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RES PÚBLICA EN REVERSA por Francisco M. Goyogana

| 22 marzo, 2014

La Argentina, todavía al acercarse a la mitad de la segunda década del siglo XXI, continúa mostrando conductas tribales políticas y sociales similares a las de las épocas primitivas.

Esas conductas tribales demuestran la anulación de la ciudadanía, al tiempo que corrompen perversamente a la Res Publica.

La realidad corriente también exhibe la desviación de los partidos políticos que se encuentran, al parecer más que nunca, ajenos a la Res Publica en sus ataduras con el partido político respectivo.

La generalización de un término, partido, si es referido a la política, acusa una falta de precisión si se lo evoca como una división del todo, la acción de partir, significando una mera parte, olvidando de la palabra partido tiene más de tres decenas de significaciones y que la primera de ellas posee como adjetivo su relación con lo franco, lo liberal. Sin embargo, otra acepción como substantivo masculino alude al conjunto o agregado de personas que siguen y defienden una misma opinión o causa. Si se trata de partido en el sentido de juego, consiste en un conjunto de varios elementos que entran en él como compañeros, contra otros tantos, además de una interpretación que lo hace como competencia.

Un vocablo polisémico como partido, en la práctica significa transmitir para la observación corriente, que su empleo tiende a mostrar en grado variable, a una parte del todo distante del cuerpo político de una sociedad y por ende, de la Res Publica, causa pública, del común o de su utilidad. Es decir, el divorcio al menos de dos segmentos socio-políticos de una misma sociedad y la desunión de un pueblo.

En este punto, la visión partido-céntrica deja de considerar el interés general a expensas de los réditos destinados a satisfacer un beneficio tribal, alejado de la Res Publica. La falta de unión de un pueblo representa la mayor dificultad para su conducción, razón por la cual es necesario contemplar en términos generales las mejores condiciones básicas para la totalidad de la población. Sin perjuicio de las formas de administración, los objetivos de la República se encuentran en la letra y espíritu de la Constitución Nacional.

La Res Publica, la cosa pública, es en sentido amplio, una forma de gobierno que se caracteriza por la organización política que descansa sobre un principio. Este principio estima a los ciudadanos con derecho a voto, al electorado, como la raíz última de la legitimidad y de la soberanía. Por extensión, se denomina República o sea Res Publica, al Estado que posee dicha organización. Su uso se vincula generalmente con los conceptos actuales de sector público y Estado, y con los conceptos comunes de bien común y procomún o de utilidad pública.

El término latino Res Publica proviene del período intermedio del Reino y el Imperio en la historia de Roma, pero su antecedente, con un significado más genérico para referirse a la política y sus actividades en general y al gobierno estatal, se traducen en el concepto griego de politeia, término con el que Platón llamó a su libro que hoy es conocido como República.

Mucho después, Montesquieu  ( 1689 – 1755 ) señalaba en 1748, la existencia de tres especies de gobierno: el monárquico, el despótico y el republicano. Para Montesquieu, el apego a la República es la adhesión a la democracia, al postular el liberalismo parlamentario, y sobre todo, la separación-división del poder del Estado, para hacerlo republicano y democrático con el advenimiento de sus partes independientes: Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial. El pensamiento de Montesquieu tenía como objeto derribar todo tipo de despotismo y mantener las libertades políticas por medio de esos tres poderes, al obrar como contrapesos, en un balance que provea la gobernabilidad republicana.

La no contemplación debida de la idea de Montesquieu conduce a la esencia del desgobierno, todavía más de doscientos cincuenta años de haber sido manifestada, debida básicamente a la falta de predicción de las dificultades a su debido tiempo, y la posibilidad práctica de proceder con la mayor facilidad o conveniencia, en la prevención de las causas intencionales y deliberadas de las conductas obsesionadas por la mera detención del poder.

Desatender el gobierno racional para la totalidad de los ciudadanos conduce a los crímenes provocados por la ausencia del buen sentido que debiera aplicarse, que es también la adopción de la estupidez como forma de comportamiento, generadora en consecuencia, de los infortunios de los gobernados.

Por eso, la estupidez es el comportamiento que no sólo muestra la falta de buen sentido, sino además la descalificación por carencia de inteligencia.

La falta de buen sentido aparece independientemente de los tiempos históricos o de sus localizaciones, como lo demuestran los casos de la Argentina y Venezuela frente al resto de los países del hemisferio sur; conceptualmente parece escapar del tiempo en su universalidad, aunque los hábitos y creencias de un tiempo particular y lugares determinen las formas a adoptar.

Cabe preguntarse entonces, desde que la estupidez y aún la perversidad, con su falta de buen sentido, son inherentes a los individuos, si debe esperarse cualquier cosa de un gobierno.

Juan María Gutiérrez decía que: La Constitución no es una teoría. Es la Nación Argentina hecha ley. El prólogo de la Constitución Nacional expresa la reunión de los representantes del pueblo, con el objeto de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para todos los que habiten el suelo argentino, en una excelsa síntesis de Res Publica, acorde con las doctrinas filosóficas adoptadas y a la comprensión de la idea común de que cada estilo de pensamiento pertenece a la familia humana, por encima de su diversificación y a son de su carácter estable.

Pero al mismo tiempo, mantener a la vista la evolución como fenómeno inherente al desarrollo de los ciudadanos con un sentido progresista, fuera del alcance de las revulsiones provocadas por la inserción de ideas ajenas por compatibilidad en un sistema, particularmente por la aplicación de cambios violentos en las instituciones políticas, económicas o sociales de la nación.

El mejor de los progresos es provisto por un sistema anticipatorio de los problemas que acarrea el proceso evolutivo de individuos y sociedades, como medio de protección de los derechos humanos, conculcados históricamente en las acciones y efectos que revuelven violentamente a a los hombres y a las instituciones.

Así, los derechos del hombre se encuentran conceptualizados en la historia de los filósofos políticos desde Platón y Aristóteles, a través de Tomás de Aquino, Maquiavelo, Hobbes, Locke, Rousseau, Jefferson, Madison, Hamilton, Nietzsche y Marx, que han dedicado su pensamiento en los planos superiores de la ética, la soberanía, el contrato social, la corrupción del poder y el equilibrio entre la libertad y el orden, éste último en el sentido de concierto o buena disposición de las cosas entre si, a efectos de la aplicación de la forma de gobierno que proteja al género humano.

La teoría a aplicar deberá obligadamente evitar la ignorancia de quienes ejerzan el gobierno y lo practiquen exclusivamente para los sectores que consideren de su propiedad, circunstancia que afirmará la desigualdad al demostrar que, tanto los pueblos electores, y los gobernantes como elegidos, desconocen el arte de hacer que un país abra sus puertas al progreso.

