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POBREZA Y NUEVAS DEVOCIONES POPULARES (II) por Jorge Ossona

| 26 febrero, 2017

II. Los pentecostales

Los pentecostalismos fueron las religiones pioneras entre los nuevos cultos que se propagaron vertiginosamente en los sectores populares urbanos desde 1983. Su  extensión, de todos modos, había comenzado  unos veinte años antes al compás de la aceleración de la inmigración procedente del Noroeste y el Nordeste y de los países limítrofes. La clave de su predicamento histórico en los sectores más humildes estribaba, en no poca medida, en su orientación anti intelectual que habilita liderazgos espontáneos, sin formación teológica, pero de simpatía seductora y cualidades oratorias entre dramáticas y heroicas. No obstante, la vertiente de los años 80 tuvo sus propias especificidades radicadas en las transformaciones socioeconómicas comenzadas a mediados de la década anterior. Abordemos algunas para contextualizar el fenómeno que nos ocupa.

La desocupación y la subocupación afectaron negativamente a las antiguas identidades laborales de oficios frecuentemente trasmitidas de padres a hijos. Familias y redes vecinales operaron como dispositivos indispensables para sortear la subsistencia en sustitución de las agremiaciones sindicales. Su lugar tendió a ser ocupado por las identidades parentales y territoriales sustentadas en férreas jerarquías a los efectos de evitar las tendencias gregarias. Pero la intensidad emocional del vínculo cotidiano, a lo que debe sumársele el hacinamiento habitacional y la promiscuidad dominial en nuevos asentamientos, motivaron ulteriores disgregaciones con su correlato de violencia y sufrimiento emocional.

 La vida barrial tendió así a organizarse en volátiles agregados informales encabezados por jefes capaces de resolver problemas concretos. Su función básica consistió en tramitar  la satisfacción de necesidades imperiosas en administraciones municipales de funciones ampliadas y desfinanciadas. También,  en parroquias a la defensiva por la inercia de los conflictos de los 60 y los 70, el espesor de las nuevas demandas, y el desconcierto por los problemas a resolver. Ello fue sentando las bases de la profunda  crisis de legitimidad del clero tradicional irresuelta hasta nuestros días, pese a los esfuerzos reconstituyentes de sacerdotes sanadores, carismáticos, y la nueva generación de curas villeros.

 Individuos y contingentes de militantes confesionales salieron a cuestionar sin los miramientos de antaño a muchos párrocos y a sus asistentes laicos. Surgieron, así, religiosidades disidentes que asociaban sin prejuicios sus creencias originales con otras rurales y regionales practicadas hasta entonces en secreto. Reputados curadores del mal de ojo o el empacho que articularon sus prácticas con la devoción a Pancho Sierra, la Telesita, la Difunta Correa y el Gauchito Gil, se fueron animando a establecer sus propios santuarios sin interdicciones. Una de las vertientes de este movimiento fraguo en las distintas variantes del pentecostalismo.

Su común denominador fue la presencia de predicadores conocedores de los relatos evangélicos, capaces de trasmitirlos con simpleza a la manera de una aventura apasionante, asociable con los problemas de cada persona o segmento de oyentes previamente identificados por los radiopasillos barriales. Otro elemento en común entre todos ellos fue la exaltación de su vínculo directo  con el espíritu santo, vivida de una manera muy intensa por los feligreses. Una ceremonia exitosa cundía y atraía a otros hasta constituir públicos cuya masividad solo era preservable merced a un intenso trabajo de  proselitismo evangelizador. De ahí su denominación informal en los barrios siempre distinguidos –algunos, no todos- por su impecable indumentaria de camisas blancas y pantalones negros: “los evangelios”. En una época de desgarros sociales, laborales y familiares, los pastores ayudaban a vencer la culpa y la depresión, la violencia doméstica, e incluso la desocupación cuando eran ellos mismos microempredores. Los feligreses, luego, aportaban sus propios contactos como ofrendas configurando informales bolsas de trabajo.

Surgieron pentecostalismos para todos los gustos: étnicos,  para inmigrantes extranjeros o de zonas rurales provinciales; adherentes a estilos musicales con sus respectivos cantantes, instrumentistas, grupos de fans; o lisa y llanamente vecinales, entre otros. Los más prósperos ampliaron sus sitios escindiéndolos de sus hogares mediante la compra de terrenos aledaños o la construcción de las viviendas en pisos superiores. Los aportes en dinero o trabajo de los fieles ayudaron a su crecimiento, aunque sin perder nunca la proximidad vecinal; condición necesaria para preservar su legitimidad y representación comunitaria.

