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EL LARGO CAMINO DE LA POBREZA ESTRUCTURAL (III) por Jorge Ossona*

| 12 marzo, 2016

Balance de la “inclusión” kirchnerista: economía  y estratificación

¿Ha significado el kirchnerismo, conforme el relato oficial, la reducción de la pobreza prácticamente en los términos de su punto de partida, o en su defecto se trata de una de las tantas variantes de una visión de la realidad deformada por el fanatismo militante? ¿Cómo evaluar todos estos cambios de cara a la actualidad? A fines del año pasado, terminamos un balance preliminar  en la zona más marginal de Villa Fiorito que nos permite formular el siguiente diagnóstico.

Aproximadamente un 10 % de los vecinos logro reinscribirse en trabajos formales.  Su nivel adquisitivo se incrementó notablemente merced a los aumentos anuales de salarios, y a los subsidios al consumo de servicios públicos. Muchas de las antiguas bolsas familiares de subsistencia de agregados extensos se redujeron. Núcleos familiares enteros pudieron, así, recuperar una relativa autonomía. Confluyeron en ese segmento los intermediarios de diversa índole entre la pobreza estructural y los sectores incluidos merced a los puentes y franquicias  tendidos desde el sector político:  referentes sociales y políticos que, en alza o en baja, lograron sostener ingresos permanentes a partir de las carreras  iniciadas en los  90; trabajadores formales, menos a través del sector privado que por el Estado (maestras, profesores, policías, empleados municipales, y agentes de las fuerzas armadas y de seguridad como gendarmería y prefectura, además del ejército); y los grandes acopladores de basura y dueños de talleres mecánicos o supermercaditos; y los exitosos gerenciadores de actividades ilegales como la piratería del asfalto, el robo de autos, el narcotráfico y la especulación inmobiliaria. La pobreza exhibe allí una zona gris en la que suelen confluir las actividades legales e ilegales. Más allá de sus vetas internas, este vértice ha procurado consolidar su situación mediante una educación diferenciada para sus hijos a quienes envían a colegios públicos o privados de las zonas centrales llenando allí el vacío dejado por clases medias en fuga. Algunos, incluso, han logrado romper la barrera simbólica de la pobreza por la que se auto inhibían  de proseguir estudios universitarios. Pero la mayoría  opto más bien por terciarios entre las que se destacan las citadas carreras militares y docentes. Entre estas últimas se destacan, en los varones, el profesorado de Educación Física y entre las mujeres, el preescolar.

    Por debajo de esa cúspide, otro 40% mejoró su situación; pero el panorama allí tiende a tornarse confuso debido a la convivencia entre aquellos total o parcialmente reintegrados y los que han permanecido estancados o excluidos. Su expresión urbanística y habitacional fue la superpoblación y el hacinamiento de predios primigeniamente destinados a un núcleo familiar que  terminaron albergando a tres o cuatro. Fue allí en donde se registraron las mayores dificultades para aceptar las obras de urbanización a costa de desmontar instalaciones.  Es en esta franja que se tendieron a reconstruir  sistemas jerárquicos de reciprocidades que pueden abarcar a varios clanes  dispersos en barrios vecinos e intercomunicados, a veces, por complejos pasillos internos. Ello acentuó las tensiones intra e inter familiares que suelen zanjarse por la fuerza desbordando la tradicional capacidad de mediación de los antiguos referentes comunitarios y políticos desde sus organizaciones; comprometiendo niveles de convivencia más o menos previsibles.

Sobresalen en esta fracción negocios por cuenta propia como el comercio minorista de alimentos, quioscos, almacenes, mercaditos, gomerías, remiserias y talleres mecánicos de chapa y pintura. La recomposición del consumo que lleno a los barrios de vehículos usados y motocicletas explica la importancia de estos últimos. El cartonerismo se amplió, se diversifico y gano en complejidad; convirtiéndose el Bajo Fiorito en una de sus zonas cardinales de todo el Gran Buenos Aires. Organizado en cooperativas, se generó toda una estratificación de negocios en cuya base se ubicaron las familias recolectoras; seguidas por sus jefes -a veces, devenidos formal o informalmente en líderes comunitarios- y por distintas capas de intermediarios  eslabonados. La actividad tendió a especializarse en varios rubros como, además  del cartón y el papel, los metales –el cobre y el hierro- , los materiales plásticos, y el vidrio

Por debajo del total del 50% que mejoró en mayor o menor medida su situación, un 30% se mantuvo en  la pobreza estructural ocupado en changas, servicios domésticos, ventas en la vía pública, y empleos inestables. Fueron precisamente los más remisos a la hora de aceptar los programas de urbanización y vivienda. En este segmento se destacaron los jóvenes afectados por conflictos intrafamiliares que el hacinamiento atizó. Ello tendió a reforzar el influjo de bandas reunidas en determinados puntos de los barrios durante el tiempo libre y que pueden llegar a congregar a decenas de chicos y chicas. Las bandas fueron el caldo de cultivo del narcotráfico; el delito definitivamente más retributivo y que menores esfuerzos requiere. Este complejizo su organización: grandes distribuidores -localizados también en los barrios y que forman parte del 10 % vertical- subordinaron a comerciantes minoristas procedentes de ese 30% pobre, o del 20% hundido en lo que podríamos denominar, sin eufemismos, la miseria. Los mayoristas delimitaron los territorios de común acuerdo con comisarios y jefes de calle policiales procurando hacer coincidir su perímetro de influencia con los limites barriales; pero a veces, estos definen espacios más extensos o más abreviados según su lugar estratégico respecto de grandes arterias de circulación, o los requerimientos del equilibrio entre distintos dealers.

