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LA REBELIÓN CONTRA LA CIENCIA EN EL FINAL DEL SIGLO XX, por Bartolomé Tiscornia*

Ernestina Gamas | 24 junio, 2012

 

La lectura de “Einstein, historia y otras pasiones”, de Gerald Holton, me movió a escribir sobre su análisis de las consecuencias de la Rebelión Romántica y sus herederos, contra el progreso de la ciencia. Lo que sigue, pues, no tiene otro mérito que ser un intento de divulgación para los usuarios que frecuentan este sitio web.

Al decir de Holton, la ciencia puede conducir a un conocimiento que es progresivamente mejorable, universalmente accesible en principio, está basado en el pensamiento racional y es potencialmente valioso para la sociedad en general.-

Lamentablemente la contracultura de la post-modernidad y de la new age que afirma el “final del progreso”, implica una rebelión recurrente – y no pasajera – contra los presupuestos de la civilización occidental provenientes de la Ilustración. Esta rebelión ha invadido la educación, la opinión pública y repercute negativamente en el apoyo de la ciencia.

La última visión francamente optimista sobre el papel de la ciencia en la civilización puede situarse con el informe Vannevar Busch –director de la Oficina de Investigación y Desarrollo Científico- realizado por un trust de cerebros ante un pedido de Roosevelt en 1944. Este informe fue la base para el apoyo a la ciencia durante las décadas posteriores y la euforia recién se detiene con el fracaso de Vietnam. Hasta entonces se vio “a la ciencia y a la diplomacia como aliados naturales al servicio del ideal de poder e instrucción de la política en conjunto” , formando parte del sueño americano que se remontaba a Benjamín Franklin.

Como antecedente de la actual contracultura que se origina en la rebelión del Romanticismo, ocupa un lugar central Oswald Spengler -La decadencia de Occidente- y su influencia en pensadores como Toynbee y Lewis Munford. El pensamiento de Spengler respecto de la razón y el conocimiento, es sustituido por la intuición, llegando a sostener que la tecnología terminará con minar la sociedad de Occidente, prediciendo el triunfo primero comercial y luego militar de Oriente.

Las reacciones no se hacen esperar -Circulo de Viena, Karl Popper- pero ya siempre conviviendo con ataques, o lo que es peor, con desnaturalizaciones del sentido de la ciencia.

Como dice Isaiah Berlin, la Rebelión Romántica ha ido socavando los pilares de la tradición Occidental ofreciendo como alternativa“la autoafirmación romántica, el nacionalismo, el culto a los héroes y los líderes, y al final… fascismo e irracionalismo brutal y la opresión de las minorias” . En ausencia de reglas objetivas las nuevas reglas las hacen los propios rebeldes: “Los fines no son valores objetivos… Los fines no son descubiertos en absoluto, sino construidos, no se encuentran sino que se crean” (los subrayados son míos).

Así la Rebelión Romántica llega a inspirar la política del Estado: la ciencia aria consistía en un constructo social de modo que la herencia racial del observador “afectaba directamente la perspectiva de su trabajo”. De ahí que los científicos de razas indeseables no resultarán admisibles y solo se podría escuchar a aquéllos que estuvieran en sintonía con las masas, el “völk”. La física debía ser reinterpretada para relacionarla no con la materia sino con el espíritu, descartándose así la objetividad y la internacionalidad de la ciencia.

Los excesos nazis y stalinianos provocan paradójicamente un fortalecimiento de la anticiencia. Como dice Berlin la relación entre la ciencia y totalitarismo recibe ahora una interpretación mucho más siniestra: las dos llegan a estar relacionadas directa y causalmente.

La máxima paradoja es que nada menos que Vaclav Hàvel, el poeta, dramaturgo, combatiente de la resistencia contra la opresión stalinista y hombre de estado Checo, es quien más influye en el retaceo del apoyo a la ciencia que EEUU adopta a partir de 1944. En efecto, Hàvel sostiene que el totalitarismo de nuestra época fue el perverso resultado final de una corriente de ideas encarnada en el propio programa de la ciencia. La muerte del comunismo marcó el fin de una era, la muerte del pensamiento basado en la objetividad científica. La propia ciencia moderna es la que ha sido el agente fatal de la era moderna .
El problema es que quien más profundamente quedó afectado por el ensayo de Hàvel fue el Presidente del Comité para la Ciencia, el Espacio y la Tecnología del Congreso de los Estados Unidos, que había sido gran defensor de la ciencia durante su larga permanencia en la Cámara de Representantes: George E. Brown Jr.- A partir de su lectura invirtió su posición y escribió “ La crisis de la objetividad: reconsiderando el papel de la ciencia en la sociedad” que presentó en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia.

Sin advertir que se estaba acercando a la solución “völkische”, ensayada también en la Revolución Cultural maoísta, Brown rechaza la visión de Vannevar Busch, negando que la ciencia pueda ocupar un lugar en el centro de la cultura moderna.

A partir de allí los efectos prácticos no han tardado en manifestarse: el nuevo Congreso, elegido en 1994, recorta drásticamente el apoyo que la ciencia había disfrutado durante más de cinco décadas.

No quiero terminar estas líneas con una visión pesimista sobre el futuro de la ciencia, generalizando la errónea posición adoptada por la administración de la mayor potencia mundial. Por eso trataré de ver la parte llena del vaso citando una vez más a Gerald Holton:

“Cuando las generaciones futuras vuelvan la vista a nuestros días, envidiarán a nuestra generación por haber vivido en una época de brillantes logros en muchos campos, y no menos en ciencia y tecnología. Estamos en el umbral del conocimiento básico respecto a los orígenes de la vida y del propio universo. Nos hallamos cerca de una comprensión de los constituyentes fundamentales de la materia, de los procesos mediante los que trabaja el cerebro, y de los factores que rigen la conducta. Iniciamos la exploración física del espacio y hemos empezado a ver cómo vencer el hambre y la enfermedad a gran escala.”

* Bartolomé Tiscornia es abogado

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REPORTAJE A ARTURO FRONDIZI* (1908-1995) por Albino Gómez**

Nestor Grancelli Cha | 23 junio, 2012

 

Este reportaje fue realizado en Buenos Aires en 1982, veinte años después del derrocamiento del Presidente Frondizi y a pedido de la agencia ALA de Miami, que lo publicó en su propia revista y lo distribuyó en todos los medios en español de los Estados Unidos, y en distintos medios de Venezuela, y países de América Central.
 
Albino Gómez: En agosto de 1961, en una reunión del CIES (Consejo Interamericano Económico y Social) realizado en Punta del Este (Uruguay), quedó establecida la “Alianza para el Progreso”. El representante de Cuba, Ernesto “Che” Guevara, asistió a la reunión pero no firmó la declaración final, y el día 18 de agosto viajó desde Punta del Este a Olivos (provincia de Buenos Aires) para visitar al presidente Arturo Frondizi. ¿Cuál era su opinión sobre la “Alianza para el Progreso” y el motivo de su reunión con Ernesto Guevara? ¿Se vinculó ella a alguna forma de mediación de Argentina entre Cuba y los Estados Unidos”?
 