Algunos se insertaron en redes solidarias con pares de barrios vecinos por coincidencias doctrinarias, por razones defensivas frente al acecho de competidores, o para darles mayor prestigio a sus congregaciones. Surgieron, así, federaciones de diferente tamaño y extensión; algunas asociadas, a su vez, a iglesias internacionales. Esos vínculos facilitaron el marketing grafico de folletos y pequeñas publicaciones o audiovisuales que reproducían los relatos bíblicos siguiendo los estilos del espectáculo cinematográfico. Otra variante, siguiendo el modelo norteamericano o brasileño, optó por la fundación de “ministerios” de manera de capitalizar la prosperidad material aportada por sus redes de fieles. Alquilaron o compraron galpones o antiguas salas de cine en sitios metropolitanos céntricos o próximos a las grandes terminales ferroviarias o de micros. Esta estrategia se orientaba a  captar la angustia que suelen experimentar muchos trabajadores al retornar a sus hogares flanqueados por los conflictos y la penuria económica.

Impactados por el clima de  fraternidad, empatía y misticismo; y luego de la consulta de rigor con algún asistente del culto, se predisponían a juntar el dinero necesario para solventar la ofrenda sanadora al Ministro y obtener, asi, la cura física o espiritual de ellos y sus allegados. En esas ceremonias de espeso contenido emotivo, el caudillo –casi siempre acompañado por su esposa- posaba sus manos sobre la cabeza del fiel. El llanto casi inmediato era atizado mediante gritos inductores de extenderlo al resto del cuerpo en un estado de éxtasis. El alivio ulterior trocaba la angustia en la alegría  atribuida a la visita  del espíritu santo merced a los oficios  de la pareja mediadora. Estos ministerios, de todos modos, no fueron sino grandes maquinarias orientadas menos a procurar seguidores permanentes  sino a captar aquello que predominaba: la consulta casual, sin compromiso ulterior. Su principal instrumento de captación fueron los medios de comunicación audiovisuales.

 Hubo también aquellos que conservaron celosamente su autonomía barrial, aunque sin oponerse a los ministerios y calcando en el plano local sus rituales mágicos. Para evitar su aislamiento, algunos  optaron sintonizar menos con pares que  con referentes políticos territoriales; y, por esa vía, obtener favores de los municipios retribuidos con la movilización sutil de los feligreses a actos y elecciones. La figura del pastor-puntero distó, en ese sentido, de ser excepcional. Tal fue su articulación con la administración de la pobreza

Las masas de fieles de  los pentecostales nunca fueron homogéneas. Los conversos permanentes constituían un núcleo reducido en torno de pastores que frecuentemente asociaban en su magisterio a su esposa e hijos. Ellos les confirieron ese atractivo que  la familiaridad suscita en comunidades en las que los individuos sin un clan de pertenencia se sienten huérfanos, despreciados, y sospechados de los peores vicios. Aquellos que lograban salir del alcohol, las drogas, el delito o la promiscuidad sexual suscitaban el apoyo de toda su familia cuya reconciliación era juzgada como una comprobación de la capacidad mediadora del pastor.

Pero la autoridad de los pentecostales, que requería de fidelidades absolutas fundadas en una obediencia ciega a sus mandatos y preceptos, abarco solo a una minoría. El resto expresó una gran volatilidad debido a su potencialidad sincrética, las adhesiones oportunistas, y la competencia de otras religiosidades. Solo estaban dispuestos a acatar su estrecho moralismo aquellos que “se entregaban” a la autoridad arbitraria de los pastores; una actitud poco común en los nuevos tiempos de la informalidad en la que, paradojalmente, abrevaban los nuevos liderazgos religiosos. De ahí que desde mediados de los 90, la expansión de los pentecostales alcanzo una suerte de frontera sitiados en el caleidoscopio de otros cultos como las umbandas o los de origen regional; ya, por entonces, más institucionalizados; o incluso otras iglesias cristianas.

Estas religiones también fueron una buena expresión de la nueva ciudadanía en los sectores marginados concentrada en una política barrial cuyos factores aglutinantes fueron  la fidelidad, el orgullo identitario, la entrega pasional sin demasiada reflexión a pequeñas causas -deportivas, familiares, estéticas o religiosas- encarnadas por liderazgos férreos aunque también volátiles. Abarcaron sincréticamente  creencias ancestrales; facilitaron la socialización en el nuevo hábitat de los inmigrantes; y representaron a  estigmatizados por el catolicismo como los divorciados, homosexuales, adúlteros, concubinos, alcohólicos adictos y delincuentes. Estas pasiones encontraban en las celebraciones religiosas un ámbito propicio para su exteriorización a través del lenguaje corporal al compás de la música y el baile llegando a veces a estados de trance que confirmaban la presencia del espíritu santo mediado por religiosos que no eran sino un vecino mas.

