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ESTADOS UNIDOS: HILLARY O TRUMP: ¿ELECCIÓN CRUCIAL? Por Alberto Ferrari Etcheberry*

| 30 octubre, 2016

Los ciudadanos de Estados Unidos elegirán  los electores que designarán presidente y vice. Hace mucho que ambos contendientes no muestran un similar y generalizado rechazo a pesar de sus diferencias;  Hillary Clinton es la primera mujer con chance de ser presidente;  los republicanos con Trump billonario de borroso curriculum ajeno a la política apelan a la candidatura heterodoxa nacida en 1952 con Eisenhower. Las internas mostraron algo no previsible: Hillary fue desafiada por un veterano senador de un estado de escasa población convertido por seguidores jóvenes en la expresión de un reformismo crítico. Con Trump el proceso fue el opuesto. Candidato marginal fue derrotando a los políticos de tipo habitual sin programa claro, salvo lo deducible de sus expresiones contra adversarios y minorías, inclusive las mujeres;  así logró la postulación y fue definiendo la base social de su propuesta: los blancos pobres de las decaídas zonas industriales castigadas por la globalización financiera. No puede sorprender entonces que ninguno coseche amplias simpatías. Sin embargo se afirma que con una u otro habrá un cambio hasta drástico en la dirección del país: se  coincide  en el alcance  que el poder de un presidente implica para Estados Unidos. Esas opiniones no se compadecen con su complejo sistema institucional.  

Constitución. Es común afirmar que la nuestra de 1853 sigue a la de Estados Unidos de 1787 aunque son las reformas de 1860 las que la  convirtieron en sistema federal. Tampoco es cierto que sea una copia: la de 1787 no contiene normas sustanciales: no define siquiera que está fundando  una república federal y representativa. Fue consecuencia de las profundas diferencias entre los trece Estados originales (  Rhode Island no envió delegados y varios se negaron a firmar el texto final )  para reemplazar el sistema de The Articles of Confederation  una laxa vinculación sin poder ejecutivo. Convocada para enmendarlos se pretendió abolirlos bajo impulso de los tenedores de los degradados certificados de la deuda pública y se agregó que los estados grandes rechazaban la igualitaria representación por Estados  y los pequeños querían una legislatura de un voto por Estado. La Constitución solo se ocupa de las reglas de juego, instrumentales, que posibilitaron llegar a un  Congreso con la Cámara de Representantes  basada en la población y el Senado representando a los Estados  igualitariamente. Y entre esas reglas la principal: la reforma de la Constitución las enmiendas, vigentes cuando sean ratificadas por las tres cuartas partes de los Estados. También la Constitución: hubo que negociar con la mayoría federalista y en varios Estados la ratificación se condicionó a las enmiendas exigidas por los antifederalistas que se conocen como Bill of Rights. Algunas  se usaron en el texto de 1853: Derechos y Garantías, pero hay una diferencia esencial; en nuestra Constitución obligan al gobierno federal y a las provincias y en los Estados Unidos el Bill of Rights era sólo de alcance federal;  una limitación  a la autoridad nacional, “(que) garante sólo contra la interferencia del Congreso” dijo la Suprema Corte en 1875.

La Constitución  norteamericana es el comienzo de la construcción del estado nacional que el poder judicial va a ir edificando desde 1803. Bajo la guía de  John Marshall la Suprema Corte  fue ampliando sus propios poderes restringiendo los de los Estados. La esencial diferencia nace por la guerra civil. La enmienda 13 de enero de 1865  abolió la esclavitud pero no obliga a los Estados; iniciativa de Lincoln,  asesinado en abril,  cuyo interés era evitar la secesión.  Concluida la guerra la 14 (1868) por primera vez se aplica a todos los Estados: ciudadanía, privilegios e inmunidades,  debido proceso, igualdad  en la protección de las leyes. La 15 (1869) establece el sufragio racial: “ El derecho a votar no será coartado por ningún Estado por razones de raza, color o previa condición  de servidumbre.”  Han pasado más de 80 años y es obvio recordar que la práctica siguió un camino distinto. Los constituyentes de 1853 ampliaron el modelo: los derechos civiles son de  todos los habitantes, art. 14 que abre las puertas a la inmigración.  En Estados Unidos no se reconocía al inmigrante los derechos civiles, por eso su rápida adquisición de la ciudadanía fomentada por  los caciques políticos. Acá el inmigrante se mantuvo extranjero prefiriendo la eventual representación de los cónsules, aunque el principio jus solis  permitió la nacionalización de la descendencia nacida en el país

Bipartidismo. Se describe al sistema como limitado a dos partidos, Republicano y Demócrata. Salvo en 1912, así ha ocurrido a partir del fin de la guerra de secesión, pero ha habido terceros candidatos influyentes: Perot, 1992,  Anders,1980; Wallace,1968; La Follette, 1924; Weaver,1892. En 1912 Teddy Roosevelt con el Partido Progresista superó al presidente republicano Taft permitiendo la  victoria del demócrata Wilson.

Desde el comienzo se tendía a la agrupación política; los federalistas son considerados el primer partido. Las divisiones estaban asentadas en claros conflictos de intereses y en  las colonias ya existía la representación de la población. Se alertaba contra la “tiranía de las mayorías” y se forjó en Filadelfia una conducta de compromisos y consensos que no debilitó las propuestas del federalista Hamilton de alianza con los titulares de la riqueza.   Pero  la Constitución para las masas pobres era vista como un instrumento de las elites comercial y financiera. Así surgieron los antifederalistas y a partir de ellos Jefferson construye el primer partido Republicano. Federalistas y Jeffersonianos fueron el fundamento del bipartidismo posterior  aunque fue constante la formación de organizaciones o terceros partidos, habitualmente encausando propuestas económicas o sociales concretas.  Una larga lista de nombres lo expresa; me limito a los principales, ambos de los años 1890’: los populistas o People Party, granjeros endeudados perjudicados por el patrón oro y el proteccionismo industrial, que  hacia 1896 se integraron en el partido Demócrata tras William J. Bryan, quien abrió el partido a la representación de distintas minorías sociales; y los Progresistas de Robert La Follete, quien logró ser gobernador de  Wisconsin y que en 1912 apoyaron a Teddy Roosevelt. Tras el fin de la guerra de secesión el Partido Republicano de Lincoln, desde entonces the GOP, Great Old Party fue el absoluto dominador. Los demócratas eran el partido de los estados sureños vencidos y ganan por primera vez la presidencia con G.Cleveland en 1884 y 1892 por disidencias republicanas, que se repetirán en 1912 a favor de Wilson. Pero hasta 1930 no se disputa: Estados Unidos es “big business plus Republican Party”. El cambio raigal es Franklin D. Roosevelt. El partido Demócrata comenzado con Bryan y Wilson adquiere un liderazgo que hace del New Deal  la base de la vida norteamericana. Desde entonces los demócratas tienen la fuerza de su representación social, las distintas minorías, raciales, religiosas, sindicales, inmigrantes, frente a un partido Republicano limitado al gran poder económico que debe recurrir a candidatos ajenos a sus cuadros, como Eisenhower y Reagan,  o que volvió a mostrar la debilidad partidaria con el segundo Bush, quien ganó con un fraude convalidado por la Suprema Corte, un nuevo actor político. En contraste, los demócratas llevaron candidatos, buenos o no, de sus propias filas, como corresponde a su representación social: Truman, Stevenson, Kennedy, Johnson, Carter, Dukakis, Clinton, Gore, Obama. Nada nuevo hoy: los republicanos tras un externo, Trump; y los demócratas con un cuadro propio, Hillary. Sin embargo hay mucho nuevo: la debilidad del sistema político en su conjunto,  más visible en el otrora GOP. Los terceros agrupamientos han cumplido la función de incorporar programas; así ocurrió, para los demócratas,  con los populistas y los reformistas y ahora para los republicanos con el Tea Party. En el caso demócrata significó debilitar y luego perder su tradicional base sureña, pero forjaron el partido del New Deal y de las minorías de todo tipo, hoy hasta de  Warren Buffet y en buena medida de Wall Street.  Nada similar puede decirse del GOP, que parece un conjunto de profesionales de la política buscando los prejuicios de la población para su sostén.

Los Estados. Aun con la influencia si se quiere unitaria de los federalistas el poder de los Estados fue y es mucho mayor, de hecho y de derecho,  que el de las provincias argentinas. Por ejemplo, corresponde a los Estados la legislación común y a sus jueces su jurisdicción; si la Cámara de Representantes tiene que elegir al Presidente cada estado tendrá un voto. Hoy por primera vez un importante y creciente número de legislaturas de los Estados están coincidiendo en proponer una reforma constitucional en base a una facultad constitucional nunca usada: “El Congreso a petición de las legislaturas de los dos tercios de los Estados, convocará a una Convención para tratar las enmiendas propuestas”. Se trata de negar los derechos de la enmienda 14 a los hijos nacidos en el territorio de Estados Unidos de padres no admitidos legalmente. También se sostiene la necesidad de incorporar límites al endeudamiento gubernamental. Muestra que en muchos Estados se receptan valores,  opiniones y aun necesidades que dominan los discursos de Trump. Más allá de eso las facultades  de los estados  como las que permiten influir seria y hasta fraudulentamente en los derechos de los votantes o en la composición de los distritos electorales señalan un doble poder que a menudo escapa al observador extranjero. A mi juicio, con excesiva rapidez se califica a Estados Unidos de nación-estado,  concepto de marcado europeísmo. En Europa, nación, sinónimo de pueblo, es un hecho histórico de profundas raíces, muy anterior a la organización política e institucional que se denominó estado nación y esencialmente ajeno a la realidad americana.  El hecho histórico Estados Unidos se va creando luego de la revolución y con las distintas etapas inmigratorias, desde los WASP a los llamados latinos, manteniendo en un limbo específico a los nativos y a la población de color. Hoy es común la designación afroamericanos, pero durante mucho tiempo se criticó el uso por los ciudadanos inmigrantes de toda designación que importara mentar su origen nacional. Ese fue el sentido de la afirmación “América para los americanos” que el propio Teddy Roosevelt usó en 1916 para denostar a quienes pretendían denominarse  “German-americans” y que luego se popularizó como síntesis crítica de la doctrina Monroe. Quiero con esto subrayar que se construyó el estado y que desde el estado se fue  conformando, aun hoy, el pueblo, la nación. En alguna medida como dijo Sarmiento respecto de la Argentina: el estado se construye con decretos y luego  hay que construir a los argentinos.

