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EDITORIAL DICIEMBRE 2021

Con-Texto | 15 diciembre, 2021

Desde mayo del 2012 y ya tocando el fin de éste 2021,  resulta reconfortante el acompañamiento de ustedes. Agradezco   en primer lugar a todos los que con sus colaboraciones, artículos y comentarios ayudaron a enriquecer este espacio.  Y a los que siguen interesándose y leyendo  cada envío.

Siempre ha sido línea editorial la defensa  de la independencia de poderes en una democracia republicana con el pilar de la  libertad  de expresión y por tanto la libertad de prensa.

2021, un año lleno de barquinazos y de sorpresas. Ha  cambiado la relación de número  de  diputados y senadores que ahora integran el Congreso. No quedará otra forma que poner en práctica  La Política. Es de esperar que todos estén sentados en sus bancas a la hora de discutir las leyes. Porque esto no es un punto de llegada para los elegidos sino un punto de partida para los que nos representan.

Arduos y complejos serán los dos años que faltan para la elección de nuevo Presidente. No es momento de empezar a hacer campaña ni de riñas estériles. Los sueldos de cada uno y de sus numerosos asesores pesan sobre los hombros de los ciudadanos. Responsabilidad y trabajo.

Nuestra mirada  estará atenta,  también vigilante y comprometida con la actuación de jueces cuya función es fallar de acuerdo a la ley y no en actitud militante.

Aunque inútil, una línea para las cabezas del Ejecutivo. Busquen en el diccionario la palabra OXÍMORON. Eso es lo que son ustedes, un persistente mensaje de contradicciones!!!!!! Realmente agotador.

Les deseo a todos un sosegado fin de año y un comienzo con el ánimo necesario para participar y cuestionar los desvíos de nuestros dirigentes.

Que tengan todos Felices Fiestas!!!! 

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GLASGOW: “NOSOTROS, LOS PUEBLOS, COMPELIDOS A LA REBELIÓN “ por Federico Mayor Zaragoza*

Con-Texto | 15 diciembre, 2021

Fuente: Other News

A pesar de los excelentes informes científicos que, una vez más, alertaron sobre la necesidad de adoptar medidas apremiantes y poner en práctica sin ulterior demora los Acuerdos de París sobre el cambio climático y la Agenda 2030 de la Asamblea General de las Naciones Unidas “para transformar el mundo“,… a pesar de la presencia de múltiples y activas instituciones y representantes de la ciudadanía mundial, con múltiples jóvenes de especial capacidad informativa… a pesar de países convencidos de la impostergable necesidad de resolver, sin vacilaciones, las presentes tendencias… al final ha sido, de nuevo, el “gran dominio”(financiero, militar, energético, digital , mediático) el que ha aplazado, con total irresponsabilidad intergeneracional, la adopción de medidas que pudieran detener, todavía , la presente deriva ecológica.

 Desde hace décadas -no me canso de repetirlo- han sido múltiples las comunidades, especialmente la científica, que han llamado la atención sobre la necesidad de un cambio radical en la gobernanza mundial, indicando la urgencia de una acción conjunta a escala global a través de un multilateralismo democrático ponderado y eficiente, que permitiera, además, resolver los conflictos por la fuerza de la razón en lugar de seguir haciéndolo, desde el origen de los tiempos, por la razón de la fuerza.”Si quieres la paz, prepara la guerra”: este perverso adagio ha sido puntualmente seguido por el poder absoluto masculino que ha tenido en sus manos las riendas del destino común a través de los siglos… hasta  hoy mismo en que se invierten diariamente -lo repetiré mientras no se resuelva- más de 4000 millones de dólares en armas y gastos militares, al tiempo que mueren de hambre y pobreza extrema miles de personas, la mayoría niñas y niños de uno a cinco años de edad.

 A pesar de los intentos de tres Presidentes demócratas norteamericanos de pasar de la fuerza a la palabra -Wilson en 1919; Roosevelt en 1945, y Obama en 2015- lo cierto es que sus esfuerzos en favor del multilateralismo han sido contrarrestados invariablemente por las convicciones hegemónicas que hoy, desoyendo las alarmas por procesos irreversibles que amenazan a la humanidad en su conjunto por primera vez en la historia, están conduciendo a un claro deterioro de las condiciones de habitabilidad de la Tierra.

 El incumplimiento de los deberes urgentes por parte de las presentes generaciones puede conducir, sin remedio, a que las venideras vean gravemente lesionados sus derechos.

 Desde los años 50 del siglo pasado, la UNESCO -con la creación de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, los programas geológico, hidrológico y oceanográfico y “El Hombre y la Biosfera “- … y el Club de Roma -advirtiendo sobre los límites del crecimiento -…. y la Academia de Ciencias de los Estados Unidos en 1979, subrayando el papel del agua marina…y, después, ¡dos “Cumbres de la Tierra”! (en Rio en 1992 y Johannesburgo en 2002)… y la “Carta de la Tierra” en 2000….y la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz (Naciones Unidas 1999)… directrices siempre marginadas por los grupos plutocráticos neoliberales (G-6,G-7,G-8,G-20) impulsados por los presidentes de los EEUU pertenecientes al Partido Republicano…

 ¡Al fin!, en aquel otoño de esperanza de 2015, se firman con el Presidente Obama los Acuerdos de Paris y la Resolución de las Naciones Unidas sobre la Agenda 2030 y los ODS… Deber de memoria: a los pocos meses llegó el presidente Trump y, acto seguido, dijo que Norteamérica no llevaría a la práctica ninguno de los convenios firmados por su antecesor… Y la Unión Europea, incapaz de oponerse, silenciosa,… porque para adoptar algunas medidas debe hacerlo por unanimidad… ¡que es la antítesis de la democracia…! Después de seis años de retraso, llegando ya al borde del abismo, se abrieron, al principio de la COP-26, ciertas expectativas por “compromisos alcanzados entre los grandes poderes”… pero resultó luego que eran compromisos “¡no vinculantes!”…

 ¡Qué oprobio, qué desvergüenza! Si no son vinculantes no son compromisos. De esta manera ha concluido la gran ocasión de Glasgow en la incertidumbre y desesperanza, porque es evidente que buena parte de la ciudadanía consciente ve desaparecer las últimas posibilidades de enfrentar y reconducir la situación presente.

 Será necesario, en consecuencia, modificar sustancialmente el comportamiento cotidiano, el estilo de vida, antes de que se alcancen líneas rojas en el deterioro ecológico… La ciudadanía ya no puede ser, en buena medida, “espectador distraído” de lo que acontece. El Ártico se está fundiendo y no sólo los rayos solares carecen de “espejo” para reflejarse, sino que el permafrost ha acumulado durante siglos grandes bolsas de metano que, al liberarse, tienen un efecto mucho peor que el anhídrido carbónico sobre el cambio climático.

