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Editorial 30-10-2021

Con-Texto | 21 noviembre, 2021

Estimados lectores de con-texto

En el país hubo jueces que justificándose con el peligro de posibles contagios en los penales durante la cuarentena de la pandemia, liberaron presos acusados por delitos graves, aunque no fue lo recomendado por la Cámara Federal de Casación Penal. Fue así que a personas acusadas por delitos de violación, abuso y homicidio se les concedió prisión domiciliaria sin que se existiera la infraestructura necesaria para vigilar a 1.120 presos, según  fuentes oficiales en el Sistema Penitenciario Federal y Bonaerense.

Cristina Fernández de Kirchner y otros 11 imputados más, fueron sobreseídos en la causa que investigó el acuerdo del Memorándum con Irán,  denuncia formulada por el fiscal Alberto Nisman asesinado horas antes de que presentara su denuncia ante el Congreso. Pero con la anómala curiosidad procesal sin antecedentes en la historia del Poder Judicial de la Argentina, de ser dictada antes de iniciar el juicio.  

Podríamos decir que los psicópatas o aprendices de psicópatas, con alteraciones de personalidad  que los hacen delinquir sin el más mínimo escrúpulo, se encuentran ubicados en distintos estamentos de la sociedad y atemorizan no sólo a quienes deben juzgarlos sino al resto de la sociedad porque así siguen teniendo a su merced fondos, propiedades y objetos que no les pertenecen.

Preguntémonos por qué siendo numéricamente menores pueden seducir, subyugar, sojuzgar y atemorizar a muchos. Logran que su atención se centre en ellos ya se trate de dirigentes o presos liberados. La sociedad entera se encuentra sometida por los que siguen delinquiendo y atemorizando a la población.

Dicen los que entienden que a la hora de votar  son pocos los que se guían por una  decisión racional. Será por eso que se apela burdamente a la conducta emotiva. Aunque para los que reflexionan estimando con bonhomía que son más de los que suponemos, debe parecer grotesco a lo que se apela para lograr ser votados.

Es conveniente entonces por la salud mental de los que puedan hacerlo,  evadirse de ese círculo perverso y considerar al votar argumentos menos coyunturales,  más conceptuales y reflexivos.

Entre lágrimas y risas, al momento de hacer una prospectiva y de imaginarse una Cámara sesionando, hiela la sangre pensar en manos de quienes estamos. Como también hiela la sangre ver como avanza el delito en ciudades y pueblos de la Argentina. Ambos temas íntimamente ligados ya que podríamos decir que estamos a merced del saqueo sin límites de una y otra forma.

Defendamos pues nuestras instituciones con un voto racional.

Ernestina Gamas

     Directora

 

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LEER A NEGRI por Diego Sztulwark*.

Con-Texto | 21 noviembre, 2021

… la historia la escriben los vencedores y la narran los vencidos.
Ricardo Piglia, 1998.

