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CHINA ESTORNUDA Y AMÉRICA LATINA SE RESFRÍA por Michelle Tullo

| 27 julio, 2014

Fuente Other News 

El enorme proceso de urbanización de China se construyó, literalmente, con metales suministrados por países de América Latina. Pero la desaceleración del crecimiento económico chino y la caída de los precios de las materias primas amenazan el auge de las exportaciones latinoamericanas.

 “A medida que desciendan los precios de los productos básicos, las autoridades latinoamericanas desearían haber utilizado parte de los beneficios del auge… para diversificarse en otros sectores”, señaló Kevin Gallagher, profesor de la Universidad de Boston y autor de un boletín sobre China y América Latina de la Iniciativa Mundial de Gestión Económica (GEGI, por sus siglas en inglés).

 “Entre 2006 y 2011 el índice de precios de los productos básicos del Fondo Monetario Internacional subió un promedio anual de 9,8 por ciento y la economía china creció a una tasa media anual de 10,5 por ciento, pero en 2012 los precios de los productos básicos cayeron un 3,2 por ciento y la economía china se desaceleró a un 7,7 por ciento”, según la publicación de 2013.

 La caída de los precios de las materias primas afecta más que nada a América Latina, ya que 86,4 por ciento de sus exportaciones a China corresponden a productos básicos, mientras 63,4 por ciento de las exportaciones chinas a la región son manufacturas.

“A medida que los precios subían, las exportaciones aumentaron y el crecimiento mejoró significativamente. América Latina puede agradecerle a China y al auge de los productos básicos que la crisis financiera (mundial estallada en 2008) no la haya afectado tanto”, sostuvo Gallagher en diálogo con IPS.

“Sin embargo, los tipos de cambio se apreciaron, la inversión se concentró en las materias primas, los fabricantes no pudieron competir con las importaciones procedentes de China y más allá, y el crecimiento impulsado por los productos básicos provocó numerosos conflictos sociales y ambientales”, agregó.

Según el informe de GEGI, el crecimiento anual de las exportaciones de América Latina a China tuvo un promedio de 23 por ciento entre 2006 y 2011, pero se redujo a 7,2 por ciento en 2012.  Estas ventas se concentran principalmente en el cobre, el hierro y la soja. Las exportaciones de metales corresponden  a dos países, ya que 86 por ciento del hierro procede de Brasil y 92 por ciento del cobre, de Chile.

Las exportaciones de China a América Latina son considerablemente más diversas, sobre todo de productos manufacturados, como electrónicos y vehículos que son menos sensibles a las variables de precios de los bienes básicos. En efecto, la disminución de los precios de las materias primas generó un desequilibrio comercial entre América Latina y China a favor de esta.

“China basa su relación con América Latina en su idea de ganancia a dos puntas, complementaria de las relaciones Sur -Sur, y logró no bajarse del caballo en cuanto al comercio de productos básicos a altos precios que ofrece beneficios mutuos”, dijo Matt Ferchen, director del programa China y el Mundo en Desarrollo del Centro de Política Internacional Carnegie-Tsinghua, de la universidad china de Tsinghua.

“Que los precios bajen en realidad es bueno para China y para los compradores de los productos básicos, y no tanto para los exportadores de Brasil y Chile, donde podríamos ver algunas dificultades en la relación”, opinó Ferhen durante un debate celebrado en Diálogo Interamericano, un centro de análisis con sede en Washington.

En respuesta a la caída del crecimiento, el presidente chino Xi Jinping anunció una serie de reformas financieras que aún no se promulgaron.

“Los nuevos dirigentes del Partido (Comunista) discuten sobre la reestructura de la economía de China, para alejarla de las exportaciones pesadas y la inversión pública… se pretende que el consumo sustituya a las exportaciones y la inversión pública y detrás de esto está una nueva clase media en crecimiento que impulsará aun más el crecimiento económico”, sostuvo Ferhen.

Este nuevo modelo económico responde a la inquietud de que el gobierno haya invertido en exceso en el transporte, la construcción de viviendas y la infraestructura. Pero el énfasis puesto en el consumo interno se produce a expensas de las importaciones de materias primas latinoamericanas.

“La mayoría de los gobiernos de América Latina no están bien preparados para una caída de precios de los productos básicos. Chile tiene un fuerte fondo de estabilización del cobre y un fondo de riqueza soberana que captó algo del auge de los productos básicos”, destacó Gallagher.

“La mayoría de los países restantes, como Perú, nunca fueron capaces de pensar que el precio podría cambiar mientras se encerraban en la senda del crecimiento impulsado por los productos básicos”, agregó.

 

Pero investigaciones del Banco Mundial sugieren que América Latina no es tan susceptible a los choques externos de los mercados de las materias primas como en las décadas de los 80 y 90.

En primer lugar, la mayoría los países latinoamericanos adoptaron sistemas macrofinancieros inmunes, con el pago de la deuda externa, la acumulación de reservas y la reducción de la dependencia del dólar. El grado de protección que posee cada país contra los choques externos varía.

Por ejemplo, aunque la tasa de inversión en la región asciende a casi 25 por ciento del producto interno bruto, próxima a la cifra del sudeste de Asia, la de Brasil baja a 18 por ciento, y algunos críticos opinan que Venezuela no invirtió sus ingresos petroleros con inteligencia.

Un informe semestral del Banco Mundial también destaca que América Latina reestructuró “sus fuentes de financiación, alejándose de los movimientos de cartera y créditos bancarios para adoptar la inversión extranjera directa y las remesas”.

Otro buen punto es que la inversión extranjera directa de China en América Latina, especialmente en infraestructura y energía, debería ser positiva para las economías de la región. La presencia china, especialmente en la fusión y adquisición de empresas, también se extendió más allá de los socios tradicionales como Argentina y Brasil para incluir a Ecuador, Bolivia y Perú.

Los expertos esperan que estos mercados adicionales, en particular el de la energía, puedan compensar la disminución del comercio en productos básicos, que se espera disminuya solo en el presente año.

Con datos del Banco Mundial, el FMI y The Economist Unit, el brazo de análisis e investigación de la revista The Economist, el informe GEGI prevé una disminución de 3,1 por ciento en el precio de la canasta de exportaciones entre América Latina y China, casi dos veces más que el descenso de precios de 2013, lo que implica un creciente déficit comercial para 2014 entre ambos.

El efecto sobre el crecimiento tendrá matices según los países, basado tanto en factores externos, la demanda interna y políticas económicas propias. El Banco Mundial predice que Panamá continuará con una expansión económica cercana a siete por ciento, seguido de Perú, con 5,5 por ciento.

Chile y Colombia crecerán 3,5 por ciento, México tres por ciento, y Brasil cerca de dos por ciento, mientras la economía de Venezuela se contraerá uno por ciento, según el Banco Mundial.

Esta contracción de los mercados fuertes en productos básicos repercutirá más allá de América Latina.

 “Esta no es solo una preocupación en América Latina, sino en todo el mundo, en África, el sudeste de Asia y otros lugares… por su impacto en la mano de obra, el impacto ambiental, las cuestiones de la inversión extranjera directa, esto es una preocupación compartida en muchos países”, dijo Ferchen.

WASHINGTON,  may 2014 (IPS) –
 

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UN TIEMPO REPUBLICANO por Luis García Montero *

| 27 julio, 2014

 Fuente : Other News

No se trata de una hora, sino de un tiempo republicano. Hay posibilidad de hacer las cosas bien. Podemos darnos tiempo y, además, tenemos derecho a reírnos de lo que está pasando.

 Yo no soy muy optimista. La realidad me ha enseñado a mantener mis ideas en las convicciones más que en las esperanzas. No necesito el optimismo para responder a mi conciencia. Pero si puedo divertirme, lo agradezco. La risa no viene mal nunca, sobre todo cuando se han soportado años de tristeza. Venimos no sólo de un tiempo pesimista, sino de unos años tristes.

 Ahora podemos reírnos. Los viejos padres de la patria salen defendiendo al rey con unos argumentos que provocan la carcajada. ¡Que viejos están y qué espesos! Es todo un lujo oír ahora a Felipe González. No es ya un cínico, sino un cínico ridículo. He tenido la satisfacción de oírlo defender la importancia y la talla del rey Juan Carlos con argumentos patéticos. No sólo le debemos la democracia española, sino que en una cena privada con él, Gorbachov y Bush consiguió solucionar la Guerra Fría y encauzó el fin del imperio soviético. La abdicación del rey Juan Carlos ha tenido la virtud de desnudar el servilismo ridículo y bufonero de sus validos.

 Está bien reírse. Las voces del sistema se han prestado a representar un ridículo colectivo en su vejez. Se han destapado de declaración en declaración, de entrevista en entrevista. Eso ya no nos lo quita nadie. Hemos asistidos al circo payaso de los republicanos que se declaran devotos del rey, de los socialistas que se presentan como monárquicos y de los demócratas que tiene miedo de la voz de los ciudadanos. ¡Vaya tropa! Dicen ahora que la disputa no se da entre Monarquía y República, sino entre tiranía y democracia, e inmediatamente después se niegan a oír la voz del pueblo en las urnas. Después de repetir una y otra vez que habían apoyado a la Monarquía por miedo al golpismo, ahora la defienden por temor a los votos de la ciudadanía.

 La devoción monárquica de los medios servilones del Régimen merece una carcajada. Pero es conveniente que la carcajada no nos cierre los ojos. Hay algunas cosas que un demócrata no debe olvidar en esta situación:

 1º. No es verdad que la discusión coyuntural sobre la Monarquía quede al margen de los problemas importantes de España: el paro, la sanidad pública, la educación, los desahucios. La Monarquía no es sólo una forma de Estado, es la forma de Estado que en la historia particular de la España posterior al franquismo ha permitido la pervivencia de sus élites económicas. La Monarquía devora aquí el espacio público y los derechos sociales, y utiliza la crisis económica para cancelar las conquistas públicas. La Monarquía señala hoy la frontera entre el neoliberalismo descarnado y la dignidad social.

 2º. La abdicación del rey tiene que ver con el miedo del IBEX-35 al desplazamiento del voto democrático español. Los dos partidos mayoritarios pueden perder la mayoría parlamentaria que ha trabajado a favor de los bancos y de sus leyes oscuras. Mucha gente sabe ahora que ha sido condenada a la pobreza por medidas de una política injusta. Los resultados de las elecciones europeas han puesto nerviosos a los poderes que han intentado privatizar la política en favor de las mafias económicas.

 3º. A la monarquía y al IBEX-35 le ha incomodado la idea de que Rubalcaba y la cúpula del PSOE pierdan el control de su partido. El servilismo del aparato ya no es un seguro de control. Hay una militancia muy digna y unos votantes muy enfadados que están hasta las narices de tanta indecencia. Y la verdad es que es insoportable ver cómo los dirigentes manchan la palabra socialismo para llenarla de miseria a los pies de un trono o de un banco. La democracia española necesita apoyar a los candidatos de las primarias del PSOE que no confunden su republicanismo con la obediencia a un rey. ¿Qué se puede esperar de alguien que traiciona sus principios con ese descaro?

 4º. Un poco de paciencia y de estrategia política. La mejor manera de defender una ilusión republicana en España, es decir, un alternativa antineoliberal, es ponerse a trabajar con paciencia en un frente amplio, una convergencia política que sea capaz de llevar la rebeldía, la indignación y la protesta de la gente al Parlamento. La unidad de la izquierda es ahora mucho más importante que la exigencia de un referéndum. Frente a los que se empeñan en utilizar la Constitución como un argumento para cerrar los debates democráticos, la unidad de la izquierda es la respuesta más eficaz.

 Los fascistas que hablan en nombre de la Constitución son tan ridículos como los republicanos que adoran al rey. Yo no sé qué pasará, pero la carcajada ya no me la quita nadie. Todos los viejos idiotas, todos los servilones, todos los óxidos y los  musgos se han lanzado esta semana a los micrófonos para dejar claro en los medios de comunicación su vasallaje voluntario. ¡Cuánto ridículo!

 5º. No debemos cegarnos por la hora, porque es mejor el porvenir. La unidad republicana para el porvenir es más interesante que los gritos de hoy.

05 jun 2014

 *Una de las principales figuras de la actual poesía española. Autor de más de 25 poemarios, recibió el Premio Adonais en 1982, el Premio Loewe en 1993 y el Premio Nacional de Literatura en 1994. En 2003 obtuvo el Premio Nacional de la Crítica. Es autor de ediciones críticas de poetas como Federico García Lorca o Rafael Alberti, además de haber colaborado en prensa de forma asidua. Actual columnista de Público.es


 

 

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LA GLOBALIZACIÓN NO ES UN CHISTE (medio en broma medio en serio)

| 27 julio, 2014

 

 Es agosto, en una pequeña ciudad de la costa, en plena temporada; cae una lluvia torrencial y hace varios días que la ciudad parece desierta.

 
Hace rato que la crisis viene azotando este lugar, todos tienen deudas y viven a base de créditos.
 
