• INICIO
  • EDITORIALES
  • PLURIMIRADAS
  • ESPACIO CULTURAL
  • ESPACIO DE HUMOR
  • CARTAS DE LECTORES
  • ARCHIVOS
  • ENVIAR TEXTOS

EL UNAMISMO, UNA BATALLA CULTURAL PENDIENTE por Luis Alberto Romero*

| 1 noviembre, 2015

 Publicado en el  diario Los Andes de Mendoza y en La voz de Córdoba el 1-11.15

 

En nombre del pluralismo y la diversidad como bienes republicanos y democráticos, hay que luchar contra el divisionismo y el unanimismo, dos caras de una misma moneda.

Luego de doce años de vivir en una “guerra cultural”, en un país dividido por “la grieta”, el sorpresivo giro electoral del domingo augura tiempos de calma, apaciguamiento y convivialidad. Para algunos, la batalla cultural ya perdió sentido, o quizás irá quedando gradualmente en el pasado; para otros, será necesario ajustar algunas cuentas. Muchos transitan por alguna banda intermedia entre los dos extremos. 

En mi opinión, ni la revancha ni el olvido constituyen soluciones de largo plazo. Hay que aprovechar este período de relajamiento entre una ola de pasión facciosa que se retira y otra que aún no se vislumbra pero que vendrá para examinar de cerca cómo es esa línea tajante que, cada cierto tiempo, nos divide y enfrenta, para diagnosticar el problema y pensar en cómo enfrentarlo.

Encontraremos algo paradójico: nuestra cultura política profunda no remite a una división sino a una aspiración al unanimismo, entendido como glorificación de la unidad. La fuente de nuestros conflictos políticos y culturales está en la creencia, ampliamente compartida, acerca de la unidad del “ser nacional”, el pueblo o la nación, que lleva a la disputa por su apropiación, por su definición y por la exclusión del “otro”.

Quienes valoran la diferencia y el pluralismo son una reducida minoría que ha pesado poco a la hora de las decisiones y que frecuentemente es descalificada como “liberal” o “cosmopolita”. 

La construcción de esta idea unanimista, en un país que surgió y se organizó bajo el signo del liberalismo, explica algunos rasgos de esto que resultó ser un Frankenstein ingobernable.

Sus orígenes remontan a fines del siglo XIX, cuando las élites intelectuales y políticas, abrumadas por el aluvión inmigratorio, empezaron a interrogarse por la esencia nacional, esperando que a la larga modelara y encuadrara una sociedad de apariencia babélica.

Lo hicieron en la clave del pensamiento romántico y antiilustrado alemán, prestigioso en esos años, e iniciaron discusiones sobre el “ser nacional” que llegan hasta nuestros días. Solo se coincidía en un punto: el tal “ser” existía y a la vez debía ser fortalecido ante los embates cosmopolitas. Hace poco se creó una secretaría de Estado encargada de coordinar las fuerzas para ese épico combate. 

La querella de los intelectuales se convirtió en algo serio, dramático y decisivo con la intervención de tres actores fuertes, de voz potente y performativa: el Ejército, la Iglesia y los movimientos políticos populares. Cada uno dividió las cosas de un modo diferente, pero la forma fue similar.

Para el Ejército, la argentinidad residía en el territorio nacional, esencial e indivisible, amenazado primero por los voraces países limítrofes y luego por las grandes potencias imperiales. En los años sesenta completaron su diagnóstico sumando a la subversión interna.

La Iglesia declaró que la Argentina era esencialmente una nación católica, y que de esa definición se derivaba un modelo orgánico de sociedad y de Estado. Sus enemigos -muchos y uno, como el demonio- eran el liberalismo laicista, los protestantes, los socialistas y las costumbres modernas, como los bailes lascivos o el trabajo femenino. 

El radicalismo y el peronismo ingresaron a la política de masas por el mismo camino, declarándose la expresión única de la nación y el pueblo. Esta segunda palabra, que en principio es sinónimo de la primera (el Volk alemán), abrió la puerta, a través de significados encadenados, a la variante populista. Fue un camino diferente, pero coincidente en algo con los dos anteriores: fuera del pueblo solo había enemigos, como el “régimen” de Yrigoyen o la “antipatria” de Perón. 

