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RAÚL ALFONSIN por Jose Bielicki*

Con-Texto | 27 octubre, 2018

Con el transcurso de los años desaparecen las anécdotas y se valoran los contenidos más profundos y trascendentes de los políticos, como gobernantes o como ideólogos. No sucede de igual forma con otras actividades del mismo modo e intensidad.

El sábado 31 de marzo se cumplen nueve años de la desaparición de Raúl Alfonsín, quien tuvo una despedida multitudinaria y de un calor popular similar al de la muerte de otras figuras que calaron hondo en el sentimiento de los ciudadanos. Miles de compatriotas se acercaron aquel día por propia voluntad a despedir al llamado Padre de la Democracia, sin aparatos, sin ómnibus contratados ni siquiera con una convocatoria promocionada hábilmente.

Durante su mandato, fue larga la lista de las difíciles circunstancias que soportó. Podríamos decir casi imposibles de superar; los más terribles y aberrantes hechos cometidos por la dictadura; asesinatos; desaparecidos, robos, desprestigio internacional, casi una guerra con Chile, deudas contraídas sin destino e imposibles de pagar y reclamos de todos los sectores, especialmente de los trabajadores. Frente a ello, estuvo la valentía y lucidez de Alfonsín y el total respaldo de los legisladores partidarios y de todo el radicalismo. Sin duda, sancionar a los que ordenaron y cometieron crímenes aberrantes y promover el juicio a las Juntas Militares fue el primer paso para instaurar el Estado de Derecho. Esa fue la sólida base para que, por primera vez, la Justicia de la República juzgara, sentenciara y encarcelara a las cúpulas militares. Produjo sorpresa y admiración en el mundo la fuerte decisión de poner en el banquillo a quienes se sentían dueños del poder. Aún hoy este juicio es un caso único en el mundo. Alfonsín descartó los consejos de muy altos dignatarios del mundo de no hacer los juicios por el riesgo de su caída. En forma paralela, el peronismo reconocía la auto amnistía que se habían dado los militares y pretendían con ello borrar las atrocidades cometidas.

Fue así que el candidato peronista durante su campaña defendió el autoperdón sostenido por todos los dirigentes que tardíamente descubrieron los Derechos Humanos. Es hora de recapacitar sobre el enorme valor de Alfonsín, quien nos aseguró estos casi treinta y cinco años sin golpes de Estado.

*abogado, diputado nacional (m.c.)

 

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Con-Texto | 27 octubre, 2018

Lectores de con-texto: Son muchos los artículos ya publicados que les envío. Todos y cada uno con una mirada atenta que disecciona la actualidad.  Es un trabajo de análisis que en muchos casos lleva a la desmitificación, dado que el  asedio de relatos cosidos por slogans, aceleración de datos y superposición de imágenes caleidoscópicas  forman subjetividad. Se incorporan y se repiten mientras  se nos escapan los detalles de lo dicho y mostrado y de lo no dicho y no mostrado. Es por eso que  estos artículos, al poner atención con otra profundidad de análisis, posiblemente descorran un telón sobre cuestiones que tienen que ver con nuestra vida hoy en el mundo.

Como siempre espero seguir contando con ustedes,  los saludo cordialmente

Ernestina Gamas 

 

 

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EL AZAR Y LA NECESIDAD por Albino Gómez*

Con-Texto | 26 octubre, 2018

 

 

 

Como es sabido, Jacques Monod, fue un biólogo francés que vivió entre 1910 y 1976. Fue condecorado con la Cruz de Guerra por sus servicios en la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Después de haber trabajado en el Instituto Tecnológico de California, volvió a París y, en 1945 ingresó en el Instituto Pasteur, del que fue director y en donde creó el departamento del servicio bioquímico celular, llevando a cabo la investigación y experiencias que le valieron en 1965 el Premio Nobel por sus descubrimientos relativos al control genético de las enzimas y la síntesis de los virus. Compartió dicho Premio con Andre Lwoff y con Francois Jacob. Fue también profesor del Collège de France, y autor entre otros libros, de uno de los pocos best-sellers en el campo de la divulgación científica: “El azar y la necesidad”. Sin embargo e inexplicablemente,  tanto la edición española como la francesa “Le hasard et la nécessité”, nunca tuvieron en nuestro medio la repercusión merecida. Por eso, a pesar del tiempo ya transcurrido desde su publicación, creo que vale la pena, por su importante temática, ocuparnos de dicha obra. .

 

Para Monod, la biología ocupa, entre las ciencias, un lugar a la vez marginal y central. Marginal, en cuanto el mundo viviente no constituye más que una parte ínfima muy especial del Universo conocido, de tal manera que el estudio de los seres vivos no parecería poder lograr jamás la revelación de unas leyes generales, aplicables fuera de la biosfera. Pero agrega que si la ambición última de la ciencia entera es fundamentalmente, dilucidar la relación del hombre con el Universo, entonces es justo reconocer a la biología un lugar central puesto que es, entre todas las disciplinas, la que intenta ir más directamente al centro de los problemas que hay que resolver antes de poder proponer el de la “naturaleza humana”, en términos que no sean metafísicos. Por ello, la biología es para el hombre, la más significativa de las ciencias, y la que ha contribuido ya, más que ninguna otra, a la formación del pensamiento moderno, profundamente trastornado y definitivamente marcado en todos los terrenos: filosófico, religioso y político, por el advenimiento de la teoría de la Evolución, nueva y sorpresivamente puesta en cuestión por parte de ciertos sectores neoconservadores en los Estados Unidos. ¿Cuándo no?