   Si el sector distribuidor exhibió cierta plasticidad -pudiendo reconvertirse hacia otras actividades como los talleres textiles ilegales, el comercio minorista, o el acopio de residuos según se preserven o no los avales policiales, políticos y judiciales-,  los minoristas, en cambio, definieron ciclos más breves –no más de cinco años- en cuyo transcurso la mayoría de sus exponentes, luego de una etapa de expansión y prosperidad, o implotaron por conflictos internos, o debieron toparse con competidores más poderosos; casi siempre auspiciados por sus propios patrocinadores estatales. A las guerras sobrevenían las desintegraciones de agregados enteros  rápidamente sustituidos por otros. En el medio pereció la “mano de obra excedente” de cientos de jóvenes “soldados” reclutados en las bandas. Su compromiso con la organización a las órdenes del jefe del bunker o quiosco significa la trasposición del delgado límite entre la posibilidad de consumos ocasionales y la dependencia absoluta hasta llegar al estado terminal. Consumado ese tránsito, se ingresa en un frenesí de dinero, motos, celulares y ropa e imperio de un  corto plazo entre festivo y heroico cuyo previsible final determina la desvalorización tanto de la vida propia como de la ajena. Muy pocos en ese estado logran “rescatarse” de un desenlace trágico,  seguido por la idolatración del muerto como una suerte de héroe que suscita la devoción de cientos de compañeros en peregrinaciones a los cementerios y que operan como modelos  para niños y jóvenes con dificultades de integración en familias y barrios. Con su infraestructura de motos, celulares y netbooks, las bandas de distintos barrios de esa zona liminar entre Lomas de Zamora y Lanús  tendieron a interrelacionarse entre sí concertando los fines de semana caravanas que se reúnen en distintos puntos para intercambiarse información sobre patrocinios y espacios de venta.

  Muchos de estos jóvenes –no todos-  se localizan en vértice inferior  de la pobreza reconocido en la jerga barrial como la “vagancia”. Allí también se contabilizan individuos y familias que viven de los subsidios del Estado explotados por ávidos operadores cuyos referentes les extraen una comisión sustancial a cambio de anular las contraprestaciones reduciéndolas a la participación en manifestaciones políticas, saqueos, ocupaciones “golondrina” y campañas electorales con sus correspondientes comicios. Algunas cooperativas funcionaron describiendo esta lógica estrictamente electoral, motivando frecuentes  expulsiones y reasignaciones consiguientes de planes “a quienes más los necesitaban…” según la excusa de rigor.  Hemos ahí la fuente profunda de muchos de los disturbios de última generación que, recurrentemente, explotan en las grandes ciudades durante los últimos años. La explotación política convive con aquella efectuada en talleres clandestinos u obras de construcción que recluta mano de obra procedente de los países limítrofes y cuya terminal más emblemática son las ferias del complejo de La Salada en la vecina localidad de Ing. Budge; un fenómeno que se expandió indeteniblemente a lo largo de todo el periodo analizado. También sobre ellos se montan sucesivas capas intermediarias de explotación en las que confluyen el Estado, la política, el futbol,  y algunos empresarios; con la ventaja de una inscripción territorial homogénea como en el caso de las secciones paraguayas. Un común denominador cultural involucra a los segmentos por debajo del 50% favorecido: su adhesión a valores, normas, y lenguajes específicos que ponderan a la exclusión como un emblema distintivo, y en determinadas circunstancias, como la esencia misma de la nacionalidad.

     Más allá de estas diferenciaciones, las nuevas fórmulas subsidiarias junto a la Asignación Universal por Hijo contribuyeron, no obstante,  a la monetización de la economía de la pobreza Muchas familias pudieron, de ese modo, acceder a los grandes centros comerciales urbanos y diversificar sus dietas. Sus impactos culturales han sido múltiples y ostensibles pero exceden los objetivos de este trabajo. Desde 2012, sin embargo, las cosas empezaron a cambiar. La proliferación de negocios empezó a retroceder por disminución del consumo. Muchos pequeños emprendimientos quebraron y sus propietarios se vieron obligados a vender sus coches y camionetas. Por caso, de las diez carnicerías que se instalaron desde mediados de la década del 2000 solo sobrevivieron dos. La inflación y la prosecución de la epidemia de embarazos fueron ampliando nuevamente las bolsas de subsistencia, obligando a los parientes mejor posicionados a cargo del sostén de más parientes necesitados a realizar compras comunitarias en mayoristas o en el Mercado Central. Algunos vecinos, asimismo, debieron retirar a sus chicos de los colegios privados para devolverlos a la escuela pública. El clima de consumo de productos electrónicos vigente hasta fines de ese año se empezó a deteriorar. Solo han logrado preservar su nivel de vida los referentes políticos blanqueados y promovidos a cargos municipales que aun ostentan, por caso, un nivel de vida diferente, plasmado en costosas camionetas y vehículos. Confluyen en ese tren con los distribuidores mayoristas narco y  los propietarios paraguayos de grandes casas de inquilinatos. La población del barrio de esa nacionalidad ha explotado en mayor medida que el resto porque el hacinamiento ha obligado a muchos a pagar costosos alquileres que no requieren de garantías, pero que de no pagarse, suscitan la expulsión inmediata.

