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BORGES Y KAFKA ANTE LA LEY por Marcela Solá*

| 29 noviembre, 2014

                                                                         a Diana Sperling                   

Borges y Kafka.  Uno soñaba los laberintos, el otro soñaba el destino y la pesadilla contemporáneos.  Los laberintos  y las pesadillas habitan los textos tanto de uno como de otro. Voy a tratar de leer esas pesadillas y laberintos en referencia con la ley. La ley positiva y también  la simbólica, sobretodo la simbólica.  De esa ley simbólica como entidad abstracta ordenadora de la realidad. De esa ley como horizonte donde se despliega el mundo. De una ley  de origen arcaico que sigue influyendo en las acciones de los hombres de manera secreta. Y que asoma como fatalidad , en el sentido de la existencia de algo que debe cumplirse. Quisiera poner en relación ciertos relatos de Borges y de Kakfa, en los que se puede advertir, en su trasfondo,  una insólita similitud en cuanto a cómo se planta el sujeto, ante esa ley simbólica, que siempre se rehusa. En esos relatos hay algo que permanentemente huye. Huye pero deja una estela, y ambos autores caminan por esa estela que no tiene fin, a la persecución o a la espera de algo que se niega a dejarse apresar y ni siquiera a permitir que se lo comprenda. El momento de la resolución se halla siempre postergado, no hay resolución que apacigüe la tensión narrativa. Creo que, de esa manera, tanto Kafka como Borges, anulan, o al menos detienen, paradójicamente, la noción de destino.

Esa infinita postergación que impide todo cumplimiento final, la hallamos entre otros en La muerte y la brújula, y en el cuento de Kafka Ante la ley, que son de los que quiero hablar. En ambos relatos, sus protagonistas, en su relación con la ley, se encuentran inmersos en una serie de tiempo potencialmente infinita. El aplazamiento es la única forma de resistir.

Ante la ley es una pequeña parábola que apareció en vida de Kafka en el volumen de relatos titulado Un médico rural. Tras su muerte, se publicó inserta en el capítulo noveno de El proceso.

En ese relato, un campesino se presenta ante la puerta de entrada a la ley, queriendo acceder a ella. El guardián que la custodia le dice que por el momento no le permitirá entrar y le muestra los peligros que le aguardan si decide entrar, puesto que a esa puerta la suceden más puertas, y delante de ellas hay un guardián que cada vez es más peligroso y aterrador, más feroz. El campesino, asustado,  vacila y permanece ante la puerta durante años sin decidirse hasta que al final, ya al borde de la muerte, ya casi sin voz, pregunta al guardián como es que nadie más se ha acercado con la intención de entrar  si todos aspiran a la ley y el guardián contesta que esa puerta le estaba adjudicada sólo a él y que cuando muera procederá a cerrarla.  Así, el campesino morirá sin saber cuál es la ley que lo rige.

La respuesta del guardián es quizá el centro de la parábola. La Ley podrá ser igual para todos está diciendo el guardián, pero es un hecho que cada uno entra por una puerta diferente. Es una ley, como dice Marina Gorali,  “que impide o sustrae su propia aparición. Una ley que, inasible, funciona no obstante como referencia, como aquello que anuda, que sujeta, sin impor­tar demasiado qué hay detrás. La puerta deviene entonces lo relevante, y no el contenido que ésta ha de revelar. La ley como pura forma cifra, en definitiva, el vacío mismo del universal. La puerta no está allí porque exista ex ante, sino porque la necesitamos y la necesitamos para el acto mismo de nuestra subjetivación. Por eso  la construimos, como condición de nuestra propia posibilidad. Esa es quizás, la clave de la ley”. Ahora bien, la  ley está hecha con palabras y  las palabras no son absolutas. Hay una infinita potencialidad de sentidos. Es esa serie potencialmente infinita la que se despliega en el relato, la que se transparenta detrás de la precisión detallista y austera de la escritura de Kafka. La que espía el campesino, cuando el guardián no lo ve. La serie infinita de puertas y guardianes que se pierde en el horizonte de una ley que se ha vuelto impenetrable. Pero en el capítulo 9 del proceso, el sacerdote le cuenta a K, la historia del campesino y el guardián. Tiene lugar una serie de interpretciones de uno y otro y al final  discuten si el vigilante decía la verdad o mentía. K se inclina por lo primero pero el sacerdote le contesta que no se debe tener todo por verdad, sólo se tiene que considerar necesario.

Triste opinión- dice K, la mentira se eleva a fundamento del orden mundial. Sobre esto volveré luego. 

La muerte y la brújula, es un cuento policial que narra cuatro crímenes de ahí el nombre del cuento porque la brújula marca los cuatro puntos cardinales en los que se producirán las muertes. Sus protagonistas son, básicamente el detective Eric Lonrot, y el criminal Red Scharlach. El cuarto crimen será el del propio detective a manos del asesino Scharlach. Hasta allí, leemos un cuento policial. Pero en el instante final, antes de que el criminal termine con su venganza y mate al detective, este le dice textualmente: Scharlach, cuando en otro avatar usted me dé caza, finja (o cometa)  un crimen en A, luego un segundo crimen en B, a 8 kilómetros de A, luego un tercer crimen en C a 4 kilómetrosde A y de B, a mitad de camino entre los dos. Aguárdeme después en D, a 2 kilómetros de A y de C, de nuevo a mitad de camino. Máteme en D, como ahora va a matarme en Triste-le-Roy. Es decir, ponga en obra la paradoja de Zenón de Elea. Este pedido final del detective resignifica la lectura del cuento y nos pone ante la sensación de que todo este tiempo hemos estado leyendo por encima del texto, cuando por debajo lo que estaba ocurriendo, se situaba en otra dimensión y en otro tiempo. ¿Red Scharlach mata o no mata a Lonroth? La obra de Kafka, Anta la ley, ofrece la misma incomodidad de lectura debido a la sensación de estar leyendo al mismo tiempo, dos relatos en dimensiones diferentes.  ¿Es o no accesible la Ley? ¿Es tan siquiera comprensible?

El criminal le tiende una trampa matemática al detective, basada en su conocimiento de cómo funciona la mente razonadora del mismo. El detective cae en su propia trampa y la última e incierta muerte es la suya. En el medio está el jefe de la policía, que usando el sentido común y su experiencia da una solución que resulta ser la correcta pero que Lonroth deja de lado porque no es interesante.

—No hay que buscarle tres pies al gato —dice Treviranus, el jefe de policía,  y continúa exponiendo la idea de que el crimen ha sido la consecuencia involuntaria de un robo.

—Posible, pero no interesante —responde Lönnrot, Usted replicará que la realidad no tiene la menor obligación de ser interesante. Yo le replicaré que la realidad puede prescindir de esa obligación, pero no las hipótesis. En la que usted ha improvisado interviene copiosamente el azar.

Walter Benjamin, en sus Apuntes para un ensayo no escrito sobre Kafka, habla de su obra como “la enfermedad del sano sentido común”. Esa alteración del sentido común es la que  padece Lonroth con su feroz empecinamiento racional, semejante al empecinamiento del campesino que, sin atreverse a traspasar el umbral, sin embargo elige permanecer allí hasta la muerte. A Lonroth esa enfermedad de la razón lo lleva a excluir el azar. Es decir, la posibilidad de lecturas  imprevistas y distintas.  Las mismas que, sin embargo, Borges crea en ese relato policial, donde el criminal es más inteligente que el detective, la verdad no triunfa, la justicia tampoco, etc. Es decir, la inversión de todas las leyes del policial.

En ambos cuentos está presente la ley. La ley positiva y  la ley  simbólica. Es desde esta última que me interesa leerlos. La ley que gobierna los actos del detective es tan arbitraria como la ley inaccesible para el campesino ante su puerta y que impera en las novelas de Kafka. Aparentemente, en un caso, ese destino parte del interior de Lonroth y en el campesino o en K en el Proceso, desde el exterior y sin explicación posible. Eso  es lo que la vuelve arbitraria e inexorable. Y es esta idea de destino, al que están condenados sin saberlo que, de manera encubierta, subyace bajo los personajes de ambos cuentos. En ambos flota la idea de que hay algo en constante reproducción. Tanto Lonroth y Red Scharlach como el campesino, están inscriptos en una serie potencialmente infinita que no deja percibir ninguna resolución. A lo largo de esa serie, la ley positiva se ha esfumado, sólo aparece una ley simbólica que los atraviesa pero a la que no se puede acceder, que los atraviesa sin que ellos puedan, aparentemente, determinar lo que les sucede. Hay en esto una violencia implícita que viene por afuera de la ley, que es, en suma lo que debería protegerlos de la misma. Una violencia que escapa a la ley porque ¿como aplicar la ley cuando en el relato de La muerte y la brújula la justicia y el andamiaje en el que se sostiene se hallan subvertidos y cuando el campesino, atemorizado, carece de voluntad?

. Hay una frase de Nietzsche que dice: quien tiene carácter tiene también una experiencia que siempre vuelve. Se suele unir la idea de carácter a la de destino. Pero qué entendemos aquí por destino. Nosotros no pensamos en términos de destino: esto esta totalmente fuera de moda. Sin embargo, como dice  el filósofo italiano Roberto Espósito, hay ideas o nociones que aunque no se nombren, actúan y configuran conductas y formaciones culturales, mucho más allá de lo que uno sepa o se dé cuenta. ¿Es ese resto atávico, arcaico, lo que atraviesa a los personajes mencionados? ¿Es la inagotable repetición de lo que ya ha sucedido y está sucediendo desde siempre? Es lo que parece decirle Red Scharlach a Lonroth cuando le habla de un laberinto que consta de una sola línea recta y que es indivisible, incesante. Sin principio ni fin. ¿Es esa ley a la que están sometidos los personajes de esos cuentos? Una ley que como dice Kant no necesita que nadie responda por ella. La ley está entre nosotros, hecha para nosotros. ¿Y de dónde viene su autoridad?: tautológicamente, de la ley misma. Ella misma se da su propio valor. Nada legaliza la ley salvo ella misma.. Pero, recordemos una vez más, la  ley está hecha con palabras y las palabras no son absolutas.