Está claro que, ahora sí, la solución es “Nosotros, los pueblos”, como se escribió lúcida pero prematuramente en la primera frase de la Carta de  las Naciones Unidas. En 1945, los “pueblos” carecían de voz y la inmensa mayoría de los seres humanos nacía, vivía y moría en unos kilómetros cuadrados… Las posibilidades de información residían en el entorno inmediato. Eran, lógicamente, temerosos, obedientes, silenciosos, sumisos. Desde hace unas tres décadas, ya pueden expresarse libremente de forma progresiva, en buena medida gracias a la tecnología digital, y se ha eliminado, en alto grado, la discriminación por razón de género, sensibilidad sexual, ideología, creencia, etnia…

 Ahora sí, por fin, “los pueblos“ ya pueden participar activamente a nivel local, regional, global. Con grandes clamores populares puede lograrse que se elimine la gobernanza plutocrática y se refuerce el multilateralismo democrático… Ahora, “los pueblos“ ya pueden exigir que las ojivas nucleares dejen, de una vez, de constituir una intolerable “espada de Damocles” para el conjunto de la humanidad… Y que los paraísos fiscales desaparezcan del mapa, y que un nuevo concepto de seguridad disminuya los inmensos dispendios en armas y gastos militares actuales y permita que los habitantes de territorios tan bien protegidos con los sistemas de defensa actuales tengan acceso a la alimentación, al agua potable, a servicios de salud de calidad, a una educación para todos a lo largo de toda la vida, al cuidado adecuado del medio ambiente… Los pueblos actuarán, por fin, porque la propia Declaración Universal de Derechos Humanos -¡maravillosa previsión¡- así lo indica en el segundo párrafo del preámbulo: …“a fin de que los seres humanos no se vean compelidos al supremo recurso a la rebelión…”. Hace pocos días publiqué “Glasgow, conciencia mundial para cambiar de rumbo”. Hoy –a la vista de los pocos resultados de la COP-26 y, sobre todo, del anuncio, tan inoportuno como descorazonador, de que la UE reforzará sensiblemente en muy breve plazo su potencia militar-  está claro que debe ser la ciudadanía consciente la que, “compelida a la rebelión”, logre, voces y manos unidas, las transiciones que son exigibles antes de que se alcancen puntos de no retorno. Y “los pueblos”, mirando a los ojos de nuestros descendientes, vamos a exigir gobiernos que procuren un multilateralismo diligente, unas Naciones Unidas capaces, todavía, de adoptar las medidas más apremiantes para los cambios radicales que no admiten mayor demora. Compelidos a la rebelión, vamos a lograr cambiar, en poco tiempo, la fuerza por la palabra. Vamos a inventar otro futuro.

                                                                                                                                          15 de noviembre de 2021.

*Federico Mayor Zaragoza (Barcelona, 1934)  Doctor en Farmacia por la Universidad Complutense de Madrid (1958), ha sido catedrático en diferentes universidades españoles y ha desempeñado numerosos cargos políticos, entre otros el de ministro de Educación y Ciencia (1981-82). Entre 1987 y 1999 fue director general de la Unesco. Actualmente es presidente de la Fundación para una Cultura de Paz. 

 

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FIN DE ÉPOCA Y DEMOCRACIA por Carlos Gabetta*

Con-Texto | 15 diciembre, 2021

Fuente, Perfil

Todo “fin de época” de la historia humana estuvo determinado por avances científicos y tecnológicos y por los cambios estructurales que estos generaron en los sistemas productivos y modelos económicos. A su vez, esos cambios provocaron verdaderas revoluciones en las relaciones culturales, sociales y políticas. La Revolución Industrial, iniciada a finales del siglo XVII, condujo al ocaso de las monarquías, a la Revolución Francesa de 1789 y las democracias republicanas. Al régimen feudal le había ocurrido algo similar y así fue, con las variantes del caso, en todos los tiempos.

Lo que determina el fin de época actual es su carácter planetario y su prodigiosa velocidad. La informática, internet, conquistas del desarrollo científico y tecnológico de estos tiempos, ponen ante los ojos y en la mente de todos los habitantes del planeta los problemas y dilemas del mundo actual, determinados por la “tecnificación” del trabajo. La robótica y la automatización harán desaparecer no solo a los obreros industriales, sino también del sector servicios y el comercio. Ya no serán necesarios choferes ni pilotos de avión; los drones nos traerán la comida y otras compras a casa, si no es que ya nos alimentamos de productos de laboratorio y nos vestimos con un aura termoluminosa que dibuja pantalones y polleras y les altera el look según las necesidades puntuales del usuario, que llevará todo su vestuario… en un chip. El teléfono celular no tardará en devenir un chip en el cerebro, o por ahí. Ídem con la computadora, la tableta…

Cualquiera podría hoy hacer estas proyecciones hasta lo que podría considerarse un delirio; pero Leonardo Da Vinci también fue un delirante del siglo XV, cuando diseñó un helicóptero, materializado recién 500 años después. Pero internet apareció hace solo cuarenta años e imaginar esos cambios ya no es un delirio, porque se constatan día a día.

Todo esto también hace posible imaginar, sin delirio alguno, un planeta pacífico, republicano, igualitario y semiocioso, ya que los bienes materiales podrían estar al alcance de todos, gracias a la prodigiosa revolución productiva. Así, la consigna “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”, la propuesta de Karl Marx de hace casi dos siglos, entonces ilusoria, hoy sería realizable.

Pero no es ese el caso ni la tendencia, al menos por ahora. Los humanos de hoy nos adentramos en la fase de crisis cultural, social y política, característica de toda transformación histórica profunda. Las desigualdades y los problemas estallan en todos los países, con múltiples variantes, pero en todos. No hay más que observar la crisis migratoria y de inseguridad planetarias, el crimen organizado, la corrupción, los conflictos territoriales, civiles y militares y, sobre todo, la decadencia político-cultural, que está en la base de las crisis que atraviesan las democracias republicanas. ¿Qué otra explicación tiene que Donald Trump, Jair Bolsonaro, Marine Le Pen y Cristina Fernández, por citar solo a algunos, sean líderes en países de histórico y profundo desarrollo cultural? Los excluidos del sistema podrán no comer ni ir a la escuela, pero tienen celular y acceso a internet, donde podrían educarse e informarse correctamente, pero donde hoy no absorben más que fakes, consignas, propaganda político-comercial y tonterías, algo que también afecta a las clases media y alta, sobre todo a los jóvenes.