 

No obstante, mientras no se elaborara una teoría física de la herencia, la de la Evolución permanecía como suspendida, y la esperanza de lograrla rápidamente parecía una quimera hace cincuenta años, a pesar de los éxitos de la genética clásica. Sin embargo, éste fue el aporte de la teoría molecular del código genético, que entendida en sentido amplio, constituyó la base fundamental de la biología. Pero manteniéndonos dentro de los límites del libro de Monod, sin avanzar hasta los logros de nuestros días, podemos decir que aquel aporte, no significaba que las estructuras y funciones complejas de los organismos podían ser deducidas desde dicha teoría, y ni siquiera analizables directamente en escala molecular. Pero aun no pudiendo la teoría molecular del código predecir y resolver toda la biosfera, constituía desde entonces, una teoría general de los sistemas vivientes.  Además, en el conocimiento científico anterior a la biología molecular no había nada parecido, y el “secreto de la vida” podía entonces parecer inaccesible en su mismo principio.

Más adelante, Monod aceptaba como postulado, base del método científico, que la Naturaleza es objetiva y no proyectista. Para él, la biosfera no contiene una clase previsible de objetos o fenómenos, sino que constituye un acontecimiento particular, compatible seguramente con los primeros principios, pero no deducible de ellos. Por lo tanto, esencialmente imprevisible. Pero cuando se afirma que los seres vivos, en cuanto clase, no son previsibles a partir de los principios, no pretende de ningún modo Monod sugerir que no sean explicables según esos mismos principios, que en cierto modo trascienden, y que otros principios sólo aplicables a ellos, deberían ser invocados. Para él, la biosfera es imprevisible en el mismo grado que lo es la configuración particular de los átomos que constituyen un guijarro. Y nadie reprocharía a una teoría universal el no afirmar y prever la existencia de tal configuración particular de átomos. Bastaría que el guijarro fuese compatible con la teoría, a que como objeto, según la misma teoría, no tendría el deber de existir pero sí el derecho.

Claro está que lo que resulta suficiente tratándose de un guijarro, no resulta totalmente satisfactorio cuando pasamos al hombre porque, como dice Monod: “Nosotros nos creemos necesarios, inevitables, ordenados desde siempre. Todas las religiones, casi todas las filosofías, una parte de las ciencias, atestiguan el incansable, heroico esfuerzo de la humanidad para negar desesperadamente su propia contingencia”

Para las epistemologías metafísicas, han estado siempre –según Monod- íntimamente asociadas a las ideas morales y políticas de sus autores. Verdaderos edificios ideológicos, presentados como a priori, eran en realidad, construcciones a posteriori destinadas a justificar una teoría ético-política preconcebida. En cambio, para la ciencia, el único a priori, es el postulado de objetividad, que le prohibe tomar parte en tal debate. La ciencia, al estudiar la evolución del Universo o de los sistemas que contiene, como el de la biosfera, comprendido el hombre, ha advertido que todo fenómeno, todo acontecimiento, todo conocimiento, implica interacciones, por sí mismas generadoras de modificaciones en los componentes del sistema. Y la estrategia fundamental de la ciencia en el análisis de los fenómenos, es el descubrimiento de los invariantes. Pero el descubrimiento de la célula y la teoría celular permitieron entrever una nueva unidad bajo esta diversidad. Sin embargo, fue menester esperar los avances de la bioquímica en el curso del segundo cuarto del siglo XX, para que se revelara de manera total la profunda y rigurosa unidad en escala microscópica de todo el mundo viviente. Gracias a ello se sabe hoy que desde la bacteria al hombre, la maquinaria es esencialmente la misma.

De todos modos, cualquier alteración sería accidental y debida al azar. Y ya que constituye la única fuente posible de modificaciones del texto genético, único depositario a su vez de las estructuras hereditarias del organismo, se deduce necesariamente que sólo el azar está en el origen de toda novedad, de toda creación en la biosfera. El puro azar, el único azar, libertad absoluta pero ciega, en la raíz misma del prodigioso edificio de la evolución, destruye todo antropocentrismo. Ahora bien, por un lado sabemos que los acontecimientos elementales iniciales que abren la vía de la evolución a esos sistemas intensamente conservadores que son los seres vivos, son microscópicos y fortuitos. Por otro, que una vez inscripto en la estructura el accidente singular, y como tal esencialmente imprevisible, va a ser mecánica y fielmente replicado y traducido, es decir, multiplicado y transpuesto a millones o a miles de millones de ejemplares: “Sacado del reino del puro azar, entra en el de la necesidad de las certidumbres más implacables” concluye Monod.

Así, finaliza su obra con una enfática defensa del postulado de objetividad científica frente a las tendencias vitalistas y animistas. Y afirma que aceptar dicho postulado es enunciar la proposición de base de una ética: la ética del conocimiento. Etica sobre la cual “podría ser edificado un verdadero socialismo”, al que califica de gran sueño del siglo XIX traicionado, y en cuyo nombre –dice- se han cometido muchos crímenes.

Luego, con más realismo científico y sensatez, expresa: “Esto es quizá una utopía”. Y cierra su obra con la siguiente reflexión: “…el hombre sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente del Universo de donde ha emergido por azar. Igual que su destino, su deber no está escrito en ninguna parte. Puede escoger entre el Reino y las tinieblas”.

 

*El autor es periodista, escritor y diplomático de carrera.

 

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BOLSONARO, LA MORAL CAPITALIZADA por Andrés Ferrari Haines*

Ernestina Gamas | 26 octubre, 2018

El apoyo a Jair Bolsonaro se presenta como un voto moral: “hartazgo de la corrupción del PT”. También: “horror de un partidocuyo líder está preso”. Estos argumentos parecen bastar para simpatizar con ese candidato. “La indignación con el PT” parece ser justificativa suficiente para pasar por alto el hecho que la elección presidencial en Brasil, en primera vuelta, tuvo otros candidatos, además de Bolsonaro, que podrían significar un rechazo al PT: Ciro Gomes o Marina Silva. En cambio, este domingo, Brasil puede estar entrando en una tenebrosa continuación del impeachment a Dilma Rousseff. De hecho, no son pocos los que ven el proceso que pusieron en marcha, venírseles encima.