Sobre la base de la Res Publica, la República de todos deberá para su éxito, elaborar un diagnóstico correcto, condición sin la cual no existen soluciones eficaces. Para eso se deberá tener en cuenta que las ideologías manejadas por aprendices de brujos se contrapondrán con las enseñanzas de los grandes maestros del pensamiento que han señalado que la vida de los hombres no ha de convertirse en una sirvienta de las ideologías. Las ideologías son rituales, no conducen a la verdad crítica. Sirven para catequizar, para reclutar adeptos, para ordenarlos sin que piensen ni se valgan por sí mismos, y terminan al final erosionando el proyecto de Res Publica, la República para todos.

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TANGO Y CAFETINES por Carlos T. Grillo y Carlos Manus

| 14 marzo, 2014

                                  (y boliches, fondas, cabarets y peringundines)

“Por los viejos cafetines siempre rondan los recuerdos…

                                    Cafetín, Homero Expósito

 

Puesto en la perspectiva de haber sido el refugio donde los sentimientos, los sueños y la fantasía no encontraron ninguna censura, el cafetín ocupó y ocupa en el recuerdo una de las vidrieras más importantes en la mitología de Buenos Aires.  Simbolizó algo así como un universo en pequeño, donde su cielo de humo, el fuego de los puchos y el derrape del alcohol le otorgaron la escenografía ideal para que los hombres transitaran sus mesas convertidas por la magia de los sueños en infinitas calles de sabiduría.

Al igual que el sentimiento, el cafetín no tuvo patria.  Por eso, en alguna medida, reemplazó al país de los hombres que la correntada del destino arrancó de sus playas de origen para recalar en la nuestra.  Entonces, el cafetín se convirtió en el anfitrión políglota que les dio lugar en su mortecina geografía para que pudieran entenderse a través del lenguaje de la nostalgia.  Pero su historia no se acota en esa parcela trazada por el lápiz gris de la inmigración: va mucho más allá pues sus mesas discretas, confidentes y que nunca preguntan conocieron las luces y las sombras que suelen circunvalar el alma de cada hombre.

Las mañanas, tardes y noches del café, independientemente de la heterogeneidad de sus visitantes, fueron algo así como un iluminado proscenio donde la vida nunca bajó el telón.  Temas como la mujer, la timba, el deporte, la bohemia, los ideales, el amor, la política, la infamia, el dolor, la guita, la filosofía, entre el infinito listado de las demandas humanas, recalaron burda o sabiamente sobre sus mesas.  Pero también prefirieron, tomando los atajos que otorga la libertad, refugiarse en ese confesionario que fue el estaño, gris como los dolores o las esperanzas de aquellos que prefieren la compañía de la soledad.

Por ello, el cafetín se caracterizó por ejercitar naturalmente un principio social de enorme gravitación en el entramado de la vida: la pluralidad de la convivencia, la no discriminación cobró en su geografía un valor excluyente. Personas de las diferentes escalas sociales y de valores morales e intelectuales antagónicos encontraron en el cafetín el ámbito y la posibilidad de convivir sin subordinar sus identidades.

Entre la variedad de sus temas, el tango ha dado cabida a los cafetines así como a las cantinas, restaurantes, cabarets, peringundines y bodegones, a veces con sus nombres propios y otras en forma genérica:

Armenonville

Juan “Pacho” Maglio compuso el tango instrumental “Armenonville”.  Manuel Jovés (música) y Juan Jove Frontera (letra) crearon “Armenonville viejo”:

Armenonville ¡Sueño de ayer!

Cuando pienso en tí recuerdo

una mujer.

Sentí el amor de su encanto seductor,

y cuando más la quería ¡Ay!…

se me alejó…

Conjuntamente con el Petit Salón, se evoca al Armenonville en “Shusheta” (o “El aristócrata”) con letra de Enrique Cadícamo y música de Juan Carlos Cobián:

 

Ah, tiempos del Petit Salón…

Cuánta locura juvenil…

Ah, tiempo de la sección Champán Tangó

del Armenonville…

Cadícamo y Cobián compusieron también “Rumor de tango” subtitulado “La catanga”:

Aquel jardín florido del Armenonvil

Con ‘Mamuasel’, Ivette…Pouppe y Margot…

Puro champán francés…

Corría el Pommeri hasta el amanecer…

También en “Diez años pasan”, con letra y másica de José Razzano y Cátulo Castillo:

Cruzas mis heladas madrugadas, feliz,

rumbo a aquel pasado ya borracho en el gris.

Sueños de porteños en las noches del grill,

lejanas y varias del Armenonville…

También en “Zorro gris”, con letra de Francisco García Jiménez y música de Rafael Tuegols:

Y tras la farsa del amor mentido

al alejarte del Armenonville,

era el intenso frío de tu alma

lo que abrigabas con tu zorro gris…

Y en “Margot”, letra de Celedonio Flores y música de José Ricardo y Carlos Gardel:

Ese cuerpo que hoy te marca los compases tentadores

del canyengue de algún tango en los brazos de algún gil,

mientras triunfa tu silueta y tu traje de colores,

entre el humo de los puros y el champán de Armenonville…

El Petit y el Julien son evocados también en “Margot”:

Ahora vas con los otarios a pasarla de bacana

a un lujoso reservado del Petit o del Julien,

y tu vieja, ¡pobre vieja! lava toda la semana

pa’ poder parar la olla, con pobreza franciscana,

en el triste conventillo alumbrado a kerosén…

El Julien es mencionado en “Uno y uno”, que lleva letra de Lorenzo Juan Traverso y música de Julio Pollero:

Se acabaron esos saques

de cincuenta ganadores;

ya no hay tarros de colores

ni almuerzos en el Julien…

Café La Paloma

Se lo nombra en el recitado del tango “A pan y agua”, con letra de Enrique Cadícamo y música de Juan Carlos Cobián.:

Café La Paloma

por tu veredón en las noches brumosas

se pasean las siluetas de Tito (Rocatagliatta), (Eduardo) Arolas y (Agustín) Bardi.

Desde el pasado remoto,

desde el recuerdo,

llegan las notas de aquel pintoresco trío,

de aquellos bohemios del tango…

Al finalizar el recitado de Angel Vargas, la orquesta de Angel D’Agostino introduce los compases de “Sentimiento gaucho” de lo que se infiere que Francisco Canaro fue uno de los miembros de ese trío que integraba con Samuel Castriota y Vicente Loduca.