A Toni Negri lo leemos desde inicios de los años 90, cuando comenzaron a llegar de España las primeras traducciones de sus trabajos al castellano. Descubríamos en Fin de siglo (1992) –con introducción de Gabriel Albiac– o en Las verdades nómadas (1996), escrito en coautoría con Félix Guattari, una serie de tesis tan originales como orientadoras en un contexto de violentas transformaciones: la caracterización del llamado bloque socialista, del capitalismo mundial integrado o la querella modernidad/posmodernidad. Se abría a nuestros ojos un modo nuevo de ser de izquierda, liberado de los esquemas de los viejos partidos comunistas –en todas sus variantes, incluidas las maoístas y las trotskistas– y provisto de recursos para confrontar las tendencias a la resignación melancólica de la derrota. Filosofía y militancia se encontraban de un modo nítido en los procesos de producción de subjetividad, enraizados, a su vez, en los antagonismos de las relaciones de producción. Aquellos años de descubrimientos se completan con el estudio de un artículo suyo en particular, «John Maynard Keynes y la teoría capitalista del Estado en 1929», publicado en el segundo número de la revista El cielo por asalto (otoño de 1991), dirigida entonces por Atilio Borón y Horacio Tarcus, donde interpretaba a Keynes y al keynesianismo como respuesta reformista del capital a la amenaza de autonomía obrera, emergente con la Revolución Rusa, y al neoliberalismo como ofensiva global del capital sobre cualquier compromiso con las fuerzas del trabajo. Con dos décadas de anticipación a Imperio, Negri ponía en práctica unos procedimientos de periodización desde abajo, un método de secuenciación que permitía captar las mutaciones productivas, subjetivas e institucionales a partir de la dinámica determinante de las luchas obreras. Desde entonces hemos encontrado en los textos de Negri una serie de indicaciones vigorizantes y una cierta rigurosidad militante para atravesar transiciones de un modo particularmente fecundo.
Luego nos llegaron sus libros teóricos más sistemáticos. Sobre todo El poder constituyente. Ensayo sobre las alternativas de la modernidad, publicado por primera vez en castellano en el año 1994, en Madrid. Maquiavelo y Foucault se convertían en operadores centrales de una apertura del campo jurídico a las prácticas populares, entendidas como productoras de sociedad. La democracia no debía reducirse a defensa y legitimación, sino a diseño y creación de un nuevo plano de instituciones, vinculadas a la praxis. Leímos esas páginas bajo los efectos de las grandes maniobras de resguardo del «poder constituido»: la reforma a la Constitución argentina en 1994 y la reelección de Menem en 1995. La obra de Negri se confirmaba como la de mayor sistematicidad teórica y militante a la hora de re-situar la lucha de clases como principio de inteligibilidad de procesos globalmente presentados como una fiesta reaccionaria en la que la praxis colectiva sobraba. Cuando más tarde leímos El tren a Finlandia (en una edición de 1990, con epílogo de Albiac), y conocimos con mayor precisión algunos de los episodios de su biografía política, ya teníamos plena conciencia del trayecto de activista, de prisionero y de fugitivo del cattivo maestro.
Ya en medio de la crisis, abierto el ciclo de luchas contra el neoliberalismo en nuestra región sudamericana, mantuvimos una larga conversación con Negri, aún preso en Roma. Le permitían estar en su casa de día, pero luego volvía a pasar la noche en la prisión. Eran los años de Imperio, que leímos antes de su publicación en castellano, en una traducción de Eduardo Sadier. Nos recibió en su casa de entonces, en el barrio de Trastévere. Compartimos una tarde entera. De allí salió «Entrevista a Toni Negri», en un libro del Colectivo Situaciones llamado Contrapoder. Una introducción, publicado en el año 2001 (Ediciones De mano en mano). Esa tarde interminable, en la que Negri hizo muchas preguntas, hablamos de la experiencia de las Cátedras Libres «Che Guevara», desarrolladas a partir de la experiencia en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, desde 1997, lo que terminó por inspirar un texto suyo –que llamó así, «Contrapoder»– que citaba con evidente complicidad a Guevara dentro del contexto de su pensamiento. Así que fuimos apasionados lectores de Imperio, manifiesto global y parteaguas en el mundo de las izquierdas, coescrito con Michael Hardt. Para el marxismo-leninismo, la postulación de la «multitud» –concepto político que da cuenta de la cooperación social de los muchos en el capitalismo global– era un concepto claudicante frente al de la clase obrera y su partido de vanguardia. Para las corrientes populistas, resultó inaceptable la idea de una compleja arquitectura del poder global que debilitaba la fuerza y por tanto la autonomía de los Estados nacionales como lugar de un pacto entre clases. A nosotrxs, en cambio, el libro nos convenía perfectamente bien, en virtud de la doble necesidad que experimentábamos: un nuevo bagaje conceptual para dar cuenta del tipo específico de protagonismo emergente de los movimientos populares y una decidida creatividad para imaginar direcciones posibles en el plano de la estrategia y la organización. Con Imperio podíamos llamar «autonomía» a la convergencia entre composición social de la revuelta, innovación de la práctica teórica y creación de nuevas tácticas concretas, y abrir un espacio de intercambios a escala trasnacional con experiencias de muchos lugares del planeta. Desde nuestra óptica Imperio no clausuraba nada, sino que abría discusiones fascinantes, proponiendo una actualización de nuestros saberes sobre el capitalismo y la política, a partir de leer a Marx con Deleuze y Guattari. Las críticas más fértiles a Imperio quizás hayan surgido de los viejos compañeros de Negri que comenzamos a leer y a publicar por esos años: Paolo Virno, Maurizio Lazzarato, Sandro Mezzadra o Franco Bifo Berardi.
Las experiencias de los gobiernos llamados «progresistas» de América Latina afectaron nuestro intercambio con Negri, que se volvió más desparejo. ¿Era posible plantear que el poder constituyente penetrara, socavara, o bien se apropiara del poder constituido, que lo ocupara y reformara desde dentro? ¿Ocurría esto en algunos países de la región, como Bolivia o Venezuela? Esas eran las preguntas que nos conectaban ahora con la serie de libros que escribiera con Michael Hardt después de Imperio –Multitud y Commonwealth, pero también Asamblea, que renueva hipótesis sobre los contrapoderes–, mientras nos dábamos el tiempo de estudiar algunos de los clásicos de Negri, como La anomalía salvaje –el spinozismo que aprendía a oponer poder a potencia– y la notable serie publicada por Akal en la colección Cuestiones de antagonismo, como Spinoza subversivo, La fábrica del sujeto (33 tesis sobre Lenin), La forma-Estado, Del obrero masa al obrero social o Marx más allá de Marx.
Historia de un comunista es un relato detallado de una trayectoria militante de medio siglo. Esta primera parte llega a 1979. La narración en primera persona del singular, y el uso exacto de los recuerdos –en términos de fechas y nombres–, no pertenece al género literario del diario –aunque quepa imaginar ese tipo de escritura entre los materiales de base del texto–, ni al ensayo puramente reflexivo de ideas y combates. Se trata, en todo caso, de una mixtura, una composición entre registros, en la que el escritor que es Toni Negri encuentra la perspectiva adecuada para contarnos la historia apasionante de unos personajes plenamente reales, a partir de un héroe que es el propio Negri, captado en diversas dimensiones vitales, contextuales, militantes y filosóficas. Héroe fallido. Es lo que surge de leer una frase clave del libro: He resistido y luchado toda mi vida. Ahora me toca volver a empezar.
La productividad de este procedimiento –el desdoblamiento– permite organizar a la vez un recorrido en el tiempo por la historia y por los textos. Lo primero, avanzando desde las escenas de formación personal y política –la familia, las militancias antifascistas más o menos cristianas y socialistas– hasta desembocar en la constitución del universo de corrientes de la autonomía obrera (y luego postobrerista), atravesando debates universitarios y teóricos de la izquierda europea y la militancia en las fábricas, hasta llegar a la década caliente que va del 68 al 77. Lo segundo, al reconstruir al detalle la tensión coyuntural específica en la que concibió cada uno de sus textos teórico-militantes. La conexión entre contexto y lecturas, entre lucha política y escritura devela la trama y permite conocer más de cerca cómo funciona esa potencia subversiva del pensamiento que Negri busca en cada uno de sus textos. Resistir, volver a comenzar son las posiciones sucesivas del filósofo-activista que, hundido en la adversidad, persiste e insiste en un materialismo de lo común, apoyado en la filosofía de Spinoza y en la de Marx y actualizado en las tesis postobreristas y en la obra de Foucault.
Hay quizás un paralelo entre ambas líneas: la historia, vivida como descubrimiento de los mecanismos que encienden y estructuran una voluntad de transformación radical –cada grupo, cada revista–, y los textos. Los cuales a su vez se distinguen entre textos leídos, de Hegel, Lukács o Merleau-Ponty, y los ya mencionados textos escritos por él. Ambas dimensiones se fusionan, y la lucha política –lucha estratégica de fuerzas– se intersecta con el problema del conocimiento. La lucha crea perspectivas de verdad, al mismo tiempo que la verdad debe ser creada en términos de intervenciones tácticas, consignas e investigaciones teóricas de largo aliento sobre la producción en su aspecto técnico, el Estado y el orden jurídico y la constitución de la subjetividad tal y como se pone en juego en las clases sociales. Esta es también una historia enormemente inspiradora de la investigación militante.
Traducido, como otros tantos libros de Negri, por su amigo madrileño Raúl Sánchez Cedillo –autor también de las notas que acompañan esta edición de Tinta Limón y Traficantes de Sueños, esta historia seguramente tendrá un valor especial para lectores y militantes jóvenes de contextos no europeos, que, por ser más distantes de las referencias temporales y espaciales relatadas, serán proclives a poner en marcha su propia imaginación como recurso indispensable para acompañar a esta epopeya colectiva inconclusa y disfrutar del escritor que pone en juego una conciencia de balances –más que de confesiones– que procura dar cuenta de sus propias evoluciones y rupturas, como si fuera posible confirmar así el destino o la justicia de lo hecho y de lo dicho.