En suma, los barrios y territorios pobres exhiben una sutil e imperceptible estratificación. Proyectada hacia fuera de sus fronteras y, a medida que se aproximan a zonas más formalmente urbanizadas, tienden a expresar durante los últimos años una nueva clase media baja aun escasamente estudiada. La estratificación se registra tanto en el interior de los barrios como entre estos en relación proporcional a los saberes y destrezas de sus referentes. Los hay más urbanizados que otros, y  más o menos comprometidos entre si respecto de actividades delictivas, porque otra de las características de la nueva política de bases, es una moral diferente que condiciona el valor de la ley; y que determina que el bien y el mal convivan separados por fronteras muy difusas. En alguna medida, ello evoca una suerte de archipielalaguizacion del mundo de la pobreza compuesto por una infinidad de fragmentos a la manera de un mosaico.

* Historiador UBA, miembro del Club Político Argentino

 

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INDIA, MEGALABORATORIO DE LA DESIGUALDAD por Luis Matías López*

| 12 marzo, 2016

Fuente Other News

Arundhati Roy, la escritora que encandiló a la crítica (ganó el premio Booker) y al gran público (vendió más de seis millones de ejemplares) con El Dios de las pequeñas cosas (Anagrama), podría haber desarrollado una carrera literaria aún más brillante y lucrativa de no haber puesto su relevancia mundial al servicio del activismo político y la denuncia de la injusticia. El ensayo Espectros del capitalismo, que ahora publica en castellano Capitán Swing, es el mejor ejemplo de una vocación que la lleva a denunciar la situación en su país, India, al que presenta como un paradigmático laboratorio de la desigualdad y cuyas dos últimas décadas de desarrollo acelerado descalifica por haber ampliado la brecha –más bien el abismo- entre ricos y pobres. Se trata de una situación que, guardando las proporciones, guarda bastante similitud con la de España, a tenor del último informe de Oxfam Intermon, que refleja que éste es el país de la OCDE (después de Chipre) en el que más ha crecido la desigualdad desde el inicio de la crisis. Roy inicia su descarnado yo acuso con una referencia a la residencia privada más cara y ostentosa del mundo, el rascacielos Antilla de Mumbai, un mastodonte perteneciente al hombre más rico de India, Mukesh Ambani, que vale casi 20.000 millones de euros. Veintisiete pisos, tres helipuertos, nueve ascensores, jardines colgantes, salones de baile, salas de nieves, gimnasios, seis plantas de aparcamiento y seiscientos sirvientes. Todo un símbolo, casi una alegoría, de los lacerantes contrastes que se dan en un país de más de 1.200 millones de habitantes en el que las 100 personas más ricas poseen la cuarta parte del producto interior bruto, centenares de millones de desheredados sobreviven con menos de medio euro al día y miles y miles de campesinos se suicidan cada año acosados por las deudas o desesperados tras ser expulsados de sus tierras para dar paso a grandes proyectos industriales o mineros, para beneficio de las grandes corporaciones. La escritora se ha ganado una legión de enemigos dentro y fuera del país, desde los nacionalistas hindúes (hoy en el poder en Nueva Delhi) a los militares (por la denuncia de sus atrocidades y su comprensión de las causas de los nacionalistas cachemires y la guerrilla maoísta), los constructores de presas (que arrasan zonas selváticas y de cultivo y arruinan a miles de agricultores), los grandes conglomerados y multinacionales que hacen de su capa un sayo mimados por el Gobierno, e incluso buena parte de la opinión pública que la acusa de exagerar, de no documentar suficientemente sus acusaciones y de desprestigiar a su país en el mundo. La acusación de falta de patriotismo y hasta de terrorismo, y las frecuentes amenazas de muerte no bastan para disuadirla de un activismo que desnuda lo que se oculta tras el desarrollo acelerado y la mejora de las cifras macroeconómicas de las dos últimas décadas. En este periodo se ha creado una nueva clase media –en la que ella se En este periodo se ha creado una nueva clase media –en la que