Los mismos autores compusieron el tango “Suburbio” en el que también mencionan a ese café:

El “Café de la paloma”,

donde (Juan Félix Maglio) Pacho era famoso,

de su bandoneón brumoso

nos trae el viento su emoción…

Hn sido dedicados a este café los tangos instrumentales  “La Paloma” de José Guardo, “Café de La Paloma” de Juan B. Clauso y “Viejo Café La Paloma” de José Valotta.

Tropezón

Se lo menciona en “Seguí mi consejo”, con letra de Eduardo Trongé y Juan Fernández y música de Salvador Merico:

No vayás a lecherías a pillar café con leche,

morfate tus pucheretes en el viejo Tropezón

y si andás sin medio encima, cantale “¡Fiao!” a algún mozo

en una forma muy digna, pa’ evitarte un papelón…

 

Y en “Qué querés con ese loro” de Manuel Romero y Enrique Delfino, letra y música respectivamente:

 

Y aseguran los que han visto a tu adorada

meterle al diente cuando está en el Tropezón

que es mejor que convidarla a una morfada

comprarle un traje y un tapado de visón…

También en “Pucherito de gallina” con letra y música de Roberto Medina:

Cabaret… “Tropezón”…,

era la eterna rutina.

Pucherito de gallina,

con viejo vino carlón…

Palais de Glace

Con letra y música de Enrique Cadícamo, dicen los versos de “Palais de Glace”:

Palé de Glas

del 920,

no existes más

con tu cordial ambiente…

Hansen

Se lo cita en “Tiempos viejos”, con letra de Manuel Romero y música de Francisco Canaro:

¿Te acodás, hermano, la rubia Mireya,

que quité en lo de Hansen al loco Cepeda?…

n “El fueye de Arolas” con letra y másica de Héctor Marcó, se dice:

No ronda en las noches de Hansen al muelle

con traje a ribete, tacón militar,

más canta en las notas de todos los fueyes

su música en vida, que ríe y que hiere…

su fueye un jilguero que no ha de callar…

Con letra de Carlos Waiss y música de Arturo De Bassi, se lo menciona en “El caburé” a la par que al Tambito:

Donde voy me baten

El Caburé

Donde he tallado como taura

quedé

Y del “Tambito” a lo de “Hansen”

En cien lances mi cartel

jugué…

Lo de Laura, la Vasca y El Tambito

En “Tiempos viejos” de Manuel Romero (letra) y Francisco Canaro (música) se recuerda a Lo de Laura:

¿Dónde están las mujeres aquéllas,

minas fieles de gran corazón,

que en los bailes de Laura peleaban

cada cual defendiendo su amor?…

En “No aflojés”, con música de Pedro Maffia y Sebastián Piana y letra de Mario Battistella, se nombra a Lo de Laura conjuntamente con Lo de la Vasca:

Vos fuiste el rey del bailongo

en lo de Laura y la Vasca…

¡Había que ver las churrascas

como soñaban tras tuyo!…

Conjuntamente con La Negra Rosa, La Vasca es citada en “Los disfrazados”,  (letra de Carlos Mauricio Pacheco y música de Antonio Reynoso):

Bailando en lo de la Vasca

y en lo de la negra Rosa

he marcao las doce en punto

por este corte cantor

de la escuela de mi flor…

En la milonga “En lo de Laura”, con música de Antonio Polito, dicen los versos de Enrique Cadícamo:

Milonga que en lo de Laura

bailé con la parda Flora…

Milonga provocadora

que me dio cartel de taura…

Ah… milonga ‘e lo de Laura…

Carlos Pesce le puso letra a la música de “El porteñito” de Angel Villoldo en el que, además de lo de Laura, se nombra al Victoria y al Tambito:

En los bailes del Victoria,

El Tambito y lo de Laura,

me lucí entre los tauras

emulando al Cachafaz (Benito Bianquet)…

Los Inmortales

Este restaurante es evocado por Leopoldo Díaz Vélez en “La mesa del tango”, a la que le puso letra y música:

Hay una larga, profunda nostalgia

en cada palabra, en cada emoción.

Resurge el tiempo de “Los Inmortales”

con (Enrique) Muiño, los (César y Pepe) Ratti, Roberto Casaux…

Tortoni

Se lo nombra en “Viejo Tortoni” con letra de Héctor Negro y música de Eladia Blázquez:

Tortoni de ahora, te habita aquel tiempo.

Historia que vive en tu muda pared.

…….

Viejo Tortoni.

Refugio fiel

de la amistad junto al pocillo de café.

…….

Viejo Tortoni. En tu color

están Quinquela (Martín) y el poema de (Raúl González) Tuñón

…….

Tortoni de ahora, tan joven y antiguo,

con algo de templo, de posta y de bar…

Del Priorato y del Trinchieri      

Se lo menciona en la milonga “El morocho y el oriental” (letra de Enrique Cadícamo y música de Angel D’Agostino):

Histórico bodegón

Del Priorato y del Trinchieri,

donde una noche Cafieri

entró a copar la reunión…

El café al que se refiere  el tango "El morocho y el oriental" es el Bar Roma, uno de los declarados "bares notables de la ciudad". El Priorato es un vino dulce proveniente de Tarragona, España y  el Trincheri es un vermouth originario de Torino, Italia.

El Galeón

Con letra y música de María Elena Walsh se lo recuerda en “El 45”:

Te acordás, hermana, de aquellos cadetes…

el primer bolero y el té en El Galeón,

cuando los domingos la lluvia traía

la voz de Bing Crosby y un verso de amor…

Royal Pigalle

Con música de Francisco Pracánico, lo cita Esteban Celedonio Flores en “Corrientes y Esmeralda”:

El Odeón se manda la Real Academia

rebotando tangos el Royal Pigall,

y se juega el resto la doliente anemia

que espera el tranvía para su arrabal…

También se lo menciona en “Galleguita”, letra de Alfredo Navarrine con música de Horacio Pettorossi:

Eras linda

galleguita

y tras la primera cita

fuiste a parar al Pigall…

En “Carnaval de antaño” de Manuel Romero (letra) y Sebastián Piana (música) se menciona al Pigalle y al Rodríguez Peña:

¿Te acordás del carnaval

de 1912,

que tallaba en el Pigall

la patota de los Posse?

¿Te acordás de aquel festín

en aquel peringundín,

allá por Rodríguez Peña,

que acabó con botiquín?…

Además en “Tango de ayer” cuya letra y música le pertenecen a Enrique Cadícamo:

El cabaret Royal Pigalle

champán-tangó tan lujoso,

tango de ayer te han cambiado la piel

lo más puro fue aquel que se fue…

Conjuntamente con El Tambito y el Petit, el Pigall es mencionado en la letra de Manuel Romero en “Tiempos nuevos”, a la que musicalizó Edgardo Donato:

Suspiran por las minas del Tambito y del Pigall,

y cuando están mamaos 

les da por recordar:

Hermanos, aquellos tiempos que pasaron,

¿te acordás

la noche que rompí un espejo en el Petit?…

Café de los Angelitos

Lo evoca Cátulo Castillo, con música de José Razzano:

¡Café de los Angelitos!