Por último, todo fin de época concluyó en guerras: feudales, monárquicas, republicanas. ¿Alguien puede imaginar hoy las consecuencias de un conflicto planetario nuclear, quimio-bacteriológico, informático? Es posible que la humanidad, o al menos algunos, se adaptase a un cambio climático, otro problema de hoy, pero de una guerra semejante no quedaría ni el agua.

De las generaciones actuales depende empezar a torcer el rumbo hacia algún tipo de socio-republicanismo mundial, o resignarse a una crisis planetaria tal vez definitiva.

*Periodista y escritor.

 

 

 

 

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POR QUÉ LA ULTRADERECHA ESTÁ CRECIENDO A LOS DOS LADOS DEL ATLÁNTICO NORTE Por Vicenç Navarro*

Con-Texto | 15 diciembre, 2021

A los dos lados del Atlántico Norte estamos viendo hoy un crecimiento muy marcado de partidos políticos de ultraderecha, junto con un desplazamiento de partidos de derechas mayoritarios hacia posturas de ultraderecha. Miren los datos y lo verán. En Estados Unidos el trumpismo, que controla hoy el Partido Republicano, en lugar de estar disminuyendo su apoyo electoral lo ha ido aumentando y es probable que, de seguir las tendencias, llegue a controlar el Congreso y el Senado de los EEUU en 2022 y también recupere la presidencia en 2024. En Europa la ultraderecha ha ido también aumentando en una gran mayoría de países y solo en algunos pocos países ha descendido. En España, por ejemplo, las últimas encuestas señalan como Vox y el PP están subiendo a un nivel con el cual podrían llegar a conseguir una mayoría parlamentaria, todo ello ayudados por un sistema electoral escasamente democrático que, como ocurre en la mayoría de los países del Atlántico Norte, les favorece.

Las causas del crecimiento de la ultraderecha

Hay dos hechos que, en gran parte, explican este crecimiento de la ultraderecha. Uno es la enorme crisis económica y social que vive la mayoría de tales países y que determina, a su vez, una gran crisis política. Estas crisis responden a causas comunes, entre las cuales hay que destacar el enorme daño causado al bienestar de las clases populares (que son la mayoría de la población) por la sostenida aplicación -por muchos años- de las políticas neoliberales, que han determinado un gran crecimiento de las desigualdades con un aumento muy marcado del bienestar de los sectores más pudientes de la población, a costa de un gran descenso en la calidad de vida de la mayoría de la ciudadanía.

Los datos no pueden ser más contundentes. Si analizamos la evolución de las rentas de la propiedad del capital en comparación con las rentas del trabajo (ambas como porcentaje de la renta nacional), vemos cómo las rentas del trabajo (de las cuales derivan los ingresos la totalidad de las clases populares en cualquier país) descendió muy marcadamente durante los últimos 40 años. Esta pasó en Estados Unidos de representar en 1978-1980 un 70% de todas las rentas a un 63% en 2012; en Alemania de un 70.4% a un 65.7% en el mismo periodo; en Francia de un 74.3% a un 68.2%; en Italia de un 72.2% a un 64.4%; en el Reino Unido de un 74.3% a un 72.2%; en el promedio de la Unión Europea de los 15, de un 72.9% a un 66.5%; y en España de un 72.4% a un 58 4%. Este gran descenso en las rentas de trabajo ha ido acompañado de un incremento de las rentas del capital, desigualdades que se han acentuado todavía más durante la pandemia.

Este aumento en las desigualdades se inició a partir del final de los años 70 con el presidente Carter y se expandió en los años 80 con el presidente Reagan en EEUU y la señora Thatcher en La Gran Bretaña, continuando más tarde en el resto de Europa, con el abandono de las políticas redistributivas que habían caracterizado a los partidos de izquierda gobernantes y su sustitución por las políticas liberales (característico de La Tercera Vía), causando un gran retroceso (e incluso desaparición en algunos países) de la socialdemocracia. Tal abandono de las políticas redistributivas causó un abandono masivo de su base electoral, predominantemente de las clases populares y muy en particular de las clases trabajadoras. En Italia y en Francia, la socialdemocracia prácticamente desapareció. En España, descendió muy marcadamente, salvándole la rebelión de las bases de tal partido, lideradas por el dirigente anti-aparato Pedro Sánchez (situado a la izquierda de lo que sostenía tal aparato). Fue el triunfo del guerrismo (sin Alfonso Guerra) y del borrellismo (con Pepe Borrell) dentro del PSOE. Sin lugar a dudas el surgimiento de Podemos, heredero del movimiento de los indignados, fue determinante para que tales cambios ocurrieran.

La desaparición de los partidos de tradición socialdemócrata creó un enorme vacío que explica el atractivo de los partidos que se presentaron como anti-establishment, es decir la ultraderecha reaccionaria que se caracterizó por una idealización del pasado, señalando que «en el pasado vivíamos mejor». Esta ultraderecha es la defensa a ultranza entre los sectores económicos y financieros (y sus instrumentos políticos y mediáticos) de sus privilegios, movilizando los temas identitarios de los cuáles el crecimiento del nacionalismo imperial y conservador, así como del racismo y del machismo adquieren gran importancia.

¿Cómo responder a esta situación?

Es de una enorme importancia y urgencia recuperar las políticas redistributivas que reviertan el enorme crecimiento de las desigualdades, interviniendo en todas las áreas (de las fiscales a las reformas laborales) del quehacer público, a fin de garantizar el bienestar de las clases populares, reduciendo el porcentaje de las rentas derivadas del capital a costa del aumento de las derivadas del trabajo. La respuesta más visible mediáticamente que ha ido en esta dirección ha sido la reaparición en EEUU de las políticas redistributivas en el Partido Demócrata, vencedor de las últimas elecciones presidenciales, liderado por el candidato Biden que, al ganarlas, intentó recuperar la línea «New Deal», con un programa que compaginaba la reforma climática con la social. La victoria del Partido Demócrata no fue, sin embargo, un voto pro Biden sino un voto anti Trump. En realidad, el Partido Demócrata estaba (y continúa) muy desacreditado precisamente por su identificación con el liberalismo. La astucia de Biden fue intentar recuperar el apoyo popular enfatizando sus propuestas redistributivas con elevado contenido social (ver mi artículo «El fin del neoliberalismo y la búsqueda de alternativas»). El elevado nivel de popularidad de las propuestas (incluyendo entre amplias bases electorales del Partido Republicano) parecían confirmar la certeza y sabiduría de tales medidas.