 

*Historiador y sociólogo, miembro del Club Político Argentino

 

 

 

 

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ALBINÍSIMAS por Albino Gómez*

| 9 febrero, 2017

2017: AÑO PELIGROSO

Después de los diferentes sucesos impensados que ocurrieron en 2016, comienza este nuevo año con un mundo de incertudumbres a nivel mundial. ¿Europa va a implosionar en 2017 bajo la influencia del populismo? ¿Resistirá a los enfrentamientos electorales que se avecinan, la amenaza terrorista, la ola nacionalista y las fronteras deterioradas?. Por no mencionar los efectos de la revolución trumpista y los rebotes de la propaganda rusa.  Tendremos emociones fuertes, no lo duden.

YA TUVIMOS UNA GRAN PÉRDIDA

Me refiero al gran escritor Andrés Rivera,quién en uno de sus pocos reportajes recordó que todo elefante sabe dónde está su cementerio, dóode ir a morir (no necesitan de los famosos geriátricos). Y el viejo es como un elefante, que antes de despedirse, recuerda.

ANOMIA

Viene del griego “anomos”: SIN LEY

¿ROBOTS VS. TRABAJADORES?

Son muy conocidas esas horribles predicciones sobre la economía automatizada, que suena a película de terror y ciencia ficción de los años 50: los robots están llegando para quitarnos los trabajos y tantas cosas más. Pero la realidad no lo muestra así. Porque hay investigadores que sostienen que los robots podrían incluso salvar la economía global, ayudándonos a los humanos a encontrar soluciones para nuestros mayores problemas y desafíos. Yo creo que todavía falta bastante.

 

AHORA A LA MENTIRA LA LLAMAN “POSVERDAD”

Todo el mundo miente, sobre todo los políticos, especialmente durante las campañas.  Fuera de ellas también, incluso antes de comenzar, como por ejemplo Fidel Castro, que en aquel juicio que se le siguió tras el asalto  al cuartel de la Moncada, en 1953, dijo: “No estoy interesado en el poder, ni me veo ejerciéndolo. ¡Qué tal!

 

PRESTAR ATENCIÓN

Prestar atención porque  se ha dicho que en épocas de crisis como la que estamos viviendo, , cuando uno camina no es fácil saber si lo que se pisa es un despojo o una semilla.

PARADOJAS

Era tan pobre que lo único que tenía era dinero.

La tecnología acerca a los más lejanos y distancia a los más próximos.

No es más rico el  que más tiene sino el que menos necesita.

SOBRE LA MENTIRA

Con ella puede irse, pero no se puede volver.

ABUSANDO DE MACHADO

Amante no hay amor; se hace el amor al amar.     

 

                                                                       5 de febrero del 2017

*Diplomático y Escritor

 

 

 

 

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DEFENDER LOS DERECHOS HUMANOS ¿CONVICCIÓN U OPORTUNISMO? por  José Bielicki*

| 5 febrero, 2017

En los últimos días volvió a plantearse una vez mas la discusión sobre las consecuencias de los siete años de la última dictadura militar en nuestro país. Como siempre surgieron las voces de los "indignados" por afirmaciones que pueden ser compartidas o no. Pero no es sólo necesario saber que sucedió con muchos ciudadanos que desaparecieron hasta el día de hoy, sino que además es imprescindible analizar qué postura tomaron en su momento los que ahora pretenden erigirse en los campeones de los derechos humanos. De esa forma se sabrá si sus declaraciones son sinceras o responden a un mero oportunismo.

El histórico juicio a las Juntas Militares dispuesto por el Gobierno de Raúl Alfonsin aportó claridad al tema con un informe final nunca desmentido. Años más tarde, a partir de 2003, se pretendió borrar y construir un relato mentiroso creando héroes que descubrían recién la defensa de los  Derechos Humanos.

La elección de 1983 había tenido dos claras posturas con respecto al intento de la dictadura de borrar sus crímenes a través de la autoamnistia.

Una fue la  del radicalismo en el sentido de anular ese intento de los militares de perdonarse a si mismos.. Y así ocurrió; se juzgó, se sentencio y encarceló a los responsables del genocidio. 

 

El candidato peronista Italo Luder y su partido  habían respaldo el mantenimiento de la autoamnistía. Años después y ya instalado en el poder, el Presidente Carlos Menem perdonó a los genocidas condenados.   

Durante el proceso militar se acumularon pruebas irrefutables, incluídas fotos, del trato cordial entre los militares y Néstor Carlos Kirchner y Cristina Elisabet Fernándes así como su falta de preocupación por los crímenes y desapariciones de los ´70. Los que después comenzaron a manifestarse indignados jamás  presentaron un Habeas Corpus por los detenidos. El estudio de abogados que tenían ambos acumulaba propiedades de los que no podían hacer frente a las cuotas que les imponía la impúdica Circular 1050. Mientras tanto uno de los que sí aceptaba presentar esos recursos era el ascendente Raúl Alfonsín.

