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MARCA DE EPOCA por Carlos Gabetta*

Con-Texto | 26 febrero, 2021

Fuente; Diario Perfil

Allá por 1985, en tiempos de Alfonsín, visité en La Rioja al entonces gobernador Carlos Menem. Le había solicitado una entrevista para el semanario El Periodista, que yo dirigía, y me invitó a su provincia.

Llegué sobre mediodía y alguien de la gobernación me esperaba para llevarme a almorzar con Don Carlos. En fin, que pasé casi todo el día con él, ya que hicimos la entrevista, conversamos de diversos temas y al cabo me invitó a una “cena con amigos”. Nunca volví a verlo, pero debo confesar que la pasé bomba. Menem era un tipo realmente simpático, en el sentido de que no se esforzaba por parecerlo. Abogado, no era lo que vulgarmente se entiende por “culto”, pero sí versado y muy inteligente, rápido en sus respuestas y habilísimo en desviar la conversación cuando el tema no le convenía. En estos casos, era más simpático que nunca.

Durante la cena con una docena de sus amigos, cuando anuncié que me retiraba porque debía levantarme temprano, Don Carlos me atajó con un “¿Ahora te vas a ir? En un rato vienen las chicas…!!” Puede que me equivoque, pero me estaba invitando a lo que tenía toda la pinta de una festichola. Me retiré, no por moralina o pudibundez, sino porque debía regresar a Buenos Aires y editar la entrevista. Me hubiese quedado hasta por simple curiosidad, pero El Periodista cerraba su edición semanal la noche siguiente.

Esta remembranza que, aclaro, nada tiene de valorativo en términos morales, viene a cuento porque también pinta al personaje político; a alguien que nada oculta de su accionar. Que incluso en broma, invita a una festichola a un periodista que viene a entrevistarlo como gobernador y que no conoce, aunque sabe que dirige un semanario opositor. No creo que hubiese actuado de otra manera si yo hubiese representado a una publicación religiosa o sensacionalista.

Pero a Menem eso no le importaba, porque su desparpajo y variados escándalos siempre le dieron como resultado apoyo político y social. Don Carlos fue un prototipo político nacional, de los varios que hubo,  el antecesor de Doña Cristina. Fue un presidente peronista que se asoció con neoliberales y aplicó sin tapujos sus propuestas económicas, que empezaron en euforia y acabaron en drama. Fue un ex Presidente juzgado y condenado por gravísimos asuntos, no sólo económicos, sino incluso vinculados al terrorismo, pero eludió las penas en su condición de senador electo en su provincia en dos ocasiones consecutivas.

¿En qué país cuya estructura económica, política, institucional y social, cultural en suma, no esté afectada hasta el hueso por la inmoralidad ocurren esas cosas? En muchos, por cierto; incluso en los mejores. Pero de lo que se trata aquí es de la aceptación política y social que entre nosotros generan esos personajes y sus acciones.

Y allí está el quid de “la grieta” política argentina y la impotencia ante ante la crisis económica y social. El problema no pasa por peronismo o liberalismo; siquiera izquierda o derecha, sino república decente o “república” mafiosa. En principio, una grieta política  se soluciona con diálogo entre las partes. Pero ¿acaso se puede dialogar con corruptos en busca de soluciones que inevitablemente pasarían por afectar sus intereses?

Comportamientos mafiosos hay en casi todos nuestros sectores políticos, institucionales y sociales. Por lo tanto, un diálogo honesto y constructivo sólo es posible entre la gente decente de cada sector. Pero esa gente tiene antes que asumir los problemas de su propio campo; señalar a los responsables y llegado el caso, romper relaciones.

En cuanto a Menem, se debe lamentar su muerte, como la de cualquier ser humano. Pero no se debe homenajear a un probado corrupto, ni dejar de señalar sus delitos. Menos cuando se trata de un ex gobernador, Presidente y Senador de la República. Se trata de nuestra historia y de lo que debemos aprender de ella para salir del pozo.

*Periodista.

 

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EL EMBATE ENTRE LA TENTACIÓN AUTOCRÁTICA Y EL NOVEDOSO REPUBLICANISMO  POPULAR por Jorge Ossona*

Con-Texto | 26 febrero, 2021

En su libro “Como mueren las democracias”, Steven Levitsky y Daniel Siblat abordan la progresiva corrosión interna de los sistemas políticos abiertos hasta desembocar en nuevos regímenes autocráticos. Episodios como el intento de la toma del Capitolio norteamericano, las exequias de Maradona y la “pedrada” al Congreso en diciembre de 2017 testimonian procesos de degradación social e institucional de larga data. El camino argentino hacia este estado de cosas resulta de conflictos irresueltos heredados del siglo XX. La novedad de la pobreza endémica, el estancamiento económico y la silenciosa corrosión del Estado componen este coctel explosivo.

En sus orígenes, la sociedad inmigratoria fue tempranamente democrática. Así lo testimonio durante cien años la densidad de sus clases medias ya tangibles solo a tres décadas de la consolidación definitiva del Estado Nacional en 1880. Por entonces, la sanción de la Ley Sáenz Peña en 1912 aspiró a cerrar la brecha entre ese igualitarismo social y una democracia política de masas sustitutiva de la república fundacional de notables.

El primer gobierno democrático nació con la victoria electoral de Yrigoyen en medio de los estragos económicos para el país de la Primera Guerra Mundial. El radicalismo yrigoyenista optó por una variante ejecutivista reticente al republicanismo constitucional. Fue el comienzo de un largo conflicto de legitimidad que duro casi setenta años. En torno de esa torsión  se aglutinaron sus adversarios dentro y fuera del Partido Radical. Su destitución en 1930 por un putsch cívico-militar en medio de otra catástrofe económica, no pudo modificar ni el régimen constitucional fundacional ni la democracia política de la Ley Sáenz Peña.

Se restauró una república liberal pero de contenidos políticos restrictivos por la abstención radical y el fraude electoral. Traumas políticos que culminaron en 1943 con un nuevo golpe; esta vez, de las Fuerzas Armadas en su conjunto. Paradojalmente, fue del consiguiente  régimen autoritario que emergió una versión de la democracia de masas aún más radicalizada que la yrigoyenista; y de contenidos ideológicos en muchos aspectos tributarios de los derrotados totalitarismos de entreguerras.

Así, durante la segunda posguerra se agudizo el conflicto de legitimidades congénito de nuestra democracia. Porque el peronismo concibió que el poder emanaba plebiscitariamente del Pueblo al Líder sin las molestas y retardatarias limitaciones institucionales prescriptas por nuestra Constitución. Asimismo, la amordazada oposición entendió legítima la fuerza para desplazarlo del poder. Pero su derrocamiento, consumado en 1955, se debió, como en 1930, más a su descomposición interna que a la acción destituyente opositora.

A la par de este empate político se fue acuñando otro socioeconómico: la difícil conciliación entre la industrialización destinada al mercado interno nacida de la crisis de 1930 para compensar la caída de la demanda europea de nuestras exportaciones. Fue en torno de esas manufacturas que se habían aglutinando las bases sociales del peronismo. Pero pese a su descapitalización, el agro siguió siendo el único que aportaba las exiguas divisas necesarias para sostener a las industrias.

Ello abrió curso a otro conflicto entre la poderosa y recurrente coalición urbana de industriales y sindicatos y el debilitado pero estratégico sector agropecuario. El orden socioeconómico reprodujo así un sistema de exclusiones que espejaba y retroalimentaba al político. Su saldo fue una sucesión espasmódica de ciclos expansivos y recesivos; y de gobiernos civiles y militares que perturbaron la pujanza del desarrollo y de la modernización social y cultural.

De ese cruce germino, hacia fines de los 60, la violencia que le estallo en las manos a la restauración peronista convocada por sus antiguos contrincantes como último recurso para evitar una guerra civil. El golpe de 1976 se encargó de conferirle a ambos conflictos una torsión destructiva de la que habría de emerger la nueva democracia en 1983.

