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REGRESO AL ÁPEIRON por Ernestina Gamas*

| 22 febrero, 2016

 

El principio (arché) de todas las cosas es lo indeterminado, ápeiron. Ahora bien, allí mismo donde hay generación para las cosas, allí se produce también la destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia, según el orden del tiempo.

Anaximandro

 

Una misteriosa sustancia, distinta a todas las que el hombre conociese debería ser el elemento básico del Universo.  Anaximandro,  (610 aC) al no poder describirla la llamó ápeirón. Todo sale y todo vuelve al ápeiron según un ciclo necesario. El Universo se había formado de la unión de un suministro ilimitado de apeiron. Algún día, siempre y cuando el Universo fuese destruido, todo se convertiría de nuevo en apeiron.

Para Tales (625 a C) el agua era el sustento de todo, en tanto Anaxímenes  (584 aC)  consideró el aire como principio de  las cosas. Jenófanes ( 570 a C?) creía  que era la tierra principio y fin.  Heráclito de Éfeso (535 a C) quien escribía en forma aforística y metafórica hablaba del  fuego como elemento en constante movimiento y cambio,  el mundo en una estructura de contrarios porque fluye permanentemente

Más tarde Empédocles (495 a C) en su “Teoría de las cuatro Raíces”, juntó     tierra, agua,  aire y  fuego que mezclados  en los distintos entes  representaban respectivamente lo sólido, lo líquido, lo vaporoso y la mutabilidad. Todo sometido a dos fuerzas: generación y corrupción. El amor que las une y el odio que las separa. El universo armónico sólo se da en presencia del amor. El hombre es un microcosmos, “lo semejante conoce a lo semejante” ….. "Vemos la tierra por la tierra, el agua por el agua, el aire divino por el aire y el fuego destructor por el fuego. Comprendemos el amor por el amor y el odio por el odio." Dos fuerzas opuestas: atracción y repulsión, amistad y enemistad.

Un siglo después, Aristóles, nacido en el 384 a C, en su teoría económica  dijo que el ser humano sólo necesitaba procurarse lo necesario para cubrir sus necesidades, tanto para el  sustento de la familia como para el del Estado. Ya en ese momento percibió como “trastorno de la economía”  a la crematística.  “Mucha gente cree que son idénticas, pero no es así … este enriquecimiento es el uso antinatural de las habilidades humanas “  y señaló que esa insaciabilidad era la  que pretendía incrementar su dinero hasta lo infinito. Lo asociaba con el oficio de los usureros porque “obtienen su ganancia del dinero mismo. No se orientan en la naturaleza sino sólo pretenden la explotación”.

Lejos habían quedado la teoría de Empédocles y las prevenciones de Aristóteles  cuando Tito Maccio Plauto (254 a,C.) comediógrafo romano, decía “lobo es el hombre para el hombre, cuando desconoce quién es el otro”, popularizada  por Thomas Hobbes en su “De Cive” publicada en 1642, en circunstancias tremendas de la guerra en Inglaterra en el siglo XVII, la fórmula “el hombre es el lobo del hombre” suena todavía en nuestros oídos cuando nos enteramos de la capacidad de destrucción del ser humano.

Es después de la Edad Media cuando se produce un vertiginoso avance tecnológico  hasta llegar a la Revolución Industrial. A partir de allí el uso y abuso de combustibles fósiles  y la explotación intensiva de los recursos naturales   del planeta se convirtieron en una carrera cuya  meta se fue corriendo ante la ambición ilimitada de riqueza.

Debido a la combustión, la concentración de  CO2 está aumentando desde fin del siglo XIX saturando  la atmósfera y el ritmo se acelera sin que se tomen las medidas urgentes necesarias para frenarlas ya que este ritmo  aumentó a fines del siglo XX. A pesar de la entrada en vigencia del Protocolo de Kyoto, las emisiones de dióxido de carbono  no sólo no  han disminuido sino que la temperatura del planeta  derrite la nieve en las montañas y el nivel de las aguas marítimas sube.

Agua, aire y tierra, amenazadas por el fuego  de poder y de dominio de grandes concentraciones económicas que no respetan fronteras éticas ni consideran la vida para las generaciones futuras.

Es sabido que en las  últimas décadas en nuestro país   se ha desarrollado una nueva ofensiva minera operada por grandes empresas transnacionales. “En el 2015 el lobby empresarial minero también hizo campaña.  A través de la Cámara Argentina   de Empresarios Mineros (CAEM) estos sectores presentaron una agenda de diez puntos a los candidatos presidenciales exigiéndoles garantías “para fortalecer el sector” entre los cuales se destacaba la eliminación de las retenciones (5%) y la pretensión de avanzar con proyectos de minería a cielo abierto en las provincias donde existe resistencia popular y leyes que restringen la actividad”  Maristella Svampa – Revista Ñ 20-2-2016.

El Laboratorio de Análisis Instrumental de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo  detectó  que en el suministro local de agua de la localidad de Jachal; Provincia de San Juan, sí hubo contaminación de cianuro originada por una válvula rota de una cañería del sistema industrial instalado por la minera Barrick Gold, en plena cordillera sanjuanina. Ante la protestas de los habitantes la repuesta fue la represión.

"El vertido furtivo del 13 de septiembre (de 2015) producido por la minera Barrick en Veladero contaminó al agua de los ríos de deshielo. Se encontraron aluminio y manganeso (en gran proporción), además de arsénico, boro, cloruros y sulfatos, peligrosos para cualquier tipo de vida en la zona. Además, se detectaron bacterias muy nocivas y difundidas, como la Escherichia coli, en el fluido en la zona donde se originan los ríos montañosos". Diario Perfil 6-10-2015. Meses después  un informe de la Asamblea “Jachal no se toca”  comprobó que un niño había sido el primer contaminado por el derrame tóxico de Veladero, detectándole arsénico   y mercurio en la sangre.