Otro episodio vergonzoso fue la negativa del peronimo de integrar la Comisión por la Desaparición de Personas impulsada en 1983 por el flamante gobierno radical. Sólo el oficialismo de entonces nominó a a tres diputados nacionales para formar parte de la CONADEP. El justicialismo no se integró.

Pero aún hay más hechos censurables. El Presidente Kirchner el 24 de marzo del 2004 en la Escuela de Mecánica de la Armada, otrora centro de detención y torturas, pidió "perdón" en nombre del Estado por no haber atendido los Derechos Humanos. Con total desparpajo quien apañó a Luder por el olvido y a Menen por la amnistía, descubrió los asesinatos y las desapariciones, a 20 años de todo lo hecho por el radicalismo.

A partir de esa fecha, él y su esposa, instalaron su relato con el que pretenden desinformar a jóvenes que hoy representan mas de la mitad del padrón electoral. Y aprovechan cada hecho o declaración cierta o desafortunada para volver a mentir sobre un pasado que nunca tuvieron y que es necesario conocer. 

*Abogado – Diputado Nacional (mc) Presidente del Grupo Progreso
 




 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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POBREZA Y NUEVAS DEVOCIONES POPULARES por Jorge Ossona*

| 4 febrero, 2017

Consideraciones Generales

Un dato inequívoco subyace a la proliferación de las nuevas religiosidades en los sectores populares urbanos y suburbanos argentinos durante los últimos treinta años: la crisis del dominio casi unánime de la Iglesia Católica y de las minorías evangélicas tradicionales. Se trata de un fenómeno en el que confluyen la propia dinámica eclesiástica con los procesos políticos abiertos hacia fines de los 60 y la reestructuración económica y social del país durante las décadas siguientes. Esa crisis no ha supuesto, sin embargo, que los nuevos creyentes hayan dejado de ser formalmente católicos pues en su mayoría conjugan su antigua religión con las nuevas de una manera cuasi sincrética. Ya desde hacía décadas, estas últimas venían traduciendo subrepticiamente a las entidades divinas de sus comunidades originarias del Interior y de países limítrofes al panteón de los santos católicos. La diferencia estriba en que a partir de los 80 esa convivencia se tornó abierta.

Suele decirse, con razón, que en los barrios populares el catolicismo ha sido desplazado por los nuevos evangelismos; sobre todo por el pentecostalismo entre varios otros. Sin embargo, detrás de los “evangelios” –como se los denomina en la jerga popular- se ubican en un proceso de expansión constante otros cultos como el Gauchito Gil, San La Muerte, y ese vasto universo que genéricamente denominado la Umbanda. El catolicismo ortodoxo y excluyente solo es fuerte en los individuos veteranos; y, aun así, con reparos. Ello constituye uno de los grandes escollos con los que se topa la predica pobrista del Papa Francisco, y que explica los puentes  que ha procurado tender entre la minora de curas villeros dispersos en la CABA y el GBA y algunos movimientos sociales como el “Evita”, entre otros.

 ¿Cómo se relaciona la crisis católica durante las últimas tres décadas con la emergencia de la nueva pobreza estructural? La pregunta  no admite respuestas simples ni terminantes. Hay, de todos modos, un elemento distinguible a simple vista si se compara una misa con los ritos evangélicos o umbandistas. Porque más allá de los esfuerzos de muchos sacerdotes  durante los últimos años de  convertir a sus celebraciones en actos menos formales, mas místicos –por ejemplo, los carismáticos y sanadores- y más personalizados, las nuevas religiosidades han sido más exitosas en su capacidad para encargarse de los problemas emergentes del desmantelamiento de la sociedad industrial que se fue construyendo durante los cincuenta años anteriores. Poseen otra ventaja adicional: la informalidad. Es cuestión que un líder concite la adhesión de un grupo más o menos considerable de vecinos como para fundar un templo y luego inscribirse en una de las tantas redes religiosas ávidas de nuevas sucursales.

Luego, permiten un encuentro más intenso, tanto  personal como  colectivo, con el “espíritu santo” que suscita la detonación de emociones profundas y reprimidas por la vertiginosidad cotidiana  que exige la supervivencia. Curaciones espontaneas, reconciliaciones familiares imposibles, renuncias a los hábitos delictivos y adictivos a las drogas y el alcohol, y la superación de culpas profundas pueden concluir en  estados de trance que le confieren legitimidad a pastores, paes y maes de santo, etc.  como intermediarios –“médiums”-  entre los creyentes y la autoridad divina. En todos los casos, los nuevos cultos proveen de soluciones fáciles, sencillas y mágicas a los problemas de desafiliación, inseguridad, carencia e impotencia propias de la pobreza.