El compromiso entre las distintas colectividades políticas de acabar con la deslegitimación recíproca poco pudo hacer para reparar las secuelas del agotamiento fiscal para las actividades industriales subsidiadas desde hacía cincuenta años. Se sustanciaron, así, las bases de una pobreza de contornos desconocidos.

El estallido de todas las formaciones políticas en medio de la crisis de 2001 fue desdibujando el compromiso de 1983 retornándonos a un faccionalismo procedente de una subcorporación política que ha hallado en la pobreza endémica la excusa para retroceder respecto de aquella conquista histórica enunciada en 1973 y sustanciada diez años más tarde.

La facción autoritaria emergente  en 2003 aspira a instaurar un nuevo hegemonismo cimentado en una exclusión social masiva y dependiente. Se escuda en esta tragedia colectiva para legitimar un estado de excepción permanente en nombre de “los que menos tienen”. Su administración venal de la pobreza la provee de un piso electoral estratégico al que aspira a extender masivamente dada su incapacidad para producir riqueza. El proyecto concibe a esta etapa “vice presidencialista” como de transición hacia un régimen –reforma constitucional mediante- que reduzca la democracia a su ritual electoral.

Sólo una sólida fuerza civil que se ponga a la altura del fenómeno social que ha sido capaz de detener los extravíos autoritarios exhibidos bajo la excusa de la pandemia puede detener esta nueva aventura. Y de remover de veras los obstáculos de nuestro postergado desarrollo económico, social y cultural. En su defecto, nos aguarda un porvenir más sombrío que el de estos tiempos aun germinales.

*Historiador, miembro del Club Político Argentino

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DETRÁS DE UN LARGO MURO (LA VIVIENDA SOCIAL DURANTE EL PERONISMO) por  Ariel Kocik* 

Con-Texto | 26 febrero, 2021

 Fuente: www.cuentosperonistas.com

 

"Berisso poblada, en general, por casitas de chapas de zinc, metal y madera, levantada sobre terrenos cenagosos, frente mismo a los imperialistas frigoríficos… se nos presenta como el símbolo de la injusticia social. Pero Berisso, merced a la acción del movimiento laborista del que es baluarte, verá muy pronto transformadas sus actuales casitas de lata en cómodas e higiénicas viviendas”, afirmaba un legislador en octubre de 1946, varios meses después de la llegada de Juan Perón a la presidencia del país

La imagen refiere al pueblo que fue cuna de la reacción popular del 17 de octubre de 1945, y en buena medida del Partido Laborista que llevó al "coronel de los trabajadores" al poder constitucional. Lo cierto es que a muchos barrios de Avellaneda y del actual partido de Lanús, de casitas bajas y conventillos, les cabía una descripción muy similar. Se estaban formando nuevos “lateríos" que daban una fisonomía muy humilde a lo que llamamos conurbano bonaerense.

Surgían ranchos muy precarios hacia el sur de la ribera portuaria que inmortalizó el pintor Benito Quinquela Martín en 1946, donde podían oírse el chamamé y el idioma guaraní. Mientras tanto, cuarenta familias se apiñaban en un conventillo del corazón boquense.

En el interior del país la situación era aún peor. Muchos obreros del norte argentino nunca supieron de las viviendas populares anunciadas en provincias como Jujuy como parte de la “acción revolucionaria” del gobierno. Por entonces urgía la reconstrucción de la ciudad de San Juan, prometida después de que un terremoto la destruyera en parte considerable en 1944.

Pasaba el tiempo y no se habían hecho las obras, sino principalmente ranchos de emergencia. Se exhibieron vistosas maquetas y hubo anuncios de barrios modelo, pero incluso diez años después de la tragedia, la mayoría de los damnificados seguía esperando su casa. Uno de los mitos consolidados del peronismo clásico es el de la

vivienda para todos, promesa que Perón encarnó desde el gobierno de facto de 1943 y reflejó la doctrina peronista escrita en 1947. Una creencia generalizada indica que durante esos años el justicialismo tendió a solucionar el problema habitacional del país mediante la construcción de cientos de miles de casas, una generosa acción del Estado volcada en beneficio de los más necesitados, que hasta entonces había brillado por su ausencia.

Pero ni el gobierno elegido en 1946 hizo tantas casas como se cree, ni era estrictamente cierto que nunca se habían levantado viviendas populares. Por ejemplo, el barrio obrero Azucena Butteler databa de la época del presidente José Figueroa Alcorta (1906-1910). Otro vecindario había tomado el nombre del diputado conservador Juan Caferatta, impulsor de la ley de casas baratas en 1915.Ambas vecindades conservan sus nombres hasta hoy. El barrio cervecero de Quilmes también dio alojamiento a empleados y obreros industriales.

Una dificultad para investigar el peronismo desde su génesis es el enorme trabajo necesario para desmontar las capas de propaganda proyectadas como fotografías en el imaginario social y validadas en el mundo educativo. Implica explorar fuentes desconocidas y considerar la inexactitud de la información brindada por el Estado en tiempos en que los funcionarios tenían prohibido divulgar datos que contradijeran el discurso oficial. Perón decía que logró hacer en tres años lo que nadie había hecho en cincuenta, y la cadena de medios oficialista replicaba esa propaganda sin más, omitiendo fotos incómodas de la pobreza real, o preguntas sobre las obras que nunca se hicieron efectivas.

Los barrios “modelo”, y las cien mil casas de la propaganda – tal fue la cifra anunciada una y otra vez por Perón desde 1944- completadas o no, ocultaban los barrios más insalubres, cuya miseria podía verse desde el Puente La Noria hasta el Puente Alsina, a la vera del Riachuelo. Otro reguero de miseria, incluso sin paredes, se veía en lo que sería el circuito de tren que sale de Lacroze hacia el noroeste. En 1955 Cipriano Reyes hablaría de chicos que nacían enfermizos y morían, describiendo la miseria del conurbano desde Tigre a Florencio Varela, donde vivían como en ranchos “de la peor estancia”, en los que faltaba incluso el agua. Una postal que impresionó fue la Villa Maldonado, entonces dependiente del municipio de San Martín. Allí había inundaciones, basura, casas de lata, cartón, arpillera y paredes endebles. Perón había mandado de vuelta a una delegación de la villa que intentó visitarlo. En situación parecida estaba Villa Garay  –  a pocas cuadras de Constitución- y en condiciones aún peores se hallaba Villa Jardín, el citado borde sudoeste del Riachuelo, donde un testigo afirma que Perón levantó un muro para ocultar la pobreza durante alguna visita presidencial. Esa circunstancia habría servido de inspiración para el film  Detrás de un largo muro, de Lucas Demare, estrenado en 1958. Barrios en condiciones similares había en La Plata, Rosario, Santa Fe, Goya, Resistencia y otras ciudades. El peronismo podía publicitar un barrio modelo, pero estaba muy lejos de una solución integral.

En los conjuntos habitacionales como 17 de Octubre  – en Villa Pueyrredón- y Ciudad Evita– en La Matanza- hubo beneficiarios impensados. Uno de esos vecindarios llegó a ser llamado “Villa UES”, por la cantidad de colegiales peronistas allí alojados. Otros en cambio denunciaron perjuicios: “Fuimos expropiados para construir la Ciudad Evita, más de cuatrocientos propietarios de humildes casitas y terrenos comprados a fuerza de grandes sacrificios”, denunciaría un grupo de vecinos del Desvío Querandí de La Matanza en carta al presidente Lonardi, publicada en 1955 en  Noticias Gráficas.

En plena época de hacinamiento humilde  – que contradecía las supuestas realizaciones del primer plan quinquenal- el gobierno nacional había derribado viviendas para construir un camino hacia el aeropuerto de Ezeiza, y ocupado otras con locales políticos y “unidades básicas” partidarias

También se tiraron edificios para ampliar la avenida Nueve de Julio. Mientras tanto, la crisis inflacionaria y la falta de insumos de primera importancia conspiraban contra la industria de la construcción, como el crítico estado de los caminos y del transporte. Según el autor Francisco Domínguez, contemporáneo a los hechos, las cien mil casas prometidas no se habían completado de ningún modo hasta1951 (hoy se da por cierto que el peronismo logró quintuplicar  esa cifra), y algunas de las ejecutadas eran invadidas por la maleza. Por el contrario, habían surgido núcleos de pobreza que cualquiera podía divisar viajando en tren por la república. Y esto sucedía durante el primer gobierno de Perón, cuando se supone que la Argentina era una fiesta

. ¿Qué decir a partir de 1952, cuando la crisis motivó un ajuste sin precedentes que impactó sobre la economía popular?

