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PERIODISTAS Y LIBERTAD DE PRENSA por Octavio Rodríguez Araujo*

Ernestina Gamas | 28 febrero, 2014

Fuente: La Jornada, México (Other News)

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (México) ha mencionado que de 2000 a 2013 han muerto 85 periodistas. El domingo pasado una buena cantidad de periodistas se reunieron en la ciudad de México y en Veracruz para protestar por la impunidad que existe en los asesinatos de sus compañeros. Se interpreta que estas muertes se deben al crimen organizado y no necesariamente a funcionarios públicos interesados en limitar la libertad de prensa en el país. Empero dichos funcionarios públicos poco han hecho para despejar las dudas existentes en torno de esos decesos.
Debe decirse que la libertad de prensa en México, por lo que se refiere a las políticas gubernamentales, ha venido aumentando desde que el gobierno de Salinas desapareció la Productora e Importadora de Papel, SA (PIPSA), fundada por Lázaro Cárdenas para garantizar la importación, precio y distribución de papel sobre todo para los periódicos. Esto fomentó el desarrollo de los medios impresos, pero con el tiempo fue usado por los gobiernos posteriores para censurarlos: te portas mal, no te doy papel. Y como era un monopolio estatal, no había forma de importarlo libremente o de producirlo en el país por la vía de empresas privadas.
Una vez que el papel podía ser adquirido en el mercado internacional y en el nacional, la libertad de prensa comenzó su ascenso, sólo limitada por la publicidad tanto pública como privada (con López Portillo se inició abiertamente la amenaza de retirar la publicidad estatal si había críticas a su gobierno: «No pago para que me peguen», fue una de sus frases famosas). Incluso con Salinas, vía la Secretaría de Gobernación, se disminuía el porcentaje de publicidad gubernamental si algunos periódicos criticaban más de lo que las autoridades podían aceptar. La Jornada fue castigada por un tiempo al recibir un porcentaje menor de publicidad que otros medios. Algo muy semejante ha ocurrido con la publicidad privada que, obviamente, prefiere diarios y revistas afines a los intereses empresariales del país. Estos mecanismos también han servido para que periodicuchos golpeadores sobrevivan vendiendo halagos y amenazando con críticas, pero por fortuna los lectores los tienen bien detectados.
Hay, pues, libertad de prensa en México, la suficiente como para poder criticar fuertemente al gobierno e incluso al Ejército, que hace 35 o 40 años no se podían tocar: en aquellos años en lugar de decir que el presidente era un tonto (y sus acepciones) se decía lo mismo de sus asesores o de algunos de sus colaboradores; en lugar de criticar al Ejército se decía «algunos militares». Esto ha cambiado, y mucho. Sin embargo, hay grupos (al parecer organizados e ilegales) que asesinan y/o desaparecen periodistas, y los casos, por displicencia o complicidad de las autoridades, no son resueltos en su mayoría. Esto es grave y no debería ocurrir, pero ahí están los datos. Sólo en el gobierno de Calderón y su estúpida guerra contra el crimen organizado fueron asesinados 46 periodistas (sobre todo de 2008 a 2012), desaparecieron ocho más y han sido acosados de diversas maneras otros 172 con amenazas de muerte, agresiones físicas, etcétera. (PEN International, marzo de 2013). La Fiscalía especial para la atención a delitos cometidos contra la libertad de expresión (FEADLE), según la misma fuente, no ha hecho nada efectivo para que los asesinos y acosadores sean llevados ante la justicia.
Podría decirse, con la información a mi alcance, que los últimos gobiernos no han asesinado a periodistas, pero sí han «pecado» por omisión al no resolver los casos denunciados y registrados. Otra cosa han sido las acciones gubernamentales contra activistas, pero sería tema de otro artículo.
El número de corresponsales extranjeros ha aumentado también: de 26 en 1975 (Sergio Aguayo) a más de 100 en la actualidad (me refiero a agencias de noticias, periódicos y revistas, radio y televisión). Pocas veces, si alguna en los últimos años, ha sido expulsado un corresponsal extranjero, lo que sí ha ocurrido en otros países que largo sería mencionar.
Hay, por otro lado, algunos países donde los corresponsales extranjeros no pueden trabajar. Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), Eritrea encabeza la lista de estos países, le siguen Corea del Norte, Siria e Irán. Sin embargo, aunque la prensa de derecha señala también a Cuba, este país ha flexibilizado sus políticas migratorias para periodistas extranjeros de tal forma que el año pasado estaban acreditados 159 corresponsales de 83 medios de 27 países, entre los cuales están los de las agencias más conocidas, la CNN y la BBC, por ejemplo, sin restricciones de ninguna especie. Otra cosa son las garantías con las que cuentan los periodistas cubanos en la isla, pues la misma Constitución vigente de ese país (artículo 53) sólo reconoce la libertad de palabra y de prensa «conforme a los fines de la sociedad socialista», por lo que resulta un tanto restrictivo.
¿Qué ocurriría en México si nuestra Constitución dijera que sólo se reconoce la libertad de prensa conforme a los fines de la sociedad capitalista? No pocos periódicos y periodistas (incluyéndome) estarían censurados por ser anticapitalistas. Aun así, el gobierno cubano se ha flexibilizado recientemente, tanto que ha dejado en libertad, incluso para salir del país sin restricciones formales para regresar, a Yoani Sánchez, una disidente profesional que ha tenido buena acogida en otros países precisamente por ser contraria al régimen cubano (Estados Unidos y España, por ejemplo, la han aplaudido). El venezolano Maduro estuvo a punto de caer en la tentación autoritaria de expulsar corresponsales extranjeros (lo hizo con los de CNN), pero rectificó pues se supone que en su país está garantizada, entre otras, la libertad de prensa, aunque últimamente se ha usado la distribución del papel para acotarla, como antes en México con PIPSA.
Como articulista en medios impresos desde hace 47 años, defiendo y defenderé la libertad irrestricta de prensa, así como el derecho de todos los periodistas a ejercer su profesión sin amenazas de muerte, de secuestro, de ser desaparecidos o de ser presionados por poderes legales o ilegales. Ningún país que se precie de democrático puede acotar esta libertad que no sea para proteger (y así establecido expresamente en sus leyes) la seguridad nacional, el orden público o la salud o la moral públicas, según se lee en el artículo 19 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos firmado y/o ratificado por casi todos los países del mundo (entre ellos México, Cuba y Venezuela).
27.02.14
*Doctor en ciencia política y profesor emérito de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