Hay dos maneras de no dar en el blanco en los escritos de Kafka, dice Walter Benjamin, una sería la interpretación natural, otra la sobrenatural, y lo mismo podría aplicarse a Borges. Ni dioses ni naturaleza sirven como explicación de ambos relatos. Por eso he abordado la lectura desde una interpretación que no es ni una ni la otra, sino intermedia como es la ley, ya que la ley es la intermediación simbólica inventada por la humanidad para sustraerse a los dioses, por un lado, y a  la pura biología, por el otro. Creo que a través del lugar que toma la ley, en esos relatos, podemos acceder a una lectura que nos permite llegar a una segunda interpretación que evita recurrir a los rasgos de carácter al que se les adjudica la noción de destino. Algo que sería fácil advertir en una primera interpretación natural si advertimos la empecinada racionalización de Lonroth, que lo hace caer en la trampa de Scharlach y la indecisión intrínseca  del campesino que le impide traspasar la puerta. Esa segunda lectura permite acceder a una realidad más allá, pero no del más allá, que indica que habitamos en la incertidumbre y la absoluta dependencia de la manera en cómo leemos el mundo, lectura que puede estar provista de infinitos sentidos.  La ley, como universal, es una  estructura que nos permite pensar y actuar, aunque vacía de contenido empírico.Esa es la hendija por la que se cuela la palabra.

En otras palabras, cuando la posibilidad de conocer la ley se desplaza hacia  una serie potencialmente infinita de puertas y guardianes, de venganzas que replican en ese laberinto que es la aporía de Zenon de Elea hasta desdibujar esa ley y volverla simbólica e inalcanzable y,  sobre todo, incomprensible, entonces sólo la ficción, al fin y al cabo también una violencia que imponemos sobre el mundo, puede dar cuenta del mundo en que habitamos. A través de sus creaciones, los grandes escritores han ido nombrando el mundo y añadiendo sus gentilicios a la manera de ladrillos en su estructura, por eso nosotros atravesamos, ahora,  situaciones dantescas, shakespereanas, kafkianas y borgeanas. Eso hace el arte por la realidad: la crea. Ya lo dijo Cervantes en su última novela Los trabajos de Persiles y Sigismunda: Llegué a las puertas de la gramática, que son aquellas por donde se entra a las demás ciencias.

*Escritora y ensayista

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LAS CAUSAS DE LA CRISIS POLITICA EN LA ARGENTINA por Roberto Cortés Conde*

| 19 noviembre, 2014

Con la vuelta al régimen constitucional en 1983 parecía que la Argentina  había dejado atrás  un ciclo de medio siglo de inestabilidad y  crisis  política. Esto pareció confirmarse porque, a pesar de las muchas dificultades y  problemas económicos,  contrariamente a lo que había ocurrido en el  pasado,  se vivieron  las sucesiones pacíficas de tres gobiernos y la alternancia de los partidos (radical y justicialista) en el poder. Hacia fines del siglo XX  parecía que se abría una nueva etapa sin intervenciones militares ni quiebres institucionales con  un régimen político competitivo..

Pero esto fue así? El hecho de que no se volviera a intervenciones militares, lo que es muy positivo aunque en gran parte resultado de hechos externos,  no basta para decir  que se  transita  un verdadero camino  constitucional y democrático. Subsisten hábitos que chocan con la existencia de  regímenes  políticos competitivos   e impiden   la alternancia de los partidos en el poder. Ello puede  generar en adelante  crecientes  situaciones de inestabilidad.  Estos hábitos han sido  la expresión de una  crisis política de larga duración  que  se generó al crearse organizaciones políticas desde el poder y que desde éste   usaron  sus recursos para excluir la competencia y perpetuarse.  .

El origen de ese estilo  político   se remonta al   golpe del 43,  cuando desde el gobierno se creó  una estructura   para elegir a  Perón en el  único proyecto  exitosos   que tuvo  un régimen  militar para  sucederse. Organizado como partido de poder en el gobierno del golpe del 43  sobre la base de  la estructura  de las delegaciones regionales de la secretaría de Trabajo  (su verdadera organización política) y con los recursos del estado  nacional se construyeron una organización gremial  oficialista y  en ámbitos locales coaliciones clientísticas , las que conformaron  un régimen no competitivo hegemónico  En 1949 cuando Perón   decidió  la reforma de la Constitución de 1853 eliminando la cláusula que prohibía la reelección y que ninguno de sus antecesores desde Urquiza había intentado hacer,  mostró su disposición a perpetuarse  . Aunque el país vivió sistemas políticos  variados y que  los gobiernos no dejaron  de usar   métodos poco cristalinos  para ganar elecciones, ninguno,  ni Roca, ni Irigoyen  entre otros,  reformaron la Constitución para perpetuarse.

El perpetuarse   se convirtió en un rasgo del peronismo , que reiteró  casi medio siglo después Menem en 1994 cuando reformó la Constitución para reelegirse  y cuando trató en 1999 forzar la interpretación de la reforma  para hacerlo nuevamente, iniciando así un nuevo período de crisis política tras diez años  de estabilidad constitucional..

Perón no creía en un régimen político competitivo y tomó medidas para impedirlo,  desde controlar  los medios de comunicación, el uso partidario del estado y  la represión directa, de sus opositores con lo que logró construir un mercado político cautivo para el partido de gobierno.

Pero más aún Perón no tenía confianza  en sus lugartenientes   – como se vio en su reiterada defenestración – comenzando con Domingo Mercante y terminando con Héctor Cámpora – lo que  respondía  a  su  visión del poder,  porque estaba convencido  que nadie que llegara a éste  lo iba a   abandonar por lo que debía sucederse él mismo o en todo caso alguien de su propio familia..

La oposición casi desapareció, no porque no tuviera ideas sino porque las reglas del juego le obligaban a perder. La regla es que el que está en el gobierno no puede ser derrotado, ya que el gobierno provee de los recursos necesarios para impedir al acceso a otros. En esa situación la oposición estaba  derrotada de antemano por lo que tendió   a ser  irrelevante. Sin embargo como pasa en los regímenes no competitivos la oposición se generó desde adentro,  las diferencias se dan  el mismo oficialismo, (todos eran federales en la época de Rosas)   En el curso de 10 años de  desgaste la oposición surgió del mismo oficialismo y al agregarse  la Iglesia volcó a importantes sectores militares lo que se culminó  en el movimiento que derrotó a Perón en 1955.

Caído Perón  el mercado político se hizo más abierto pero no  para el peronismo  que estuvo excluido durante 18 años, por lo que continuó un régimen sin alternancia  En 1973 su inclusión podría haber iniciado un régimen  competitivo y más estable salvo que esta vez la crisis surgió  desde el propio peronismo y esto porque por definición  todas las fracciones enfrentadas  se proclamaron peronistas porque esa era la única forma de  acceder al poder. Una vez en éste  los  peronistas del trasvasamiento generacional podían cambiar su  orientación, lo que provocó la sangrienta confrontación que concluyó en el golpe militar de 1976

La restauración constitucional de l 983 pareció inaugurar un camino de vigencia de la Constitución, cuyos valores  recordó Alfonsín al recitar su preámbulo,  acompañado por una enorme multitud que los compartió, al cierre de la campaña electoral de 1983.

Pero esto fue así?

Los orígenes inmediatos de la crisis que se desencadenó en el 2001 fue la reforma del 94 que permitió la reelección presidencial de Menem  quien intentó perdurarse en el poder con un tercer mandato, lo que hubiera logrado  sino fuera por  la oposición de Duhalde.

Cuando uno está en el poder no lo deja, porque si lo hace no tiene chances de volver a obtenerlo. Sospechaba y con razón  (por lo que ocurrió luego)  que si dejaba ganar  a Duhalde,  nunca retornaría a la presidencia.

Esto condicionó el siguiente desarrollo de la crisis

De la Rua ganó la elección no porque el sistema fuera competitivo sino porque Menem no hizo lo necesario desde el gobierno nacional  (lo que se esperaba de uno peronista) para que ganara Duhalde,  Este  le  cobró mas adelante  modificando el régimen de internas y sacándolo  de la carrera. Por otro lado en 1983  Alfonsín  pudo ganar  porque los peronistas no estaban en el gobierno. Los casos  en que los peronistas no accedieron  al poder no se debieron a que hubieran aceptado  la alternancia sino a factores más allá de su  control.

Pero lo que vivimos es consecuencia de ese enfrentamiento.

Tras las elecciones del 2001 en que  el radicalismo perdió,  al peronismo le hubiera convenido esperar  hasta la presidencial del 2003, porque sin duda  ganaba. Pero el que hubiera ganado sería  Menem,  lo que no podía permitir Duhalde. Este había aprendido la lección, sólo con la  Provincia de Buenos Aires  no se ganan elecciones ,  se necesita el apoyo del gobierno nacional Y de ahí la pueblada de diciembre de 2001 que en realidad  fue mas  contra Menem que contra De la Rúa.  Duhalde  designado por el Congreso y con el aparato de la Provincia de Buenos Aires  se convirtió en el king maker. El problema es que tenía  que conseguir el rey.

Lo demás es historia reciente, que reitera la cultura y las características estructurales del peronismo. Hay un solo  jefe. El que está en el poder sabe que si el otro lo desplaza no vuelve jamás. Con los recursos de la Nación se abrió el proceso de  liquidación de Duhalde. No se trató de  la trasnversalidad, de un movimiento o partido  nuevo  que compite  desde abajo para obtener la mayoría de los votos,  sino de la compra de los  que hasta ayer formaban el aparato duhaldista.

Si no existe oposición es  porque el régimen político se ha convertido en monopólico. Cuando un mercado tiene  restricciones formales o informales que lo  cierran a los que no están en el gobierno, el costo de entrada es muy elevado para los que saben  que sus posibilidades son casi inexistentes . Lo que hace a un partido hegemónico es que en el fondo todos saben que bajo el peronismo sólo el partido de gobierno gana  Esto explica porque hay tantos grupos distintos y   porque el kirchnerismo siendo una minoría  logró desde el gobierno ser rápidamente una mayoría. Esa es la razón por la que la oposición se diluye. Sabiendo que en las reglas del juego no escrito  es que correrá con notables desventajas el incentivo será acercarse a los que tienen probabilidad de ganar que son los que están en el poder. Esto, sin  embargo, es a la larga fuente de una  seria inestabilidad y de eventuales crisis políticas..


*Profesor Emérito Universidad de San Andrés

 

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VIEJAS Y NUEVAS RELIGIOSIDADES EN EL MUNDO POPULAR. RUPTURAS Y CONTINUIDADES por Jorge Ossona*

| 19 noviembre, 2014

En la geografía de un barrio popular, templos evangélicos de diversa calidad arquitectónica suelen convivir  con casas particulares distinguidas del resto por inscripciones  dedicadas a San La Muerte o El Gauchito Gil. Son puntos de encuentro tan concurridos como una radio, una parroquia católica, un club de futbol; o los punteros políticos, pays umbanda, o capos de barras bravas.