*Cientista y docente argentino FLACSO* (EDICIONES TINTA LIMON)

**Estudió Ciencia Política en la Universidad de Buenos Aires. Es docente y coordina grupos de estudio sobre filosofía y política. Se ha desempeñado como docente invitado en la Maestría de Educación de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y en la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Ha sido integrante del equipo de investigación “Violencia, escuela y subjetividad”, dirigido por Silvia Duschatzky (FLACSO) y subvencionado por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Fue miembro del Colectivo Situaciones de 2000 a 2009, con el que realizó una intensa tarea de investigación militante complementada con publicaciones, y de Tinta Limón Ediciones.

 

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LA SALUD Y EL ESTANCAMIENTO ARGENTINO por Ignacio Katz*

Con-Texto | 21 noviembre, 2021

El virus e incluso la pandemia no son el problema de fondo sino un síntoma de los males que aqueja a nuestra sociedad

La necesidad de cambios profundos en la sociedad argentina no escapa a nadie, pero los distintos gobiernos y expresiones políticas comparten la impotencia para efectuarlos. Se limitan, en el mejor de los casos, a administrar el presente estado de cosas, en lugar de gestionar su transformación hacia el futuro. Efectivamente, evitar que el dólar se dispare y contener el desborde social son objetivos de máxima. En cambio, transformar el aparato productivo, crear puestos de trabajo, revolucionar la educación y la formación profesional, modernizar el sistema de administración pública, transparentar el sistema judicial y reformar el marasmo sanitario, son poco más que buenos deseos, y no agendas de trabajo político. Ni siquiera fueron eslóganes de campaña electoral. Todo se reduce a “escuchar a la gente”, “volver a ser felices”, o vociferar sustantivos abstractos. Cuando hubo propuestas de reforma (sanitaria, judicial) terminaron cajoneadas antes de empezar frente al veto cruzado y la falta de acuerdos. Tenemos una sociedad civil intensa y demandante pero anestesiada o domesticada frente a los grandes condicionamientos; corporaciones reticentes al cambio que buscan acomodarse frente a la adversidad más que adaptarse creativamente involucrándose con transformaciones conjuntas de fondo. Por último, una pobreza estructural sedimentada en décadas, que deja en el archivo histórico a la sociedad de estándares más parecidos a países desarrollados que a los vecinos latinoamericanos. ¿Cómo romper con este estancamiento? El cambio social requiere del encuentro de la ciudadanía con una dirigencia que la escuche, pero que no la obedezca ciegamente. Que la lidere pero que no la arree. Que no le diga lo que quiere escuchar, sino que la convenza de hacer lo que necesita ser hecho. Que en definitiva interprete las necesidades y que no se haga eco de sus demandas. Reconocer y detallar la necesidad, las falencias, negligencias y errores, debe ser el puntapié inicial para trazar un plan de recomposición. En medicina, necesitamos un plan de formación y capacitación a lo largo y ancho del país, que surja del trabajo combinado del Consejo Federal de Salud y del Consejo Federal de Educación, con énfasis en la Secretaría de Políticas Universitarias, y la colaboración de los colegios y sindicatos médicos. Necesitamos transformar las estructuras de formación, atención y gestión sanitaria para readecuar sus contenidos. Necesitamos una Universidad que retome las banderas de su centenaria Reforma, pero que readecúe valores y prácticas a las realidades de este siglo. Que su autonomía no signifique aislarse de las realidades profesionales, económicas y políticas, ni condicionar su misión de conservación y generación de saberes, ideas y valores; sino un fortalecimiento académico no servil a ninguna corporación ni dirigencia, pero en diálogo con ellas al servicio de la sociedad, y en consonancia con un Proyecto Nacional. Debemos retornar a un pensamiento crítico como sustento de una planificación estratégica acorde a fines concretos en confluencia con un pensamiento operacional administrado con honestidad y responsabilidad. Para alcanzar así un nuevo paradigma sanitario que conjugue la diversidad coordinando un sistema de salud dinámico en correspondencia con las pautas científico técnicas y a una población en constante evolución. Tal sería un aporte a la democracia del siglo XXI: construir gobernabilidad al fortalecer instituciones que se legitiman brindando soluciones a problemas acuciantes y permanentes.