Ahora bien, la resistencia por parte de sectores del aparato del Partido Demócrata, así como de sus legisladores próximos a intereses financieros y económicos (cuyos privilegios quedarían afectados por tales medidas) han estado debilitando tales propuestas, de manera tal que ha creado un gran movimiento de frustración, decepción y desmovilización, aprovechado por el trumpismo para movilizar sus bases y conseguir derrotar a un gran número de candidatos demócratas en las elecciones estatales y municipales de hace una semana, que podría ser el prólogo de lo que podría ocurrir en las elecciones al Congreso y Senado del 2022.

La situación en España

En España las medidas tomadas por el Gobierno de Coalición de izquierdas tienen una clara vocación redistribuidora, muy necesaria (pero todavía insuficiente) para corregir las enormes desigualdades existentes en el país. Pero una tensión existe dentro del Gobierno de coalición, que no es solo entre la UP (Unidas Podemos) y el PSOE, sino que atraviesa también el PSOE, y es definitorio de lo que pase en el futuro (incluyendo la continua expansión de las ultraderechas), tensión que tiene elementos comunes con lo que está pasando ahora con las propuestas New Deal en Estados Unidos del Presidente Biden. La resistencia del establishment económico y financiero español, siempre muy influyentes en los equipos económicos del PSOE, se está sistemáticamente oponiendo a los elementos más impactantes de las políticas redistributivas, tales como las propuestas fiscales y la eliminación de la reforma laboral del PP. Esta resistencia está enlenteciendo la propuesta de cambio, que como en Estados Unidos está desalentando y debilitando el apoyo popular al cambio propuesto por el Gobierno. Estos frenos al necesario cambio son la causa de la desmotivación y falta de apoyo al Gobierno Demócrata de Estados Unidos y podría ocurrir también aquí con el Gobierno de Coalición en España. Es frustrante que la dirección del PSOE parece no ser consciente de ello lo cual puede significar un enorme coste para el país. Imagínense por un momento que el trumpismo gobernara en EEUU y la coalición de los partidos de ultraderecha gobernaran en España. Esto podría ocurrir y la responsabilidad de que ello ocurriera seria la excesiva moderación y complicidad de sectores importantes de las izquierdas gobernantes con los poderes económicos, financieros y mediáticos del país, máximos beneficiarios de las enormes desigualdades que existen a los dos lados del Atlántico Norte y que harán todo lo posible para mantener sus privilegios. La historia de España está llena de ejemplos de ello.

*Profesor de Health and Public Policy en The School of Public Health, The Johns Hopkins University; Catedrático Emérito de Ciencias Políticas y Sociales, Universitat Pompeu Fabra. 

 

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NOS ECHAN, PERO VOLVEREMOS…por Calos Gabetta*

Con-Texto | 15 diciembre, 2021

Fuente: Perfil

“Resiliencia”, un nuevo libro del franco-argentino Jérôme Guillot rememora las luchas, padecimientos y esperanzas personales, familiares y políticas suscitados por la dictadura cívico-militar 1976/83, a través de 53 testimonios sobre el intercambio y solidaridad franco-argentina de esos años trágicos.

Los testimonios reunidos en este libro son puntuales, referidos a momentos, situaciones precisas. Y justamente, su mérito es que el conjunto ofrece una síntesis detallada, sentida, de lo vivido en aquellos años por ciudadanos que militaban tanto en grupos armados como en partidos republicanos o el sindicalismo; o por pensar, estudiar, hablar o escribir; o sólo por ser amigo o vecino de alguien. La odisea del exilio y sus enseñanzas.

Jerôme Guillot es franco-argentino, pero aunque nació y se educó en Francia, oyéndolo hablar pasa por un porteño educado en colegio francés. Esta es otra de las claves del libro: cuenta la experiencia vivida entonces por argentinos, franceses o franco-argentinos en Argentina y en Francia, bajo la orientación de un autor que tiene el cerebro, el corazón y las costumbres tanto de un lado como del otro.

En lo que me toca, siendo mi ascendencia cento per cento italiana, llegué a Francia sin hablar palabra del idioma, pero acabé trabajando como periodista para medios franceses y hoy paso por argento-francés, al revés de Jerôme. Algo que les ocurrió a muchos exiliados en los diversos países de acogida, tanto en América como Europa y los países entonces socialistas; sobre todo en aquellos que concentraron a la mayoría y más próximos culturalmente: Venezuela y México en la región; España, Italia y Francia en Europa.

Los argentinos que hicimos la experiencia francesa nos adentramos en un sistema, una cultura, que ya había pasado por momentos incluso peores al nuestro, pero había aprendido de eso. Ya era una democracia plena, en el sentido de que no sólo venía de arriba, de leyes y gobiernos, sino que también era ejercida por la mayoría de la población. 

Escuchamos anécdotas personales de la ocupación nazi y el colaboracionismo de media Francia, sus dramas, miserias y heroísmos. A mediados de los ’70, cuando llegamos, se vivían los coletazos, avances y retrocesos de mayo del ’68. Pero todo sintetizado, y para mejor.

En las ciudades, los motociclistas ponen el guiño incluso antes de salir del carril, y nunca te pasan por la derecha. Y si alguien lo hace, es repudiado por todo el mundo; si no es que acaba multado o preso. Un día, casi apenas llegado, me sumé a una enorme manifestación contra la dictadura de Pinochet; decenas de miles marchando por un carril de los Campos Elíseos, sin obstruir el tráfico. Pero apenas dos cuadras después se detuvo y comenzó a dispersarse en orden. Consternado, pregunté qué pasaba y recibí por respuesta que “tenían permiso hasta ese punto y esa hora”. Esa noche y al día siguiente, todos los medios

reprodujeron los reclamos de los manifestantes. Igual que aquí, donde levantando las mismas justas banderas, obstruimos a media ciudad y después no se habla más que de los problemas ocasionados al transporte público, trabajadores, comercios, escuelas; a todo el mundo. Los argentinos nos sorprendimos con la puntualidad, el respeto y los modales franceses; ellos con nuestro estilo confianzudo y a veces irrespetuoso; el “que hacés, loco” (hoy “boludo”), que tanto los divertía como escandalizaba. A todos se nos reveló la influencia del argot francés en nuestro lunfardo; de su cultura en la nuestra.