La conocida periodista de la poderosa red Globo, Miriam Leitão, una de las más férreas opositoras del PT, recientemente expresó: “el PT cometió los errores que – los que siguen esta columna saben – jamás dejé de criticar, pero el partido fortaleció la Policía Federal, eligió el primero de la lista para el Ministerio Público, nombró ministros del Supremo que en su mayoría tuvieron y tienen posiciones de independencia. Aprobó la ley de Delación, de Ficha Limpia y de Acceso a la Información”. También criticó polarizar la elección como si Brasil tuviese ante el riesgo comunista de la Guerra Fría y que el riesgo de transformarse en Venezuela no es ni derecha o de izquierda, sino del autoritarismo. Otro conocido colega de la misma red William Waack – que hace unos meses tuvo que alejarse de la emisora cuando, sin percibir que estaba al aire, vertió expresiones racistas en vivo – difundió una grabación en la que alerta la pésima imagen internacional que Bolsonaro trae a Brasil. El expresidente Fernando Henrique Cardoso afirmó que “Bolsonaro no tiene pensamiento liberal, ni sé si tiene incluso pensamiento”, mientras que el expresidente del Partido Social Demócrata Brasileño, Alberto Goldman, sostuvo que “nunca se me pasó por la cabeza que un día pudiese votar en el PT” pero “Bolsonaro es todo lo que abominé y viví en la dictadura”.

Folha de São Paulo denunció que hubo una masiva disparada de mensajes de Whatspp desde Estados Unidos justo antes de la primera vuelta, hecho que Mauro Paulino, director del centro de encuestas Datafolha, confirmó en su twitter dado el salto atípico que tuvo la intención de voto a Bolsonaro en los momentos finales. Este hecho constituye un delito para la ley electoral brasileña, lo que llevó a la empresa y a Facebook a cerrar miles de cuentas falsas que difundían noticias truchas sobre Haddad y el PT, como que irían a implantar un kit-gay en las escuelas y que eran pedófilos. Tampoco es legal su forma de financiamiento – se mencionan R$ 12 millones – por parte de empresarios (dos que lo admitieron en video) en forma no declarada (“Caja 2”, como se lo llama), el delito por el cual están presos miembros del PT, aunque no de otros partidos pese a existir las mismas pruebas contra ellos. El medio tuvo que solicitar protección a la policía por las amenazas que están sufriendo a raíz de esa nota. En similar situación se encuentra Reinaldo Azevedo, “el mayor anti PT de Brasil”, quién expresó “escribí un artículo contra Bolsonaro y me amenazaron de muerte. Escribí cuatro libros contra el PT y nunca fui amenazado de muerte”

No sólo la mitad de los brasileños ve la posibilidad de que una nueva dictadura se instale en su país. Preocupados que lo que suceda en Brasil refuerce un movimiento internacional que lleve al poder gobiernos reaccionarios y antidemocráticos en otros países, intelectuales y figuras públicas en todo el mundo se han manifestado contra Bolsonaro. Más de 40 Intelectuales alemanes, como Axel Honneth y Claus Offe, alertan en base a la historia de su país de los peligros de una apología a la tortura y la violencia. De hecho, los alemanes ya vienen preocupándose con el matiz derechista en Brasil luego de la reacción suscitada ante un video que su embajada en Brasilia por publicó sobre el nazismo. Después que sea definido el nazismo como ‘ideología de extrema derecha’ por parte del Canciller alemán Heiko Mass, seguidores de Bolsonaro inundaron la página de la embajada criticando esa visión afirmando que el nazismo fue un movimiento de izquierda. Perplejos académicos alemanes salieron a explicar que el uso de ‘socialismo’ por parte del nazismo nada tenía de izquierda. En Deutsche Welle, el politólogo alemán Kai Kenkel afirma que nunca se había visto en Alemania esa discusión, sólo en Brasil: “si usted le pregunta a un neonazi en Alemania si es de izquierda, se llevará una bofetada”.

Un grupo con 350 economistas brasileños y extranjeros, muchos colocándose como anti-PT, que incluye al Premio Nobel George Akerlof y al creador de Consenso de Washington, John Williamson, publicaron un manifiesto en favor de Fernando Haddad por su respeto a la democracia. Otro economista premio Nobel, el profesor de Yale Robert Shiller, distribuyó un video alertando los riesgos de Bolsonaro (y Trump) a los derechos humanos y democracia. 200 intelectuales europeos también se expresaron en una declaración conjunta, entre ellos T. Piketty, M. Aubry, D. Fassin, P. Burke. Los sociólogos ibéricos Boaventura de Sousa Santos y Manuel Castells se están movilizando para ayudar a Brasil evitar Bolsonaro. 170 especialistas que luchan contra la corrupción en 63 países, reunidos en la 18º Conferencia Internacional Anti-Corrupción en Dinamarca, también criticó las amenazas a la sociedad civil de Bolsonaro y su forma de tratar como “terroristas” a entidades y movimientos sociales, necesarias para combatir la corrupción.

Bill Clinton ha manifestado su preocupación por la campaña de odio de Bolsonaro y un grupo de figuras globales, entre ellos, N. Chomsky, Felipe Gonzalez, Vicente Fox, François Holande, Bernie Sanders, y Perez Esquivel se han expresado en igual sentido en un manifiesto. Steven Levitsky, profesor en Harvard y autor de Cómo mueren las democracias ha hecho pública su preocupación, así como otras personalidades como el Papa Francisco, Cher, Madonna, Daniela Mercury y Roger Waters. Joan Manuel Serrat denuncia que a Bolsonaro le parece normal la persecución racial, mientras que Barcelona le retiró a Ronaldinho Gaucho el status de embajador porque apoyó a Bolsonaro quien expresa valores con los que el club no concuerda. Chico Buarque y Caetano Veloso se juntaron en Rio de Janeiro en un recital en favor de Haddad esta semana.