En los cultos africanistas esa intermediación terrenal se extiende a entidades menores  asimilables tanto a la personalidad del creyente como a la subcultura  de su grupo de pertenencia. Son canales idóneos para resolver problemas serios y concretos como las adicciones, la ludopatía o las aficiones delictivas. Algunas variantes, sin embargo, también tienen capacidad  de avalar prácticas ilegales o descalificadas por la moral tradicional. Por caso, hay algunas umbandas que se avienen a legitimar desde la prostitución hasta el delito y la homosexualidad; interdictos por los dogmas católicos y evangélicos.

El éxito, tanto de la umbanda como de algunos pentecostalismos, estriba también en la absorción de viejas creencias traídas por los inmigrantes del Nordeste y del Noroeste así como del Paraguay,  Bolivia y Perú. Su común denominador  consiste en concebir al mundo de los vivos y de los muertos como convivientes. Ello tiende a relativizar el significado de la vida y la muerte. Por caso es bastante usual que muchos delincuentes supongan que su eventual abatimiento seria solo un traspaso del estado vital terreno al espiritual que los habilita a seguir en la banda apoyando a sus  “ñeris” o ayudándolos a “rescatarse”. En situaciones terminales de adicción, la muerte gloriosa puede ser tan inevitable como esperada y una oportunidad para observar desde la otra esfera lealtades y traiciones y poder asistir a velorios que pueden devenir en fiestas y entierros multitudinarios regados por alcohol, drogas y tiros al aire en su homenaje.

Dos consideraciones finales: una cultural y la otra política. No son difíciles de establecer vínculos entre los problemas que resuelven los nuevos cultos y los expresados en las letras de la cumbia, el rap y sus diferentes subgéneros respectivos. Allí se evocan con verosimilitud los problemas cotidianos de los territorios barriales: la soledad, la inestabilidad laboral, la violencia de género y doméstica, las adicciones, etc. El vehículo de atracción de muchos templos respecto de  sus fieles muchas veces procede precisamente de la música tocada por el pastor y toda su familia. Otras, cuentan con el apoyo de bandas devotas que dominan las celebraciones y las convierten en bailes comunitarios. En todos los casos, el reconocimiento por paes y pastores  de sus problemas personales y familiares suscita en sus seguidores un entusiasmo  plasmado en un gran trabajo colectivo para organizar los rituales, eventos extraordinarios, peregrinaciones, y festividades diversas. El compromiso y el cumplimiento de las “obligaciones” son debidamente evaluadas por los lideres para efectuar los ascensos en la jerarquía meritocratica del culto.

Tampoco la política territorial les es ajena. El peronismo -y la política en general- han experimentado, en ese sentido un proceso análogo al de la Iglesia. Concebida como un conjunto de procedimientos formales para la gestión de la emergencia social crónica y permanente, sus referentes han tendido al   alquiler de diversas pasiones comunitarias entre las que se destacan las religiosas.  Hemos ahí la razón por la que muchos pastores y paes se han incorporado a los cuadros dirigenciales ejerciendo la defensa corporativa de sus cultos desde sus puestos de concejales o funcionarios municipales a los que asimilan a su mandato misional. Las fidelidades religiosas, entonces, son movilizadas para  asistir a actos partidarios y comiciales. Es un fenómeno poco estudiado en la Argentina. Pero en los hechos las nuevas religiones también se inscriben en el variado repertorio de los dispositivos administrativos de la pobreza y de la consiguiente producción del sufragio.

*Es historiador y sociólogo, miembro del Club Político Argentino

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EL PROBLEMA DEL PASADO ES NO PASAR: A CIEN AÑOS DE LA REVOLUCIÓN RUSA por Boaventura de Sousa Santos*

| 3 febrero, 2017

Fuente: Other News

Este año se conmemora el centenario de la Revolución rusa [1] y también los 150 años de la publicación del primer volumen de El capital de Karl Marx. Juntar ambas efemérides puede parecer extraño porque Marx nunca escribió con detalle sobre la revolución y la sociedad comunista y, de haberlo hecho, resulta inimaginable que lo que escribiese tuviera cierto parecido con lo que fue la Unión Soviética (URSS), sobre todo después de que Stalin asumiera la dirección del partido y del Estado. La verdad es que muchos de los debates que la obra de Marx suscitó durante el siglo XX, fuera de la URSS, fueron una forma indirecta de discutir los méritos y deméritos de la Revolución rusa.