Si en algún momento la Suprema Corte amplió y afianzó el poder nacional últimamente se insinúa una tendencia a favor del poder de los Estados. Agréguese la tradición de migrar internamente buscando los Estados más dinámicos en buena medida siguiendo la movilidad del capital. Texas ya no es sinónimo de cow-boys sino de bancos y petróleo y a California la define más el Silicon Valley que la meca del cine. ¿Cuál es y dónde está el pueblo? Me parece indudable que para encontrarlo no sirve el concepto europeo. Esa situación se refleja en el relativo poder presidencial, que es adonde apunto. La política interna y externa de  Estados Unidos es una informe sumatoria de los titulares de esa doble soberanía con una creciente influencia del poder económico y financiero  en especial el ligado a la globalización como que ésta tiene su eje en Estados Unidos.  Bien o mal, Hillary Clinton representa esta situación estructural y también militar y no parece que Trump implique la posibilidad de un cambio en una tendencia que poco debe a la decisión política presidencial y nada a la voluntad de los votantes.  

*es Director del Instituto de Estudios Brasileños de la UNTREF

 

  

 

     

 

 

 

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LA CORRUPCIÓN: UNA MIRADA DESDE LO POLÍTICO por   Román Frondizi*

| 25 octubre, 2016

       La  sociedad argentina atraviesa  una etapa más de una  larga crisis en cuya  cara social y moral se destaca el fenómeno de la corrupción, que por la magnitud alcanzada durante el gobierno anterior provoca severos efectos negativos en lo político y en lo económico.

      En sus diversas formas y acompañada por episodios desopilantes,  produce no sólo indignación sino también una fuerte sensación de agobio en los ciudadanos.   

       Sin perjuicio de la inexcusable responsabilidad del Poder Judicial  de actuar con eficacia y prontitud  en la investigación de  los  hechos que la configuran y en la condena de los delincuentes, ocurre que el fenómeno de la corrupción, por su tamaño y sus connotaciones, también merece un examen de otro tipo. Reclama ser mirado desde lo político y con un sentido más ontológico que óntico.

      Desde este último punto de vista más que de un ilícito penal se está en presencia de un estado  generalizado en el que los patrones morales y legales son deliberadamente desobedecidos o ignorados. Hay una notable cantidad de personas  que consciente o inconscientemente rinden tributo a ciertos disvalores, tales el poder como medio para alcanzar la riqueza por cualquier medio y su ostentación descarada.

      Una mirada desde lo político muestra que la corrupción ha degradado a  la naturaleza original de las bases que debieran articular a la comunidad política argentina. Con el transcurso del tiempo y a través de sucesivas fases esa degradación  ha terminado emergiendo como una segunda realidad, enmascarada en las apariencias de la primera.

      La corrupción resulta, así, un fenómeno social, una dinámica colectiva que lleva a que  el modo en que se ordenaba  la comunidad, desconectado del fin que la alentaba, vaya perdiendo su fuerza conductora, su estructura, la regularidad de su comportamiento, la conexión entre fondo y forma. El alma ha abandonado al cuerpo y el patrón moral que encuadraba el “orden” humano se ha hecho irregular, incomprensible e incapaz de imponer un proceder determinado. Cuando impera la corrupción no es posible saber a qué atenerse; como nada es  igual a lo que dice ser, cunde aquello de que “quien deja de hacer lo que hace por lo que debe hacer procura su  ruina en lugar de su bienestar”.

      La corrupción separa ontológicamente al ser político de sus manifestaciones concretas –la probidad en el manejo de la cosa pública, la imparcialidad en la administración de justicia, el respeto a la ley, el buen comportamiento en la vida diaria- y lo hace por la propia acción deletérea del hombre. El cambio en la conducta social que ella produce es el resultado de un obrar cotidiano  ajeno a las reglas morales y a los preceptos jurídicos. La política, en particular, ha operado de un modo que no guarda correlato  con lo que dice contener dentro de sí. Su naturaleza originaria, que es alcanzar  el poder para gobernar proveyendo al bien común, ha sido devorada por una fenomenología que es su opuesto, sin que ello haya conllevado necesariamente el abandono de las apariencias institucionales.

      Demasiadas personas no hacen en la vida práctica lo que tienen por norma;  hay un “decalage” entre lo que se dice que se hace y lo que efectivamente se hace, con grave menoscabo del nivel ético-social.

      Si esto perdura sin recibir la dura sanción que merece, el estado de cosas puede volverse irremediable para la república y la democracia, porque el deber de ciudadanía claudicará frente al descreimiento.

      La filosofía política enseña desde el siglo XVI que el remedio a la corrupción y a la decadencia es reducir el Estado a los principios por medio de la virtud política y la conducta moral. Ello puede ocurrir como consecuencia de una guerra perdida, de la acción de un gobernante iluminado o de la reacción de la ciudadanía. Argentina ha tenido esa guerra.y ha sufrido a varios “iluminados”. Ni la una ni los otros  han dado aquel  resultado. Finalmente,  ha habido una reacción ciudadana que requiere la tarea consecuente de los hombres de gobierno en los tres poderes del Estado. Para que tenga éxito es necesario el concurso de todas las clases y los sectores sociales, porque todos deben tener cabida en la República.

       Se está cumpliendo un indudable esfuerzo en tal sentido por parte del  gobierno, de vastos sectores del pueblo y algunos de la oposición política. Todos debemos ser obreros de esa empresa superior. Cada uno ha de perfeccionar la herramienta que el destino colocó en sus manos y ser solidario en la honda fraternidad que engendra la construcción del futuro común, sin escuchar las voces de quienes reivindican el rencor y promueven la discordia. La expectativa popular es muy grande y no debe ser decepcionada.

*Ex juez de la Cámara Federal de La Plata y conjuez de la Corte Suprema.

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DARÍO FO, UN JUGLAR CONTRA LA HIPOCRESÍA por Irene Hernández Velasco *

| 24 octubre, 2016

Fuente Politika

“Ha sido un gran final”, decía ayer en clave teatral Jacopo Fo para describir la muerte de su padre, Dario Fo. Un gran final porque Dario Fo se ha ido con la cabeza alta, lúcido, activo, desbordando la misma pasión que siempre le ha caracterizado. Pero más que el final lo que en realidad se puede calificar de grande, de inmenso, son los 90 años de vida de ese personaje poliédrico, de esa especie de artista renacentista y hombre cultísimo que hacía de todo, que sabía de todo, y que no se casaba con nadie.

Era dramaturgo, actor, director, escritor, autor, ilustrador, pintor, escenógrafo… Pero no sólo era un gigantesco contenedor de sabiduría. Lo que distinguía a Dario Fo, lo que lo hacía realmente único y especial, era su rebosante vitalidad y su compromiso político y social. Era el juglar popular que hacía temblar a políticos y a jueces, el que le metía el dedo en el ojo a la Policía y las fuerzas de seguridad del Estado, el que arremetía contra la burguesía, el que enfurecía con sus irreverencias al Vaticano, el que embestía sin piedad contra el Partido Comunista Italiano acusándole de haber traicionado sus principios… Uno, en fin, que no dejaba títere con cabeza.

El caso es que su vocación inicial iba encaminada hacia la pintura. De hecho estudió en la escuela de Bellas Artes de Brea, en Milán. Pero ya entonces llevaba metido en el cuerpo el amor por el teatro y el afán por contar historias. Fue su padre, jefe de una estación ferroviaria y actor en sus horas libres en una compañía de teatro aficionado, el que le transmitió el gusanillo de las tablas. Y de su abuelo materno heredó la fascinación por contar, ya que el hombre le contaba sin cesar historias, historias de todo tipo –cuentos, fábulas, sucesos, noticias, anécdotas…– que de niño Dario Fo escuchaba embelesado.

Con todo ese bagaje, y con esa vena humorística que siempre tuvo, a los 24 años comenzó a trabajar para la RAI, la radiotelevisión pública italiana. Interpretaba monólogos satíricos ante los micrófonos de la RAI y también participaba en revistas teatrales. La suya era ya entonces una comicidad inteligente pero muy ligada a la mímica y a su aspecto físico: altísimo, esmirriado, torpe y con una nariz gigantesca.

Y entonces, en 1954, se cruzó con una rubia guapa, maravillosa, inteligente, irónica y mordaz que descendía de una familia de actores cómicos: Franca Rame. Una mujer de tomo y lomo que no tenía problemas en reconocer que había sido ella la que tomó la iniciativa cuando un día, entre bambalinas, le plantó un beso en los morros a Dario Fo. Se casaron el 24 de junio de ese mismo año por la Iglesia en Milán y a partir de ese momento no se separaron jamás, convirtiéndose en compañeros de vida, de trabajo y de militancia política. Y eso que ella, cansada de las numerosas aventuras de él, un domingo por la tarde anunció en riguroso directo en un programa de televisión de Raffaella Carrà que estaba harta y que lo plantaba. Pero no lo hizo.