*Ignacio Katz es Doctor en Medicina (UBA)

 

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GEOPOLÍTICA DE LA POSVERDAD. LA INFORMACIÓN EN LA ERA DE LAS FAKE NEWS por Ignacio Ramonet*

Con-Texto | 21 noviembre, 2021

Las noticias falsas, la posverdad y los hechos alternativos están explosionando el campo de la información y contribuyendo a redibujar las opiniones públicas. Ignacio Ramonet reflexiona sobre la geopolítica de la posverdad: cómo la batalla por el poder se libra en las redes de comunicación que intentan moldear la opinión pública y las mentes en función de los intereses de lo que se conoce como capitalismo digital.

Conferencia "Geopolítica de la posverdad. La información en la era de las fake news".

“Quien gana la batalla de las mentes, gana la batalla del poder”, Manuel Castells.

En la era de la sobreinformación, informarse no es algo fácil. Cada vez es más difícil distinguir la noticia verdadera de la falsa

. Las noticias falsas (fake news), la posverdad y los hechos alternativos han irrumpido de forma avasalladora dificultando enormemente que los ciudadanos podamos discernir la realidad de la ficción.

Cuando Facebook nos conoce mejor que nosotros mismos y sabe, antes que nosotros, hasta por quién vamos a votar, ¿qué significado puede tener la democracia? Si ya consiguen hackear nuestro propio cerebro, ¿cómo podremos resistir a los imprevistos peligros de las nuevas tecnologías?


*Ignacio Ramonet es director de Le Monde diplomatique en español y presidente de Mémoire des Luttes.

 

 

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POBRISMO, UNA IDEOLOGÍA DE RICOS PARA ALIVIAR EL SENTIMIENTO DE CULPA por Loris Zanatta*

Con-Texto | 21 noviembre, 2021

Llegados con la promesa de combatir la pobreza y promover la prosperidad, los populistas terminan combatiendo la prosperidad y promoviendo la pobreza

Andrés Manuel López Obrador es un “hombre sin tarjeta”. Nunca he tenido una, se jactó el presidente mexicano. La primera reacción instintiva es: ¡a quién le importa! Pero la segunda, más meditada, es: ¿por qué lo cuenta? Vale la pena reflexionar sobre ello, porque hay frases que esconden un universo moral, un legado cultural. Y esta, “no tengo tarjeta”, es una de ellas.

Si lo hace público, se ve que quiere comunicar algo. ¿Pero qué? A ojo, que es mejor que nosotros, de una calidad humana superior a la nuestra. Porque está más cerca de los pobres, es más parecido a ellos. Y acercarse al pobre es acercarse a Dios, volver al estado de naturaleza. Tiren las tarjetas de crédito, ¡serán más puros! Como predicaba el padre Carlos Mugica, “deben ascender a la clase popular, deben hacerse pobres”.

Pasemos por alto algunos aspectos triviales. El hecho, por ejemplo, de que la tarjeta hace tiempo que dejó de representar un estatus. Es una herramienta útil y práctica que, como el teléfono móvil, usa todo el mundo, directores de empresas y agricultores africanos. Vanagloriarse de no tenerla es, por lo tanto, bastante esnob. Y además de esnob, una ficción. De hecho, una cosa es ser pobre y otra muy distinta hacerse el pobre: el primero espera poseer algún día su tarjeta, señal de que por fin tendrá algo en el bolsillo; el segundo puede prescindir de ella porque no le cambia nada. Desde que el mundo es mundo, el pobrismo es una ideología cultivada por los ricos para aliviar el sentimiento de culpa de serlo. Y para salvarse el alma pensando compensar así a los pobres. Hacia los cuales prueban un amor sincero, que sin embargo a veces recuerda al de los pedófilos por los niños.

Pero lo que más importa es el universo ideal pobrista al que aludía. Un universo que AMLO comparte con la vasta y variada galería de populistas latinos de América y Europa. Cuando Fidel Castro tomó el poder, por nombrar a uno famoso, arremetió contra las tasas de interés: lo escandalizaban. Igual que a los teólogos medievales, le parecían inmorales. Y pensar que hacía ya siglos que los comerciantes flamencos o florentinos habían encontrado la manera de eludir el tabú religioso inventando instrumentos financieros que permitían el comercio y alimentaban la prosperidad europea. Cuando era niño, recuerdo las quejas de los militantes comunistas el día en que en las fiestas del partido los viejos bancos de madera comenzaron a dar paso a mesas adornadas con manteles: preferían Esparta a Atenas, la ruda autarquía a la frívola elegancia de la actividad comercial.

Hijos más o menos conscientes de siglos de cristiandad, educados en una lectura pobrista del Evangelio, los populistas como AMLO encuentran que manejar una tarjeta de crédito equivale a ensuciarse las manos con el estiércol del diablo. Es un poco como montar en el famoso camello que, todos lo sabemos, nunca pasará por el ojo de esa maldita aguja. Tienen una relación enfermiza con el dinero. Les da pudor, les causa vergüenza. Como el sexo, es pecaminoso. No conocen su valor, no aprecian su utilidad. Entonces hacen mal uso de él. No hablo del suyo personal, no sería relevante, sino del público. Piensen en Hugo Chávez, en sus gastos faraónicos, en Eva Perón, en sus dádivas, en Evo Morales, en su manía por los estadios, en el propio Castro, cuyo derroche clama venganza. El tema valdría un libro, sería best seller.