Un común denominador define a su sociabilidad: una emocionalidad intensa, lúdica, por momentos hasta eufórica que sus participantes  perciben como un estado de gracia en el que se confirma la presencia del “espíritu santo” u otros no tan santos pero igualmente pasionales. Lo divino convive, entonces con  lo cotidiano;  y hasta resulta posible circular de uno a otro merced a la intermediación de iniciados habilitados por la legitimidad vecinal.

¿Cómo explicar estas religiosidades? ¿Se trata de un fenómeno nuevo o de viejos repertorios reformulados? Suele sostenerse que son una expresión típica de esta etapa pos utópica; y que en estas zonas de la sociedad son correlativos a la radicalización de la pobreza. Una de las principales víctimas de este proceso serian las iglesias establecidas como la católica, flanqueadas por cultos más idóneos para suscitar la devoción popular. Una mirada más detenida y sensible a los procesos históricos profundos  podría demostrarnos un equilibrio más sutil entre continuidades y rupturas.

En la Argentina, el mundo industrial y urbano que se construyo durante el siglo XX había resultado de incorporar contingentes aluvionales de inmigrantes europeos, de las zonas rurales de la “pampa gringa” durante los años 30 y 40, y del interior profundo y norteño conjugados con los de países limítrofes desde los 60 en adelante. Todos ellos traían consigo creencias y practicas  ancestrales de origen rural o aborigen en convivencia tensa con el catolicismo desde la propia conquista. En la gran urbe, esos repertorios compartidos con otros recién llegados les permitieron sobrellevar el choque con la cultura moderna y cosmopolita en la que tuvieron que resocializarse. No dejaron, por caso, de existir curanderos y sanadores por siempre impugnados por  sacerdotes católicos pero cuya credibilidad vecinal los habilitaba a prácticas domiciliarias tan secretas como extendidas socialmente.

Los fenómenos políticos de masas como el yrigoyenismo y el peronismo tuvieron un efecto paradojal. Su irrefrenable tendencia a devenir –típico en el siglo XX-  en religiones seculares supuso una vía para su ingreso en el mundo moderno pero también la posibilidad de un canal de expresión de muchas de esas tradiciones. En improvisados altares hogareños era muy frecuente advertir la convivencia de crucifijos, imágenes de destinas Vírgenes, con Pancho Sierra, Hipólito Yrigoyen y Perón y Evita.

La crisis del mundo industrial suburbano supuso, a raíz del desempleo masivo o la pobreza, habilito a nuevas formas de sociabilidad fundadas en la cooperación solidaria. Viejas instituciones como clubes y sociedades de fomento debieron ampliar y diversificar sus funciones subsidiarias, al tiempo que aparecieron otras nuevas bajo la forma de comedores, cooperativas, etc. Su común denominador eran los liderazgos  fuertes legitimados por su capacidad a  mitad de camino entre la compulsión y el consentimiento para la eficacia de la subsistencia.

Pero  esta, no era solo material sino también “moral”. Integrar una red significaba la necesidad de ajustarse a códigos, lenguajes, normas y valores tácitos pero precisos. Los vínculos de los jefes o de algunos de sus allegados con lo sobrenatural constituyo un insumo de lo más eficaz. No hubo instancia socializadora que no absorbió alguna cualidad mística: desde el futbol hasta el fomentismo y la política.

Curas y punteros tradicionales experimentaron, entonces, los mismos desafíos cruzados y frecuentemente interconectados. Los primeros, ya no de curanderos y manosantas sino de pastores y pays, los segundos de los referentes sociales de diversa índole –frecuentemente también religiosos – que negociaban su lealtad política a cambio de apoyo o de votos  de sus grupos de pertenencia  en riesgo de caer en la indigencia. El común denominador de los nuevos mediadores respecto  de sus subordinados era el trato directo, su prestigio ganado para resolver problemas urgentes –desde el hambre y los servicios públicos hasta el alcoholismo, la depresión o la drogadicción- y su capacidad de conducir emocionalidades intensas que la política y la religión convencional habían dejado de ofrecer por si mismas.

Independientemente de su inscripción en colectivos más vastos, los pastores pentecostales –llamados en la jerga popular como “los evangelios”- y los pays no introdujeron, de todos modos, demasiadas novedades: absorbieron y resignificaron las antiguas creencias de curanderos y sanadores. Sus adherentes no dejaban de ser, en su mayoría, referencialmente católicos. Simplemente les añadían a sus prácticas heterodoxas -siempre observadas de reojo por la iglesia como las cadenas de oración, los templos hogareños, etc.- estos nuevos repertorios sin demasiados miramientos morales. Con los referentes sociales paso otro tanto: su inscripción “territorial” no comprometió su identidad peronista; aunque  negociada con jerarquías mucho mas taimadas que las sobrenaturales: las procedentes de la estructura burocrática estatal.

*El autor es historiador y docente

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FUE PREMIADO EL LIBRO DE THOMAS PIKETTY por Alberto Ferrari Etcheberry*

| 17 noviembre, 2014

Financial Times (FT) anunció el 11 de noviembre  de 2014 que el libro de Thomas Piketty  “El capital en el siglo Veintiuno” (Capital… )  fue consagrado como el libro de economía ( Business Book ) del año 2014 y ganador del premio de 30.000 libras esterlinas  ( no menos de 45.000 u$a ), ambos establecidos por FT y McKinsey ( *)

FT describe a Capital…como “un épico análisis de las raíces y de las consecuencias de la desigualdad”.

FT  ha sido probablemente el único medio importante  que cuestionó la investigación que es la base del libro y así lo recuerda el propio FT: “FT en el pasado ha cuestionado algunos aspectos de la investigación del economista francés para Capital…pero el libro  ha provocado un intenso (fierce) debate sobre la creciente desigualdad  y los medios para afrontarla. Mientras no todos concuerdan con  las prescripciones de políticas, nosotros reconocemos la calidad académica”, dijo Mr Lionel Barber ( director  de FT) en representación de los jurados. Lo calificó de “ desafiante” y  “fundamentalmente un libro importante”.

La referencia a los cuestionamientos de FT se refiere en concreto a los hechos por el jefe de la sección de economía  Chris Giles el 23 de mayo pasado, no compartidos o criticados por las opiniones más autorizadas y contestados de inmediato por el propio Thomas Piketty.  En realidad el principal analista económico de FT, el internacionalmente famoso Martin  Wolf,  había elogiado efusivamente Capital… el 15 de abril anterior.

Pesando los méritos de los seis finalistas durante una intensa discusión, los siete jurados  elogiaron el libro por la profundidad de la investigación, su ambición e influencia: “La cuestión de la desigualdad toca todo, desde el pago a los CEO a la conflictividad socio-política”, puntualizó uno de los jurados. Thomas Piketty está en China, pero en el video de aceptación dijo que el objetivo de su libro fue “promover  la democratización del conocimiento económico…Las cuestiones  acerca de la riqueza,  el capital y la deuda pública son demasiado importantes  para dejarlas a un pequeño grupo de economistas y estadísticos”.

La elección fue apoyada por el 65 por 100  de los lectores de FT.

Es de esperar que con este premio y con la edición  en castellano que Fondo de Cultura Económica de España ha anunciado para fines de noviembre de 2014,  el público y los especialistas argentinos tomen nota de un tema y un libro que como dice el artículo de FT que ha provocado un intenso debate  por ser “un épico análisis de las raíces y de las consecuencias de la desigualdad” . Amén.

(*)cito de Wikipedia: McKinsey es una consultora estratégica global que se focaliza en resolver problemas concernientes a la administración estratégica. McKinsey trabaja prestando sus servicios a las mayores empresas de negocios del mundo, gobiernos e instituciones. Es globalmente reconocida como la empresa de consultoría más prestigiosa del mundo así como una de las más deseadas por los graduados universitarios []. McKinsey ha producido proporcionalmente más CEOs en empresas de gran escala que ninguna otra empresa en el mundo. Son 9000 consultoires. [McKinsey & Company es conocida por contratar a los estudiantes más brillantes del mundo], y es desde 1996 el principal empleador de los nuevos graduados en MBA de las mejores escuelas de negocios del mundo

*Director del Instituto de Estudios Brasileños de la UNTREF

 

 

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EMPEZAR POR EL PRINCIPIO* por Francisco M. Goyogana*

| 17 noviembre, 2014

Mediados de noviembre de 2014. La Cámara de Diputados de la Nación aprueba un proyecto de ley destinado a regular las técnicas de reproducción humana asistida y la protección del embrión no implantado, cuyo punto más polémico es el que permite descartar o destinar a la investigación aquellos gametos y embriones que, al cabo de diez años, no hubiesen sido utilizados en aquellas técnicas.    El trámite parlamentario seguirá su marcha en la Cámara superior, pero más allá de la suerte que le corresponda, el asunto de mayor relevancia está dado por la superación de un fundamentalismo absoluto, que parece haber dado espacio a una mayor amplitud de criterio no dogmático.  El proyecto de ley de fertilización contempla descartar o destinar a la investigación a los gametos y embriones que, al cabo de diez años, no hubiesen sido empleados en técnicas de fertilización.

Al respecto, en la práctica,  se plantean por lo menos tres posiciones. Una contraria a lo que consideran un eventual manipuleo, para el caso, de embriones; otra que limita la conservación de los embriones por un período determinado; y una tercera que considera el manejo de los gametos y embriones mediante una legislación científica y adogmática destinada al público general sin discriminaciones metafísicas.

Esta última posición merece una reflexión.    Los sabios de laboratorio están cambiando la vida de la humanidad. Y seguramente la cambiarán aún más, porque la biología moderna ha iniciado un camino que no parece poder ser interrumpido. Los cambios se suceden con rapidez y en consecuencia, el hombre se pregunta sobre la actitud a tomar frente a nuevos aspectos de la realidad.                                                                                                                   Los interrogantes se multiplican cuando la ciencia moderna incide sobre los seres vivos, en su reproducción o enfermedades.  La transgénesis de alimentos, la clonación de animales o de células, o el aprovechamiento de embriones para superar episodios de esterilidad o para la investigación, son motivo de tempestades de opiniones.                                                               

No obstante, muchos países del mundo adelantado ya tienen resueltas sus formulaciones normativas para el manejo de gametos y embriones, aborto, alquiler de vientres, etc., incluso en países como Gran Bretaña, de raigambre cristiana, y donde hasta la máxima figura de su monarquía es al mismo tiempo cabeza de la Iglesia anglicana.