New York Times llama a Bolsonaro “la triste elección de Brasil” y The Economist una amenaza para América Latina, algo que puede ser un preaviso luego de que Bolsonaro expresara su deseo de establecer en la región una unión de gobiernos de derecha y su hijo, Eduardo, Diputado por Rio de Janeiro, declarara que bastaba un cabo y un soldado para derrumbar la Corte Suprema y manifestar su deseo de declararle la guerra a Venezuela. A su favor se ha expresado David Duke, exlíder Ku Klux Klan, y los políticos y empresarios salpicados por la Operación Lava-Jato – como el actual presidente Temer y Eduardo Cunha desde la cárcel.

No debería sorprender: su partido hasta este año, el Progresista, con 31 es el que tiene más involucrados en esa investigación (contra 6 del PT), siguiendo la línea de esa agrupación que tuvo en sus filas a Paulo Maluf, ex gobernador de São Paulo e ícono de la corrupción brasileña, quien, entre incontables casos, construyó un túnel en San Pablo que, con un sobreprecio que se calcula en US$ 400 millones, fue más caro el túnel del Canal de la Mancha. El propio Bolsonaro, frente al triplex atribuido a Lula, posee al menos R$ 15 millones en patrimonio inmobiliario, además de vivir de la política hace dos décadas, al igual que sus, aunque pretende implementar un fuerte corte fiscal. De hecho, empleó como ñoqui 15 años a Walderice Santos da Conceição, hasta ser denunciado por la Folha de São Paulo. También cobró desarraigo 23 años en Brasilia, pese a ser dueño de un inmueble en la ciudad – el cual explicó que lo usaba de bulo. Su aumento patrimonial desde 2006 fue casi 170% y el de su hijo Eduardo 430% desde 2014, en ambos casos, totalmente incompatible con los ingresos correspondientes a sus cargos públicos. Paulo Guedes, que es presentado como su gurú económico, también es investigado por gestión fraudulenta en un Fondo de Inversión que recibió R$1.000 millones entre 2009-13.

Mientras Bolsonaro anuncia que hay que ‘ametrallar al PT’, promete tenaz persecuciones a grupos sociales y desprotección a todo tipo de minorías, en un país que según Piketty tiene la peor distribución de ingreso del mundo y la mitad de su población sólo terminó la escuela primaria, la Bolsa de Valores de San Pablo se dispara a medida que se acerca el día de la consagración del candidato moral que promete una fuerte flexibilización laboral, una dura reforma jubilatoria, cortar el aguinaldo, vacaciones entre otros derechos laborales y entregar los recursos nacionales a empresas extranjeras.

La moral está salvada.

 

*Profesor UFRGS (Brasil)

 @Argentreotros http://argentinaentreotros.wordpress.com

 

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EL HORRENDO CASO SHEILA por Jorge Ossona*

Ernestina Gamas | 23 octubre, 2018

Fuente El Tribuno 28-10-18

El asesinato de Sheila Ayala exhibe varios fenómenos. Se trata de un caso emblemático del mundo de la pobreza suburbana, un término polisémico abarcativo de muchísimas situaciones. Para evitar su uso abusivo es necesario aclarar, primero, que solo una minoría de los pobres participa de esa criminalidad cuyas principales víctimas son otros pobres. Luego, que estas fisuras del tejido social también se registran de diversas maneras en el resto de la sociedad. Planteados estos recaudos, es posible trazar un sucinto recorrido descriptivo del universo sociocultural de la niña. Confluye allí la usurpación de viviendas como la del local bailable en donde se sustanció el crimen con el consumo adictivo de drogas farmacológicas combinadas con alcohol y el paco. El hacinamiento y la promiscuidad sexual, que convierte a niños y jóvenes indefensos en víctimas propiciatorias, se conjugan con el estallido de redes familiares astilladas en facciones que tornan a sus hijos en objetos dilectos de venganza según los códigos carcelarios. Los abusos cometidos por padrastros, tíos, primos, -cuando no padres e incluso abuelos- son una anomalía recurrente. Su sordina en las clases medias y altas resulta allí menos disimulable por tratarse de generaciones más breves en las que conviven padres, abuelos y hasta bisabuelos. El barrio en donde Sheila vivió y fue asesinada evoca también las fronteras internas de los territorios suburbanos; en este caso, nítidamente delimitadas por un muro.

Una estrategia defensiva muy corriente en las comunidades de origen paraguayo cuyo hermetismo las torna sospechosas a los ojos del resto de la vecindad. Hemos ahí otro de los rasgos extendidos en los barrios marginales: una xenofobia más intensa que en el resto de la sociedad; agravada, en este caso, por el hecho de que uno de los tíos y presunto asesino era un indocumentado con antecedentes delictivos. Primero, fue una violencia facciosa e ideológica hoy difuminada capilarmente en pequeñas causas totales atizadas por los efectos deletéreos de los estupefacientes. Luego, 15 años de estancamiento seguidos por dos expansiones: la primera, de signo modernizante pero socialmente excluyente; y la segunda, solo precariamente inclusiva y fundada en un régimen cleptocrático. Este naturalizó el delito mediante un frío cinismo negador o simulador como el exhibido por los parientes responsables del crimen. En suma, un tejido social desgarrado cuya restitución llevará varias generaciones si es que de veras estamos decididos a emprenderla.