Siendo que la compañía minera paga u$s 1,70 por cada u$s 100 de minerales que extrae, lo que en concepto de regalías es un aporte de menos del 1% del presupuesto sanjuanino, está bien “premiarla” con el retiro de retenciones del 5%. Una  ganancia  obscena que se va del país, dejando a cambio cianuro en el agua. 

Publicó el diario El Comercio de Perú que el impacto ambiental provocado por la rotura de dos diques de contención de residuos de la industria minera en Mina Gerais, en el sureste de Brasil, puede compararse al causado por el accidente en la planta nuclear de Fukushima, ocurrido en Japón en 2011. Dijo el biólogo brasileño André Ruschi que "Al llegar al mar, se convierte en el mayor desastre ambiental del mundo, sólo comparable al accidente en Fukushima, debido a la extensión de la contaminación en el mar".  La avalancha de más de 62 millones de metros cúbicos de desechos contaminantes, que se precipitaron a través del río Doce desde la ciudad de Mariana hasta el norte del estado de Espírito Santo, vecino de Río de Janeiro, llegó días después al océano Atlántico.

El impulso del  capitalismo neoliberal fue mostrando sus diferentes fases, sobre todo  en América Latina: una marcada desregulación económica, ajuste fiscal, política de privatizaciones de servicios  públicos e hidrocarburos y la introducción generalizada de agronegocios. Cultivo de transgénicos a través de Siembra directa. Un Estado “pícaro”  de doble discurso como metaregulador, no ausente como se publicitó en los 90 fue creando las normas jurídicas necesarias para garantizar la presencia y permanencia de grandes corporaciones transnacionales.

“Podemos entonces describir el rol de la región en el sistema productivo global. Antes, debemos aclarar que la mención a esta aparente “bipolaridad” entre “Estado” y “Mercado”, residente en el imaginario colectivo latinoamericano, sólo se ha correspondido con el relato de  los distintos gobiernos de turno en la región. Resalto este carácter meramente discursivo, debido a que, tanto la permisividad como las políticas de adaptación institucional para la comodificación sin límites, no han sido interrumpidas por los distintos gobiernos en la región. Es difícil obviar que éste sea paradójicamente un rasgo homogeneizador, ya que de alguna manera, en los temas que nos ocupan, se erosiona la discriminación entre “izquierdas” o “derechas”, o inclusive, entre gobiernos que han surgido a raíz de la elección popular o por vías no democráticas” Iván Greco- con-texto Diciembre 2015.

Todas las fuentes de oxígeno y energía, selvas, oceános selváticos han sido taladas o quemadas. Las cadenas biológicas alteradas, privadas las poblaciones locales de su sustento natural han sido obligadas a dejar sus lugares originales. Los cultivos transgénicos modifican las plantas y alteran el ecosistema mientras que la caza o la pesca industriales exceden la capacidad de reproducción de las especies. En síntesis las políticas extractivistas gozan de buena salud. 

Mientras el comportamiento del hombre sobre la tierra en su afán crematístico ha dejado  al planeta Tierra en terapia intensiva,  es necesario recuperar   el equilibrio elemental de los opuestos, de la vida con el medio ambiente,  para que tanta destrucción no nos conduzca de nuevo al ápeiron de Anaximandro. O a una muerte segura si no se introduce algo de amor por nuestro hábitat.

*Ernestina Gams es escritora y Directora de con-texto

 

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¿UN PERONISMO DEPURADO? por Carlos Berro Madero*

| 22 febrero, 2016

Narra Adolfo Bioy Casares acerca de un hombre que se pasaba horas frente a un televisor en color y dijo dos   veces: es mucho más divertida que la televisión en

blanco y negro. “Pensé”, dice Bioy, “que si lo repetía nuevamente, descubriría que estaba diciendo una estupidez. Lo dijo de nuevo, pero no descubrió nada”.

Esta brevísima narración, podría ser aplicada metafóricamente a ciertos dirigentes peronistas que al reaccionar frente a la reciente ruptura del bloque de diputados del FPV en el Congreso Nacional, la han visto como una beneficiosa depuración de su partido.

Un partido camaleónico que se ha ido convirtiendo –en sucesivas metamorfosis-, en la efigie viviente de la ineficiencia, el amiguismo y una corruptela que uno ya no sabe bien cómo describir: si como lava producto de una erupción volcánica o el castigo proveniente de alguna divinidad desconocida.

¿Quién puede desconocer que nos ha entregado al atraso y al resentimiento social sin escalas ni para tomar aliento? ¿Qué beneficio trajo hasta hoy su inalterable petulancia política? ¿Haber triplicado la cantidad de pobres en todo el país?

¿Qué “riqueza” puede advertirse en la historia de un continuado reparto del poder por parte de quienes han demostrado tener una vocación inquebrantable por hacer fortuna a costilla de los demás?

Si algo debiera resultar claro para la gran mayoría de los peronistas -que sienten pertenecer a una galaxia política superior-, es que “deberían estar seguros por encima de cualquier otra seguridad, que son horrendamente (“dreadfully” en inglés) iguales a cualquiera otra persona” (James Russell Lowell).

¿Qué estamos debatiendo pues desde los 40? ¿Las bases de la identidad de un mito que se especializó en expandir su prepotencia, al punto de obstaculizar un progreso fundado en la diversidad?

¿Seguiremos tolerando “sine die” la audacia de quienes nos acusan de conspiradores a quienes no les reconocemos los derechos absolutos que pretenden detentar?

El peronismo, bajo cualquiera de sus formas, ha demostrado ser al final del camino la crónica de una asfixia del pasado, como inequívoca premonición de muchos males presentes; parte de un continuo intento para establecer políticas que solo han servido para retenernos en un escenario viejo y atrasado, donde seguimos debatiendo hasta hoy sobre eventuales conspiraciones liberales o judeomasónicas.

Sus gobiernos dejaron siempre el poder en medio de caos provocados por su ineficiencia y rodeados de una corrupción inconcebible, luego de haber intentado redistribuir una riqueza que dejó de existir por su propio despilfarro, convirtiendo simultáneamente a sus funcionarios en una nueva oligarquía de ricos y famosos.