Frondizi: La “Alianza para el Progreso” fue una iniciativa valiosa. Por lo menos, con ella, el presidente John Kennedy ponía de manifiesto la importancia del problema del desarrollo en América Latina; la íntima vinculación de ese problema con la consolidación de la democracia; la necesidad de la cooperación financiera de los Estados Unidos, y el valor de todo ello para el mejoramiento de las relaciones continentales. No obstante, antes de la reunión de Punta del Este, durante ella y después de que se sancionara la Carta que puso en marcha la Alianza, formulamos siempre –por parte nuestra- serios reparos. Consideramos entonces –y esto parece hoy evidente- que una filosofía meramente asistencial no era suficiente para resolver los problemas del desarrollo. Pensábamos, y de ello estamos hoy más convencidos que nunca, que sólo la transformación de la estructura de producción de los países de América Latina podría resolver, con base propia, las metas de desarrollo social trazadas en Punta del Este. Era muy claro en 1961 que la dependencia de esta parte del Continente, expresada en el deterioro de la relación de intercambio, tendía a agravar la situación latinoamericana. Hoy, la enorme deuda externa revela en qué medida están lejanos los objetivos a los que apuntaba la generosa iniciativa del presidente de los Estados Unidos. Cabe recordar también que en los debates de Punta del Este, la Argentina se opuso con éxito al establecimiento de un sistema de programación regional de las inversiones, que resumía los aspectos menos positivos de la teoría de la integración económica continental. Creemos que el tiempo también nos dio en esto la razón. Luego de terminada la reunión del CIES, el entonces ministro de Industria de Cuba, Ernesto Guevara, nos visitó en la residencia presidencial de Olivos. Su viaje no tenía nada de sorprendente, ya que ambos países mantenían relaciones diplomáticas normales, aunque no estrechas. Cuba, por otra parte, conservaba todavía sus vínculos con todos los países de América Latina. Por supuesto, teníamos mucho interés en explorar las posibilidades de una disminución de la peligrosa tensión que existía entre Washington y La Habana, y era muy profunda nuestra convicción de que esa tensión podía terminar en una confrontación de nivel mundial. Un año más tarde la crisis provocada por la instalación de los cohetes soviéticos llevó a la humanidad al borde de la guerra nuclear, por primera y única vez hasta ahora. Quedó claro entonces que nuestra apreciación era correcta, tanto en lo que atañe a los peligros que existían como a la necesidad de comprender que el gobierno de Castro era un dato permanente. Desde luego, los sectores extremistas que pensaban lo contrario aprovecharon el pretexto para dar un golpe contra la democracia argentina, golpe del que todavía no ha podido reponerse.
 
AG: En septiembre de 1961 se entrevistó usted con el presidente Kennedy. ¿A qué conclusión arribó después de tal entrevista?
 
Frondizi: Como usted sabe, tuve dos entrevistas con el presidente Kennedy, así como dos anteriores con el Presidente Einsenhower. En las de septiembre de 1961 con Kennedy se analizaron varios aspectos de la problemática regional y bilateral. En el orden regional, el tema de Cuba ocupó gran parte de la conversación y tuve ocasión de exponerle al presidente Kennedy mi convicción de que había que buscar fórmulas que permitieran la coexistencia del gobierno de Castro con el de los restantes países americanos. Señalé en qué medida la actividad potencial cubana planteaba peligros para la estabilidad democrática de los países de América Latina, de suerte que nuestros problemas de seguridad no eran iguales a los de Estados Unidos. Entendí entonces, como lo pienso todavía hoy, que la política de acosar al gobierno castrista con la permanente amenaza de intervenciones o bloqueos, por una parte acentuaba la real intervención de la URSS y por otra invitaba a Castro al contraataque subversivo. En el plano bilateral, las conversaciones fueron particularmente positivas, puesto que Kennedy valoraba la enorme importancia que tenía para el futuro de la región el éxito de la experiencia del desarrollo democrático que estábamos llevando a cabo en la Argentina. En la oportunidad discutimos un programa concreto de cooperación bilateral, para el cual Kennedy comprometió ayuda pública norteamericana. Visto lo ocurrido después, parece extraño que el nivel de las relaciones bilaterales hubiera alcanzado entonces tanta excelencia, sin perjuicio de la decisión argentina de rechazar cualquier forma de alineamiento automático con los Estados Unidos.
 
AG: En enero de 1962 se cumplió, también en Punta del Este, la Octava Reunión de Cancilleres y fue decidida la exclusión de Cuba del sistema interamericano. ¿Por qué se opuso la Argentina a dicha exclusión?
 
Frondizi: Lo que ocurrió en la segunda reunión de Punta del Este, es decir, en la Octava Reunión de Consulta de Cancilleres, confirma lo que le expresé al final de la respuesta anterior…
 
AG: ¿Usted se refiere a la decisión argentina de rechazar cualquier forma de alineamiento automático con los Estados Unidos?
 
Frondizi: Así es. Entonces, la Argentina no votó por la exclusión del gobierno de Cuba de la Organización de Estados Americanos, en primer lugar, porque dicha sanción no estaba prevista en la Carta de la Organización, lo cual ya era suficiente; pero, sobre todo, porque entendía que esa forma de tratar al problema de Cuba era contraindicada. Así las cosas, tuvimos capacidad para prever con mucha exactitud lo que ocurriría después en el Continente, incluida la inestabilidad en que entrarían todos los procesos democráticos latinoamericanos. Manifestamos entonces nuestra preocupación por los peligros futuros que surgirían del terrorismo y la subversión. Como puede verse, han pasado más de veinte años desde Punta del Este y quedado muy en claro que no eran idóneos los métodos que se querían aplicar para derrumbar a Fidel Castro, así como se ha confirmado la necesidad de convivir en el continente con el pluralismo político e ideológico.
 
AG: Usted pronunció en la ciudad de Paraná (provincia de Entre Ríos) un discurso el día 3 de febrero de 1962, que no hacía pensar precisamente que la Argentina rompería finalmente relaciones diplomáticas con Cuba. Sin embargo, pocos días después lo hizo. Exactamente el 8 de febrero, cinco días después. ¿Qué pasó?
 
Frondizi: El discurso de Paraná fue, objetivamente, un testamento político –recuerde que el golpe de Estado que me derrocó se produjo el 29 de marzo de 1962- formulado con conciencia y en el que se expresaba qué se debía hacer. El rompimiento de relaciones con Cuba, decidido unos días después, fue, como todo el mundo lo comprendió en ese momento, una medida destinada a contrarrestar el golpe de Estado que gestaban la extrema derecha militar y las fuerzas económicas y políticas que instrumentaban a ese grupo de militares. Fue, simplemente, un frustrado esfuerzo para tratar de preservar la legalidad –cada vez más debilitada- que constituía nuestra primera obligación para con la República Argentina.
 
AG: Doctor Frondizi, han transcurrido 21 años desde esos acontecimientos. ¿Cómo los evalúa hoy, a la luz de las actuales relaciones interamericanas?
 
Frondizi: Fundamentalmente, pienso que en la perspectiva de más de dos décadas hubo quien tuvo en América Latina una verdadera capacidad de previsión. Creo que fuimos muy pocos los que entonces cumplimos con esa obligación inexcusable de los hombres de Estado. Básicamente, pensamos hoy lo mismo que entonces: la cooperación para el desarrollo agroeconómico y el principio de no intervención en los asuntos de los otros Estados son las bases para la convivencia regional.
 
AG: ¿Cómo ve hoy a los Estados Unidos frente al mundo, frente a América Latina y frente a la Argentina?
 
Frondizi: El gobierno actual de los Estados Unidos no ha avanzado en la comprensión de los problemas del continente. Y hay una evidente profundización de la tendencia a contemplar todos los problemas de América Latina en términos de la confrontación Este-Oeste. Esto es muy claro en el caso de América Central. Y ha sido altamente perjudicial para la Argentina la incitación proveniente de Washington de envolverse militarmente en los problemas de América Central. Tampoco se percibe una adecuada comprensión de la necesidad de promover el desarrollo latinoamericano por razones de interés mutuo. Claro está que podría decirse que tanto el Departamento de Estado como el Departamento del Tesoro han prestado una activa colaboración para la solución de la crisis financiera en curso, pero sin embargo esta colaboración parece estar sólo destinada a asegurar el cumplimiento del pago de la inmensa deuda actual, de acuerdo con los clásicos mecanismos recesivos que, evidentemente, no son adecuados al problema presente. En estas condiciones, no se puede prever otra cosa que un distanciamiento creciente entre Estados Unidos y América Latina, así como la necesidad de promover una tendencia exactamente contraria, ya que el futuro de la democracia latinoamericana depende íntimamente de la relación de estos países con Estados Unidos y, por otra parte, la seguridad económica norteamericana puede jugarse en el futuro en este hemisferio más que en cualquier otra parte del mundo.
 
AG: ¿Cómo ve hoy a Cuba?
 
Frondizi: Creo que Cuba ha agotado desde hace tiempo las posibilidades de desarrollo dentro de su actual esquema. Los pasos dados en materia de educación popular, salud pública y, en general, desarrollo social, no ocultan ni la ausencia de pluralismo político ni la imposibilidad práctica de desarrollo económico. En las actuales condiciones, la situación cubana parece estancada, sin perjuicio de la indudable relevancia que el país ha adquirido en el escenario internacional.
 