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RECLAMO AL GOBIERNO NACIONAL CUMPLIR CON LA LEY DE EDUCACIÓN NACIONAL, PROMOVIENDO EL COOPERATIVISMO Y EL MUTUALISMO ESCOLAR por Héctor Polino

Ernestina Gamas | 28 febrero, 2014

Como fundador y representante legal de Consumidores Libres, , reclamo hoy “al Gobierno Nacional, el cumplimiento de la ley de Educación Nacional Nro. 26206/2006, que entre otras cosas establece en el Artículo 90 que “…el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología promoverá el cooperativismo y el mutualismo escolar”.
“Las cooperativas y mutuales escolares, que están constituidas por los alumnos hasta los 18 años de edad, dirigidas por la autoridad educativa de la escuela, tienen entre otros propósitos abaratar la compra de útiles e indumentaria escolar. Porque al efectuar las compras en grandes cantidades se defiende el poder de los consumidores, y en consecuencia, se adquieren los artículos a más bajo precio”.
Además, el cooperativismo y el mutualismo escolar constituyen una nueva herramienta pedagógica que permite la formación de la niñez y la juventud argentina en la práctica de nuevos valores y nuevos comportamientos auténticamente democráticos, participativos y autogestionarios.
El cooperativismo y el mutualismo escolar tienen más de 50 años de vigencia en el país, habiendo sido pionero en el mundo en el año 1962.
Es lamentable, que en las circunstancias actuales las autoridades nacionales no hayan hecho absolutamente nada para cumplir con los nobles propósitos establecidos en la ley. En cambio, recurren una y otra vez, a los denominados “precios cuidados” de una canasta de 36 artículos, que en el mejor de los casos sólo se consiguen en 8 cadenas de supermercados, que son las únicas que se adhirieron al acuerdo.

Buenos Aires, 24 de Febrero de 2014
*fundador y representante legal de Consumidores Libres, Diputado Socialista (M.C.)

www.hectorpolino.com
hectorpolino@fibertel.com.ar
twiter:@hectorpolino

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EL DOBLE DESAFIO DE LAS PARITARIAS «LIBRES»por Armando Caro Figueroa*