Se convirtieron en pareja artística, tuvieron juntos a su único hijo, Jacopo, y comenzaron a trabajar en equipo, fundando su propia compañía. Ella hacía sobre todo de rubia tonta, él de histrión y de payaso. Él escribía los textos, se ocupaba de la escenografía y diseñaba el vestuario. Ella se encargaba de la contabilidad. Hacían comedias, farsas, sainetes satíricos en los que lo mismo se mofaban de usos y costumbres que, entre carcajadas, hacían crítica social. Y les fue bien. Llenaban las salas, llenaban de dinero la caja. Hasta les llamaron de la televisión, concretamente del programa de variedades más importante en aquel momento en Italia, Canzonissima. Y, en esto, llegó Dario Fo y en clave de humor se puso a hablar en la caja tonta de mafia, de los muertos a causa de la falta de medidas de seguridad laborales y de otros temas espinosos. La tele no estaba habituada a esas sátiras despiadadas, así que sus intervenciones eran censuradas cada dos por tres. Y los grandes teatros también comenzaron a cerrarles las puertas.

Todo eso hizo reflexionar hondamente a Dario Fo, quien se percató de la enorme contradicción que suponía que se dedicara a arremeter en sus espectáculos contra la sociedad y que ésta recibiera sin embargo sus críticas con carcajadas y aplausos. “Me había convertido en el alka seltzer de la burguesía”, concluyó en referencia al conocido fármaco contra la acidez de estómago que uno toma después de pegarse un atracón. Y se rebeló, decidió tomar distancias de lo que denominaba el teatro burgués.

Comenzó así a actuar en lugares alternativos, en plazas, casas del pueblo, fábricas y otros lugares en los que podía llegar a una audiencia distinta de aquel que generalmente tenía acceso a los teatros. Se trataba de devolver el teatro a su auténtico público, el pueblo, y recuperar toda su dimensión social. Y, con ese objetivo, en 1968 Dario Fo y Franca Rame fundaron el grupo teatral Nueva Escena.

Las sátiras despiadadas, pero llenas de fantasía, comenzaron a fluir. Militares, capitalistas, sacerdotes, poderosos de todo pelaje y condición… A todos ellos el juglar Dario Fo les dio su merecido. Y en 1969 llegó ‘Misterio bufo’, una obra tan divertida como mordaz en la que un único actor, el propio Dario Fo, recuperaba los textos con los que en la Edad Media los juglares hacían mofa de los misterios evangélicos para llevar a cabo una crítica de las injusticias sociales y el poder de la jerarquía eclesiástica. Una obra que hizo que el Vaticano pusiera el grito en el cielo y que Fo siguió interpretando (y transformando) hasta el fin de sus días.

Sólo un año después de Misterio bufo, en 1970, llegó ‘Muerte accidental de un anarquista’, una obra de contenido fuertemente político inspirada en la muerte de Giuseppe Pinelli, un anarquista detenido en relación con un atentado cometido según muchos por la ultraderecha italiana y que, según la versión policial, perdió la vida al caerse fortuitamente por una ventana de la comisaría central de Milán.

El compromiso político de Dario Fo y de Franca Rame, sus puyas sociales, comenzaron a levantar ampollas. A la compañía no sólo le llovían las demandas y las querellas, sino que Rame y Fo eran con frecuencia víctimas de intimidaciones y amenazas. Incluso les colocaban bombas artesanales en los lugares donde iban a actuar. Pero nada comparado con lo que sucedió en 1973, cuando Franca Rame fue secuestrada por cinco neofascistas que la violaron por turnos y que nunca fueron condenados por ello. Su crimen concluyó en 1998 con la prescripción del delito.

La animadversión, por no decir el odio, que Fo ha generado siempre en ciertos sectores de la sociedad quedaron de nuevo patentes cuando en 1997 recibió el Premio Nobel de Literatura. El argumento que dio la Academia Sueca para otorgarle ese galardón -”porque, siguiendo la tradición de los juglares medievales, se mofa del poder devolviendo la dignidad a los oprimidos”- era justo lo que ponía de los nervios a sus detractores. “Conmigo han querido premiar a la gente de teatro”, aseguraba Fo, que se tomó el premio con el mismo sarcasmo que se tomaba casi todo y que destinó buena parte del jugoso galardón a ayudar a organizaciones de discapacitados.

El Nobel, desde luego, no le cambió. Siguió haciendo teatro, siguió embistiendo contra el poder en general y contra Silvio Berlusconi en particular (ahí están Ubu rois, Ubu bas o El anómalo bicéfalo), siguió pintando, siguió escribiendo e incluso se lanzó a probar suerte con la novela, escribiendo dos de ellas. Y siguió comprometido con la política, apoyando públicamente en los últimos años a Cinco Estrellas, el movimiento anticasta y anticorrupción fundado por el cómico Beppe Grillo al grito de Todos a casa.

“Si tuviera 20 años estaría ahora mismo en la calle gritando con todas mis fuerzas contra estos tipos, exigiéndoles cuentas”, aseguraba a EL MUNDO en una entrevista el año pasado. “El trabajo es la única cosa que me mantiene en pie en estos tiempos terribles”.

El dramaturgo y Premio Nobel de Literatura Dario Fo, nacido el 24 de marzo de 1926 en Sangiano (Italia), falleció  a los 90 años en un hospital de Milán.

*Periodista

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TRUMP ACIERTA AL DENUNCIAR UNA CONSPIRACIÓN CLINTON WALL STREET por Andy Robinson*

| 24 octubre, 2016

Fuente: Diario La Vanguardia

Si haces caso a Roger Cohen , columnista el New York times , Donald Trump utilizó una retórica anti semita y neo nazi al acusar a Hillary Clinton de “reunirse secretamente con los bancos internacionales para urdir la destrucción de la soberanía estadounidense con el fin de enriquecer a las potencias financieras globales, a sus amigos lobistas, y a los donantes a sus campañas”, según la frase del inmobiliario en un discurso el pasado jueves. Trump se refería al contenido de las conferencias que Clinton pronunció en una serie de bancos de Wall Street por las que la candidata demócrata cobró unos 1,8 millones de dólares y cuyo contenido fue filtrado por Wikileaks la semana pasada tal y como se comentó en este post. “Así nacen las dictaduras”, advierte Cohen.

Para Cohen y el New York Times, que sugirió lo mismo en portada, hablar de una conspiración entre la banca internacional y los Clinton, es una fabricación antisemita que recuerda a la teoría de conspiración del Protocolo de los sabios de Sion aunque Trump no menciona a los judíos en ningún momento de su discurso incendiario.
Por su parte, para los diarios demócratas como el New York Times y The Guardian (ahora mas pendiente de sus lectores en el Upper West side de Manhattan que los del cinturón oxidado del norte de Inglaterra), el mensajero,Julián Assange, es el complice del fascismo y otros totalitarismos, culpable no solo de dar material combustible al dictador en ciernes con cuartel general en Trump Tower, sino de haber colaborado con el dictador realmente existente, Vladimir Putin, para conseguir los emails. Es el nuevo discurso del partido demócrata que ha desenterrado la guerra fría y hasta el mccartismo para acusarle a Trump y Assange de ser un híbrido terrorífico de Josef Goebbels y Josef Stalin.
Quizás todo valga para parar a Trump, un tipo verdaderamente desagradable. Sin embargo, tras echar un primer vistazo a las decenas de emails filtrados por Wikileaks, a mi me parece bastante acertada la susodicha frase del inmobiliario en lo que se refiere a Hillary Clinton y los bancos de Wall Street. Un poco cargado demás, para mi gusto, pero, en esencia, verdad.
Queda claro en los discursos de Hillary en Goldman Sachs, por ejemplo, que los encuentros con bancos internacionales tienen el propósito de asegurar a sus ejecutivos de que podrán, efectivamente, seguir enriqueciéndose ( y los Clinton también) mediante una agenda neoliberal, pactada cada mes de enero en Davos, para reducir la soberanía de estados naciones, incluso un estado nación tan grande como EEUU.