Incluso en pleno centro capitalino había postales de hacinamiento insalubre, como un inquilinato ubicado sobre la calle Sarmiento. Alejándose un poco más, podían verse conjuntos de “laterío” en Villa Ortúzar y tantos otros lugares. Por el contrario, el barrio modelo denominado “Perón”, construido por el gobierno en uno de los ingresos de la capital federal, tenía garages para coches y dependencias para servicio doméstico, un modelo ajeno a las necesidades del trabajador argentino promedio (un ejemplo similar era el hotel sindical  Tourbillón de Mar del Plata, que tenía boite, finos cortinados y garajes aprovechables por jerarcas privilegiados pero no por obreros). Algunas casas eran otorgadas de modo selectivo a personas conocidas identificadas con el régimen o a dirigentes de la Confederación General del Trabajo.

Los ingresos del peronismo eran cuantiosos en capacidad impositiva, exacciones al capital privado, aportes obligatorios, porcentaje de espectáculos públicos, lucro con el juego, control y uso de las cajas jubilatorias, disposición casi unitaria de los fondos federales del país. Por lo visto, no estuvieron tan bien dirigidos.

Al mismo tiempo, en esa época faltaban materiales como cemento  – que se cotizaba al doble en el mercado negro- y combustibles, bajando la calidad de ladrillos, mosaicos, chapas y pinturas. Pero además, se desmejoró la producción de alimentos, y hasta se ironizaba de la creación de una especie de vino aguado de consumo popular. La injerencia del Estado en casi todo, queriendo ayudar, podía también complicar o inhibir a la industria.

Para quienes no contaban con algún tipo de amistad o simpatía del partido gobernante, se hizo dificilísimo el sueño de la vivienda, máxime cuando la iniciativa individual o privada era frenada por las carencias de todo tipo de materiales, dejando paso a una total dependencia del Estado. En el medio, estaba la corrupción. El presidente del Banco Hipotecario (la vieja principal entidad crediticia del país), Abelardo Álvarez Prado, había renunciado en 1949. Gente del ministro Miranda le había ordenado absorber empresas fraudulentas en estado de quiebra, lo que finalmente se hizo, para salvarlas. Prado señaló que empezaron a hacerse casas de ínfima calidad. Muchas había que construirlas de nuevo. A fines de 1955, el déficit habitacional se había tornado pavoroso, según coincidieron dirigentes laboristas y socialistas, además de economistas e informes de medios de prensa gráficos (que antes reflejaran la propaganda del gobierno peronista sin cuestionarla), además de testimonios de gente de la villa para diversas publicaciones. Era necesario construir 150 mil casas por año durante una década para solucionar una urgencia nacional que había quedado detrás de los muros y los carteles publicitarios. La carencia de unidades de vivienda duplicaba  la cifra que hoy se atribuye haber construido al peronismo. Es decir que, con toda naturalidad, se enseña una historia con datos imaginarios.

Para rebatirlos, basta tomarse el trabajo de conocer los barrios insalubres que datan de 1945 y que continúan en condiciones similares en zonas como el Riachuelo

 

*Docente, periodista e investigador de historia. Licenciado y profesor de Comunicación Social

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EN CHUBUT, LAS GRANDES MINERAS PRETENDEN REDACTAR LAS NORMAS por Maristella Svampa y Enrique Viale*

Con-Texto | 4 febrero, 2021

Fuente: Diario Perfil

La megaminería no sólo es sinónimo de contaminación ambiental sino también social e institucional. Lo que está ocurriendo en la provincia de Chubut es una demostración cabal de ello. En Chubut hubo un plebiscito, en 2003 donde el 82% de la población dijo NO a la Mina, y dos iniciativas populares (con decenas de miles de firmas ciudadanas) en 2014 y 2020/2021, en el marco de una lucha popular que lleva más de 18 años resistiendo, activa y de manera informada, las embestidas de la megaminería. Pese a ello, una vez más, el lobby minero pretende instalarse en la provincia sin licencia social y cometiendo las tropelías institucionales más delirantes, dignas de una republiqueta. Hace unas semanas se conoció una cámara oculta del diputado provincial del PRO, Sebastián López, pidiendo "cien lucas" para actuar en favor del lobby minero. A pesar de lo flagrante y grotesco de la situación, este legislador no sólo no renunció, sino que consumaría su parte del “trato” al votar en la Legislatura provincial en favor del ingreso de la actividad extractiva.

Luego ratificó estos dichos en la Justicia, aportó elementos de prueba e incluso señaló al abogado del gobernador Mariano Arcioni, Guillermo Corneo, como el gestor de estas coimas. Otra diputada, Zulema Andén, dijo a una radio provincial “el pueblo está de pie pero hay plata para comprar voluntad”. El resultado: persiguen a quienes se atrevieron a hablar y amenazan, incluso, con expulsarlas de la legislatura provincial. Por último, se hizo público otro audio, pero ahora de un gerente de una de las empresas mineras que acechan a la provincia, promoviendo presionar a los dirigentes radicales para que apoyen la entrada de la gran minería. Todo este manoseo institucional y moral no nos sorprende. En 2014, en otro embate minero, se viralizó la fotografía del celular de un diputado provincial recibiendo instrucciones de cómo redactar una ley de parte de un CEO de una transnacional minera, en plena sesión parlamentaria. En Chubut las grandes mineras, literalmente, pretenden redactar las normas. Y frente a la evidente falta de licencia social y las crecientes movilizaciones, en su desesperación, el poderoso lobby minero busca engañar a la población tergiversando información y falseando argumentos. Doctrina del shock (crisis provocadas o exacerbadas para imponer modelos que suponen altos costos para los territorios y la población), activos Trolls en redes sociales, fakenews, e incluso costosas “publinotas”, en medios provinciales y nacionales, forman parte del arsenal del embate minero. En una misma semana, dos canales de noticias nacionales contaron exactamente la misma "historia" sobre Chubut. Y el libreto de esa "historia" es puntillosamente el mismo que cuenta la transnacional minera y su lobby. La conclusión es clara: “Pauta minera mata periodismo independiente”. También se detectó una publicidad recurrente, que aparecía en las webs y redes sociales de Chubut, donde supuestos vecinos de la provincia se mostraban abiertamente favor de la gran minería (autopresentados como "vecinos de la meseta"). Una investigación de las asambleas locales descubrió que, en realidad, tanto el dominio de la página web referenciada, como las publicidades en las redes sociales, pertenecían y eran un invento de una consultora publicitaria de la ciudad de Buenos Aires que se jacta, en su presentación comercial, de tener como cliente a la minera Panamerican Silver, empresa  que desde hace años busca ingresar en la provincia. Lobby minero Si el lobby minero busca violentar procesos ciudadanos, compra abiertamente a políticos y legisladores  y genera una campaña mediática a su medida, todavía sin haber entrado a la provincia, imaginen qué podrían hacer si estuviesen instaladas. Pero si todas estas cuestiones no fueran suficientes para rechazar a esta actividad es importante recordar que la megaminería, a diferencia de la minería tradicional, es inherentemente contaminante, insostenible e imposible de controlar. Esto fundamentalmente por su (enorme) escala y su modalidad de explotación. En la medida en que la gran minería avanza sobre los territorios y entra en competencia con otras actividades por la utilización del agua, la tierra, energía y otros recursos. Para extraer los minerales diseminados en grandes extensiones de territorio, esta actividad se realiza a cielo abierto, con el uso de colosales cantidades de energía, explosivos, agua y sustancias extremadamente tóxicas para separar la roca del mineral. Las tres mineras Así, por ejemplo, el emprendimiento minero Pascua Lama (San Juan) removerá rocas por 1.806 millones de toneladas en todo su proceso extractivo; La Alumbrera (Catamarca) tiene autorizado el empleo de más de 86 millones de litros de agua por día, mucho más que el consumo total provincial y, a su vez, en materia eléctrica representa el 85% del consumo de la energía de toda la provincia. En materia de explosivos, también los datos son espeluznantes: sólo en Pascua Lama se arrojarán durante el proceso extractivo la friolera de 493.500 toneladas, casi la mitad de los lanzados en la Segunda Guerra Mundial. Los tres principales proyectos mineros de nuestro país —La Alumbrera, Pascua Lama y Agua Rica— concentrarían un nivel de consumo energético (subsidiado) de 395 MW, lo que supera la producción de la central nuclear de Atucha (375 MW). Asimismo no existe en el mundo ninguna región que haya logrado desarrollo socioeconómico con la gran minería (por el contrario). Pese a las reiteradas promesas, la minería metalífera representa menos del 0,045% de la población económicamente activa (PEA) de la Argentina. Incluso en Perú, país minero, la minería ocupa el 2% de la PEA, contra el 23% agricultura, el 16% comercio y 10% manufactura. Después de más de 20 años de explotación de la mina La Alumbrera, el paisaje socioeconómico de Catamarca es desolador: Los índices industriales y construcción cayeron y la pobreza es de los más altos nacionales y con la mayor cantidad de población asistida por planes sociales.