Ahora que las revoluciones hechas en nombre del marxismo terminaron o evolucionaron hacia… el capitalismo, tal vez Marx (y el marxismo) tenga por fin la oportunidad de ser discutido como merece –como teoría social. La verdad es que el libro de Marx, que tardó cinco años en vender los primeros mil ejemplares antes de convertirse en uno de los libros más influyentes del siglo XX, ha vuelto a convertirse en un bestseller en los últimos tiempos y, dos décadas después de la caída del Muro de Berlín, al fin estaba siendo leído en países que habían formado parte de la URSS. ¿Qué atracción puede suscitar un libro tan denso? ¿Qué reclamo puede tener en un momento en que tanto la opinión pública como la abrumadora mayoría de los intelectuales están convencidos de que el capitalismo no tiene fin y que, en caso de tenerlo, ciertamente no será sucedido por el socialismo? Hace veintitrés años publiqué un texto sobre el marxismo como teoría social [2]. En una próxima columna indicaré lo que, en mi opinión, ha cambiado y no ha cambiado desde entonces, y trataré de responder a estas preguntas. Ahora me ocupo del significado de la Revolución rusa.

Muy probablemente, los debates que a lo largo de este año se lleven a cabo sobre la Revolución rusa repetirán todo lo que ya se ha dicho y debatido y terminarán con la misma sensación de que es imposible un consenso sobre si la Revolución rusa fue un éxito o un fracaso. A primera vista, resulta extraño, pues tanto si se considera que la Revolución rusa terminó con la llegada de Stalin al poder (la posición de Trotsky, uno de los líderes de la revolución) como con el golpe de Estado de Boris Yeltsin en 1993, parece evidente que fracasó. Sin embargo, esto no es evidente, y la razón no está en la evaluación del pasado, sino en la evaluación de nuestro presente. El triunfo de la Revolución rusa consiste en haber planteado todos los problemas a los que las sociedades capitalistas se enfrentan hoy. Su fracaso radica en no haber resuelto ninguno Excepto uno. En futuras columnas abordaré algunos de los problemas que la Revolución rusa no resolvió y siguen reclamando nuestra atención. Aquí me concentro en el único problema que resolvió.

¿Puede el capitalismo promover el bienestar de las grandes mayorías sin que esté en el terreno de la lucha social una alternativa creíble e inequívoca al capitalismo? Este fue el problema de que la Revolución rusa resolvió, y la respuesta es no. La Revolución rusa mostró a las clases trabajadoras de todo el mundo, y muy especialmente a las europeas, que el capitalismo no era una fatalidad, que había una alternativa a la miseria, a la inseguridad del desempleo inminente, a le prepotencia de los patrones, a los gobiernos que servían a los intereses de las minorías poderosas, incluso cuando decían lo contrario. Pero la Revolución rusa ocurrió en uno de los países más atrasados de Europa y Lenin era plenamente consciente de que el éxito de la revolución socialista mundial y de la propia Revolución rusa dependía de su extensión a los países más desarrollados, con sólida base industrial y amplias clases trabajadoras. En aquel momento, ese país era Alemania. El fracaso de la Revolución alemana de 1918-1919 hizo que el movimiento obrero se dividiera y buena parte de él pasase a defender que era posible alcanzar los mismos objetivos por vías diferentes a las seguidas por los trabajadores rusos. Pero la idea de la posibilidad de una sociedad alternativa a la sociedad capitalista se mantuvo intacta. Se consolidó, así, lo que se pasó a llamarse reformismo, el camino gradual y democrático hacia una sociedad socialista que combinase las conquistas sociales de la Revolución rusa con las conquistas políticas y democráticas de los países occidentales. En la posguerra, el reformismo dio origen a la socialdemocracia europea, un sistema político que combinaba altos niveles de productividad con altos niveles de protección social. Fue entonces que las clases trabajadoras pudieron, por primera vez en la historia, planear su vida y el futuro de sus hijos. Educación, salud y seguridad social públicas, entre muchos otros derechos sociales y laborales. Quedó claro que la socialdemocracia nunca caminaría hacia una sociedad socialista, pero parecía garantizar el fin irreversible del capitalismo salvaje y su sustitución por un capitalismo de rostro humano.

Entretanto, del otro lado de la “cortina de hierro”, la República Soviética (URSS), pese al terror de Stalin, o precisamente por su causa, revelaba una pujanza industrial portentosa que transformó en pocas décadas una de las regiones más atrasadas de Europa en una potencia industrial que rivalizaba con el capitalismo occidental y, muy especialmente, con Estados Unidos, el país que emergió de la Segunda Guerra Mundial como el más poderoso del mundo. Esta rivalidad se tradujo en la Guerra Fría, que dominó la política internacional en las siguientes décadas. Fue ella la que determinó el perdón, en 1953, de buena parte de la inmensa deuda de Alemania occidental contraída en las dos guerras que infligió a Europa y que perdió.