El conurbano de la Provincia de Buenos Aires es un buen ejemplo al respecto. Lo manejó el justicialismo hasta hace días no más y lo destruyó literalmente, dejándolo en llamas. Por donde se camine se ve atraso y abandono, y solo un maquillaje superficial ha impedido que no resulte casi inexpugnable caminar por algunas zonas que se asemejan a un suburbio en la guerra de Kosovo.

Bien dice Fernando Savater que “todo amor –no añado apasionado, porque si no es apasionado no es amor, sino pasatiempo o mediocre afición-, funda lo más arrobador de su prestigio en ser INJUSTIFICABLE. Lo cual no impide que los enamorados pasemos nuestras trémulas vidas cantando loores y haciendo alabanzas de lo que amamos, pero no para justificar el amor que gozamos, sino para justificarnos a

nosotros mismos por gozarlo”.

Quienes hemos sufrido la prepotencia de ese amor una y otra vez, debemos seguir luchando para construir un país donde el progreso se dé en la diversidad, aceptándolos a ellos como una “parte” y no el “todo”, alejándonos de los arrebatos místicos de una pasión mal fundada y peor vigilada.

En efecto, el peronismo se “muestra”, pero su efectividad no se “demuestra”, por lo que vuelve incomprensible que haya quienes sigan girando alrededor de un supuesto sol que no alumbra.

Un discurso vacuo sigue siendo el instrumento usado para mantenernos atados a “sus” problemas, dirimiendo cuestiones de segundo orden que nos confirmen la idea de que “sin” ellos nada es posible de realización en materia política.

Si para muestra basta un botón, ¿qué es entonces el reciente triunfo en las urnas de María Eugenia Vidal sino el signo inequívoco del hartazgo popular?

La única “depuración enriquecedora” tendrá lugar el día que el peronismo deje de ser considerado el “non plus ultra” de la política argentina y podamos eludir las trampas tendidas por una filosofía política que define a sus seguidores como “un movimiento que nos contiene a todos”.

Nos preguntamos: ¿dentro de qué? ¿De un escenario donde prime el autoritarismo y la corrupción desembozada?

¿No sería interesante investigar si su “relato” no comenzó en realidad mucho antes del advenimiento de los Kirchner y abarca en su génesis al mismo general Perón, antes de abrazase con Balbín, ya viejo y debilitado, formulando un público y sentido “mea culpa”?

Quizás advirtamos entonces que su esencia está sostenida por el oportunismo de algunas ideas dispersas que, bien miradas, nacieron casi muertas.

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LA TECNOCRACIA SE PUSO DE MODA por Alberto Medina Méndez*

| 22 febrero, 2016

Desde hace algún tiempo se ha instalado una perversa idea que parece muy simpática y cuenta con muchos adeptos, pero que oculta profundos riesgos. La llegada de algunos personajes a la política, que no provienen de ella y que han intentado diferenciarse, es la marca registrada de este tiempo.

Ellos pretenden mostrar que existe una nueva forma de hacer las cosas y sostienen que los gobiernos deben simplemente emular a las empresas. Este recurrente planteo convoca a un desafiante debate de fondo.

Es probable, que el desparpajo de muchos dirigentes políticos en el pasado, quienes a la hora de tomar decisiones apelaron solo a su intuición, haya generado esta huella, creando el campo propicio para el aterrizaje masivo de una casta de profesionales enrolados en esta moderna tecnocracia.

Esta suerte de "gobierno de los técnicos" intenta anteponer sus métodos científicos por delante de la política. Creen, firmemente, en la neutralidad de los criterios técnicos y afirman que todo se puede hacer sin orientación ideológica alguna, apostando a la contundencia de una supuesta evidencia.

Colocar en un plano de igualdad al gobierno con las empresas constituye un grosero error conceptual. Una empresa tiene accionistas, que invierten voluntariamente su propio dinero con el objeto de maximizar ganancias, crear valor e incrementar sus beneficios, utilizando el estímulo del lucro.

Un gobierno tiene un rol bien diferente. Fue creado para garantizar el pleno ejercicio de derechos fundamentales para los miembros de una comunidad. Se nutre exclusivamente de recursos que extrae de la gente coercitivamente y no existe en su esencia ni la rentabilidad, ni la búsqueda de dividendos. Jamás podría funcionar como una empresa, porque no lo es.

A no equivocarse. La tecnología es siempre bienvenida, pero se debe entender que solo es una herramienta y no una meta en sí misma. Es saludable ofrecer excelentes resultados. Lo peligroso es creer que gobernar solo conlleva hacer una buena gestión, administrar con eficiencia los recursos o disponer de conocimientos especiales en abundancia.

La política es algo mucho más trascendente, que está distante de esas incompletas concepciones que los tecnócratas traen consigo. La tarea de gobernar implica proyectar una visión integradora que abarca la filosofía, la economía y la política. Los técnicos solo deben adaptarse a ella e intentar implementar esas decisiones estratégicas de un modo inteligente.

Es innegable que son tiempos de profesionalización de la política. Pero no se debe confundir una cosa con la otra. Los que conocen el ruedo, los que dominan una materia, los que se han formado en los diferentes campos, deben ser parte, protagonizando esos procesos. Pero la conducción general del gobierno no puede quedar en manos de esos "gerentes". Ellos pueden aportar una mirada específica, única, muy útil, pero siempre parcial. Están para integrarse a los equipos de trabajo y administrar lo  que les toca.

Cierta tentación contemporánea ha llevado a exacerbar esta tendencia. Convocar a los mejores técnicos no hará que todo funcione de maravillas, porque las cuestiones humanas son mucho más complejas y asegurar derechos esenciales no es territorio exclusivo de los especialistas en ciencias duras.

Existen, en la historia reciente, muchas experiencias parecidas con gobiernos regidos por la dinámica de los números, pero que no han logrado avances concretos en la calidad de vida, que sean tangibles para los ciudadanos. Las cifras ayudan a evaluar la marcha de los acontecimientos, contribuyen de un modo decidido como parámetros, aportan referencias vitales, pero jamás logran ser el alma de una gestión de gobierno.