¡Bar de Gabino (Ezeiza) y (Higinio) Cazón!

Yo te alegré con mis gritos

en los tiempos de Carlitos

por Rivadavia y Rincón…

El Trianón

Con música de Luis Visca, dicen los versos de Enrique Cadícamo en “Muñeca brava”:

¡Sos del Trianón…

del Trianón de Villa Crespo…

Milonguerita,

juguete de ocasión…

Café La Humedad

Con música y letra de Cacho Castaña se lo menciona en el tango homónimo:

Café La Humedad, billar y reunión…

Sábado con trampas… ¡Qué linda función!

Yo solamente necesito agradecerte

la enseñanza de tus noches

que me alejan de la muerte.

Café La Humedad, billar y reunión…

Sábado con trampas… ¡Qué linda función!

Yo simplemente te agradezco las poesías

que la escuela de tus noche

le enseñaron a mis días…

Bachín

Astor Piazzolla le puso música de vals a la letra  “Chiquilín de Bachín” de Horacio Ferrer:

Por las noches, cara sucia

de angelito con bluyín,

vende rosas por las mesas

del boliche de Bachín…

Chantecler

Con letra de Luis Rubistein y música de Luis Moresco se dice en “Por mishé”:

Corrieron el “bolo” de que sos mishé

y que del Chantecler

dos minas mantenés

que tenés “toven” para poder vivir

sin laburar…

Enrique Cadícamo le puso letra y música a “Adiós Chantecler”:

Hoy ni ella (Madame Ricana) está más en la sala,

ni tampoco entro yo al cabaret,

se vinieron abajo tus galas

bullanguero y cordial Chantecler…

…….

Ya no queda nada y aquello no existe,

ni tus bailarines ni tu varieté.

Te veo muy triste pasar silencioso,

Principe Cubano, frente al Chantecler…

En “Niño bien”, Juan Antonio Collazo le dio música a los versos de Víctor Soliño y Roberto Fontaina:

Porque usás la corbata carmín

y allá en el Chantecler

la vas de bailarín,

y te mandás la biaba de gomina,

te creés que sos un rana

y sos un pobre gil…

En ese tango se menciona también al Petit Bar:

Niño bien, pretencioso y engrupido,

que tenés berretín de figurar;

niño bien que llevás dos apellidos

y que usás de escritorio el Petit Bar…

Refieriéndose probablemente a un peringundín homónimo se menciona al Chantecler en la milonga “La toalla mojada”, que lleva letra y música de Edmundo Rivero:

En un ambiente turbio de nocheras,

cerca de la cañada

había una milonga, El Chantecler, alias Toalla Mojada.

…….

Por eso me gustaba la milonga

de la Toalla Mojada,

porque estaba el ambiente que yo quiero

y el macho Aldo Saravia,

que le fajó hasta el nombre al Chantecler

con su toalla mojada…

Tabarís

Se lo nombra en “Roñita”, con letra de Enrique Cadícamo y música de Italo Goyeche:

Ya sé que la vas con cena

de noche en el Tabarís

entre tango y copetines soñás

hacerte un viaje a París.

Sin pensar sólo un momento que vas

a parar en el Muñiz…

También en “Che Bartolo” con letra de Enrique Cadícamo y música de Rodolfo Sciammarella:

Che, bacán de rango mishio, te diré que algo me alegra,

relojearte entre la mersa que la va de Tabarís.

A vos te llaman los giles el marqués de Boccanegra

como a mí me baten “Chorro”, “El herrero” o “El perdiz”…

Y además, con letra de Carlos Lenzi y música de Ramón Collazo, en “Araca París”:

¿Qué hacés en Buenos Aires? ¡No seas otario!

Amurá esas milongas del Tabarís…

Con tres cortes de tango sos millonario…

¡Morocho y argentino! ¡Rey de París!…

T.V.O.

Enrique Cadícamo le rinde homenaje en dos tangos: “Pasado florido” y en “Orgullo tanguero”, éste con música de Luis Stazo donde menciona además al Palais de Glace y al Armenonville:

Yo me acuerdo del T.V.O., de la calle Montes de Oca,

de un café que había en La Boca, donde Arolas empezó.

Y de Andrade, buen amigo, que en un baile lo mataron…

¡Esas cosas ya pasaron pero tienen su emoción!…

 

Tango mío… Tango reo…

del T.V.O., del Palais y Armenonville.

Tu perfume tan lejano de recuerdos

se hace llanto en la armonía del violín.

¡Tango mío… Tango reo…

¡Qué será de aquel amor que ya perdí!…

Rodríguez Peña

Con música de Vicente Greco y letra de Juan y Rafael Velich se lo recuerda en el tango homónimo:

En Rodríguez Peña, templo bravo, espiritual,

en la transmutación del lindo tiempo aquel

ha perdido de las paicas en tanguera sensual

y el taitaje que brilló en él…

Carlos Lenzi (letra) y Juan Baüer (música) lo evocan en “Adiós arrabal”:

El baile “Rodríguez Peña”

el Mocho y el Cachafaz

de la milonga porteña

que nunca más volverá…

Canadian

Lo rememora el tango compuesto por Carlos Lazari, Eduardo del Pino y Santiago E. Correa:

El tiempo se llevó los paredones

del cruce de Boedo con San Juan,

sus vías las taparon con asfalto

y allí quedó tan sólo el viejo bar

Esquina de Homero, esquina de tango,

Malena soñando en el Canadian,

bebiendo de un sorbo nostalgias lejanas

de aquel organito moliendo su vals…

Dante

José Golver y Julio Bocazi compusieron el tango “Café Dante” cuyos versos dicen:

Café Dante de Boedo, el café de San Lorenzo

es un pedazo de historia de aquel barrio que se fue.