AG: ¿Cómo ve hoy a nuestro país frente al mundo?
 
Frondizi: La Argentina proyecta sobre el mundo la profundidad de su crisis política, económica, social y moral. Mientras no exista un establecimiento de condiciones internas que aseguren la vigencia del orden jurídico, el respeto a la persona y el desarrollo económico, la Argentina continuará perdiendo posiciones. A su vez, en la medida en que el rumbo se corrija, el país de los argentinos recuperará automáticamente el lugar de privilegio que le asignan su historia, su potencial económico y la calidad realmente singular de su población.
 
*Nota del autor: Conocí personalmente al Presidente Arturo Frondizi a partir de 1958 y fue él quien me incorporó al Servicio Exterior de la Nación. Entre 1960 y hasta su derrocamiento tuve el honor de trabajar con él todos los días en Olivos por las mañanas y en la Casa Rosada por las tardes, lo que significó para mí una escuela de política, e historia nacional e internacional, y de dignidad personal.
 
** Albino Gómez es escritor y periodista
 
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DISCURSO DE ORDEN EN PERÚ por Mario Lorenzi*

Nestor Grancelli Cha | 23 junio, 2012

 

CRÓNICA DE UN DISCURSO DE ORDEN EN PERÚ

 

Cuando la FUNDACION DE PERIODISTAS DE PERU celebró en Lima los 52 años de su creación, el acto tuvo un invitado especial para pronunciar el "Discurso de Orden". Se trató de una sesión solemne a la que asistieron personalidades vinculados a los medios, congresistas, diplomáticos y periodistas de países amigos.
El invitado especial, Mario Lorenzi, no es un periodista peruano como podría suponerse por estar a cargo del Discurso de Orden en la solemne ceremonia. Es un intelectual italiano antifascista que vivió despues de la guerra unos años en Argentina hasta que se radicó en Brasil. Es en ese país donde escribió sus principales libros, mientras alternaba con actividades empresariales que lo llevaron a conocer muchos de los países de América del Sur, de Africa, y de la Europa de su infancia y adolescencia.
Pero sus obras literarias casi siempre pintaron, con palabras, los ambientes del país de adopcion y bucearon en la intimidad de su pueblo. Notas y novelas como "La persistencia de la Memoria" o "Una rosa para Pushkin", no le impidieron referirse en otros ensayos a episodios de la guerra en que participó enrolado en las fuerzas de la resistencia contra el régimen de Musolini.

EL DISCURSO

Por ello, al iniciar su discurso, pudo evocar a sus compañeros peruanos que las integraron en el norte de Italia y confesar que aprendió las primeras palabras en español con letras de valcesitos y marineras peruanas, canciones que entonaban sus amigos peruanos entre los cuales no faltaron fusilados por tropas nazis. Mencionó asi nombres que figuran hoy esculpidos en la piedra conmemorativa de su martirio y como homenaje del pueblo natal del orador, Bordighera, paisaje inolvidable sobre el Mediterraneo de sus amores.

Siguió a este introito una tajante definición del lo que para él es el ejercicio de la libertad de prensa, esencial entre los derechos humanos, por los cuales murieron, entre millones, esos peruanos que evocó.
Para que exista esa libertad en un régimen democrático, afirmó luego, se requiere que existan periodistas libres, que se garantice el ejercicio de sus derechos – respetados y obedecidos – por los poderes de turno, que la opinión pública exija a los poderes no interferrir en los medios, pero también, -enfatizó Lorenzi-, que "EL ESTADO NO ABDIQUE DE SU FUNCIÓN SOCIAL"; que asegure los servicios esenciales de la comunidad; que el Poder Judicial ejerza sin interferencias su función de impartir justicia y que los funcionarios del gobierno garanticen la alternancia mediante elecciones libres, representativas de la voluntad de los ciudadanos.
Destacó que sólo en tales condiciones habrá libertad de prensa, libertad que la opinión pública debe defender como "pilar de la democracia y factor de ciudadanía".

CENSURA Y CORPORACIONES
 
Lorenzi retomó el tema de las libertades advirtiendo que todavía la de prensa encuentra severos obstáculos en la "censura abierta o de facto" pero de inmediato aseveró también que esa libertad no es tal, cuando se verifica la "auto-censura", afirmando que ambos tipos de limitaciones de la libertad plena, son siempre límites que se imponen recíprocamente al igual que lo que ocurre entre justicia y libertad. Citó luego a Mino Carta, periodista que sostiene que el periodismo impreso es de inextinguible validez, circunstancia que lo diferencia del periodismo televisivo, agregando enseguida otras consideraciones relativas a la inmediatez que diferencia estas formas de hacer periodismo.
En el ámbito internacional – comentó Lorenzi – los conglomerados periodísticos que amenazan dominar mundialmente la información, como los de un Berlusconi en Italia o de Marinho en Brasil, que al igual de los gobiernos totalitarios, utilizan los medios para servir a sus intereses poliíticos y personales. Destacó que esos imperios periodísticos nos quieren convencer de que la libertad de prensa tiene que ver mas con la filosofía que con la vida diaria de los gobernados, tesis que también esgrimen gobiernos, autoritarios o no, que utilizan como instrumento de coacción el crédito, la publicidad oficial, o simplemente la ley subjetivamente interpretada.

GLOBALIZACIÓN

Tras otras reflexiones sobre las maniobras destinadas a debilitar las economías de regiones enteras, afirmó que el hombre está sometido al mercado; él hombre mismo es mercadería y se le niega la facultatd de pensar, sobretodo de pensar políticamente. Por ello el papel, el compromiso de los medios de comunición, ya sean conservadores, innovadores o prograsistas, debe ser el de negarse a alimentar ese proceso que amenaza convertir al hombre en mero consumidor.

Luego propuso reflexionar sobre el miedo como debilidad e incapacidad provocada y a menudo impuestas, al mismo tiempo que se demoniza cualquier impulso comunitario, exaltando la competición a cualquier precio, advirtiendo que si al miedo se sobrepone un proyecto como el de institucionalizarlo, se corre el riesgo de acercarnos al nazismo. Despues de sentenciar que para que la globalización pudiese tener efectos positivos sobre el mundo, tendríamos que "GOZAR DE INSTITUCIONES SÓLIDAS Y CONTAR CON INDIVIDUOS LIBRES Y CONSCIENTES", afirmó que
si no es así es porque el "ESTADO ABDICA DE SU FUNCIÓN SOCIAL , DECLINA DEL DEBER DE DEFENDER A LA SOCIEDAD, SE SUSTRAE DE SUS RESPONSABILIDADES Y CREA UN VACIO DE PODER QUE LLENA EL CRIMEN ORGANIZADO EN BANDAS QUE LO SUSTITUYEN"
. Esto equivale a la desintegración social e imposiblita al individuo valerse de su capacidad y responsabilidad de defenderse.

POLÍTICA

Despues de comentar una declaración de la Asociación Brasileña de periodistas, sosteniendo que "ES PATÉTICA INADECUACIÓN DE LOS ORGANISMOS ENCARGADOS DE DEFENDER LA SOCIEDAD, PERMITIR LA FORMACIÓN Y AFIRMACION DE ORGANIZACIONES CRIMINALES", el orador destacó enfáticamente su condena a las dictaduras militares que en épocas no muy lejanas soportó América latina y que utilizaron los medios para justificar sus proclamas desde el poder.