Hillary tranquilizó a los ejecutivos de Goldman Sachs en 2013 en tres conferencias por las que cobró 650.000 dólares, cuyo contenido se filtró finalmente en los correos, tras repetidos llamamientos de Bernie Sanders en favor de su publicación: “En cuanto a la regulación, demasiado es mala y demasiado poco también. ¿como se logra el término medio, la llave de oro? Pues la gente que sabe más son precisamente las personas que trabajan en el sector ( o sea Wall Street)” Clinton había tranquilizado a los banqueros también al decir en otra conferencia en Goldman que se tuvo que adoptar medidas contra Wall Street “por motivos politicos”, en referencia a la Ley Dodd-Frank diseñada, según el discurso publico, para evitar una repetición de la mega crash financiero de 2008, dando a entender que las medidas serian principalmente cosméticas, para frenar la rebelión de Occupy y del Tea party .
En un momento en cual todos los banqueros iban a Davos a quejarse por el supuesto exceso de regulación de la nueva ley, Hillary estaba invitando a los bancos a mandar sus lobistas a Washington y desmenuzar la legislación, cosa que hicieron. No es de extrañar que Todd O’Neill, un ejecutivo de Goldman, echase el siguiente piropo a Hillary en una conferencia celebrada después. “Estamos agradecidos de que cuando usted fue senadora por Nueva York, mostró coraje en áreas relacionadas con Wall Street”.
Luego están las conferencias en las que Clinton, tal y como se comentó en el post anterior, propone, a puerta cerrada ,la ampliación de los grande tratados de desregularización de las inversión trasnacionales, mientras dice lo contrario en público. Como el Tratado de Libre comercio con México, odiado tanto en EE.UU. como México, pero que Clinton pretende , en contra de los deseos de la mayoría de los latinoamericanos, convertir en “un mercado hemisférico” dominado por EE.UU. “Hace falta tener una posición pública y otra privada”, dijo Clinton en otra conferencia con banqueros que ahora es del ámbito publico gracias a Wikileaks . Como si ellos no lo supieran ya . Otro email demuestra que Clinton, pese a sus declaraciones publicas quire recortar el impuesto de sociedades para las grandes multinacionales.
Tras leer estos mails, lejos de tener complejo de culpa se ser espia fascista-comunista traicionando al mundo libre en la nueva guerra fría, me sentí eternamente agradecido a Assange, hasta Vladimir Putin si el organizó el hack, por permitirme indagar en correspondencia secreta del gran cortador del bacalao demócrata a John Podesta con una avalancha de lobistas bancarios y corporativos con la presencia detrás de la en absuelta transparente Fundación Clinton. Los periodistas no suelen estar tan preocupados por la fuente de una filtración como Smith si no Bob Woodward jamás habría ido a hablar con Garganta Profunda. Tal y como , explican los verdaderos informadores de The Intercept aquí .
Otros emails, remitidos antes de al victoria de Obama en noviembre del 2008, demuestran como funciona la puerta giratoria de Wall Street /Washington. La correspondencia de la campaña demócrata (Podesta es un operador que se entiende con Obama y los Clinton) con Michel Froman, jefe de Estado mayor de Bill Clinton y máximo responsable de política comercial de la para Clinton y Obama, que entonces se incorporó a la dirección de Citibank junto a Robert Rubín. Los emails, repartían los cargos en la administración Obama mientras Obama aún recorría el país prometeidno mano dira con lso bancos de Wall Street , entre ellos o Citigroup, cuya especulación habia provocado la pero crisis financiera de la historia y pronto causaria la Gran Recesión.
Ahora, pasa lo mismo. Los lobistas siempre presentes en el entorno de Bill y Hillary ya pactan la reanudación del status quo , el business as usual en Wall Street y Washington Solo falta liquidar, con el apoyo del New York Times y The Guardian, al molesto ultra nacionalismo de Donald trump.
En este sentido, mi email predilecto es este del poderoso abogados de W ashington , Stuart Eizenstat, remitido en febrero de este año. Eizenstat se ofrece a ayudar la campaña Clinton en diversas areas que incluyen comercio internacional y políticas en medio oriente. : “Soy el presidente del Consejo de Negocio Transatlánticos, he dado testimonio sobre el acuerdo transatlántico de comercio e inversioens (el odiado TTIP); me reuní en Davos con Mike Froman (el mismo) y me pidió consejo sobe la reforma regulatoria del TTIP (…)”, fanfarronea en su búsqueda de empleo.
Y añade: “El acuerdo transpacífica vendrá antes. Todos (estos acuerdos) serán opuestos por los sindicatos y los grupos de consumo. Puedo ayudaros a tomar posiciones”. Para respaldar su solicitud de trabajo en la administración de Hillary Clinton, el abogado y diplomático añade que es miembro de los consejos de UPS, Blackrock, Alcatel, Globe Speciality Metals, Chrsitie’s GML, y Coca Cola.
Davos , claro, donde Clinton recauda dinero cada mes de enero, para su fondo filantrocapitalista y vehiculo de trafica de influencias, la Iniciativa Global Clinton, es un punto de encuentro y networking clave para los aspirantes a llegar a la Casa Blanca a la mano de Hillary. En una frase inolvidable Eizenstat explica a Podesta y los otros peces gordos de la campaña Clinton: “Me reuní con Tom Nides (que alterna entre las administraciones demócrata y los bancos de Wall Street , concretamente, Morgan Stanley) en el Foro Económico Mundial en Davos para preguntarle cual seria la mejor forma de enchufarme en la parte política “, añade.
Eizenstat, que dice que mantiene “relaciones estupendas” con el lobby pro Israel en Washington, el Comité de Asuntos Politicos América Israel (AIPAC), aconseja a Hillary en el mismo email a distanciarse de Obama y tender puentes a “Bibi (Netanyahu) .”Estoy dispuesto a ofrecerle un tiempo considerable y contribuir una cantidad financiera sustanciosa asi como recaudar más…”, remata en su solicitud de ayudar a Hillary a no cambiar el mundo .

Se puede leer más sobre los Clinton y Trump en mi libro Off the road: miedo, asco y esperanza en América (Ariel, 2016)

*Es periodista y autor de "Un reportero en la Montaña Mágica", 

 

 

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APOCALIPSIS TRUMP por Roberto Pecchioli*.

| 24 octubre, 2016

Fuente: EreticaMente

Dentro de pocos días la pesadilla se desvanecerá y todo volverá a ser como antes, más bien mejor aún. La brillante abogada americana Hillary Rodham, casada Clinton, se transformará en presidente del mundo, perdón, de los Estados Unidos y todos seremos más felices, más fuertes y más libres.

Con la acostumbrada modestia, unida a ese carácter intrépido que todos le reconocen, a partir de las ex amantes del marido Bill, abogado del foro de Little Rock, Arkansas y no obstante sus problemas de salud, enfrenta al mal,  levantando su débil persona contra  Donald Trump. Entre él y el Apocalipsis estoy sólo yo, ha tronado entre los aplausos conmovidos de los poderes fuertes de todo el globo terráqueo. En los EE.UU., donde la Biblia aún es tomada en serio por millones de buenos electores, hablar de Apocalipsis es un argumento de peso. El libro de Juan el Evangelista  sobre las “cosas últimas”, los novísimos y el fin del mundo, es muy citado, pero poco leído. Apocalipsis en griego, significa revelación y entonces quizá la feminista de veinticuatro kilates  que por conveniencia política usa el apellido del marido hereje, tenga alguna razón.

Estamos entre aquellos que no se apasionan para nada por las elecciones americanas, considerándolas un costoso juego en el que está en disputa un empleo a plazo fijo –cuatro años- de alto funcionario del aparato militar, industrial y financiero global con sede en los EE.UU. Pero puede ser verdad que entre el obeso millonario septuagenario y la Revelación,  Hillary Clinton sea el único obstáculo.

Dudamos que como presidente Trump pueda mantener  las promesas, aunque más no sea con la esperanza de salvar su vida, pero ha amenazado más de una vez con abrir algún armario de esos cerrados con candado, vigilados mejor que el oro de Fort Knox.

Hagamos un pequeño, impreciso elenco: la abogada Rodham es muy, muy próxima a los principales bancos de negocios del mundo, que algún testarudo complotado  considera  una cueva de criminales globales: Goldman & Sachs, Morgan&Stanley y su horribles compañeros.

Los ha absuelto de toda responsabilidad por la crisis financiera  del 2007/2008: es notorio que quiebras e insolvencias son responsabilidad  del populacho. Por otra parte fue justamente el marido, como presidente, que abolió el ya famoso Glass Seagall Act, la ley de los años treinta del siglo pasado, copiada de una ley italiana, que impedía a los bancos de crédito y depósito actuar como bancos de negocios, rápidamente imitado por sus mayordomos europeos (en Italia le tocó al orgulloso pionero de la ex Unión Soviética Massimo D´Alema, el bombardeador de Belgrado).

                                            Clarísimas las palabras de la abogada Rodham, cuando aún no estaba en carrera para el puesto de Grand Commis de Rockefeller, Warburg, Rostchild & Co.: “Solo Wall Street sabe qué debe hacer para corregir a Wall Street”. Lo sabemos a través de espías arrepentidos como Julian Assange. Sabemos también que las elecciones americanas cuestan a los candidatos un par de miles de millones de dólares, solventados en máxima parte justamente por las instituciones financieras y los grandes grupos multinacionales por amor a la democracia y ganando tres veces más. La primera porque son dineros robados a los pueblos, la segunda por las imponentes deducciones fiscales y la tercera por los favores que recibirán del candidato vencedor.

                                          En general, como son tipos prudentes, financian a los dos, como sucede desde hace un par de siglos con  los enemigos en las distintas guerras: el Reich nazista no habría podido combatir por casi seis años sin los préstamos,  sin el uso de brevets y de productos controlados por Wall Street y alrededores (la City de Londres, por ejemplo). Esta vez parece que Donald no ha podido contar más que con moneditas  de parte de los superpoderosos que hinchan por Hillary al cien por cien. Quizá será porque el avieso ricón querría mirar a fondo en las cuentas de la Nato, o quizá porque la dulce señora Clinton es gran amiga de Arabia Saudita, de emires y sheiks devotos o porque tiene metidas las manos en los financiamientos al IS. Cualquier malpensado podría imaginar que las lobbys de las armas y del espionaje prefieren a quien quiere continuar la guerra en Libia, Siria, Irak y 

Afghanistan, donde, entre petróleo, opio y reconstrucción de naciones destruídas por los bombardeos humanitarios hay pan y tortas para sus accionistas (les llaman inversiones institucionales). La Rusia de Putin, todos lo saben, es más imperialista que la Unión Soviética. Por ello hay misiles “buenos” y tropas democráticas (peace keeping, llevan la paz , paciencia si hay algún daño colateral) emplazadas en las proximidades de las fronteras rusas.

Trump no pareciera pensar como Hillary en esta materia ni como los jerarcas  bellicistas de su partido republicano , tipo el omnipresente John Mc. Cain,  el falso héroe de guerra vencido hace ocho años por Obama. Además están las cuestiones de la guerra económica, el embargo contra Iran, otro estado canalla en la agenda de los “Buenos”, las cosquillas relativas a los gasoductos, la “vía de la seda”, Ucrania  donde gobiernan apasionadamente juntos  amigotes de los USA de origen judío y  nazistas locales, y tantas cosas más.

Parece que sobre todas estas cosas la señora que hace de escudo contra el Apocalipsis piense como el mundo financiero, el industrial y las principales lobbys planetarias.

No es que Trump sea un bolchevique disfrazado, un fascistoide  del tercer milenio, y ni siquiera un pio pacifista franciscano. Se trata del clásico personaje de estrellas y rayas,  un “self made man” pelo en pecho poco inclinado hacia las medias tintas.

Nosotros evitaremos votarlo, por lo menos por un sentido estético, pero si todos los  que hemos mencionado se inclinan por la otra parte capaz que algo de bueno, aunque  sea poco, haya en él.

Los diarios del establishment descubren videos “sexistas”  (otra palabra que hay que  aprender rápido para hacer un buen papel en sociedad…) en los cuales, oíd, oíd, el malvado personaje afirma  que, para un rico y potente como él, es fácil tener mujeres  a disposición. Inaudito, en el verdadero sentido de la palabra!  Todos los moralistas del   gran mundo se han escandalizado, a partir de la liberalísima señora Rodham Clinton, que ha soportado  tantos cuernos por una óptima causa: su carrera política.