ella se incluye- en la que se integran unos 300 millones de personas y que alienta el auge espectacular de la marca India. Un logro impensable hasta no hace mucho, sin duda, pero que, según Roy, ha tenido como brutal contrapartida el empobrecimiento del resto de la población, es decir, de que se amplíe hasta límites de escándalo, la brecha social, que siempre fue enorme, pero que ahora se ha desbocado. La corrupción y el nepotismo generalizados, la complicidad de las instituciones del Estado con el poder económico, la privatización se sectores esenciales, las expropiaciones salvajes (“el carácter sacrosanto de la propiedad privada nunca se aplica a los pobres”) y el desprecio total hacia las clases más desfavorecidas desvirtúan la imagen de India como ejemplo de desarrollo armónico y como “la mayor democracia del mundo” que los dirigentes políticos venden junto a la idea de un paraíso para la inversión foránea. En realidad –viene a decir Roy- es ésta una farsa mantenida mediante la manipulación, el engaño, el control capitalista de los medios de comunicación, la compra de voluntades y, cuando todo eso falla, el uso de la fuerza. Una corriente huracanada de dinero atraviesa las principales instituciones, desde el Ejecutivo al Parlamento a la judicatura, y les priva de su capacidad de actuar a favor de los intereses de la mayoría y con arreglo a los más elementales principios democráticos. De las iras de la escritora y activista no se libra ni siquiera el actual primer ministro, Narendra Modi, del hinduista Baratiya Janata, del que dice que se le acusa, no solo de justificar, sino también de haber sido cómplice desde su anterior puesto (al frente del gobierno de Gujarat) de la matanza de 2.000 musulmanes en febrero de 2002. “Pero Modi”, afirma, “se ha cambiado el pañuelo color azafrán y la marca color bermellón de la frente por un elegante traje de hombre de negocios”. Su gestión en Gujarat fue el trampolín desde el que se aupó hasta el poder en Nueva Delhi. Hoy se ha convertido en el símbolo –cortejado por EE UU, Rusia, China, Japón y la UE- de una India que aspira a convertirse en superpotencia global y a tener un sillón permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU. Pese a su escasa extensión (poco más de cien páginas), Espectros del capitalismo es una obra ambiciosa que, sin desviarse de su línea general, centrada en la India, trata de otros temas. Aunque no se compartan todos sus puntos de vista, incluso admitiendo que a veces se echa en falta suficiente apoyo factual para sostener algunas de sus denuncias, la lectura de este libro ayuda a entender mejor las complejidades de este mundo marcado por la desigualdad. Roy dedica una notable atención a un fenómeno extendido en India, pero que arranca de hace más de un siglo en Estados Unidos: el intento exitoso de los grandes grupos económicos de vender las verdades del capitalismo como si fueran sinónimo de justicia y progreso, mediante un entramado de fundaciones e incluso ONG con las que transformar el poder del dinero en poder político, al servicio de un modelo de desarrollo cuya principal consecuencia es la perpetuación del dominio de unos pocos sobre una mayoría que apenas tiene capacidad de defensa. Tampoco aquí deja la escritora mucho margen a la esperanza. Algo de ésta mostraba, sin embargo en su discurso ante la universidad popular en el marco del Occupy Wall Street (equivalente del 15M en Estados Unidos), en el que hacía cuatro propuestas muy concretas para reformar o reconstruir el sistema: acabar con la “propiedad cruzada”, como que los fabricantes de armas tengan canales de televisión o las empresas financien universidades; que los recursos naturales y las infraestructuras esenciales no puedan ser privatizados; que todo el mundo tenga derecho a vivienda, educación y atención sanitaria; y que los hijos de los ricos no puedan heredar la fortuna de sus padres. Utopía pura, quizás un grito en el desierto, pero siempre será mejor que la pasividad, la resignación y el silencio cómplices. *Ex redactor jefe y ex corresponsal en Moscú de EL PAIS, miembro del Consejo Editorial de PUBLICO hasta la desaparición de su edición en papel,