Continuó su exposición comentando las prácticas de lavado de dinero, o de escándalos de corrupción que debieran ser denunciados por la prensa, aunque ello comporte riesgos de todo tipo. En relación a tal panorama, Lorenzi agregó que no pocos gobiernos tienen una visión financiera de las prioridades y, por miedo o complicidad, toleran o auspician condiciones de corrupción generalizada. Y siempre sobre esta temática, el disertante, alertó sobre el peligro que significa "un sistema financiero" dominando el mercado, "UN RÉGIMEN DE BANCOS COMPROMETIDOS CON LA ESPECULACIÓN," mientras persiste la miseria que termina por generar violencia.
Las soluciones, segun Lorenzi, no se lograrán sin política, y en lo atinente a libertad de prensa, nuestro deber – sentenció- es no tener miedo. 
Concluyó el discurso con un esperanzador : "SOMOS MUCHOS LOS QUE NOS OBSTINAMOS EN SOÑAR Y LUCHAR POR NUESTROS SUEÑOS" .-

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Carta de un Lector «A MIS AMIGOS»

Nestor Grancelli Cha | 23 junio, 2012

Queridos amigos: Desde que cumplí 80, me vine acostumbrando a una práctica que he mantenido en secreto. Hoy la revelaré a Vdes.Se trata de algo nada común: una conversación privada que suelo mantener -como si fuese una reunión de gabinete – con lo principales órganos y sistemas corporales, a quienes convoco una vez por mes. Por supuesto que los temas tratados sólo se refieren al estado de mi salud. Hoy, a pocas semanas de cumplir los 90, necesito comentarles, al menos, la sesión de ayer. Lo habitual: una simple convocatoria en privado y temario referido a mi salud. Pero esta vez fué con palabras duras, quizá procaces, que no suelo usar. Pero, como quiero ser fiel al episodio, seran textuales, con ruego de disculparme. Al grano entonces: Advirtiendo que inicié la sesión tratando de ser lo más suave que pude. La version de lo ocurrido sería mas o menos así:- “Amigos, los reúno porque desde el último encuentrose han presentado ciertas anomalías en el funcionamiento de todos ustedes. Los convoqué porque ahora estoy bastante mejorado, pero últimamente ustedes se estuvieron comportando como el mismísimo culo”. Mientras pronunciaba estas palabras, sentí que me invadía una ola de bronca. Con una decisión poco común en mi, dejé a un lado los formalismos del protocolo., sin advertir lo chabacano del término de comparación. Y personalicé: – “Empecemos por vos, sistema cardíaco. ¡hijo de una gran puta!, tus fallas en la conducción eléctrica me obligaron a colocarme un marcapasos. Me jodiste miserablemente, sin previo aviso, y tuve que posponer mi viaje de veraneo”. ¿Crees que puedes privarme de lo que mas me gusta y sin preaviso? -“Señor, la falla se originó en la circulación de la sangre, que se espesó hace muchos años y le produjo una oclusión, como usted bien sabe." Miré con ira al sistema circulatorio, que se anticipó al insulto esperado, alegando: -¿Señor, qué culpa tengo yo si usted hace años siguió una dieta a pura crema que produjo grumos a rolete, y que uno se haya atascado un buen día deteniendo por un momento la irrigación?”. No supe qué replicar y me la agarré con el riñón: -“ Hijo de puta, sentencié, los últimos estudios indican un aumento de la urea” Repuesta del riñón, calmo, imperturbable, dispuesto a dominar sus ganas de provocarme cálculos. -“Con todo respeto señor, le digo que es cierto, pero aunque border-line, todavía estoy apenas salido de los valores normales”. Respiré profundo conteniendo el insulto por recordar mis debilidades, pasé a descargar la ira sobre los pulmones, el estómago, el hígado, el sistema muscular. Como dirigiéndome a una barra brava que quería patotearme, intenté inicialmente un tono algo conciliador. -“Estómago, pulmones, hígado, músculos, ustedes no son exactamente lo que solían ser”, casi un reproche amistoso. Pero, impasibles, mostraron una inocultable indiferencia por mis palabras. Entonces, mirando a todos, les espeté: -” ¡Degenerados, desagradecidos, ineficientes de mierda, me están jodiendo la vida !”. (tex Sobrevino un silencio de catacumba. Parecían dispuestos a no reacciomar. Fue ahí cuando, después de un rato, el sistema auditivo hizo sentir tímidamente su voz: .-“Señor, ¿puedo hacer un comentario?”.” -“Hablá, turro, aunque por tu culpa estoy cada vez más sordo.No se siquiera si podré oir tu comentario. -“Perdone, señor, pero debo decir la verdad: Se que todos los facultativos coincidieron en manifestarle que todo empeoró con su caída. Le habían advertido claramente que se abstuviera de pasear por la playa al mediodía, porque el sol abrasador le iba a bajar la presión y, en consecuencia, su equilibrio. Y usted los desoyó pavoneándose en caminatas sobre arena; sacando pecho y metiendo para adentro la barriga, lo sé por las risitas que iba dejando a su paso, si hasta las agua-vivas se rieron!. Y todos los médicos le aclararon que su problema es ignorar que a los 89 años debe adecuarse a su edad y dejar de creerse un fauno vigoroso y omnipotente”. -“Sos un alcahuete de m…”. No pude reaccionar. Como a coro, todos los órganos me putearon de arriba a abajo y, previo corte de manga, se retiraron al unísono, sosteniendo como sabia reflexión: – “No te reventamos porque si lo hacemos, desapareceríamos con vos. Ahora que te sentís mejorado, no jodas más porque no vamos a reunirnos para escuchar tus ínfulas de pendex pelotudo. Sos tan bruto que ignorás tu ancianidad. Geronte reblandecido..". Opté por no responder a semejantes agravios. Sólo atiné a despedirme: hasta la próxima convocatoria. Bueno, queridos amigos, como ven estoy mucho mejor, y espero seguir con la recuperación que necesito.. Veré cómo me reconcilio con mis órganos, aunque va a ser difícil; si bien más difícil va a ser convencerme de que mis años corresponden a los de un anciano.Increíble !! Va un abrazo. Jaime. Nota del Editor a cargo de publicar esta carta en este SITIO. Es notorio que a la sesion comentada no concurrió el sistema genital, porque está jubilado con honores summa cum laude por su incondicional fidelidad, infalibilidad y enhiesta eficacia.,., según el autor. Jaime Gelbstein <jgelbstein@axoft.com CABA Junio de 2012.

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Carta de un lector – YPF – UN DIRECTOR

Nestor Grancelli Cha | 23 junio, 2012

Señor Director: la siguiente carta fue enviada a una medio gráfico hace 15 días, sin lograr su publicación. Nos han informado todos los medios sobre el nuevo Directorio de YPF con la presidencia del Ing. Miguel Galuccio. Parece opinión unánime que la designacion del Presidente es una luz de esperanza para lograr una segunda resurrección de la empresa estatal, tan apreciada por los argentinos. No se publica casi nada de los antecedentes de los Directores que acompañaran al Ing. Galuccio. Sin embargo, lo que pude saber sobre uno de ellos parece alarmante dado que no resultará facil convivir en ese Directorio con un "personaje" como el designado, Carlos Negri, que en la primera reunión, al votarse la salida de los Directores españoles, segun los diarios, expresó : "voto con reserva de las acciones civiles y penales y en especial por cuatro ARGENTINOS QUE DEBIERAN SER FUSILADOS por la espalda" (sic). Tal propuesta de recurrir a la pena de muerte no prevista en nuetra legislación, me llevó a buscar algún antecedente de tan "justiciero" ciudadano que logró recordarnos al gobierno de la Revolución fusiladora de 1955. Según datos de Internet, en 1973 Negri fué diputado por el peronismo. Años más tarde en un reportaje en la audición radial "Marcos Paz al Mundo" el periodista Ruli lo interroga y Negri contesta: " los legisladores que impulsaron y aprobaron la privatización de YPF fueron Parrili y Cristina Kichner." Ésta última, cuando era diputada provincial en Santa Cruz, el 17 de setiembre de 1992, habló para "presionar a los diputados para que APROBARAN LA PRIVATIZACIÓN". Esta imputación hecha por Negri quedó perdida en el tiempo. Ahora que CFK es la heroína de la estatización. Negri se actualiza progresivamente y el 07 de febrero de 2012, sostiene en el periódico digital de Azul que "comprar YPF es comprar soberanía" y que el 54% es una " pateadura a las corpo" agregando que "no podemos volver a la época del virreynato". Y, como académica conclusión , que "la sintonía fina es: se acabó la avivada". Hay mas opiniones del flamante Director Negri: Para condenar a Repsol denuncia que se estaba regalando a esa empresa (junto a American Energgy) no menos de 900 millones de dólares y que desde 2008, cuando "se estableció este CURRO", no invirtió nada. Claro está que esto lo decía antes de ser Director, porque desde 2008 a nuestros días, quien ejerce el PE y lo designó Director, es CFK . Quizá sin advertirlo, Negri, le está imputando complicidad en el Curro a quien lo designó Pero lo que mejor revela la personalidad de este Director es su opinión sobre las provincias petroleras, cuyos gobiernos "son una banda de malandras y alcahuetes que por este tema ya vendieron hasta la madre", textual.- Será interesante conocer las futuras actas del Directorio de YPF, descontando que el Director Negri aportará otras aseveraciones por el estilo, si se atreve a ratificar sus anteriores juicios sobre el gobierno K, acerca de la soberanía como mercadería en venta, y la referncia a los gobernadores malandras de las provincias petroleras. Atentamente Juan GANELI