El rumbo lo determina siempre la impronta ideológica de quienes han sido elegidos para encaminar la coyuntura. De eso depende, en buena medida, el éxito o el fracaso de esa etapa. Los aspectos técnicos siempre inciden y contribuyen mucho, pero lo hacen respecto de las definiciones políticas previas. Es imperioso, entonces, eludir la creencia de que los técnicos pueden gobernar y desterrar esta simplificación que sostiene que poblar el Estado con este tipo de perfiles es sinónimo de magníficos resultados.

Se trata de lograr un sano equilibrio. La política sin técnicos no marchará adecuadamente, porque las mejores ideas necesitan ser instrumentadas de un modo eficaz. Un gobierno repleto de técnicos, pero sin norte, sin las sutilezas de la política, sin el talento de esos liderazgos que permiten convertir lo imposible en factible, tampoco puede lograr nada bueno.

Las reacciones espasmódicas nunca ayudan. La sensatez y la racionalidad no deben perderse nunca, y mucho menos a la hora de ocuparse de los asuntos públicos. Ya se sabe que cuando llegan al poder los demagogos, intuitivos e improvisados nada termina bien, pero se debe evitar caer en la trampa de pensar que los expertos son una alternativa válida para obtener todas las soluciones anheladas.

Si la dirección elegida, si la ruta seleccionada, no es la correcta ningún avezado profesional, ni la suma de muchos de ellos logrará llegar a buen puerto y nada resultará cómo algunos ingenuos esperan. Lamentablemente, todo hace pensar que los errores están asomando a la puerta, porque otra vez, la tecnocracia se puso de moda.

*Periodista.Consultor Privado en Comunicación, Analista Político,Conferencista Internacional, Presidente de la FUNDACIÓN CLUB DE LA LIBERTAD, Miembro de la Comisión Directiva de la RED POR LA LIBERTAD,Columnista de INFOBAE en Argentina,Columnista de DIARIO, EXTERIOR de España, Columnista de EL CATO de EEUU,Conductor del los ciclos radial  y televisivo EXISTE OTRO CAMINO.Ha publicado más de 470 artículos en 15 países de habla hispana

Premio a la Libertad de la Fundación Atlas 2006

Premio Periodista del Año de Corrientes, por Fundación Convivencia en 2002 y 2011

Premio Corrientes por la labor periodística en 2013


 

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UNA VOZ SECTARIA SE ADUEÑÓ DE LOS DERECHOS HUMANOS por Luis Alberto Romero*

| 22 febrero, 2016

Aquí en la (ex) Esma, si no estuviste en la Columna Norte de Montos no sos nadie”. Recordé la frase, oída a no sé quién, irónica e hiperbólica, al leer las indignadas reacciones suscitadas por la visita del presidente Macri a la sede de la Esma, que hoy aloja a diferentes instituciones, subvencionadas por el Estado para sostener la causa de los derechos humanos. No era el presidente quien estaba allí, sino el enemigo. 

Esa causa, una de las más nobles que ha tenido la sociedad argentina, sigue viva en el sentimiento y en la razón de muchos. ¿Quiénes hablan hoy por ella? ¿Cómo llegaron a constituirse en la única voz legítima? El lunes quedó claro que sus sectarios voceros están ya muy lejos de aquel magnífico y generoso impulso inicial. 

En nuestro país, “derechos humanos” tiene un sentido preciso y restringido: se refiere al terrorismo de Estado y sus traumáticas secuelas. En tiempos de la dictadura y al comienzo de la democracia, los voceros de la causa eran muchos, había opiniones contradictorias, y un debate enriquecedor. Pero pronto quedó una sola. Desde hace mucho tiempo, el grupo encabezado por Hebe de Bonafini, Estela de Carloto y Horacio Verbitsky -con sus matices- se ha hecho dueño de la palabra y del sentido de los derechos humanos. 

Este núcleo se conformó inicialmente con el sector más intransigente de las organizaciones, que ya en democracia optó por llevar la causa al terreno de la política. A un lado quedaron quienes reivindicaban un valor y un principio ubicado por encima de las banderías, en el que la nueva democracia debía asentarse. 

Un giro importante se produjo al sumarse otros grupos, que vincularon la causa con la militancia de los años setenta. Así, voceros conspicuos de los derechos humanos aparecieron reivindicando urbi et orbi el terrorismo internacional y la acción de nuestras organizaciones armadas. 

Gradualmente se desarrolló un tercer sector que, aprovechando primero el aporte de fondos internacionales y luego los de nuestro Estado, transformó la militancia en profesión, sobre todo en el terreno de la memoria, y la defendió como cualquier otro lobby. Los tres componentes, articulados, conforman hoy la voz legítima, la franquicia que usufructúa el capital simbólico de los derechos humanos.

A lo largo de dos décadas fueron conformando un relato sobre sus orígenes, su trayectoria y su futuro, que combinó elementos reales con historias más fantasiosas, adecuadas para conformar un mito. Es un relato maniqueo -como deben ser los mitos-, donde el bien de los justos confronta con el mal absoluto, sin lugar para los muchos grises de la condición humana de los que habló Primo Levi. 

Es una historia moral y simbólica, que repudia la verificación de los hechos y acusa de sacrílego a quien quiere hacerlo. La conocida cifra de 30.000 desaparecidos no resiste a la evidencia: la Secretaría de Derechos Humanos la reduce a 8.000.

La conmovedora y edificante historia de “la noche de los lápices” no admite la confrontación con el relato posterior del único sobreviviente: esos jóvenes estaban en realidad vinculados con una de las organizaciones armadas. Nada cambia con esto; la realidad verificada no deja de ser horrible y condenable. Pero quienes sustentan su legitimidad en el mito no pueden admitirla. 

El sector que detenta la franquicia encontró nuevas oportunidades al aliarse con el gobierno kirchnerista. Las principales organizaciones identificaron su causa con la del gobierno, que los colmó de retribuciones simbólicas y materiales. Las grandes figuran ocuparon puestos de honor en los palcos oficiales. Alguno ofició de Marat, haciendo de un diario una guillotina simbólica.