Los diarios y las televisiones se alinean en bloque de su lado, y, por las dudas, continúan  publicando  y  trasmitiendo también los mensajes electorales del Apocalipsis: se sabe,  allá bussines are bussines.

Ahora vayamos a mirar qué hay de verdad bajo los ropajes de Hillary, y no hablemos de cuestiones sexistas, para no alarmar a las buenas almas. Dejemos a un lado la entusiasta adhesión de las feministas, que se da por descontada tratándose de  la primera mujer que puede ir a la Casa Blanca, y su prevalencia entre el electorado americano de color tradicionalmente próximo a los demócratas. Vayamos  a lo concreto: esta gentil señora ha cobrado 21.3 millones de dólares  desde que dejó el cargo de secretaria de Estado sólo por participar en reuniones organizadas por los bancos; desde el 2001 ha juntado 153 millones de dólares por pronunciar 729 conferencias. Además, según los datos disponibles, habría recibido entre 10 y 25 millones de dólares del benigno y democrático reino saudita, unida en esto a las peores figuras del extremismo islámico wahabita.

Naturalmente, es la bienamada de todos los progresistas del universo. (pero, qué querrá decir progresistas?) Las finanzas la adoran, empezando por los bancos de negocios y la poderosa Deustche Bank, a la que salvarán  con nuestro dinero. El aparato militar está todo de su parte porque mientras hay guerra hay esperanza. La industria está obviamente de su lado.

Los republicanos, demostrando que los grandes partidos americanos no son otra cosa que dos corrientes del único partido del dinero y de las multinacionales, han fingido indignación por los cañonazos que tiró Trump y por el famoso video sacado de la galera del Washington Post, que dicho sea de paso es propiedad de Amazon, otro  notorio  ente benéfico internacional. Gran parte de los vértices del partido del Elefante se han pasado con armas y bagajes al campo de Hillary

o sea del Poder con mayúscula. Entre ellos ex pésimos  personajes del pasado como  los Bush, el candidato vencido hace cuatro años, Rommey, el portavoz en el Congreso, Ryan, Warren Buffet y George Soros, cuyos patrimonios valen por si solos lo mismo que el PIL de varios estados africanos, votarán por Hillary, igual que los guardis privados negros, mejor dicho afroamericanos, de sus rascacielos. Bill Gates no se queda atrás y con las moneditas ganadas con el último sistema operativo  vendido en cuasi monopolio  financia generosamente a la buena señora que será el próximo Comandante en Jefe del ejército más poderoso del mundo. Hasta muchos exponentes del Tea Party, el movimiento de los enemigos de los impuestos, republicanos de fierro, se inclinan hacia Rodham Clinton.

               Y el “pobre” Trump? Aún creyendo a las encuestas negativas, encargadas en la mayor parte de los casos por los “media”  que sostienen al “Bien”, tendrá de su parte a cerca del 40% del electorado americano. Es raro, pero verdadero: muchas decenas de ciudadanos americanos votarán por él, el populista, el enemigo de las mujeres, el perseguidor de las minorías, uno que querría ver presa a la familia Clinton, que no cree que Putin sea la encarnación de Satanás. Si conseguirá salvar el pellejo ( en los EE.UU.  quién se pone en contra de los altos planes del poder ha sido frecuentemente víctima de “fanáticos aislados”   y de “desquilibrados mentales”), será de todos modos el campeón  de quienes están con la familia natural, la vida, el sentido religioso y la seguridad de los americanos.

Es una jungla, allá afuera, en los USA. Pareciera estar  en curso una guerra civil reptante entre ghettos étnicos donde cuenta solo el criterio de la sangre,  decenas de millones de pobres y los dorados ghettos para ricos a los que se accede después de haber logrado superar portones, guardias armados y digitado códigos de reconocimiento.

 En la tierra de la libertad, la población carcelaria es de más de dos millones de personas, un signo de violencia e ilegalidad muy difundida.

En el peor de los casos no será difícil organizar enjuagues electorales. En al menos  once  estados de la Unión se puede votar con documentos sin fotografía, en otros, no obstante Silicon Valley, los padrones no están actualizados, boletas y medios de expresión del voto son entre  lo más variado, fantasiosos  y farraginosos, como las fichas perforadas de la Florida  del 2004, que después de extenuantes recuentos dieron la victoria al segundo Bush. Hillary no corre riesgos, Trump es odiado por el sistema. Si, como es posible, volviese a subir en las encuestas, encontrarán enseguida otro scoop, el arma final y letal en la inminencia del 6 de noviembre, porque la democracia de verdad existe solo cuando vencen los “Buenos” y, al sonar de las trompetas de la Caballería, llegan los Nuestros.

Aquí, todavía, puede nacer el obstáculo: en el Apocalipsis son siete ángeles con siete trompetas los que anuncian la Revelación y cuatro caballeros representan guerra, muerte, hambre y enfermedad. Quizá Hillary Rodham Clinton, futuro “commander in chief” del ejército distribuido en toda la tierra para llevar libertad y democracia en obsequio al “destino manifiesto” de los americanos, ha involuntariamente, confesado quién es en verdad y qué al servicio de la Bestia.

Hay que esperar en el pato rengo, el desagradable millonario del jopo oxigenado nada mejor que la patrona  de las oligarquías,  estirada por la cirugía estética como la piel de un tambor?

Pero, si el Apocalipsis es la revelación, y odian tanto a Donald, quizá haya en él algo de positivo. Quizá, pero no lo sabremos nunca. En la escenografía del poder sucede como en Holliwood: el final feliz está asegurado.

Happy end, Hillary!

 

 

 

 

 

 

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¿POR QUÉ TRUMP? por Joseph Stiglitz*

| 24 octubre, 2016

Fuente Other News

En los viajes que realicé por todo el mundo durante las últimas semanas me pidieron, repetidamente, que responda dos preguntas: ¿Es concebible que Donald Trump podría llegar a ganar la presidencia de Estados Unidos?; y, en primer lugar, ¿cómo llegó su candidatura tan lejos?

En cuanto a la primera pregunta, a pesar de que es más difícil realizar un pronóstico político que uno económico, se puede decir que las probabilidades se inclinan fuertemente a favor de Hillary Clinton. Incluso así, el hecho de que ambos competidores se encuentren uno muy cerca del otro en la carrera (al menos hasta hace muy poco) ha sido un misterio: Hillary Clinton es una de las personas más calificadas y mejor preparadas que se haya candidateado a la presidencia de Estados Unidos, mientras que Trump es una de las menos cualificadas y peor preparadas. Aún más, la campaña de Trump sobrevivió a comportamientos por parte de Trump que habrían puesto fin a las posibilidades de cualquier otro candidato en el pasado.

Entonces, ¿por qué los estadounidenses están jugando a la ruleta rusa (con esto se quiere decir que existe al menos una posibilidad entre seis de una victoria de Trump)? Las personas que están fuera de EE. UU. quieren saber la respuesta, ya que el resultado les afecta también, a pesar de que no tienen influencia sobre este.

Y eso nos lleva a la segunda pregunta: ¿Por qué el Partido Republicano nomina a un candidato que incluso sus propios líderes rechazaron?

Obviamente, existen muchos factores que ayudaron a que Trump derrote a 16 rivales durante las primarias republicanas, permitiendo que llegue hasta este punto. La personalidad de los candidatos sí reviste importancia, y algunas personas realmente se sienten atraídas por la personalidad de show de telerrealidad de Trump.

Sin embargo, varios factores subyacentes también parecen haber contribuido a cuán cercanos están los contendores en la carrera electoral. Para empezar, muchos estadounidenses sí están económicamente peor de lo que estaban hace un cuarto de siglo. El ingreso medio de los empleados hombres a tiempo completo está en un nivel más bajo del que estuvo hace 42 años, y es cada vez más difícil que las personas con educación limitada consigan un trabajo a tiempo completo que pague salarios dignos.

De hecho, los salarios reales (ajustados a la inflación) en la parte inferior de la distribución de ingreso están más o menos donde estaban hace 60 años. Por lo tanto, no es sorprendente que Trump encuentre un público numeroso y receptivo cuando dice que la situación económica está podrida. Sin embargo, Trump está errado en cuanto al diagnóstico y a la receta. La economía de Estados Unidos ha tenido un buen desempeño, en su conjunto, durante las últimas seis décadas: el PIB ha aumentado casi seis veces. Sin embargo, los frutos de ese crecimiento beneficiaron a un número relativamente pequeño de personas que se encuentran en la parte superior de la distribución de los ingresos –a personas parecidas a Trump–; esto ocurre, en parte, gracias a los recortes masivos de impuestos que Trump, en caso de ganar, ampliaría y reforzaría.

Simultáneamente, las reformas que los líderes políticos prometieron iban a garantizar prosperidad para todos –como las reformas en el comercio exterior y la liberalización financiera– no cumplieron su cometido. No cumplieron en lo absoluto. Y aquellas personas cuyo nivel de vida se estancó o disminuyó llegaron a una conclusión simple: los líderes políticos de Estados Unidos, o bien no sabían lo que estaban diciendo o mentían (o ambas opciones eran verdaderas).

Trump quiere echar la culpa de todos los problemas de Estados Unidos al comercio exterior y a la inmigración. Trump está equivocado. EE. UU. habría enfrentado la desindustrialización, incluso sin un comercio más libre: el empleo mundial en la industria manufacturera ha ido disminuyendo, con aumentos de productividad superiores al crecimiento de la demanda.

Cuando los acuerdos comerciales fracasaron, no se debió a que EE. UU. fuera menos listo que sus socios comerciales; se debió a que los intereses corporativos fueron los que dieron forma a la agenda de comercio exterior de Estados Unidos. Las empresas estadounidenses hicieron bien las cosas, y fueron los republicanos quienes bloquearon los esfuerzos por garantizar que los estadounidenses perjudicados por los acuerdos comerciales compartieran los beneficios provenientes de estos.