Tres voces diferentes coincidieron en algo: en el pasado y en el presente, el mundo social y político se dividía en dos campos: nosotros y ellos. Esa matriz de pensamiento se enriqueció con nuevos aportes, como el antiperonismo o el anticomunismo, que la reforzaron, instalándola en lo profundo de las creencias sociales, del imaginario, del inconsciente o del sentido común, que refieren más o menos a lo mismo. 

Paradójicamente, esta idea de la unanimidad, y el unanimismo no conduce a la convivencia armónica sino a su contrario: la disputa intensa por apropiarse del lugar central y enviar al infierno de la antipatria a los ocasionales enemigos, quienes esperan desplazarlos y retribuirles con su propia medicina.

Es una forma tan poderosa como flexible, que se aplica libremente a las cosas más diversas, según el enunciador y la ocasión. Sobre todo, no es una ideología, en el sentido más clásico del término, que remite a ideas, sino una emoción pasional, que enciende el espíritu de facción y engendra en el otro una pasión similar. 

¿Cuántos son los que viven al margen de estas pasiones identitarias? ¿Cuántos son capaces de pensar que ante un problema hay opiniones diversas y legítimas? ¿Cuántos pueden admitir que las personas pueden alinearse de distintas maneras, según la cuestión que se trate? ¿Cuántos sinceramente creen en el valor de una buena discusión, en la que las diferencias no se conviertan en grietas? ¿Cuántos liberales hay realmente?

Me temo que muy pocos. La mayoría tiene, en el fondo de su mente, un enano unanimista, que ordena su pensamiento y dicta sus palabras. A veces está tranquilo en su lámpara, pero emerge apenas se lo frota adecuadamente. 

La única terapia posible es sacarlo a la luz, asumirlo como propio, examinarlo y controlarlo, sabiendo que está allí y que difícilmente desaparecerá. Es un emprendimiento difícil para hacerlo en soledad, y requiere un tratamiento similar al de cualquier otra adicción.

Quizás haya que crear grupos de “unanimistas anónimos”, con gente especializada en ver la paja en el ojo ajeno, y dispuesta a enterarse de las vigas en el propio. Quizá momentos como el que se avecina, de calma después de la tormenta, sean los adecuados para comenzar. Recordemos que no duran mucho.

 

*Historiador – Club Político Argentino

Categorias
PLURIMIRADAS
Comentarios RSS
Comentarios RSS
Trackback
Trackback

« NO BAJAR LA GUARDIA por Alberto Medina Méndez* EL «CLIENTELISMO POLÍTICO» COMO CATEGORÍA ANALÍTICA LA POBREZA EN LA ARGENTINA ACTUAL: SU UTILIDAD Y LOS RIESGOS DE SU USO ABUSIVO por Jorge Ossona* »

Dejar un comentario

Haz clic aquí para cancelar la respuesta.

INGRESO

  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.org

BUSCAR

SUMARIO por categorías

COMENTARIOS

  • esteban lijalad en REPUBLICANISMO PARA EL ANTROPOCENO: ¿DÓNDE ESTÁS, CLÍSTENES?por Julie Wark* y   Daniel Raventós**
  • Juan Anselmo Bullrich en ENCUENTRO EN RAVENNA, A SETECIENTOS AÑOS DE LA MUERTE DE DANTE ALIGHIERI por Román Frondizi *
  • Juan Anselmo Bullrich en MEDITACIONES EN TIEMPOS DE PESTE Y CUARENTENA por Román Frondizi*
  • Enrique Bulit Goñi en MEDITACIONES EN TIEMPOS DE PESTE Y CUARENTENA por Román Frondizi*
  • Luis Clementi en MEDITACIONES EN TIEMPOS DE PESTE Y CUARENTENA por Román Frondizi*