Ernestina Gamas | 15 febrero, 2014

EL DOBLE DESAFIO DE LAS PARITARIAS “LIBRES”
José Armando Caro Figueroa
Los trabajadores argentinos se dieron cuenta muy temprano de los estragos que la inflación y las devaluaciones causan sobre sus salarios y sus jubilaciones. Así, por ejemplo, en 1888, el sindicato ferroviario reivindicó y, huelga mediante, obtuvo el pago de las remuneraciones en pesos-oro y no en pesos moneda nacional (ODDONE); en términos contemporáneos, diríase que los ferroviariosconsiguieron que su trabajo se pagara en dólares y no en nuestro decadente signo monetario.
Sin embargo, de un tiempo a esta parte, cuando la furia inflacionaria reaparece, los sindicatos movilizan todas sus fuerzas para intentar ganar la alocada carrera con los precios y contra las devaluaciones. Aun cuando ésta desigual lucha registre, a lo largo de la historia de los últimos 40 años, brevísimos paréntesis en donde el poder de compra se mantuvo o mejor levemente, lo cierto es que el combate se salda finalmente con la derrota de los trabajadores; bien a causa de los precios desbocados, bien de las devaluaciones “competitivas”.
La triste experiencia de la ronda negociadora de 1975 (donde los trabajadores y los sindicatos fueron derrotados en el terreno político y económico, con el agravante de que sus energías contribuyeron objetivamente al derrocamiento de Isabel PERON), no ha sido objeto de reflexiones dentro del mundo sindical. Otro tanto sucede con la penosa experiencia que culminó en la hiperinflación de finales del mandato del Presidente ALFONSIN.
Los sindicatos, armados de viejas y rudimentarias ideas acerca de la economía y de su rol representativo de los intereses obreros, se aprestan a lanzarse, una vez más, a luchar contra la creciente inflación y contra la devaluación dispuesta por Cristina FERNANDEZ de KIRCHNER. Los argumentos son los mismos (perversidad de los especuladores), las herramientas son las mismas (presiones políticas en el vértice y huelgas), e idénticos los objetivos declarados: proteger los salarios de los ocupados con convenio colectivo.
Como es notorio, la tradicional estrategia de los sindicatos oficiales (los dotados de personería gremial) abandona a su suerte a los jubilados, a los trabajadores en negro, a los desocupados, a los perceptores de ayudas asistenciales y a quienes trabajan fuera de convenio. Se trata, a mi entender, de una estrategia corporativa que, además, habilita a cada sindicato a obtener el mayor porcentaje posible de acuerdo con su capacidad de paralizar la actividad; vale decir, los resultados no expresan ninguna solidaridad de clase, sino la fuerza (o debilidad) insular de cada organización en relación con cada patronal singular.
Los salarios en el 2014
En la ronda de negociaciones salariales que se avecina, el Estado tiene un rol protagónico: Por lo pronto, no parece decidido a actuar contra las causas de la inflación y, tras rituales rechazos, terminó devaluando un 32% el peso que continuará flotando a partir del nuevo piso. La negativa oficial a rebajar el impuesto al salario y su promesa de “cuidar” una ínfima proporción de los precios, augura peores tiempos para las rentas salariales, previsionales y sociales.
La consigna de “paritarias libres” es una expresión demagógica de deseos que se saben inalcanzados e inalcanzables. En realidad, nunca existieron “paritarias libres” ya que por debajo de la mesa y en los salones discretos, los sindicatos, las empresas y los Gobiernos han acordado siempre, incluso a lo largo del ciclo kirchnerista (ECHEMENY-2013),pautas y techos. Y, seguramente, continuará ocurriendo por encima de proclamas y exteriorizaciones de fuerza.
Si bien, en su importante discurso del 4 de febrero de 2014, la Presidente de la República incurrió en el error de desmentir al Secretario General de la CGT oficialista (cuando aludió a la existencia de personas que padecen hambre), estuvo atinada al advertir a los sindicatos que proponer como única solución el aumento de salarios “es no entender lo que está pasando…, se quiere entrar en un desfiladero en el cual los únicos perjudicadovan a ser los miles y miles de trabajadores que ustedes representan”.
Un futuro complicado
Los trabajadores argentinos, a estas alturas, tienen varios problemas: La inflación, la devaluación, la recesión en ciernes, y las nuevas ideas económicas asumidas por el Gobierno. Pero la dificultad mayor es la ausencia de una estrategia sindical acorde con los tiempos y la coyuntura, capaz de eludir la trampa que lleva a lograr aumentos del 30% en un contexto de inflación creciente y amenazas de nuevas devaluaciones que terminan licuando las efímeras mejoras.
Tienen, además, un problema del que poco se habla: Una cúpula sindical que fluctúa entre sus lealtades políticas, la misión de defender los salarios, y su condición de gerentes del sindicalismo de servicios (cuando no de negocios). Piénsese sino en el peso que en las negociaciones de cúpulas tienen los 20 mil millones de pesos que el Estado adeuda a las Obras sociales administradas por los mismos que han de negociar los salarios.
Febrero 2014
Ex Ministro de Trabajo 1993/1997

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CAMINO DE SERVIDUMBRE por Esteban Lijalad*