Y como odian el dinero, odian a los bancos que se benefician de él y maldicen las finanzas. Busquen allí y encontrarán una de las raíces más importantes del antisemitismo. No entienden su lógica. Y si la entienden, no la aceptan: el antiguo estigma sigue gozando de excelente salud. Cualquiera que conozca el magisterio papal o los clásicos del marxismo no puede dejar de deducir que los papas y los comunistas están mucho más obsesionados con el dinero que la mayoría de los ciudadanos de a pie. Será que velan por nuestra probidad, que aspiran a moralizarnos, que quieren enseñarnos qué es el bien y qué es el mal. Sin embargo, tengo la impresión de que la mayoría de nosotros tiene una relación más serena con el dinero que la de ellos: lo usamos sin abusar, lo ganamos sin ansiarlo, hablamos de él cuando es necesario hacerlo, distinguimos entre actividades remuneradas y relaciones gratuitas, dinero y afectos.

Este legado cultural plantea cuestiones fundamentales. Si los “defensores de los pobres” desprecian el mercado porque es contrario a la ética evangélica, si en sus instrumentos –por ejemplo, la tarjeta de crédito– ven el humo de Satanás, si no tienen una teoría del capital porque el capital ensucia las manos, si en la propiedad ven un robo y en la prosperidad, un pecado, ¿son creíbles cuando prometen erradicar la pobreza? Si creen que los ricos son ladrones y los pobres, víctimas a resarcir, ¿crearán condiciones favorables para la producción de más riqueza o simplemente distribuirán la existente hasta secar sus fuentes?

La economía mercantil no posee el don de la perfección ni pretende tenerlo. Es un orden espontáneo a través del cual durante siglos una infinidad de seres humanos que no se conocían intercambiaron bienes e ideas que de otro modo no habrían estado disponibles. Por mano de esta forma no planificada de cooperación, miles de millones han ido mejorando sus condiciones de vida, que en el pasado habían sido pésimas para todos. La mentalidad liberal aspira a liberar estas energías de rentas y monopolios, privilegios y constricciones, para que el mayor número posible de personas puedan subirse a la escalera del “escape de la pobreza”. La mentalidad pobrista pretende aplicar su plan ético al mundo y obligar a todos a seguir su objetivo moral, a costa de serrar los peldaños de esa misma escalera y hacer caer a los que la están subiendo hasta que todos puedan escalarla juntos al mismo tiempo. Es decir, nunca. En términos históricos y lexicales, la primera es progresiva; la segunda, regresiva.

La amenidad de López Obrador, una de las tantas expresadas por los muchos dirigentes verborrágicos de nuestra época, explica así una regularidad histórica latinoamericana: llegados con la promesa de combatir la pobreza y promover la prosperidad, los populistas terminan combatiendo la prosperidad y promoviendo la pobreza. No lo hacen a propósito. Es que las ideas cuentan y las suyas producen esos resultados. Pero como son dogmas, les importa que sean “justas”, no que funcionen.

*Historiador, Profesor de la Universidad de Bolonia

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POBREZA, INSTITUCIONES Y FEDERALISMO: EL CASO DE SALTA por José Armando Caro Figueroa*

Con-Texto | 21 noviembre, 2021

Buenas tardes

Muchas gracias a los organizadores de este XXIV Seminario de Federalismo Fiscal por la invitación que me permite participar de este importante evento y tomar contacto con todos ustedes. Y un agradecimiento especial para mi amigo Carlos Gervasoni, cuyas investigaciones y trabajos me han ayudado (a mí y a muchas personas del Norte Argentino) a ordenar ideas y a comprender mejor a nuestra querida provincia.

DIAPO 1 – Tomando el concepto de federalismo fiscal en los términos propuestos por Juan José LLACH[1], me referiré en primer lugar a la situación de Salta. Para luego ensayar algunas explicaciones acerca de porqué estamos como estamos. Finalizaré con algunas reflexiones mirando al futuro.

I.- SITUACIÓN

DIAPO 2 – Como es sabido, Salta sobresale en el panorama nacional por sus malos indicadores sociales y económicos. Desigualdades, pobreza, desocupación, trabajo no registrado, asalariados pobres, niñas y niños mal nutridos, pésima gestión de los residuos, componen un panorama desolador.

A su vez, en el terreno que es propio de la producción, Salta exhibe empresas pujantes en el sector de la minería, la agroindustria y el turismo, que funcionan en un entorno de generalizado estancamiento económico. Un estancamiento que algunas veces es fruto de reglas y decisiones locales. Y otras, resultado de la crisis económica que padece la Argentina en su integridad. Cuando no consecuencia de los reacomodamientos que están produciéndose en la economía mundial.

Para completar este panorama hay que añadir la presencia de un aparato estatal hipertrofiado, incapaz de dar respuestas adecuadas a los requerimientos económicos ni a las urgencias sociales, ni de atender a los nuevos roles que la salida de la crisis global y los nuevos tiempos asignan a los Estados[2]. Salta es, en este sentido, un expresivo ejemplo de que el endiosamiento del Estado no conduce al progreso ni al bienestar.

Los servicios de salud (públicos y sindicalizados) atraviesan una larga crisis. La educación impartida por el sector público muestra las consecuencias de la ideologización así como de históricos y contemporáneos errores de políticas y de gestión.

Mientras esto ocurre, las autoridades prefieren ignorar la realidad o maquillar datos, ante la resignada mirada de amplias capas de la población.

Para concluir esta primera parte de mi exposición esbozaré las características principales del Modelo Productivo de Salta (un Modelo que tiene similitudes con lo que sucede en otras provincias del Norte empobrecido. “Así de inoportunos son los destinos de estas crueles provincias”, al decir de Héctor TIZON).