Por fortuna, llega un ruso mafioso forrado de plata y entra en el único pequeño hotel del lugar. Pide una habitación. Pone un billete de 100 dólares en la mesa de la recepcionista y se va a ver las habitaciones.
 
El jefe del hotel agarra el billete y sale corriendo a pagar sus deudas con el carnicero.
 
Este toma el billete y corre a pagar su deuda con el criador de cerdos.
 
A su turno, este sale corriendo para pagar lo que le debe al molino proveedor de alimentos para animales.
 
El dueño del molino toma el billete al vuelo y corre a liquidar su deuda con María, la prostituta, a la que hace tiempo que no le paga. En tiempos de crisis, hasta ella ofrece servicios a crédito.
 
La prostituta con el billete en mano sale para el pequeño hotel donde había traído a sus clientes las últimas veces y que todavía no había pagado y le entrega el billete al dueño del hotel.
 
En este momento baja el ruso, que acaba de echar un vistazo a las habitaciones, dice que no le convence ninguna, toma el billete y se va.
 
Nadie ha ganado un centavo, pero ahora toda la ciudad vive sin deudas y mira el futuro con confianza!!!

MORALEJA: ¡¡¡EL CAPITAL QUE CIRCULA MUEVE LA ECONOMIA!!!

 

 

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LOS TOPAMIENTOS (Tradiciones argentina y latinoamericanas)

| 27 julio, 2014

Al iniciar esta Sitio anunciamos que en la sección Espacio Cultural, publicaríamos notas sobre tradiciones argentinas y latinoamericanos que nos enviaran lectores interesados en difundirlas, como una forma más de reconocer nuestra identidad y recordar circunstancias que van quedando en el olvido.

Por ello publicamos dos breves  apuntes titulados "Los velatorios de los angelitos" y "De las llorones al Padre Nuestro Incluimos hoy este tercero, reiterando la invitación a nuestros lectores para que nos remitan notas sobre el tema.

Esta ceremonia, Topamientos, o Tincunaco, como se las denomina hasta hoy en algunos pueblos del interior profundo, consiste en un encuentro de comadres y compadres, sin distinción de sexos, amigos que en  ese acto se declaran
"hermanos espirituales para siempre".  (que no es lo mismo que el formal "hasta que la muerte nos separe" ).

Relata J.B. Ambrosetti  que la fecha para estos encuentros son los dos jueves anteriores al carnaval, el primero para los compadres y el segundo para las comadres, aunque también son días indicados los de Pascuas.   No se recurre a templo alguno y se improvisan arcos con cañas, gajos de árboles y serpentinas debajo de los cuales se ubican quienes se van a topar. Asisten acompañantes y no falta un "cajero" con su tamboril que acompaña a los cantos.

Isabel Aretz cuenta que en 1941 asistió a un topamiento de 2 parejas en Colalao del Valle (Tucuman) y describe con detalles desde el escenario a la ceremonia en si que transcurre mientras "cajeros" ejecutan vidalitas de tres notas.
En tal encuentro, compadres y comadres intercambian las coronas que portan  y se estrechan las manos con lo que se compromenten a "ser compadres por toda la vida".  En algunas poblaciones los celebrantes del topamiento  cambian tres saludos o venias, mientras los acompañantes los entrelazan con serpentinas arrojándoles almidón y papel picado.

En común también culminar la celebración con un vaso de bebidas, generalmente vino, y baile de alguna zamba porque nunca faltan parejas dispuestas a a aprovechar la ocasión.
En otras provincias los topamientos tienen ciertas variantes, según lo destaca Rafael Cano, también citado por Aretz, que relata ceremonias en Catamarca con comadres que usan coronas de bizcochuelo y otras que llevan en sus manos "guagua de quesillo". Pero en todas, antiguamente, el compadrazgo creaba vínculos perdurables  que la convivencia actual no los facilita. Ya Ambrosetti destacaba que aquel "lazo moral es lo único que puede oponerse al egoísmo innato y tan desarrollado en las sociedades primitivas".

En nuestros días, ser compadre o comadre, es sólo una expresión de buenas intenciones: profesar afecto y lealtad, una forma de exteriorizar el sello de un vínculo más duradero mediante el reconocimiento de "ahijados".

Otros estudiosos de las costumbres nuestras señalan que estas relaciones no son creación americana. El compadrazgo fue conocido y festejado por algunos pueblos de Europa.
Por cierto, en los grandes centros urbanos casi no se conoce el título de padrino en el sentido que los topamientos  daban a esta relación. Pero también es cierto que, incluso hoy y hasta en capitales de provincias, siempre hay alguien que al referirse a un amigo, lo hace anteponiendo a su nombre "mi Compadre", fulano de tal…y todos entienden que habla del padrino de alguno de sus hijos.

Cerrando estos apuntes referidos a épocas en las que el topamiento era parte de las costumbres, recordemos una copla que recopiló Carrizo en su" Cancionero de La Rioja":

Ya se derraman las flores
Ya se topan los compadres
Ahora vamos a ver
El porte de las comadres
…

 

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SARMIENTO FÁUSTICO por Francisco M. Goyogana

| 27 julio, 2014

Lugones escribe la biografía de Sarmiento por encargo  del presidente del Consejo Nacional de Educación, José María Ramos Mexía, a fines de diciembre de 1910, para celebrar los cien años del nacimiento del prócer a cumplirse el 15 de febrero de 1911. En el libro, ya hacia el final del capítulo 1º, La Vida, Lugones escribe: Nadie ha dicho peores cosas de los argentinos: entre otras, la que para él era la suprema injuria: “argentino es el anagrama de ignorante”. Pero también nadie ha hecho tanto por ellos. Vivió acarreando menesteres de civilizar, en el olvido más absoluto de su conveniencia propia, que es decir desnudo y valeroso como la hormiga. Así, metiéndose por la ciencia como un hacheador, arrancando al arte, sin detenerse, una pluma de volar; pidiendo a la misma criptografía burlesca sus epigramas y dilogías para excitar con aquel benéfico sarpullido la superficialidad necia o inerte; trabajando para el éxito del comercio y de la industria, con el provecho doble de la alcotana, que es hacha por un lado y azuela por el otro; removiendo la política con su palo temible; sembrando a boleo como un sublime y a veces desatentado labrador, sus escuelas, sus bibliotecas, sus observatorios, sus facultades universitarias, sus artículos que son flor y fruto a la vez como los higos de la higuera inolvidable, llega a tener la  irradiación circular de la lámpara que limita por todos lados con la sombra. De ahí su familiaridad con el inmenso desconocido que es la inagotable mina del saber humano. Está en todo, pues lo que no sabe, lo adivina. Su actividad excita al pueblo, indúcelo a andar más de prisa, aunque se burla burlando, como los niños a la par del coche que pasa. Y cuando ha reasumido lo infinito, cuando ya no es más que azul de inmensidad su grande alma, sobre la tierra florecida y fructificada por su vasta fatiga, siguen cruzando aún –nubes ubérrimas preñadas de lluvia y de aurora- sus ideas, sus doctrinas, sus páginas que exaltan nuestros espíritus, como al proyectarse sobre el área campal, la sombra del cóndor hace levantar las frentes.

Lo registrado por Lugones con respecto al acróstico, ya lo había recogido el propio nieto de Sarmiento, Augusto Belin Sarmiento, en su libro Sarmiento anecdótico de 1905, circunstancia que le otorga autenticidad por un lado a lo expresado por Lugones, así como suma por otro lado la veracidad del  testimonio de un familiar respecto de su propio abuelo.

Sarmiento había asumido la responsabilidad del país, considerándose representante suyo, con la fogosidad de los grandes amores. Por eso se encolerizaba con las deficiencias y los retardos de la República, aplicándole el azote de la vara desnuda de su verdad. Sarmiento transitaba la existencia sin dar ni aceptar ventajas, y toda la expansión de su espíritu condensaba y contenía los rasgos distintivos del positivismo y de la mentalidad arcaica, lo racional y lo fáustico, a la manera de Goethe, convirtiendo al Doctor Fausto, en el Doctor Faustino como el mismo se llamó. Ese Doctor Faustino que había traspasado el umbral plausible de relativizarse, justamente en el punto en que se amalgaman la realidad objetiva y la imaginación.

José Enrique Rodó (1872-1917) retrató magistralmente el alma goetheana en Los motivos de Proteo  (1909), obra moral e idealista, cuando escribía: Ninguna alma más cambiante, vasta como el mar y como él libérrimo e incoercible; ninguna más rica en formas múltiples; perpetua inquietud y diversidad, incapaz de contenerse en los límites de un sistema o escuela; reacio a toda disciplina que trabe el arranque espontáneo y sincero de su reflexión.

Sobre toda esta efervescencia de un mundo interior, se cierne, siempre emancipada  y potente, la fuerza indomable de su voluntad. Se dilata y se renueva y reproduce en la acción, no menos que en las ideas y en los afectos. Voluntad heroica, actividad sobrehumana, y la necesidad de expansión que acicateó su vitalidad inmensa (J. E. Rodó, Obras Completas, Aguilar, Madrid, 1967, 2ª. Ed., pp. 406, 107).

Goethe y Sarmiento, Sarmiento y Goethe, ambos se introducen en la sagrada y misteriosa  Región de las Madres (del Fausto): el reino de las Ideas y Arquetipos, nuestros Modelos Primigenios.

Es el mismo Sarmiento quien afirma que:   Nosotros no consideramos ni a Dickens, Goethe, Max Müeller o Thiers, extraños a nuestro ser, pues ellos indiferentemente forman nuestra razón, nuestro espíritu y nuestros gustos.

Todo el fervor creativo de Sarmiento parece estar originado en la contemplación goetheana de ese ámbito etéreo. El revelador Facundo de 1845 descubre y dedica los tipos auténticos que representan los genuinos paradigmas argentinos, como el mismo Facundo, el rastreador, el cantor, y todos los demás personajes de otros roles.

Artemio Moreno (1892-1953) en su La genialidad de Sarmiento, se refiere asimismo al prócer argentino y a Goethe, y considera apropiadas para el espectáculo de una tan rara solidaridad de pensamiento, las significativas meditaciones del germano:  es muy fácil pensar. En cambio obrar es muy difícil y obrar, según el pensamiento, lo más difícil del mundo (Artemio Moreno, El sentimiento en la vida y en el arte, Instituto Cultural Joaquín V. González, Buenos Aires, 1934).

En la colosal dimensión fáustica de Sarmiento tuvieron cabida las diferentes hormas ya consagradas de las escuelas filosóficas. Esa peculiar característica del prócer es la que le permite escapar de encasillamientos que lo atraparían en el cepo de las dimensiones que restringirían las proyecciones de un pensamiento expansivo.

Se lo adscribe a veces a Sarmiento como iluminista, a veces como romántico, a veces como socialista o positivista, y sin pretensión alguna para fundar una posición nueva.

No cabe duda de que Sarmiento se encontraba inscripto en el ámbito del Iluminismo o Ilustración, por cuanto ese nuevo período se caracteriza por su firme confianza en el hombre, en la razón humana y en el porvenir. La razón es vista como la facultad capaz de desentrañar los misterios de la naturaleza y, también, de organizar la sociedad sobre principios sólidos y perdurables. En general, se vive la época del siglo XVIII y su irradiación en el siglo siguiente,  con el convencimiento de que la humanidad ha encontrado el camino del progreso definitivo.

Los intelectuales alemanes, que habían recibido con gran júbilo los acontecimientos de Francia, Kant, Fichte, Hegel, Goethe, Schiller, etc., expresaron sus esperanzas por la gran Revolución. Sin embargo, poco después, algunos se desilusionaron y otros rectificaron sus juicios, y dieron lugar a la manifestación del idealismo alemán, que tuvo lugar luego de la Aufklarung, la Ilustración germana. Este idealismo, desde otra perspectiva es también romanticismo. Así como entre 1800 y 1830, liberales y conservadores libraron una lucha en el campo de la política, así también se produjo una colisión semejante en el campo de las ideas. Frente a los horrores que también tuvo la Revolución Francesa, hubo filósofos que atribuyeron los excesos violentos de ese movimiento al racionalismo, el materialismo y el individualismo del tiempo de la Ilustración, y saltaron al extremo opuesto de glorificar la fe, la autoridad y la tradición, en un regreso a posturas monárquicas.

El idealismo romántico alemán constituyó la expresión más perfecta de la época reaccionaria. Esta filosofía se llama así porque era una combinación de la teoría romántica de la verdad con la concepción idealista del universo. Es decir, que no era racionalista ni materialista en el sentido estricto de estas palabras. En cambio, reconocía la validez del conocimiento intuitivo o instintivo, además del que procede de la razón y trataba de explicar el universo en un sentido por lo menos en parte espiritual. Los idealistas románticos se apartaban también del individualismo y del humanismo de la filosofía del siglo XVIII. Creían que el hombre carece por completo de importancia si no forma parte de algún grupo social. La sociedad y el Estado son organismos sociales, productos de la evolución natural y no creaciones artificiales del hombre mismo para su propia conveniencia.