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EL DESPROPÓSITO DE DESTINAR FONDOS DE JUBILACIONES PARA CONSTRUIR VIVIENDAS por José Armando Caro Figueroa*

Ernestina Gamas | 21 junio, 2012

 

El reciente Programa Crédito Argentino del Bicentenario, aprobado por un Decreto de Necesidad y Urgencia[1], tiene un objetivo difícilmente reprochable: Facilitar el acceso a la vivienda única familiar. Sin embargo, esta irreprochabilidad desaparece cuando se analiza uno de los instrumentos al servicio de tal objetivo: Líneas de financiamiento que comprometen fondos de la ANSES.

1. Déficit habitacional y derecho a la vivienda digna

Los datos censales muestran que en la Argentina -de manera especial en el norte del país- existe un pronunciado déficit habitacional. Un déficit que es preciso abordar dentro de una estrategia que contemple los aspectos demográficos, migratorios, urbanísticos, ambientales y de integración social.

Construir viviendas para convalidar, por ejemplo, migraciones interiores -forzadas por la ausencia de empleo digno en el NOA- de trabajadores que se hacinan en el Gran Buenos Aires u otras áreas metropolitanas, atenta contra la libertad, la igualdad de oportunidades y los equilibrios territoriales.

Construir viviendas sin la complementaria inversión en servicios esenciales (agua, cloacas, electricidad, gas, espacios verdes, calles y caminos), marca la continuidad de una línea de gestión cuyos efectos negativos se verifican, por ejemplo, en la ciudad de Salta, y también en el resto del país. Como ha señalado recientemente IDESA, en la Argentina la mitad de las unidades habitacionales carecen de los servicios básicos.

No obstante, es preciso reconocer que la decisión política de promover el acceso a la vivienda única familiar se inscribe dentro de una línea de tendencia que apunta a transformar en plenamente operativo uno de los derechos sociales fundamentales reconocido por la Constitución Nacional: el acceso a una vivienda digna.

Se trata, a mi modo de ver, de un avance sustancial que bien pudiera inscribirse dentro del marco teórico de la democracia constitucional (FERRAJOLI) que impone la directa operatividad de los derechos consagrados en los textos constitucionales y en los Tratados internacionales. Un modelo político que, dicho sea de paso, el Gobierno actual desdeña en beneficio de prácticas hegemónicas y antirrepublicanas. La Presidenta y sus seguidores están convencidos de las bondades de la democracia plebiscitaria en donde el 54% da derecho a todo; vale decir, se sitúa en las antípodas del moderno pensamiento democrático.    

2. Los fondos de la ANSES

Las doctrinas jurídico-sociales más avanzadas advierten que los aportes y contribuciones a los sistemas de seguridad social no son sino salario diferido y, por tanto, recursos propiedad de los trabajadores (hoy activos, mañana pasivos) que sostienen un pacto intergeneracional.

Sin embargo, la legislación ordinaria argentina ha evitado prolijamente reconocer esta propiedad privada en cabeza de los trabajadores y de los jubilados[2]. Para ello se utilizó y utiliza la ideología estatista (“los fondos son propiedad del Estado” o, lo que en la Argentina es lo mismo, del Gobierno). Vale decir, se utilizó y utiliza el mismo artilugio que permitió y convalidó los saqueos a las Cajas de Jubilaciones que el ex Presidente Juan Domingo Perón denunció en su conocido discurso de 30 de noviembre de 1973.

Por lo tanto, la pertinaz utilización para fines distintos al pago de los haberes previsionales que el actual Gobierno viene haciendo de los recursos de los trabajadores y jubilados, reconoce muchos precedentes nefastos que, años después, hicieron saltar por los aires al sistema previsional argentino.

De esta vocación por apropiarse de los fondos de los jubilados para financiar operaciones visibles en el presente (y, por tanto, electoralmente redituables), escaparon muy pocos gobiernos. Desde luego el primer peronismo (que disfrutó de cajas superavitarias) extrajo el dinero de las Cajas Nacionales de Previsión y dejó en su remplazo bonos basura.

Cabe añadir que los sucesivos zarpazos a los fondos de un ANSES, hoy artificialmente superavitario[3], se inscriben en un contexto de pérdida creciente del poder adquisitivo de la clase pasiva.     

En las actuales circunstancias, trabajadores y jubilados deberían reivindicar sus derechos históricos y futuros y exigir que la ANSES se convierta en un órgano de gestión tripartita[4].

* Ex Ministro de Trabajo 1993/1997 

Vaqueros (Salta), 19 de junio de 2012.


[1] DNU número 902/12. Ya no sorprende a nadie que quienes denostaron esta herramienta para legislar en situaciones de emergencia, la usen y abusen de ella aun para casos, como el presente, en donde nada obstaba al tratamiento de la cuestión por parte del Poder Legislativo en donde “reina” la mayoría liderada por la Presidenta de la República.

[2] El régimen de capitalización, introducido por la Ley 24.241, giraba sobre esta misma idea: Los aportes eran propiedad de los trabajadores, aun cuando su gestión se delegaba en sociedades especializadas (las AFJP). El actual Gobierno, imbuido del mesianismo estatista, resolvió expropiar a los trabajadores aun cuando el discurso público apuntó a descalificar (en algunos casos, con razón) a las AFJP. En vez de remplazarlas por nuevos organismos y nuevos métodos de gestión, el Gobierno expropió (mejor dicho, confiscó) a cambio de vagas a inverificables promesas de garantizar estándares de equidad y la movilidad de las jubilaciones.   

[3] El superávit del que ahora disfruta el Gobierno (y no la ANSES), es el resultado del escamoteo del pago de las sentencias que condenan a ajustar prestaciones, del largo congelamiento dispuesto por el kirchnerismo, y de las actualizaciones tardías y por debajo de la inflación real con las que el Gobierno pretende engañar a los jubilados.

[4] El Acuerdo Marco para el Empleo, la Productividad y la Equidad Social de 25 de julio de 1994 marcó una pauta de avance en esta dirección.

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BREVE ENSAYO SOBRE LA PARTICIPACIÓN JUVENIL EN EL PROCESO ELECTORAL MEXICANO por Gastón Solari Yrigoyen*

Ernestina Gamas | 19 junio, 2012

Desde Toluca, 28 de mayo de 2012

Si hay un tema que se ha destacado por sobre los demás en estas semanas previas a las elecciones en México es la participación juvenil, principalmente bajo la forma de las nuevas movilizaciones estudiantiles que han surgido en el espacio público sin pedir permiso ni dar previo aviso a la ciudadanía mexicana. Estas nuevas marchas, que se caracterizan por ser masivas, mayoritariamente universitarias y ajenas a todo apoyo partidario concreto, se han estado dando todos los días, sin descanso, desde el pasado sábado 19 de mayo, cuando miles jóvenes asistieron a la marcha Anti-Peña Nieto, organizada previamente en las redes sociales.