Y viceversa. Porque a los argentinos se nos hizo evidente la imagen y la influencia cultural que nuestro país ha tenido en el mundo. El tango, por supuesto, pero también la literatura, la música clásica, la plástica, el teatro, el cine, el deporte, la educación, las ciencias, los premios Nobel. En la historia, la gesta de San Martín; la Constitución de 1853; la educación pública, laica, gratuita y obligatoria desde 1884; la Reforma Universitaria de 1918; el voto femenino desde 1949… hasta este presente de injusticia, corrupción y pobreza. Aquella Argentina dejó en el mundo una imagen de opulencia, sabiduría y progreso. Es la razón por la que los europeos preguntan: ¿a ustedes, qué les pasa… 

La experiencia del exilio fue variada, según la historia y cultura de cada país, pero positiva en la mayor parte de los casos, porque incorpora y sintetiza experiencias ajenas. En países de gran desarrollo económico y cultural, como Francia y en general la actual Unión Europea, los “subdesarrollados” comprobamos que todos hemos vivido las mismas historias, sólo que algunos países son más viejos y están en etapas superiores. Que en ninguna parte “están todos los que son, ni son todos los que están”, pero que en los países más viejos se los distingue mejor, tanto en los gobiernos como en los parlamentos y la justicia, pero sobre todo entre y por los propios ciudadanos. También aprendimos que nada es definitivo y que las conquistas materiales,

sociales y políticas deben ser preservadas, que el tiempo, los hechos y ciertas gentes las ponen en peligro. “La historia se desarrolla en círculos sucesivos”, como señaló el napolitano Vico hace cientos de años.

En fin, que “Resiliencia”, en testimonios simples y sin pretensiones, rememora tiempos duros, tristes, trágicos, compartidos por argentinos y franceses. Todos guardamos de esos tiempos el recuerdo emocionado de la solidaridad humana y la experiencia de lo que no hay que volver a hacer y de lo que hay que hacer mejor; para que no se repitan.

*Periodista y escritor.

 

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FASCISMO Y COMUNISMO, ¿VOLVIMOS AL PUNTO DE PARTIDA? Por Loris Zanatta*

Con-Texto | 15 diciembre, 2021

Todo cambia en la historia, pero nada desaparece por completo; mitos e ideas, odios y amores que animaban a ambos extremos van y vienen, se desvanecen y vuelven

Fascismo y comunismo, ¿volvimos al punto de partida? ¿Los fantasmas del siglo XX revolotean sobre el XXI? La derrota de los fascismos en 1945, el colapso de los comunismos en 1989, ¿fueron espejismos? Así parece. No hay elección latinoamericana donde no se los evoque, político que no se sienta en trinchera contra uno u otro, académico que no los mencione. ¡Cuántos pontifican sobre la paja en ojos ajenos, sin darse cuenta de la viga en los suyos! Los liberales se han vuelto libertarios y ven comunismo en todas partes. Incluso en la socialdemocracia, tan odiada por los comunistas: “revisionista”, le decían para excomulgarla. ¡Ojalá existiera un verdadero socialismo democrático en América Latina! Aunque a veces disparen al aire y sus histerismos recuerden al celebre senador McCarthy, hay que admitir que tienen sus razones. De hecho, muchos socialdemócratas han vuelto a ser populistas de viejo cuño: en silencio, sin decírselo a nadie, especialmente a sí mismos. En el fondo, piensan que el comunismo es una inocente utopía cristiana, una buena idea mal aplicada. Y ven fascistas en todas partes. Poco importa que los antiguos fueran estadolátricos y los de ahora estadofóbicos: lo que no mata engorda.

En cierto modo es comprensible, incluso inevitable: todo cambia en la historia, pero nada desaparece por completo. Mitos e ideas, odios y amores que animaban a fascistas y comunistas van y vienen, se desvanecen y vuelven. Por eso hablamos de fascismos eternos, de comunismos eternos. Siempre que nos entendamos: aludimos así a un conjunto de características de la personalidad totalitaria, su mentalidad, psicología, creencias. Hoy la mayoría de los fascistas y los comunistas se amoldó al sistema democrático; hay muchos comunistas y poco regímenes comunistas, muchos fascistas y ningún régimen fascista.

Para mí –y creo que para la mayor parte de mi generación– el regreso de estos fantasmas es motivo de decepción, desaliento, frustración. Transmite una sensación de fracaso, una grotesca impresión de déjà-vu. Crecidos en el mito del comunismo y en el odio contra el fascismo, nos costó mucho reconocer las similitudes entre ambos. Y más aún las virtudes de la “democracia burguesa” y de la economía de mercado, blancos predilectos de nuestro desprecio juvenil. Cambiar de opinión duele, y cambiarla mucho duele mucho. Pero la tarda y fanática violencia de los 70, y el lúgubre declive del comunismo en los 80, fueron escuelas de vida. ¿Cómo fingir que no pasaba nada? ¿Bajo qué certezas refugiarse, cuando las que teníamos habían mostrado su horrible mueca? Por tanto, muchos llegamos a la conclusión de que “democracia” es un sustantivo que no tolera adjetivos. Que nada como “el método de la libertad” favorecía nuestros ideales de progreso e inclusión, cooperación social y promoción individual. O la izquierda aceptaba los principios del pluralismo político y de la libertad económica, o de ella solo quedaría la pulsión paternalista en el mejor de los casos, tiránica en el peor, disfrazada de superioridad moral. O la derecha se sacaba de encima de una vez por todas las sombras autoritarias del pasado y la arrogancia clasista, o nadie creería nunca en su conversión liberal y democrática.

Varias cosas me hicieron pensar en todo esto en los últimos tiempos. La entrevista concedida por Lula a El País de Madrid y las declaraciones de José Antonio Kast durante la campaña electoral chilena; los documentos del Grupo de Puebla y las redes transnacionales de la “nueva derecha” latinoamericana. Y muchos otros hechos y dichos, muy desparejos pero sintomáticos de un clima, unos tic, unas afinidades.

Kast tiene razón al señalar que mientras la dictadura chilena fue transitoria, la cubana es permanente: en esto radica una diferencia clave entre regímenes autoritarios y totalitarios. Pero reivindicar a Pinochet, como Bolsonaro reivindica a la dictadura brasileña, no es la mejor manera para convencernos de sus credenciales democráticas. Evitaría celebrar historias tan cruentas y dolorosas: por unos votos más, ¡cuántas tensiones! ¿Cómo gobernar entre tanto odio? Déjelas a los historiadores, no nos roben el oficio.

En la otra vereda, la izquierda es aún peor: además de los horrores del pasado, ¡bendice los presentes! Aquí también: comparto el enfado de Lula por la picota que sufrió, me disgusta la manipulación de la justicia en su contra. Pero blanquear como si nada los autoritarismos afines a sus ideales, es un gran salto. Un salto que él y el Grupo de Puebla dan sin problemas. Falso, tergiversaron sus palabras sobre las “dictaduras de izquierda”, tronó el Partido de los Trabajadores. Escrito así, entre comillas: cuando el parche es peor que el agujero.