Consecuentemente, muchos estadounidenses se sintieron golpeados por fuerzas fuera de su control, que llevaron a resultados que son claramente injustos. Supuestos de larga data –sobre que Estados Unidos es una tierra de oportunidades y que a cada generación le va a ir mejor que a la anterior– han sido puestos en duda. La crisis financiera mundial puede haber representado un punto de inflexión para muchos votantes: su gobierno salvó a los banqueros ricos que habían llevado a EE. UU. al borde de la ruina, mientras que, aparentemente, no hizo casi nada por favorecer a los millones de estadounidenses comunes y corrientes que perdieron sus empleos y viviendas. El sistema no solo produjo resultados injustos, sino que parecía estar amañado para producir dichos resultados injustos.

El apoyo que recibe Trump se basa, al menos en parte, en la ira generalizada derivada de que la pérdida de confianza en el gobierno. Sin embargo, las políticas propuestas por Trump harían que una mala situación se vaya a tornar en una mucho peor. Sin duda, otra dosis de economía del goteo del tipo que él promete, con reducciones de impuestos destinadas casi en su totalidad a las corporaciones y a los estadounidenses ricos, produciría resultados que no serían nada mejores que los obtenidos la última vez que se intentó aplicar tales medidas.

De hecho, el lanzamiento de una guerra comercial con China, México, y otros socios comerciales de Estados Unidos, tal como promete Trump, haría que todos los estadounidenses se empobrezcan más y crearía nuevos obstáculos a la cooperación mundial necesaria para hacer frente a problemas mundiales de importancia crítica, como el Estado Islámico, el terrorismo mundial, y el cambio climático. Usar dinero que podría ser invertido en tecnología, educación o infraestructura para construir un muro entre EE. UU. y México es un doblete en términos de desperdicio de recursos.

Hay dos mensajes que las élites políticas estadounidenses deben escuchar. Las simplistas teorías neoliberales y de fundamentalismo de mercado que han dado forma a muchas de las políticas económicas durante las últimas cuatro décadas son gravemente desorientadoras, ya que el crecimiento del PIB al que conducen llega a precio de una desmesurada elevación de la desigualdad. La economía del goteo no funcionó y no funcionará. Los mercados no existen en un vacío. La “revolución” Thatcher-Reagan, que reescribió las reglas y reestructuró los mercados en beneficio de aquellos en la parte superior de la distribución de ingresos, tuvo mucho éxito en cuanto a aumentar la desigualdad, pero fracasó completamente en su misión de aumentar el crecimiento.

Esto nos lleva al segundo mensaje: una vez más tenemos que reescribir las reglas de la economía; esta vez para cerciorarnos de que los ciudadanos comunes y corrientes se beneficien. Los políticos en EE. UU., y en el resto del mundo, que ignoran esta lección deberán ser responsabilizados. El cambio implica un riesgo. Sin embargo, el fenómeno Trump –y una cantidad no despreciable de fenómenos políticos similares en Europa– han puesto de manifiesto los riesgos muy superiores que conlleva no prestar atención a este mensaje: sociedades divididas, democracias socavadas y economías debilitadas.

*Premio Nobel de Economía, es profesor universitario de la Universidad de Columbia y economista en jefe de la Institución Roosevelt. Su libro más reciente es “The Euro: How a Common Currency Threatens the Future of Europe”. © Project Syndicate 1995–2016

 

 

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LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN – EL RELATO K – LOS HECHOS por Carlos Alberto Kreimer*

| 22 octubre, 2016

Cuando se conoció el resultado del 24 de febrero de 1946 y, contra todo lo escrito he imaginado (no había entonces encuestas) había ganado el entonces Coronel Juan Domingo Perón obteniendo el 53% de los sufragios; entonces el victorioso dijo: “ganamos con tiza y con carbón”. Muchos años después, cuando fue nuevamente candidato en 1973 se mofó de la opinión de los medios –que dicho sea de paso entonces lo respetaron- y dijo: “en 1946 con toda la prensa en contra ganamos y en 1955 con toda a favor nos echaron”. Todo absolutamente cierto, triunfó con prácticamente todos los medios escritos que apoyan a sus adversarios.

Pero décadas después sus epígonos olvidaron la lección. Durante el largo lapso del relato K en las expresiones adictas sostuvieron, con artículos y voces de politólogos, sociólogos, antropólogos, opinólogos, periodistas y hasta de psicoanalistas, que los medios de comunicación son los que perversamente formatean la mente de los desprevenidos. Afirmaron contundentemente que dichos “medios” respondían al llamado establishment de las grandes corporaciones y capital concentrado. Para ello tuvieron como mayor operador a Martín Sabbatella que, como ex stalinista, del tema conocía mucho. Trataron de estigmatizar al “Grupo Clarín” (propietario en simultáneo de un cotidiano escrito, una radio, un canal de aire y otro de cable) llamándolo “La Corpo”, o sea la corporación que respondía a los demonios. Obtuvieron una ley de medios con la que trataron de combatirlo o silenciarlo y hasta pensaron en reformar de raíz la justicia que le daba la razón. Cuando lograron por aplicación de las normas dictadas que el “grupo” se dividiera en varias sociedades, no podían creer que aun así fuera el preferido de los consumidores de noticias y empezaron una nueva carga. Crearon o apoyaron con dinero oficial (con altísimos sueldos pagados inexplicablemente a los periodistas) o las llamadas “pautas”, una generosa cantidad de competidores (algunos incluso de distribución gratuita) para ampliar las opciones de los lectores, radioescuchas y televidentes. El Presidente de la Nación en persona dijo en alta voz: “Que te pasa Clarín”. El Secretario de Comercio repartía toda clase de insignias (vinchas, llaveros, camisetas, globos, etc.) que decían “Clarín miente” y hasta concurrió junto con el ministro Kicillof a una asamblea societaria del Grupo Clarín –usando tramposamente las acciones que tenía ANSES como capital de los jubilados- donde dijo irresponsablemente: “Vengo a divertirme” (la diversión le sigue durando ya que por esos hechos hoy está imputado en la justicia). Para contrarrestar la influencia de “la corpo” Cristina Fernández violando toda la legislación llegó a hablar por cadena nacional treinta y dos veces en diez meses y el Ministro Coordinador a romper en cámara un ejemplar de Clarin. Pero así y todo no les pudieron cambiar las preferencias a los lectores, televidentes y escuchas. Como dijera Vladimir Ilich Uliánov (Lenin) en un texto referido a la revolución de 1905: “los hechos son tozudos”.

Pero la realidad es mucho más fuerte. Hoy Donald Trump  –casi un identikit de la derecha reaccionaria y xenófoba- dice exactamente lo mismo que el relato K: “me quiere derrotar un establishment del gran capital concentrado que es quién financia la campaña de Hillary”. Es que casi toda la prensa (el 85% según los especialistas y hasta el mensuario Vogue que por primera vez en su historia toma partido) apoya a los demócratas y el republicano denuncia a los fantasmas perversos que, a su criterio, están detrás de ese apoyo. O sea Trump los republicanos y los K con el mismo discurso (¿un solo corazón? como los estribillos).

En Francia el movimiento neonazi de Marie Le Pen también se queja de los medios de difusión a los que demoniza y los acusa de responder a los peores fantasmas. Lo mismo ocurre en otros lares (Austria, Alemania, Hungría, etc.) con personajes similares.

En Colombia el Presidente Juan Manuel Santos –luego de años de una trabajosa tarea negociada en Cuba- logra un acuerdo con los guerrilleros de la FARC para terminar décadas de guerra. Para bendecirlo convoca un referéndum y gasta un dineral en comunicación usando para ello absolutamente todos los medios en favor del SI. El convenio implicaba una amplia amnistía para los terroristas y, para destacarlo, el día de su firma invita a personalidades del mundo que concurren. Incluso al Presidente Macri (¿”basura vos sos la dictadura”’ le dice Hebe de Bonafini que reivindica la lucha guerrillera y la siguen los que le gusta el cantito) va a Bogotá para apoyar la amnistía a los guerrilleros. La oposición al acuerdo sostiene que quiere justicia y castigo para los integrantes de la guerrilla y no el perdón de sus delitos. Una distinguida senadora dijo: “han invertido la pirámide en la punta está la justicia y en la base los atroces delincuentes”.  Y antes la sorpresa del mundo ganó el NO. Nadie puede decir que toda la prensa fogoneó la represión ya que estuvo del lado del perdón. Contra toda la prensa los colombianos parecen querer condenar penalmente a los guerrilleros (solo falta que descuelguen el cuadro de Santos como Néstor el de Videla).

En el Reino Unido se llamó a un referéndum por el BREXID o sea la separación de la Comunidad Europea. Quienes apoyaban el SI eran los grupos más primitivos y reaccionarios. La mayoría de la prensa se pronunció por la continuidad en Europa. Durante la campaña un delirante militante de un partido ultraderechista asesinó a una diputada laborista (Jo Cox) que se oponía al BREXID. Entonces los dirigentes de ese espacio afirmaron “Los medios están intentando desesperadamente incriminar al Britain First” (como en la Argentina a la muerte del fiscal Nisman dirían los pseudo izquierdistas del relato). Un dirigente conservador populista Boris Jhonson fue quién a través de un cotidiano (Daily Telegraph) impulsó la separación y ahora nos enteramos que tenía escrito otros artículos propiciando en NO que ocultó pero haría jugar conforme el resultado (¿le echaría entonces la culpa a los medios?). Ante la sorpresa de todos ganó el SI. Los medios no torcieron la voluntad de quienes ahora parecieran estar arrepentidos. Pero se destacó como gran triunfador Nigel Frange líder de un partido claramente fascista el UKIP. O sea todos los depreciables festejaron y dijeron que la verdad del pensamiento de los votantes fue ocultado por “los medios” (el pensamiento de Sabbatella).