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TIN: ¿ADIÓS AL DOMINIO DEL CAPITAL FINANCIERO? por Alejandro Nadal*

| 12 marzo, 2016

Fuente: La Jornada, México

En los últimos decenios el dominio del capital financiero sobre la economía mundial ha sido casi absoluto. La esfera financiera se ha constituido en un espacio de rentabilidad que mantiene un fuerte grado de autonomía frente a las actividades productivas y comerciales de la economía real.
Pero hoy las cosas podrían estar cambiando. Los gobiernos de los países que han decidido mantener una tasa de interés negativa (TIN) están sometiendo al sector bancario a una severa prueba de esfuerzo.
El sector financiero llegó a dominar el quehacer de la política económica. Por ejemplo, los últimos cuatro decenios se caracterizan por el desmantelamiento del sistema regulatorio sobre todas las operaciones del sistema financiero y bancario. La definición de prioridades para la política macroeconómica no se quedó atrás. Los objetivos de la política fiscal y de la política monetaria fueron los del capital financiero. En materia fiscal la prioridad número uno fue la de generar un superávit primario para cubrir el pago de cargas financieras. Los objetivos relacionados con el desarrollo económico y social quedan subordinados a las necesidades del capital financiero.
En la parte monetaria, la política macroeconómica buscó siempre luchar contra otro de los peores enemigos del capital financiero, la inflación. La política monetaria mantuvo casi siempre una tasa de interés capaz de contener la demanda agregada y frenar el incremento en el índice general de precios al consumidor. En cuanto a los bancos y sus funciones de creación monetaria la política macroeconómica mantuvo una postura pasiva y procedió a reducir radicalmente las regulaciones del sistema financiero y bancario.
La teoría económica convencional siempre consideró que el banco central imponía los niveles de reservas necesarios para asegurar el buen funcionamiento de los bancos comerciales privados. En realidad, la capacidad de los bancos para crear dinero de la nada mantuvo a los bancos centrales en la defensiva. En lugar de que el instituto monetario central dictara los niveles de reservas necesarios, fue la actividad bancaria privada la que le impuso la creación de reservas necesarias para mantener los niveles de actividad económica.
Varios países importantes han introducido tasas de interés negativas (TIN), incluyendo el gran espacio económico de la esfera del euro. Y la tendencia podría intensificarse: Estados Unidos y su Reserva federal podrían recurrir a este esquema de tasas negativas si la ‘recuperación’ se debilita más y termina por agotarse (lo que muchos analistas y miembros de la Fed consideran que tendrá que ocurrir).
Hace unas semanas, el influyente ex director de la Reserva federal de Minnesota, Narayan Kocherlakota, señaló que las tasas negativas de interés eran un instrumento poderoso en las herramientas de cualquier banco central. ¿Hasta dónde podría llegar esta tendencia? Analistas de JP Morgan consideran que los bancos centrales del Reino Unido y Japón, por ejemplo, podrían llevar sus tasas negativas al nivel de menos 2.7 y menos 3.45 por ciento, respectivamente. La eurozona podría alcanzar tasas negativas de menos 4.5 por ciento y esa decisión podría anunciarse en marzo. Finalmente, de considerarlo necesario la Reserva federal tendría la capacidad de imponer una tasa negativa de hasta menos 1.3 por ciento.
Todo lo anterior tendrá un fuerte impacto sobre la rentabilidad de los bancos. Es decir, por primera vez en cuatro décadas la autoridad política adopta medidas que tienen un impacto decisivo sobre la rentabilidad del sector bancario comercial privado. A pesar de que los bancos efectivamente tienen la capacidad de crear dinero “de la nada”, su rentabilidad depende de los diferenciales de tasas de interés (pasivas y activas). Y una tasa negativa sobre sus depósitos y reservas en el banco central les afecta de manera directa.
No todo el capital financiero es afectado de la misma manera por estas tasas negativas, pero es cierto que casi todo el espectro de actividades financieras ha recibido un impacto directo. Por ejemplo, los rendimientos de bonos soberanos de corto plazo en Suiza, Suecia y la eurozona fueron negativos en 2015. La razón es que las tasas de referencia del banco central han sido siempre una base para determinar rendimientos en los mercados secundarios. Los componentes no-bancarios del sector financiero también se han visto afectados. Con las tasas negativas la capacidad de algunos fondos de pensiones y compañías de seguros para hacer frente a sus obligaciones de corto plazo se ha visto severamente limitada.
Las tasas negativas tienen por objeto luchar contra la deflación. Quizás terminan por erosionar la paridad cambiaria y ése es otro objetivo del banco central. Pero también es probable que las tasas negativas afecten la estabilidad del sector bancario y financiero de maneras que todavía no terminan de ser bien apreciadas. La lucha entre el Estado y el mundo financiero es una larga e interesante historia en la evolución del capitalismo. ¿Estaríamos presenciando el inicio de una nueva fase de esta larga historia?
*Economista mexicano, doctor en Economía por la Universidad de París X, profesor e investigador de economía en el Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México en las áreas de teoría económica comparada y economía del cambio técnico.

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LAS CARAS DE LA POLÍTICA por Francisco M. Goyogana*

| 5 marzo, 2016

El título se refiere, en realidad, a las caras de los protagonistas del encuentro romano entre el jefe de uno de los tres poderes de un país que tiene una forma de gobierno republicana, representativa y federal, de progenie venida del Iluminismo de hace más de tres siglos, liberal por consiguiente y vigente con dificultades desde mediados del siglo XIX, con la máxima autoridad de la ciudad del Vaticano, oficialmente Estado del Vaticano, que comenzó su existencia en 1929 tras la firma de los Pactos de Letrán celebrados entre la Santa Sede y el entonces Reino de Italia, que en 1870 había conquistado los Estados Pontificios.

Puede señalarse que la máxima autoridad de una monarquía absoluta, electiva y teocrática, que es la única teocracia de Europa, alberga a la Santa Sede, la más alta institución de la Iglesia de Roma, retiene el gobierno de la ciudad del Vaticano con su territorio, y al mismo tiempo, la dirección de la Iglesia católica, apostólica, romana, con personalidad jurídica propia como sujeto de Derecho internacional. En el fondo, es la Santa Sede y no el Estado del Vaticano, la que mantiene relaciones diplomáticas con los demás países del mundo. Por otra parte, es el Vaticano quien provee el soporte temporal y la soberanía territorial a la actividad de la Santa Sede.

En suma, que el sumo pontífice de la Iglesia de Roma es el jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano, con el agregado de que para quienes profesan la religión católica romana es, además, el vicario de Cristo sobre la tierra y el sucesor de Pedro.

Precisamente, el cuadro de situación descrito, sumamente intrincado, debe apartarse del concepto que encierra «poche idee ma confuse» para entender la significación del encuentro del presidente Macri con el papa Francisco.

A primera vista, puede considerarse que se ha tratado de una reunión protocolar entre el presidente de un Estado republicano, representativo y federal, con un monarca absoluto, aunque electivo, pero teocrático.