*Historiador y sociólogo. Miembro del Club Político Agentino

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CARTA ABIERTA AL PAPA FRANCISCO por Teresa Harguindey*

Ernestina Gamas | 23 octubre, 2018

Su Santidad, Papa Francisco:

El agravio motiva escribir esta carta. La mano en el hombro de un caído es signo de misericordia, pero es signo de bendición si el anillo eclesiástico se apoya en el hombro de un mercader que desafía la investigación de la justicia por motivos inconfesados. No hay gestos cándidos en la Argentina arrasada por la corrupción y la pobreza estructural, la moral de un acto o de una intención se mide por el motivo que lo impulsa. La foto de Hugo Moyano rodeado del cordial arzobispo Radrizzani y del clero partisano en el día de su omnipotencia sindicalista, política y religiosa, ofende a los argentinos que leemos en ella el uso de la Iglesia en beneficio propio. En el acto de Luján, la Iglesia argentina amparó con su manto celeste no sólo a él, también a innumerables personajes del peronismo opositor y del sindicalismo hoy sindicados por la Justicia. Quizás, (reitero: no queda margen para la candidez en la Argentina) animada por su venia como jefe espiritual y jefe del Estado Vaticano.

 

La foto fue un agravio para quienes sabemos que, corridos por las investigaciones o por intereses espurios, muchos concurrentes fueron a Luján por necesidad, no por virtud. De un modo incipiente, desparejo, y a veces amañado, alguna Justicia intenta poner luz sobre la trama oculta de los negociados de las cleptocracias sindicales, políticas y empresariales que mientras levantaban el encomiable estandarte de Pan, Paz y Trabajo hicieron del suelo argentino su quinta personal. Y junto a la Justicia, transita un Estado agobiado frente a la demanda social con una moneda fina como una hostia fruto de la erosión inflacionaria de siete décadas. Con esa moneda debilitada y mientras el planeta avanza adaptándose a nuevas formas de vínculo laboral, el Estado argentino hace frente a demandas laborales que desconocen la precariedad del momento y sufre presiones de grupos de poder que se la juegan de mejor patriotas o nacionalistas de buena ralea, vampirizan el Estado por un lado, y por el otro lo acusan de anémico. Estamos, quizás, en el umbral de que la Argentina erradique la anomia, su debilidad institucional y la corrupción endémica, mal extendido a lo largo y lo ancho de una sociedad que prácticamente no conoce el valor estable de su moneda como referente y regulador del contrato social. Y para sanear la Argentina tiene que caer quien deba caer. Quienes tenemos el objetivo de ver una Argentina saneada, sin otro fin que el bien común, y el fin de la impunidad no nos sentimos representados por la Iglesia de Luján. Así no se cura la grieta, así no hay bálsamo espiritual.

 

                                                                                             Buenos Aires, 21 de octubre de 2018

*Escritora              

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EL SUBSUELO DEL ESTADO MAFIOSO por Jorge Ossona*

| 13 octubre, 2018

Bien lo señalo en su momento el constitucionalista Carlos Nino cuando definió a la Argentina como “un país al margen de la ley”. Juicio corroborado por  el politólogo Guillermo O’Donnell al indicar que en nuestra sociedad habían proliferado “zonas marrones” en donde el imperio de la ley y el estado de derecho son sistemáticamente puestos entre paréntesis. A diferencia de otros países de la región, la Argentina no devino en un “Estado fallido” dada la implantación homogénea de la administración publica en nuestro poco poblado territorio desde la Organización Nacional. Pero su debilitamiento durante los últimos cuarenta años habilitó la aparición de estos manchones. Un joven sociólogo, Matías Dewey, advirtió un rasgo adicional de nuestra modalidad  de ingreso en  la era global. No es que el Estado se haya ausentado sino que reconfiguro su presencia bajo la  forma mafiosa de un orden clandestino.

El fenómeno registra sus orígenes históricos en la crisis del patrón de desarrollo semicerrado desde medidos de los 70 que barrio con las manufacturas menos competitivas y más concentradas en el mercado interno. Se fue delineado desde entonces una economía más moderna y extrovertida que, ya  insinuada en los 80, se consolido durante los 90 y los 2000.  El nuevo régimen de desarrollo se fundada en dos ejes centrales: una asociación con nuestro nuevo vecino rico, Brasil, vía el Mercosur; y la otra con  la región Asia Pacifico, con epicentro en China. Mientras que al primero lo proveemos de autos y partes automotrices además de un conjunto de maquinarias, materias primas agrícolas y  bienes agroindustriales; a la segunda lo hacemos con el producto estrella de nuestro nuevo agro, la soja, merced al aporte tecnológico de la siembra directa y los transgénicos.

Pero el empuje de esta nueva economía productiva no alcanza para incluir a los millones de trabajadores que, como en otras partes del mundo, perdieron sus puestos de trabajo por no poder competir en  las escalas de los nuevos emergentes asiáticos. La informalidad y el desempleo campean desde hace más de treinta años en paisaje de los suburbios de los antiguos centros industriales como Rosario, Córdoba y el Gran Buenos Aires; precisamente, en donde el nuevo orden mafioso fue ganando extensión y densidad. Su conformación, no obstante, disto de ser lineal; y confluyo con la consolidación de la democracia inaugurada en 1983.

 Ni bien la  nueva realidad social de la exclusión exhibió hacia los 80 sus primero indicios, la dirigencia política  concluyó  su incompatibilidad con la democracia. Era menester administrar paliativos de emergencia hasta que la actividad económica volviera a ofrecer sus virtuosos frutos inclusivos. Surgieron así toda una serie programas fragmentarios, gestionados principalmente desde los municipios, que proveían a los desafiliados de alimentos, obras de urbanización, y empleos precarizados. Pero la experiencia de los 80 demostró que en las nuevas condiciones heredadas de la reestructuración, la vigencia de un gobierno democrático no garantizaba por sí mismo  devolverle a la sociedad urbana posindustrial sus contornos integrativos. La sobreviviente y potenciada puja distributiva histórica comenzada en la segunda posguerra, asimismo, se espiraló hasta detonar la primera rebelión masiva de los excluidos durante la hiperinflación de 1989-1990.