Era necesario conceder al capitalismo alemán occidental condiciones para rivalizar con el desarrollo de Alemania oriental, por entonces la república soviética más desarrollada. Las divisiones entre los partidos que se reclamaban defensores de los intereses de los trabajadores (los partidos socialistas o socialdemócratas y los partidos comunistas) fueron parte importante de la Guerra Fría, con los socialistas atacando a los comunistas por ser conniventes con los crímenes de Stalin y defender la dictadura soviética, y con los comunistas atacando a los socialistas por haber traicionado la causa socialista y ser partidos de derecha muchas veces al servicio del imperialismo norteamericano. Poco podían imaginar en ese momento lo mucho que los unía.

Mientras tanto, el Muro de Berlín cayó en 1989 y poco después colapsó la URSS. Era el fin del socialismo, el fin de una alternativa clara al capitalismo, celebrado de manera incondicional y desprevenida por todos los demócratas del mundo. Al mismo tiempo, para sorpresa de muchos, se consolidaba globalmente la versión más antisocial del capitalismo del siglo XX, el neoliberalismo, progresivamente articulado (sobre todo a partir de la presidencia de Bill Clinton) con la dimensión más depredadora de la acumulación capitalista: el capital financiero. Se intensificaba, así, la guerra contra los derechos económicos y sociales, los incrementos de productividad se desligaban de las mejoras salariales, el desempleo retornaba como el fantasma de siempre, la concentración de la riqueza aumentaba exponencialmente. Era la guerra contra la socialdemocracia, que en Europa pasó a ser liderada por la Comisión Europea, bajo el liderazgo de Durão Barroso, y por el Banco Central Europeo.

Los últimos años mostraron que, con la caída del Muro de Berlín, no colapsó solamente el socialismo, sino también la socialdemocracia. Quedó claro que las conquistas de las clases trabajadoras en las décadas anteriores habían sido posibles porque la URSS y la alternativa al capitalismo existían. Constituían una profunda amenaza al capitalismo y este, por instinto de sobrevivencia, hizo las concesiones necesarias (tributación, regulación social) para poder garantizar su reproducción. Cuando la alternativa colapsó y, con ella, la amenaza, el capitalismo dejó de temer enemigos y volvió a su voracidad depredadora, concentradora de riqueza, rehén  de su contradictoria pulsión para, en momentos sucesivos, crear inmensa riqueza y luego después destruir inmensa riqueza, especialmente humana.

Desde la caída del Muro de Berlín estamos en un tiempo que tiene algunas semejanzas con el periodo de la Santa Alianza que, a partir de 1815 y tras la derrota de Napoleón, pretendió barrer de la imaginación de los europeos todas las conquistas de la Revolución francesa. No por coincidencia, y salvadas las debidas proporciones (las conquistas de las clases trabajadoras que todavía no fue posible eliminar por vía democrática), la acumulación capitalista asume hoy una agresividad que recuerda al periodo pre-Revolución rusa. Y todo lleva a creer que, mientras no surja una alternativa creíble al capitalismo, la situación de los trabajadores, de los pobres, de los emigrantes, de los jubilados, de las clases medias siempre al borde de la caída abrupta en la pobreza no mejorará de manera significativa. Obviamente que la alternativa no será (no sería bueno que fuese) del tipo de la creada por la Revolución rusa. Pero tendrá que ser una alternativa clara. Mostrar esto fue el gran mérito de la Revolución rusa.

Notas :

[1] Cuando me refiero a la Revolución rusa, me refiero exclusivamente a la Revolución de Octubre, ya que fue la que sacudió el mundo y condicionó la vida de cerca de un tercio de la población mundial en las décadas siguientes. Fue precedida por la Revolución de Febrero de ese mismo año, que depuso al zar Nicolás II y se prolongó hasta el 26 de octubre (según el calendario juliano entonces vigente en Rusia) cuando los bolcheviques, liderados por Lenin y Trotsky, tomaron el poder con las consignas “Paz, pan y tierra” y “¡todo el poder para los soviets!”, es decir, los consejos de obreros, campesinos y soldados.

[2] Véase el capítulo “Todo lo sólido se desvanece en el aire. ¿También el marxismo?”, en De la mano de Alicia: lo social y lo político en la postmodernidad, Siglo del Hombre, Colombia, 1998, págs. 21-53.