Hay que tener pelos en el estómago para tragarse el régimen sandinista, hay que tomar mucho antiácido para digerir al chavista, hay que ser muy cara dura para defender al castrista. ¿Cuba? Sus problemas deben ser resueltos por el pueblo cubano, dicen los “progresistas” latinoamericanos. ¡Qué argumento tan cínico! ¿Cuándo fue que el régimen le dio al pueblo la posibilidad de hacerlo? Vaya hipocresía. ¿Por qué, se preguntan con candor, Angela Merkel puede gobernar dieciséis años y Ortega no? Sobre la represión, el control del poder judicial, el fraude electoral, los presos políticos, no dicen nada: Nicaragua como Alemania. ¿Son o se hacen? ¿Realmente no distinguen a un monarca absoluto de un primer ministro constitucional? ¿Una autocracia de una democracia? Da vergüenza. Igual que el apoyo a Maduro. Hasta las piedras saben que la cancha electoral venezolana está inclinada: el ridículo caso de Barinas acaba de confirmarlo. Para los de Puebla no, son elecciones normales de un país normal. Uno se pregunta: ¿qué diablo de idea tienen de la democracia?

Son palabras deprimentes. Las de la derecha, al evocar fantasmas inquietantes. Y las de la izquierda, las de Lula en particular: hace veinte años su sensatez y moderación nos ilusionó con que la izquierda mesiánica dejaba el paso a la izquierda reformista. Hoy retrocede. Y con él toda la izquierda latinoamericana, dispuesta a extender un certificado de ciudadanía a regímenes impresentables, a cruzar la línea roja del abuso populista, a sacrificar la ética al llamado de la tribu. Si esta es la izquierda, la derecha la llamará comunista. Y si lo que vemos crecer es la derecha, la izquierda la llamará fascista. ¿Quién representará las razones del antifascismo y del anticomunismo?

*Historiador, Profesor de la Universidad de Bolonia

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2013 CAMBALACHE ¿CÓMO N0MBRAR UN JUEZ? por Ernestina Gamas*

Con-Texto | 15 diciembre, 2021

Con-Texto | 15 diciembre, 2021

 

Este articulo fue escrito en marzo del 2013 y es bueno tenerlo presente hoy

 

Con motivo de la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación, la Presidenta mencionó su voluntad de “democratizar la Justicia”. Curiosa  intención en boca de quien se aleja cada vez más  del espíritu que encierra en sí la palabra Democracia. Llamativa cuando proviene de alguien que ha abortado toda posibilidad del diálogo, que ha abolido la posibilidad de  preguntar sobre los actos de gobierno y de dar  respuestas ante la requisitoria de periodistas y de medios independientes. Contradictoria cuando las arbitrarias decisiones  y actos de gobierno que nos comprometen a todos, se toman entre bambalinas, con participantes que ni siquiera tenemos claro quiénes son y cuáles son sus intenciones. Sólo un grupo de ultra íntimos,  que han reemplazado “aquella vieja y tradicional costumbre” de tener reuniones de Gabinete, con los Ministros de todas las carteras y  las que se daban a publicidad en todos los gobiernos democráticos anteriores, desde que el país se convirtió en una Nación Republicana, –otra vieja costumbre desde hace más de diez años olvidada.  Porque el pueblo cada tanto y en la medida que se lo permitan sus ocupaciones “Quiere saber de qué se trata”.

Si a eso les sumamos las controversias ocurridas el año pasado dentro del Consejo de la Magistratura con las recusaciones y amenazas desde el Poder Ejecutivo,  sería interesante poner sobre el tapete y dadas las circunstancias recordar y aclarar el procedimiento por el cual son designados los jueces. Porque esto no es un capricho circunstancial ni un mecanismo de coyuntura.

Este procedimiento fue establecido hace más de un siglo y medio, allá por esos tiempos en que se sancionaba la Constitución Nacional de 1853/60. En ella había una relevante participación del Poder Ejecutivo Nacional en la designación de estos magistrados. Cabe recordar que éste posee entre sus atribuciones el nombramiento de los integrantes de la Corte Suprema de Justicia con acuerdo del senado, (art. 99, inc. 4° del texto reformado en 1994). Fue el propio marido de la actual presidenta, en ejercicio por derecho de ese cargo, quien eligió y designó en forma muy loable a la Corte que tenemos. Lo que supone que hizo contando con la futura autonomía e independencia del máximo organismo del Poder Judicial de la Nación. Tiene a su vez el Poder Ejecutivo, de acuerdo con la norma citada, la facultad de nombrar a “los demás jueces de los tribunales federales inferiores, con acuerdo del Senado”.

La reforma constitucional de 1994, incorporó un órgano llamado Consejo de la Magistratura, que tiene “a su cargo la selección de los magistrados y la administración del Poder Judicial”, como una forma de descentralizar esta elección; con la salvedad de los integrantes de la Corte Suprema. El proceso se completó con la ley 24.937 de 1999, que reglamentó específicamente lo estipulado en la Constitución. Esta selección pasa después por la elección del Poder Ejecutivo y la aprobación de la Comisión de Acuerdos del Senado.

La primera ley sancionada respecto del Consejo preveía 20 miembros; la actual prevé solo 13 y alteró las bases del "equilibrio" a que se refiere la Constitución reformada. Por eso el actual Consejo de la Magistratura está compuesto por trece miembros: jueces, legisladores que representan a la mayoría y a la primera minoría de los elegidos por el pueblo, abogados, un representante del Ejecutivo y un representante del ámbito académico y científico. De la elección de jueces se encarga la Comisión de selección de Magistrados integrada por ocho de sus miembros.

Para preparar las ternas el Consejo de la Magistratura  llama a Concurso Público. Consta de tres etapas: un examen escrito y oral, una evaluación de antecedentes y entrevistas personales, que luego conduce a el orden de mérito provisorio puesto que puede ser impugnado por los mismos postulantes y revisado por una Subcomisión elegida por sorteo. Se llama en primer término a los primeros seis puntajes y con posterioridad se elabora un dictamen con los resultados y el nuevo orden de mérito.  Es importante la impresión que causan los candidatos en la entrevista personal y ésta puede modificar el orden dando lugar a los candidatos que estaban en lugares inferiores. Está prevista en la ley esta instancia discrecional. Aunque es importante que los motivos para la modificación del orden sean dados a conocer en forma fundada y pública.

La terna confeccionada  por el Consejo de la Magistratura a modo de preselección resulta vinculante para el Poder Ejecutivo,  que debe elevar el nombre de uno de los integrantes de la terna al Senado, para que éste preste el acuerdo por mayoría absoluta de sus miembros teniendo en cuenta la idoneidad del candidato.