Es el mismo Sarmiento que se autoexcluye de su condición de romántico, como se lo expresa a Carlos Tejedor en una carta desde Ruan, fechada el 9 de mayo de 1846, donde le escribe  que nunca hemos adolecido de romadizos, así como en artículos periodísticos relativos al tema.

Con respecto al socialismo del prócer, la relación de Sarmiento con esta denominación surge de la Asociación de Mayo, que había adoptado para su programa la denominación de Dogma Socialista, un cuerpo doctrinario diverso del socialismo contemporáneo. Confundir el socialismo de Echeverría que databa de 1837 con las formas del socialismo actual, con raíces posteriores a 1848, sea en forma filosófica como en las formas científicas y políticas que siguieron al estallido europeo de 1848, debe ser considerado como un equívoco de doctrina.

Por los años de 1830 se acunó independientemente en Francia y en Inglaterra la palabra socialismo, al que los estudiosos han denominado socialismo utópico. Los seguidores de esa corriente eran críticos de un orden social establecido y de un sistema industrial, hostil a la idea de capitalismo, término éste acuñado por ellos, y también a menudo con referencia a la competición y a la propiedad privada. Entre los seguidores de estas ideas se distinguió Claude Henri Rouvroy conde de Saint-Simon, reformador social y uno de los fundadores del socialismo. Saint-Simon sería el nexo entre el pensamiento socialista temprano y la filosofía de Auguste Comte, conocida como positivismo, quien sostenía que el pensamiento ha pasado inevitablemente a través de un estado teológico dentro de un medio metafísico, para llegar a un plano positivo o científico.

 Si bien esas ideas se desarrollaban en la Francia que visitaba Sarmiento casi al promediar el siglo XIX, su influencia no se ha demostrado fehaciente en la obra sarmientina.

La filosofía particular de Sarmiento apuntaba más a la vida que a los parámetros de una escuela o doctrina confinada. Precisamente la originalidad de Sarmiento está en que su filosofía vino a fundirse entrañablemente con su intuición de la propia vida como vida histórica. Sentía que su Yo y la Patria eran una misma criatura comprometida en una misión histórica dentro del discurso de la civilización.

Sarmiento, apartado voluntariamente de los prejuicios, de las mentiras y de las manipulaciones, parecía entender a Johann Wolfgang Goethe, al que cita en los tomos V, XLII y XLIX de sus Obras Completas, y con el germano coincidiría en que la vida es vivir el porvenir.

Con respecto al tema, Ortega y Gasset decía por su parte, que Vivir como presencia del porvenir es estar en lo absolutamente problemático.

Presenciar el porvenir es, entonces, también vivir lo problemático que es el vivir.

El conflicto de Sarmiento, como conflicto de vida, será el conflicto de la obra y del sistema de hacer filosofía.

Crisis, lucha, oposición, desesperación, angustia de vivir, elegir, drama, dinámica, agonía, sufrimiento y verdad, son entonces las voces que integran el diccionario sarmientino, palabras para entender el mundo y para fundarlo en su imagen vital, en las contradicciones que hacen a la vida y que Sarmiento veía simbolizadas en Goethe.

Cuando parece hacer de Goethe un modelo para la razón vital, selecciona y escoge y, esta elección resulta cargada de significación como intención. Quiere que se sepa que palpita, no sólo el conflicto de un hombre, sino el conflicto de toda una cultura.

La figura fáustica, al igual que el hombre universal de Occidente, será el rostro de su desesperanza y de su triunfo.

* Francisco M. Goyogana cursó estudios de Farmacia y Bioquímica; oficial de la Armada Argentina, retirado como Teniente de Navío Bioquímico; tuvo una prolongada trayectoria en la industria farmacéutica, miembro de la Farmacopea Argentina y redactor asociado del nuevo Capítulo "Biotecnología"en su última edición. Simultáneamente, ha publicado una cantidad de artículos científicos y en el tema histórico, diversos trabajos aparecidos en publicaciones como el Boletín del Centro Naval, Todo es Historia, etc. Ocupó el cargo de vicepresidente del Instituto Sarmiento de Sociología e Historia y Rector de la Cátedra Argentina Sarmiento. Autor de "Sarmiento y la Patagonia" Lumière (2006), "El Paradigma de la crisis" Lumière (2007), "Sarmiento y el Laicismo. Religión y política" Claridad (2011) que recibión la faja de honor 2012 de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). Premios "Domingo F. Sarmiento" y "José B. Collo" otorgados por el Centro Naval.  

 

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TESTIGOS DEL PERONISMO REAL por Esteban Lijalad*

| 24 julio, 2014

Hace un tiempo publicamos una serie de entrevista realizadas por Esteban Lijalad a personas que habían sufrido en carne propia las persecuciones del peronismo  antes del 1955. Esta es la última de esta serie que ahora les entregamos. Al final un Epílogo escrito por el autor de estas entrevistas

La Dirección

 

Carlos Villalba

Esteban Lijalad:   Por favor, nos haría una breve autobiografía

Carlos Villalba:   Nací en 1932. De una familia de clase media. Mi padre era abogado y también un hermano de mi madre y mi abuelo materno. No había mujeres profesionales pero  si egresadas profesoras. Me ha tocado hacer memoria con motivo de otros requerimientos y reconozco que es costoso  hurgar en el propio pasado. Ya desde edad muy temprana tuve percepción de muchos de los temas públicos y privados,… de los conflictos de la Segunda Guerra mundial que teñían todo el horizonte. De alguna manera, a pesar de estar tan alejados y pese a ser un país que estaba fuera del conflicto, se repetía aquí la división de la gente simpatizante del Eje y la simpatizante de los Aliados. Como pasaba en muchas familias la división se encontraba en su interior. En mi familia inmediata: mi padre era anti nazi, antifascista, tenía  simpatías radicales. Mi madre era marcadamente democrática  pero no así sus hermanos varones. Dentro de la familia de mi madre había partidarios de Hitler y Mussolini. En los tíos políticos se daba la misma mezcla. Hasta cuesta ahora recordarlo en voz alta.

EL: Ser partidario en 1935 no era lo mismo que serlo cuando ya se supo la verdad…

CV:  Sí, aunque seguramente un poco más tarde en mi caso porque en esa fecha tenía tres años. De todos modos se tardaba en tomar conciencia. Yo hice un análisis retrospectivo para ver como se pudieron dar las relaciones sociales, cómo mis padres pudieron mantener posiciones muy fuertes en el plano ideológico y al mismo tiempo no romper los lazos familiares. Tíos con los cuales teníamos una posición totalmente opuesta, pero al mismo tiempo un gran cariño y que continuamos ese gran cariño hasta el final de sus vidas.

EL :Usted a los diez años tenía conciencia de que estaba la guerra

CV:  Tenía conciencia clara. Recuerdo haber empezado mis lecturas de diarios con los títulos sobre la guerra. 

EL: La guerra española no, era muy chico…

CV: La guerra española no…la entendía menos. Sabía que estaba en contra de los franquistas y de los partidarios de los franquistas pero no conocía los hechos, incluso ahora tengo amigos en España y me encuentro con una historia con una cantidad de …claro oscuros, más oscuros que claros. Fue de una violencia fenomenal. En el momento y por mucho tiempo fuimos enteramente antifranquistas. Con el correr de los años encontré gente maravillosa cuyas familias eran partidarias de Franco y habían sido víctimas de los Rojos. Con lo cual se hace difícil entender. Una de las sorpresas que he tenido para comprender lo que pasa en Europa y lo que pasa acá, es que todo parece ser muy parecido…  pero no es así. Si alguien en América hubiera planteado o planteara ahora la conveniencia de instaurar una monarquía la opinión pública lo hubiera descalificado y hoy lo tendrían por un loco. Nunca se planteó la posibilidad de debatirlo. En cambio, aunque irracional, parece natural que un inglés, un español, un belga, un holandés, etc. defiendan la monarquía. Pero en nuestro país hablar de un Rey es estar completamente loco. Y en toda América es una mala palabra. Una discusión vedada. Cuando se lo combatía a San Martín, se lo acusaba de monárquico. Son realidades muy distintas, muy difíciles de entender porque asumimos que tenemos una misma cultura sin tomar en cuenta las grandes diferencias. De todas maneras me alegro de no haber pasado por esta variante.

EL: Volviendo al siglo XX. La Guerra a usted lo incentiva, le da curiosidad lee los diarios, charla con sus padres…

CV: La charlas eran permanentes. Desde muy chiquito la persecución contra los judíos era un tema de comentario en mi casa. Tan de chiquito que recuerdo que hice la preparación para recibir la primera comunión y después una segunda parte que estaba destinada para lograr la Confirmación. Recuerdo que iba a la Parroquia del Santísimo Sacramento- que no era mi parroquia, pero cercana de la casa de mi abuela en la vecindad de la Plaza San Martín. La parroquia  tenía una canchita donde  jugábamos al futbol. Unos muchachos un poco mayores oficiaban de preceptores. En una oportunidad advierto que uno de ellos ostentaba en el bolsillo delantero del pantalón un llavero y colgando, una Cruz Esvástica. Yo tenía diez años…Y lo interpelé: cómo puede ser que estés usando este distintivo, o vos te vas o …Me acuerdo que lo fui a ver al cura y le dije que eso no podía ser, y el cura terminó pidiéndole al otro muchacho que no lo usara, que no exhibiera el escudito. Le doy así una referencia de que había una vivencia fuerte de la Guerra.

Me acuerdo además haberle preguntado a mi madre por qué no se habían ido los judíos  antes de que los mataran y me respondió con las famosas palabras que luego supe que eran un verso de un famoso poema  “por quién doblan las campanas, doblan por ti”. Uno no creía que eso pudiera pasar, o pensaba que solo le pasaría a los otros.

Cuando vino Perón, se mantiene este clima. Cuando vino el Golpe militar del 43 muy rápidamente se notó el papel de Perón. Lo recuerdo porque estaba presente en las conversaciones de mis padres, la figura de Perón surgió muy rápidamente. Se empezó a hablar del Coronel. Tanto que el 17 de octubre era la figura central: Vicepresidente, Ministro de Guerra, Secretario de Trabajo. Había un cantito callejero que decía: “no queremos dictadura ni gobierno militar”.

EL: En esa época estaba en el Secundario

CV: Yo entré en la Universidad en el 50, así que hasta el 49 estuve en el colegio, en el Nacional Buenos Aires, que era …uniformemente no peronista. Yo sostengo que la expresión “antiperonista” fue una expresión de Perón. No es que los antiperonistas se consideraran antiperonistas, sino que Perón los llamó de ese modo, lo cual era una reducción terrible porque era considerar que todo lo que justificaba nuestras vidas era estar en su contra. Por eso yo traté después del 55 de sacarme de la cabeza ese calificativo: “yo no me voy a consagrar a ser contrario a Perón, no le voy a dedicar mi vida y ni siquiera a estar en su contra”.

Obviamente, no era simpatizante y tampoco lo fui después del 55…

EL:  Del 45, de octubre usted tuvo algún recuerdo

CV: Muy de lejos, era muy chico. Pero lo seguí claramente, la participación del que era Ministro de Marina, según recuerdo Bernengo Lima y de toda la tensión que existió el 17 de octubre.

EL: Se dijo que Evita participó de esas jornadas. Como la percibían a ella

CV:Mal, una mezcla muy grande porque… me cuesta mucho distinguir lo que pensaba entonces de lo que pienso ahora. Había en ese momento una separación entre las clases sociales más fuerte que en el presente. Pero se veía muy claramente que todos los hechos que protagoniza Eva Duarte eran tema de conflicto: con sus colegas  actrices, como Libertad Lamarque que tiene que exiliarse,  hasta la cachetada que le da al tío de Ivanissevich porque le había diagnosticado un cáncer. Era una  persona de un trato muy, muy fuerte. Y lo que se planteaba en esos momentos, para mi estaba bastante claro, es que como pasa casi siempre – y como sucedió por ejemplo en la Revolución Francesa los plebeyos querían ser nobles- ella se consideraba una persona de clase media baja –  pero no de clase obrera ni de campesinos pobres-  que sufría el problema de ser hija natural, de una segunda casa y Eva Duarte también quería tomar el lugar de las señoras que la habían ninguneado. Y por eso se viste como se viste, su modisto era Paco Jamandreu y por eso sus aspiraciones no eran de ser “descamisada”, sino tener una gran cantidad camisas y pieles y vestirse muy bien, aprovechando que era una mujer bonita, presentándose junto a Perón casi como una pareja monárquica. Las mismas efigies de perfil que usaban para la propaganda política, con la imagen de Perón y de Evita, en fin. El uso del lenguaje de ambos era el propio de las clases más “paternalistas” como las expresiones de “descamisados”, “grasitas”, y la práctica de los regalos como un medio de dominación personal o de clientelismo que para mi sorpresa fue muy bien recibido por la gente, como los que aceptamos todos en oportunidad de las fiestas religiosas de Navidad y de Reyes, etc.