En los países rezagados sobre este tipo de temas, la discusión plantea cuestiones éticas en primera instancia y jurídicas a continuación, debido a que no están reguladas aún, o lo están de manera deficiente.

Las preguntas y las perplejidades generan cuestiones sobre la licitud de los procedimientos y sobre todo en la consideración de lo que se debe permitir o prohibir, y abren paso al pensamiento filosófico, vehículo de la duda metódica, para encontrar respuestas.  Notablemente, el pensamiento filosófico advierte desde el comienzo que el término Ética, que se emplea corrientemente, contiene una  variedad compleja y confusa de componentes que fusionan instinto moral con creencias subjetivas, prejuicios y supersticiones. Y desenredar esa madeja no es tarea fácil.

La búsqueda de soluciones ha mostrado la dificultad de encontrar la existencia de reglas fijas que ordenen a las cuestiones nuevas y muchos dudan sobre la existencia de códigos que determinen absolutamente el camino a seguir.    

Pero existen, en efecto, códigos respetables que reemplazan a los códigos sobrenaturales inhallables, pero hecha la advertencia de que la razón desbocada puede provocar la producción de ideales imposibles e incluso de ideologías, que por ser totalizadoras, corren el riesgo de ser totalitarias. Queda,  por  ahora, la posibilidad de elaborar nuevas ideas menos ambiciosas pero con objetivos asequibles.   

Con respecto a la Bioética, la Declaración de Belmont en 1948 tenía tres principios representados por el respeto a las personas, la beneficencia y la equidad, aceptado el principio básico de que la investigación y el conocimiento, siendo buenos de por sí, no suscitaban cuestiones morales.     Si se presentaban, sólo podían afectar las aplicaciones prácticas de la ciencia, pero con una dicotomía entre ciencia y su aplicación, que con el tiempo se ha mostrado insostenible.  En efecto, cuando el conocimiento biológico se desarrolla a niveles celulares y sub celulares,  resulta claro que la investigación un puede avanzar sin intervenir activamente en los organismos que son objeto de investigación.  

Teniendo en cuenta que el hombre siempre ha modificado la naturaleza, no debe perderse de vista que las nuevas técnicas que producen alguna alarma en determinados individuos, sólo siguen modelos naturales aunque los cambios se multipliquen. Así, los híbridos abundantemente producidos por la agricultura tradicional son naturalmente transgénicos sin la intervención de la mano del hombre.

La naturaleza evoluciona continuamente y muta sin la intervención de ningún humano. Por lo tanto, transformarla no significa alterar algo en sí mismo inamovible.   Tradicionalmente se ha concebido a la naturaleza como fija, formada por esencias invariables, incluso eternas, pero la ciencia sabe ahora que no es tal.  El concepto fijista de la naturaleza ha caducado, y la humanidad se encamina en una nueva concepción de los seres vivientes.       En las discusiones que se plantean actualmente, referidas a técnicas de reproducción humana, plantean la cuestión de la dignidad del embrión.           Sin embargo, es posible señalar que el asunto debe abordarse, al empezar, desde el propio principio, como se ha hecho desde tiempos antiguos.  

Desde Orígenes ( c. 185 –  c. 254 ), teólogo y padre de la Iglesia griega, que fue el primero en concebir un sistema completo del cristianismo, integrando las teorías neoplatónicas y cuyas ideas fueron finalmente condenadas por el concilio de Constantinopla en 553, consideraba que Dios creó desde el principio las almas humanas.  Esta opinión fue refutada inmediatamente, a la luz de la expresión del Génesis (  2: 7 ) que dice que Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. De modo que en la Biblia primero Dios crea el cuerpo y luego le insufla el alma. Pero esta postura planteaba problemas a propósito de la transmisión del pecado original.  

Quinto Septimio  Florente Tertuliano (  c. 160 – c. 220  ), un líder de la Iglesia conocido corrientemente como Tertuliano, sostuvo que el alma del padre se transmitía al hijo a través del semen, posición que rápidamente fue tachada de herética porque suponía un origen material del alma.   

Más tarde fue Agustín de Hipona, también conocido como san Agustín ( 354 – 430 ), quien se encontró  en situación comprometida al enfrentar a los pelagianos,  partidarios de la doctrina considerada como herejía cristiana, debido a que negaban la transmisión del pecado original.  Por una parte, Agustín de Hipona sostiene la confusa doctrina creacionista, que sostiene que todas las almas son creadas directamente por Dios, incluyendo la sustancia material e inmaterial de Eva que ésta posee de Adán, en oposición al  traducionismo    ( generación paterna)  espiritual, doctrina que considera que  el aspecto inmaterial se transmite a través de la generación natural junto con el cuerpo material y que el alma individual deriva de las almas de los padres e implica que sólo el alma de Adán fue creada directamente por Dios.  

Tomás de Aquino, por su lado, propone la resolución de la transmisión del pecado original como un contagio natural por medio del semen ( Summa theologica, I – II, 81, 1 ), pero sin que su postura tenga algo que ver con la transmisión del alma racional.      El alma es creada porque no puede depender de la materia corporal. Santo Tomás estima que los vegetales tienen alma vegetativa, que en los animales es absorbida por el alma sensitiva, mientras que en los seres humanos ambas funciones son absorbidas por el alma racional, que es la que dota al hombre de inteligencia y lo convierte en una persona, puesto que la persona era, según la antigua tradición, sustancia individua de una naturaleza racional. 

Tomás de Aquino parece no discriminar entre embrión, para empezar por el principio, con el feto. En relación éste expresa que Dios introduce el alma sólo cuando el feto adquiere, gradualmente, primero el alma vegetativa y luego el alma sensitiva.   Únicamente entonces, en un cuerpo ya formado, se crea el alma racional  ( Summa theologica,  I, 76, 2  y  I, 118, 2 ). En la Summa contra gentiles  ( II, 89 ), se repite que hay un orden, a menudo de gradación en la generación, a causa de las formas intermedias con que es dotado el feto desde ell inicio hasta su forma final.  El núcleo del problema se encuentra en el momento en que el alma intelectiva es infundida en el feto para convertirlo en una persona humana cabal.

La doctrina tradicional ha sido sumamente cautelosa en ese punto. Monseñor Dr. Pietro Caramello  ( 1908 – 1997 ), docente de filosofía en el seminario arzobispal de Chieri, así como de filosofía teórica en la Facultad Teológica y comentador de la obra de Tomás de Aquino, aunque reconoce que la doctrina tomista sostiene que el alma es introducida en el óvulo fecundado cuando el mismo ya está dotado de una organización suficiente, anota que según autores recientes ya existe un principio de vida orgánica en el óvulo fecundado, pero que en un extremo de prudencia no afirma si el principio de vida orgánica debe referirse también a las almas vegetativa y sensitiva.

En el Suplemento a la Summa Theologica  ( 80, 4 ), se establece que los embriones no participarán de la resurrección de la carne antes de que sea infundida en ellos un alma racional. Es decir, que después del Juicio Universal, cuando los cuerpos de los muertos resuciten, a fin de que, según san Agustín, participen de la belleza y perfección adulta, no sólo los nacidos muertos, sino de forma humanamente cabal también los seres monstruosos, los mutilados, los agenésicos, etc., en esa agrupación también tendrán cabida los embriones porque aún no les ha sido infundida el alma racional, y por lo tanto, no son seres humanos.

Esta postura podría haberse cambiado por la Iglesia, que a lo largo de su historia ha mudado de determinadas posiciones por otras, pero curiosamente se puede advertir que su desmentido no haya sido hecho por una autoridad más, sino por una columna de la teología católica. 

El examen de las reflexiones promovidas por estudio del tema llevan a apreciaciones curiosas, dado que las modificaciones con respecto a temas diversos han sido de conocimiento general. Así, por ejemplo, la Iglesia vaticana se opuso durante un tiempo prolongado a la teoría de la evolución, no tanto por la colisión con el relato bíblico de los siete días de la creación, sino más bien por la diferencia entre primate, que es un mero animal, y un hombre dotado de alma racional.

En el caso del embrión humano, siempre para empezar por el principio, el combate fundamentalista para afirmar en defensa de la vida que ese elemento esencial para la generación de una criatura ya es un ser humano, destinado a un futuro donde podría llegar a serlo, fuerza a los creyentes hacia la frontera de los antiguos materialistas evolucionistas del siglo XIX.      No existe ruptura alguna, pues de acuerdo con la definición de Tomás de Aquino, en el curso de la evolución de los vegetales a los animales y a los hombres, la vida tiene toda ella el mismo valor. Con la defensa de la vida y la defensa de la vida humana, nociones diferentes, se puede crear alguna confusión, porque defender a toda costa la vida dondequiera que se manifieste o la forma en que lo haga, llevaría a definir como homicidio no solo el acto de derramar el propio semen con fines ajenos a la procreación, sino también al acto de la ingesta de animales destinados a la alimentación del hombre, extensible del mismo modo a los vegetales.

Paradójicamente, las actuales posturas neofundamentalistas católicas, que tienen un origen protestante, simplifican al cristianismo en posturas a la vez materialistas y panteístas, en el estilo del panpsiquismo oriental en virtud del cual ciertos gurúes cubren parte de su rostro con un barbijo para no matar los microorganismos al respirar.      

El problema tiende a una mayor complejidad cuando se aborda el tema del aborto, pues al volver al concepto de la vida, el primer hombre modelado con tierra hasta los detalles del organismo, carecía precisamente de vida por no haberle insuflado aún el Creador el espíritu que le faltaba.    Sin el soplo divino no habría habido un hombre sino un mero modelo escultórico.  La resolución de la cuestión se encuentra en la determinación del momento en que se genera, además del cuerpo material, el espíritu o alma.

En la consideración del aborto se presenta una nueva cuestión con el statu moral de la vida embrionaria y de la vida fetal, que debaten el derecho del embrión para ser considerado luego como feto, y a estos para que se les otorgue el derecho a la existencia.   Otra vez ronda la idea de si el embrión es poseedor de un alma racional o simplemente un ente reducido, a lo sumo, a un nivel de materia biológica, criterio que de alguna manera algunos extienden al feto.    La polémica es conceptual y responde al criterio de aplicación para determinar si un ser puede considerarse humano con derechos plenos, así como el momento del desarrollo continuo del feto en que la vida aparece como humana  ( donde el adjetivo humana implica posesión del statu moral con todo lo que ello supone ).