Ernestina Gamas | 15 febrero, 2014

Ese es el título de un libro que hizo historia, escrito hacia 1944 por Friedrich Hayek. Lo que venía a demostrar allí el economista austriaco es que las potencias occidentales, unidas para derrotar al nazismo, estaban adoptando políticas económicas calcadas de las de su enemigo y que, más allá de sus buenas intenciones, la creciente intervención del Estado en la vida económica llevaría, ineludiblemente, a un “camino de servidumbre”. Lo que desnudó Hayek es una lógica, que una vez adoptada- aun con un ethos democrático- lleva a la servidumbre. La historia le dio la razón: los estados mínimos de principios de siglo dieron lugar a Megaestados que administran más del 50% del PBI, que ocupan, subsidian o financian a más de la mitad de la población. Que crean sistemas de asistencia social de tal complejidad que solo sus funcionarios los entienden y son, en la práctica, inmodificables. Estados que, a pesar de la disminución objetiva de la pobreza- estamos hablando de Europa y EEUU, aunque es aplicable a otros entornos-, cada vez subsidian, “protegen” y encuadran a más “pobres”. La crisis actual del Estado de Bienestar- falsamente descripta como la crisis del “capitalismo liberal” – es una confirmación de su temprana advertencia.
El camino de servidumbre comienza cuando la “justicia social” hace su entrada. Este elusivo concepto de “sentido común”- todos parecen entender sin más explicaciones qué es la “justicia social”- es de algún modo la “madre” conceptual de todos los excesos que genera el Estado de Bienestar. La primera cuestión sería entender de qué se trata la “injusticia social”, ya que se predica su corrección apelando a su contrario, la justicia social.
¿Es injusticia social que el salario medio de un país del tercer mundo es apenas una fracción del de uno del primero? Si es así, el remedio es muy simple: un peón nicaragüense debe, porque es de justicia, cobrar lo que gana un obrero en EEUU, unos 4,000 dolares por mes. Será justicia, no?
La imposibilidad fáctica de este “aumento” es tan obvia ( sucede que la productividad del tabajador es enormemente mayor en EEUU que en Nicaragua) que casi no habría que discutir al respecto. Ningun empresario nicaragüense o argentino o camerunés puede pagar esos sueldos. Y no porque sean empresarios ”injustos” a los que habrá que corregir desde el Estado , aplicándoles el rigor de la justicia social, sino porque la productividad bajísima del trabajo, por la escasa acumulación de capital, en el tercer mundo hace simplemente desopilante pensar en esos niveles de ingreso. Entonces, ¿cual sería el “grado” de justicia social a exigir en Nicaragua, o en Argentina?
El “grado” varía según el partido político que se propone dirigir el Estado: digamos que la extrema izquierda exigirá salarios imposibles de 4000 dólares, populistas y socialdemócratas se conformarían con 2000 y conservadores con 1000. Ninguno de ellos planteará que el salario debe surgir de la libre discusión entre empresarios y trabajadores, y todos suponen que los injustos empresarios siempre querrán pagar sueldos míseros y que solo la mano amiga del gobierno hará que los sueldos sean mayores. Lo único que no puede asegurar ningun partido sea de izquierda, populista o conservador es que los empresarios acepten pagar sueldos altos y , al mismo tiempo, aumenten la contratación de más trabajadores por esos sueldos. Los partidos pueden garantizar el salario “justo”, pero no la plena ocupación: son dos objetivos antagónicos.
O sea: las políticas basadas en el supuesto de “justicia social” al no comprender la lógica de la economía de mercado pretenden manejar las variables clave, pero siempre se olvidan de una. Y terminan empobreciendo aun más a la gente. Si dan sueldos altos, garantizan alta desocupación. Los sueldos altos en dólares hacen que nuestros productos caros no puedan encontrar mercado en el mundo. Si para encontrar mercado apelan a la devaluación, no hacen otra cosa que bajar el salario real. No pueden salir de esa encerrona, porque su comprensión de las leyes de la economía es nula.
El 75% de la población aplaude estas políticas de intervención del Estado. Dado que la calidad de la demanda es, entonces, tan baja, no es sorprendente que ningún partido plantee otras alternativas: todos, izquierda o derecha, populistas o socialdemócratas proponen la misma matriz de un Estado altamente intervencionista en los contratos entre privados que fije la tasa de interés, el valor de la divisa, el salario mínimo, el volumen de emisión monetaria, los impuestos, las tasas, las retenciones, los subsidios, las promociones, los privilegios, las exenciones. La empresas se transforman en apéndices del Estado y compiten no por ganar el favor de los consumidores sino el favor del ministro de turno. Se arma así un complejo empresarial-estatal-sindical que maneja a su antojo las variables macroeconómicas.
Nada, absolutamente nada, garantiza que esto cambie en 2015. Toda la energía que los opositores a este gobierno- desde las multitudinarias marchas hasta las denuncias de la oposición- ha estado orientada a limitar la apetencia de poder absoluto de este gobierno y sus ansias de reelección permanente.
Bienvenidas esas luchas, que han logrado, al menos, impedir el proyecto de permanencia de una “Cristina eterna”. Pero eso no basta, apenas alcanza para cambiar los rostros del próximo gobierno, pero sin modificar la matriz estatista que nos lleva, implacablemente, al camino de servidumbre.

*Esteban Lijalad es sociólogo e investigador cultural

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DE DIOSES Y GENITALES HUMANOS por Nazarín Armanian*

Ernestina Gamas | 14 febrero, 2014

Fuente Other News

“Si durante un terremoto, un hombre que vive en una segunda planta cae en la primera donde vive una mujer, ¿el hijo que nace de ellos, es legítimo o no?”. No es un chiste malo, sino una de las dudas más famosas que han intentado responder los doctores en la fe islámica, con más o menos fortuna. Se trata de una pervertida ocurrencia que no deja de ver a unas personas (mujeres) inertes objetos sexuales al servicio de otras, los hombres, considerados un colectivo de ingenuos violadores en potencia.
Esta obsesión por el sexo de las religiones abrahámicas también se ve en España, entre quienes ajenos a la tragedia en la que viven millones de cristianos desesperados por el secuestro de sus derechos, insisten en saber con quién se levanta la gente cada mañana. Incapaces de ofrecer ni una sola solución a los desahucios, al desempleo, o al robo de las pensiones de los trabajadores, sacan de los baúles prehistóricas recetas petrificadas para los “enfermos” de la homosexualidad, tan curable como una hipertensión. Falsos doctores, que desconocen el Juramento Hipocrático, el indecible sufrimiento que les infringe tal mentalidad a las personas con dicha orientación sexual, y que lleva a miles de ellas a la exclusión, el suicidio, la tortura o la pena de muerte.
La importancia de los genitales es tal que cuentan que la alianza de Abraham y su clan con los dioses se selló con la circuncisión (Gen 17). Los musulmanes, a pesar del silencio del Corán al respecto, también someten a sus hijos varones a lo que la Unión Europea considera “la violación de la integridad física de los niños”. En las religiones antiguas persas o indias, desde el zarvanismo, el mitraismo hasta el mazdeísmo, budismo y maniqueísmo, donde la sexualidad carece de tal relevancia, no existe esta práctica; posible marca de distinción étnica, que curiosamente, y al contrario de otros pueblos, no se hacía en el lugar más visible del cuerpo como es el rostro.
Que mil millones de personas pasen hambre, y que 2,6 millones de niños menores de 5 años mueran cada año por ésta causa (a pesar de que se les prometió nacer con un pan bajo el brazo), que otros 66 millones de esos seres “concebidos y nacidos” vayan al colegio sin desayunar, o que otros 45 millones de almas hayan huido de sus hogares por guerras y desesperación con los pies y corazón destrozados, no son asuntos de nuestros líderes religiosos, demasiado ocupados con el tema morboso de la sexualidad de los fieles. Temas que no les incumben, de hecho participan en el festín organizado en el otro lado, compartiendo con el César del turno y en nombre de Dios lo que pertenece a los desheredados.
Durante siglos se presentaron como guardianes de la moral, ya que pocos conocían que los textos sagrados mandan a violar a las mujeres vírgenes prisioneras en las guerras –por ejemplo-, o que muchos de los santos hombres practicaban pedofilia, casándose con niñas pequeñas o apoderándose del cuerpo de los niños en los sótanos de los templos.