EL: Usted entra a Derecho, con qué se encuentra allí

CV  Yo entro para hacer la carrera de abogado, lo que pasa es que desde muy joven me gustaba leer, tenía inquietud por la lectura, la filosofía, la política, en fin, como tantos chicos de la época. Tomando en cuenta mis inquietudes mi madre me dijo, “mirá, hay unos grupos que se están reuniendo y tienen cursos de formación”. Y entonces entré en uno de ellos, en el que participaban una cantidad de muchachos democratacristianos que empezaban a estudiar las posiciones de Maritain, de Mounier, todo un acceso muy deslumbrante para un chico de 15 años. Al poco tiempo fui secretario de una agrupación, “Esquiú”. Yo sentía que la situación era inaguantable.

EL: para entender mejor: la Iglesia institución apoyaba al gobierno, no es cierto?

CV: Caggiano dijo: “no hay que perder el tren”. La Constitución del 49 hecha por Sampay,  si mal no recuerdo, un católico del grupo FORJA que era Fiscal de Estado de la Provincia de Buenos Aires que termina huyendo del país exiliándose en el Uruguay. La historia que no se ha hecho todavía es la de la persecución del peronismo a la gente peronista más importante. Porque lo que no acepta una persona que construye poder es tener cerca gente con poder. Una tía segunda, Del Mazo, muy antiperonista se casa con un abogado, el Doctor Avanza, que fue Ministro de Educación de Mercante, en la provincia de Buenos Aires. Fue para mí un ejemplo muy curioso porque mi tía era una persona muy simpática y muy antiperonista que se casa con una persona peronista de muy buena formación intelectual y que tenía una biblioteca impresionante. Todo el gabinete de Mercante terminó preso.  Ramón Mercante quedó ninguneado. Recuerdo cómo me asombraba esa gente, como el Dr. Avanza, que tenía la paciencia de charlar con un chico del secundario, de hablar de filosofía, y de política…Este señor me recomendó un libro que implicaba una independencia de criterio fuerte, gente que veía la posición del gobierno desde el punto de vista de la Justicia Social- porque la Iglesia teniendo una aterradora posición antiliberal, desde el punto de vista social fue muy avanzada- . Y por eso todo este grupo se encuentra con la figura de Perón para quien preparan toda la legislación social. Toda  esa legislación fue hecha por los católicos y antes, algunas de las leyes hechas en conjunto con los socialistas. Así que había un desnivel muy grande: desde el punto de vista social eran de una apertura muy fuerte pero desde el punto de vista de lo que es la libertad individual incluyendo la libertad de conciencia tenían una posición terrible. Y Perón juntaba las dos cosas. La parte social, sí, estaba bien, no nos provocaba ningún escozor. Como no le provocaba ningún escozor a toda la gente socialista. Pero lo que sucedía era que Perón no se ponía de acuerdo con los socialistas para sacar una ley, sino que  sacaba las leyes y decía “esto es nuestro”. Le venía muy bien esta conjunción con esta gente de derecha católica pero que tenía una conciencia social muy grande.

La Enseñanza religiosa, para el grupo católico de ese momento, era un logro muy importante.

En el 54 fui echado de la Facultad. Un día me dicen “mirá, no te podemos anotar porque no figurás como alumno”. Yo estaba en cuarto año. “Tus fichas no están más acá” me lo dijeron como si fuera algo natural y para mí lo era porque ese era el lenguaje de la época. Así que no tenía como pedir un certificado para ir a estudiar a Montevideo. Me sentí un poco responsable de que a otros chicos como yo les hubiera pasado lo mismo. Era impensable deducir un recurso ante la justicia. Y Perón, en el 54, parecía que iba a durar en el Gobierno diez años más, por lo menos. No teníamos la sensación de que fuera a durar solo un año. Pensé: ¿qué hacemos en los próximos diez años? ¿qué va a ser de nuestra vocación? Entonces se me ocurrió ponerme en  contacto con profesores echados y pedirles que nos enseñaran. Juntamos cinco o seis chicos para tomar clases. Me puse en contacto con un abogado que había sido profesor de “Contratos”, el Doctor José Manuel Saravia. Le pedí que me hiciera el favor de buscar colegas echados, para que nos dieran clases en sus estudios profesionales, que nos enseñaran, que nos recomendaran libros, etc. Seriamos autodidactas. Marcos Satanowsky, que mucho después lo matan y que era profesor de Derecho Comercial, dijo que no, porque tenía temor de enseñarnos… ¡Derecho Comercial en su estudio a seis chicos! Esto da un punto de referencia muy preciso: si una persona tiene miedo de saludarme yo sé que tengo problemas serios.

En ese momento, yo estaba militando en el Humanismo, dentro de la FUBA. Después del 55 propongo a José Manuel Saravia como Interventor en Derecho. Y me lo aceptan. Raro, porque aunque éramos muy amigos con muchachos de otras agrupaciones peleábamos mucho por las preeminencias. A los pocos días me llama el Dr. Saravia y me dice “no puedo aceptar el decanato”. ¿Por qué? Como el Ministro de Educación sería  Atilio Dell’Oro Maini, que era del grupo de católicos de derecha, le pedían a Saravia, que era mucho más liberal, que fuera como Subsecretario. “Necesito que venga como asesor universitario”. Y ahí me entrevisto con Dell’Oro Maini. Nosotros, desde el Humanismo, habíamos tenido una militancia muy fuerte a favor de la Libertad de Enseñanza, se lo planteo y me dice “Yo estoy de acuerdo, pero no es el momento, no vamos a tener la oportunidad propicia”. Le digo “si a usted no le interesa hacerlo  yo no entro, porque yo no tenía una formación como para entender en los temas de la escuela primaria o secundaria  y no eran parte de mi vocación”. Me contestó “estoy de acuerdo en que si existe la oportunidad,  lo propongo”. Y así sucedió: el que propone que se instauren las Universidades Privadas, fue el Interventor en la Universidad de Córdoba, el Doctor Caeiro. Aprovechando la propuesta y el acuerdo del resto de los rectores lo redacta en el momento y lo propone. Gran ovación. Romero que no había viajado por motivos de salud lo acepta con entusiasmo. Cuando la gente como  Ismael Viñas, que era el Secretario de la UBA, y la gente de la FUBA se enteran se arma el gran conflicto, “Laica o Libre” que después vuelve a estallar con Arturo Frondizi, quien, acompañado con Del Mazo, y ya en plena campaña, se reúne con nosotros. En esa oportunidad me animé a preguntarle qué pensaba sobre la Enseñanza Libre, qué duda puede haber respondió. “Absolutamente de acuerdo”. Recuerdo que al salir comenté, “Qué mentiroso!” Y después me di cuenta que los defraudados habían resultado  los Reformistas…Ahora viene lo que para mí fue más sorprendente y que muy poca gente lo sabe. Yo había tenido una larguísima conversación con el asesor universitario de la Acción Católica. Nos reunimos varias noches. Y pese a ser una persona muy cerrada, lo conseguí convencer. Me dijo al terminar tres veladas de conversaciones: “Yo voy a hacer lo siguiente,  le voy a decir a la gente de Acción Católica que pueden entrar al HUMANISMO y por ende a  FUBA” (que era como la antesala del infierno). Y empezamos a discutir con los muchachos de la Acción Católica que querían entrar a esa antesala del Infierno. Estando en el Ministerio de Educación, me dicen que estaba el Padre Tello, que era el asesor de Acción Católica Universitaria, que quería verme. Me dice  que en ese momento los Obispos estaban reunidos con el ministro Atilio Dell’Oro Maini, diciéndole que dejara sin efecto la Libertad de Enseñanza o de lo contrario ¡excomulgaban al Gobierno de la Revolución Libertadora!  La libertad de enseñanza no era una consigna de la Iglesia: ellos querían la Enseñanza religiosa católica. Yo no lo podía creer: me tenía que aguantar que los reformistas me dijeran “sos un fascista, un clerical”. Esa no me la soñaba, tampoco con una carta Pastoral de los obispos tratando de condenar al Movimiento Humanista por las posiciones que denominaban de “indiferentismo ideológico”, como la de los que piensan que “todo es lo mismo”. Y para ellos, el catolicismo  que “no era lo mismo” que otras confesiones pensaban trasladarlo al plano político. Era un tema que yo no conocía.

Volviendo a mi historia. Yo entro cuando se plantea, dentro del Centro de Derecho de la FUBA, la discusión “Centro amplio o Centro restringido”. Esto puede traducirse así “Nosotros somos un Centro para gente democrática, la gente que no está a favor de una posición democrática, no la tenemos que aceptar”. Es decir, afuera los nazis, afuera los comunistas. Lo más curioso es que esa posición la sostenía una persona como Solari Yrigoyen, que no era un reaccionario.  En ese momento nuestra posición era               “Tenemos que aceptar el riesgo, la democracia es un riesgo. Entonces tenemos que correrlo y tenemos que pelear.” Y además en ese momento recuerdo que lo que tenía presente es que si nosotros negábamos la convivencia – especialmente en relación a la gente del Partido Comunista- no íbamos a tener el ejercicio suficiente como para la confrontación. Por lo cual nos íbamos a anquilosar en un rechazo pero no íbamos a tener toda la gimnasia  dialéctica. Entonces hicimos una coalición entre el MUR (Reformistas), los Humanistas y un movimiento llamado Nueva Universidad, en el que había gente laicista, progresista pero más bien conservadora. Gente muy inteligente y capaz. Y ganamos ahí nomás. Y ahí yo salí como vice tesorero y luego tesorero. Fue en el 54 y por suerte me di cuenta de que, como habíamos tenido una pelea fuertísima con la Policía, no teníamos que dormir en nuestras casas, con lo cual mi pobre viejo se ligó durante tres meses un policía en la puerta. Zafé de caer preso por eso. Me di cuenta que después de ese día de octubre del 54 vendrían por nosotros. Hubo centenares de detenidos, algunos coincidieron y se salvaron. Ahora hay una Fundación que reúne a la gente que estuvo detenida en esa ocasión, pero yo no quise continuar participando, por aquello de que no me interesa el “antiperonismo”.  No tengo ganas de seguir en esa posición que ya pasó. Yo era antiperonista, pero podía hablar con un peronista, como podía hablar con un nazi o alguien del Partido Comunista. Y me enriqueció muchísimo esa posibilidad. Distinta es la posición de muchos de los que estuvieron presos pues compartieron un cuerpo de la cárcel donde convivieron varios meses compartiendo sus conocimientos de las distintas disciplinas.

Aprendimos que a las asambleas había que ir con una almohada, dispuesto a quedarse porque tenían muy bien entrenada una táctica de alargar las sesiones, el resto de la gente se iba, votaban y ganaban por cansancio.

EL: Me interesaría saber como interpretaba usted el conflicto entre Perón y la Iglesia, desde su lugar como cristiano. Fue algo circunstancial o algo de fondo…

CV:  Era un problema de fondo, muy serio. Yo al mismo tiempo, por mi estructura mental me planteaba interrogaciones. “Soy católico, los católicos piensan  esto. ¿Creo en esto?  No. ¿Entonces, puedo ser católico?  Por lo cual tuvimos que hacer un ejercicio de nuestra autonomía muy interesante. El problema era justamente el tema de la libertad y el tema de la democracia. Y el tema de la verdad. Por suerte pudimos encontrar asesores en temas de filosofía y teología de muy alto nivel que tuvieron la paciencia de enseñarnos. Había un sacerdote jesuita, Joaquín Aduriz, que después colgó los hábitos, con el cual tuve conversaciones muy interesantes y con él organizamos un cursito sobre la “relatividad de la verdad poseída”. Releyendo un libro de aquella época,  de Karl Jaspers, lo plantea muy bien diciendo que lo que nosotros conocemos nunca es absoluto. Cualquiera que sea la verdad no va a ser esa verdad porque es la que nosotros tenemos. Pero la posición de la Iglesia era un desastre. Leí las Encíclicas que se referían a estos puntos y no lo podía creer, “estoy en el lugar equivocado” me decía. Con lo cual tuve muchos problemas de pertenencia. Y este era un grupo que tenía estas condiciones de saber replantearnos nuestras creencias.

EL: Pero no les pareció raro que Perón y la Iglesia rompieran de ese modo

CV: Rarísimo. No entendíamos. Era muy claro que Perón era muy hábil como político. Yo le pongo todas las fichas en contra, pero era un constructor de poder fenomenal. La demostración es cuando la manda a Isabel a pelear con Vandor,  la dirige por control remoto y le gana al vandorismo.  Una cosa increíble.

Ese sectarismo religioso que te tenía atrapada el alma y este otro sectarismo político que te tomaba el cuerpo y la inteligencia era muy perverso. Una combinación fenomenal. Que se dividiera, para nosotros fue una cosa fantástica.