El segundo gobierno democrático aposto durante los 90 a la reintegración, signo de los nuevos tiempos, mediante una extroversión más incisiva de la nueva economía. Su instrumento fue un reformismo estatal de radicalidad proporcional a la crisis heredada. Se logró derrotar a la inflación y recuperar el crecimiento merced a un contundente flujo de inversiones en infraestructura.  Pero fue inútil: la pobreza permanecía inconmovible. Luego, la recesión comenzada a fines de la década sentó las bases de una nueva rebelión estallada a fines de  2001.

Fue así como durante el decenio siguiente fue cobrado forma la verdadera revolución cultural en las que se cimenta el Estado mafioso. Según sus supuestos, la irreductibilidad de la pobreza  solo admite el paliativo de programas focalizados y territorializados para garantizar sine die la subsistencia básica de un tercio de la población. Un conservatismo reforzado por ingredientes simbólicos potentes que abarcaban desde la idealización de la pobreza como estado social hasta la ficción de un inclusivismo fundado en el consumo de productos tecnológicos y una gimnasia de movilización permanente.  El cambio de convicciones resultaba  de un aprendizaje factico: la pobreza endémica, a diferencia de lo que se suponía veinte años antes, no solo era gobernable sino  que podía convertirse en una veta de pingües ganancias procedentes de la parafiscalidad sobre una economía informal asentada en actividades semilegales e ilegales.

Hemos ahí los fundamentos del “orden clandestino” enunciado magistralmente por Dewey.  Una vasta zona de exclusión regida por los códigos de actividades ilegales complementarias de las políticas asistenciales estatales para mantener a los marginados relativamente contenidos.  La utilización de su fuerza de trabajo en condiciones prohibidas por el marco legal como la explotación semiservil de inmigrantes  de países limítrofes  en las ramas textil y de la construcción o el soborno político de los excluidos  locales  mediante las practicas clietelistas constituyen algunas de los botines de esta paradojal  riqueza extraída de la pobreza. Sus rindes asombrosos contribuyen al financiamiento de las exigentes campañas electorales de la política democrática municipal y provincial.

El orden mafioso provee a los pobres de trabajo informal, prendas baratas vendidas en centros de comercialización como La Salada y drogas residuales de las de alta calidad.  La superestructura política succiona, en cambio, los recursos exorbitantes procedentes de la recaudación venal de la economía negra. El sistema encuentra su base precisamente  en esos antiguos barrios industriales degradados y en los nuevos asentamientos procedentes de las ocupaciones territoriales compulsivas. Ambos, resguardados de la ley cuyo control es efectuado conjuntamente por la policía y los referentes comunitarios al servicio de municipios y organizaciones sociales con la debida cobertura judicial. La segregación espacial permitió la reproducción de otras ilegalidades tanto o más rentables que las anteriores: desde el robo de vehículos, la piratería del asfalto y el narcotráfico.

Este subsuelo mafioso se sostiene merced  a prácticas, normas y valores múltiples difíciles de reducir. Sin embargo, en su combate se juega nada menos que la reconstrucción de nuestro dañado tejido social durante más de cuatro décadas. Es indispensable invertir grandes cuotas de imaginación, inteligencia y patriotismo para ir progresivamente reincorporando a los excluidos de nuestra nueva economía internacionalizada. No será fácil, tampoco imposible. La desestigmatización cultural y la capacitación educativa en actividades demandadas por los nuevos servicios podrían ser las llaves maestras, entre muchas otras, de re incluir al segmento más crítico de la pobreza: los jóvenes. Recomponer, simultáneamente, la confianza en autoridades públicas capaces de renunciar a la administración diferenciada del estado de derecho  según el escenario y el sector social. Reimplantar, en suma, la igualdad ante la ley sin prebendas ni privilegios mafiosos. Y devolver las esperanzas de millones de argentinos de conseguir un país mejor.

*Historiador y sociólogo. Miembro del Club Político Argentino

 

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CARTA ABIERTA A LOS INTELECTUALES DEL MUNDO Por Manuel Castells*

| 10 octubre, 2018

Amigos intelectuales comprometidos con la democracia:

Brasil está en peligro. Y con Brasil, el mundo, porque después de la elección de Trump, de la toma del poder por un gobierno neofascista en Italia y por el ascenso del neonazismo en Europa, Brasil puede elegir como presidente a un fascista, defensor de la dictadura militar, misógino, sexista, racista y xenófobo, que ha obtenido 46% en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Poco importa quién sea su oponente. Fernando Haddad, la única alternativa posible, es un académico respetable y moderado, candidato por el PT, un partido hoy día desprestigiado por haber participado en corrupción. En una situación así, ningún intelectual, ningún demócrata, ninguna persona responsable del mundo en que vivimos, podemos quedarnos en una indiferencia generalizada hacia el sistema político brasileño. Pero la cuestión no es el PT, sino la presidencia de un Bolsonaro capaz de decir a una diputada, en público, que “no merece ser violada por él”. O que el problema con la Dictadura no fue la tortura, sino que no matara en lugar de torturar. Yo no represento a nadie más que a mí mismo. Ni apoyo a ningún partido. Simplemente, creo que es un caso de defensa de la humanidad, porque si Brasil, el país decisivo de América Latina, cae en manos de este deleznable y peligroso personaje, y de los poderes fácticos que los apoyan, los hermanos Koch entre otros, nos habremos precipitado aún más bajo en la desintegración del orden moral y social del planeta, a la que estamos asistiendo. Por eso les escribo a todos ustedes, a los que conozco y a los que me gustaría conocer. No para que suscriban esta carta como si fuera un manifiesto al dictado de políticos, sino para pedirles que cada uno haga conocer públicamente y en términos personales su petición para una activa participación en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el 28 de octubre, y nuestro apoyo a un voto contra Bolsonaro, argumentándolo según lo que cada uno piense, y difundiendo su carta por sus canales personales, redes sociales, medios de comunicación, contactos políticos y cualquier formato que difunda nuestra protesta contra la elección del fascismo en Brasil. Muchos de nosotros tenemos contactos en Brasil, o tenemos contactos que tienen contactos. Contactémoslos. Un mensaje de Whatsapp es suficiente, o una llamada telefónica personal. No nos hace falta un # (hashtag). Somos personas, miles, potencialmente hablando a millones, en el mundo y en Brasil, porque a lo largo de nuestra vida hemos adquirido con nuestra lucha e integridad cierta autoridad moral. Utilicémosla en este momento, antes que sea demasiado tarde.