La ofensiva religiosa que hoy presenciamos es una reacción a la pérdida, quizás irreversible, de la autoridad moral milenaria que ostentaban las instituciones religiosas (ver: Los vicios del clero).

Sexo: poder y control

Las religiones abrahámicas –estos sistemas de creencias fantásticas sobre el universo y el ser humano-, son doctrinas totalitarias: nacieron en pequeñas comunidades con la misión de ordenar la vida del grupo. En caso del judaísmo y el Islam, la escasez de alimentos en su hábitat fue determinante para que todos los aspectos de la vida de los miembros del grupo fuesen controlados por las autoridades. En caso del cristianismo, el hecho diferencial residía en su desarrollo en el Occidente de abundancia.

En los desiertos de Oriente Próximo, los jefes espirituales, todos hombres, se negaron a repartir los recursos entre la población, santificaron el hambre (con los ayunos), justificaron la desigualdad en los derechos económicos, políticos y sociales –entre los géneros, los grupos étnicos y religiosos, etc., por la venia de Dios, que le había preferido a unos, dejando en la desgracia a otros. Luego para impedir la sublevación de los oprimidos, utilizaron el terror, el sexo y la sexualidad como claves de dominar sus mentes, y lo hicieron con tanta habilidad que las víctimas llegaron a ser sus principales defensores.

El control ritualizado sobre qué, cuándo, o dónde comer, bañarse, o realizar el acto sexual que antaño respondía al objetivo de salvaguardar la supervivencia, la paz en el grupo y garantizar el poder de una casta, se ha normalizado tanto que no se cuestiona ni hoy.

La lógica desfasada

La prohibición del aborto, el infanticidio, la homosexualidad masculina, antaño formaba parte de las políticas pronatalistas en unas sociedades cuya población se diezmaba por las guerras, enfermedades y hambrunas. Que el islam y el judaísmo autoricen el aborto cuando el embarazo pone en riesgo la vida de la madre, responde a un sencillo cálculo: una madre salvada podrá dar más hijos al grupo, mientras el niño salvado, no tiene garantizado sobrevivir más allá de los pocos años. Serían dos pérdidas. La persecución a los homosexuales también ha tenido sus etapas. Por ejemplo, una vez que el islam gobernó las tierras fértiles de Babilona, Persia o India, toleró esta opción sexual. En el Irán del siglo XVI, existían “amard-jane” (Casa de los “no-hombres”), burdeles públicos que, pagando impuestos, ofrecían afecto y sexo a otros hombres. El tabú de la virginidad de las chicas, aumentaba, sin duda, su clientela. Pertenecen a estas épocas cuando en el libro de Mil y Una noches aparecen relatos de amor gay tanto masculino como femenino.
La fijación por el control de los súbditos fieles era tal que establecieron que un hombre antes se casaría con una viuda o divorciada mayor que él, con varios hijos a su cargo que con una jovencita bella que haya perdido su “inocencia”, infringiendo las normas y los “valores” de obediencia y sumisión a los varones del poder. Se mitificó tanto la virginidad de la mujer que en la figura de María, madre de Jesús, ella no solo desafía la materialidad anatómica, sino permanece virgen (aunque sea en el sentido metafórico) después del parto. ¿Saben cuántos crímenes de honor se cometen por el ensalzamiento de tenencia de la dichosa membrana? Si el principal motivo de salvaguardar la virginidad de las muchachas (y la prohibición del adulterio) era asegurar la paternidad del hombre sobre su descendencia, la prueba de ADN hoy se presenta como un golpe a las razones y normas defendidas por los integristas.
. El dominio sobre la sexualidad de la persona, es dominar a la persona. Pues, relacionar el sexo con la vergüenza, el pecado, la culpa le convierte en un ser frágil, apta para ser manipulada y sometida.
. Ya que las ciencias han desmontado las verdades infalibles que defendían (de cuándo y cómo la vida apareció, el lugar de la Tierra en nuestro sistema, etc.), lo único que queda bajo su dominio son cuestiones subjetivas como la sexualidad, en las que tampoco acertaron, sino la casi totalidad de los habitantes del globo, desde hace miles de años hasta hoy deberían haberse quedado ciegos por aquello de “autocomplacerse”.
. Permanecer activos —aunque de forma encubierta— en la vida política, infringiendo el principio democrático de la separación entre la religión y el Estado.
. Al carecer de un programa viable para resolver los graves problemas de la humanidad, piden que la gente renuncie al gozo y a la felicidad de “aquí” con la promesa de tenerla “allá”. Es así que les disgusta cualquier signo de apego a la vida: la música, el baile, el uso de los colores vivos (la indumentaria de los musulmanes practicantes y el hábito de las monjas y los monjes), una sexualidad divertida, etc.
. Siendo parte del poder político y económico, con tales discursos desvían la atención pública de los problemas reales de la sociedad.
En esta lógica entra su defensa a la familia tradicional: núcleo social basado en la ley del más fuerte, en los roles sexuales de dominación y sumisión que rige la estructura de una sociedad de clases, levantadas sobre los mismos cimientos. Estos fundamentalistas que impiden la educación sexual, hacen apología de la cultura patriarcal con “cásate y sé sumisa (ver: La guinda del Bunga Bunga), luego dejan a su suerte a las adolecentes embarazadas para que den a luz en cualquier lúgubre trastero, mueran en el parto, o que sus hijos engrosen las files de los Niños de la calle, cebo perfecto de los pedófilos y traficantes de seres humanos.
La batalla por una sociedad secular es primordial para el progreso y un mundo justo. ¡Cuánto trabajo queda por hacer para los ateos y los creyentes progresistas!