Fuerza decir que esta situación peculiar debería guardar una actitud laica que permita la diferenciación sensible del ámbito secular, que le hubiera correspondido, con el ámbito espiritual, teniendo sobre todo en cuenta que la Constitución Nacional de la República Argentina, en su Primera Parte, Capítulo Primero; Declaraciones, Derechos y Garantías, establece en su artículo 2º que el gobierno federal «sostiene» el culto católico, apostólico, romano, pero omitiendo la calidad confesional del Estado. La Constitución Nacional deja fuera de dudas la libertad de cultos, pero la imposición de una determinada creencia en el Estado es ajena a su espíritu democrático moderno, propio de las naciones más adelantadas. Este problema ya había sido descartado anteriormente en la vecina República Oriental del Uruguay, que la Constitución de 1918 determinó la separación de la Iglesia y el Estado.

El encuentro Macri-Francisco, el clima existente acorde con los tiempos que corren, debe atenderse entonces a la luz temporal existente, es decir a una reunión protocolar de carácter secular. Pero las condiciones de una visita de buena voluntad parecen haber sido alterada, al menos en los registros fotográficos, televisivos y de la prensa internacional. Las caras de la política parecen haber sido desbordadas por las caras de los políticos en el juego de la política, si se admite que la reunión de ambos jefes de Estado ha debido ser estrictamente laica, sin confusiones debidas a las ideas y a las creencias.

Un afable encuentro de jefes de Estado, aunque valgan las diferencias, no deben necesariamente prescindir de cartas aún modestamente amables y simpáticas. Menos aún cuando la realidad no alcanza niveles de rivalidad más propios de enemigos que eventuales adversarios.

Como ocurre en la gastronomía, parecería aplicable aquello de buscar la verdad de la milanesa debajo del pan rallado.

* Francisco M. Goyogana es Miembro de Número del Instituto Sarmiento de Sociología e Historia

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LA PACIENCIA Y EL RUMBO por Alberto Medina Méndez*

| 5 marzo, 2016

En estos tiempos la discusión parece centrarse en la velocidad con la que se deben generar los cambios, en la calidad y en la profundidad de las eventuales transformaciones necesarias. Tal vez valga la pena dedicarle unos instantes a reflexionar sobre el vínculo de la paciencia y el rumbo, aspectos que intentan mostrarse de forma aislada pero que tienen indivisibles conexiones conceptuales.

Luego de tantos años de políticas equivocadas y ademanes autoritarios, de desmesurada dilapidación de recursos y de obscena corrupción, parece justo pretender que se de vuelta la página asumiendo que la etapa que viene debe ser sustancialmente mejor que la que se está dejando atrás.

Es inevitable, en ese proceso, que asomen las ansiedades y que todo lo anhelado se reclame con mayor vehemencia. La infantil idea de que todo se resuelve con un simple «chasquido de dedos» es, a todas luces, una gigantesca fantasía y es parte del tradicional pensamiento mágico tan enquistado en estas sociedades.

Cierta expectativa desproporcionada nubla la vista y se aparta de la realidad. Es pertinente señalar que esas esperanzas han sido intencionalmente alimentadas desde la política en temporada proselitista y no provienen de la típica ingenuidad de la gente. En esto tendrán que hacerse cargo de las promesas de campaña y de los desafortunados recursos discursivos utilizados para seducir oportunamente al electorado.

La existencia de condiciones generales preexistentes, bastante negativas por cierto, no contribuye demasiado complicando la marcha, obligando a usar la creatividad y agudizar el ingenio para sortear esos escollos que tampoco fueron suficientemente previstos, ni debidamente dimensionados.

En ese contexto, el debate sobre «gradualismo o shock» se ha instalado y parece que vino para quedarse. Algunos creen que los problemas deben extirparse de una sola vez, porque así se podrá evolucionar más rápidamente. Por el contrario, otros sostienen que hay que evitar significativos impactos de esas decisiones sobre la comunidad y afirman que los logros deben conseguirse de un modo progresivo y por etapas.

Es probable que en esto no se pueda ser tan absoluto. Los remedios para resolver ciertos dilemas deben estar dotados de contundencia y frontalidad, pero en otras ocasiones se requiere de una secuencia extendida. La mayoría de los ciudadanos parece preferir, en términos generales, una estrategia más pausada. Bajo ese paradigma piden eufóricamente paciencia e invitan a generarle espacio a los gobernantes para que puedan maniobrar en la coyuntura y abordar cada asunto sin la clásica presión de la premura cívica.

Sin embargo, un ingrediente central parece escapar a este simplificado análisis tan habitual, que pretende exhibir aristas de aparente racionalidad. Es cierto que se debe tener paciencia cuando el camino elegido ha sido el adecuado, porque es muy razonable que si se está avanzando en el itinerario acertado se reclame serenidad, inclusive cuando las expectativas no se estén cumpliendo en su totalidad.

Ese planteo es lógico pero solo cuando se peregrina por el derrotero apropiado. No puede resultar deseable jamás tener paciencia frente a las rutas mal elegidas. Si el gobierno no hace nada sobre una cuestión, solo gira en círculos o va en la dirección exactamente contraria a la deseada por casi todos, la paciencia es, seguramente, la peor de las actitudes.