Frente al espectáculo inédito que están dando las decenas de miles (la cifra misma es objeto de discordia) de universitarios reunidos en la capital de la República, marchando del Zócalo al Ángel de la Independencia, de la Estela de Luz a Televisa, muchos analistas no dudaron en considerar las manifestaciones políticas como el despertar de los jóvenes, o la primavera mexicana. En efecto, para una juventud que muy seguido ha sido calificada como apática o desinteresada, y en un contexto general de inmovilismo por parte del grueso del pueblo mexicano, estas marchas asombran por su impulso espontáneo y su impresionante fuerza de demostración política. A esto se refería la pancarta que con orgullo levantaba un hombre de unos cincuenta años, el jueves 24 de mayo en la marcha del \”Yo soy 132\”: \”Yo apoyo a los jóvenes que están haciendo la tarea que los adultos no hicimos por cobardía y valemadrismo (sic)\”. Para los aparatos partidarios que se movían con comodidad a través de una campaña electoral despolitizada, de encuestas dudosas y medios de comunicación arrodillados frente al candidato que las lidera, esta aparición política de la juventud excluida, que deja de emitir meros ruidos para formular discursos de disenso, plantea un grave obstáculo democrático al viejo proceso electoral y está en capacidad de modificar sustancialmente las reglas del juego.

La fuerza de estas nuevas manifestaciones reside en el hecho de que parecen darse bajo la forma siempre brutal de un devenir visible de los invisibilizados, de una demostración estética del desacuerdo que existe entre el aparato político mexicano y una juventud que intenta inscribir el cambio. Para el filósofo francés Jacques Rancière, es ésta la lógica esencial de la política. Todo lo demás, incluido el proceso electoral, es asignación policial de lugares y funciones para los elementos de la sociedad. En otras palabras, el estudiante no sólo cumple con su función social asignada, la de estudiar, sino que también es capaz de desligarse de la exclusividad de esta función para inscribir el disenso político en el seno de la sociedad conformada y conformista. Introducir temáticas en el discurso predominante, desviar la agenda electoral, reconfigurar el espacio político, en fin, ser eventualmente sujeto de cambio. En este sentido, las movilizaciones estudiantiles que hoy presenciamos podrían constituir la máxima expresión de la práctica política.

Habiendo entendido esta potencia política subyacente en las manifestaciones juveniles actuales, podemos comprender también el aura singular que las sobrevuela. Para quién asistió a alguna de las innumerables marchas que se expandieron por varias ciudades del país a partir del rechazo del candidato priísta Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana, existe una innegable sensación de novedad entre los jóvenes reunidos. Esto se debe sin duda al espontaneísmo de las marchas que federó en apenas unos días a miles de estudiantes a través del país y que constituye la primera refutación a la etiqueta de \”acarreados\” que intentaron imponer el discurso príista y los medios afines. Pero también, entre los elementos innovadores que explican esta sensación encontramos el rol fundamental jugado por las redes sociales. Desde los videos en Youtube del fracaso de la conferencia de Peña Nieto en la Iberoamericana a aquél de los 131 estudiantes que rechazan el calificativo de porros o acarreados, desde los eventos Facebook que aglomeran a miles entorno a la organización de cada marcha al seguimiento incansable de la campaña por los twitteros, la web 2.0. ganó muchísima importancia. Lejos de cerrarse sobre sí mismas, como muchos le critican a las redes sociales, desencadenaron un formidable movimiento dialéctico entre ellas y las calles, dónde una se retroalimenta de la otra indefinidamente. Su efecto democratizante es aún mayor en contraposición con los medios manipulados del poder. Por otro lado, es remarcable la federación natural de las mayores universidades mexicanas, con la combinación público/privado que esto significa. La yuxtaposición de un estudiante de la Universidad Iberoamericana y un estudiante de la UNAM, marchando juntos por una misma serie de reivindicaciones, es talvez la imagen más simbólica de esto.

Estos aspectos innovadores, que desencajan en el contexto de una campaña que pareciera encaminada a repetir la misma historia de corrupción y violencia, son los que alimentan esta sensación de cambio. Así lo refleja la ya conocida pancarta \”Hace un tiempo perfecto para vivir un momento histórico\”. Esto ha permitido a muchos analistas establecer paralelismos entre este despertar de los jóvenes mexicanos y los movimientos -ya consagrados como tales- del resto del mundo: la primavera árabe, los indignados y los Occupy.

Sin embargo, llegados a este punto, nos parece necesario introducir un mínimo escepticismo (a no confundir con pesimismo). Si esta renovada participación juvenil ha logrado imponerse con tanta fuerza, rapidez y extensión, se debe en gran parte a que sus fórmulas fundamentales son muy abarcadoras. Los rechazos a Peña Nieto, al PRI, y al duopolio televisivo (Televisa y Tv Azteca) son rechazos específicos, claro, pero constituyen un discurso negativo (en el sentido de negación). Las proclamas positivas comunes a estas marchas son mucho más abstractas o generales, por lo que más fáciles de compartir. Aquí surge el apartidismo característico de la movilización: \”No somos porros! Somos ciudadanos!\” corea el contingente en cada marcha. O bien, en la declaratoria oficial del \”movimiento Yo Soy 132\”: \”Somos un movimiento ajeno a cualquier postura partidista y constituido por ciudadanos, por lo tal no expresamos muestras de apoyo o rechazo hacia ningún candidato político\”.

No decimos esto prefigurando una desagregación inminente entre los estudiantes. Todo lo contrario, el envión de estas nuevas marchas demuestra tener la capacidad de establecer lazos aún más fuertes y extenderlos a aún más gente (superando la frontera estudiantil). Sin embargo, existe un riesgo político en la voluntad, en muchas ocasiones reiterada, de hacer de las marchas un movimiento apartidista que no se compromete explícitamente con ningún candidato[1].

Es cierto que el apartidismo cuenta con una ventaja práctica: la no-pertenencia oficial a ningún partido o grupo específico dificulta la crítica por parte de sus adversarios. El carácter apartidista de las marchas no es en sí un problema. Pero a la vuelta de la esquina se asoma la despolitización. El discurso propio al ciudadanismo honestista lleva siempre en sí una inminencia apolítica. Desde este discurso se explica, por ejemplo, la increíble falta de toda mención a la crisis de guerra que somete a México. Los 20.000 desaparecidos, los 60.000 muertos y el estado de excepción panista brillan tristemente por su ausencia en cada marcha.

Este es el discurso explícito del candidato de Nueva Alianza, Gabriel Quadri de la Torre, que se esfuerza en creer que un país puede ser administrado por tecnócratas como una empresa privada. La ideología neopolítica no es más que la política que niega su carácter político.

Aquí reside el riesgo de la nueva movilización universitaria: el de disipar su enorme potencia política abrazando un discurso apolitizante. Lejos de condenar la movilización a esta fatalidad, hace falta asumir la existencia de este peligro para evitarlo. Como dijo el filósofo esloveno Slavoj Zizek en reiteradas ocasiones respecto a los Indignados y los Occupy: \” [EDIT: Uno debería evitar la tentación narcisista de las causas perdidas]. Es demasiado fácil admirar la belleza sublime de las insurrecciones destinadas al fracaso\”. En la movilización estudiantil se está gestando una política esperanzadora. Para lograr explotar su potencia renovadora, deberá asumir progresivamente una identidad política clara y contundente, que logre dejar atrás todo ciudadanismo apolítico.

[1] En la declaratoria citada más arriba, ni siquiera el rechazo de un partido específico puede ser manifestación explícita del movimiento. Debemos recordar aquí que fue el contundente rechazo del candidato priísta Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana que disparó las movilizaciones en general y el movimiento Yo Soy 132 en particular.

*Gastón Solari Yrigoyen es estudiante de movilidad en la Facultad de Ciencias Política y Sociales de la UNAM.