En la época de la quema de las iglesias salimos en manifestación, mitad porque quemaban las iglesias, mitad porque nos venía bien para atizar el conflicto. Tanto a mi, como a mis amigos reformistas, que los veía aparecer en la procesión de Corpus Cristi (risas), que no entraban a una iglesia ni para descansar, pero eso les parecía fantástico. Perón había desatado un incendio general. Una anécdota: un amigo que vivía en EE.UU. me escribe. “Te vi en la tapa del Time”. Habían sacado una foto y justo aparecí yo, en Corpus. Me escracharon con las mejores intenciones aunque no tuve consecuencias

… Posteriormente me informaron que en mi prontuario en la SIDE figuraba como miembro de la conducción del Partido Comunista!  En la época de Perón figurar como miembro del Partido Comunista era autorizar a la tortura, con licencia para poner picana. Si te ponían el sello esto era así, y para muchas cosas más. Al principio no le di mucha importancia, porque estaba muy lejos de mi posición como si me endilgaran, que era hincha de Desamparados de San Juan… Aunque no tuve problemas personales un cierto resquemor te queda en el alma. En algún momento, en la época del Proceso, empecé a sacar todos los libros que tenía en la biblioteca sobre marxismo por las dudas. Aunque fuera una obra de un obispo francés, la sola palabra “marxismo” era sospechosa más aún durante el proceso. Es una señal que te queda para siempre.

EL: Fuera de lo político, como era la vida cotidiana en esa época del primer peronismo, cómo vivían sus padres. Había una presión, molestias, por parte del Gobierno…

CV:  Un represión total. ¡Asfixiante! En la época de Perón no se podía hablar contra el Gobierno. La presión era enorme: no se podía hablar fuerte. No se podía decir fuerte la palabra “libertad”. Una de las pocas cosas que yo hacía, era aprovechar que viajaba en colectivo hacia Tribunales, entonces al llegar a la calle Libertad, yo gritaba la palabra “¡Libertad!”. Es una anécdota, trivial, pero denota un clima. Yo necesitaba gritar esa palabra y en ese momento tenía la excusa perfecta. Un compañero de Derecho aprovechó uno de los conciertos que se organizaban en la Facultad para pasar una proclama acercándose al micrófono puesto sobre el escenario. Vivíamos con estos modestos recursos.

EL: Pero, todos eran policías?

CV:: A todos los veíamos como policías porque estaba instaurado el temor y la delación. En la época en que muere Evita yo trabajaba en Tribunales. Viene el Director de Administración y me dice que hay una colecta para comprar un ramo de flores. ¿Es voluntario u obligatorio?, pregunto. “Es voluntario”, dice. Me negué, fui el único. “Si no tenés yo te presto el dinero” me dice. Después me di cuenta que ese tipo iba a tener un problema por haber tenido a un “contrera”  como empleado y no haberlo denunciado. Y lo iba a tener el Camarista del tribunal donde trabajaba cuando pasaba de tanto en tanto tratando de pasar inadvertido, porque necesitaba la plata para vivir. Una vez se me acercó y me dijo: “Mire, no venga, nos compromete a todos”. Uno incomodaba, yo lo noté cuando tuve que ir pidiendo que me dieran alojamiento. A un chico estudiante, del 54, perseguido por una huelga en la Facultad. Había gente muy opositora que me decía y me confesaban que tenían temor. Ser amigo de una persona muy marcada era peligroso.

En cuanto a libertad de expresión, todos los partidos opositores: Conservador, Radical, Socialista, etc., durante los dos gobiernos tuvieron solo una oportunidad de hablar por la radio, dos meses antes de la caída del 55. Una sola vez. ¿Recuerda la anécdota del programa de preguntas y respuestas? Un tipo va a uno de esos programas en la radio y le va muy bien, gana y un locutor muy famoso le pregunta “Y que va a hacer con toda esta plata?” “Y se la voy a donar a la Fundación…” “Bien, muy bien, lo felicito!”  “A la Fundación del Partido Socialista” aclara. No salió más el programa porque fue levantado de inmediato. El conductor tenía que cuidarse hasta de su mala suerte-. El tipo festejó de alcahuete, diciendo que iba para la Fundación Eva Perón. Se le acabó el programa. Estos detalles pequeños muestran mucho.

EL: Exacto, es lo que vengo a buscar. Lo otro lo tengo en los libros.

CV:  Yo me acuerdo que cuando organizábamos algún movimiento en la Facultad, lo teníamos que iniciar de una manera sorpresiva y concluirlo rápido porque el patrullero que estaba en la residencia presidencial, en Libertador y Agüero, desde el momento que recibía el aviso de algún alcahuete que decía “vengan a la Facultad, que hay un acto” tardaba en llegar 21 o 22 minutos. Nosotros teníamos que armar en ese tiempo el acto y terminarlo. Vivíamos bajo control. El que nos denunciaba era el encargado de la limpieza.  Demoré, luego de recibido, muchos años en volver, para no encontrarme en las paredes el recuerdo  de la angustia de esos años.  Yo era amigo de D’Alessio, que fue Decano durante el gobierno de Alfonsín. Y de pronto me encuentro con el alcahuete. “Esta es la persona que nos denunciaba, el hijo de p.. Todavía esta acá?”.  Me dijo: es una buena persona, se encarga de tener limpia la bandera y de izarla en los actos.

La vida corriente y la perversa están muy cerca.

EL: En su casa, sus padres

CV: Mi padre, por no afiliarse al Partido Peronista, fue obligado a jubilarse prematuramente. Era abogado del Banco Nación. Tuve el gusto, gracias a eso, de conocer al filósofo Carlos Cossio, una figura del Derecho  internacionalmente conocida. Lamentablemente  una de las consecuencias de la Revolución del 55 fue que saliera gente como él que, aunque había tenido una posición floja en lo personal, tenía el contrapeso de ser un gigante. Como el caso de Discepolín, un obsecuente pero un genio.

EL: Había una intelectualidad peronista o ese es un mito de los 70

 CV:  Debe haber habido. Uno de los grupos intelectuales importantes y grandes era ese grupo nacionalista católico. Por ejemplo, la persona que hace la Constitución del 49 era un constitucionalista super importante que tuvo que exiliarse del país en épocas de Perón. El grupo Forja, era importante. Pero fíjese: hay un algo que es el peronismo y hay otra cosa que es la seducción que ejerce el peronismo  sobre la gente que no era peronista, por esa capacidad fenomenal de concentración de poder. La contracara de Illia porque nuestro medio abomina de los mansos. Los nacionalistas católicos enfrentados  al liberalismo nacionalista, el que funda la Nación, se encuentran a través de Perón, con el poder total y aprovechan la posibilidad de sumarse. Gran tentación de los socialistas. Algunos se acercaron: Borlenghi, después Dickman. Al  final, el Partido Comunista. ¿Sabe cuál fue la gran tragedia? ¿Por qué hicimos la huelga del 54? Porque había un estudiante, Mario Bravo, que fue torturado y era del Partido Comunista. A los pocos meses viene la orden de Moscú de entrar a la CGU y Bravo, que tenía en sus espaldas a los cientos de estudiantes que habían salido a pelear a favor de él, entra a la CGU, algo…difícil de explicar. Y después de eso, la Democracia Cristiana, con Sueldo y compañía. Después de eso, Guido Di Tella, que estaba al izquierda de la izquierda y termina en el peronismo como ministro de Menem. Hay permanentemente una seducción  para ciertos grupos tentados por  finalmente subirse a un poder que no supieron conquistar.

EL: Eso también paso en los setenta. Yo, como tantos, venía del marxismo y terminé en Guardia de Hierro, un grupo de centroderecha del peronismo. Otros, empezaron en el nacionalismo de derecha de Tacuara, conformaron Montoneros y terminaron en posiciones de ultraizquierda, una mezcla terrible

 CV: Yo lo conocí al Padre Mugica cuando éramos pibes y concurríamos a la misma parroquia. Y me lo encuentro cuando yo estaba en el Rectorado de la UBA con Olivera, en los años sesenta. Y tenemos un ataque de la gente de izquierda e incluso de sectores del mismo Humanismo. Yo lo veía mal y le pregunto “Carlos ¿qué te pasa?” con esa confianza que venía desde la canchita de futbol de la parroquia. “¿Queréis venir a casa y discutimos?”  “¿Te parece mal lo que estamos haciendo en el rectorado, que ves? “ Y finalmente me dice “Mirá, nosotros pensamos que el problema es que toda la estructura social es perversa. Por lo tanto, todo lo que la mejore es más que perverso, porque tenemos que tirar todo.”  “Carlos, todo queda claro, andate a la p. que te p., no tenemos nada más que discutir”. Al poco tiempo, me vuelve a llamar y me dice “Mirá, venite a mi departamento”. Lo voy a ver y me dice: “Uno de nuestros muchachos, García Elorrio, ha caído preso”. Se había subido al púlpito de la Catedral y había hecho una proclama libertaria allí. Lo habían metido preso. Me pide por favor, insistió hasta que consiguió que le diera asistencia jurídica y tratara de buscarle una solución. “Como lo defendemos a este tipo?”. Con la colaboración de un abogado amigo pedimos que le mandaran un oficio al Cardenal diciéndole que se le preguntara si a su criterio el orden dentro de la Catedral era un problema de la Iglesia o era un problema de la Policía  Federal. Y si era la Policía la que establecía cual era el comportamiento que había que tener dentro del ámbito de la Iglesia. No lo contestaron, pero salió libre.

Todo estaba muy mezclado. El almirante Rojas había recibido la Medalla  al Mérito Peronista. El Ejército había dado el golpe del 43 y el GOU, donde participaba Perón, había tenido un papel protagónico. El Gobierno democrático de Perón era una continuidad del  gobierno militar. No solamente la Iglesia dijo “hay que subirse al peronismo”. Fueron también los militares. No había fisuras, hasta que se empiezan a producir. Y por eso Clarín saca dos tapas, en el 55. La primera: “Las tropas leales hacen tareas de limpieza”. La segunda, en mi recuerdo, ese mismo día: “Triunfa la Revolución”. Al día siguiente se empapeló la ciudad con esas dos tapas de Clarín. No había prensa opositora y la poca que subsistía estaba censurada o tenía miedo, como La Nación. Era razonable tener miedo. Había un grupito de estudiantes que habíamos desarrollado una técnica para mandar gacetillas a los diarios para que no pudieran ser cambiadas. Porque los diarios siempre lo atenuaban, lo cortaban, lo sacaban. Habíamos armado una especie de “manifiestos candado” por un grupo de especialistas  en anti corte…Por otro lado, los policías de Orden Político y Orden Gremial que estaban en el sótano de Derecho eran siempre los mismos, y terminaban siendo quienes atenuaban la represión avisándonos. “Muchachos, mejor hoy no vengan”

En la época de Perón había mucho más miedo,  pero no se mataba, salvo algunos casos. Nosotros nos peleábamos con la policía, pero no nos tiraban con armas de fuego, nos pegaban con los palos, cachiporras, puños de hierro, la Montada con el canto del sable,  pero no usábamos armas, ni nosotros ni los canas. En los setenta, unos y otros se mataban.

En la época de Perón se torturaba. Amoresano y Lombilla, eran los dos nombres de los principales torturadores, según mi memoria. Tuve la suerte de no conocerlos. Picana, seguro. Los “huevos fritos” de Cipriano Reyes. Un tío segundo mío, que era del Partido Comunista y de la Liga de Derechos Humanos, caía cada tanto preso: picana. Mariano Grondona, simulacro de fusilamiento. Cuando Perón quería violencia, tenía la Alianza Libertadora Nacionalista, sacaban a los “muchachos”, como después López Rega a la Triple A.

El Peronismo era un proceso sobre la base del uso de armas que las mostraba más para  amedrentar que para  matar. Pero era asfixiante. Hay una definición de un demócrata cristiano siciliano que para mí es clarísima: “Un régimen totalitario es aquel en el cual todo lo que no está prohibido es obligatorio.” Ese era el régimen de Perón. No había margen de acción independiente, ni para los peronistas. Un ministro peronista no podía hacer política bien intencionada por su cuenta. Tenía que tener la “bajada de línea”. Y no se podía opinar, no se podía disentir, no se podía replantear.  No pudieron hacer peronismo sin Perón.

Se hablaba de que Perón era un tipo que tenía problemas sexuales. No daba la impresión de que tuviera una vida sexualmente rica con Evita.  Y termina teniendo una relación de pareja con una chica de la UES. Afortunadamente de esa chica se arrojó un manto de silencio, nadie habló. A todo el mundo le parecía que era una relación malsana pese a que la muchacha estaba encantada de tenerlo de “papi” al general. Era una vergüenza, haber montado ese entretenimiento. El uso de la motoneta, el acercarse así a  las alumnas del colegio  secundario, era algo patético. Y en aquella época era además, algo más depravado aún. Algunos lo negaban, pero esa historia es como que hubiera desaparecido y hoy se idealiza a Perón ayudado con la amnesia de situaciones como esta.