En Catamarca, con 25 años de megaminería en la provincia, el 67% de su población económicamente activa tuvo que recurrir al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el 50% en la provincia de San Juan. Las regalías mineras en San Juan generan menos del 1% del presupuesto provincial. Las regalías del proyecto minero Navidad solo alcanzaría para pagar el 1,6% de los sueldos públicos de la provincia de Chubut. Numerosos investigadores y científicos del Conicet han aportado argumentos en favor de la lucha de los chubutenses. Es así en todas las partes del mundo: donde hay megaminería hay conflicto social y ambiental y saqueo económico. En Chubut hay un pueblo consciente, muy informado de lo que significa el ingreso de esta actividad en la provincia. Se trata de una de las luchas populares más emblemáticas, añejas y poderosas del país, que siempre ha buscado activar los dispositivos institucionales existentes para expresar la voluntad popular. Por todo ello, es muy difícil que la minería a gran escala ingrese por la vía institucional-democrática. Sin embargo, la embestida minera y la degradación democrática es tal, que lo que sucede en Chubut nos advierte con claridad de un peligroso proceso de pérdida de ciudadanía.  Si como argentinos no queremos que en nuestro país ciertas  provincias se conviertan en mineralo-estado, donde el poder político sea hablado por la minería transnacional, debemos respetar las voces de la ciudadanía, que por la vía pacífica e institucional vienen diciendo que en Chubut NO hay licencia social para la minería.

  

*Esta columna fue escrita por Maristella Svampa, escritora e investigadora superior del Conicet, y Enrique Viale, abogado ambientalista. Ambos son autores, entre otros, del reciente libro “El Colapso Ecológico ya llegó. Una brújula para salir del maldesarrollo”

 

 

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SOLO UN NOMBRE por Carlos Gabetta*

Con-Texto | 4 febrero, 2021

Fuente Diario Perfil

En el futuro próximo, Donald Trump podría convertirse en el líder de la derecha más extrema de los Estados Unidos, tanto al frente del Partido Republicano como de una eventual escisión. También desaparecer de la escena política y hasta autoexiliarse para escapar de la ley, como Juan Carlos, el ex rey de España. Pero Trump no representa a la monarquía, ese eslabón antiguo y escenográfico de algunas democracias, sino al presente y el futuro de la propia democracia republicana. Cualquiera sea su destino personal, los sectores de extrema derecha que lo apoyaron siguen allí y creciendo, como en muchos otros países. Ya aparecerá algún líder, quizá más duro y astuto. Hoy ya no se trata del extremismo ideológico de los pequeños grupos de siempre; de algo que podría pasar por un “divertimento” en las redes sociales, sino de un proyecto que toma forma y tiene el cuerpo de esa turba armada que asaltó nada menos que el Capitolio. Casi la mitad de los estadounidenses votó a Trump, aunque por supuesto no todos participan de su extremismo. Tanto que reflejando a sus bases, la mayoría de los dirigentes republicanos se le apartaron, en silencio o explícitamente. Pero la toma del Capitolio fue una advertencia inquietante, aunque aún no sepamos cuántos de los votos de Trump representan a esos extremistas. Durante la asunción de Biden, el despliegue de seguridad no solo en Washington, sino en todo el país, indica que los servicios de inteligencia tenían suficientes datos como para temer hechos mucho más graves. La crisis y sus consecuencias políticas vienen de lejos, como probó la elección de Trump en 2016. “Un populista de extrema derecha ultramillonario, nacionalista, corrupto, racista y machista es desde ayer el presidente electo de la primera potencia financiera, económica y militar del mundo. Su victoria asombra al planeta, pero bien mirado, no hay motivos. Los pocos que han puesto el acento no ya en el avance de la extrema derecha populista en los países desarrollados, sino en sus causas –la crisis estructural del sistema capitalista– no tienen razones para el asombro (…) la comparación con las consecuencias de la crisis capitalista de 1929 y sus consecuencias políticas deviene inevitable: Mussolini, Hitler, Pétain, Franco; populismos de todo tipo, deterioro democrático, repliegue proteccionista, ruptura de pactos y acuerdos internacionales, armamentismo, proliferación de conflictos, con el apoyo de masas desesperadas y desorientadas. La mesa vuelve a estar servida, con una diferencia clave: el capitalismo, planetario ahora, no tiene salida esta vez en el marco de su propia lógica. La crisis, que merodeó en los bordes desde los años 80, está desde 2008 instalada en el corazón del sistema”. (Esta columna: http://bit.ly/gabetta-que-asombrarse). Esos son los verdaderos desafíos que afronta el sistema republicano; no solo en Estados Unidos. La elección de Biden; sus primeras declaraciones y decisiones; la plural conformación de su gabinete y principales funcionarios son alentadoras, porque expresan la reacción antiextremista del pueblo estadounidense, algo que también comienza a verse en otras democracias amenazadas por el auge de la extrema derecha. Pero la crisis económica, ante la que vienen fracasando conservadores, liberales y socialdemócratas en todas las democracias, sigue allí. El tema migratorio, por ejemplo, solo tiene solución si cesan las razones económicas y sociales que obligan a millones a abandonar sus países. Que el social-autoritarismo de Rusia y China no afronte esos problemas y les permita ganar mercados y espacios científicos, tecnológicos y militares es, aunque no lo asuman, el espejo en que se miran las extremas derechas occidentales. Claro que sin el componente de distribución social, sino con el objetivo de profundizar y consolidar las diferencias sociales. El caos y la violencia en perspectiva.

*Periodista y escritor.

 

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SOBRE POPULISMOS Y ANACRONISMOS por Loris Zanatta*

Con-Texto | 3 febrero, 2021

Pues sí, soy yo el autor del "Populismo jesuita" que molestó a Rafael Velasco, superior provincial de los jesuitas de la Argentina y Uruguay, en LA NACION del 19 de enero. ¿Quién sino podría "sanatear", según deja traslucir con un chiste medio gastado? Lo siento. Y me sorprende: el libro salió hace ocho meses en Italia, pero aún es inédito en la Argentina, donde la editorial Edhasa lo publicará en unos meses. ¡No pensaba que se lo atacaría aun antes de salir! Gracias por el lanzamiento publicitario: no hacía falta.

Me acostumbré: cada vez que critico a la Iglesia Católica, como hice en mi última nota, recibo un "torpedo". Nunca viene al frente, siempre por el costado; nunca responde a mis críticas, solo intenta desacreditarme. El que me arrojó el padre Velasco, sin embargo, es el más flojo jamás lanzado y cayó muy lejos del blanco. Una de dos: o no leyó el libro o no lo entendió. ¿Por qué si no me imputaría cosas que no digo o incluso lo contrario de lo que afirmo?