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LOS REVISIONISTAS por Ing. Jaime Gelbstein

Ernestina Gamas | 17 junio, 2012

Días pasados, al recibir el premio Martín Fierro, Pacho O´ Donnell fue consecuente con su enfoque revisionista de nuestra historia. Manifestó que José Hernández, exiliado durante la presidencia de Sarmiento –demonio de su devoción-, reivindicó al gaucho, supuestamente condenado al exterminio por el gobierno unitario de Buenos Aires. Resulta curioso que los revisionistas –es el caso, también, de José Pablo Feinmann- propicien la reivindicación del federalismo, porque de haber triunfado éste en Caseros hubiese cerrado el país a la inmigración europea, sedienta de libertad y progreso. La Constitución de 1853 invitó a todos los hombres de buena voluntad a que viniesen a habitar el suelo argentino, que unos años después sería integrado por el general Julio A. Roca, a quien los revisionistas vituperan. Entre los convocados estuvieron los antecesores de O´ Donnell, los de Feinmann, y los que, como ellos, proclaman que la historia debe ser revisada y corregida, con el consiguiente cambio de héroes en el Panteón de los forjadores de la patria. Los revisionistas son inconsistentes. De ser ciertas sus postulaciones ellos no existirían, porque las células germinales de sus antepasados nunca hubiesen tenido la posibilidad de conjugarse para habitar esta generosa y bendita tierra argentina. Ing. Jaime Gelbstein jgelbstein@axoft.com

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MEMORIA PERSONAL DE BORGES * (primera parte) por Javier Wimer

Ernestina Gamas | 16 junio, 2012

 

El  diplomático mexicano, Javier Wimer, escribió el siguiente ensayo al cumplirse 20 años de la muerte de Borges. En los años 60, cuando Borges dirigía la Biblioteca Nacional, en el viejo edificio de la calle México, Wimer se desempeñaba como  agregado cultural de su país en Buenos Aires. Conocía ya muy bien su obra literaria y ni bien instalado en nuestra ciudad, "se acercó a su mundo", el despacho del primer piso de la Biblioteca.
Fueron muchas y frecuentes las charlas que cimentaron una amistosa relación que mantuvieron durante años.

Angelina del Valle,  nos facilitó este ensayo de su marido, donde se enriquece la figura de Borges a través de los recuerdos de sus encuentros.

Teniendo en cuenta su extensión, lo publicaremos en cinco partes

 

Hace veinte años que murió Borges y acaso valga la pena agregar estas notas personales a la atropellada multitud de testimonios que suscita su fama. Tuve la fortuna de asomarme a su mundo y de registrar algunos detalles que pueden contribuir a enriquecer su retrato.

Conocí a Borges en mayo de 1968. Ya estaba ciego y ya tenía la costumbre de acercar la cara a poca distancia de su interlocutor. Parecía un gesto de curiosidad, una manera de descifrar o reconstruir el rostro ajeno con los vestigios de una facultad perdida, de capturarlo por cuenta de la mera cercanía física. Tal vez desarrolló este gesto durante el largo proceso en que perdió la vista aunque, como pude advertir con el tiempo, no se trataba de un movimiento reflejo sino de un acto de cortesía, de un modo ritual de mostrar la atención que le merecían sus interlocutores. Al principio, esta especie de escrutinio o asedio me resultaba incómodo pero poco a poco dejé de advertirlo.

En esos años dirigía la Biblioteca Nacional en el viejo edificio de la calle México y me recibió en su despacho del primer piso, especie de balcón interior que dominaba un sector de los estantes y de los corredores en penumbra. La oficina era estrecha, alta, agobiada por grandes muebles de distintas edades y condiciones. Algunos proclamaban la elegancia de una república opulenta y otros llevaban el sello de su promiscuo origen burocrático. El conjunto no resultaba acogedor pero era grato, en cambio, el terno de cuero donde Borges acomodaba a sus visitantes.

Yo había llegado unos días antes a Buenos Aires para hacerme cargo de los servicios culturales de la embajada mexicana y eran predecibles los temas de la conversación. Giró, primero, sobre México y, luego, sobre la propia Biblioteca Nacional. Borges tenía una idea remota y curiosa de México. Lo asociaba principalmente con el prestigio de sus antiguas civilizaciones y con los cuadros de inspiración maya que pintaba su amigo Xul Solar, con la historia de Prescott, con la poesía de Othón, de López Velarde y de Maples Arce, con el recuerdo vivo de Alfonso Reyes y de Daniel Cosío Villegas, con la evocación de Octavio Paz, a quien no había tratado en persona y cuya obra decía no conocer.

Esta era, en rigor, una cautelosa verdad a medias que le ahorraba la opinión sobre una poesía que no era de su gusto. Se daba por supuesto que había leído, al menos, El laberinto de la soledad, que tanta resonancia tuvo en el Buenos Aires de 1950, y, ciertamente, los poemas que consideraba crípticos y difíciles de memorizar.

El aprecio que se tenían ambos poetas no reposaba en sus afinidades sino resultaba, más bien, un esforzado sobreviviente de sus diferencias. Se trataba de hombres de personalidades, temperamentos y estilos dispares. En varios sentidos, el Borges de la edad madura era un clásico y un cartesiano. Casi toda su obra se desarrolla en el marco de valores y estilos tradicionales. Desdeña cualquier tipo de estridencia y su originalidad formal reside, sobre todo, en la implacable voluntad de estilo que culminó en una escritura de extremo rigor y concisión. Borges no se interesaba en la política ni en la política literaria. Se burlaba de sus propios compromisos y devaneos con los ismos que estuvieron de moda en sus mocedades y aún de las mocedades en sí mismas, que consideraba fuente inagotable de la insensatez humana. Por eso, cuando un periodista le preguntó si tenía algún consejo para la juventud, Borges sólo dijo: desistir.

Paz, en contraste, tiene el perfil de un poeta romántico. Sólo se arrepintió de haberse codeado con los comunistas en la edad heroica de la República Española pero nunca renegó de su ascendencia barroca, de su pasado surrealista y de su persistente entusiasmo por experimentar con nuevas formas literarias. Sus mejores poemas tienen un tono de exaltación que excluye intencionalmente la mesura o el equilibrio y una buena parte de su obra en prosa, y no me refiero solamente a la política, tiene el tono enfático de quien aspira a que sus opiniones se conviertan en verdades de validez universal. Algo tuvo Paz de predicador y de espadachín, de jefe de secta y de patriarca cívico, en el sentido de Voltaire y de los enciclopedistas franceses.

Borges tenía curiosidad y esperanza de visitar las ruinas de Uxmal y Chichén Itzá con el propósito principal, según decía irónicamente, de jactarse ante sus amigos. Su interés se concentraba en conocer esos monumentos como si se tratara de entablar una relación personal con ellos y sin cuidarse, especialmente, de la tradición que los animaba, anclado, como estuvo siempre, en la épica del norte europeo, en sus celtas, sajones y normandos.

Su curiosidad era inagotable y transitaba por un dilatado repertorio de temas, desde la antigüedad clásica y las sectas judías hasta las mitologías orientales y la literatura gauchesca, pero había algunos, naturalmente, que no ocupaban el centro de su atención. Este era el caso, me parece, de las antiguas culturas americanas.

La otra parte del diálogo la dedicó a la Biblioteca Nacional y a sus antiguos directores. Después supe que era uno de sus temas favoritos pues le permitía hablar de Paul Groussac, de Leopoldo Lugones y de la significación que atribuía a su propio nombramiento. Borges se consideraba indigno, decía, de suceder a tan ilustres predecesores y sus nombres subían una y otra vez a la superficie del diálogo, en historias donde brillaba su propio ingenio y erudición. El cargo lo honraba y lo hacía dichoso. Despreciaba el poder y la fama pero lo halagaban las distinciones institucionales.

En este caso, su nombramiento se había convertido en la reparación simbólica del agravio que, contra su dignidad de pequeño funcionario, había cometido el régimen peronista al nombrarlo inspector de mercados. Borges no había olvidado éste y otros incidentes persecutorios que incluían el breve pero ultrajante arresto de su madre y de su hermana pero no los recordaba con el rencor de su madre Leonor Azevedo, quien los consideraba de una absoluta actualidad con objeto, supongo, de mantener intacta su rabia contra la dictadura. Así, con artículo determinado y sin ningún adjetivo. Cuando se encontraba con el tema o lo traía a colación, se dejaba arrastrar por un torrente de elocuencia antiperonista que acompañaba con los enérgicos giros de un paraguas convertido, momentáneamente, en instrumento de guerra.

La conversación se prolongó y cuando salí a la calle ya era de noche. Esta fue la primera de las muchas ocasiones en que me reuní con él durante los tres años de mi estancia en Buenos Aires.

________________

 

* Revista UNAM, número 30, agosto 2006.