Te espero en el café Dante,

era un dicho popular

porque por todo Boedo

era el más lindo lugar…

Se menciona a ese café en el tango “El Ciclón” de Ayico y Pipo (letra) y Anselmo Aieta (música):

Saraca muchachos,

sigamos la farra

porque San Lorenzo el domingo ganó,

la barra del Dante se vistió de gala

festejando el vino que a Atlanta le dio…

También en “Yo, fui de Boedo” de Julio Camiloni, Dante Gilardoni y Alberto Rabal:

Yo, fui de Boedo… Sí de Boedo

-de la vereda de la locura-

que transitaron con su lirismo

Castelnuovo, Barleta y los Tuñón…

Vuelvo al viejo café, el viejo Dante

semillero de poetas y pintores

y hay cien nombres soñadores

en la memoria de mi corazón…

En los depredadores tiempos que corren, el cafetín, tanto en su estructura edilicia como en las costumbres de la gente, es una gota de alcohol en las heridas del recuerdo.  Se perdieron los pilares que lo sostenían:  de la nostalgia del inmigrante pasamos al dolor de la emigración; la ansiosa y devota espera futbolera y turfística de los domingos ha sido reemplazada por la desteñida rutina del acostumbramiento porque ahora hay fútbol y carreras todos los días.

El cafetín, casi seguro, no escapará a nuestra patológica tragedia de olvidar la memoria, pero subsistirá en el archivo del tiempo como una escuela de vida donde al repiqueteo de los dados, el orejeo de los naipes y los catedráticos sermones de sabihondosy suicidas muchas generaciones aprendieron el más hermoso y difícil de los oficios: el oficio de vivir.

                                                                                 Noviembre 20, 2004

 

Referencias:

www.todotango.com

Himschoot, Oscar B. y otros.  Buenos Aires. Los cafés. Sencilla historia. Editor Mario S. Banchik. Buenos

            Aires, 1999.

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LA CARA OCULTA DE UCRANIA por Francisco M. Goyogana