Si alguien tuviera que viajar hacia el norte seleccionará la carretera que lo lleve hacia ese lugar. Si para lograr el objetivo final y llegar a destino se tarda un poco más o un poco menos, allí entonces cabe tener presente las circunstanciales dificultades y dotarse de una dosis de estoicismo.

Pero, siguiendo el mismo ejemplo cotidiano, si el norte fuera el fin último y se optara por viajar hacia el sur, se estaría transitando el tramo inapropiado. En esa situación la paciencia no suma y sólo hará que el objetivo se encuentre cada vez más distante. Cuando se tome nota del yerro, las chances de alcanzar el éxito habrán quedado a contramano.

Por eso es importante diferenciar situaciones y comprender que la paciencia debe permitir soportar con heroísmo los inconvenientes en el tránsito hacia el destino preciso, pero jamás puede ser una aliada cuando se ha fallado en la construcción del diagnóstico y todo se encauza en la dirección inversa.

Los gobiernos administran una infinita lista de disyuntivas. En algunos temas están bien orientados y saben adónde ir. Pueden dudar, pueden ser más lentos que lo esperable, hasta es posible que no encuentren las mejores herramientas o las personas ejemplares para lograr ese cometido. En esos casos, la paciencia es una virtud y es saludable ser tolerantes y otorgar mayores márgenes para que lleguen a destino en algún momento.

Pero en todo aquello en lo que, los gobernantes no encuentran la senda, cuando la quietud o el interminable zigzagueo demuestran desorientación, o peor aún, cuando se alejan del propósito, no corresponde tener paciencia alguna. Allí, la supuesta clemencia y comprensión se convierte en un disparate imperdonable. No se ayuda siendo cómplice de los desatinos, ni tampoco postergando los señalamientos frente a los desaciertos evidentes.

Aportar paciencia en esos asuntos que están prudentemente encaminados y en los que el tiempo es la variable para llegar a la meta parece muy atinado. Ser condescendientes frente al error grosero de los gobiernos, cuando es evidente que no dan en la tecla y deambulan sin brújula, o peor aún, cuando se recorre el rumbo opuesto, constituye una postura negligente y pone en evidencia una escasa inteligencia ciudadana
*Periodista.Consultor Privado en Comunicación, Analista Político,Conferencista Internacional, Presidente de la FUNDACIÓN CLUB DE LA LIBERTAD, Miembro de la Comisión Directiva de la RED POR LA LIBERTAD,Columnista de INFOBAE en Argentina,Columnista de DIARIO, EXTERIOR de España, Columnista de EL CATO de EEUU,Conductor del los ciclos radial y televisivo EXISTE OTRO CAMINO.Ha publicado más de 470 artículos en 15 países de habla hispana
Premio a la Libertad de la Fundación Atlas 2006
Premio Periodista del Año de Corrientes, por Fundación Convivencia en 2002 y 2011
Premio Corrientes por la labor periodística en 2013

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UN GRAN DESORDEN BAJO LOS CIELOS por Ricardo Lafferriere*

| 5 marzo, 2016

El pasado 14 de enero, un solitario buque petrolero atracaba en Trieste sin ser noticia. Sin embargo, era todo un símbolo: luego de cuarenta años de prohibición de exportación derogada en 2015 por el Congreso, el primer embarque de crudo norteamericano llegaba a Italia, desde donde se trasladaría a Baviera, al sudeste de Alemania, para su refinación. Había partido de Corpus Christi, Texas, en vísperas de Año Nuevo, luego de cargar el crudo recibido por oleoducto desde Karnes County, 100 kms al sur. Le esperaría un viaje de cinco mil millas hasta su destino final.

El segundo embarque llegaría pocos días después a Marsella, Francia, desde donde se movería también por un oleoducto hasta una refinería en Suiza.

Son hechos anecdóticos que, sin embargo, marcan un cambio de época. La dependencia del crudo importado del Oriente Medio ritmó la marcha de la política exterior norteamericana hasta fines del siglo XX condicionando sus pasos para proteger su “yugular” energética, en la que le iba la vida a su economía. Cuando en el 2005 Michel Klare publicó su recordado “Sangre y petróleo”, el debate sobre la debilidad que implicaba esa dependencia a la libertad de acción estratégica del país en sangre de sus soldados y en la obligación de mantener socios no del todo deseables llevó a los principales “Think tanks” a analizar las formas de lograr la independencia energética, lo que acaban de alcanzar luego de diez años de impulsar, con apoyo bipartidario, el desarrollo de las tecnologías innovadoras de “fracking” y de las energías renovables.

Hoy, Estados Unidos no sólo tiene autonomía energética sino que exporta crudo, en una decisión cuyas consecuencias sobre la economía mundial aún no están claras. Lo que sí está claro es que la reacción de Arabia Saudita –su ex principal proveedor- ha conmocionado en el último año todo el escenario global, al provocar con el aumento de su producción la reducción del precio del crudo desde los USS 80/100 de hace dieciocho meses, al escalón de USD 25/30 en que se encuentra hoy.