DIAPO 3 – El aparato productivo salteño es muy pequeño. Su mercado interior también lo es. Dentro de una población que ronda el millón 700 mil habitantes, hay solo 100.000 trabajadores registrados en el sector privado, y un poco mas en el sector público. La inmensa mayoría de comprovincianos vive del trabajo en negro, del cuentapropismo precario o de los planes sociales. Arrastramos grandes déficits en materia de infraestructuras, comunicaciones, transportes y urbanismo.

En este contexto, nuestro aparato productivo funciona en base a pautas no escritas que desdeñan las reglas ambientales y promueven el trabajo no registrado, En este sentido Salta es una enorme zona franca laboral que, pese a ello, no genera empleo suficiente.

Históricamente[3] la de Salta ha sido una economía primaria que, agotados los yacimientos de Potosí[4], entró -con altibajos y sueños incumplidos- en el círculo vicioso de la pobreza y el subdesarrollo.

DIAPO 4 – La inversión productiva es, en Salta, extremadamente débil. En términos generales, los capitales y las políticas públicas prefieren extraer[5] materias primas, explotar bosques, aguas y yacimientos sin proyectos de agregar valor y crear empleos genuinos. Pero aun en los casos en donde los productores preferirían agregar valor y multiplicar riquezas y empleos, estas intenciones tropiezan con dificultades que emanan de regulaciones centralizadas.

El orden conservador, por lo demás, no se muestra propicio a las innovaciones. Y, cuando ocurre alguna destrucción, carece de potencia creativa[6].

II.- ¿CÓMO SE EXPLICA TODO ESTO?

Uno podría preguntarse: Y si esto es así, ¿por qué perdura un regimen político que -más allá de matices- lleva no menos de 25 años gobernando, legislando y sentenciando?

Antes de exponer mi versión acerca de estas razones, permítanme señalar que mi enfoque será crítico a sabiendas de que el patriotismo salteño manda no criticar, y en ocasiones, no pensar por fuera del marco que dictan las tradiciones interesadas. 

Pienso que la pregunta sobre las causas de nuestro subdesarrollo solo puede responderse desde el análisis institucional que revela la existencia de -al menos- cuatro grandes problemas acumulados y no abordados.

DIAPO 5 – Soportamos una crisis de representatividad, una crisis de constitucionalidad y de convencionalidad, una crisis cívica, y una crisis provocada por el unitarismo.

Me referiré brevemente a cada una de ellas.

La primera está organizada a partir del desigual valor del voto[7]. Y se traduce en generosos “premios” que en bancas legislativas recibe la fuerza política que obtiene el mayor número de sufragios. Dicho en otros términos: Funciona en Salta un regimen electoral altamente distorsivo de la voluntad ciudadana que, además, otorga sobrerrepresentación a los territorios y sectores sociales mas alejados de la modernidad, o más susceptibles de ser manipulados por las minorías que efectivamente detentan el poder y cuentan con los recursos necesarios para armar aparatos en condiciones de ganar elecciones.   

La segunda tiene su clave de bóveda en la Corte de Justicia de Salta controlada invariablemente por el poder político de turno. Nuestro alto tribunal es guardián del orden político i-representativo, y de la supremacía de las costumbres locales más antirrepublicanas y conservadoras.

La crisis cívica[8] se manifiesta, a su vez, de varias maneras: Una débil conciencia democrática. Lagunas en nuestra formación cívica y de género. Preferencias por el mayoritarismo (el Colegio de Abogados, por ejemplo, no admite la presencia de las minorías en su Junta Directiva). Crecientes niveles de violencia y exclusiones. Modos arcaicos de pensar. Resistencias a cambiar.

Esta debilidad cívica colectiva coexiste con excepciones individuales que conectan con un pasado en el que Salta dio grandes pensadores y hombres públicos, como lo fueron Indalecio Gómez[9], Francisco J. Ortiz[10] o Manuel Alvarado[11].

La debilidad que apunto se manifiesta también en la generalizada ajenidad de las preocupaciones salteñas respecto de los temas que integran la Agenda nacional y la Agenda Global. Este “vivir aislados” es, a mi modo de ver, fruto de un errado patriotismo provinciano.

Pese a la crisis energética global[12] y a la potencialidad de Salta en materia de energías y combustibles, sólo la CGT Regional ha ensayado abrir un debate poniendo en paralelo aquella crisis y esta potencialidad.   

DIAPO 6 – La cuarta de las crisis que vengo reseñando puede enunciarse de esta manera: Salta tolera el unitarismo y el centralismo de facto y sobrevive gracias a ellos y al pacto perverso que lo sostiene.

Me referiré a este punto en seguida. Lo haré no sin antes mostrar una curiosidad histórica: El peronismo local fue tendencialmente unitario, en el sentido de que no reivindicó competencias ni atributos que son propios de un esquema federal de organización del Estado. Antes, el radicalismo había seguido parecido derrotero, salvo en el breve interregno de Joaquín Castellanos.

Los casos del petróleo (en tiempos de la Standard Oíl) y de las relaciones laborales, ejemplifican este posicionamiento político de la otrora fuerza mayoritaria. Mientras los conservadores locales[13] reclamaban la propiedad de los recursos del subsuelo, el peronismo salteño propiciaba la nacionalización y estatización de los hidrocarburos.

Hoy se aprecia un cierto giro, teñido de neoconservadurismo. En el caso del litio (y de otros recursos naturales), las fuerzas políticas locales se sienten satisfechas con “el domino originario de los recursos naturales existentes en su territorio” que estableció la reforma constitucional de 1994[14], pero prefieren administrar ese dominio desde visiones extractivistas.

Es bueno advertir que estas crisis simultáneas y acumuladas no son solo una serie de acontecimientos circunscriptos al ámbito de los principios jurídico-políticos.

