigue siendo primordial para superar la pandemia.
Y como si todo esto fuera poco, la ONU informa que más de 30 millones de personas en más de tres docenas de países, están a solo un paso de la declaración de hambruna y 10 millones de ellas se encuentran en grave riesgo de morir de hambre. Pero la causa principal de esta situación no es la pandemia, que ha acelerado procesos de empobrecimiento en el mundo entero, sino que se trata de una consecuencia directa de los conflictos armados vigentes y que ni siquiera el coronavirus detuvo.
¿Futuro?
No, no habrá una recuperación rápida, posiblemente –dicen los optimistas- una recuperación frágil y débil. Es que estamos sufriendo el fuego de la crisis capitalista. Tantas esperanzas hechas añicos, hambre y miseria no por causa de un virus, sino para recuperar la rentabilidad del capitalismo.
Lo cierto es que no podemos respirar, no es sólo el covid … el capitalismo nos está matando.

* Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE) .

 


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