Es probable que a la Presidenta antes de su discurso  le haya faltado tiempo para interiorizarse de todos estos pasos para la elección de los jueces. Por esa circunstancia, a lo mejor debido a su ocupaciones de gobernante, alejada del mundo real y de la letra de la ley, puede haber sentido ese impulso democrático de arremeter contra lo que estaba más que democratizado y que apunta a integrar el Consejo por el voto directo del pueblo en lugar del voto de los estamentos que allí se integran. .Con su constante preocupación por encuestas y elecciones  puede haber creído que se trataba de lo mismo. Aunque cuesta imaginarse de ahora en más, a los distintos postulantes para integrar dicho Consejo, poniendo pasacalles y con mesitas en las esquinas, con voluntarios y acólitos repartiendo volantes con sus méritos, ofreciéndose como en mercado persa para ser los encargados de elegir a los que administran  Justicia.

Más difícil es suponer que cualquier transeúnte al recibir dichas boletas con esta información, en medio de sus vertiginosas ocupaciones o recreaciones tenga la posibilidad de comprobar los méritos de los candidatos, sus aptitudes y formación, su conocimiento de la ley y de los procedimientos para cumplirla y hacerla cumplir y de sancionar a sus infractores. Un juez en campaña política, podría suponerse un engranaje del mecanismo democrático, pero más bien parece un desperdicio de energía, una perturbación al orden del tránsito y más que nada,  eso que nos dice con sabiduría Discépolo en el tango “Vivimos revolcaos en un merengue… todos manoseaos”

                                                                                                                                                                  Marzo 2013

*Escritora y Directora de este blog

 

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LOS TESTAFERROS DE BORLENGHI por Ariel Kocik*

Con-Texto | 15 diciembre, 2021

 Fuente : www.cuentosperonistas.com

Algunos jóvenes han aprendido que el gobierno de Perón tuvo “ministros obreros”, aparente mérito justicialista. En primer plano queda Ángel Borlenghi, socialista y dirigente del sindicato del comercio. Ciertos historiadores creen que fue un gran dirigente. Pero su intrincado trayecto le había valido el repudio de muchos sindicalistas. Ya en el poder desplegó un nuevo afán. A diferencia de otros jerarcas, Borlenghi usó testaferros.

Su esposa Clara Maguidovich, durante un costoso viaje por Europa en 1950, abrió una cuenta en el banco Crédito Svizzero Lugano, de Suiza, con 44.782 dólares, y otra diferente con 226.391, 85 francos suizos. Se suman otros tres depósitos de la mujer de Borlenghi en el Banco de Italia y Río de la Plata, que superaban el millón y medio de liras. Clara firmó un poder en el cantón de Ticino (Suiza) para que su esposo pudiera disponer libremente de los fondos. Al volver, trajo consigo valiosos artículos camuflados como “equipaje diplomático” con banderita argentina, vicio muy común para los dirigentes viajeros de la época.

A su vez Ramón Estrada –hermano del diputado Estrada- compró un campo en Pedernera, provincia de San Luis, siendo “vox pópuli que el señor Ramón Estrada es un simple testaferro de Borlenghi.” El ministro también manejaba el diario El Líder, mientras fluían fondos de todo origen para la prensa oficial, e impulsó a la Agencia Periodística Argentina en el exterior con el doble fin de hacer propaganda y constituir una sociedad-testaferro, “clásico procedimiento del ex ministro”.

Los empleados del comercio fueron generosos con su líder al punto de ofrendarle una finca, La Colorada, en La Lucila, comprada por la federación y habitada por el ministro y su familia –si bien no a su nombre- con un gasto de muebles superior a los tres millones de pesos. También le donaron la quinta La Gratitud en el partido de La Matanza. Fue sospechoso el origen de los automóviles Buick de la familia Azpitarte, en la que el ministro tuviera íntima injerencia, y los puestos públicos que lograron.

En el campo de la represión, el ex ministro del Interior queda envuelto en un sinfín de casos. Como detalle pequeño, se puede consignar que María Juana Virruarena, regente del Profesorado Lenguas Vivas, fue detenida por haber ofendido a Ada Borlenghi, hija del ministro y, como siempre, por adhesión a un “complot comunista”. Se dice que el dirigente mercantil, hijo de un italiano humilde, ambicionaba ser presidente del país. Quienes investigaron en serio a Borlenghi lo señalaron como la antítesis de lo que debe ser un funcionario público.

EL VIAJE FELIZ DE CLARA BORLENGHI

Angel Borlenghi, ministro del Interior de Perón, vivía en Talcahuano 464 (donde tenía dos departamentos), a metros del palacio de la Justicia que según él era “peronista”. Allí aparecieron cuentas abultadas al abrirse el cofre secreto. En una huida apresurada, había dejado un pequeño "arsenal" de armas cuya función decorativa era probar que “daría la vida por su líder”. Había una pistola 45 del ejército, un cuchillo puñal, un maletín con una pistola Parabellum y una caja con proyectiles.

Se halló una pistola Ballester Molina, con el escudo peronista y el escudo argentino, dedicada a Borlenghi “por algún donante optimista” (ironizó un periodista), una carabina Halcón y una cámara fotográfica. Aparecieron además una pulsera, un anillo y 30 estuches de joyas vacíos que el matrimonio Borlenghi alcanzó a llevarse. Otros papeles y recibos acreditaban gastos de  la esposa del ministro en Europa.

Clara Maguidovich de Borlenghi, en su viaje a Europa de 1950, se alojó en hoteles carísimos y los recibos fueron encontrados en el domicilio del ex ministro. Clara viajó con la señora Juana Sofía Erika Kritins de Tortorelli, y al  parecer con dos empleados de su esposo, Gregui y Díaz. (Raúl Tortorelli tenía bienes a nombre del matrimonio Borlengui, según se denunció). 

Clara se alojó en el hotel Firenze de Milán, donde solo en diez días gastó tres millones cien mil liras. En el Gran Hotel de Milan dejó una cuenta de 320.000 liras en cinco días. En el Excelsior de Roma, gastó 236.700 liras en cuatro días. En el Savoy de Firenze gastó 316.600 liras en cuatro días. En La Haya, en el hotel Des Indes gastó 19.260 francos en cinco días y en el Hotel Palace de Bruselas pagó 4.600 francos.

Clara gastó menos en el Luzan de Suiza y en el Provit de Luxemburgo. En el Metropoli de Venecia pagó 3.150 pesetas pero en la ciudad también adquirió puntillas y artículos de tocador por 14 mil pesetas, y su comitiva despachó cajones con mercaderías por 2.300 kilos. En Estocolmo pagó 701 coronas, en Copenague 413 coronas y en el hotel Rivas de Londres, 1.520 libras por una semana. 

A veces Maguidovich de Borlenghi se hospedó con la señora de Tortorelli, dejando a los muchachos en hoteles de segunda. En el Lancaster de París, la esposa de Borlenghi gastó más de 30 mil francos por una semana y en Italia adquirió mercaderías por 118.000.000 de liras, enviadas a Buenos Aires sin pagar derechos de Aduana. Pero ahí no terminaba la historia.