SUMARIO mensual

  • diciembre 2022 (6)
  • noviembre 2022 (4)
  • octubre 2022 (2)
  • septiembre 2022 (1)
  • agosto 2022 (6)
  • junio 2022 (11)
  • marzo 2022 (16)
  • diciembre 2021 (8)
  • noviembre 2021 (6)
  • octubre 2021 (8)
  • septiembre 2021 (1)
  • agosto 2021 (9)
  • julio 2021 (4)
  • junio 2021 (2)
  • mayo 2021 (4)
  • abril 2021 (10)
  • marzo 2021 (4)
  • febrero 2021 (10)
  • diciembre 2020 (9)
  • noviembre 2020 (8)
  • octubre 2020 (1)
  • septiembre 2020 (5)
  • agosto 2020 (6)
  • julio 2020 (5)
  • junio 2020 (3)
  • mayo 2020 (6)
  • abril 2020 (2)
  • marzo 2020 (2)
  • febrero 2020 (8)
  • diciembre 2019 (8)
  • noviembre 2019 (11)
  • octubre 2019 (2)
  • septiembre 2019 (8)
  • agosto 2019 (9)
  • julio 2019 (1)
  • junio 2019 (9)
  • mayo 2019 (3)
  • abril 2019 (4)
  • marzo 2019 (10)
  • febrero 2019 (2)
  • enero 2019 (4)
  • diciembre 2018 (7)
  • noviembre 2018 (3)
  • octubre 2018 (11)
  • septiembre 2018 (6)
  • agosto 2018 (3)
  • julio 2018 (28)
  • junio 2018 (8)
  • mayo 2018 (2)
  • abril 2018 (5)
  • marzo 2018 (5)
  • febrero 2018 (1)
  • enero 2018 (7)
  • diciembre 2017 (6)
  • noviembre 2017 (3)
  • octubre 2017 (9)
  • septiembre 2017 (5)
  • agosto 2017 (2)
  • julio 2017 (4)
  • junio 2017 (6)
  • mayo 2017 (12)
  • abril 2017 (6)
  • marzo 2017 (7)
  • febrero 2017 (6)
  • enero 2017 (10)
  • diciembre 2016 (9)
  • noviembre 2016 (9)
  • octubre 2016 (14)
  • septiembre 2016 (14)
  • agosto 2016 (13)
  • julio 2016 (19)
  • junio 2016 (9)
  • mayo 2016 (25)
  • abril 2016 (9)
  • marzo 2016 (16)
  • febrero 2016 (14)
  • enero 2016 (3)
  • diciembre 2015 (17)
  • noviembre 2015 (12)
  • octubre 2015 (14)
  • septiembre 2015 (19)
  • agosto 2015 (6)
  • julio 2015 (5)
  • junio 2015 (2)
  • mayo 2015 (7)
  • abril 2015 (10)
  • marzo 2015 (4)
  • febrero 2015 (10)
  • enero 2015 (6)
  • diciembre 2014 (5)
  • noviembre 2014 (9)
  • octubre 2014 (12)
  • septiembre 2014 (9)
  • agosto 2014 (11)
  • julio 2014 (22)
  • junio 2014 (1)
  • mayo 2014 (6)
  • abril 2014 (6)
  • marzo 2014 (4)
  • febrero 2014 (7)
  • enero 2014 (4)
  • diciembre 2013 (3)
  • noviembre 2013 (4)
  • octubre 2013 (5)
  • septiembre 2013 (3)
  • agosto 2013 (7)
  • julio 2013 (7)
  • junio 2013 (4)
  • mayo 2013 (8)
  • abril 2013 (14)
  • marzo 2013 (12)
  • febrero 2013 (8)
  • enero 2013 (6)
  • diciembre 2012 (6)
  • noviembre 2012 (7)
  • octubre 2012 (4)
  • septiembre 2012 (15)
  • agosto 2012 (15)
  • julio 2012 (14)
  • junio 2012 (19)
  • mayo 2012 (11)

 
 
 
 
 
 


© 2012 Con-texto


Diseño y desarrollo : www.juroky.com.ar

rss Comentarios RSS valid xhtml 1.1 design by jide powered by Wordpress get firefox