Los nuevos populistas reaccionarios o bien demonizan la prensa como la defensora de los peores intereses de establishment (como Donald Tramp) o intentan usarla en favor de la xenofobia contra los inmigrantes o los distintos. ¿En este Martín Pescador en que fila pugnan los K ya que son unánimes en pensar que las peores cosas están en la sociedad penetrada perversamente por los medios? Los hechos los ponen en una seria disyuntiva y no pueden como Hegel responder: “peor para los hechos”

Pero aparecen teóricos defensores del populismo y, contrariando a Loris Zanatta que asevera que todos forman una misma familia, afirman que están los buenos de izquierda y los malos de derecha. Así la gran teórica de este nuevo relato Chantal Mouffe (viuda de Ernesto Laclau) nos dice que la democracia liberal está en crisis y que solo la salvará el populismo. En su artículo “El momento populista” (publicado el 9 de junio en el diario madrileño “El País”) concluye: “Concebido de manera progresista el populismo, lejos de ser una perversión de la democracia, constituye la fuerza política más adecuada para recuperarla y ampliarla en la Europa de hoy”. Pero señala previamente: “En varios países de Europa esa aspiración a recuperar la soberanía ha sido captada por los partidos populistas de derecha que han logrado construir el pueblo a través de un discurso xenófobo que excluye a los inmigrantes, considerados como una amenaza para la prosperidad nacional”.  Desde luego cabe la pregunta: ¿Cómo haremos para saber si el populismo es bueno o malo? Se lo preguntaremos a la Sra. Mouffe antes de votar porque la consulta a “los medios” nada nos dice malgré el relato K.

*Socio del Club Político Argentino

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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GRANDES DESAFÍOS ESPERAN A ANTONIO GUTERRES AL FRENTE DE LA ONU por Lyndal Rowlands*

| 22 octubre, 2016

Fuente: IPS Noticias

Asuntos complejos y de difícil solución esperan al portugués Antonio Guterres al frente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el preferido por el Consejo de Seguridad, de 15 miembros, para ser el noveno secretario general del foro mundial.

“Tenemos un claro favorito y su nombre es Antonio Guterres”, anunció Vitaly Churkin, el representante permanente de Rusia en la ONU y presidente del Consejo de Seguridad en octubre, en conferencia de prensa rodeado de sus 14 compañeros del máximo órgano de seguridad del foro mundial, en una escena que terminará siendo histórica.

Es tradición en la ONU que la decisión del Consejo de Seguridad reciba el visto bueno de la Asamblea General, de 193 miembros, lo que ocurrirá este jueves 6.

La unanimidad de los miembros del Consejo de Seguridad se da en un contexto en que las relaciones diplomáticas por la guerra en Siria empeoran. De hecho, el secretario de Estado (canciller) de Estados Unidos, John Kerry, anunció a principios de esta semana que Moscú y Washington suspendían las conversaciones por ese tema.

La guerra en Siria es solo uno de los tantos desafíos a los que deberá hacer frente Guterres, de 67 años, al frente de la ONU.

Muchos diplomáticos parecen coincidir en que el ex primer ministro de Portugal (1995-2002) es la persona más preparada para asumir la tarea, como lo prueba su actuación en uno de los procesos de elección de un secretario general más abiertos y transparentes que haya tenido el foro mundial.

Guterres también estuvo al frente del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) entre 2005 y 2015, cuando el número de personas desplazados se disparó a un máximo desde el final de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Pero la elección de Guterres desilusionó a quienes esperaban que por primera vez una mujer estuviera al frente de la Secretaría General o que el cargo lo ocupara una persona de un país de Europa oriental.

No elegir a alguien de esa región rompe con la tradición de rotación geográfica, aunque no optar por ninguna de las siete muy calificadas candidatas parece un golpe más duro para la organización, que desde hace tiempo sostiene que la igualdad de género está entre sus principales objetivos.

Pero como lo demuestra la propia integración del Consejo de Seguridad, con 14 hombres y una mujer, todavía queda mucho por hacer en muchos países miembro en materia de igualdad de género.

Además, Guterres será el cuarto europeo en ocupar el máximo cargo en la ONU, aunque el primero desde 1981, lo que muestra la enorme incidencia de Europa occidental, con apenas 10 por ciento de la población mundial, en los asuntos globales.

El anterior secretario general europeo fue el austriaco Kurt Waldheim (1972-1981).

Michel Gabaudan, presidente de Refugees International y quien trabajó con Guterres en Acnur, dijo a IPS que estaba encantado de que el proceso de selección abierto de este año haya terminado con su designación.

“Necesitamos un líder fuerte, necesitamos un líder visionario y necesitamos un líder diplomático, y creo que Guterres demostró definitivamente contar con todas esas cualidades”, opinó Gabaudan.

“Es capaz de acercar a los países, que es básicamente el tremendo desafío del trabajo de secretario general que espera a Guterres, pero creo que la ONU eligió a la persona correcta para esa difícil tarea”, añadió.

Por su parte, Natalie Samarasinghe, directora ejecutiva de la Asociación de las Naciones Unidas de Gran Bretaña y una de las fundadoras de la campaña 1 para 7 mil millones, dijo a IPS que la elección de Guterres también refleja el éxito de un proceso de selección mejorado.

“El anuncio del miércoles es un testimonio del impacto de un proceso más abierto e inclusivo por el que abogó 1 para 7 mil millones”, observó Samarasinghe.

“Guterres no era el candidato mejor posicionado al inicio de la contienda”, para empezar tenía la región y el género ‘equivocados’, pero la impresión generalizada fue que ofreció un buen discurso frente a la Asamblea General, así como en otros encuentros, lo que propició comentarios sobre su experiencia y su capacidad para inspirar”, explicó.

La campaña de 1 para 7 mil millones reclamó mejoras en la designación del secretario general, como un mandato único más largo para erradicar la idea de que se cede a las presiones para complacer a los cinco miembros permanentes con poder de veto del Consejo de Seguridad, China, Francia, Estados Unidos, Gran Bretaña y Rusia.

Esas presiones percibidas también fueron señaladas por Louis Charbonneau, director de la oficina de Human Rights Watch (HRW) en la ONU.

“En definitiva, el próximo secretario general de la ONU será juzgado por su capacidad para hacer frente a las mismas potencias que lo eligieron, ya sea por la situación en Siria, Yemen, Sudán del Sur, la crisis de refugiados, el cambio climático o cualquier otro problema que se le atraviese”, puntualizó Charbonneau.

Pero en definitiva, el director de HRW también aplaudió su designación: “Con Antonio Guterres, el Consejo de Seguridad eligió a un franco y efectivo defensor de los refugiados con posibilidades de imponer un enfoque radicalmente nuevo sobre las cuestiones de derechos humanos en un contexto de grandes desafíos”.

También se considera que Guterres estará dispuesto y será capaz de defender a los más oprimidos dentro de la ONU. En abril, este relató a la prensa cómo su experiencia como voluntario con los indigentes había inspirado su carrera política.

La noticia de la elección del ex primer ministro portugués también coincidió con la confirmación de que el Acuerdo de París sobre cambio climático reunió el número necesario de firmas para entrar en vigor dentro de 30 días.

El próximo paso importante para la implementación de ese documento no vinculante queda en la órbita de Guterres, quien reemplazará al surcoreano Ban Ki-moon al frente de la Secretaría General de la ONU.

                                                                                                                               Octubre 2016

*Periodista de IPS

 

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COLOMBIA: EL PAÍS INVISIBLE por William Ospina*

| 15 octubre, 2016

La afirmación más frecuente, y más falsa, de la jornada histórica del 2 de octubre, en labios de políticos y periodistas, fue que medio país estaba por el sí, y medio país, y un poco más, estaba por el no.

Pero esa ceguera es una de las causas de la guerra y de todas las violencias que padecemos. Sumados los seis millones largos que rechazan los acuerdos y los seis millones que los aprueban, no se hace un país. Colombia no son 12 millones de personas: queda por saber lo que piensan los 20 millones de ciudadanos que no votaron y los 18 que no pueden votar.

La anémica democracia colombiana muestra ostentosa sus 12 millones de votos, los ganadores muestran triunfales sus seis millones, proclamando: “esto ha dicho Colombia”, y todos se esfuerzan por ignorar esos 20 millones de ciudadanos que resultaron inmunes a la esperanza, a la propaganda, al soborno y a la amenaza.

Pero en esos 20 millones no sólo están los problemas del país sino que están también las soluciones. Allí está la sociedad no formalizada, la que no tiene empleo ni propiedades, la que no tiene acceso más que a un sistema enfermizo de salud y a un sistema incompetente de educación.

Los jóvenes desamparados a merced de la violencia y de la marginalidad, los mayores sin pensiones, los que padecen un sistema de justicia inicuo y siempre postergado, los desplazados de todas las violencias, millones de personas cuya indudable vocación de paz se ve contrariada por la pobreza, la falta de oportunidades, la adversidad y la desesperación, pero que aun así sostienen con su recursividad y su esfuerzo este país paralizado por la burocracia y exprimido por la corrupción.

Claro que a los políticos de derecha y de izquierda no les importa la gente que no vota, ese no es su negocio. Pero a quien quiera arreglar el país sí deberían importarle, y no como electores sino como conciudadanos, hijos de nuestra historia y padres de nuestro futuro. Si algo es evidente es que el proceso de paz de estos cinco años no fue diseñado para ellos y ni siquiera los tuvo en cuenta.

Bien merecida tiene Santos la indiferencia de las grandes mayorías de este país, que son las que debían llenar las calles y las plazas el día de la firma del acuerdo, y salir a votar jubilosas el 2 de octubre, pero que ni siquiera se sintieron convocadas. Aquí, como siempre, no se llama a la gente a construir la paz sino a aprobar la paz que los expertos diseñan bien lejos de la vereda y del barrio.