El principal cargo es definir "populistas" a las reducciones jesuitas del Paraguay. ¡Es "intelectualmente deshonesto", me increpa! ¡Es un "anacronismo", se indigna! ¡La noción de populismo no existía en esa época, concluye! Olvidemos la ofensa, vayamos al grano. Yo no escribí que las reducciones fueron "populistas", que los jesuitas son "populistas". Sostengo y creo demostrar de manera convincente que los populismos latinos del siglo XX -peronismo, castrismo, chavismo y otros- son "jesuitas" en el sentido de estar influenciados por la herencia jesuita. Es decir, lo contrario de aquello por lo que se me acusa. ¡Ningún "anacronismo", mucha calumnia! Sería bueno dialogar, discutir, confrontar hechos e ideas. Pero sin insultar la inteligencia ni distorsionar las ideas. Algunos católicos italianos, para que sepan, han criticado el libro, otros me han agradecido.

A decir verdad, muchos autores más importantes y famosos aplican la noción de "populismo" a tiempos remotos. Isaiah Berlin la utiliza en sus escritos sobre los filósofos del romanticismo, Antonio Escohotado, analizando las sectas ebionitas del siglo II, sectas cuyo espíritu mesiánico y antimoderno nunca pasa de moda. Podría seguir. No hay nada malo ni anacrónico en eso: el "populismo" no es un evento específico, sino un concepto creado por las ciencias sociales para explicar una "familia" de fenómenos históricos. Por mi parte, prefiero limitar su uso a la época contemporánea y lo escribí de mil maneras: para mí el "populismo" implica la "soberanía popular", concepto ajeno al mundo hispánico del siglo XVII. Tanto es así que en el libro distingo entre la "época de lo sagrado", la de las reducciones y la "época secular", aquella en la que madura la soberanía del pueblo y se desarrollan los "populismos".

Lo que argumento y explico es que los populismos latinos identifican, a veces de forma explícita y otras indirecta, en los principios éticos y sociales de las reducciones jesuitas un modelo válido para nuestro tiempo, una alternativa realista a los sistemas democráticos liberales y a las economías de mercado; que cultivan una idea sagrada de la política y una noción mítica de "pueblo" que encuentra inspiración y alimento en la historia de la cristiandad colonial y de la Compañía de Jesús; que son, en definitiva, "religiones políticas", formas seculares de un antiguo imaginario religioso. Sé que algunos religiosos argentinos encuentran "intelectualmente perezosa" la categoría de "populismo", pero "perezosos" y algo "provincianos" -nunca diría "deshonestos", no ofendo- son ellos: el mundo académico mundial lleva décadas debatiendo "populismos" y "religiones políticas".

El padre Velasco primero intenta apocar el aporte jesuita a la teología de la liberación y luego presume de la resistencia de sus cofrades venezolanos y nicaragüenses a los regímenes de Maduro y Ortega. Sobre el primer punto: la teología de la revolución y la utopía armada provocaron profundas divisiones entre los jesuitas, en la Argentina y en toda América Latina. En el libro menciono a varios teólogos jesuitas radicales, podría agregar muchos más. Mejor no revolver esa dramática historia, pero negarla es imposible. Sobre el segundo punto: admiro mucho la valiente oposición de los jesuitas a las dictaduras chavista y sandinista. ¡El libro habla de eso y lo explica! También tuvieron cierta responsabilidad en su ascenso, pero olvídalo. Esto no quita que uno de los ideólogos de Hugo Chávez, padre Jesús Gazo, fuera jesuita; que jesuita fuera el fundador del evitismo, Hernán Benítez; que jesuita hasta la médula fue la visión del mundo y la formación de Fidel Castro. Para dar ejemplos. No es casualidad, es un hilo rojo, el hilo que sigue mi libro.

Para evitar ese tipo de malentendidos y controversias, en la introducción escribí: "No todos los populismos latinos son jesuitas, no todos los jesuitas son populistas". Y luego: hay "jesuitas hostiles al populismo jesuita y populismos inconscientes de sus remotas raíces jesuitas". En las conclusiones fui aún más claro: "Los populismos jesuitas no son la religión católica, la Iglesia Católica, la Compañía de Jesús. Son sus productos más o menos directos o legítimos, pero los "padres" son solo parcialmente responsables de lo que los hijos hacen". No hay peor sordo que el que no quiere oír, peor crítico que el que tiene prejuicios.

 

*Profesor de historia en la Universidad de Bolonia

 

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LA NOVELESCA VIDA DEL COMANDANTE DURÁN  por Albino Gómez*

Con-Texto | 3 febrero, 2021

Publicado en la revista HISTORIA No. 115 (septiembre-noviembre 2009)

El 26 de marzo de 1969, a los 62 años, moría en Atenas –donde nació nuestra amistad-  Gustavo Durán: español, compositor, general en la Guerra Civil, amigo de Hemingway, de Lorca, de Alberti, de Neruda, de Dalí, de Buñuel…Representante de las Naciones Unidas para el Programa de Desarrollo en Grecia, los pobladores de Alones (Creta) le levantaron una estatua en agradecimiento por su obra. Gozó del amor, de la amistad, del sol, del vino, de la música, de la poesía, de la vida, sin miedo a morir. Este año, la editorial Debate (Random House Mondadori) publicará en España, su biografía. bajo el título “Comandante Durán”, a cargo del escritor Javier Suárez..  

Gustavo Durán nació el 14 de noviembre de 1906 en Barcelona. Su padre, José Durán Labad, era militar retirado que combatió con bastante reconocimiento en la guerra de Cuba (1898).  Cuando apenas tenía Durán tres años, su familia se mudó a Madrid. Años más tarde, la traumática separación de sus padres terminó con la internación de su madre en un centro psiquiátrico, lo que a Durán y a sus tres hermanos los afectó y marcó profundamente, para siempre. Nuestro personaje, tuvo una vida verdaderamente novelesca, que no escapó al registro de autores como Hemingway y Malraux, según veremos más adelante.   

Como correspondía en la época a una familia acomodada como la suya, estudió en centros muy prestigiosos, y comenzó a interesarse por la música, en la que lo había introducido su madre, quien tocaba el piano y le enseñaba canciones populares. Durán se matriculó en el Real Conservatorio de Madrid,  demostrando ya a la edad de 14 años una enorme capacidad intelectual además de extraordinarias dotes musicales. A los 17  comenzó a frecuentar la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a Federico García Lorca, Rafael Alberti, Salvador Dalí y a  Luis Buñuel. De todos ellos fue  gran amigo y compañero en numerosas iniciativas culturales. Tanto Lorca como Alberti, como otros importantes autores, le dedicaron algunas de sus obras.  

A los 20 años Durán compuso varias piezas musicales, canciones, un ballet, El Fandango del Candil,  y musicalizó algunos de los poemas de la primera obra en verso de Alberti,   Marinero en Tierra, tan conocida en nuestro país gracias a la vieja Editorial Losada.

A comienzos de 1930 se trasladó a  París donde  trabajó en la industria del cine, en los estudios de la Paramount en Joinville, en compañía de Luis Buñuel, y allí conoció a André Malraux y a Ernest Hemingway. 

Regresó a España en 1934, o sea a los 28 años, en un momento de radicalismo político que culminaría dos años después con el estallido de la Guerra Civil. Se afilió entonces al sindicato socialista UGT (Unión General de Trabajadores) y participó en infinidad de actos culturales y políticos en defensa del régimen republicano. En las elecciones de febrero de 1936 apoyó activamente al Frente Popular (coalición de socialistas, comunistas y republicanos de izquierda) al igual que sus amigos de la Generación del 27: Lorca, Alberti, Emilio Prados, Luis Cernuda, Manuel  Altolaguirre, y otros. De esta época data también su amistad con Pablo Neruda.