*Nazanín Armanian es iraní, residente en Barcelona desde 1983, fecha en la que se exilió de su país. Licenciada en Ciencias Políticas. Imparte clases en los cursos on-line de la Universidad de Barcelona. Columnista del diario on-line publico.es . 27.01.14

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25 AÑOS NO ES NADA por José Antonio Vera*

Ernestina Gamas | 14 febrero, 2014

Fuente Other News

La memoria de las luchas y esperanzas del pueblo paraguayo recuerda en estos días, pero sin celebración, el 25 aniversario del llamado Golpe de Estado que, en la noche del 2 y 3 de febrero de 1989, terminó con el reinado absoluto del General Alfredo Stroessner, cabeza de uno de los regímenes más tiránicos de los muchos que, desde mediados del siglo pasado, han destrozado la vida de países y de cientos de miles de seres humanos en el subcontinente americano.
Stroessner había asumido el poder en 1954, producto del viejo juego de ajedrez que, durante décadas, han disputado Estados Unidos y Brasil por el poder regional, uno en su papel de gran potencia y el otro en su rol de subimperio, omnipresente en Paraguay desde la Guerra de la Triple Alianza (1864/70), sirviéndose ambas potencias de los sectores civiles, empresariales y militares más sumisos y obscurantistas de cada nación.
Los 25 años de “la noche de la Candelaria”, nombre de la Virgen que utilizó el grupo de militares y algunos civiles que desplazaron al octogenario Stroessner, conmemora una de las trampas políticas más eficaces de las diseñadas y dirigidas por Estados Unidos en Suramérica, pues fue una perfecta operación gatopardista que el imperio necesitaba para cambiar la imagen de uno de sus rancios regímenes que integraban el Operativo Cóndor.
Stroessner siempre fue impresentable pero mucho más en su vejez (hijo de puta pero nuestro, se decía en el Congreso norteamericano cada vez que se hablaba de alguno de los muchos tiranos que alimentaban al sur del Río Bravo) y la jugada fue suplantarlo por su Jefe del Ejército, General Andrés Rodríguez y sus más íntimos colaboradores, dejando más de 30 soldaditos muertos durante el ametrallamiento de algunas instituciones, acto innecesario, utilizado para darle cariz golpista a esa asonada entre correligionarios.
Esa misma cúpula era la que horas antes de ponerlo en un avión vía Brasil, el 3 de febrero, de rodillas le prometía fidelidad al tirano, al punto que al día siguiente del cambio de mando en Asunción, mirando una fotografía de prensa, en uno de sus aposentos lujosos que poseía en Brasil, Stroessner comentó que “el único que falta ahí soy yo”.
Rodríguez era su consuegro y socio en cuanta matufia ordenaban, desde matar opositores, secuestrar los recursos naturales, convertir el Banco Central en la banca familiar del palacio, prostituir mentalmente a la población, raptar jovencitas para convertirlas en esclavas sexuales del pérfido anillo, y hacer de la enseñanza un coto vedado a la ciencia, sustituyendo la abstracción y el razonamiento por la superstición y la memorización, que reinan hasta hoy en los programas oficiales de laicismo con oraciones.
Con el pretexto de combatir al comunismo y al ateísmo, el traficante poder regional en esos años, constituía una alianza sacrosanta para matar y robar, pero las cosas han cambiado algo porque la vecindad gobernante de hoy apunta al progreso social y nadie, honestamente, puede ignorar la enorme diferencia política que existe entre el cono sur actual con la que prevaleció desde la mitad del siglo pasado, comandada por Estados Unidos, y el inicio de este, cuando el imperio está siendo desobedecido.
En Paraguay, en el frente político se verifica una diferencia notable en la última década, por encima de la dubitativa y oportunista pertenencia del Estado a los proyectos de integración regional en marcha, MERCOSUR, UNASUR y CELAC, y del camuflaje de la ideología y metodología estronista que opera en todas las instituciones, públicas y privadas, de inocultable talante totalitario, de honorable y remarcada patente mediática.
Hay un objetivo agotamiento de los dos partidos tradicionales, el colorado y el liberal, que dan paso a la aparición de nuevas fuerzas que despuntan entre la juventud, incluida la estudiantil, protagonizando movilizaciones populares contra los numerosos delitos que continúan cometiendo los tres poderes del Estado, sordos a las promesas de justicia social que exhalan de las bocas de sus autoridades.