La interrupción de la gestación a partir de un cigoto ( célula diploide que resulta de la fusión de un espermatozoide con un óvulo ) más allá de determinismos dogmáticos, debe demostrar que el cigoto, que a primera vista no es un ser humano, posee statu moral. Y con respecto al feto, establecer el punto en que adquiere su statu moral de ser humano completo. 

Mientras que el catolicismo rechaza el aborto entendido desde la concepción, para el judaísmo no es cuestionable hasta el tercer mes de embarazo.    Desde el punto de vista de los liberales, algunos niegan directamente que el feto tenga statu moral y, consecuentemente, derechos, mientras otros consideran que el statu moral del feto es irrelevante en la determinación de la moralidad o inmoralidad del aborto, y se concentran en el derecho de la mujer para la concepción, a la que le adjudican prioridad.

Todas las variadas cuestiones que se plantean a la luz de los avances de la biología con respecto a la situación actual, imponen interrogantes nuevos sobre la licitud de las conductas a seguir, así como a enfrentar obligaciones sobre las prohibiciones o expresar permisividades.  Al dar la cara a estas novedosas circunstancias, los filósofos en primer término, no disponen de pautas de conducta eternas aún cuando se reserven las recomendaciones transitorias de algunos códigos respetables, con la salvedad de conservar el pensamiento libre para poder seguir una evolución no dogmática.

Las tradiciones de la antigüedad y del Medioevo tuvieron vigencia hasta que Hobbes y Maquiavelo comenzaron a desvincular la política de la moral cristiana y orientarla hacia la paz civil. Locke, Rousseau, Kant y la Revolución Francesa contribuyeron a la domesticación de nuevos usos y costumbres, a la exaltación de la dignidad humana y a su vinculación con la autonomía moral.   Con posterioridad, el proceso consistió en la afirmación de la filosofía moderna posterior al Renacimiento y a la Reforma, para instaurar una civilización humana planetaria de cooperación entre iguales-distintos.

En este recorrido se manifiesta la evidencia de que los códigos morales pueden diferir entre sí, y también que ellos no son invariables. Igualmente, parece asimismo afirmarse que la fuente de las obligaciones éticas debe ser la autonomía moral, pues la Bioética no ofrece recetas, sino una forma de reflexión, con la que se debe empezar por el principio.

                                                                                  Noviembre de 2014

*Miembro de Número del Instituto Sarmiento de Sociología e Historia

 

 

 

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¿ES VACA MUERTA LA SOLUCIÓN AL DÉFICIT DE HIDROCARBUROS ARGENTINO? por Oscar Secco

| 10 noviembre, 2014

En la decada de 1990 la Mitchell Energy and Development Co, dirigida por su fundador y principal accionista, resuelve en Texas el problema de liberar el gas contenido en las “Shales” vía fracturaciones hidráulicas masivas. Esta tecnología era ya conocida como sistema para mejorar la produccion en ciertos yacimientos convencionales: desde ese momento su uso masivo en  los “Shales” y también en otras formaciones similares, los habilitó como  yacimientos productivos.

La produccion de petróleo y gas era declinante en EEUU y eso era motivo de preocupacion.  Los yacimientos “convencionales”  estaban decayendo y no aparecian nuevos.El precio del gas estaba muy alto (9 dls /MMBTU) y el petróleo se importaba en volúmenes crecientes.

Este mercado tan demandante, mas la formidable infraestructura  petrolera que tienen los EEUU,  adoptó masivamente el fracking  y nació un “boom” de actividades que aún continua. Fué un renacimiento del upstream norteamericano: Canadá lo incorporó también.

Hace unos pocos años, los argentinos, mirando comparaciones hechas en Estados Unidos, aprendimos que nuestra formacion conocida como VACA MUERTA era una valiosa estructura geológica no convencional, capaz de producir grandes volumenes de HC  sin mayores riesgos geológicos. La magnitud de su tamaño resultó  muy atractiva y tanto gobernantes como periodistas y políticos se entusiasmaron por esta riqueza potencial.

Pero hay una diferencia: EEUU recurre a los shales luego de 135 años (1859 a 1995) de explotar intensa y continuadamente sus yacimentos convencionales,  nosotros, de nuestros   107 años  (1907 – 2014) de historia petrolera  solo podemos computar menos de la mitad  como años útiles, la otra mitad la perdimos en discusiones y conflictos , lo que significa que queda mucho para hacer en lo convencional, concepto que apoyan muchos exploracionistas y reservoristas que trabajan en la geología argentina.

Un claro ejemplo resulta de  los resultados la politica de “GAS PLUS” que la Secretaria de Energía implementó en el 2008: se consiguen en cinco años 11 millones de m3 de gas/día adicionales  con el solo hecho de aceptar pagar un precio mayor ( 4,5 a 6,00 dls /MMBTU ) a quienes presentaran , para su aprobacion,  (y con prohibicion con tener tasas de retorno mayores del 15 %. !!!) un proyecto de “Gas Plus”.  Esto  sucedía mientras importabamos GNL a 15 dls MMBTU.Si la oferta hubiese sido de 7,50 dls / MMBTU (mínimo) aplicable a cualquier mejora de la declinación de cada yacimiento,y sin las preguntas,  desconfianzas y exámenes de la Secretaria de Energía, esos 11 millones pudieron ser duplicados o más. La Secretaría fue sumamente prolija en sus evaluaciones, pero las mismas resultaron antipatrióticas.

Hay experiencias importantes que  yacimientos convencionales mal  o sub  desarrollados, al cambiarse las condiciones ( precios,extencion del término  del área) mejoran su producción.  El maltrato que tuvo el Sector de HC  en la ultima decada llevó a importantes pérdidas de producción y a cada vez mayores importaciones. El potencial de los yacimientos ya existentes, más otros  a descubrir no puede ser ignorado y debe ser atendido con urgencia. YPF  ha concentrado sus esfuerzos en Loma Campana, situado en Vaca Muerta, junto con Chevron y esa gran inversión arroja que los primeros 161 pozos  producen , cada uno, inicialmente  19, 8 m3 / dia ( IngBadessich , YPF; Boletin del SPEA ; Junio 2014 ). Posteriormente , en Agosto 2014, la cantidad de pozos productivos sube a 227 con una producción promedio de 11,74 m3/día. Si a esto se le suma una muy rápida declinacion inicial , un costo por pozo de unos  6.00.000 dls, más el  alto costo de financiación que tiene YPF, sus rentabilidades deben resultar marginales. Y por supuesto muy inferiores a pozos convencionales con producciones iniciales de 10 m3 / día o mas y de un costo mitad de los no convencionales.

YPF debe revisar su portafolio de areas para definir las que puede manejar efectivamente y ceder las otras al capital privado. Puede empezar con aquellas áreas ofrecidas en el 2008 en los así llamados “Clusters” las que finalmente no se cedieron a los mejores oferentes porque  “eso sería un negocio inmobiliario”.

Pero todo el Sector debe revisar precios, extension de áreas, activar nuevas exploraciones evitando las groserias que hizo Santa Cruz al entregar áreas a grupos sin antecedentes. Sería simplemente volver a cuando se trabajaba bien.

 Vaca Muerta seguro que tendrá un rol. pero exigirle que reponga el total de lo perdido es  muy duro y muy caro. Atendamos bien a los yacimientos convencionales, reactivemos la exploracion y la respuesta puede llegar a sorprendernos.

C.V. Ingeniero Civil. FIUBA; Fui Presidente y Gerente General de Amoco Argentina Oil Company ; Director y Gerente General de Pluspetrol;  Presidente del IAPG y  tambien del SPEA ( Society of Petroleum Engineers  Argentina).

 

 

                                                                             Noviembre 2014

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¿FASCISMOS? AUTORITARISMOS DE DERECHA E IZQUIERDA * por Roberto Cortés Conde*

| 9 noviembre, 2014

Publicado en La Gaceta de Tucumán

Al terminar la Segunda Guerra Mundial con su legado de   millones de muertos y los horripilantes  crímenes de  la Alemania nazi, la calificación de fascista que, en realidad sólo correspondía a la experiencia italiana,  se acuñó para designar  al  nazismo u otros  regímenes autoritarios  como los de Franco y  Salazar. Era un término ambiguo pero cómodo que se vinculó  a las corrientes de extrema derecha. Porque la Unión Soviética había hecho  la contribución mayor a la guerra, con el sacrificio de su población,  contra la Alemania nazi, se sintió justificada  para  usar con exceso  el calificativo   de fascista a todos los que se le  opusieran. Hannah Arendt  que escribió sobre las experiencias totalitarias en el siglo XX  utilizó esa expresión   para incluir  la de  la Unión Soviética.

Es cierto que los estados totalitarios, en su origen, se apoyaron en  pensamientos de extrema  derecha, nostálgicos del orden y de las jerarquías que buscaron recuperar   los valores de un pasado idealizado  de una comunidad  nacional. Los conflictos entre países  fueron   contempéranos con la tardía formación de los estados nacionales en Italia y en Alemania (donde se reivindicaba  una nación étnica y lingüística) en las últimas décadas del siglo XIX que   terminaron en guerras y  coincidieron con  la  ascendente   participación de las masas. Las  frustraciones que resultaron de  una sociedad  cambiante, crecientemente  secularizada,  despertaron rechazos y  resentimientos, entre otros , contra los   ajenos al  grupo  o a la nación. Por otro lado  la política había cambiado.  La intervención de las multitudes –se decía- hacía   imposible  los  gobiernos  de élites  como los del  siglo XIX. En la era de las masas   el análisis racional era  reemplazado por   emociones y    mitos que los líderes populares debían  explotar desechando el  debate racional  para  despertar sentimientos, mitos y emociones con modernas tecnologías comunicacionales.  

La Primera Guerra Mundial cambió el mundo occidental. Fue una crisis profunda y perdurable.  Millones de personas vivieron los horrores de los campos de batalla y los dóciles y aislados  campesinos  volvieron con una visión del mundo  distinta como se vio   en la derrotada Rusia Zarista. Cayeron los imperios austro húngaro y otomano y la monarquía alemana.  Pero también cambió la noción del  estado que tuvo  una intervención inédita, no sólo en la economía  sino en la vida toda. Fue quizá la primera experiencia de un socialismo de guerra.