Los profesionales multiplicaron sus actividades, expandieron los casilleros presupuestarios y hasta pasaron a la política. Algunos se tentaron con la corrupción gubernamental, en lo chico y en lo grande. Así, los derechos humanos pasaron del campo de la sociedad civil al del gobierno, que los subordinó a sus necesidades políticas. 

Las organizaciones hoy emblemáticas han establecido una suerte de dictadura sobre la palabra y el sentido de los derechos humanos. Ignoran a las demás. Deciden qué es lo que se puede decir o investigar y qué está prohibido. Juzgan a todos y separan, como Dios en el Juicio Final, a los salvados de los condenados. Es tanta su autoridad, que pueden condenar a verdaderos héroes civiles, y absolver al general Milani o a Schoklender. 

Últimamente se divirtieron conmemorando el Día de la Memoria con “escraches” -solo en imagen, por suerte- a periodistas y comunicadores. En su más reciente versión, acusan al gobierno de ser lo mismo que la dictadura militar; así lo dijeron el lunes pasado, cuando Macri se atrevió a mancillar el Sancta sanctorum de la ESMA. 

Es un grupo poderoso. No solo convence al universo kirchnerista sino a un sector algo frívolo y muy visible de la opinión pública, nacional e internacional, preocupada por exhibir su corrección política. Han hecho de la ex Esma -un espacio público- su bastión y su símbolo. 

Nuestra sociedad necesita procesar muchas cosas de la experiencia del terrorismo de Estado. Tiene que entender de una manera amplia qué es lo que pasó; tiene que elaborar una memoria plural, que incluya a todas las víctimas; tiene que hacer justicia sin venganza; tiene que avanzar hacia una verdad, hoy retaceada por el mito. 

Todo esto se encuentra bloqueado por el grupo que ha convertido los derechos humanos en bandería facciosa. Para el Estado -como en el caso de Milagro Sala-, son a la vez un problema político y presupuestario. Para la ciudadanía, en cambio, son un problema cívico y moral. Es lamentable ver cómo una causa noble, hoy indispensable para restituir la base ética de las instituciones, ha caído en semejantes manos. 

Pensar contra la corriente y desafiarlos tiene riesgos: a nadie le gusta ser calificado de “defensor de la dictadura”, pero se soporta mejor en compañía de otras voces. La causa lo amerita. El país tiene muchos problemas urgentes, pero la reconstrucción de los derechos humanos debe figurar entre los importantes. 

                                                                       21-2-2016

*Historiador, Miembro del Club Político Argentino

 

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POBLACIÓN Y MEDIO AMBIENTE por Julio César Centeno*

| 22 febrero, 2016

Mucho se ha dicho sobre la necesidad de controlar la población de los países en desarrollo. La población humana ha alcanzado tales proporciones que se teme excederá la capacidad del planeta para sostenerla. Cerca del 80 por ciento de la población humana se encuentra en los países en desarrollo. El crecimiento de la población se encuentra también concentrado es estos mismos países. Cada año, la población humana aumenta en 90 millones de personas. Cerca del 90 por ciento de estos nuevos habitantes del planeta se localiza en el mundo en desarrollo. Como consecuencia, las soluciones propuestas se encuentran dirigidas a controlar la población de los países en desarrollo. El flujo masivo de contraceptivos, esterilización en masa, dislocación cultural, y aun el genocidio han sido propuestos para alcanzar este fin. Todo en nombre del medio ambiente y del "desarrollo sostenible". Sin embargo, la mayor parte de estos argumentos, así como la mayor parte de las soluciones propuestas, son sólo el reflejo de la ignorancia, el racismo y los prejuicios que saturan el debate internacional sobre población y desarrollo.

Algunas medidas efectivas para contrarrestar el crecimiento de la población de los países en desarrollo, tales como mejoras substanciales en la educación, la salud y la nutrición; la creación de empleos productivos; la diversificación de la actividad económica; y la exportación de productos procesados o semi-procesados, en lugar de materias primas, han sido apoyadas retóricamente en negociaciones internacionales. Pero en la práctica, han sido tomadas con una considerable dosis de aprehensión.

Se ha argumentado que tales medidas implicarían un aumento en el nivel de vida de las poblaciones afectadas. Esto a la vez conduciría a un mayor consumo de recursos naturales, así como a una mayor producción de desperdicios y de contaminantes. Se han utilizado así argumentos ambientalistas para reforzar el ya poderoso interés por evitar modificaciones al orden económico vigente.

El resultado ha sido un dramático colapso de los indicadores de educación, salud y nutrición en América Latina, así como en otras regiones en desarrollo, durante los últimos 15 años; el aumento masivo del desempleo; mayor dependencia de las exportaciones de materias primas; y masas crecientes de seres humanos viviendo en la mas extrema pobreza. Al mismo tiempo, la brecha entre el nivel de vida de países industriales y países en desarrollo ha alcanzado proporciones inhumanas.

El principal impacto de la población sobre el medio ambiente se relaciona con dos variables fundamentales: (a) el consumo de recursos, y (b) la producción de desperdicios y de contaminantes. En el año 2000 habían aproximadamente 6.000 millones de personas en el planeta, 21% en países industrializados, y el 79% restante en países en desarrollo. Sin embargo, los países industriales eran responsables por cerca del 80% del consumo de recursos naturales a nivel mundial. Eran también responsables por cerca del 80% de la producción de desperdicios y contaminantes.

Si midiéramos el impacto ambiental de la población humana con una medida uniforme, tal como la cantidad de recursos que consume una persona average en países en desarrollo, o la cantidad de desperdicios y contaminantes que produce esa misma persona, concluiríamos que, mientras en el año 2000 habían 4.700 millones de personas en el mundo en desarrollo, el equivalente poblacional de los países industrializados era de 19.000 millones de personas.