LA AMIGA DEL MINISTRO

Por entonces se hablaba del enriquecimiento de Borlenghi y de su amiga Juana Azpitarte. En un local de Villalonga, avenida Figueroa Alcorta y Salguero, se encontraron muebles, telas, cuadros y objetos que superaban los 450 mil pesos, a nombre de la federación de comercio, pero nadie dudó que pertenecían a quien fuera su líder. En la calle Callao 144 también se hallaron alfombras de lujo por más de 400 mil pesos, a nombre del citado sindicato, señalado como “prestanombre” del ex dirigente gremial. Se ha señalado que la finca de la Lucila, ubicada en la calle Andrés Ferreyra, también engrosaba el patrimonio ministerial, llegando Borlenghi a “elegir la casa que le iba a obsequiar la federación del Comercio”. La operación habría sido hecha por la propia Juana Azpitarte.

Allí había muebles, tapices, cortinados y vajillas por más de dos millones de pesos. Lo mismo había sucedido con la finca La Gratitud de la Matanza, donada por el sindicato al ministro. Estas “donaciones” no eran otra cosa que “el despojo de los salarios de los empleados de comercio y el saqueo de los bienes nacionales”. La revolución libertadora intervino y la familia Borlenghi, pasado el tiempo, los ha reclamado como propios. En 1955 nadie creía inocente al hombre responsable de tantas represiones y actos de despojo, que buscó refugio en una dictadura del Caribe. Su propio gremio lo denunció y lo suspendió, según la prensa que fuera peronista. En cuanto a la amiga Juana, tenía un patrimonio millonario en su domicilio de la calle Ayacucho, además de sociedades y bienes a su nombre.

EL ÁNGEL JUSTICIALISTA

En 1955 el diario El Líder, que fuera del ministro peronista Angel Borlenghi, no dudaba que su ex propietario era un delincuente. De algún lado venían, se pensaba, los fondos con que Borlenghi se alojaba en el hotel Waddorf Astoria, uno de los más caros de Nueva York. Se ha mencionado que Angel Gabriel utilizó testaferros y amigos. Juana Azpitarte, la amiga de Borlenghi, tenía dos automóviles, Mercedes y Fiat, hallados en la calle Rincón de Banfield. El  domicilio de Juana, en la calle Ayacucho, deparó la sorpresa de muebles, lujos, cristales, “adornos fastuosísimos”, más de 213.300 pesos en efectivo y joyas varias, además de un contrato de sociedad anónima Lomenn con Juan López, que desde enero hasta abril de 1955, había logrado un superávit de 1.339.300 pesos. También manejaba negocios de compraventa de inmuebles y campos en el interior.

Azpitarte usaba una doble personalidad. Se le hallaron dos libretas, una a su nombre, y otra con el de Marta Lorrondo, presunta ciudadana nacida en Rosario el 30 de julio de 1924. Se estableció que el fraude fue realizado por el ex ministro, pidiendo cuatro libretas falsas al director del Registro de las Personas, Cándido Garrido, al que devolvió solo tres, guardando una para consumar la falsificación. Juana había huido del país apenas antes de estallar la revolución de setiembre, y logró volver para llevarse joyas y dinero al exterior.

Se sumaban alfombras, aparatos eléctricos, bebidas importadas, cubiertos de plata, cristalerías, tapados de pieles por docenas, docenas de zapatos y otras menudencias extraídas sin cargo de los Almacenes Justicialistas, hechos que hoy no impresionan, pero eran noticia en la época que Arturo Illia vivía casi de prestado. Cautivó la atención aquél documento que era una suerte de manual para girar fondos al extranjero sin constancias ni intervención de autoridades. El diario El Líder, que perteneciera a Borlenghi, señaló que la fortuna de su ex director fugado del país se valuaba en 30 millones de pesos. Entre los prestanombres del alto funcionario se denunció a Raúl Tortorelli, Augusto Porto, José Ramón Estrada y otros.

El capitán Zavala Carbó mostró contradocumentos de la señora Delia Mastroviejo, que expresaban que los depósitos realizados por ella misma en Suiza, pertenecían en realidad al ministro Borlenghi. También se halló una libreta de cheques en blanco firmados por Augusto Porto, de una cuenta corriente abierta en 1949 en el banco Italo Belga del Uruguay. El mismo Porto firma un memorándum explicando a Borlenghi los pasos para retirar fondos hacia el exterior. También apareció el documento de contraventa del diario El Líder, por una suma absurda de 40.000 pesos, vendido por Borlenghi a dicho ciudadano Porto en 1949, deduciéndose que era su testaferro. 

El propio José María Argaña, ex diputado y hombre de Borlenghi en la federación del comercio, negó que Porto fuera propietario real del citado periódico. Una carta para Borlenghi escrita desde Suiza, de enero de 1950, le comunicaba que le había sido depositada la suma de cien mil francos suizos en el banco Banqaver. Otras cartas similares tenían hojas arrancadas con datos de movimientos de dinero. En una de ellas se leía: “Me obligo a depositar en el banco Italia y Río de la Plata, a nombre de Delia Mastroviejo, la suma de cincuenta y ocho millones de liras”.

El Ministerio del Interior concentraba fabulosos recursos y el control de organismos como la policía, el registro nacional de las personas, la vigilancia de precios, la caja de jubilaciones de la policía, el municipio de la capital federal, los juzgados electorales, el registro de la propiedad, los institutos penales, inspección general de Justicia, etc. Los investigadores de su fortuna se preguntaron: “¿cuántos centenares de dólares y libras introdujo Borlenghi en el mercado libre, adueñado de las fuerzas de seguridad?”. Nunca se sabría el total, pero eran “cifras siderales”, al ser estudiado “no solo en el atraco, sino como jerarca del cuadro dirigente para el despojo de los bienes nacionales”. 

Por todas estas razones, quienes lo investigaron, dejaron por escrito que, a diferencia de otros títeres, Borlenghi era un self made man, que siempre trabajó para su encumbramiento y usó su gremialismo como trampolín para subir al primer plano, otorgándose “mejoras sociales” a sí mismo. Para ello usó al sindicato, al que “aparentó proteger”, dándose una vida de lujos y “comodidades principescas”, cuidando de poner sus bienes a nombre de otro.

Fuentes: expedientes judiciales e investigaciones de 1956. Archivos de la revolución libertadora. Diversos diarios que fueran peronistas. Denuncias penales que el tiempo y las amnistías se llevaron.

 

*El autor es periodista e investigador de Historia

 

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