Mientas que la corriente autoritaria de derecha en Francia surgió  como reacción frente a la derrota de 1870  que despertó los sentimientos anti alemanes y anti cosmopolitas, en Alemania  resultó del  resentimiento  provocado por la humillación de Versalles en 1919  y en Italia  con  la apelación  al irredentismo ; en cambio,  desde la izquierda fue aún antes de la guerra, una reacción frente a la crisis del marxismo. La experiencia del capitalismo occidental,  que durante la  larga  depresión de 1870 a 1895 parecía trastabillar en reiteradas  crisis  que anunciaban  su  fin, a la vuelta del siglo mostró  señales de renovada vida y una fuerte expansión. Por otra parte la clase obrera no parecía sufrir, como a los comienzos de la revolución industrial,  de una progresiva   inmiseración,  sino que parecían  más  interesada en  participar en los beneficios del capitalismo que en la  revolución del proletariado. Ese desengaño  llevó a la división del movimiento  socialista. En  Alemania  se optó por una posición reformista aceptando las normas de  la sociedad política, visión  que lo largo del siglo fue dominante en la social democracia occidental. Un grupo más pequeño que triunfó  en Rusia y tuvo algunos otros ensayos en Europa, optó por la técnica  del golpe de estado llevado a cabo por una elite clandestina que,  en un marco  de tremendas  crisis  en Rusia, hizo una revolución para tomar el poder.   Allí  la revolución del proletariado fue un mito,  el arma cultural legitimizante  de una cruda explotación del poder que continuó las tradiciones zaristas. Ello concluyó  en la  práctica totalitaria del socialismo real   dibujada  como nadie en el 1984 de Orwell. La tercera corriente  fue de  los  que,  convencidos  de la inutilidad  de apoyar  la lucha de clases, en la que  la mayoría de los obreros no estaba interesada,  buscó reemplazarla en la Europa resentida,  por  la lucha  de la  comunidad nacional contra los que la habían postergado y explotado, convergiendo  así con la derecha autoritaria. Esas corrientes  a pesar de sus grandes diferencias coincidieron   en  rechazar  la herencia cultural  del  racionalismo.

 Con la derrota del nazismo  en 1945  esas  tendencias quedaron descalificadas  y todos se proclamaron partidarios  de la democracia. Concluida la II Guerra y bajo la fuerte presión de los Estados Unidos se desmembraron  los imperios coloniales. Con mayor o menor resistencia los  anticolonialistas lograron imponer gobiernos  propios. Esa  lucha   implicó una reivindicación de culturas, tradiciones políticas y, en algunos casos, religiosas  nativas,  lo que importó el rechazo a las  europeas incluyendo   las del iluminismo y el pensamiento racional.  La apelación a símbolos y a mitos fue importante en la confrontación cultural anti occidental.  Pero lo curioso es que esos esquemas tuvieron una fuerte repercusión en América Latina (especialmente tras la revolución cubana), aunque  sus  guerras de la independencia en el  siglo XIX se libraron  mayormente entre europeos (americanos con los de la metrópoli). En la retórica anti imperialista se buscaron recuperar valores de un pasado  anacrónico o inexistente   rechazando  el cosmopolitismo, a  las potencias  extranjeros y  sus socios locales  y a los llegados de otros países,  la democracia representativa  clásica y el pensamiento racional.

 La política sería el campo para dirimir el conflicto  entre los que pertenecía a la nación, el pueblo y los otros, sus enemigos,  lo que culminaría un cambio en el poder sin reversión   excluyendo la alternancia. Solo el  caudillo, el jefe se identificaba con su pueblo y no  los intermediarios de una falsa y estéril democracia representativa. La democracia  popular así definía  suponía  una relación mística entre la masa y el caudillo plebiscitado que la interpretaba.

El occidente latino americano asistió a esquemas culturales de sociedades distintas y en los movientes de extrema izquierda  que lograron  prevalecer sobre el socialismo democrático que se veía demasiado orientado a los imperialistas de occidente  o a los seguidores disciplinados de Moscú. Esa influencia del pensamiento autoritario, renovado en la lucha anticolonial, frustró en América Latina el que  la social democracia lograra el éxito que tuvo en Europa occidental.

La segunda  crisis del marxismo con la implosión de la Unión Soviética en 1990 agregó nuevos elementos al mundo posmoderno. Si el socialismo real no solo había fracasado  ¿cómo hacerse del poder para producir un cambio revolucionario? Si ya la clase obrera (cada vez más parecida a la media en un mundo desindustrializado)  ya no produciría el cambio  ni  era visible un conflicto armado  en defensa de la nación, ¿dónde estaban los agentes del cambio?  Se propuso buscarlos entre  los postergados, los resentidos por   un mundo donde el progreso  parecía que no les llegaba. Mientras que para Marx la identificación era de clase y  en la lucha colonial, las notables diferencias entre  la población nativa  y la de las potencias coloniales,  hacia finales del siglo XX  el conflicto se daba en un plano donde  dominaban los  factores  culturales. Los postergados (grupos, regiones o naciones)  se  definían en relación a los otros, los beneficiarios del progreso y la globalización .Se necesitaba  buscar elementos simbólicos que caracterizarían  al enemigo para lograr  la identificación propia. El resentimiento era una emoción apoyada en el  mito de que los  que más habían progresado  habían robado sus recursos a los postergados.

Se había vuelto  al punto inicial de principios del siglo XX. Se proclamaba un nacionalismo extremo, anti cosmopolita  y anti racional. La democracia representativa se reemplazaba por la mítica identificación con el líder que expresaba a su  pueblo y  tenía un poder sin límites porque cualquiera que pretendiera ponerlos  se convertía en enemigo de la causa popular. Esa interpretación  importaba un pacto de sumisión  al líder, no revocable lo que de hecho implicaba  terminar con la democracia misma. 

*Profesor Emérito Universidad de San Andrés

 

 

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DEBE Y HABER DEL FENÓMENO PIKETTY por Alberto Ferrari Etcheberry*

| 4 noviembre, 2014

 

En agosto de 2013 apareció en Paris  Capital au XXie siècle ( Editions du Soleil)  del  joven  (1973) economista y profesor  francés Thomas Piketty, resultado de quince años de investigación y de varios trabajos, algunos en colaboración, sobre la desigualdad económica. Yo conocía a Piketty por las citas (páginas 90, 91,94) de Paul Krugman en su “¡ Acabemos ya con esta crisis!”  la versión castellana de End This Depression Now! (2012) , pero supe la existencia del libro de Piketty en la edición del 4 de enero de 2014 de The Economist ( p. 60, Free Exchange. All men are created unequal). A fines de marzo apareció la traducción inglesa editada en los Estados Unidos  ( Capital in the Twenty-First Centrury, Harvard  U.P.)  en papel (agotado) y muy pronto en kindle (así lo leí yo) y desde entonces Capital…fue un bestseller ( 8 semanas en The New York Book Review) . Hay un consenso generalizado en cuanto a que es inédito que las ventas de un  trabajo académico hayan llegado al nivel de los libros dirigidos al gran público. 

La repercusión   de Capital… se me ocurre que es más significativa que el propio  libro, especialmente en el mundo anglosajón  en el que  parece haber provocado un  reconocimiento de la realidad social, en suma la desigualdad, similar a la denuncia de que el rey está desnudo…Por otra parte la utilización de Capital en el título – probablemente no inocente – ha permitido que con frecuencia se vincule al libro con el Capital de Marx, algo así como su puesta al día para este siglo, y se califique a Piketty de “marxista”, cuando desde el concepto básico  – la definición de “capital” – no hay nada en común.  La preocupación de Piketty es con la desigualdad de ingresos y de riqueza – que él denomina capital – y en todo caso con el crecimiento económico a través del mercado como su causa.

Desde la proclamación de la trilogía de la Revolución Francesa  la igualdad apareció como la aspiración más abstracta,   por su propia definición  y porque el propio crecimiento del capitalismo la colocaba en una nube contradictoria. No era, por cierto, la exigencia de un desafío limitado al  pensamiento socialista. “ Vosotros,  ciudadanos libres,  podéis elegir trabajar o no, pero vosotros, ciudadanos pobres, sin trabajar,  moriréis de hambre”. Así definía José Antonio Primo de Rivera la contradicción interna del capitalismo,  con el realismo que distinguía al  fundador de la Falange Española. Claro que el propio crecimiento de las relaciones capitalistas con el avance de la expropiación de la propiedad privada individual, esto es, la proletarización  masiva,  acrecentaba la desigualdad y por eso al mismo tiempo exigía otras justificaciones. En  concreto: la libertad podía aceptarse como un proceso de ampliación del derecho a votar; la fraternidad encontraba su expresión ya en la caridad, ya en el cooperativismo, pero la igualdad  permanecía sujeta a limitaciones teóricas y prácticas.  De allí que por distintos caminos en esa nebulosa  se buscara conciliar el principio abstracto con su negación práctica.

La igualdad  devenía el talón de Aquiles del sistema burgués.

Aun dentro del movimiento socialista se aceptó ese conflicto renunciando o atemperando sus aspiraciones máximas. “No hay colapso ni hay fin  sino movimiento,” proclamó  Edward Berstein,  el sutil discípulo de Engels. A partir de él, pareció a muchos que definir a la igualdad en un proceso de construcción  constante basado en el parlamento y la libertad democrática, permitía mantener vigente la trilogía de la Gran Revolución que era, precisamente, poner fin al Antiguo Régimen y a las justificaciones  teocráticas de la desigualdad entre los hombres.  Los partidos de masas, en el primer lugar la socialdemocracia alemana, y la racionalidad que disciplinaba a la economía con los cartels, abrían e impulsaban el camino hacia una sociedad de iguales, asegurada con el voto y la ampliación de las  funciones estatales.    

La guerra del 14 trajo las respuestas totalitarias de un capitalismo que no aceptaba una muerte lenta, aunque fuera dulce. Se desmoronaron muchas ilusiones  pero paradójicamente en la gran depresión y a partir del New Deal rooseveltiano  parecía más cerca la igualdad, cuyo logro se acelera con la segunda guerra mundial, los compromisos del liderazgo aliado con las cuatro libertades de Roosevelt, el plan Beveridge, y la solidez del generalizado estado de bienestar sobre la base de la economía keynesiana.

La desigualdad como regla parecía derrotada.

Todo eso podría decirlo Piketty, para quien la brutal diferencia en riqueza y en ingresos anterior a la guerra del 14 fue disminuyendo con las dos guerras mundiales  y con la depresión de los años 30,  dando lugar a los golden years que unieron a un crecimiento económico sin igual antes y después, la reducción de la riqueza y de los ingresos de los de arriba a favor de los abajo, hasta que en los 70’  volvió a incrementarse aceleradamente la diferencia hasta  alcanzar  los estrambóticos niveles actuales, durante los cuales desde hace rato parece no tener sentido usar,  como parámetro poblacional para la medición de ambos el decil superior sino el uno por ciento que ya debe reemplazase por el 0.01 por ciento como necesaria medida de la concentración de la riqueza y de los ingresos.