Durante esa época había  que aceptar la humillación. Se buscaba a alguien para decirle, “mirá, trae una carta de recomendación de un funcionario peronista, sino perdés el puesto”. Y uno tenía que ir a conseguir esa carta. Mucha gente, entre las que me cuento, tuvo que hacerlo. Por ejemplo, un Director de Escuela estaba obligado a hacer discursos a favor de Perón y Evita. Si no, lo echaban. Los maestros y los alumnos tenían que escuchar la apología de la pareja “gobernante” con toda reverencia. La gente estaba obligada a traicionar sus pensamientos. La gente tenía que omitir sus pensamientos. Estaba prohibido pensar. Había que “adherir”, estar dentro del Movimiento. A muchos  profesores después les costó el cargo. Habían tenido que llenar una encuesta que después publicaron en forma de libro. Debían contestar  y decir “si a todo”. No se podía deslizar una objeción. Los mejor plantados, tenían que decir cosas por las cuales después se les dijo, “vos dijiste esto, es una vergüenza, no tenés capacidad moral para seguir en la Facultad como profesor”. Tipos como José Miguens, recientemente fallecido, que indirectamente me dio hospitalidad en los días en que estuve prófugo, tuvo que aceptar una humillación personal porque creía que era mejor dar testimonio en la docencia…

Tengo miedo que esto vuelva a pasar con los Kirchner. A veces, en este momento prefiero cuidarme, estoy por decir tal cosa y hago una pausa por precaución, o me fijo con quien estoy, porque hay gente que lo toma muy mal. Que reaccionan exasperados. Y el kirchnerista de corazón que dice “Yo repensaría esto”, queda definitivamente afuera.  El tipo que dice no, o vuélvalo a pensar no tiene cabida…No hay margen para decir “me gustaría volver a pensarlo, no lo veo claro”. Lo dice muy bien Guillermo O´Donnell,  aunque referido a una actitud que se da no solo en nuestro país cuando se refiere a las “democracias delegativas” que se dan en sociedades que consideran que: “más que partidos políticos o congreso, lo que necesitamos es un líder decisivo que resuelva los problemas del país”. Nuestra sociedad tiene desde hace rato una actitud delegativa.

EPÍLOGO por Esteban Lijalad

La generación del 70 fue hija de la Revolución Cubana y creyó verla encarnada en el peronismo. Esa extraña mixtura sonaba en la consigna “Perón, Guevara, la Patria liberada”

Esa generación, a la cual yo pertenecí, rompió con sus familias- porque eran antiperonistas- , con su formación democrática o marxista clásica y adhirió fervorosamente a la aventura de “ser peronista”, o sea, fundirse a un sujeto hecho de poder puro, sin sutilezas teóricas, “puro pueblo”, que gritaba sin sonrojarse “alpargatas sí, libros no”. Con ese acto de ruptura no solo quebrábamos las relaciones con nuestra “clase”, con nuestras familias, sino con el “ethos” cultural de un progresismo hecho de libros, nostalgias parisinas e identificado, a su modo, con Occidente. Tirábamos a Marx o a Sartre o a Freud a la basura y adheríamos al tumultuoso, contradictorio, violento y autoritario peronismo, el lugar real donde “las masas” vivían. Coqueteábamos incluso con cierto fascismo de hecho. Algunos, de tanto leer a Perón y sus nostalgias mussolinianas abandonaban cualquier resto de “recato” y cantaban extasiados  “Ni yanquis ni marxistas, peronistas”.

Era una catarsis, una ceremonia desvariada, un rito de iniciación: había que probar que no quedaba ninguna fibra de “socialdemocracia”, de “izquierda cipaya”, en nuestras mentes y que ya, casi, éramos pueblo. Había que amar a Perón, si uno quería fundirse realmente con el pueblo.

Así como hubo una trayectoria desde la derecha nacionalista de Tacuara hacia Montoneros y la “tendencia revolucionaria”, hay otra que nace en la izquierda marxista y termina en Guardia de Hierro o, peor aun, en los grupúsculos de la ultra derecha peronista. También, obviamente, había “entristas”, marxistas puros y duros que, por cálculo político, adoptaban alguna terminología peronista y se sentían parte del “Movimiento”, con la secreta esperanza de guiarlo hacia la Revolución Social.

 

La generación del 45, en cambio, era hija de la Guerra Española y la Segunda Guerra Mundial: el frente antifascista que englobaba desde el Partido Comunista hasta algunos cristianos, pasando por anarquistas, socialistas, radicales, demócratas progresistas, liberales. Arraigada en la tradición democrática, continuadora, en muchos casos de una historia familiar de militancia enfrentada al golpe de Uriburu. Para ellos, Perón era simplemente- no había mucho que discutir- la versión criolla del fascismo, una continuidad natural del uriburismo, un representante de la corporación militar, la Iglesia y los sindicatos, al estilo fascista y falangista.

No fue una generación de ruptura, no tuvo que pasar por ritos de iniciación ni abjurar de su formación o sus tradiciones familiares. Fue, en ese sentido, más sana, más consistente. No necesitó de sesiones de terapia para integrar sus diversos yoes, como nosotros (judíos hablando de la conspiración sionista, izquierdistas teniendo que comulgar en la iglesia, internacionalistas bebiendo grandes tragos de nacionalismo, marxistas renegando de sus libros y dedicándose a leer a Perón, y así sucesivamente)

Los del 45 eran antifascistas, simplemente. Y casi todos, anticomunistas. Sabían que Hitler y Stalin tenían la misma sangre autocrática y violenta. Y que de esos modelos se desprendían pequeños dictadores como Perón.

Sabían que estábamos en Argentina y que las cosas nunca llegarían a la letal maquinaria  nazi o al crudo Gulag ruso. Sabían que era muy difícil perder la vida, aunque había casos. Lo más usual serían algunas temporadas en la cárcel, problemas para recibirse, algunos golpes. Aunque también hubo torturas, torturas en serio, con picana aplicada sobre una cama de metal, durante horas.

El apoyo obrero a Perón fue una amarga píldora que tuvieron que tragar. Fueron sorprendidos por la rapidez con la que la “clase obrera” – el gran mito socialista en el que muchos de ellos creían- se hacía fascista. Evita fue otro misterio: cómo podía ser que una figura de la farándula, enjoyada y vestida con pieles pudiera ser una especie de diosa de los pobres.

Si algo no pudieron entender, al menos en ese momento, es que el peronismo era una construcción mitológica, no un mero rejunte de oportunistas. Algo muy complejo que ya está inscripto en el ADN argentino, parte constitutiva de una cultura política y extrapolítica. Pero esa es otra historia.

Ellos sufrieron en peronismo real, no la narración mitológica construida para perdurar.  Para ellos, el peronismo fue el “tira” que los delataba, las golpizas en la Sección Especial, el control agobiante, la inexistencia de una prensa libre, el festival de “permisos de importación” con el que se premiaba  a los leales, la impudicia de la UES, la manipulación del deporte, el espectáculo y la cultura, al servicio del poder dominante. Fue la imposición de la educación religiosa, la intervención en las universidades y la destrucción de la Reforma, la persecución a los legisladores de la oposición, los oscuros negocios de Juancito Duarte, el refugio para los nazis, los profesores falangistas, los “amigos” como Somoza, Stroessner o Trujillo, los libros de lectura con frases como  “Mamá me ama, Eva me ama”, la afiliación compulsiva al Partido Peronista, las listas negras de artistas, la política exterior muy poco “popular y antiimperialista”.

Ese relato, para nosotros, simplemente no existía, era obra de la propaganda “gorila”, un infundio de los “contreras”. Nos negábamos a saber que Cipriano Reyes, coautor del 17 de octubre, había sido torturado y preso durante siete años, no sabíamos los nombres de los torturadores (los hermanos Cardoso, Lombilla, Amoresano) Nos negábamos a ver una realidad que nuestros padres conocían bien. Sus advertencias nos sonaban huecas: una tía vieja no puede saber más que yo quien fue Perón.

Y sin embargo, lo sabían: todos los fantasmas cuidadosamente ocultados, minimizados o justificados aparecen en estos relatos de los testigos. Sin histerias, reconociendo errores, algunos, incluso, afirmando que las cosas cambiaron mucho desde entonces. Pero nadie reniega de su militancia opositora. Ninguno de ellos abomina de sus posiciones, que fueron consistentes con los valores que encarnaban.

Se los puede acusar de ingenuidad. Pero ninguno actuó manipulado por poderes ocultos, por la tan mentada “Sinarquía internacional”, la Masonería, el Imperialismo o el judaísmo. Esos cucos fueron alimentados por Perón y combinados en una mezcla explosiva con los mitos tercermundistas. Esa extraña combinación de tercermundismo, fascismo y marxismo fue la que nos taladró la mente en los setenta. Aun hoy, esa mescolanza actúa determinando que el peronismo sea un animal político capaz de hacer y deshacer, decir y desdecir con total desparpajo.

Ellos fueron leales a sus ideas, incluso las equivocadas: el “clima de época” como dijo Pandolfi, haciendo alusión a un cierto izquierdismo ingenuo que coincidía en algún punto con el estatismo peronista, pero que rechazaba desde las entrañas el autoritarismo y el culto a la personalidad que caracterizaron al Régimen.

Ha sido una experiencia personal extraordinaria entrevistar a estas personas, los testigos olvidados.

 

* Sociólogo e investigador cultural 

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LOS ARGENTINOS Y LA DEMOCRACIA por Román Frondizi*

| 16 julio, 2014

 A la palabra democracia han sido dados diversos significados, muchos de ellos de circunstancia, como democracia popular o progresista o bolivariana o plebiscitaria,  formas que pretendían o pretenden encubrir  o disfrazar la dictadura.

Los llamados a la democracia suenan falsos si al mismo tiempo se asiste a su desnaturalización  como sistema político de las libertades y de los controles recíprocos; si, cotidianamente, los políticos en el poder agreden a la justicia, atacan su autonomía, crean nuevas mafias más ávidas que las anteriores, tratan de poner fin, con método y tenacidad, al principio de que la ley debe ser pareja sustituyéndolo por  los privilegios para los amigos, los corruptos y los serviles. Y, por todos los medios de que  dispone el Estado, que es de todos y no solo de ellos, por los medios de información y de persuasión comprados, pagados o cooptados, imponen su dictadura enmascarada, su libertad para defraudar y robar. Las mayorías que tanto se ventilan, cuya insubsistencia no es dudosa en la actualidad, son también una rendición creciente a la ideología del becerro de oro, del dinero ganado con cualquier medio como único fin y medida de la vida.

Este tipo de pseudo democracia, de falsa democracia,  de dictadura enmascarada o –para ser benignos- de dictadura de la mayoría, se caracteriza, entre otras cosas, entre nosotros, por su pretensión, realizada en gran parte, de controlar y condicionar a los medios tradicionales de información: diarios, radios y televisión.

 Así, en buena medida, vivimos en medio del ruido de las mentiras del relato oficial. Desde las estadísticas falsas, a los grandes anuncios incumplidos; desde  la estupidez de los programas de tv vulgares, aburridos, de una comicidad grosera, pero que son siempre mejores para el gobierno que otros programas que pueden hacer pensar, que pueden llevar a razonar, que para el régimen merecen la calificación de “embolantes” por el gusto vulgar de reducir todo al sexo y a la palabrota, como sucede en ciertos programas, v.g. los deportivos, en los cuales se habla de los atributos para nombrar a los testículos.

Una sociedad que tiende a reducir las virtudes de la humanidad  a tener testículos, idolatra al toro de monta como ideal supremo e induce a vivir como brutos.

No como valientes, que es otra cosa.

Será el subconsciente del país de los ganados? Qué paradoja!  Cómo explicar que, al mismo tiempo, hayan reducido a la postración a la ganadería, una de las principales riquezas  argentinas?

Cabe preguntarse ¿Cuál es la relación de los argentinos con la democracia?

Respuesta: carente, escasa.

Causa: falta de práctica, de costumbre. La democracia es un hábito, moral, social, político. Se adquiere y se arraiga con el ejercicio. En los últimos ochenta y cuatro años éste fue interrumpido por golpes militares seis veces, hubieron veinticinco años de gobierno militar, y catorce años de gobiernos nacidos del fraude electoral.

A quien la responsabilidad: nadie está exento, pero, de lejos, a los golpistas, civiles y militares, a los mesiánicos, a los que  instrumentaron la violencia para imponer sus creencias o sus intereses, con cinismo o sin él.

Consecuencia de estas y anteriores causas: los argentinos somos poco democráticos.

El pasado, desde 1810, muestra a muchos argentinos, a mi gusto demasiados –actores o justificadores más o menos vergonzantes- como  degolladores y fusiladores, se trate de federales o unitarios, salvo honrosísimas excepciones.

Y que en otras latitudes haya ocurrido algo parecido no justifica lo nuestro.

Luego, como fraudulentos o golpistas.

Más tarde, como terroristas o represores ilegales, como delincuentes de lesa humanidad.

Casi siempre, como intolerantes y descalificadores.

Divididos en facciones aparentemente inconciliables que se autotitulan como los buenos y etiquetan a los otros como los malos.

Hace ya más de ocho décadas que los períodos en que prevalecieron las formas democráticas y las políticas de conciliación resultaron muy cortos. Durante ellos el país progresó, con sus más y con sus menos.