Estamos frente a un largo deterioro que genera gobiernos que no representan a las ideas, sectores sociales, intereses colectivos de la Salta que a duras penas emerge. De una larga decadencia que permite a pequeños núcleos -muy preparados para controlar resultados electorales- tomar decisiones contrarias al interés general, técnicamente defectuosas o dictadas solo por la inspiración repentina o por la inescrutable voluntad de los que detentan el poder.

III.- REFORMAR PARA QUE NADA CAMBIE

Afortunadamente Salta no es tan conservadora ni tan irresponsable como, a veces, puede deducirse de los actos de quienes gobiernan, legislan o dicen justicia.

En estos últimos años nuestro tejido social y asociativo gana en volumen y en fuerza movilizadora. Los trabajadores con trabajo y los trabajadores sin trabajo. Las víctimas de las violencias. Los usuarios de servicios públicos. Los consumidores y ambientalistas, luchan por sus intereses, por sus derechos, y tienden a organizarse autónomamente, ante la indiferencia u hostilidad del Estado y de los poderes fácticos.

Los sectores que prefieren mantener el actual estado de cosas, disponen de atajos y herramientas para que nada sustancial cambie. Una, es apelar a las “reformas tapón”, como sucede con la actual Asamblea Constituyente, o con la reforma del Proceso Laboral que han comenzado a reclamar los sindicatos.

Otra de aquellas herramientas es crear organismos tomados de la modernidad institucional e inmediatamente vaciarlos de contenido: Ocurrió con el Consejo de la Magistratura, con el Consejo Económico y Social y con la Auditoria General de la Provincia.

Hay una herramienta más: Dictar normas que luego no se cumplen: Como la Ley de acceso a la información pública, o el Código Iberoamericano de Ética Judicial.

IV.- UNITARISMO Y FEDERALISMO

Me genera una cierta inquietud hablar de estos temas en presencia de los tres distinguidos especialistas que componen esta Mesa. Pero me atreveré a hacerlo exponiendo mis reflexiones de simple salteño inquieto y que día a día descubre nuevas claves del Regimen que gobierna Salta.

DIAPO 6 – Tengo la sospecha de que esta anormalidad federal (por llamarla de alguna manera) es fruto de un pacto no escrito entre las élites pampeanas y las del Norte Grande. Un pacto según el cual los políticos de este sufrido Norte se avienen a sostener a quienes desde el ámbito nacional dirigen a la Argentina a cambio de subsidios que aquieten la pobreza, el desempleo y las exclusiones[15].

Un pacto que alienta indisimuladamente la irresponsabilidad fiscal de las provincias y el clientelismo político. Un pacto que, tras décadas de vigencia, no ha logrado que converjan los niveles de desarrollo del centro con los del Norte Grande.

Si alguno se atreve a cuestionar este armado (federal en los textos legales y unitario en la realidad), lo hace para reclamar -sin éxito- una nueva Ley de Coparticipación.

Creo que esta Ley y una reforma del federalismo fiscal son muy necesarios. Pero creo también que serán insuficientes si no vienen acompañadas de una profunda reforma de la organización unitaria de la economía argentina.

Cuando en Buenos Aires y alrededores se levantan voces reclamando reformas estructurales, hablan del comercio exterior, del regimen monetario y cambiario, de la presión tributaria global y si acaso de la reforma laboral.

Sin embargo, muy pocas de estas voces incorporan el dato federal. Predominan las demandas reformistas pensadas desde el centro del país para resolver prioritariamente los problemas de ese mismo centro territorial y cultural.

Todo parece indicar que el incipiente debate acerca de la reorganización de la economía argentina mantendrá las reglas que llevan al Norte intercambiar votos parlamentarios por subsidios paliativos.

Ojalá me equivoque. Pero no se advierten, ni siquiera en este Norte Grande, ideas ni reivindicaciones para transformar el unitarismo regulatorio y productivo en un Federalismo eficaz y solidario.

V. IMAGINANDO EL FUTURO

DIAPO 7 – Si nada cambia. Si el principio de igual valor del voto sigue siendo ignorado por quienes gobiernan y por su brazo judicial, todo seguirá igual.

Probablemente hasta que la indignación social desencadene cambios. O hasta que aparezca algún héroe de la retirada[16].

Sin olvidar que la ruptura, como sucedió por ejemplo en los años de 1940, puede venir de la mano e iniciativa de la Nación decidida a retomar la senda republicana y a mejorar la calidad de todas sus instituciones[17].

Algunas esperanzas centradas en el Norte Grande[18] se alejan, dado que los caudillos provinciales no tienen interés alguno en cambiar ni en denunciar su pacto no escrito con los sectores unitarios que gobiernan desde el centro del país.

DIAPO 8 – La nueva organización de la economía debería contemplar un solo modelo económico (economía de mercado con un Estado activo), sujeto a dos órdenes regulatorios estatales diferentes (comenzando por el comercio exterior y algunos aspectos de las relaciones de trabajo). Algo así como aquella idea de DEN XIAOPING: “Un país, dos sistemas”.

Que en nuestro caso nos lleva a una Argentina efectivamente federal, que facilite la construcción local (subnacional) del desarrollo y la competitividad (LLACH). Que fije criterios para coparticipar todos los ingresos (incluidos los que genera la inflación, mientras esta perdure), el crédito, la inversión pública y los incentivos (a la inversión privada, a la innovación, a la productividad, a las exportaciones).

El Norte necesita una profunda reforma educativa, en sintonía con el programa de reorganización de la economía con sentido federal. Nuevas formas de pensar que incorporen la complejidad (MORIN) archivando al pensamiento lineal y binario. Nuevas formas de gestionar que desplacen la burocracia autoritaria por técnicas diseñadas a partir de Misiones (MAZZUCATO). Mas conversar y cooperar y menos mandar y excluir. Si Salta recuperara su ambición debería liderar la Coalición Exportadora de la que habla Pablo GERCHUNOFF Necesitamos, también y por último, un nuevo programa estratégico de desarrollo (BARBARÁN) y de gestión de nuestra riqueza minera, agroindustrial y turística.