Desde el punto de vista del impacto ambiental, ¿dónde esta entonces localizado el problema poblacional? Si incorporamos a la discusión la larga historia de esclavitud, explotación y miseria que por siglos ha sido impuesta a los países en desarrollo por los principales países industrializados, nos encontramos ante una gigantesca deuda ambiental, económica y social, con la que hasta ahora se ha podido escapar una minoría de la población humana, localizada en países industrializados.

El insostenible crecimiento de la población en los países en desarrollo se encuentra estrechamente vinculado a los extremos niveles de pobreza a que han sido sometidos. La pobreza de los países en desarrollo es parcialmente una consecuencia del orden económico internacional, diseñado por los países industriales para fortalecer sus propios intereses, e impuesto al resto del mundo.

La devastación ambiental que se observa en países en desarrollo se encuentra también vinculada a las relaciones políticas y económicas internacionales. Los países en desarrollo deben cumplir con su función de exportadores de una cantidad cada vez mayor de materias primas [recursos naturales],a un precio cada vez menor, para mantener la producción industrial y la riqueza de los países del "Norte". Los países proveedores de materias primas internalizan los costos ambientales y sociales, a su vez ignorados por el sistema económico vigente.

Los países en desarrollo son los mas afectados por los daños sociales y ambientales derivados de décadas de imposición del orden económico internacional vigente. La explotación de sus recursos naturales para alimentar procesos industriales diseñados y dirigidos principalmente por intereses económicos y políticos de países industrializados. Mas de 2000 millones de personas se encuentran sometidas a condiciones extremas de pobreza y marginalidad, principalmente en países en desarrollo, mientras la minoría de la población mundial en los países industrializados se enriquece cada vez mas. Cerca del 70% de las emisiones acumuladas de dióxido de carbono (CO2) en los últimos 50 años se deben al consumo excesivo de energía en los países industrializados. Las emisiones de CO2 se encuentran entre las principales causas del calentamiento global, amenazando la estabilidad y seguridad de toda la humanidad y de los procesos ecológicos en todo el mundo, particularmente en los países en desarrollo localizados en el trópico.

El crecimiento de la población es ciertamente uno de los principales problemas con que se enfrentan los países en desarrollo. Acciones decisivas son necesarias para resolverlo, tomando en consideración el respeto que merecen las características culturales, éticas y religiosas de los diferentes sectores de la humanidad.

La falta de sistemas efectivamente democráticos de gobierno, y la profunda iniquidad social, evidentes en la mayor parte de los países en desarrollo, se encuentran en la gama de aspectos donde cambios fundamentales son necesarios.

Pero el dilema de la población no debe aislarse del contexto económico y político en el que se ha gestado. La percepción del crecimiento demográfico en países en desarrollo como el responsable de la debacle ambiental mundial, es una falacia que debe ser erradicada. Sin embargo, se encuentra profundamente arraigada en la política internacional de la mayoría de los países industriales, como parte de su determinación por mantener el orden internacional existente, independientemente de cuan profundamente injusto para la mayor parte de la humanidad.

*Julio César Centeno, PhD, es un especialista forestal venezolano. Fue uno de los principales negociadores del Acuerdo Internacional de la Madera Tropical, sirviendo como vocero de los países tropicales. Ha sido asesor de la Secretaría de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo [UNCED 92], director del instituto Forestal latino Americano (1981-1991), y delegado de Venezuela ante varias conferencias. Profesor del Centro de Estudios Forestales de Postgrado de la Universidad de los Andes, Venezuela. Investido por el Príncipe Bernhard de Holanda con la Orden del Arca Dorada por su trabajo en el sector forestal. Miembro del primer Consejo Directivo del Forest Stewardship Council (FSC), integrante del Consejo Directivo de SGS-Forestry in Oxford, Reino Unido. Vicepresidente de la Fundación TROPENBOS en Holanda (1994-2000). Profesor visitante del Departamento de Política y Economía Forestal de la Universidad de Viena, Austria (1999). Su correo-e es: Jcenteno @ telcel.net.ve

 

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UN DINOSAURIO EN EL «SUEÑO AMERICANO» por Carlos Gabetta*

| 22 febrero, 2016

Fuente Diario Perfil

La polarización en las primarias presidenciales de Estados Unidos entre un aventurero de ultraderecha como Donald Trump y la estrella ascendente Bernie Sanders, el primer candidato demócrata de la historia que se declara “socialista”, suscita tanto terrores como esperanzas.
En primer lugar, porque no ocurre en cualquier país, sino en el indiscutido líder mundial del capitalismo. Luego, porque los dos, a pesar de su “extremismo” –en el caso de Trump, real; en el de Sanders, una calificación gratuita, ya que es un socialdemócrata en línea con su colega Jeremy Corbyn, electo líder del laborismo inglés con el 60% de los votos– cosechan triunfos y avanzan en las encuestas, a pesar de que se les siguen asignando escasas posibilidades finales.

La especulación general es que incluso si resultan elegidos, a la hora de la verdad tendrán que apuntar sus discursos y propuestas hacia el electorado de centro, con lo que las cosas, según la tradición, tenderían a equilibrarse.
Candidatos de origen empresario y archimillonarios como Trump hubo varios, pero ninguno como él llegó a expresar tan descaradamente no ya lo que representa la derecha republicana –Estado mínimo, los intereses de las grandes corporaciones y el sector financiero–, sino su ideología más profunda: rechazo, sino odio, a las “clases bajas”, negros, mestizos, inmigrantes, hispanos, mujeres. Trump llegó a decir que “podría disparar a la gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”… Un pistolero esperpéntico y medio loco, pero que podría llegar a ser presidente de la primera potencia económica y militar del planeta.