*Académico portugués. Doctor en sociología, catedrático de la Facultad de Economía y Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra (Portugal). Profesor distinguido de la Universidad de Wisconsin-Madison (EE.UU) y de diversos establecimientos académicos del mundo. Es uno de los científicos sociales e investigadores más importantes del mundo en el área de la sociología jurídica y es uno de los principales dinamizadores del Foro Social Mundial.

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GOBIERNO DE IZQUIERDA TRIUNFA EN EUROPA, PERO HAY SILENCIO por Emir Sader*

| 3 febrero, 2017

Fuente : ALAI

Por increíble que parezca, hay un gobierno de izquierda en Europa, antineoliberal, que marcha bien. Por increíble que parezca, porque parece que el clima no daría para eso. Syriza no ha logrado enfrentar la austeridad de la Unión Europea. El Psoe se ha negado a una alianza con Podemos, que habría llevado a un gobierno como el de Portugal. Y los portugueses que escriben artículos sobre tantos temas, no ayudan para nada en difundir el gobierno de Portugal, un gobierno de izquierda que triunfa. Una actitud cobarde se sumarse al silencio de los grandes medios internacionales en contra del gobierno portugués, que une a toda la izquierda del país. 

 

Cuando el gobierno de derecha, aun quedando en primer lugar, no logró, hace un año y medio, mayoría suficiente para gobernar, surgió la propuesta de un gobierno de toda la izquierda, que reuniera a toda a la izquierda:  al Partido Socialista, al Frente de Izquierda y al Partido Comunista, que sumados tendrían mayoría para gobernar. Tuvieran que llegar a un acuerdo entre ellos, con concesiones mutuas. El Partido Socialista tuvo que abandonar su propuesta de flexibilización de las relaciones laborales, así como la de privatización del sistema de trasportes, pero sobretodo abandonar a las políticas de austeridad que promueven una devastación social en toda Europa. Los otros grupos de izquierda no participan directamente del gobierno, pero lo apoyan, a partir de un documento que define el fin de la política de austeridad a cambio de la retirada de la posición de salida de la Unión Europea. 

Al inicio había un cierto escepticismo sobre la viabilidad de ese tipo de gobierno, en medio de acusaciones terroristas de la derecha, según las cuales el país iría a la quiebra.  Casi un año y medio después, el gobierno del socialista de Antonio Costa va muy bien, es más popular que nunca y con resultados económicos y sociales muy positivos, confirmando que la vía de la izquierda contemporánea es la de la unidad en la lucha por la superación del modelo neoliberal. 

Los sueldos de los servidores públicos fueron recuperados, su jornada de trabajo fue reducida de 40 a 35 horas, el sueldo vital fue elevado en términos reales, al igual que las remuneraciones de los retirados. Al mismo tiempo que se respetan los criterios sobre los déficits presupuestarios, dado que ese déficit bajó al 2,3% del Producto Bruto Interno, la cifra más baja de la historia democrática de Portugal. Todo ello acompañado de la recuperación del crecimiento económico y la disminución del desempleo del 12,3% al 10,5%. 

“Nuestro principal objetivo era frenar el programa de la derecha y lo logramos”, dice la joven dirigente del Frente de Izquierdas, Catarina Martins, líder de la bancada de ese partido en el Congreso. “Nosotros hemos contribuido para impulsar un conjunto de medidas que van en la dirección de una más grande justicia social”, ha declarado Jeronimo de Souza, dirigente del Partido Comunista de Portugal. Era necesario encontrar “respuestas a los problemas urgentes de salarios, retiro de los trabajadores y de funcionamiento del sistema de salud”, agrega. “El acuerdo que logramos fue el mejor posible con los 10% de votos que tenemos”, comenta Catarina. 

Ese esquema es el que casi fue aprobado en España, por la alianza del Psoe con Podemos, pero fue bombardeado por los sectores conservadores del socialismo español. Portugal demuestra que es una vía posible: al igual que los gobiernos progresistas de América Latina, organizar un gobierno centrado en la lucha por la superación del modelo neoliberal. España mira con esperanzas a Portugal, pero también Francia, donde un candidato de izquierda triunfó en las primarios del Partido Socialista y propone un frente al otro candidato socialista –Melenchon– y al candidato verde. 

¿Pero por que un gobierno de izquierda que triunfa no es difundido por las fuerzas de izquierda y por los intelectuales portugueses y otros que a menudo escriben sobre Portugal para destacar los reveses y las dificultades de la izquierda? Colaboran así para sabotear a ese gobierno, dejándolo en la sombra. Parece que es gente a quien solo le gusta destacar los errores y los problemas de la izquierda, pero que no está dispuesta a difundir y a reconocer los avances de la izquierda. A pesar de todo, el gobierno de unidad de la izquierda en Portugal avanza y tiende a volverse una referencia para la izquierda de los otros países de Europa.                                                        

* Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).

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