Al recordar oficialmente “la llegada de la democracia” hace 25 años, el Presidente Horacio Cartes elogió el hecho, al igual que las cabezas del Senado y Diputados, olvidados de las relaciones íntimas que mantuvo con Stroessner toda la fauna derechista, esa misma que no ha dicho una sola palabra respecto al asesinato de otro dirigente campesino este sábado último, rematado con 12 balazos al salir de una reunión en la que se planificaba la continuación del rechazo a la fumigación venenosa en los campos sojeros.
Los mecanismos mafiosos que operan en el país desde mediados del siglo pasado, son el origen de la muy poderosa “clase alta” paraguaya, una mezcla de ricachones semianalfabetos, formados bajo la troika Stroessner-Partido Colorado-Ejército, cuna de la irrupción de capitales especuladores de origen norteamericano y brasileño, además de numerosos tránsfugas, asesinos y ladrones que siguen llegando de otros países, envueltos en el tráfico de narcóticos, personas, vehículos, armas y otros ilícitos, en muchos casos asociados con “los herederos”, protegidos por sicarios.
Aunque sin modificar su matriz oligárquica angurrienta, la actividad económica es el sector de mayor evolución y modernización capitalista en Paraguay. A partir del latifundio ganadero entró de pleno en una feroz ofensiva agro-exportadora, con la soja transgénica como el centro más rentable para las corporaciones inversionistas transnacionales y contaminante de la salud humana, seguida por los negocios de la re-exportación, es decir la importación de mercaderías de todo origen y, con la venia de las aduanas y fiscalías, reexportada a los países vecinos, muchas de las cuales son fabricadas en Argentina, Bolivia y Brasil mismo. El contrabando a gran escala es otro renglón sumamente floreciente.
El resultado inmediato es de hambre y represión de las luchas populares y en particular las campesinas, que registran cerca de 150 dirigentes asesinados en el último cuarto de siglo, consecuencia del acaparamiento de la tierra, 85 por ciento del territorio en manos del 2.5 % de los 6.5 millones de habitantes, con ocho millones de hectáreas ocupadas ilegalmente, según una rigurosa investigación de la Comisión Verdad y Justicia, de 1994. La deforestación alcanza varios millones de hectáreas y sólo el año pasado fue de 14 mil.
La expansión de los plantíos transgénicos, con sus paquetes tóxicos que envenenan seres humanos, ambiente, cursos de agua y tierra, buscando enterrar las semillas nativas y criollas y con ello la cultura de los pueblos originarios, sólo en beneficio de la mafia trasnacional del agronegocio, encabezada por Monsanto, Cargill, Bunge, ADM y otras menos gigantes, forma parte de la modernización productiva paraguaya, sin que ello aporte ningún beneficio a la economía social, dado que están exentas de impuestos y sin ninguna obligación de reinvertir en el país algo de sus fabulosas ganancias, en un trueque con la rosca estatal, cuyas máximas figuras continúan su enriquecimiento familiar.
El gobierno actual es un digno heredero de la conducta delincuencial de la troika Stroessner-Partido-Ejército, con la diferencia de que no existe la “unidad granítica” colorada, pues en los hechos Cartes es “un sin partido”, como lo aluden numerosos dirigentes que se consideran excluidos de los cargos públicos y, aunque lo represente formalmente, sus apoyos mayores no vienen de ahí, sino de otros nichos, compuestos por el transfuguismo financiero, local y fundamentalmente transfronterizo, del que continúa alimentándose Estados Unidos para proseguir su sometimiento.
Los sectores ciudadanos más esclarecidos, aunque políticamente acéfalos, resisten y persisten en su lucha contra la lacra del estronismo, esa nostálgica fauna oligárquica que, apoyada en las empresas de la comunicación comercial, continúan confundiendo y engañando a la población, estimulando la herencia represiva y el obscurantismo ideológico, la corrupción administrativa, pública y privada, y la enseñanza cautiva de la ignorancia, el autoritarismo y la alienación cultural en antivalores éticos y estéticos.

*Periodista uruguayo residente en Paraguay. Ex corresponsal de IPS en Paris.