Yo lo voy a hacer, lo estoy haciendo. Y simplemente ruego que cada una/uno haga lo que pueda.

                                                        2018/10/08

*Sociólogo y economista español. Ejerce como profesor de Sociología y Urbanismo en la Universidad de California en Berkeley. Es director del Internet Interdisciplinary Institute y presidente del consejo académico de la Next International Business School.

 

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INCLUIR MÁS DERECHOS PARA QUE NADA CAMBIE por Roberto Gargarella*

| 8 octubre, 2018

Fuente La Nación

Desde hace varios años, y de distintos modos, el discurso de los derechos humanos viene siendo objeto de recurrentes análisis críticos. El profesor de Yale Samuel Moyn dedicó varios libros a mostrar de qué modo la retórica de los derechos humanos –convertida en la “última utopía” de nuestra era- había ganado fuerza, al mismo tiempo en que se imponían en el mundo programas económicamente regresivos. Moyn no pretendió denunciar entonces la presencia de un vínculo causal entre ambos fenómenos (los ajustes económicos como resultado de el auge de los derechos humanos), pero sí la presencia de una correlación que sugería el descuido o desinterés mostrado por los defensores de los derechos, en torno a cuestiones relativas a las desigualdades económicas. 

La académica australiana Rosalind Dixon ensayó, recientemente, un camino crítico diferente -aunque finalmente relacionado con el anterior- al hablar de “los derechos como sobornos”. Otra vez, se trataba de un autor/a de fuerte compromiso con el pensamiento de izquierda, que procuraba dejar en claro, empíricamente, los problemas generados por el discurso de los derechos. Con sus trabajos, Dixon nos demostró de qué modo, en muchas regiones del mundo (el caso de Latinoamérica en general, y el de Ecuador en particular, representa uno de sus ejemplos principales) gobiernos con una retórica de izquierda habían “concedido” derechos como prenda de cambio destinada a autorizar o “encubrir”, finalmente, el reforzamiento de los poderes presidenciales. 

En lo personal, a mí mismo me interesó mostrar, en varios trabajos enfocados sobre “la sala de máquinas de la Constitución,” un problema recurrente en el constitucionalismo latinoamericano, al menos desde la sanción de la “revolucionaria” Constitución de México, en 1917. Reproduciendo el ejemplo mexicano, todas nuestras Constituciones fueron modificadas muchas veces, en estas décadas, repitiendo siempre el mismo parámetro: “modernizamos” y ampliamos la lista de los derechos incorporados en la Constitución, mientras preservamos casi intocada la organización del poder, insistiendo sobre el “viejo” esquema de poderes concentrados y hostiles a la participación popular. De ese modo, en América Latina tendimos a “fracturar” nuestras Constituciones en dos partes, que comenzaron a orientarse en direcciones contradictorias: una “nueva” sección de los derechos, acorde con los “nuevos tiempos” (“estilo siglo xxi”), y una “vieja” sección referida a la organización del poder, propia de los “viejos tiempos” (estilo siglos xviii o xix). Por un lado, así, ampliamos entonces la lista originaria de derechos civiles y políticos, para “acumular”, por encima de aquellos, derechos económicos y sociales primero, luego derechos humanos, y más tarde derechos multiculturales. Mientras tanto, y por otro lado, tendimos a mantener prácticamente intocada el esquema de organización del poder que, en nuestro caso, persistió con el perfil que habían imaginado Juan Bautista Alberdi para la Argentina, Andrés Bello para Chile, o José María Samper para Colombia: un esquema de distribución y balance de poderes arcaico, propio de los tiempos de la “desconfianza democrática” y el elitismo constitucional.

La “desconfianza democrática” propia del siglo xix, ayuda a explicar y entender la “disconformidad con la idea de derechos” que comienza a extenderse ahora, a comienzos del siglo xxi. Ocurre que hoy empezamos a reconocer de qué modo nuestras instituciones básicas -el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo, el Poder Judicial, pero también nuestra organización económica fundamental- responden a viejos criterios elitistas, que no han sido cambiados, en tiempos durante los que, sin embargo, expandimos radicalmente nuestras exigencias democráticas, y a la vez re-escribimos, una y otra vez, nuestro esquema de derechos. La pregunta obvia es entonces: por qué no aprovechamos tantos cambios para cambiar también lo más importante -el sistema de organización del poder- que optamos, empero, por mantener intocado? Moyn podría decirnos que el discurso de los derechos distrajo nuestra atención del foco más importante: el de las desigualdades materiales. Dixon podría decir que, en realidad, muchas voluntades fueron “compradas” por el poder, que se encargó de “entregar” o distribuir derechos como “maná del cielo”, mientras se reforzaba en su puesto. Yo agregaría que la política, por buenas y malas razones, aceptó las demandas sociales que tradujo como reclamos por “nuevos derechos”, mientras se cuidó de mantener bajo siete llaves a la “sala de máquinas” de la Constitución. Como si nos dijeran: nada de lo realmente importante puede modificarse. Finalmente, esto fue lo que ocurrió con la misma Constitución de México, en 1917, y lo que nos revela esta anécdota: en su discurso frente a la Convención Constituyente de México, en 1916, el líder revolucionario Venustiano Carranza les dejó en claro a los constituyentes “revolucionarios” que ellos podían incorporar nuevos derechos a la Constitución, pero que ni se les ocurriera modificar una estructura de poder que debía seguir estando al servicio de la preservación del “orden” y el mantenimiento de la “autoridad” presidencial. La revolución no podía llegar tan lejos.