Al iniciarse la Guerra Civil, tras la sublevación de Franco el 18 de julio de 1936, Gustavo Durán se movilizó desde un primer momento en defensa de las instituciones republicanas. Ascendió a diferentes puestos de responsabildiad militar,  destacándose como una de las revelaciones del ejército Republicano, pese a no tener formación castrense previa. Se instruyó en estrategia y táctica militar como un autodidacta  y durante la contienda consolidó su amistad con Malraux y Hemingway. El primero  se inspiró en él para el personaje de Manuel, protagonista de su novela La Esperanza sobre la Guerra Civil. El segundo, le dedicó una elogiosa descripción en su obra Por quién doblan las campanas. Porque Gustavo Durán, además de hacer inteligencia militar y política,  participó en algunas de las batallas más duras del conflicto como jefe de Estado Mayor e intérprete del general Kléber al frente de las Brigadas Internacionales, ya que hablaba con fluidez varios idiomas, como tuve yo oportunidad de comprobarlo durante nuestra amistad en Atenas a partir de 1964.

Sólo abandonó España el último día de la guerra (1 de abril de 1939), cuando todo estaba definitivamente perdido,  en el Galatea, un buque militar fletado por el gobierno británico. Tenía 33 años.

En su primera época de exilio residió en Londres y en Dartington Hall, una finca medieval en el condado de Devon en la que conoció a su futura mujer: Bonté Crompton, una bella norteamericana. Se casó con ella en noviembre de 1939 y en 1940 se trasladaron a los Estados Unidos. Allí retomó el contacto con Hemingway, quien entonces vivía entre los Estados Unidos y su residencia de Finca Vigía en las afueras de La Habana. En 1942, ya obtenida la ciudadanía estadounidense e incorporado al Departamento de Estado, todo ello facilitado por las relaciones de Bonté con los Roosevelt y los Rockefeller, fue trasladado a La Habana como consejero cultural para colaborar con el embajador Spruille Braden, que fuera luego tan famoso para nosotros, y quien había recibido de Hemingwary el aviso de que Durán era “·un genio militar e intelectual de los que se dan una vez cada cien años”. Asimismo, por invitación del mismo Hemingway y de su mujer Martha Gellhorn, Durán  y Bonté vivieron un tiempo con ellos en Finca Vigía.  A raíz de su trabajo personal, el  embajador Braden comenzó a considerar a Durán como un valioso colaborador y, cuando en 1945 fue destinado como representante diplomático en la Argentina, le pidió que le acompañase. 

Así fue como Gustavo Durán se trasladó a nuestro país en mayo de 1945, también en calidad de consejero cultural para acompañar la gestión de Braden. Fue durante ese tiempo que Durán anudó fuertes lazos de amistad con políticos e intelectuales que se oponían a Perón, entre ellos debo destacar especialmente a Victoria Ocampo, permanentemente  recordada por él en las largas conversaciones que sobre nuestro país mantuvimos durante casi dos años en Atenas, donde como ya dije, se gestó nuestra amistad mientras me desempeñaba como secretario de embajada y jefe de la sección consular. Durante esas charlas me hizo saber de aspectos de la conflictiva relación entre Braden y Perón, que revelaban cómo se usaron mutuamente, al servicio respectivo de sus propios países, y que más allá de la auténtica y enconada disputa pública, hubo acuerdos que se fueron cumpliendo lentamente en beneficio tanto de la Argentina como de los Estados Unidos. Porque si bien era auténtico el visceral rechazo entre ellos, eran dos pragmáticos y Braden sabía que, contra sus sentimientos y deseos, aun ganando la Unión Democrática, no habría podido gobernar, por lo cual, Estados Unidos debía entenderse con Perón, cosa que finalmente ocurrió.  

Tras su experiencia en Argentina y su colaboración en el Libro Azul contra Perón, ya de vuelta a Washington DC, Durán comenzó a sufrir serios problemas al ser objeto de persecución ideológica por parte del famoso senador McCarthy y por el Comité de Actividades Antinorteamericanas, Por tal razón debió abandonar su posición en el Departamento de Estado e ingresar en la ONU, poco después de su fundación, ocupando diversas responsabilidades como delegado de la CEPAL en América del Sur, con sede en Chile, para después encabezar la delegación de las Naciones Unidas en el proceso de descolonización del Congo Belga y, por último, dirigir el programa de desarrollo de la ONU en Grecia que, entre otras tareas, trataba de proveer de agua potable a algunas islas. 

Allí murió Gustavo Durán mientras releía Don Quijote de la Mancha, pocos días antes de jubilarse y casi treinta años después de salir de España, donde nunca pudo regresar. Podría haberlo hecho con el pasaporte de funcionario de las Naciones Unidas, pero él sólo quería hacerlo con un pasaporte español,  que no podía obtener.  

Yo mantuve luego de dejar Atenas, una larga correspondencia con él desde Sud Africa y luego desde Washington DC cuando fui trasladado a esa ciudad, y donde también nos encontramos  un par de veces, cuando llegaba desde Atenas en vacaciones o por gestiones oficiales. En esas oportunidades lo visité en la residencia de su amiga, la madre de Jackie Kennedy, en el barrio de Georgetown, donde se hospedaba.

Cuando murió el The New York Times le dedicó media contratapa bajo el título:” Murió el amigo de Hemingway”

*Diplomático, escritor y periodista

 

 

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EL VATICANO EN DERROTA EN EL ESTADO DE DERECHO por Carlos Gabetta*

Con-Texto | 3 febrero, 2021
 

Fuente Perfil 10-01-21

La reciente sanción de la ley de aborto legal en Argentina ha supuesto una nueva derrota del Estado Vaticano. La anteúltima, en diciembre pasado, fue la aprobación de la eutanasia por el Congreso de los Diputados de España, país ultracatólico si los hay, donde también rige una ley de matrimonio igualitario desde 2005. Pero la legalización del aborto en Argentina tiene una significación especial, ya que el papa Francisco es argentino y además peronista, el partido ultrapopulista actualmente en el gobierno. Una ruptura imposible de imaginar hasta hace muy poco, después de que Francisco recibiese a Alberto Fernández en tres ocasiones, dos de ellas antes de ser candidato, y a Cristina Fernández… ¡en siete!, tanto en el Vaticano como en Brasil, Paraguay y Cuba. Francisco también recibió en 2016 al presidente liberal en funciones Mauricio Macri, en una breve entrevista muy comentada a causa de la extrema frialdad mostrada por el Papa hacia su visitante. Ocurre que el actual gobierno peronista enfrenta gravísimos casos de corrupción, y además le van muy mal las cosas, agravadas por la pandemia. La legalización del aborto fue una reivindicación ciudadana, en particular  femenina, mayoritaria en Argentina, de modo que el Gobierno se aferró a ella, presionando incluso a muchos de sus propios partidarios para anotarse un poroto importante de cara a las elecciones legislativas previstas para octubre de este año. En estos días circuló por las redes un detalle de los “derechos a los que se opuso la Iglesia en Argentina”: en 1816, a la Independencia; en 1853, al fin de la esclavitud; en 1884, a la ley de educación pública gratuita, laica y obligatoria; en 1888, a la ley de matrimonio civil; en 1947, al voto femenino; en 1987, a la ley de divorcio; en 2006, a la educación sexual integral; en 2010, al matrimonio igualitario y en 2018 y 2020, al aborto legal. Esa enumeración excluye las opiniones y voces, tanto de clérigos como fieles, que apoyaron esos avances democráticos, entre las que sobresalen la de fray Mamerto Esquiú y otros en distintas épocas y circunstancias, pero no anula el hecho de que, en todos los casos, el Vaticano se opuso. Por ejemplo, en 1816 el Congreso de Tucumán ordenó enviar diputados ante la Santa Sede para cortar con la incomunicación con Roma, pero el papa Pío VII, que en enero de ese año había explicitado su oposición a la independencia hispanoamericana en la encíclica Etsi longissimo terrarum, mantuvo su oposición a cualquier contacto que no fuese a través de España. Así, la próxima derrota vaticana en Argentina, a corto o mediano plazo, podría ser una ley que autorice la eutanasia. Y aquí estamos. La Iglesia Católica, que no cesa de perder fieles y vocaciones en todo el mundo, enfrenta derrotas que la ponen frente a su propio espejo; el de un Estado que es en realidad una multinacional económico-financiera abrumada de escándalos y una congregación espiritual reaccionaria, acosada por miles de comprobadas denuncias de pedofilia y viviendo en el cinismo y el ocultamiento absolutos. Un reciente informe da cuenta de que “un sacerdote de cada tres, si no dos de cada tres, tendría una relación física o amorosa con una mujer o un hombre (…) En la Iglesia Católica, el celibato no siempre fue la norma. Esta regla fue instalada en el siglo XII ‘para evitar que los sacerdotes se transmitan de padre a hijo el patrimonio de la comunidad católica, según Pascal Wintzer, arzobispo de Poitiers (…) La Conferencia de Obispos de Francia señala que en 2020 había unos 15 mil sacerdotes en el país, contra 30 mil en 1995…” (Le Monde, París, 3-1-21). Así ocurre y seguirá ocurriendo en todo el planeta, a menos que el catolicismo retome el camino filosófico, moral y político esbozado por el papa Juan XXIII. El otro rumbo, actualmente en progreso, es el ultrarreaccionario que marcan otros cultos y los Trump y Bolsonaro del mundo.