Sanders es lo opuesto. Brillante universitario, militante de la Liga Socialista desde su juventud, objetor de conciencia durante la guerra de Vietnam, en los 80 alcalde tres veces reelecto de la pequeña ciudad de Burlington (devenida desde entonces “uno de los mejores lugares para vivir en todo Estados Unidos”, según las encuestas) y senador por Vermont desde 2005, se describe a sí mismo como socialista democrático, admirador del modelo de los países nórdicos y defensor de la democracia laboral. En esa línea, brega contra la desigualdad de ingresos, por sistemas de salud y educación públicos, los derechos sindicales, la ausencia laboral por maternidad, la ecología, la reforma al financiamiento de campañas políticas, y así por el estilo. También ostenta una larga trayectoria a favor de las libertades y los derechos civiles; contra la discriminación racial y en el sistema de justicia criminal, la Patriotic Act y la cárcel de Guantánamo. En diciembre pasado, una encuesta de la Universidad de Quinnipiac (Connecticut) presentó a este outsider socialista como el candidato “más elegible” a la presidencia ante los principales candidatos republicanos e incluso por encima de Hillary Clinton.

En las primarias sigue por debajo de Clinton en las encuestas nacionales –aunque acercándose–, pero sus mitines atraen el triple de audiencia que su rival demócrata y mucho más que Trump.
Esta polarización abre un panorama inédito en Estados Unidos, ya que incluso si ni Trump ni Sanders resultan elegidos, las aspiraciones de los sectores que representan, radicalizadas por los efectos de la crisis estructural del capitalismo, seguirán allí, como el dinosaurio de Monterroso. En el caso de Trump, las de una derecha aterrorizada ante las reivindicaciones de trabajadores y desempleados, clases medias en baja, marginados, desposeídos y desamparados. En el de Sanders, justamente las de esos sectores, expresadas como propuestas de cambios profundos.
“Es la economía, estúpido”, diría un candidato tradicional, republicano o demócrata, que intentase señalar lo que pasa, en Estados Unidos y en el mundo entero. “Es el reparto del excedente, imbécil”, le contestaría cualquier Sanders del mundo que apuntase a las razones por las que pasa lo que está pasando.

                                                                       14 de febrero de 2016

*Periodista y escritor.

 

 

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EUROPA SE ESTÁ DESINTEGRANDO BAJO LA MIRADA INDIFERENTE DE SUS CIUDADANOS por Roberto Savio*

| 22 febrero, 2016

Fuente “Other News”

Todos somos testigos de la lenta agonía del sueño de la integración europea, sin una sola manifestación en cualquier lugar, entre sus 508 millones de ciudadanos. Está claro que las instituciones europeas atraviesan una crisis existencial. Sin embargo, el debate se ha limitado al nivel intergubernamental.

Eso demuestra claramente que los ciudadanos europeos no se sienten relacionados con Bruselas. Atrás han quedado los años cincuenta, con la movilización de los jóvenes en el Movimiento Federalista de la Juventud y los activistas del Movimiento Federal encabezado por Altiero Spinelli, o la campaña masiva para una Europa que trascendería las fronteras nacionales, un tema frecuente de los encuentros de los intelectuales de la época.

Ha sido un in crescendo de la crisis. Primero la división Norte-Sur, con un norte que no quería rescatar el sur y que ha convertido la austeridad en un tabú monolítico, con Alemania como líder inflexible. Grecia fue el lugar elegido para entrar en conflicto y ganar, incluso si su presupuesto era sólo el 4% de la Unión Europea.

El frente de la disciplina fiscal y la austeridad fácilmente rebasaron a aquellos que abogaban por el desarrollo y el crecimiento como una prioridad. Pero había alienar a muchos de los ciudadanos atrapados en la lucha.

Entonces viene la división este-oeste. Es claro que los países que estaban bajo la Unión Soviética ingresaron a la UE por razones puramente económicas y no por identificarse con los llamados valores europeos, la base de los tratados constitutivos. La solidaridad no sólo fue ignorada, sino activamente rechazada, primero respecto a Grecia y ahora con los refugiados.

Dos países, primero Hungría y luego Polonia, rechazan explícitamente “el modelo y los valores europeos”, el primero para defender un modelo autocrático de gobierno y el segundo los valores cristianos, haciendo caso omiso de todas las declaraciones de Bruselas.

Al mismo tiempo, apareció otro asunto de mal agüero. El primer ministro británico David Cameron amenazó con que si no obtenía condiciones especiales , salía de la Unión Europea. En Davos, dijo explícitamente que el Reino Unido está en la UE debido al mercado, pero rechaza todo lo demás, sobre todo una posible mayor integración, tal como se indica en los tratados de la UE.

La canciller alemana Angela Merkel ha estado enviando señales tranquilizadoras, mientras todos los países europeos se empeñan en el proceso de recuperación de soberanía tanto como sea posible. Por lo tanto, sea lo que sea que Londres obtenga, será un punto de referencia para todo el mundo. Es revelador que en el Reino Unido, la campaña pro europea está dirigida por el sector financiero y económico y no hay ningún movimiento ciudadano.

Todo esto ocurre en un marco de estancamiento económico, que incluso las inyecciones financieras sin precedentes del BCE no han sido capaces de aliviar. La lista de los países con problemas no incluye sólo a países del Sur. Líderes de la inflexibilidad fiscal, como Holanda y Finlandia, enfrentan serias dificultades. Alemania el único país que lo está haciendo muy bien, goza de una balanza comercial positiva con el resto de Europa, tiene una tasa mucho más baja de interés debido a sus mejores desempeños. Se ha calculado que más de la mitad de su Sin embargo, Alemania se ha negado obstinadamente a utilizar parte de esos ingresos para crear cualquier convenio para socializar sus activos, como un Fondo Europeo para rescatar a los países, o cualquier otra propuesta de ese tipo. No es un brillante ejemplo de solidaridad… Tal como dijo su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, no vamos a dar a nuestros sudados logros para los que no trabajan duro como nosotros …

Por último, la crisis de los refugiados ha sido el último golpe a una institución que ya estaba respirando con gran esfuerzo. El año pasado, más de 1,3 millones de personas escaparon de los conflictos de Irak, Libia y Siria y han llegado a Europa. En esos países existe una gran responsabilidad europea directa por las respectivas guerras. Este año, según el Alto Comisionado para los Refugiados, se espera al menos otro millón.