Las comparaciones son odiosas, pero lo cierto es que los uruguayos que son más humildes y más sensatos, parecieran ser más democráticos. Para no hablar, claro, refiriéndonos a nuestro tiempo, de los holandeses, los suizos, los ingleses, los franceses o los norteamericanos, que se podría decir nacieron democráticos.

Decir que el pueblo argentino es democrático es casi una temeridad.

Sería una falsedad sino fuese por la existencia de una gran corriente ciudadana que, cuando las circunstancias lo permiten, manifiesta su preferencia por la vida democrática y aún republicana.  

Pero hay una fuerte gravitación de los tendencialmente autoritarios: por herencia, por costumbre, por educación  inducidos a mandar y a obedecer.

Demasiado.

No se está con la libertad sinceramente, no se la quiere íntegra, siempre, para todos como para nosotros mismos, devota de la Constitución y de las leyes, generosa, educada, premio y no castigo de Dios. Predomina la inspiración a la libertad con origen en los libros o en la imitación extranjera, mucho menos en  la íntima convicción. Pareciera escapar al argentino medio el principio democrático de que el poder y su conquista deberían ir parejos con las garantías individuales de los derechos humanos.

Hoy, el régimen vigente aplica la conventio ad excludendum  propia de los totalitarios, sean nazifascistas, stalinistas, falangistas,  populistas e inda mais: quien no es uno de ellos es un enemigo.

La soberanía popular se transforma en despotismo electoral.

El gobierno ve complots y sabotaje de parte de cualquiera que se atreva a oponérsele. Su índole antidemocrática se adivina en su propensión a la difamación, a la descalificación, al deseo incontenible de acallar  al que no se alínea, al desprecio por la razón honesta y serena sustituída por la “razón” (sinrazón?) del que grita más fuerte.

Al régimen lo caracterizan la  tergiversación o la mentira dichas con el mayor desparpajo, el desprecio por las reglas del juego, la gritería, la violencia verbal, prólogo de la física, y la absoluta indiferencia a la lógica, a la gramática, a la sintaxis, a la historia, a un mínimo de buena educación. Esto como marco del desbarajuste de un des-gobierno que está dejando al país en un estado lamentable.

Ninguno de los dictadores o de los aspirantes a dictadores, en sus diferentes variantes, habla de autoritarismo. Verbalmente, disimulan: los regímenes dictatoriales se reproducen con la reducción en todo lo que les es posible, sino con la anulación tout  court, de las garantías y de los derechos.

Los partidarios del dictador consolidan su poder autoritario lamentando mendazmente el odio y llamando a la unidad nacional, mientras continúan los ataques a la oposición, a la magistratura y a la  prensa  independientes. Crean un clima de intolerancia lamentablemente contagioso.

Entonces ¿qué valen en Argentina la democracia y las elecciones? 

Ante todo ha de decirse, premisa ineludible, que aunque sea poca y mala, la “democracia” que tenemos es mejor que nuevas dictaduras. Ella y las elecciones  son infinitamente mejores que las dictaduras militares.

La dictadura militar ha demostrado reiteradas veces que  es peor, mucho peor, que la “democracia” autoritaria que menosprecia las instituciones constitucionales y los derechos individuales. Esta, y la nueva sociedad de los ricos sin ética ni responsabilidad, sin tradición, es mejor, qué duda cabe, que las desapariciones, los fusilamientos, la tortura. Pero no representa una evolución virtuosa y civilizada.

Francamente, es demasiado poco, no es para alegrarse.

Si seguimos a este paso los argentinos vamos a votar el año  que viene sin saber qué soluciones concretas proponen los diversos partidos a los problemas de fondo que tienen al país poco menos que postrado.

Los demócratas nos ocupamos, a veces apasionadamente, de las virtudes y defectos de la Presidente, de sus deseos y caprichos, y declamamos los grandes  principios republicanos.

No basta.

Hace falta rescatar, difundir, consolidar las bases morales, económicas y sociales que den sustento y credibilidad a la democracia en la conciencia de los argentinos y en la práctica social. 

Hacen falta soluciones puntuales, programas de gobierno realistas con metas prioritarias, alcanzables, y medios idóneos para sacar al país del pozo.

Hace falta una gran convocatoria, sin egoísmos personales ni partidarios, que genere confianza e infunda entusiasmo, en la convicción de que  la recuperación económica y social requiere, hoy, fundarse sobre una base moral indispensable y perentoria.

 Argentina necesita construir esta alternativa!

                                                                Buenos Aires, julio de 2014.

 

* Abogado – Camarista Federal (r)

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PERDER ES GANAR por Esteban Lijalad *

| 15 julio, 2014

Es evidente que la confiscación del 51% de YPF no fue destinada a obtener el autoabastecimiento. Su motivación de fondo fue política, no económica.
En el imaginario kirchnerista, mi tamaño es el tamaño de mi enemigo. Cuanto más grande es mi enemigo, más grande soy yo. Obviamente, al Cristinismo (fase superior del Kirchnerismo) no le basta Magnetto, el CEO del Grupo Carín. Le queda chico. Por eso, ahora la pelea es con el Mundo: España y la Unión Europea, EEUU, el FMI, el Banco Mundial, "los poderosos", los Fondos “Buitres”, que me harán más poderosa a mi si los enfrento.
La épica  se reestablece en un plano aun más alto: los militares son un enemigo demasiado débil y obvio, el campo…ya volveremos por él, Clarín es un pequeño matón de barrio al lado del "mundo de los poderosos”. Con estas jugadas Cristina alcanza el papel protagónico de la película mundial, que es lo único que le interesa. En eso parece que su maestro es Galtieri en la Operación Malvinas,  con la diferencia que el militar calculó mal la "neutralidad" de EEUU y la OTAN y así le fue. Cristina no calculó mal: sabía perfectamente que estas medidas contarían inmediatamente con el repudio mundial.

Pero Ella no pelea para ganar, sino para perder. Perder contra el mundo, para ella, la coloca en el panteón de las heroínas, que es donde quiere estar , junto a Evita y, quizás, Juana de Arco.

Su lógica ya no es la de este prosaico mundo occidental, de racionalidad y cálculo. A modo de un Mujahidin que explota junto a su bomba para ganar el Paraíso, la lógica de Cristina no es la de este mundo sino la de una Redentora, como diría Enrique Krauze. El cálculo que hace no es de la racionalidad convencional sino que Ella – que se definió como hegeliana- maneja la contradicción y la dialéctica como pocos. Para Cristina no rige el principio de identidad, en el que A es igual a A siempre. En su lógica, perder luchando contra “los poderes” es ganarse un lugar único en la Historia, que es donde Ella quiere estar. No le alcanza con la política: quiere entrar en la Historia, en la Leyenda y en el Mito.

Kirchner, a su modo, recreó el Mito Peronista subclase Tendencia Revolucionaria, los “jóvenes idealistas de los 70”.

Cristina pretende algo mucho más audaz- y por ahora lo está logrando-:  reemplazar el viejo Mito Peronista por el Mito Kirchnerista.

Ya tiene un muerto – El, a quien invoca en cada discurso sin nombrarlo, como una Evita, que nos contempla desde el cielo – y tiene un Perón – ella misma- que además de vencer los limites de “género” vence a la enfermedad (el cáncer). En este mito, Él se inmola, como Evita y ella acumula poder, como Perón. En este Mito, ella realiza el deseo oculto de Evita: vivir y superar a Perón.

Para eso debe estar estudiando la historia del primer peronismo y copia. Copia la idea de acumular poder sobre la base de someter a todas las “fuerzas vivas” y, sobre todo, manejando hegemónicamente los medios de comunicación. Por eso necesita vencer a Clarín y La Nación, para unificar un único relato en la que Ella, la heroína, libra una apoteótica batalla contra los poderes concentrados. Copia también al política cultural,  deportiva y de entretenimiento del primer peronismo: el dominio casi excluyente de deportistas, intelectuales, artistas, cantantes, poetas, cineastas, pintores que día a día nos convencen se las bondades del “modelo” y su Conductora.

No le falta a este Cristinismo  el componente violento y autoritario- para eso tiene a La Cámpora. – y leyes como la Antiterrorista. Quiso así imponer una Reforma Constitucional que la llevara a la eternidad del poder y quiso imponer una Cultura Cristinista que opere sobre el alma y los sentimientos de los argentinos, para convertirlos en seguidores del nuevo culto.

Claro es que más allá de la épica, finalmente tuvo que pactar con Repsol, con el Club de París y deberá pactar con los Holdouts. Marchas millonarias, perdida electoral en 2013, rechazo a la reforma del Poder Judicial, derrumbe en las encuestas han archivado ese proyecto totalitario.

Pero este juego en el gran escenario de la Historia y la Epopeya no fue gratis para el país. Repercutió en una baja de inversiones externas e internas, lo cual implica recesión, más desocupación y más inflación. En lo político esto nos arrojó de lleno al eje liderado por Irán, seguido por Venezuela y apoyado por Rusia y China , que pueden darse el lujo de enfrentar a Occidente sin demasiados problemas ¿Podemos enfrentar a Occidente? Es obvio que no, que no "nos da el cuero", que es una jugada a pérdida. Pero qué importa: hemos recuperado la "dignidad" y la épica cristinista está en su apogeo. Eso es lo importante.

Para ella, perder es ganar.

* Es sociólogo e investigador cultural

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BARRACAS, EL BARRIO DE LAS TRES ESQUINAS por Carlos Manus

| 15 julio, 2014

Este barrio debe su nombre a las antiguas barracas que a fines del siglo XVIII comenzaron a instalarse en la orilla izquierda del Riachuelo, construcciones rudimentarias que almacenaban cueros, lanas, cereales y otros productos que salían o llegaban a la ciudad. Algunos historiadores afirman que las barracas eran el primer lugar donde alojaban a los esclavos traidos al Río de la Plata.

Desde la época del gobierno de Juan Manuel de Rosas hasta fines del siglo XIX, Barracas fue el lugar de residencia de las familias más acaudaladas, las  que habitaban en lujosas casonas y veraneaban en las señoriales quintas que bordeaban la avenida Santa Lucía (después Calle Larga y luego avenida Montes de Oca), nexo principal entre el centro de la ciudad y el Riachuelo. Durante esa época el barrio cobró mucha importancia y en 1833 se realizaron corridas de toros en homenaje a Rosas.

La epidemia de fiebre amarilla que se desató a finales de ese siglo, traída por las tropas que regresaban del frente de la Guerra de la Triple Alianza, causó que esas familias se mudaran a la zona norte de la ciudad. Años más tarde llegaron las olas de inmigrantes (con preponderancia de gallegos, cántabros, genoveses y judíos sefardíes) que, conjuntamente con la instalación de fábricas, transformaron la zona en un barrio industrial de clase trabajadora.

Es el barrio mencionado por Leopoldo Marechal en su obra Adán Buenosayres y por Ernesto Sábato en Sobre héroes y tumbas.  Fue cuna de los payadores César Cantón y Félix Hidalgo y de Angel Villoldo autor de los tangos El choclo, La morocha y Cuidado con los 50. Varios tangos fueron ambientados en Barracas:

Viejo café de Barracas,

turbios recuerdos de entonces,

que allá por el año once

tenía entreveros de facas…

Hoy has cambiado tu pinta,

todo es nostalgia y neblina,

ya no es muchachos de esquina

la del Café El Pasatiempo,

cuando tocaba en sus tiempos

el Tigre del Bandoneón[i]…

               Café de Barracas. Enrique Cadícamo

 

Una calle en Barracas al Sur[ii],

una noche de verano,

cuando el cielo es más azul

y más dulzón el canto del barco italiano…

(…)

Y, desde el fondo del Dock,

gimiendo en lánguido lamento,

el eco trae el acento

de un monótono acordeón,

y cruza el cielo el aullido

de algún perro vagabundo

y un reo meditabundo

va silbando una canción…

               Silbando (1925). José González Castillo

 

… Bailarín compadrito,

que floreaste tu corte primero,

en el viejo bailongo orillero

de Barracas al Sur…

               Bailarín compadrito (1929). Miguel Bucino

 

Yo soy del barrio de Tres Esquinas,

viejo baluarte de un arrabal

donde florecen como glicinas

las lindas pibas de delantal.

Donde en la noche tibia y serena

su antiguo aroma vuelca el malvón

y bajo el cielo de luna llena

duermen las chatas del corralón.

Soy de ese barrio de humilde rango,

yo soy el tango sentimental.

Soy de ese barrio que toma mate

bajo la sombra que da el parral.

En sus ochavas compadrié de mozo,

tiré la daga por un loco amor,

quemé en los ojos de una maleva

la ardiente ceba de mi pasión.

Nada hay más lindo ni más compadre

que mi suburbio murmurador,

con los chimentos de las comadres

y los piropos del picaflor.