*Periodista y escritor.

 

 

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A PROPÓSITO DE LO VERNÁCULO Y LO UTÓPICO por Boaventura de Sousa Santos*

Con-Texto | 3 febrero, 2021

Fuente: OTHER NEWS**

Consultar cualquier diccionario moderno de lenguaje escrito nos lleva a concluir que lo vernáculo y lo utópico son conceptos opuestos. Mientras que lo vernáculo (del latín, vernaculus,) significa que es propio de un lugar o una región, lo utópico (de Utopía, título del famoso libro de Thomas More [1516]) significa lo que caracterizaría a un gobierno imaginario en ningún lugar específico.

En sentido figurado, mientras que lo vernáculo es lo correcto, puro, de la tierra; lo utópico es lo fantasioso, imaginario, quimérico. En este texto, trato de demostrar que, contrariamente a esta aparente contradicción y al consenso de los diccionarios al respecto, hay más complicidad entre los dos términos de lo que se puede imaginar, y que estas complicidades se han hecho más visibles en los últimos tiempos.

El título de este texto se inspiró en la obra de uno de los teóricos marxistas más notables y olvidados del siglo pasado, Teodor Shanin, quien llevó a cabo trabajos pioneros para rescatar la riqueza, diversidad y carácter dinámico del pensamiento de Karl Marx (contra todas las ortodoxias, marxistas y no marxistas). Shanin se dedicó, en particular, a mostrar la importancia de la obra inédita de Marx después de la publicación del primer volumen de Das Kapital en 1867 (la última obra importante que publicó en vida) hasta su muerte en 1883, titulado “Marx tardío”, nada más y nada menos que 30.000 páginas de notas. Hasta la publicación de El Capital, y a pesar de haber leído más que ningún otro teórico europeo contemporáneo sobre la historia de las sociedades no europeas, es decir, las asiáticas, Marx las analizó desde una perspectiva eurocéntrica, evolutiva, centrada en la idea de que tales sociedades representaban etapas anteriores y desesperadamente anticuadas de las sociedades capitalistas desarrolladas de Europa. Incluso en el caso de éstas, la única que analizó con impresionante detalle y lucidez fue Inglaterra, la economía capitalista más desarrollada de su tiempo.

Atento a los movimientos revolucionarios que surgían en el centro de Europa y que no eran compatibles con el modelo de revolución proletaria que había teorizado, Marx comenzó a darles una atención privilegiada en lugar de ignorarlos o encuadrarlos por la fuerza en su teoría. Si esto es cierto en el caso de la Comuna de París de 1871, lo es aún más en el caso del movimiento populista revolucionario ruso de base campesina, muy fuerte en las décadas de 1870 y 1880. Para comprender lo que estaba sucediendo en Rusia, Marx comenzó a estudiar ruso de forma obsesiva (como si se tratara de «una cuestión de vida o muerte», como se quejaba su mujer en una carta a Engels, fiel compañero y colaborador de Marx). Desde entonces hasta su muerte, la heterogeneidad de las historias y transformaciones sociales se convirtió en un hecho central en las reflexiones de Marx.

Las consecuencias teóricas fueran inmediatas: no existen leyes monolíticas de desarrollo social; no hay una, pero sí varias vías para llegar al socialismo, y los análisis de El Capital sólo son totalmente válidos para el caso de Inglaterra; el campesino, lejos de ser un obstáculo o un residuo histórico, puede, en determinadas circunstancias, ser un sujeto revolucionario. Todo esto sonaba extraño, teóricamente impuro y “poco marxista» a los ojos de la mayoría de los marxistas de finales del siglo XIX. Esta evolución del pensamiento de Marx llegó a ser considerada un signo de debilidad mental asociada con la vejez, y una de las cuatro versiones de la carta de Marx a una populista rusa, Vera Zazulich, fue censurada por marxistas rusos y sólo fue publicada en.…1924.

Curiosamente, las mismas críticas de impureza teórica fueron dirigidas a Lenin por sus camaradas después de 1905-7.

¿Cuáles eran después de todo los pecados de Marx? Eran dos. Por un lado, habiendo valorado contextos y experiencias locales, vernáculas, a pesar de que se desvían de estándares supuestamente universales. Por otro lado, atribuir valor positivo e incluso utópico a lo antiguo, aparentemente residual (la comuna campesina rusa basada en la propiedad comunitaria y la democracia de base, aunque siempre bajo la vigilancia del Estado despótico zarista) y Desafiaba, con su voluntarismo y moralismo, las leyes objetivas (y no morales) de la evolución social que él mismo había descubierto.

Todo esto parece historia de un pasado lejano y sin relevancia para nuestro presente y futuro, pero de hecho no lo es. Este tipo de debate, sobre la necesidad de buscar en las tradiciones las energías y pistas para mejorar el futuro y, en general, sobre las dificultades de la teoría pura, sea la que sea, para dar cuenta de la realidad siempre rebelde y siempre en movimiento, ha acompañado todo el siglo pasado, y creo que nos acompañará en el siglo actual. Por ejemplo, mencionaría dos contextos muy diferentes en los que el debate estuvo presente (si es que no lo sigue siendo). Dejo de lado el hecho de que ninguno de los procesos revolucionarios que se estabilizaron en el siglo pasado fueron dirigidos por la clase obrera en los términos precisos previstos por la teoría marxista, desde las revoluciones rusas de 1905 y 1917 hasta la revolución mexicana de 1910, desde las revoluciones chinas de 1910, 1927-37 y 1949 hasta la revolución vietnamita de 1945 y la revolución cubana de 1959. En todos ellos, el protagonista era el pueblo trabajador oprimido en el campo y en la ciudad, y en algunos de ellos los campesinos jugaron un papel decisivo.

El primer contexto fue la descolonización en el subcontinente asiático (especialmente en la India) y en África. En todos los procesos de independencia, el dilema entre dificultades u oportunidades estaba presente, el hecho de que las realidades locales estaban tan alejadas de las realidades europeas estudiadas por Marx que solo con muchas adaptaciones podrían imaginarse revoluciones nacionalistas de vocación socialista en versión marxista. En el caso de India, el debate se calentó dentro de las fuerzas nacionalistas: por un lado, la posición de Nehru, que asociaba el socialismo con la modernización en India, en términos cercanos a los de la modernización europea; por el otro, Gandhi, para quien la riqueza de la cultura india y las experiencias comunitarias ofrecían la mejor garantía de una liberación real. En 1947 prevaleció la posición de Nehru, pero la tradición gandhiana se ha mantenido viva y activa hasta el día de hoy.

En África, el lapso va desde 1957 (la independencia de Ghana) hasta 1975 (la independencia de las colonias portuguesas). Bajo pena de cometer alguna omisión, creo que los cuatro líderes más notables en la lucha de liberación anticolonial fueron Kwame Nkrumah (Ghana), Julius Nyerere (Tanzania), Leopold Senghor (Senegal) y Amílcar Cabral (GuineaBissau). Todos ellos vivieron intensamente en el debate sobre el valor del vernáculo africano y todos ellos buscaron, incluso de manera diferente, neutralizar el eurocentrismo de Marx e imaginar futuros para sus países que valorizasen la cultura, las tradiciones y las formas de vida africanas. Cada uno a su manera contribuyó a la idea del socialismo africano que reclamaba la diversidad de los caminos hacia el desarrollo en los que el humanismo africano tomaba el lugar del progreso unilineal y a toda costa, y en el que las experiencias ancestrales de la vida comunitaria tenían más prioridad que la lucha de clases. En todos ellos estaba presente la posibilidad de que lo vernáculo local y ancestral se convirtiera en la idea movilizadora de una utopía de liberación. Obviamente, como en el difunto Marx, que ninguno de ellos conocía, lo vernáculo tendría que ser adaptado para dar rienda suelta a su potencial utópico.