No hay rey desnudo: basta con ser lector, por ejemplo,  de Financial Times o The Economist para comprobarlo.

Todo este retorno a las diferencias de la belle époque  de principios del siglo XX ( que Piketty destaca con su prolija exposición de datos)  volvió a la necesidad de justificar la desigualdad como efecto de algo natural, ajeno a la actividad humana, esto es, un retorno a los valores y creencias anteriores a la Revolución Francesa: “todos los seres humanos son creados desiguales”, traduciendo el título del artículo citado de The Economist. 

Y fue precisamente en Estados Unidos, cuya declaración de independencia había proclamado, aun antes de la Revolución Francesa, que “ todos los hombres son creados iguales”  que como efecto del gobierno conservador de Ronald Reagan (1980) y de sus gurús de la Universidad de Chicago, principalmente Milton Friedman, y  la consecuente proclamación del fin de los golden years, que dos eminentes académicos se atrevieron a concretar la nueva biblia en 1994 : “The Bell Curve. Intelligence and Class Structure in America Life” ( The Free Press, Simon & Shuster,  New York 1994).

Sus autores son Ricard J.Herrnstein, Ph.D de Harvard (1958)   y titular allí de la cátedra de Psicología ( especialista en animales, quien murió poco antes de que se conociera el libro) y Charles Murray, politólogo de Harvard y del MIT. Firmes defensores del concepto y la práctica de los tests de medición de IQ (coeficiente intelectual) que ellos entroncan con sus antecedentes desde la mitad del siglo XIX, incluyendo los eugenésicos, sostienen que la inteligencia ( prefieren usar un sinónimo: habilidad cognitiva) es naturalmente hereditaria ( entre el 40 y el 80%); se mantiene estable en la vida de una persona; difiere de acuerdo a los grupos étnicos y – sostienen – “nos parece  altamente probable que tanto los genes como el ambiente  respondan a diferencias raciales”. De tal modo se vuelve a un hecho natural: la inteligencia heredada es la base de la estratificación y la desigualdad social; así dicen textualmente : “la escasa inteligencia es un indicador de la pobreza más fuerte que  el contexto socioeconómico” (p.127, mi traducción) .A partir de allí rechazan  la igualdad como ideal (perversión que, para ellos, comenzó con la Revolución Francesa), defienden las diferencias de ingresos  como el único medio de lograr el crecimiento económico y rechazan las políticas de justicia social como inútiles y hasta contraproducentes, pues  favorecen la natalidad entre los padres de menor inteligencia.

La inteligencia ( cognitive ability), concluyen,  ha estratificado a Estados Unidos. Los más inteligentes genética y hereditariamente  se educan en los mejores colegios y universidades,  son las más cultos y obtienen por ello las posiciones más altas en  la escala social, mientras que los de escasa inteligencia permanecen y permanecerán en las más bajas.

Fallecido Herrnstein, fue Murray el defensor de la tesis y lo hizo sin ambages:

“ trate usted de imaginar un candidato presidencial republicano  que declare:  ‘Una razón por la que todavía hay pobreza en los Estados Unidos es que una gran cantidad de pobres han nacido haraganes.’  Esto no se puede decir. Y esta inimaginable declaración meramente implica que cuando se conoce la historia genética completa aparece que la población que está debajo de la línea de pobreza en los Estados Unidos tiene una configuración genética  que es significativamente diferente de la que está  por encima de la línea de pobreza. Y esto no es inimaginable. Es ciertamente verdad ( “Deeper into the Brain” www.aei.org  enero 24, 2000, American Entreprise Institute).

El libro y las tesis  luego de un momento de éxito pareciera que quedaron en las sombras y la desigualdad sin explicación aceptada.

Seguramente no resultaba  fácil ejemplificar  las tesis en el presente, tanto en sus efectos para los de arriba, como para  los de abajo.

El vicepresidente (1990-94) Dan Quayle (  quien sostenía que en Latinoamérica se habla latín, entre decenas de citas similares);  o el presidente ( 2001-2009) George W. Bush,  (  para quien el problema con los franceses es que no tienen una palabra para entrepreneur , entre decenas de “ Bushisms” ) no favorecían la prueba de la tesis por la cual los exitosos se justificaban por  mejores IQ y educación.

Por otra parte,  el hijo de analfabetos, el obrero presidente brasileño Lula (2003-2010),  el pobrísimo indígena aymara Evo Morales presidente  boliviano (2006) y el presidente (2011) de Estados Unidos, el afroamericano Barak Obama testimoniaban en la misma década que los ajenos a los privilegios no estaban condenados desde la cuna, como antes lo había insinuado  Bill Clinton.

Esa es la situación en la que – contemporáneamente a The Bell Curve – comienza su investigación histórica  en el marco de la economía política Thomas Piketty , tratando de comprender y explicar la profunda y creciente desigualdad económica y social en las sociedades más desarrolladas.   

Sin embargo, no se crea que la desigualdad  era ignorada. Tim Harford en agosto de 2013 informaba que en Estados Unidos la porción del ingreso del uno por ciento era del 20 por ciento y se había doblado desde los años 70,  mientras  que entre 1993 y 2011 el crecimiento de la media era un modesto 13.1 por ciento, que para el 99 por ciento más pobre sólo alcanzaba a la mitad. De modo similar Deborah Hargreaves respecto del Reino Unido: el hecho de que lo ricos son más ricos que en muchos otros países, esconde que los pobres son más pobres, y que el uno por ciento toma el 13% del ingreso total, que significa 130 mil millones de libras esterlinas, unos 180 mil millones de dólares.

¿Cuál es entonces  la novedad del libro de Piketty?

Los primeros análisis coincidían generalmente en el reconocimiento de sus méritos. The Economist ( enero 9, 2014, antes de la edición en inglés) es terminante: “gracias a los esfuerzos de Piketty … es que  sabemos, por ejemplo, que la  porción del Ingreso de Estados Unidos recibido por el 1% ha vuelto a un nivel del 20%, cercano al de 1928. Así completaba The Economist la respetuosa exposición de unos días antes  (Free Exchange, enero 4) . Martin Wolf, el principal economista de Financial Times, abril 15, 2014) en “Una historia económica, social y política de la evolución del ingreso y de la riqueza”  concluye: “el de Piketty es un extraordinario importante libro cuyas pruebas y argumentos no pueden ignorarse.”

Gillian Tett (Financial Times, abril 25, 2014) subraya : el sueño americano cada vez más es un mito: hoy la riqueza en Estados Unidos está repartida más desigualitariamente que en casi ningún otro lugar y así piensa el 60% de los propios habitantes (norteamericanos) incluyendo un  60% de los conservadores.  Pero Tett advierte: la elite no aceptará este análisis y los comentaristas de  derecha ya lo han atacado; ella concluye: “la base de datos es formidable y es difícil discutir su llamado a una nueva perspectiva económica”.

Su pronóstico se concretará muy pronto y en los mismos medios que lo habían elogiado, consecuencia de lo que Paul Krugman había denominado “The Piketty Panik”  ( The New York Times, abril 24 ) En efecto en el mismo Financial Times  que lo había celebrado,  Chris Giles (mayo 23)  apunta contra lo que el propio Giles reconoce como lo que ha sido “universalmente alabado” : los datos sobre 300 años de investigación sobre la acumulación de riqueza, particularmente en Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña; ahora los califica de erróneos, especialmente en cuanto a la concentración de riqueza en Gran Bretaña

Para comprender este inesperado cambio de actitud, es necesaria una breve  síntesis de las principales tesis del libro.

Piketty ofrece una detallada exposición de datos sobre  los ingresos y la riqueza durante dos siglos,  principalmente en el occidente desarrollado y en particular Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Suecia. Queda claro que la riqueza como una cuota de ingresos se mantuvo en muy altos niveles durante los siglos 18 y 19 y hasta la guerra  de 1914, como efecto de las desigualdades en  riqueza y en ingresos. El crecimiento del salario al final de ese período estabilizó la concentración  de la riqueza pero sin reducir las desigualdades, hasta  el período iniciado con los shocks de 1914 y seguido luego por la depresión y la segunda guerra  que llevaron a la compresión en la distribución de riqueza y de ingresos. Algunos economistas y principalmente Simon Kuznets  juzgaron esta situación como la consecuencia de una característica natural de un capitalismo maduro, tesis sin embargo  desmentida cuando se reasumió profundamente la desigualdad, especialmente a partir de los años 70.

Esa descripción  lleva a Piketty a su tesis principal:  en el desarrollo capitalista la concentración  y la desigualdad es el estado natural y no la excepción.  

Piketty entiende  que eso es el resultado de dos “leyes”  ( p. 52 y 55)  que explican que  bajo el capitalismo el mercado  genera divergencia más que convergencia en riqueza a ingresos.

Piketty distingue la parte del ingreso que recibe lo que llama el capital, en realidad,  la riqueza, de la  que recibe el salario y explica ( la primera de sus “leyes”)  que las variaciones de la porción que recibe el capital es igual  a la tasa de retorno del capital multiplicado por el stock total de riqueza como cuota del Producto total. La tasa de retorno es la suma de todo el ingreso que recibe el capital – rentas, dividendos y ganancias, valuado todo en dinero.

De acuerdo a la segunda “ley”  el stock de capital, como porcentaje del ingreso nacional, debería aproximarse a la proporción (ratio) de la tasa de ahorro nacional con la tasa de crecimiento de la economía. Por lo tanto, una baja tasa de crecimiento lleva a una mayor concentración de riqueza. Para Piketty, un crecimiento rápido,  ya sea por productividad o por crecimiento poblacional es la fuerza que lleva a la convergencia económica. La realidad es que el retorno del capítal (r) ha crecido,  crece y crecerá más rápido que la economía (g): r>g.