Nadie puede prever hasta dónde llegarán las ondas expansivas, porque las hay de diversa clase. Una de ellas, importante en la región aunque intrascendente en el mundo, es la implosión de Venezuela, cuyo populismo gobernante había convertido al país en absolutamente dependiente del crudo desentendiéndose de cualquier otra línea de desarrollo económico nacional. Otra ha sido su influencia en el ajedrez geopolítico del Oriente Medio, espacio que ante el nuevo dato del desinterés norteamericano necesita encontrar un nuevo equilibrio regional y un nuevo “sheriff”, papel que pareciera agradarle a Vladimir Putin, con la aquiescencia de EEUU. Queda siempre la duda si con esta aquiescencia, EEUU no se está cobrando de Arabia Saudita el daño que el reino saudí ha producido en la economía norteamericana con sus medidas de super-oferta de crudo.

Porque lo más trascendente será la incidencia de esta caída en la economía global. El derrumbe del precio del petróleo ha llevado a sus límites al sistema bancario, que había financiado el fuerte impulso al fracking en Estados Unidos sobre la base de un precio proyectado como estable de USD 80 el barril. Cálculos privados estiman que la falencia en cadena que se producirá con el petróleo a USD 25/30 ante la imposibilidad de devolver los fondos invertidos en el sector generará, tarde o temprano, una crisis financiera frente a la cual las del 1998 y del 2008 parecerán un juego.

El monto de los quebrantos proyectados se calcula en no menos de Cinco billones y medio de dólares, más de cinco veces las falencias que dieron origen a las crisis de las hipotecas “sub-prime” que demandaron la inyección de alrededor de Un billón de dólares por parte de la Reserva Federal al sistema bancario para evitar su desplome. La nueva suma implica una dimensión que está totalmente fuera del alcance de la acción de la Reserva Federal y del propio gobierno de EEUU  (supera el total de la base monetaria en dólares de todo el mundo), abriendo un intrigante enigma sobre la creatividad de los economistas y políticos para salir del gigantesco atolladero.

Si a ese monto le sumamos que hay Nueve billones de dólares de deuda corporativa en mercados emergentes –tomada en dólares bajo el supuesto de que éste permanecería débil- el quebranto puede ser directamente inimaginable y sus primeros datos se están viendo en las crisis financieras periféricas ante la “fortaleza” del dólar.

En este lustro, la Reserva Federal ha incrementado la cantidad de circulante de 1 a 4 billones de dólares (300 %). Curiosamente, a pesar de esa emisión la inflación internacional y en EEUU se ha mantenido prácticamente en un nivel de cero, lo que ha agregado interrogantes a la tradicional creencia de la relación directa entre circulante y nivel de precios.

Sin embargo, esa gigantesca cantidad de dinero podría aún desatar una gran inflación si los consumidores del mundo comenzaran a gastarla. Es el temor que llevó a las autoridades monetarias norteamericanas a decidir la –mínima- suba de la tasa de interés a fines de 2015.

El incremento de la tasa fortalece al dólar aún más, en un momento de crisis económicas en todo el resto del mundo: China se ralentiza, en Rusia la implosión del petróleo ha reducido el valor del rublo a la mitad, Europa no logra reactivarse, Japón mantiene su estancamiento que lleva más de una década y los “Bric” –incluido nuestro gran vecino y socio en el Mercosur, Brasil- sufren la caída de los precios de los comodities a raíz de la ralentización de China, que reduce su demanda y genera crisis económicas y políticas. El mundo se “desapalanca” y la euforia se transforma en temor.

“Hay un gran desorden bajo los cielos”, supo sentenciar Mao Tse Tung. Ese desorden hoy tiene tantas líneas sueltas que hace muy difícil prever cual será el desemboque. Sin embargo, parece claro que en situaciones límite, los catalizadores terminan siendo los más flexibles y fuertes, los que tienen mayor capacitación y alternativas.

Lo dijimos en 2007 y lo decimos hoy: valoraciones aparte, la economía más compleja, tecnológicamente más avanzada, integrada y madura, más extendida globalmente y más enraizada localmente, más independiente en sus alternativas disponibles y de mayores “espaldas” para sostener cualquier conflicto imprevisto, es la norteamericana. Si le sumamos que es la más defendida militarmente –el presupuesto militar y de seguridad de EEUU es igual a los de todo el resto del planeta sumado- parece claro que a pesar de los dislates de Trump, hay que prestar atención a los pasos estratégicos de ese país para definir el mejor posicionamiento propio.

Pero el mayor mensaje de la crisis, para todos pero especialmente para los países en desarrollo como el nuestro, será la necesidad de profundizar el entramado legal del mundo globalizado. Las finanzas desbocadas, el desinterés por el ambiente, el terrorismo fundamentalista, el agotamiento de las materias primas, los juegos geopolíticos, las redes delictivas globales que aprovechan las lagunas normativas, las trabas al comercio y a las transferencias tecnológicas y el vacío preceptivo de la economía virtual deben “ponerse en caja”, con una fuerte ofensiva diplomática multilateral, a partir de los organismos existentes pero tomando nota de su dramática urgencia.

El “desorden bajo los cielos” debe ser superado con una humanidad consciente de los desafíos de su nueva etapa, conviviendo bajo normas universales dirigidas a asegurar la paz, preservar la casa común planetaria y garantizar para todos la vigencia universal de los derechos humanos.

*Abogado, legislador, diplomático, escritor, docente, consultor

 

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