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ILLIA Y LA MEMORIA NACIONAL por María Sáenz Quesada*

| 10 julio, 2017

Para con-texto

En el aniversario del golpe militar del 28 de junio de  1966, la presentación del libro titulado Arturo Illia. Obra de gobierno, en el Congreso, coronó una serie de homenajes iniciado un año atrás cuando  el presidente Macri encabezó un acto en el recinto del Museo de la Casa Rosada del que participaron  antiguos colaboradores, correligionarios y simpatizantes.  También hubo mesas de análisis y programas periodísticos en busca de restablecer la verdad histórica sobre  este gran protagonista de la Argentina del siglo XX y evitar que su imagen se distorsione o caiga en el olvido.

Impulsaron dichas actividades la arquitecta Elva Roulet (ex vicegobernadora de Buenos Aires) y la diputada Nacional Patricia V. Giménez (vicepresidente segunda de la Cámara de Diputados). Por su parte, la  historiadora Edit Rosalía Gallo, a cargo de la selección y recopilación del material publicado, realizó un trabajo que da como resultado un libro a la vez  serio y atractivo. Contiene desde  mensajes presidenciales, documentos oficiales y partidarios,  artículos periodísticos e informes de la CIA hasta caricaturas y testimonios personales.

Ese conjunto ofrece una mirada a los  años  1963-1966, en que un gobierno civil, decente y convencido de sus ideas, navegó en las aguas revueltas de la política y de la economía argentinas, sin que el capitán perdiera el rumbo. Esto significa que Illia comprendió el papel que le asignaba la historia: contribuir a una democracia plena, ratificar el lugar que la Argentina ocupaba en el mundo, mejorar el nivel de vida de la población y muy especialmente dar ejemplo de civismo y de compromiso político. Se trataba en síntesis de “ponerle el hombro al país”, como decían los carteles de la UCRP en la campaña electoral de 1963.

Sobran las pruebas del desinterés personal del doctor Illia,  y de su capacidad intelectual y firmeza, desde que se inició en la profesión de médico y en la política de la provincia cordobesa,  hasta que alcanzó la más alta magistratura de la República. No obstante, debido a la intensa campaña en contra suya desarrollada por políticos, empresarios  y periodistas afines al sector azul de Campo de Mayo –responsable del golpe militar de 1966- se sembraron dudas acerca de la eficacia de su acción de gobierno. Por eso es importante puntualizar que Illia, electo en comicios de los que estuvo proscripto el peronismo, tenía presente que la democracia argentina necesitaba perfeccionamiento y que para para devolver la confianza en las instituciones y gobernantes, debían aceptarse modificaciones sustanciales en las estructuras económicas y sociales del país. Entre sus decisiones de gobierno, la anulación de los contratos petroleros firmados en la presidencia de Frondizi, porque fueron suscriptos a espalda de la ley,  sin previo paso por el Congreso, le valió enemistades, dificultades para aprobar leyes en las Cámaras y la presión del gobierno estadounidense. Puede cuestionarse si fue acertada o no, pero sin duda estaba dentro de sus atribuciones. Por otra parte, junto al pequeño y eficaz grupo de economistas que lo acompañó en su gestión, encabezado en la primera etapa por el doctor Eugenio Blanco, elaboró un plan de desarrollo sencillo y  moderno.  

Ante el gravísimo problema que planteaba la exclusión del peronismo de los comicios –no de los neoperonismos-modificó  las reglas de juego mediante la sanción del Estatuto de los Partidos Políticos. Esto que por una parte limpió el sistema político, y llevó al peronismo como segunda fuerza al Congreso, por la otra  estimuló la actividad de los sectores golpistas. Dicho poderoso sector contó con la colaboración de medios de prensa modernos,  Primera Plana y Confirmado, que adoptó el recurso de burlarse en forma sistemática, desvalorizó la labor del presidente, lo calificó de “tortuga”, y contribuyó a formar opinión favorable al golpe. Se generó entonces la  expectativa de que éste llevaría a un “futuro de grandeza”, algo que no solo nunca se concretó sino que aparejó nuevas frustraciones, retrocesos y violencia.

El “Plan de Lucha impulsado por el dirigente sindical Augusto Timoteo Vandor, que incluía ocupaciones de fábricas y toma de rehenes, se llevó adelante, a pesar de que se había aprobado la ley del salario mínimo, vital y móvil y mejorado el salario real, y la distribución del ingreso. En los momentos álgidos del Plan de Lucha, Illia se negó a recurrir a los militares para reprimir, tal como lo hizo su antecesor Frondizi en circunstancias parecidas. Por su parte, los docentes obtuvieron un reconocimiento salarial importante, y el pleno respeto a la autonomía universitaria, pese a lo cual, en la víspera del golpe, las universidades nacionales estaban en huelga en demanda de más presupuesto  educativo…

En el acto de presentación de Illia, obra de gobierno, me cupo el honor de referirme al libro. Enfaticé, entre otros puntos la fina percepción que el presidente tuvo de la situación internacional: el acercamiento a Chile y a su presidente, el democristiano Frei, evitó que se agravaran los incidentes fronterizos, como deseaba el sector militar;  el reclamo de soberanía en las Islas Malvinas, planteado en Naciones Unidas; la firmeza con que se opuso a enviar tropas a Santo Domingo, contra la voluntad del todopoderoso Comandante en jefe del Ejército, general Juan Carlos Onganía quien respondía a los dictados del gobierno de los Estados Unidos.

El pretexto para derrocarlo, en medio de una nueva huelga general,  fue la ineficiencia y el “vacío de poder”. Ilia esperó a pie firme en su despacho de la Casa Rosada a los golpistas y los increpó duramente. Pronosticó que subvertir el orden constitucional provocaría el caos y que sus propios hijos los iban a recriminar. Años después uno de los jefes golpistas, el coronel Luis C. Perlinger le escribió al doctor Illia, le pidió perdón por la acción realizada en 1966, le agradeció la lección que le dio, y le manifestó su admiración y su reconocimiento como “uno de los demócratas más auténticos y uno de los hombres de principios más firmes de nuestro país”.

Illia falleció en enero de 1983, meses antes de triunfo de la UCR en los comicios de octubre. Le tocaron los tiempos más duros. Supo constituirse en ejemplo.

*Historiadora, miembro de la Academia Nacional de Historia de la República Argentina

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