Ernestina Gamas | 8 marzo, 2014

Especial para con-texto

De modo similar a la enseñanza de la astronomía que advierte sobre la visión constante de una sola cara de la luna en su rotación alrededor de la Tierra, mientras la otra permanece oculta para la observación corriente desde el planeta terráqueo, también existen figuradamente otras situaciones que no revelan corrientemente otras realidades a las observaciones corrientes.
Los sucesos que se desarrollan en Ucrania se han atribuido a una serie de causas variadas, preferentemente locales, sin perjuicio de que la influencia de ellas sean de peso en los hechos relacionados con el conflicto.
La existencia de apreciaciones de aspectos de la realidad, aún a fuer de corresponder a aspectos de la verdad, tienen también otras exteriorizaciones cuando se someten las observaciones a análisis más profundos. Por eso, cuando más allá de las informaciones circunstanciales de los episodios de un conflicto se indaga sobre las causas subyacentes, se constata que a modo de estructura de los hechos históricos, existe una malla sobre la que descansan manifestaciones con raíces muy profundas.
La proliferación informativa relativa al actual conflicto de Ucrania no ha reparado en un aspecto fundamental y muy particular como la medida del Parlamento de Crimea que ha votado por su anexión a Rusia. Atrás ha quedado el capítulo del derrocamiento del gobierno pro ruso de Viktor Yanukovich y el encumbramiento del sector político que pretende su participación futura en el mundo a través de la Comunidad Europea.
La realidad ucrania de encontrarse dividida en dos sectores fundamentales conduce a un conflicto en el cual la parte adepta a Moscú participa en un juego geopolítico que es fundamental para Rusia. La condición de ésta de no disponer de puertos de aguas cálidas, sino por medio de las posibilidades que le presta el Mar Negro para articular los movimientos de su flota, tiene en Crimea su salida al Mediterráneo con las facilidades navales con que cuenta en los puertos de Siria, y consecuentemente a los océanos del mundo.
Desde la más remota antigüedad, el acceso al mar es una condición altamente favorable para la expansión de un país. Cabe también pensar que es necesaria para alcanzar cierto grado de poder mundial, inconcebible cuando el Estado debe valerse de intermediarios para sus relaciones exteriores. Si bien existen ejemplos de gran poder obtenido sin ella, Rusia se encontraría en este caso físicamente cercada y, en consecuencia, en una situación limitadora de su potencial. De ahí los esfuerzos rusos para acceder al poderío naval en cuanto a su conciencia para elevarse al rango de gran potencia europea y planetaria después. Ya desde Pedro el Grande Rusia los rusos parecen haber estado casi obnubilados por esta idea, incluyendo a los monarcas zaristas, el sistema posterior a 1917 y ahora la realidad post URSS.
El cambio de sistema operado con la destitución del presidente ucranio Yanucovich puso en riesgo las posibilidades de expansión del poder central, que deberá ser contrarrestado con la benevolencia del lado opuesto, representado por la República de Crimea.
Rusia y parcialmente Ucrania, en período de crisis, parecen decididas a aumentar su espacio vital. En esencia, el poder central experimenta la necesidad de expansión y su complejo de encierro, y en el caso presente resulta difícil decir cuán peligroso para la paz puede resultar el conflicto.
A partir del siglo IX, en el territorio conocido en la actualidad, una organización política ha sido compartida por las naciones ucrania y rusa. Desde entonces se sucedieron una cantidad de variables en su evolución histórica con los principados, aparición y desaparición de dinastías, la expansión polaca y los movimientos de ida y vuelta sucesivas de las fronteras. Luego, en el siglo XVI ocurrirían las excursiones de los tártaros, la intervención de los cosacos, producto de la organización militar de los reyes polacos y los grandes príncipes moscovitas, seguidos por antagonismos sociales y la aparición de un separatismo nacional al que no era ajena la intervención de los opuestos religiosos ortodoxos y romanos. La pretensión de ganar territorios se manifestó por los Romanov a mediados del siglo XVII y en esa misma época ocurrió el sometimiento de Ucrania al zar, con la reserva de mantener los derechos y privilegios de los cosacos ortodoxos. Después de 1667, por el tratado de Andrusovo tuvo lugar la partición de Ucrania entre Polonia y Rusia a lo largo del Dnieper y ambos gobiernos prohibidos por Petro Doroshenko, que aspiraba a contar con un estado vasallo. Ocurrió entonces la intervención de los turcos con el sultán Mohamed IV que tomó a Ucrania bajo su protección y su liberación al fin de ese siglo por Juan III Sobieski en la región de la Ucrania polaca.
Por el lado de la Ucrania rusa, Ivan Mazepa, que servía al zar Pedro I, planeaba la unión de las dos partes, y a principios del siglo XVIII acordó una alianza con Carlos XII de Suecia para que Ucrania fuese un estado independiente con el gobierno efectivo de Mazepa.
La victoria del zar Pedro I sobre los suecos a principios de los años 1700 terminó con esa orientación de una nueva Ucrania. Hubo luego tres caudillos cosacos, todos ellos nominados por Rusia. A mediados de la segunda mitad del siglo XVIII los cosacos fueron desarmados y la Ucrania rusa dividida en tres partes hasta casi fines de siglo en que se reunió a las partes dispersas, pero como parte de Rusia, y desapareció la autonomía política y aún su propio nombre. Para 1846 renacería el nacionalismo ucranio y Lviv, capital de Galicia anexada a Austria en 1772.
A los ojos del gobierno zarista, la población de Galicia oriental y la Rutenia subcarpática era rusa, afirmado en 1914 cuando el ejército ruso ocupó Lviv hasta la confusión revolucionaria de 1917, en que los ucranios advirtieron que se les presentaba una nueva oportunidad para alcanzar la unidad y la independencia.
La historia señala que el 30 de diciembre de 1922 en el Congreso de los Soviets fue votado el plan para una federación entre cuatro repúblicas socialistas soviéticas, Rusia, Bielorrusia, Ucrania y Transcaucasia y su constitución final el 6 de julio de 1923.
Desde esa última fecha, en adelante, se trata de episodios modernos que no afectan demasiado la historia anterior, sino destacar la transformación de Rusia en una potencia rectora con raíces profundas en la historia, a caballo de Europa y Asia, y apuntando al poderío terrestre.
Gran parte de la descripción previa de los acontecimientos históricos y su relación con una situación determinada en el tiempo, serviría de motor para que Sir Halford John Mackinder ( 1861 – 1947 ), uno de los padres fundadores de la geopolítica y de la geoestrategia moderna abordara el análisis de la historia con la idea de ver como la teoría de la evolución aparecería en el desarrollo humano.
Entendía Mackinder que el sistema cerrado característico de su tiempo era, con la movilidad casi ilimitada que le ha acompañado, tanto por tierra como por aire, la era en que el dominante poderío marítimo había terminado. Si eso fuera verdad, entonces habría llegado una era de poderío terrestre.
¿Dónde estaba el centro natural para la nueva época? En las mayores masas terrestres del mundo, por supuesto; es decir, el área inmensa de Eurasia, llamada por Mackinder “región eje de la política del mundo”. De los cinco mapas utilizados por Mackinder para ilustrar su célebre ensayo The Geographical Pivot of History presentado en la Royal Geographical Society de Londres, el 25 de enero de 1904, de sólo veinticuatro páginas, el último lleva por título “Sitios naturales del poderío” y delimita el “área eje”. Mackinder considera situado el eje geográfico al Norte y al interior de Eurasia, extendiéndose desde el Ártico hasta los desiertos centrales, continuando hacia el Oeste hasta los anchos itsmos entre el Báltico y el Mar Negro.
Según el análisis histórico, al cual se refiere gran parte del ensayo, Europa y el resto del mundo han estado, desde siglos, bajo presión constante del “área eje”.
Fue bajo la presión exterior de los bárbaros como Europa creó su civilización. Por tanto les pido que consideren por un momento a Europa y a la historia asiática, pues la civilización europea es, en su verdadero sentido, el resultado de la lucha secular contra la invasión asiática. El contraste más notable en el mapa de la Europa moderna es el presentado por la vista aérea de Rusia ocupando la mitad del continente y un grupo de territorios más pequeños en posesión de las potencias occidentales.
Trazando el flujo y reflujo de la primitiva historia de Europa, Mackinder continuaba:
Durante un millar de años, una serie de pueblos montados a caballo, surgieron de Asia a través del ancho territorio intermedio entre los Urales y el mar Caspio, cruzaron los espacios abiertos del Sur de Rusia y se instalaron en Hungría, en pleno corazón de la península europea, moldeando, por la necesidad de oponérseles, la historia de cada una de los grandes pueblos que los rodeaban: los rusos, los alemanes, los franceses, los italianos y los griegos bizantinos.
Desde el punto de vista de la influencia permanente, las invasiones mongolas de los siglos XIV y XV dejaron la más profunda huella devastando gran parte de Europa, Rusia, Persia, India y China. Estas invasiones procedían de lo que Mackinder llamó el “área eje”. y “todas las márgenes del Mundo Antiguo sintieron, más pronto o más tarde, la fuerza expansiva originada en la estepa”.
Proyectando la Historia hacia los tiempos presentes, Mackinder veía que el “área eje”, al aumentar su peso en los asuntos mundiales, desarrollaba paralelamente su poderío económico y militar. Mirándolo históricamente, consideraba evidente “cierta persistencia de las relaciones geográficas, pues…
¿No es la región eje de la política del mundo esa vasta área de Eurasia inaccesible a los barcos, pero abierta en la antigüedad a los nómades a caballo y que hoy día va a quedar cubierta por una red de ferrocarriles?
Hubo aquí, y hay, las condiciones para una movilidad de poderío militar y económico de carácter amplio pero limitado. Rusia reemplaza al imperio mongol.
Su presión sobre Finlandia, Escandinavia, Polonia, Turquía, Persia, India y China
reemplaza las invasiones centrífugas de los hombres de la estepa. En el conjunto del mundo, ella ocupa la posición central estratégica ocupada por Alemania en Europa. Puede atacar y ser atacada por todas partes, menos por el Norte.
Fuera del “área eje”, Mackinder delimita dos “espacios”. En un gran “espacio interior” están situadas Alemania, Austria, India y China, mientras en un “espacio exterior” se encuentran Gran Bretaña, Sudáfrica, Australia, Estados Unidos, Canadá y Japón. En realidad, el poderío del “área eje” no era equivalente al de los estados periféricos, pero, y ahí proclamaba Mackinder su gran temor, “eso podría ocurrir si Alemania se aliara con Rusia”. Si eso ocurriera, el estado eje podría expandirse sobre las tierras marginales de Eurasia, utilizando “vastos recursos continentales para la construcción de barcos y entonces tendríamos a la vista el imperio del mundo”.
Al finalizar la primera guerra mundial, Mackinder escribía : “que la guerra había afirmado, en vez de resquebrajar, mis primitivos puntos de vista”. Desarrollaba su teoría con mucho más detalle en Democratic Ideals and Reality, aunque sin modificación esencial de su tesis original. Prosiguió con su concepto del “área eje” a que ahora llamaba heartland o sea “corazón de la tierra”, situado en el centro de la Isla Mundial.
Puesto que el pensamiento del hombre estuvo dominado por el mar, esta área masiva no fue considerada como isla, porque era imposible circunnavegarla. Sin embargo, excepto por el hecho de su vasta dimensión, no difiere de otras islas. Tanto en área como en población, la Isla Mundial sobrepasa al resto de la tierra. La Isla Mundial ocupa dos tercios de la tierra firme, mientras que América del Norte y del Sur, Australia y otras regiones menores ocupan el resto. Además, alrededor de siete octavos de la población del mundo están contenidos en la Isla Mundial, mientras otras tierras tienen solamente un octavo. Consideraba entonces Mackinder, que el continente antiguo es “incomparablemente, la unidad geográfica mayor de nuestro globo”.
Sus argumentos fueron reducidos por Mackinder en una fórmula citada infinidad de veces:
Quien rige el este de Europa domina el corazón de la tierra.
Quien rige el corazón de la tierra domina la Isla Mundial.
Quien rige la Isla Mundial domina el mundo.
Esta parece ser una definición vuelta a aplicar después de los años del almirante ruso Sergei Gorshkov (1) que en la segunda post guerra mundial impulsaba una marina fuerte, a compás de los estudios del Instituto de Economía y Política Mundiales de Moscú, comprometido en los tiempos de la guerra fría en el conflicto entre los Estados Unidos y la Isla Mundial, a la que la Unión Soviética aspiraba a dominar, como ahora se vislumbra en la política de Vladimir Putin. A este respecto, es interesante recordar la opinión de Mackinder sobre Rusia, en 1919, cuando el gobierno comunista era reciente. Mackinder estaba seguro de que el leopardo jamás cambia sus manchas. La característica de los gobiernos inglés y norteamericano y los ideales de la Sociedad de las Naciones “se oponen a las políticas acuñadas en los moldes tiránicos de la Europa oriental y del corazón de la tierra, ya sean dinásticas o bolcheviques. Puede que la tiranía bolchevique sea la reacción extrema contra la tiranía dinástica, pero no es menos cierto que Rusia, Prusia y las llanuras de Hungría, con su extendida uniformidad de condiciones sociales, son igualmente favorables para la marcha del militarismo y la propaganda sindicalista”.
En los tiempos que corren, Putin formado en la disciplina de la Inteligencia Estratégica, ha decidido invadir Crimea, con la consecuencia de cercenar a Ucrania en dos segmentos, y ha dejado de lado la debilidad de las grandes democracias, que consideran a la geopolítica como una óptica humanista que rige la convivencia internacional y el respeto de los derechos humanos.
Vladimir Putin conoce por oficio la importancia de Ucrania, que fue explicada por Zbigniew Brzezinski, asesor de la Seguridad Nacional de los Estados Unidos durante la presidencia del presidente Carter, al sostener en su libro de 1997, El gran tablero. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos, que “Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio. Pero con Ucrania, automáticamente se convierte en un imperio”