Cuando, en 1975, las entonces colonias portuguesas ascendieron a la independencia, las condiciones del debate habían cambiado profundamente debido al contexto externo y también al conocimiento de la evolución de las experiencias anteriores de independencia en el continente. Aun así, la tensión entre lo vernáculo y lo utópico se manifestó de múltiples maneras. Por poner sólo un ejemplo, en Mozambique, el partido Frelimo (1) comenzó adoptando una posición hostil hacia todo lo que era tradicional porque veía en él un pasado irreparablemente adulterado por la violencia colonial. Por lo tanto, fue hostil a la continuidad de las autoridades tradicionales que administraban justicia informalmente, por parte de miembros de la comunidad y utilizando los sistemas de justicias africanos. Sin embargo, el desmantelamiento de este sistema de autoridades comunitarias provocó tal perturbación en las formas de convivencia pacífica en las comunidades, donde la justicia oficial no llegó para nada, que el gobierno revirtió y legitimó, ya en 2000, a estas autoridades, que hoy operan en paralelo a los juzgados comunitarios. De manera similar, en Guinea-Bissau y Cabo Verde, los tribunales de tabanca persistieron con el nombre tribunales de zona.

El segundo contexto, muy diferente y mucho más reciente, tuvo lugar en México con el levantamiento zapatista en Chiapas en 1994, y en Bolivia y Ecuador, con los procesos constituyentes que siguieron a las victorias en las elecciones presidenciales de Evo Morales (2006) y Rafael Correa (2007). La experiencia zapatista representa una de las combinaciones más complejas entre lo vernáculo y lo utópico, combinando a día de hoy los ideales de liberación social y política con la valorización de la cultura y las experiencias comunitarias de los pueblos indígenas del sur de México. Una comprensión contra hegemónica de los ideales de derechos humanos se articula con una afirmación radical de autogobierno e innovación constante de lo propio y lo ancestral. A su vez, las dos experiencias democráticas en Bolivia y Ecuador ocurrieron después de décadas de movilización de los pueblos indígenas, de modo que las cosmovisiones ancestrales indígenas imprimieron de forma decisiva su marca en las Constituciones de Ecuador (2008) y Bolivia (2009). La idea del desarrollo fue sustituida por la idea del buen vivir, la concepción de la naturaleza como recurso natural fue sustituida por la concepción de la naturaleza como Pachamama, la madre-tierra que debe ser cuidada y cuyos derechos están específicamente consagrados en el Artículo 71 de la Constitución Ecuatoriana.

La articulación entre lo vernáculo y utópico, entre el pasado y el futuro, reunió el entusiasmo de los movimientos ecologistas urbanos de muchos países que, sin conocer la filosofía indígena, se sintieron atraídos por el respeto que surgió de ella y por los valores del cuidado de la naturaleza y la conciencia ecológica que los movilizó. Como había sucedido antes con los zapatistas, el nuevo e innovador énfasis en lo vernáculo y lo local, creó lenguajes que trascendieron el lugar y se integraron en narrativas emancipadoras cosmopolitas con un registro anticapitalista, anticolonialista y anti patriarcal. Esta tensión creativa entre lo vernáculo y lo utópico no terminó con las experiencias históricas que acabo de mencionar. Me atrevo a pensar que nos acompañará en este siglo, ciertamente fortalecido por las alternativas que se abren en el período post-pandemia. Cada vez es más evidente que si las sociedades y las economías no adoptan formas de vida distintas de las basadas en la explotación injusta e ilimitada de los recursos naturales y los recursos humanos, la vida humana en el planeta estará en riesgo de extinción.

————————

(1) – Frente de Liberación de Mozambique en portugués: Frente de Libertação de Moçambique.

————————-

*Sociólogo y académico portugués. Doctor en sociología, catedrático de la Facultad de Economía y Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU) y de diversos establecimientos académicos del mundo. Es uno de los científicos sociales e investigadores más importantes del mundo en el área de la sociología jurídica y es uno de los principales dinamizadores del Foro Social Mundial.

 

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EDITORIAL – Febrero 2021

Con-Texto | 3 febrero, 2021

Estimados lectores de  con-texto

En tiempos de pandemia y con una cuarentena demasiado larga,  todo pareció ser  más lento. Aún así, sin darnos cuenta, a este gobierno ya le pasó más de un año desde que asumió y  todavía  le  quedan tres más por delante. La amenaza del virus  no hizo más que poner  de manifiesto la incompetencia con que llegaban, si es que alguien estuvo esperanzado con el cumplimiento de los compromisos que decían asumir.

Después de obtenido el voto que les permitió acceder al poder, a la lista de promesas incumplidas  de gobierno tras gobierno, se sumaron  las del relato de esta última campaña. Por qué se les creyó otra vez.  No sería ya  tiempo de reflexionar acerca de la responsabilidad que cabe a los votantes del funcionamiento de esta  democracia con cada vez más acentuada  “baja intensidad”.  

Si los ciudadanos no son capaces  de trascender el mero acto electoral  para no ser sólo masa funcional  en lugar de   pueblo activo y alerta con interés político, la democracia se precipitará cada vez más y, sin habernos dado cuenta, estaremos a merced de autócratas desprejuiciados que se llevarán todo por delante. Una vez en el poder la maquinaria de corrupción se pone en marcha.  La mentira y el atropello se convierten en proyecto. 

Las arbitrariedades de monarcas de pacotilla que reinan en algunos feudos del interior,  ensoberbecidos por el poder que les dan los votantes  cautivos que dependen del Estado, son apoyados por el gobierno central a cambio de sumar  senadores obedientes que votan leyes contra derecho y contra la Constitución para llevarse puesto a todo ciudadano que trabaja y aporta sus impuestos. En definitiva el esfuerzo de los que ponen su creatividad y su capacidad de emprendimiento para dar trabajo y crecimiento al país es succionado por zánganos a quienes se les ha educado para vivir del erario público.

En Estados Unidos el gobierno de Trump resultó una anomalía ya que   pretendió desconocer toda ley y  principios básicos de la Constitución y las instituciones. Aún con  muchísimos defectos  el Poder Judicial se mantuvo independiente del poder saliente y rechazó todo denuncia de  fraude en las elecciones que resultaron impecables y adversas a un deficiente mental con pretensiones imperiales.  

En la historia de la Argentina por el contrario,  desde el restablecimiento de la democracia,  la anomalía en sentido inverso fue el gobierno de Raúl Alfonsín quien  por ser el primero después de un atroz régimen militar, cuidó esmeradamente  que se  respetara la institucionalidad y la Constitución antes que nada. El Juicio a las Juntas fue ejemplar en eso.

Somos nosotros los ciudadanos los que  no tendríamos que creer  las promesas  sin fundamento para no caer  en la desilusión y el descreimiento político y terminar diciendo después  “son todos iguales”, “son todos corruptos”.

Este es un año electoral y lo que se elige es la representación del pueblo en las cámaras.  Porque nosotros “el pueblo”  sólo gobernamos  a través de los que pongamos en las bancas para expresar nuestras necesidades y nuestros deseos. Dicho de otra manera   los que elijamos nos representarán  y es nuestra función hacer el seguimiento de lo que prometieron.

De cómo votemos dependerá no acentuar la ineptitud, los negocios espurios y el saqueo de todos los principios republicanos y el atropello a las decisiones de muchos jueces honestos que los hay sin duda y que llevan adelante los juicios por causas de enriquecimiento ilícito a nuestra costa. Necesitamos un Estado de derecho a favor de la ciudadanía.

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