Con un único propósito: Alcanzar la cohesión territorial y social, así como la paz social y ambiental, en un plazo razonable. Muchas gracias.

*Miembro del Club Político Argentino y del

Foro de Observación de la Calidad Institucional de Salta (FOCIS)

___________________________________________________________________________________________________________________________________________

DIAPO 9 – AGHION, P. “El poder de la destrucción creativa. Qué impulsa el crecimiento económico” (2021).

BARBARAN, Gustavo ZICOSUR, Oportunidad para el Norte Grande Argentino” (2019).

ENZENSBERGER, Hans M.

GERCHUNOFF, Pablo y HORA, Roy “La moneda en el aire” (2021).

GERVASONI, Carlos “Democracia y autoritarismo en las provincias argentinas”

GOMEZ DIEZ, Ricardo “Legitimidad democrática y valor del voto en Salta” (2012).

KOENING, Marcelo “Una Constitución para todos. Una introducción al pensamiento de SAMPAY” (2015).

LLACH, Juan José “Federales y Unitarios en el siglo XXI” (2013).

MAZZUCATO, Mariana “Misión Economía. Una guía para cambiar el capitalismo” (2021).

MELONI, Osvaldo “Dos siglos de historia económica del noroeste argentino” en BANDIERI, S. y otros “Historia económica de las regiones argentinas” (2019).

RIFKIN, Jeremy “El Green New Deal Global. Porqué la civilización de los combustibles fósiles colapsará en torno a 2028, y el audaz plan económico para salvar la vida en la tierra” (2019).

SOLA, Bernardo “Apuntaciones de glosa cívica. Aproximación a la Civística” (2011)

TEUBAL, M. y GIARRACA, Norma “Actividades extractivas en expansión” (2013).

URDANOZ GANUZA, Jorge “Una teoría del sufragio igual” (2021).

 

 


[1] LLACH, Juan José “Federales y Unitarios en el siglo XXI” (2013). Para LLACH el concepto de federalismo fiscal remite al “conjunto de instituciones -Constitución, leyes, organismos, acuerdos políticos y mecanismos- que legislan, regulan y eventualmente determinan el despliegue territorial de los recursos del Estado. Estos incluyen las potestades generales (misiones y funciones de cada nivel del Estado), las de gasto público y las tributarias, la coordinación intergubernamental y la coparticipación de los recursos…” (página 21).

[2] MAZZUCATO, Mariana “Misión Economía. Una guía para cambiar el capitalismo” (2021).

[3] MELONI, Osvaldo “Dos siglos de historia económica del noroeste argentino” en BANDIERI, S. y otros “Historia económica de las regiones argentinas” (2019).

[4] GERCHUNOFF, Pablo y HORA, Roy “La moneda en el aire” (2021, página 123), con cita de Roberto CORTES CONDE.

[5] TEUBAL, M. y GIARRACA, Norma “Actividades extractivas en expansión” (2013).

[6] AGHION, P. “El poder de la destrucción creativa. Qué impulsa el crecimiento económico” (2021).

[7] URDANOZ GANUZA, Jorge “Una teoría del sufragio igual” (2021). GOMEZ DIEZ, Ricardo “Legitimidad democrática y valor del voto en Salta” (2012).

[8] SOLA, Bernardo “Apuntaciones de glosa cívica. Aproximación a la Civística” (2011)

[9] Ministro del Interior de Roque Saénz Peña.

[10] Ministro de Relaciones Exteriores de Julio Argentino Roca.

[11] Ministro de Obras Públicas de los presidentes Agustín P. Justo y Miguel Ortiz.

[12] RIFKIN, Jeremy “El Green New Deal Global. Porqué la civilización de los combustibles fósiles colapsará en torno a 2028, y el audaz plan económico para salvar la vida en la tierra” (2019).

[13] URIBURU MICHEL, Francisco “El derecho de las provincias a las minas en su territorio” (1991)

[14] Lo que representa un giro respecto del peronismo histórico salteño que abrazó el artículo 40 de la Constitución de 1949 (Véase Marcelo KOENING “Una Constitución para todos. Una introducción al pensamiento de SAMPAY” (2015). Dice el famoso artículo 40: “…Los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedad imprescriptibles e inalienables de la Nación, con la correspondiente participación en su producto que se convendrá con las provincias…”.

[15] GERVASONI, Carlos “Democracia y autoritarismo en las provincias argentinas”. Cita: “En mi opinión, el factor estructural que más contribuyó a crear las condiciones para la aparición de regímenes provinciales híbridos fue la existencia de un sistema de federalismo fiscal que beneficia notoriamente a ciertas provincias pequeñas, cuyos gobernantes disponen de generosas rentas fiscales federales –a veces, complementadas por igualmente generosas regalías petroleras– que les permiten sostener un gasto público per cápita muy elevado en comparación con el de otras provincias y –al mismo tiempo– prácticamente no cobrar impuestos provinciales. Estas provincias fiscales" (Cao, Francés y Vaca 1997, 92) que subsisten casi enteramente gracias al dinero enviado desde la Capital Federal y cuyos sectores públicos emplean a la mayoría de la población económicamente activa…”.

[16] ENZENSBERGER, Hans M.

[17] Por ejemplo, un fallo de la CSJN que imponga el principio de igual valor del voto.

[18] Sobre aspectos de este espacio institucional en lento desarrollo, véase BARBARAN, Gustavo (Director) “ZICOSUR, Oportunidad para el Norte Grande Argentino” (2019).

 

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