(1) Francisco M. Goyogana, La Geopolítica Global. Mahan y Mackinder, Boletín del
Centro Naval ( Primera parte Nº 715 – 716, Abril – Septiembre 1978; Segunda Parte
Nº 717 – 718, Octubre 1978 – Marzo 1979; Tercera Parte Nº 719, Abril – Junio 1979 )

* Francisco M. Goyogana cursó estudios de Farmacia y Bioquímica; oficial de la Armada Argentina, retirado como Teniente de Navío Bioquímico; tuvo una prolongada trayectoria en la industria farmacéutica, miembro de la Farmacopea Argentina y redactor asociado del nuevo Capítulo "Biotecnología"en su última edición. Simultáneamente, ha publicado una cantidad de artículos científicos y en el tema histórico, diversos trabajos aparecidos en publicaciones como el Boletín del Centro Naval, Todo es Historia, etc. Ocupó el cargo de vicepresidente del Instituto Sarmiento de Sociología e Historia y Rector de la Cátedra Argentina Sarmiento. Autor de "Sarmiento y la Patagonia" Lumière (2006), "El Paradigma de la crisis" Lumière (2007), "Sarmiento y el Laicismo. Religión y política" Claridad (2011) y otros. Premios "Domingo F. Sarmiento" y "José B. Collo" otorgados por el Centro Naval.

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FASCISMO ELECTORAL: LA «DEMOCRACIA» QUE NO SE ATREVE A DECIR SU NOMBRE por Antoni Aguiló*

Ernestina Gamas | 4 marzo, 2014

Fuente:Other News

Llegar al fascismo por las urnas no es una novedad. ¿Pero qué ocurre cuando el poder fascista está intrínsecamente unido a la «democracia» y las «elecciones»?

Desde los años 90, analistas como Boaventura de Sousa Santos vienen denunciando la presencia creciente de un nuevo tipo de fascismo a consecuencia de la ofensiva neoliberal. Consiste en “una serie de procesos sociales a través de los que grandes segmentos de la población son expulsados o mantenidos irreversiblemente fuera de cualquier tipo de contrato social”. A diferencia del fascismo político de 1930 y 1940, el fascismo social no implanta un régimen de partido único que sacrifica la democracia representativa. Más bien se apropia de ella (e incluso la promueve) para chantajearla, comprarla, vaciarla de contenido y subordinarla a los dictados del capitalismo.
Hablar metafóricamente de fascismo no es exagerado. Vivimos en “democracias” que, en lugar de construirse sobre la igualdad y legitimidad, lo hacen a costa de la igualdad y la legitimidad. En el contexto actual de radicalización neoliberal, el contrato social y democrático está roto. La democracia representativa funciona en una parte significativa del mundo como cadena de transmisión de valores antisociales (corrupción, elitismo, pobreza, represión, violencia, precariedad de lo público, entre otros) difundidos mediantes formas autoritarias y excluyentes de relación que cada vez afectan a más sectores de la población y se extienden a más ámbitos de la vida. El genocidio social que Europa vive es testigo de ello: gente que se suicida, gente que pierde sus casas, gente que pasa hambre, gente excluida de la sanidad, etc. El fascismo es la transformación deliberada de vidas humanas en material desechable. El neoliberalismo, en este sentido, es una forma de fascismo cuyo fin es deshumanizar, oprimir e incluso, como dice Pere Casaldàliga, “asesinar o hacer desaparecer” a sus víctimas y adversarios.
Aunque Santos distingue varias formas de fascismo social, me permito introducir una variante complementaria: el fascismo electoral. Me refiero a la utilización interesada de los fundamentos institucionales del sistema político dominante (las elecciones partidarias competitivas) para pervertirlo y volverlo incapaz de servir al ejercicio del poder popular.
En sus Lecciones sobre jurisprudencia (curso 1762-63), Adam Smith ofrece sin reservas la hasta ahora mejor descripción del fascismo electoral:

“Las leyes y el gobierno, y esto es un hecho en todos los casos, pueden ser considerados como una coalición de los ricos para oprimir a los pobres y para preservar en su beneficio la desigualdad de bienes que, de otra forma, sería destruida por los ataques de los pobres. El gobierno y las leyes impiden al pobre hacerse con la riqueza por medios violentos que, de otro modo, emplearía contra los ricos”.
El fascismo electoral se expresa, por tanto, en el predominio de intereses plutocráticos, comerciales y bancarios sobre el Estado, las elecciones, los partidos y el resto de componentes de la institucionalidad liberal, usados como palanca para agudizar la brecha de las desigualdades y la exclusión. El aparato del Estado no se encuentra bajo el control efectivo de un partido fascista, sino de las clases propietarias y del poder corporativo capitalista, que mediante financiación electoral, sobornos, donaciones ilegales, alianzas con los medios de comunicación y la dinámica de puertas giratorias (paso del sector público al privado o viceversa), entre otras estrategias, capturan el Estado y las instituciones internacionales para expandir su ideología y obtener privilegios. El campo político-electoral funciona, pues, como un instrumento de dominación clasista para establecer un Estado empresarial entregado al gobierno indirecto de las transnacionales y las entidades financieras, socavando la representatividad política y el sentido de las elecciones. Las instituciones “representativas” se vuelven, así, irrelevantes y las elecciones un falso ritual para entronizar a los “miembros de la clase dominante que han de representar y aplastar al pueblo en el Parlamento” (Marx). Allí donde opera el fascismo electoral, la ilegitimidad institucional es tal que la “democracia” representativa se vuelve un eslogan vacío: la gente vota, pero no decide; no vota a políticos, sino a funcionarios del capital; no se forman Parlamentos, sino Consejos de Administración. En estas condiciones, no resulta extraño que, para salvar la democracia, primero haya que salvarse de ella.
No se trata de un fenómeno nuevo ni coyuntural. Las connotaciones fascistas de la democracia liberal siempre han marcado su historia con mayor o menor intensidad. Lo que ocurre es que hoy el neoliberalismo ha exacerbado estas connotaciones de manera obscena, sobre todo en el sur de Europa. La historia de la democracia representativa liberal es la historia de su apropiación y vaciamiento de sentido por las clases propietarias dominantes. La Revolución estadounidense fue llevada a cabo por acaudalados colonos blancos que no abolieron la esclavitud, ni garantizaron el voto a los varones sin bienes (y menos aún a las mujeres), ni renunciaron al genocidio de los indios. Los padres de la Revolución y artífices de la Constitución no eran partidarios de la democracia, sino de un gobierno aristocrático y antipopular. Por eso se preocuparon de introducir disposiciones legislativas que protegieran los intereses de comerciantes, dueños de esclavos y especuladores, evitando la distribución democrática de la riqueza y el poder político.

El fascismo electoral presenta, en su versión neoliberal, unos rasgos específicos que lo hacen identificable, entre ellos:
1) El poder de los no electos. Se trata del poder ilegítimo (en cuanto que no ha sido refrendado por mecanismos democráticos) e invisible (porque se sitúa fuera de los focos del poder formal) de quienes carecen de legitimidad de representación pero gozan de capacidad para imponer decisiones (muchas veces con la connivencia de los electos) que afectan a la vida de las personas. Es el poder real de decisión de los mercados, élites empresariales, bancos centrales, organizaciones financieras internacionales, la Troika, agencias de calificación, etc.
2) Privatización de la democracia representativa. El caso de Grecia e Italia, donde se suspendió la democracia electoral para instaurar gobiernos tecnocráticos al margen de procesos electorales, es demostrativo del poder de los no electos. En Italia, donde ninguno de los tres últimos primeros ministros (Monti, Letta y Renzi) ha pasado por las urnas, el fascismo electoral ha alcanzado tintes dramáticos. La banalización de la política y las elecciones ha propiciado la privatización de la democracia parlamentaria, conduciendo a un escenario marcado por la pérdida de representatividad de las clases sociales y sus intereses, el desmantelamiento de derechos, el debilitamiento de la esfera pública, la sustitución de la política por el marketing electoral y la presencia en el seno de las instituciones de sociabilidades antipúblicas y antidemocráticas.
3) Desconstitucionalización. El fascismo electoral contemporáneo no necesita derogar formalmente las Constituciones vigentes, le basta con no aplicarlas o con ponerlas a disposición de los no electos para que las adapten a sus intereses particulares. La reciente abolición del sistema público de atención médica primaria en Grecia, que prepara el camino para su privatización, demuestra que el fascismo adopta por la vía parlamentaria formas nuevas, en este caso la de un apartheid sanitario legalizado.
4) Pseudobipartidismo. El fascismo electoral se sostiene sobre un sistema formado por dos partidos de masas mayoritarios (“las dos muletas turnantes” del gobierno, según la expresión de Unamuno) que, a pesar de estar cada uno socialmente deslegitimado, aún cuentan con la suficiente fuerza y fidelidad para someter la soberanía popular a la voluntad elitista que mutila derechos y arrasa la democracia. Mediante distintos mecanismos (pactos de gobernabilidad, bloqueo institucional, reformas constitucionales exprés, mentiras electorales, blindaje frente a demandas democráticas, etc.), el sistema asegura la transición ordenada entre partidos casi idénticos a merced de intereses antidemocráticos. Ello genera el espejismo de una libertad de voto que garantiza la continuidad del fascismo electoral, cuyos brazos parlamentarios actúan como una suerte de guardia pretoriana que, en la práctica, hace trizas el derecho a elegir real y efectivamente.
5) Demofobia. Durante siglos, democracia fue una palabra odiada por estar vinculada a las masas pobres e ignorantes, a las pasiones, la demagogia y la ingobernabilidad. Sin embargo, el miedo a la democracia sigue siendo una constante del fascismo electoral, pues no hay peor amenaza para las élites en el poder que la participación popular. Como lo pone de manifiesto el antidemocratismo de Bobbio, “nada hay más peligroso para la democracia que el exceso de democracia”.
Urge combatir el fascismo electoral y sus efectos. Para ello es necesario intensificar y articular las luchas institucionales y extrainstitucionales que apuntan a la construcción de democracias reales. Lo que estas luchas tienen en común, más allá de su diversidad, es el esfuerzo por democratizar la vida social, el poder económico y el poder político. Hoy, las luchas por la democracia real se libran en tres frentes complementarios: 1) luchas por una democracia representativa capaz de hacer de las urnas y de la representación política una conquista popular (leyes electorales proporcionales, democratización de los partidos, revocabilidad de cargos y funciones, rendición de cuentas, rotación y desprofesionalización, apertura a la participación de organizaciones no partidarias, entre otras medidas). 2) Luchas por una democracia participativa y deliberativa (referéndums vinculantes, ILP, presupuestos participativos, consejos sectoriales, plenos ciudadanos, democracia digital, etc.). Y 3) luchas por la complementariedad social e institucional entre formas de democracia radical (asamblearismo popular, organización desde abajo, autogestión, etc.) y otras modalidades de participación.

*Filósofo político y profesor del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Artículo enviado a Other News por el autor.

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