Vieja barriada que fue estandarte

de mis arrojos de juventud…

Yo soy del barrio que vive aparte

en este siglo de Neo-Lux

               Tres esquinas (1941). Enrique Cadícamo

 

Las Tres Esquinas son las que se forman con el cruce de la calle Osvaldo Cruz (antes llamada Tres Esquinas) y la avenida Montes de Oca.  En la intersección de Osvaldo Cruz con las calles Vieytes y Herrera existía una estación de ferrocarril llamada Tres Esquinas destinada a trenes de carga que empalmaba con las vías procedentes de Plaza Constitución.

Junio 6, 2013

 

 

 


[i]   Apodo de Eduardo Arolas.

 

 

[ii]  Barracas al Sur (o Sud) fue el nombre original de la ciudad de Avellaneda.

 

 

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LAS MANÍAS DE MALTÉS (publicación póstuma) por Néstor Grancelli Cha

| 14 julio, 2014

 

DON EDUARDO MALTES NO ES UN JUBILADO CUALQUIERA.

Se jubiló cuando cumplió 60 porque en esos años ese era el límite para pasar a ser un número en la Anses y desde hace 10 años, le reclama judicialmente el pago de haberes mal liquidados. Sus cálculos matemáticos son irrebatibles, pero no por ello logra cobrar lo que le corresponde.

Mientras tanto se ha venido especializando en una extraña manía: la de calcular el tiempo promedio del ejercicio efectivo del mandato de los presidentes argentinos, desde la organización nacional en 1853 hasta 2015, año en que finaliza el mandato de la actual presidente.

Parece un hombre de edad indefinida pero los que lo tratan le dan unos 80 años como  máximo.

Y a los que sabemos su edad por algún motivo -yo vi su libreta de enrolamiento en ocasión de un trámite aduanero- nos cuesta aceptar que ya cumplió 99 y es notorio que cada día se lo ve más activo, siempre concentrado en algún tema que intenta conocer a fondo.

Es notable el empeño que pone en esas incursiones por materias insospechadas porque pasa de un tema a otro con el mismo afán de arribar a las conclusiones que pretende alcanzar.

Yo lo conocí cuando estaba dedicado, por los años 40, a estudiar métodos para humidificar el tabaco sin alterar sus condiciones básicas, como un aporte a una industria que no mostraba avances en las técnicas productivas. Sería quizá porque fue un fumador sin límites.

Otro año anduvo averiguando datos que siempre anota en cuadernos numerados. En esa época de nombres, población, formas de gobierno, idioma y miles de datos sobre los Estados que nacieron con la desintegración de la Unión Soviética y que, antes de ello, eran parte de su vasta geografía. Había recopilado mapas y estadistas como para formar un archivo destinado a nostálgicos de la experiencia soviética.
Nadie sabe cuántas de estas manías lleva documentadas en sus cuadernos numerados. Dicen que sólo su hijo Nerio sabe cuántos cuadernos revelarían las curiosas manías acumuladas a lo largo de años.

Nerio, el hijo mayor de don Eduardo es abogado, pero ya no ejerce la profesión. También se jubiló y ahora ayuda a su padre en esas laboriosas tareas investigativas. Dicen lo más allegados a Don Eduardo que su hijo lo hizo desde siempre y mas desde que se jubiló.

Es un setentón que aparenta mas años de los que tiene. Nunca se refiere a su edad pero revela en cuanta ocasión puede que su padre nació en 1914 y tras una breve pausa estudiada, precisa: "en aquel año famoso por eso de la iniciación de la primera guerra mundial". En ocasiones también referencia el 14 con el escenario nacional y recuerda que en " Argentina dos presidentes ocuparon el cargo del mismo mandato, por muerte, Roque Sáenz Peña, y el vice que lo sucedió, Victorino de la Plaza". De paso, le asigna al nacimiento de su padre el carácter de " hecho histórico" similar a la gestión gubernamental de Sáenz Peña, cita que le da pie para una larga exposición sobre la ley electoral y sus consecuencias políticas.

Nadie duda que esas disertaciones de Nerio habrán influido en su padre para su más reciente manía, la de establecer el tiempo promedio de duración en el cargo de nuestros presidentes. Tarea que no parece haber interesado a historiadores ni a politólogos.

Lo reveló hace unos meses su sobrina Eugenia quien asegura que Don Eduardo ha registrado en su cuaderno número 76 las sucesiones presidenciales desde 1854, año en que asumió la presidencia Urquiza, es decir, desde el inicio de la institucionalidad, conforme a las normas de la Constitución Nacional sancionada un año antes.

También comenta su beata y solterona sobrina que su tío no necesita valerse del cuaderno 76, porque Don Eduardo sabe de memoria nombre y apellido de los 47 presidentes que siguieron a Urquiza desde 1860 hasta nuestros días, o sea, desde Derqui hasta Cristina Fernández, hasta el 2015 por su segundo mandato, cerrando un lapso de 161 años durante el cual se sucedieron 48 presidentes.

En esta materia, don Eduardo es una computadora y puede prescindir de su cuaderno, pero es consciente que no puede obtener una cifra inobjetable como promedio de duración en el cargo. Primero, porque estas 48 personas del período no fueron 48 ciudadanos distintos. El dato incluye casos de presidencias en los que se repitió la misma persona en otro mandato constitucional o por reemplazo del titular para completar el período de un mandato acéfalo. Tal los casos de Julio Argentino Roca (1880-1886) en el primero y  (1898-1904) en el segundo, ambos de 6 años; el de Hipólito Yrigoyen (1916-1922) de 6 años y el segundo (1928-1930) de sólo dos por el golpe del 6 de setiembre de 1930; y el caso de Juan Domingo Perón con triplete: el primero de 1946 a 1951, el segundo de 1951 a 1955 año éste en el que fue depuesto. Elegido nuevamente en 1973, su mandato solo fue de un año ya que falleció en 1974.

También repitió su mandato Carlos Menen (1989-1995 el primero y 1996-1999 el segundo) el último de 4 años por modificación de la Constitución Nacional que redujo el período de 6 a 4 años.

Estos casos complican el cálculo para establecer un promedio resultante de dividir el número de años de1854 al 2015 por el número de personas que juraron el cargo. Y complica también la determinación del número promedio la diferencia entre un período de 6 años con otro período en el que el tiempo del mandato se redujo a 4 años. Además, hay que tener en cuenta otra circunstancia: hay presidentes que no terminaron sus mandatos, ya fuere por fallecimiento, enfermedad o, muy común a partir de 1930, depuestos por golpes de estado.
Pero la dificultad más notoria de don Eduardo para computar promedios, han sido los casos en los que una persona ocupó el cargo sólo pocos meses y otros algunos pocos días, como ocurrió entre 1970 y 1983, período en el que ocuparon la presidencia 7 militares y 3 civiles en sólo 13 años !!. O durante la crisis de fin de siglo que en un lapso de solo 6 años, desfilaron por presidencia 6 políticos, algunos durante pocas horas !!

Sus nombres aun se recuerdan porque ello sucedió hace muy poco tiempo: de la Rúa electo en 1999, renunció en el 2001 y a partir de ahí siguieron: Puerta, Rodríguez  Saa, Camaño, Duhalde y después de una elección en la obtuvo menos del 23 %, Néstor Kirchener.

Don Eduardo menciona también otro período que llama de "curiosa institucionalidad militar". Alude al iniciado en 1976 a raíz del golpe que depuso a María Estela Martínez de Perón, durante el cual los presidentes fueron militares elegidos por los comandos de las tres Fuerzas Armadas. Se trata del gobierno del "proceso" que se conoció en el mundo como el régimen más brutal de eliminación de la oposición mediante torturas y desaparición forzosa de personas.

Pero don Eduardo, como saboreando un final atrapante de su discurso, y sabedor de lo siempre actual de ciertos nombres, deja para último caso a mencionar, el período que va de 1943 a 1958, lapso durante el cual se desempeñaron como presidentes cinco militares como actores de facto y dos veces uno, Perón, electo por el voto popular. Ahí don Eduardo hace una pausa y tras unos segundos de silencio, sentencia, como al pasar y en el mismo tono monocorde, " legitimidad de origen, lo que no asegura gobierno democrático y republicano". El golpe del 43 y el gobierno inicial de Perón, aclara, "trajo semillas del fascismo y cada cosecha todavía sigue alimentando el enano fascista que hay en gran parte de los argentinos.
Un día me animé a preguntarle cómo iba la tarea para establecer el promedio que se proponía revelar.- Se escudó en evasivas afirmando que " las matemáticas no son una opinión" y que los datos para arribar a resultados incuestionables pueden inducir a engaño.

Con todo, últimamente explica que, con reservas, se puede "estimar" que la duración media del ejercicio efectivo del cargo presidencial podría andar entre tres y tres años y medio años. Es decir, sentencia, una prueba más de la debilidad de nuestra democracia.

Y no olvide, agrega, que la mayor parte de ese período inicial de más de 150 años, el mandato presidencial era de seis años, mientras que son contados con los dedos de la mano los ejercicios de sólo cuatro!!

Debo decir que los cuadernos de don Eduardo, guardan además otro material que él prefiere leer en reuniones de amigos porque son páginas escritas por su hijo Nerio, el abogado que según otros parientes, no ejerció nunca la profesión. En esos escritos, también inspirados por su padre, es visible la formación jurídica pero sobre todo humanista que nadie le asignaría a él por su aspecto que lo asemeja a un músico desocupado o a un poeta en crisis intelectual….
Yo asistí a uno de los encuentros amistosos que convocaba un amigo íntimo de los Maltes. Esa noche don Eduardo leyó páginas escritas en el cuaderno 72 referidas a disposiciones constitucionales sobre los períodos presidenciales. Me pareció una buena lección para instruir a los ciudadanos y le pedí una copia del texto. Pocos días después me envió la copia solicitada y me pareció oportuno transcribirla en esta nota que, si alcanza divulgación en algún Blog, ayudará a comprender la gravedad de las crisis que tanto perturban la estabilidad social y el desarrollo económico de Argentina.

Antes de agregar la transcripción, debo confesar que estuve tentado de pedir también la nómina de todos los presidentes que ejercieron parcial o plenamente el período conforme al mandato conferido. Me hubiera gustado publicarla junto al escrito del cuaderno 72. Esa lista con nombres, fechas y datos básicos, constituyen un documento que seguramente ahora se puede leer recurriendo a Internet, pero pocos podrían prescindir de anotaciones y valerse sólo de la memoria como lo hace Don Eduardo, un jubilado que viene reclamando hace más de 10 años, mientras prepara incontables cuadernos. Una manía para imitar.

Este es el texto que transcribo, sin tocar una coma:

Cuaderno Número 72 – pág.12

"Para cumplir con una de las reglas del sistema republicano, en 1853, nuestros constituyentes fijaron como elemento central de la estructura de poder, la periodicidad de las funciones de gobierno. En ese sentido, la constitución de ese año, estableció un período presidencial de 6 años, sin reelección inmediata y sin que evento alguno que hubiera podido interrumpirlo, pueda ser motivo de que se le complete mas tarde. Este sistema fue modificado en 1949, admitiéndose la posibilidad de reelección sin límites.

Tras el golpe de estado de 1955 se restableció el sistema original hasta 1972.
El gobierno militar de entonces dispuso una reforma constitucional que, para continuara vigente una vez restablecida la democracia, debía ser ratificada por una Constituyente antes de l98O. Conforme ella, el mandato presidencial se redujo a cuatro años con posibilidad de un una reelección posterior, inmediata o no.
El golpe de Estado de 1976 terminó con la efímera vida de esta reforma, retornándose al régimen original en las elecciones de 1983 y de
1989. Poco después, en 1994, se volvió a reducir el mandato presidencial a cuatro años, con posibilidad de una reelección inmediata posterior.
La renuncia anticipada de Raúl Alfonsín en 1989 generó dudas en cuanto a la duración del mandato de Carlos Menem, quien asumió antes de la fecha en que debió comenzar su mandato. Esta situación fue zanjada en la reforma constitucional de 1994 que también dispuso una cláusula transitoria por la que el mandato presidencial de quien asumiera el cargo en julio de 1995, se extendería por única vez hasta diciembre de 1999 (cuatro años y seis meses).

La crisis de comienzos del siglo XXI también provocó problemas respecto a la duración del mandato dado que antes de la renuncia de Fernando
de la Rúa, había renunciado su vice Carlos Álvarez y después de una sucesión de cuatro legisladores, asumió Duhalde quien no completó el mandato que correspondía a de la Rúa, El problema obligó a modificar la Ley de acefalía disponiéndose que, si al momento de la renuncia del presidente hubiese un ciudadano electo, éste completará el mandato, sin que tal período se computase a los fines de su propio mandato.

Esto posibilitó que Néstor Kirchner gobernase por más de cuatro años, o sea desde mayo de 2003 hasta diciembre de 2007 "

Tal el texto que nos leía Don Eduardo y nunca olvidaba apuntar al finalizar la lectura;  ! Y como si esto fuera poco, dejó por dos mandatos, es decir por 8 años más, a su mujer!!.  País sin suerte éste!!

 

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