¿Quién le dijo a Santos que la firma solemne de un acuerdo de paz en un país desgarrado se hacía en una ceremonia VIP diseñada sólo para la tribuna internacional, en la ciudad más elitista del país, y dejando por fuera no sólo a la gente humilde de la propia ciudad sino hasta a los medios de comunicación nacionales?

¿No está pintada ahí la arrogancia de esta aristocracia de medio pelo que no logra diferenciar la paz de todos de un festival elitista? ¿Cómo logra el presidente soslayar el hecho de que ni siquiera el gobierno de España haya venido a respaldar su ceremonia, para no hablar de Barack Obama, que es capaz de visitar por varios días a Cuba, el mayor adversario de su país, y ni se digna acompañar a quien ha sido el socio más fiel de los Estados Unidos en el continente desde el día siguiente de la toma de Panamá?

¿Por qué dijo Santos que si perdía el Sí al otro día recomenzaba la guerra? ¿Por qué dijo Humberto de la Calle que no había acuerdo mejor y ahora todos se disponen a mejorarlo? La paz que diseñan nuestras élites y su clase política es una paz para ellas, pero no para el país. Ahora van a intentar montar otra vez el Frente Nacional, y veremos no sólo a Uribe en Palacio sino a lo mejor el renacer de aquella vieja fraternidad que por razones electorales se revistió por un tiempo con los ropajes de la Bella y la bestia.

Ya están hablando del medio país del Sí y del medio país del No: que Colombia se vaya preparando para quedar una vez más por fuera del acuerdo entre los dirigentes, que cuando se odian es para ponernos a pelear entre nosotros, y cuando se unen es para borrarnos. Todavía están pensando que se puede hacer la paz sin empezar a corregir las tremendas injusticias que dieron origen a la guerra.

Pero no deja de ser alentador advertir que esta vez no les fue posible polarizar a los colombianos. De los seis millones que votaron por el sí, estoy seguro de que la mitad no cree en Santos, sino que anhela fervientemente la paz. Y de los seis millones que votaron por el no, la mitad, más que adorar a Uribe no quieren a Santos ni a las Farc, y tienen sus razones.

Es el viejo bipartidismo el que tiene al país como está. Es la vieja dirigencia y su clase política la que se nutre de nuestras esperanzas y de nuestros desengaños. Siempre nos hacen creer que debemos sentarnos a esperar las soluciones que están diseñando, el país feliz que sólo ellos saben cómo construir. Ahora han puesto a las Farc a pedir perdón en cada esquina, y eso está bien, pero los dueños de todo, que son los responsables de todo desde hace 70 años, nunca asumen su responsabilidad. Hay que verlos: ellos son los que acusan y los que perdonan.

Y el día en que lo tengan todo bien diseñado, preparémonos para otra hermosa ceremonia VIP, a la que sí vendrán el rey de España y el presidente de los Estados Unidos. Otra ceremonia en la que no tendrán cabida esos 38 millones de colombianos que ahora quedaron por fuera, pero tampoco muchos de los que apasionadamente votaron por el Sí y por el No.

Porque el país de las élites colombianas es muy pequeño. Puede influir con su discurso de promesas y de rencores sobre 12 millones de personas: pero eso no significa que las vayan a dejar entrar en la fiesta.

(*) Escritor colombiano, ha publicado varios libros de ensayos, entre ellos ¿Dónde está la franja amarilla?” (1997), En busca de Bolívar (2010), La lámpara maravillosa (2012), Pa que se acabe la vaina (2013), El dibujo secreto de América Latina (2014) y cuatro libros de poemas. Autor de las novelas Ursúa (2005), El país de la canela (2008), La serpiente sin ojos (2012) y El año del verano que nunca llegó (2015). Recibió los premios Nacional de Ensayo 1982, Nacional de Poesía 1992, de Ensayo Ezequiel Martínez Estrada en Casa de las Américas 2003 y el Premio Rómulo Gallegos 2009.

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EL INELUDIBLE COSTO SOCIAL  por Alberto Medina Méndez*

| 15 octubre, 2016

El debate contemporáneo ha instalado una falacia tan clásica como burda. Propios y extraños defienden la idea de que los cambios no pueden ni deben hacerse porque no están dadas las condiciones mínimas para llevarlos adelante dado el elevado costo social que provocaría hacerlo.

Es esa visión la que detiene a muchos en el camino hacia lo correcto y, bajo esa perspectiva, empiezan a pergeñar retorcidos atajos, senderos alternativos y discursos siempre funcionales para finalmente sortear las imprescindibles determinaciones que se necesitan.

Obviamente, los más interesados en no dar pasos firmes en el trayecto apropiado son justamente los que gobiernan, que no están dispuestos en realidad a hacer lo necesario, sino que prefieren dejarle esa incomoda labor a otros, a los que puedan venir después, que por otra parte jamás llegan.

Desde cualquier posición política, transmiten a viva voz esta idea de que no se pueden concretar ciertas acciones porque eso implicaría que una parte importante de la sociedad pagaría los platos rotos, como si postergar la decisión  resolviera el problema de fondo y no lo agravara aun más.

Quienes inspiran esta mirada no lo dicen, ya no porque no lo identifican, sino porque se suman al engaño institucionalizado que la política instrumenta sistemáticamente desde hace décadas, escondiendo la realidad.

La verdad es que no están dispuestos a hacerlo por el costo político que eso conlleva y no por el costo social que se deriva de las eventuales decisiones adecuadas. Claramente esos dos conceptos no son idénticos.

El supuesto costo social, al que ellos se refieren, se ampara en la hipotética imposibilidad práctica de los sectores más vulnerables para adecuarse, en esa transición, pasando de su situación actual a otra con reglas de juego diferentes, que demandan significativos esfuerzos adicionales.

La otra cara de la moneda, esa que les preocupa, es la del costo político, vinculado al apoyo electoral que precisa cualquier gobierno para llevar adelante su gestión y tener sustentabilidad durante ese proceso.

La política le tiene miedo a sus propios costos y no a los de la gente. No les asusta como se adaptará la sociedad a esa nueva dinámica más sensata y racional, más equitativa y justa. Les preocupa solo la próxima elección y su supervivencia frente a los embates de su circunstancial opositor de turno.

Por esos motivos implementan un discurso mentiroso, donde el embuste está en el centro de la escena. Falsifican la realidad no solo a la sociedad en su conjunto haciéndoles creer que muchas medidas son absolutamente irrealizables, sino que manipulan a sus propios partidarios, instigándolos a recitar sin pensar, ideas que no resisten demasiado análisis pero que han conseguido instalarse en la agenda política general.

Lo que no cuentan, lo que no dicen, lo que ocultan deliberadamente, es que el supuesto costo social que intentan evitar, protegiendo a los más débiles y que la comunidad no parece dispuesta a tolerar, se paga igualmente todos los días y sin ningún tipo de contemplaciones.

La astucia del sistema ha consistido en inyectar veneno de un modo imperceptible, disimuladamente, sabiendo que lo hace, lo que convierte su ejecución en una perversidad gigante de los implementadores y de quienes asumen cotidianamente la responsabilidad de continuarlas hasta el infinito.

No solo los creadores de este engendro tienen la culpa. Claro que son ellos los que han fabricado este monstruo, pero eso no exime de responsabilidades a quienes, pudiendo encaminarse en la dirección opuesta sostienen este nefasto régimen sin ningún tipo de atenuantes.

Mantener la vigencia de infinitos planes sociales y la endemoniada estructura de subsidios con la transferencia de recursos que eso implica, en la mayoría de los casos desde los sectores que menos tienen hacia los de mayor poder adquisitivo, es una actitud ruin e imperdonable.

La pérfida dinámica impositiva de este tiempo le hace creer a demasiada gente que recibe cuantiosas ayudas, que ciertos servicios son gratuitos, que los paga alguien que no son ellos mismos, cuando en realidad lo que ocurre es exactamente lo contrario.

Los ciudadanos, sin registrarlo, pagan por esto todos los días. Los supuestos beneficiarios de esos privilegios financian esta fiesta con exagerados impuestos e inflación, con corrupción y despilfarro, sosteniendo una estructura parasitaria, ineficiente e incapaz de gestionar con calidad.

La sociedad paga desproporcionados tributos para sostener un aparato político cuya ingeniería letal ha sido construida durante años. Más de la mitad de los ingresos que los individuos crean con su propio esfuerzo quedan en manos de los diferentes estamentos del Estado  que a cambio ofrece, invariablemente, servicios de dudosa calidad.

No es cierto que los cambios no se puedan concretar. Lo que no quieren reconocer es que hacerlo implicaría desmantelar la maquinaria política que han edificado y es ese costo, y no otro, el que no están dispuestos a pagar.

La clase política ha logrado instalar la inmoral idea de que la sociedad debe hacerse cargo de sostener un Estado caro, ineficaz e injusto. Lo debe hacer sin chistar y además debe soportar hasta el infinito que los problemas que nacen de esa dinámica jamás encuentren soluciones definitivas.

Aunque no se logre percibir con suficiente claridad, la mayoría de la gente no ha logrado evitar eso a lo que tanto parece temerle, gracias a sus cuestionables creencias. No deberían asustar los cambios, sino la eterna continuidad de un esquema que genera cada vez más inconvenientes y que jamás ha conseguido esquivar el ineludible costo social.
 

*Periodista.Consultor Privado en Comunicación, Analista Político,Conferencista Internacional, Presidente de la FUNDACIÓN CLUB DE LA LIBERTAD, Miembro de la Comisión Directiva de la RED POR LA LIBERTAD,Columnista de INFOBAE en Argentina,Columnista de DIARIO, EXTERIOR de España, Columnista de EL CATO de EEUU,Conductor del los ciclos radial  y televisivo EXISTE OTRO CAMINO.Ha publicado más de 470 artículos en 15 países de habla hispana

Premio a la Libertad de la Fundación Atlas 2006

Premio Periodista del Año de Corrientes, por Fundación Convivencia en 2002 y 2011

Premio Corrientes por la labor periodística en 2013

 

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