 

 

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LA PERPETUA ACECHANZA DEL MAL por Ernestina Gamas*

Ernestina Gamas | 10 junio, 2012

 

No se trata de fuerzas sobrenaturales ni de poderes ocultos tejidos por hilos metafísicos. El mal no es nada más que la consecuencia de la responsabilidad del obrar humano y nada menos que su estrecha y compleja relación con el ejercicio de la libertad. Mirado desde la óptica presente, un amplio repertorio de sucesos  ha encarnado  “el mal” a lo largo de la historia, aunque estos no siempre  han sido violatorios del código ético imperante en su momento. El circo romano,  lugar de esparcimiento para el pueblo, fue utilizado para el espectáculo degradante de contiendas  a muerte, que suponía  entretenimiento para el público.  La masacre de la  población original de América a manos de los españoles se hizo invocando  un único y verdadero dios, lo mismo que  las atrocidades cometidas por la Inquisición al perseguir brujos y herejes.  Durante la noche de San Bartolomé, en París, la matanza de hugonotes formó parte de una época de luchas religiosas en las que la brutalidad  era moneda corriente. El sistema  de esclavitud que diezmó la población africana, se justificaba porque  se la consideraba menos que humana y de paso servía como mano de obra cautiva para trabajos inferiores. Y aún en plena Ilustración, no a consecuencia de ella, pero  haciendo caso omiso a sus  premisas, el  terror sucedió a  la Revolución Francesa.

Tanto las ejecuciones como los martirios, atrocidades  administradas por el poder soberano con sentido de venganza, escarmiento o demostración de poder,  han convocado a la gente a la plaza pública durante siglos.   Hoy ya nadie se congregaría para ver una ejecución y nadie se reconocería disfrutando al presenciar una tortura.  Si alguien  así lo hiciera, sería inmediatamente diagnosticado como portador de una patología.

Por eso, pasados por el tamiz de un pretendido “progreso moral y cultural”, de la parte  “civilizada” del mundo, los acontecimientos del siglo XX  se agigantan. Se hacen infinitamente más incomprensibles, más tenebrosos. Sobrepasan  toda nuestra capacidad de  perplejidad.

Lugares como Auschwitz, pero también Belzek, Majdanek, (Lublin)  y Chelmno,  no son sólo puntos en el mapa, sino ámbitos donde se puso en práctica una inédita maquinaria del mal. La llamada “solución final”, fue rubricada  oficialmente en la Conferencia de Wannsee que se celebró en una lujosa villa junto al lago del mismo nombre, cercano a Berlín, el 2O de enero de 1942. Allí   se instaló una forma maléfica renovada de accionar: técnica, meticulosa, sistemática, impersonal, burocrática y hasta  podría decirse económica.

En la Alemania Nazi nada fue casual ni escapó a un minucioso y cada vez más afinado plan, que incluía el mayor alcance con la progresiva menor utilización de recursos. Se trató de un proyecto siniestro dirigido a exterminar a un determinado grupo humano por el solo hecho de haber nacido dentro de él. No estaba dirigida a    alemanes, sino también a gente  de otras nacionalidades que tuvieran como común denominador  el hecho de ser judíos. No estaba relacionado con su conducta, ni con su orientación política. Simplemente se los acusaba de judíos,  de ser inferiores y contaminantes. Esto  es, de pertenecer a esta denominación cuyas características eran definidas arbitrariamente por sus verdugos, quienes los estigmatizaban como “fermento en descomposición” que causaba desorden, caos y  “degeneración racial”. Se trataba entonces en primera instancia de despojarlos de toda marca distintiva como individuos.  De su nacionalidad, su condición social, sus oficios o  profesiones y sus  modos habituales de vida, sin reparar en  sexo ni en edad para  paulatinamente ir reduciéndolos a su nuda vida judía,  desprovista de todo resguardo.  Así sub humanizados, despreciados y  disminuidos radicalmente, se los convirtió en víctimas absolutas.

Esto nos coloca ante una situación paradojal. Por un lado y  dada su envergadura, (“la más extrema y radical forma del mal”, dijo Hannah Arendt refiriéndose a Auschwitz, “fábricas para producir cadáveres”,  lo describió Karl Jaspers y Semprún habló de su vida dentro del campo como “el enfrentamiento con el mal absoluto”) cabría suponer que ni la imaginación en todo su desenfreno puede tramar algo que lo  supere. Pero al mismo tiempo, la prueba fehaciente de que mentes humanas hayan sido capaces hacerlo, nos enfrenta a la sospecha de que siempre  puede acecharnos lo que sobrepase en  calamidad lo sucedido y una vez puesto en marcha siga obedeciendo a su propia lógica excesiva, porque el exceso es imposible de medir, imposible de predecir y siempre puede vencer el límite de sí mismo. Sin embargo lo que nunca será excesivo, es la reflexión reiterada y tenaz sobre estos hechos para trasmitirlo a los más jóvenes y para preguntarse. ¿De qué manera puede  acecharnos ese  mal otra vez?

Hay corrientes nostálgicas que escandalosamente llegan hasta a negar la dimensión atroz de ese genocidio o minimizan su comprobado ensañamiento y su sistematicidad. Las  publicaciones y  opiniones en ese sentido se multiplican. Tras prolongados debates en diciembre de 1994 se promulgó una ley para imponer una sentencia de cinco años a quien negara el Holocausto y extender la prohibición de uso de símbolos y slogans nazis. Son nueve los países de la Unión Europea que contemplan sanciones penales para los que nieguen el exterminio judío. En el caso específico de Alemania, el párrafo 194 del Código Penal estipula que la propagación de la “mentira de Auschwitz” puede ser perseguido por las autoridades ex officio cuando es cometido públicamente, esto es, en forma impresa, en reuniones públicas o a través de medios electrónicos. Ante la imposibilidad de operar en Alemania, los “revisionistas del Holocausto” difunden su propaganda en donde no existe una legislación al respecto como es el caso de Dinamarca, Gran Bretaña o países de Europa Oriental.  No obstante, los revisionistas -como Ernst Nolte- continúan afirmando que dicha acción restringe el derecho constitucional a la libertad de expresión.

¿Qué hacer cuando pueden percibirse agazapadas incipientes señales de peligro?  Peligro discriminatorio que no parece haber disminuido en Europa y por el contrario parece acrecentarse. Hay una renovada preferencia de partidos políticos que enarbolan banderas xenófobas, que rechazan a minorías étnicas e inmigrantes. En Noruega el autor de una masacre reciente que dejó un saldo de 93 muertos y un centenar de heridos,  declaró que “fue atroz pero necesaria” y publicó en Iternet un manifiesto donde habla de "guerra de razas" y  se pregunta “cómo puede liberarse Europa de los inmigrantes”.

¿Cómo contestar las equivocadas equiparaciones? Es inconcebible que en nombre de  un supuesto y tramposo revisionismo histórico, acá, en nuestro país se alcen voces que pretenden relativizar ese clarísimo objetivo  racial, para poner en parangón la calidad de las víctimas con las producidas por  el gobierno del Proceso y así catalogar a éste como perpetrador de un  “genocidio”. Se trató sí de crímenes de lesa humanidad y como tales imprescriptibles. Y también de víctimas por haber sido privadas de un juicio al amparo de la ley como el que tuvieron los comandantes de la Junta Militar.

Fue clara  la convención de París de 1948, cuando le dio a la denominación de Genocidio  un alcance técnico jurídico bien preciso. Se refiere a actos perpetrados contra un grupo nacional, étnico, racial o religioso, con el objeto de alcanzar por fin su  exterminio.  Por eso, para que no se desvanezca su intensidad, es importante que la palabra Genocidio no se contamine y mantenga su inconfundible carga semántica.

A pesar de que después de Auschwitz,  Wittgenstein escribió: “De lo que no se puede hablar, mejor callarse”, Adorno imaginó imposible la poesía y Paul Celan terminó arrojándose al Sena,  hoy es necesario hablar. Hay un deber de memoria que es hablar para el futuro, dar testimonio de aquello que sí pasó en toda su dimensión de barbarie. Porque no estamos libres de que reaparezca. 

Para que  no sea hoy ese silencio, cómplice por indiferencia, “el mal” naturalizado.

__________________________________ 

* La autora es escritora y co-directora del sitio 

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