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PARO GENERAL por Ernestina Gamas

Ernestina Gamas | 14 febrero, 2014

El paro de transportes los tomó a todos desprevenidos.  En cuestión de minutos se  sumaron  los  taxistas, los conductores de  subterráneos y los ómnibus de media y de larga distancia. Había sido un día agotador y los despidos de personal andaban rondándole cerca. Se sentía abatido.  Quizás  fue apresurado que el  psiquiatra le hiciera dejar el antidepresivo porque de nuevo aparecía  esa opresión en el pecho que le impedía respirar. A lo mejor era sólo el calor. O el miedo. O esa persistente fragilidad que le producía el acoso externo.   Vivía lejos pero  no  usaba el auto para ir a trabajar. En realidad lo usaba cada vez menos porque desde hacía un tiempo   quedar encerrado en un atascamiento de tránsito lo angustiaba.  Trepaba al colectivo y ni bien encontraba un asiento se enfrascaba en un libro detrás del cual desaparecía.  Sumido en  esa rutina  se borraba el tiempo y  nunca se le había ocurrido  contar las cuadras hasta su casa.  Sin medio de transporte  al que subirse, calcular cuánto  demoraría caminando era sólo una proyección de su deseo. Ansiaba llegar, darse una  ducha, cambiarse de ropa y ponerse cómodo  para disfrutar  la cerveza  de todas las tardes.  Pero cómo atravesar la ciudad afiebrada. Parecía una plataforma abrasadora que ponía  su ánimo al borde de la insolación. Tenía la boca seca y se sentía sucio.  La estridencia de los bocinazos parecía un coro desafinado, exasperante frente a  la  multitud desorientada. En ese  desamparo todos trataban de  abrirse  paso. La bruma que el calor levantaba de las veredas humedecidas por el reciente chaparrón borraba los contornos.  El cielo adquiría tonalidades plomizas cada tanto atravesadas por resplandores  que  detrás de   las nubes anunciaban  tormenta.  

El tren, pensó.  La estación estaba relativamente cerca y sería una forma de  acortar la caminata. Nunca tomaba el tren. Lo  dejaba suficientemente lejos de su casa como para desestimarlo. Además le  temía.  Los comentarios de algunos compañeros que solían usarlo hablaban de vagones mugrientos, con  vidrios   rotos, asientos destartalados y  gente  forzando las puertas para viajar con las  piernas colgando hacia afuera.

Cuando era chico, con frecuencia  su madre lo traía  al centro en tren   y  a veces   los acompañaba su padre.  Él se paraba en puntas de pie frente  a la ventanilla.  Miraba maravillado la velocidad con que pasaban los postes, el campo a lo lejos, las  estaciones que se aproximaban. Para no aburrirse, a veces  caminaba por el pasillo del vagón y se topaba con el guarda que  pasaba picando los boletos, uno a uno.   En ese entonces   le habría gustado ser guarda  porque con  ese sombrero con visera parecía un  general, la  autoridad del vagón.  Ahora el tren era un  transporte para otros, los que no tenían alternativa, los que debían cubrir otras distancias fuera de la capital.  Su madre, los había dejado demasiado pronto y su padre ahora era severo y taciturno.

Con dificultad, abriéndose paso entre los caminantes que colmaban  las veredas, fue acercándose a la estación. Todavía había suficiente luz natural a pesar del cielo ensombrecido por la masa gris. El calor iba en aumento y se había convertido en un vaho pegajoso.  Buscó algún lugar donde comprar una botella de algo fresco pero por donde pasaba estaban sin luz y sus dueños haciendo guardia frente a la puerta.  Una señora sentada en un banco de un refugio daba de comer a las palomas. Pasó a su lado y  lo asustaron los pájaros  que se le vinieron encima. Agitó los brazos en el aire  y atravesó la vereda para dirigirse a la boletería.  Nadie atendiendo detrás.  Se sentía cada vez peor   y la   opresión en el pecho  le impedía  la respiración.  Se aflojó la corbata y se aflojó el primer botón de la camisa. Frente a sus ojos bailaban lucecitas de colores y miraba confundido hacia los andenes   vacíos.  No puede ser, se dijo, paro de pasajeros.  Todo empezó a girar vertiginosamente y corrió para escaparse  de su propia angustia y luego de pronto se detuvo.  Cavilaba al borde de  los durmientes gastados.  Un silbido ensordecedor  venía acercándose desde lejos y en  un impulso impensado  saltó y  quedó tendido sobre las vías.  

Estaba detrás de un vidrio y había árboles que se deslizaban con un suave siseo. El cielo se había despejado y  cada tanto  una nube espumosa y blanda se paseaba en silencio. Vio campos de flores que miraban al sol. Bandadas de pájaros pequeños en rigurosa formación  que se movían  en un rítmico ascenso y descenso  pero cada uno en el lugar asignado. Sin embargo se los veía libres  dentro de una armonía que  respetaba la distancia entre unos y otros.  Un extraño  letargo se apoderó de pronto de todos sus movimientos.

Alguien le sacudió del brazo, lo obligaba a levantarse. Señor, no vale la pena, sintió que le decía como si la voz llegara desde la distancia.  Yo lo intenté hace años pero me asusté. Vivo en la estación. Veo pasar la gente, apurada, irritada, vencida.  Además  hoy no es su día, recuerde que hay paro de trenes.

 

 

 

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