Los comentarios anteriores, según entiendo, resultan iluminadores sobre la política de nuestro tiempo. Muchos vivieron, por ejemplo, durante más de diez años, cegados por la retórica de los derechos (“el gobierno de los derechos”), y esa embriaguez les impidió reconocer de qué modo aquellos discursos reivindicativos ocultaban la sedimentación de prácticas hostiles a la participación popular cotidiana (“si quieren cuestionarme, formen un partido político y gánenme las próximas elecciones”), a la vez que ayudaban a reforzar las desigualdades materiales habituales en nuestra historia. El actual gobierno, mientras tanto, llegó envuelto en una retórica igualmente seductora, la de la “nueva política”, que vino a encubrir los modos en que los proclamados cambios servían para que, institucionalmente, todo se mantuviera igual: el elitismo democrático sigue conviviendo con nosotros. 

Desde los informados cambios en el financiamiento de la política, hasta la reforma judicial, todos los anuncios gubernamentales revelaron, finalmente, la insoportable persistencia de las viejas oligarquías: la “familia judicial” se auto-protege; la Iglesia mantiene un poder de veto inaceptable dentro de una sociedad laica; el poder económico sigue colonizando a la vida política. Para quienes aspiramos a una democratización de la sociedad “todo a lo largo” (democracia política, democracia económica), se trata de una mala noticia: continuamos transitando por “tiempos molestos”. La buena noticia, en todo caso, es que hoy todo se ve más claro: cada vez hay menos espacio para los viejos cantos de sirena.

*Constitucionalista, sociólogo

 

 

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DERIVACIONES DEL RESPETO AL DERECHO DE ASILO por Albino Gómez*

| 3 octubre, 2018

Cuando el 11 de septiembre de 1973 se produjo el golpe contra el gobierno del Dr. Salvador Allende en Chile, yo recibí una instrucción precisa de nuestra Cancillería: “otorgar asilo amplio y generoso”. Y así la cumplí con la colaboración del entonces Cónsul General en Santiago, Héctor Sáinz Ballesteros y el Secretario de Embajada Félix Córdova Moyano, que lamentablemente ya no están  en nuestro mundo. 

Llegamos a otorgar refugio a más de cuatrocientas personas en menos de un mes, y la tarea fue realmente ardua y penosa, por razones humanas, de organización y de abastecimiento. Por supuesto, en una situación tan grave, las jornadas de trabajo no tenían límite de horario. Y día a día la situación se iba haciendo más crítica por elementales razones de espacio, toda vez que crecía el número de refugiados y la promiscuidad creaba serios e insolubles problemas.

Claro está que los refugiados no podían dejar la embajada de un día para otro. Debían esperar no sólo que la Cancillería argentina determinara su condición de “asilados” y luego que la Junta Militar chilena otorgara su salida del país segura y garantizada. Porque pese a la instrucción, yo no podía “otorgar asilo” sino meramente refugio, determinando si la situación del refugiado justificaba o no el otorgamiento de asilo por parte de nuestro gobierno.

El cambio de Cámpora a Perón con el interinato de Lastiri y la presencia en la Cancillería de Alberto Vignes, un ex diplomático sumariado en dos oportunidades por sendos hechos ilícitos  -cuyo increíble acceso a la titularidad de ella se debió a su pertenencia a la logia P2 comandada por Liccio Gelli- modificó el espíritu de aquella primera instrucción de la Cancillería. Tanto así, que se llegó a aceptar como válida la ridícula denuncia de los agregados militares de nuestra embajada en Santiago, de que yo y mis dos colegas habíamos transformado la residencia oficial –o sea la propia embajada- en una sucursal del Kremlin, dada la ideología supuesta o real de la mayoría de los refugiados. Porque había miembros del Partido Comunista, trotkistas, maoístas, terroristas que habían actuado en Brasil, simples latinoamericanos allendistas, y muchos sin militancia de ningún tipo, porque como los alquileres estaban congelados, bastaba la sola denuncia de los propietarios para que sus inquilinos fueran llevados detenidos de inmediatos al Estadio. Y hasta funcionarios de la Cepal.

Por respeto al nivel intelectual de los eventuales lectores de este texto, creo innecesario todo comentario a semejante estupidez. Pero dicha denuncia logró que la Cancillería argentina nos trasladara a los tres funcionarios a cargo de esa tarea en 24 horas, sin ninguna explicación, ni inmediata ni mediata. Más aun, nunca hubo explicación para nosotros. Pero se nos dieron sólo 24 horas para volver a Buenos Aires, sin que hubiese mediado queja alguna por parte de la Junta Militar chilena sobre nuestra actuación con referencia al otorgamiento de refugios.

Pocos meses antes del golpe de septiembre hubo un abortado intento a cargo de un grupúsculo de derecha que terminó en nada. Sin embargo, como encargado de negocios tuve que atender la solicitud de refugio que me hizo un militar chileno en favor de su hijo, porque corría peligro de ser detenido por su implicancia en la asonada. Y por supuesto le concedí refugio y lo albergué por largos días en la Embajada.  

Los tres funcionarios que intervinimos durante el golpe de septiembre, lo hicimos cumpliendo las normas del Derecho de Asilo, más allá de cualquiera consideración política y al margen de nuestras propias posiciones ideológicas: sólo se trataba de preservar la libertad o la vida de las  personas que justificadamente solicitaban refugio. Así lo hicimos, y –a pesar de las sanciones que sobrevinieron, nunca nos arrepentimos de haber procedido de tal manera.  

*Periodista, escritor y diplomático

 

 

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