Si bajo el capitalismo el mercado genera desigualdad, para Piketty no hay solución sino mediante las decisiones y prácticas del Estado que, en esta etapa de globalización deben ser de alcance internacional para lo cual propone un  impuesto que, sin embargo, califica de utópico. No me sumo a los críticos de esta propuesta,  no me molestan las utopías y menos hoy, aunque a escala nacional hay mucho para hacer con efectos concretos y positivos. ( Jasos Furman,  jefe de los asesores económicos del Presidente  Obama, analizando el libro, niega que sea inevitable el pronóstico de Piketty mediando una sólida política estatal: enumera el apoyo a la sindicalización y a los jardines de infantes  y la actualización del salario mínimo)  Por otro lado, puedo apuntar cierta incongruencia, en cuanto a la medición de la concentración de riqueza con el método usado: una es la ausencia de los paraísos fiscales (no sólo mini estados; en el territorio continental  de Estados Unidos, la función la cumple abiertamente el estado de Delaware). Otra es la presencia de míticos billonarios árabes o rusos, cuya riqueza no parece pueda medirse con el impuesto a las ganancias y de la cual depende la City de Londres; el alcalde  Boris Johnson, un líder del Partido Conservador que pretende ser Primer Ministro ,  visitó oficialmente los siete Emiratos presentándose como representante del octavo emirato…)   

La crítica de Chris Giles a la investigación fáctica de Piketty, y sus datos no es correcta, como él contestó sólidamente  y fue reconocido desde Krugman a The Economist. Sin embargo, fuera de ello puede calificarse de débil uno de los fundamentos de su principal afirmación: que la convergencia (caída de la desigualdad) que se produce a partir de 1910 tiene por causa la destrucción de riqueza material ocurrida durante la guerra. Estados Unidos no la sufrió, tampoco Inglaterra  y en baja medida Francia y Alemania. Tampoco es válida para la depresión de los años 30.

James Galbraith (Alter Net, abril 21, 2014, también él estudioso de la desigualdad en los Estados Unidos , antes que Piketty, ) señala que la debilidad de  Piketty es su definición del capital como una aglomeración de objetos físicos, al igual que en la teoría neoclásica; pero  para estimar el valor de mercado de la riqueza – que él llama capital – deja obviamente de lado la medición física y recurre a su valor monetario. Se trata entonces de una medición financiera y se vuelve de tal modo al modelo neoclásico de crecimiento económico. La obra de Piketty, resume, principalmente se basa en la valuación de los activos tangibles y financieros y su distribución a través del tiempo, como así también  la herencia de riqueza de una generación   a la siguiente. La de Galbraith es a  mi juicio la crítica más seria a Piketty.

Como analizó Martin Wolf,  Piketty vuelve a los fundamentos de la economía política con un  trabajo de vasta y seria investigación histórica que va iluminando  con una amplia referencia a fuentes literarias de cada época. Agrego yo: principalmente personajes de Balzac y Jane Austin.

En mi opinión el mérito principal es que luego de este libro de Piketty ya no podrá afirmarse o sugerirse  que la desigualdad es un hecho natural, y menos racial, sino la consecuencia de la actividad humana, esto es , social, cuya supresión exige por eso también una actividad humana, política.

                                                                                  Agosto 2011

(*) UNTREF.Director del Instituto de Estudios Brasileños.

APENDICE

http://piketty.pse.ens.fr/files/capital21c/en/pdf/F0.I.1.pdf     Figure 1. Income inequality in the United States, 1910 – 2010
 
http://piketty.pse.ens.fr/files/capital21c/en/pdf/F1.3.pdf      Figure 1.3 Global inequality 1700 – 2012: divergence then convergence ?

 

   http://piketty.pse.ens.fr/files/capital21c/en/pdf/F8.5.pdf    Figure 8.5 Income inequality in the United States, 1910 – 2010

 

http://piketty.pse.ens.fr/files/capital21c/en/pdf/F8.9.pdf      Figure 8.9. The composition of top incomes in the U.S. in 1929

 

http://piketty.pse.ens.fr/files/capital21c/en/pdf/F8.10.pdf    Figure 8.10 The composition of top incomes in the U.S. , 2007

 

http://piketty.pse.ens.fr/files/capital21c/en/pdf/F10.3.pdf    Figure 10.3 Wealth inequality in Britain, 1810 – 2010

 

http://piketty.pse.ens.fr/files/capital21c/en/pdf/F10.5.pdf    Figure 10.5 Wealth inequality in the U.S., 1810 – 2010

 

http://piketty.pse.ens.fr/files/capital21c/en/pdf/F10.9.pdf    Figure 10.9 Rate of return vs. growth rate at the world level, from Antiquity until 2100

 

http://piketty.pse.ens.fr/files/capital21c/en/pdf/F12.1.pdf    Figure 12.1 The world billionaires according to Forbes, 1987 – 2013

 

http://piketty.pse.ens.fr/files/capital21c/en/pdf/F12.2.pdf    Figure 12.2 Billionaries as a fraction of global popilation and wealth 1987 – 2013

 

 

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UNA CLASE MAGISTRAL por Arnoldo Siperman*

| 4 noviembre, 2014

En la emisión del 3 de noviembre del programa televisivo Desde el Llano, que propala TN, fue entrevistado el conocido intelectual José “Pepe” Nun. La entrevista derivó rápidamente en una extensa exposición, una clase magistral de teoría política, filosofía y derecho público. Dispuso de una cantidad inhabitualmente extensa de tiempo, que le permitió explayarse con voz serena, tono alto y despacioso y con la claridad que aporta el dominio de los temas, sobre las complejas cuestiones abordadas, en términos que, sin desmedro de las exigencias del discurso académico, pudieran ser comprendidas por la amplia gama del público televidente. Esto es, de la cátedra al vulgo.

Comenzó explicando que, de conformidad con las previsiones constitucionales, nuestro país ha adoptado para su gobierno la forma de república representativa y federal. Aclaró que la palabra democracia no aparece en la Carta Magna, pero que está implicada en la noción de representatividad. Su discurso hizo hincapié en la noción fundamental de que el carácter republicano reposa en una estricta división de poderes, orientada a evitar el peligro de caída en el despotismo; y que la representatividad se ejercita precisamente en el Congreso de la Nación. Sostuvo que ese requisito esencial de republicanismo ha sido gravemente afectado por el gobierno (se refiere al de CFK, como lo explicitó). A título de importante muestra de lo manifestado, señaló el disertante que en el año en curso el Congreso solamente sesionó doce veces, once de ellas en sesión especial para tratar proyectos específicos del Poder Ejecutivo. (A esta altura conviene acotar que el orador rectificó al periodista que, como tímido bocadillo, señaló que habían sido trece sesiones, doce de ellas especiales). Lo cual, siguió diciendo, es un claro síntoma de la depreciación del valor efectivo de la república, ya que se ha desterrado el debate del lugar precisamente diseñado para que el mismo tenga lugar; y se ha clausurado el espacio para el tratamiento de cualquier tema no propuesto por el Poder Ejecutivo.

A esta altura de su exposición, hizo una incursión, breve pero de gran valor ilustrativo, sobre el origen del parlamentarismo en Inglaterra y su relación con la formación del tesoro público por la vía tributaria, para poner de relieve la corruptela existente entre nosotros por la cual –delegando facultades que competen al Congreso y bajo pretexto de una emergencia económica convertida en orden normal de las cosas- se ha devaluado la legalidad del presupuesto de gastos y recursos del Estado y se ha dejado la reasignación de partidas al arbitrio del Jefe de Gabinete. Es evidente, continuó explicando el entrevistado, que prevalece una noción procedimental de la democracia. Aclaró, para comprensión de la generalidad del público televidente, el alcance de la palabra “procedimental”, esto es, la referencia a los procedimientos propios de la democracia (recurso al voto, etc) como su elemento predominante y aun excluyente. Con precisa y concreta cita de los capítulos 22 y 23 del libro de Joseph Schumpeter titulado Capitalismo, Socialismo y Democracia, explicó con claridad el alcance de la democracia en su relación con la República.

La Argentina, continuó, es un país joven. No nació, como sostuvo públicamente CFK, en 1810 sino recién en 1880, afirmación que apoyó en un rápido planeo por la historia, destacando, por ejemplo, que Artigas nunca dijo que quería ser argentino (como se lo atribuyó CFK, según recordó el orador) sino que aspiraba a integrar la Banda Oriental, en la cual él había efectuado ya la reforma agraria, en unas Provincias Unidas Sudamericanas. Hizo mención, asimismo, a que los caudillos no eran los brutos que pintaba Sarmiento, sino que Bustos y Heredia eran abogados recibidos en Chuquisaca y Güemes un gran latifundista. De paso, se expidió también sobre Rosas, subrayando su personalismo y su anglofilia. Como el nuestro es un país joven, siguió explicando el orador, lo mismo acontece con su democracia, lo que se evidencia en un desarrollo personalista y caudillesco muy fuerte. Con la ley Sáenz Peña, que pone fin a una época oligárquico-conservadora, ese personalismo aparece como aspecto característico de sus personalidades y su actuación política en Yrigoyen, en Perón. También en Alfonsín quien, aunque tenía un “corazón democrático”, aspiró a un tercer movimiento histórico que él dirigiría. Hacia el final de su extensa y prolija exposición apareció una referencia a la conferencia muniquesa de Max Weber, de la que infirió la necesidad de una clase política más culta, inteligente y seria que la que hemos venido teniendo.

Me quedó bien claro, supongo que del mismo modo que a cualquier otro telespectador, que el disertante tiene en alta estima a la república, a la democracia y a la seriedad y cultura de quienes las expresan. No menos claro, que considera al gobierno actual y a su cabeza visible como personalista, poco republicano, poco democrático y poco instruido.

Tomando prestado un cierto recurso retórico, supondré que este José “Pepe” Nun, que tan adecuadamente y en estilo de clase magistral explicó los defectos de república, representación y democracia que caracterizan al gobierno de CFK, es un homónimo de quien se desempeñara a cargo de la Secretaría (hoy Ministerio) de Cultura de la Nación, bajo la presidencia de CFK. Si no fuera un caso de homonimia, podría tal vez serlo de amnesia selectiva.

*  ARNOLDO SIPERMAN, Abogado, Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (1958), Profesor en las Facultades de Derecho y de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Profesor, Jefe de Departamento y Vicerrector del Colegio Nacional de Buenos Aires (Universidad de Buenos Aires). Director de publicaciones universitarias, jurado de concursos, miembro del Consejo Superior Universitario (1960/61). Autor de numerosos artículos, monografías y varios libros. Los más recientes:  Una apuesta por la libertad. Isaiah Berlin y el pensamiento trágico, Ed. De la Flor (2000) El imperio de la ley. Política y legalidad en la crisis contemporánea (2002) Ideología. Una introducción (2003) Pensamiento trágico y democracia (2003), El drama y la nostalgia. Racismo político, Wagner y la memoria reaccionaria, Buenos Aires, Ed. Leviatán, 2005 y La ley romana y el mundo moderno. Juristas, científicos y una historia de la verdad, Ed. Biblos (2009).

 

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