Lo que sucede, muestra la realidad europea. La Comisión determinó que 40.000 personas de Siria y Etiopía deben ser reubicadas, lo que es sólo una gota en el océano. Esto condujo a un proceso frenético de negociaciones, con los países de Europa del Este negándose de plano a tomar parte, a pesar de las amenazas por parte de la Comisión. El número total de personas que se han reubicado es de apenas 201.

Mientras tanto, Angela Merkel decidió abrir las puertas de Alemania y recibir hasta un millón de refugiados, principalmente sirios. Pero una interpretación inteligente del Tratado de refugiados dejó claro que se excluyen los refugiados económicos (así como los climáticos), y luego se estableció que los Balcanes estaban a salvo y seguros, lo que excluye a cualquier europeos que vengan a Alemania a través de Albania, Kosovo y otros países que todavía no forman parte de la UE.

Al mismo tiempo, cabe señalar que Montenegro, que tiene un ejército de solo 3.000 personas, ha sido invitado a ingresar a la OTAN, para aumentar la barrera a Rusia.

Pero, por supuesto, la avalancha de gente hizo difícil de procesar el papeleo necesario, y así cada país recurrió a su propia imaginación, sin ninguna relación con Bruselas.

Austria declaró que aceptaría sólo 37.500 solicitudes de asilo. Dinamarca, junto con hacer una campaña anunciando a los refugiados que no eran bienvenidos, aprobó una ley que retrasa la reunificación familiar de tres años y autoriza a las autoridades a confiscar dinero y joyas por valores superiores 10.000 coronas danesas (a 1.455 dólares ) de los solicitantes de asilo.

Suecia anunció que les daría permisos de residencia más breves y que impondrá controles estrictos a los trenes procedentes de Dinamarca. Finlandia y Holanda han indicado que van a expulsar de inmediato a todos los que no encajan en las estrictas normas que deben cumplir los refugiados. Gran Bretaña, que con Estados Unidos fue responsable por la invasión de Irak, la que provocó el nacimiento del ISIS, ha anunciado que recibirá solo 27.000 refugiados.

Y en Europa Centro-Oriental, ha sido un florecimiento de construcciones de barreras y muros en Hungría, Eslovenia, Eslovaquia, Austria. Mientras tanto Europa intentó comprar Erdogan, con 3.000 millones de euros, para lo que se pennsaba que iba a detener el flujo. No funcionó. Así que ahora Grecia es culpable por no haber sido capaz de procesar las casi 800.000 personas que pasaron por su territorio.

Austria ha pedido excluir a Grecia del acuerdo de Schengen y desplazar las fronteras europeas “más al norte”. En este capítulo se está concluyendo por la iniciativa alemana de introducir nuevamente el control fronterizo nacional por un período de dos años. El año pasado, hubo 56 millones de camiones cruzando entre los países y cada día las fronteras son atravesadas por 1,7 millones de personas.

La eliminación del acuerdo de Schengen de libre circulación de los europeos, sería una señal de alcance muy vasto. Pero lo más importante, hay que observar con cuidado el cambio político que se aproxima, con partidos anti europeos y xenófobos en la cresta de la ola del miedo e inseguridad que vive Europa.

En Alemania, donde Merkel está perdiendo cada vez más apoyo, el Partido por una Alternativa, que era marginal, podría quedar representado por lo menos en tres Estados federados. En las sucesivas elecciones en Francia, Italia, Gran Bretaña y Holanda, los partidos más a la derecha han ido creciendo.

Todos esos partidos utilizan algo de la retórica izquierdista: vamos a renacionalizar industrias y bancos, aumentar el tejido social, la lucha contra la globalización neoliberal … Hungría ha colocado fuertes impuestos a los bancos extranjeros, con el propósito de que salgan del país y Polonia está hablando el mismo idioma.

Sus metas son muy simples: capar el apoyo de los desempleados, los subempleados, los jubilados, todos los que tienen la vida precaria, los que sienten que han sido puestos de lado por el sistema político y con el sueño de un ayer glorioso, que fue robado por los forasteros. Si esto está funcionando en EE.UU. con Donald Trump, aquí funcionará mejor todavía…

Por lo tanto, no cabe duda de que en este momento, un referéndum por Europa nunca se impondría entre ciudadanos que no se sienten que esta es su Europa, lo que es un problema grave para una sociedad democrática

¿Sobrevivirá la Unión Europea? Probablemente, pero será más una especie de mercado común de las finanzas y los negocios, que un proyecto de ciudadanía. Y va a acelerar la reducción del poder de Europa en el mundo, con la consecuente pérdida de la identidad europea, que una vez fue el proyecto más revolucionario de la historia moderna.

*Periodista italo-argentino. Co-fundador y ex Director General de Inter Press Service (IPS). En los últimos años también fundó Other News, un servicio que proporciona “información que los mercados eliminan”. Other News . En español: http://www.other-news.info/noticias/ En inglés: http://www.other-net.info/

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CERRAR LA GRIETA DEMANDARÁ MUCHO ESMERO por Alberto Medina Méndez*

| 22 febrero, 2016

La crispación no es un fenómeno nuevo, pero es evidente que en los últimos años se ha exacerbado. Mucho se podría decir acerca de como se gestó, se desarrolló y escaló este perverso proceso, pero vale la pena poner todas las energías, más bien, en debatir como superar esta situación de coyuntura.

La "grieta" existe y es indisimulable. Esa división entre "ellos y nosotros" está presente en la sociedad y tiene poco sentido negarla o minimizarla. Tampoco parece razonable detenerse para asignar culpas y cargar las tintas sobre unos u otros. Es hora de asumir con hidalguía y humildad que, como bien se dice en el boxeo, "cuando uno no quiere, dos no pelean".

Es el momento de dar vuelta la página o, al menos, intentarlo. La meta no es que desaparezcan los desacuerdos, ni que las miradas sean todas idénticas, ni parecidas. El disenso no solo es deseable sino que también es necesario para luego hurgar sobre los diferentes senderos posibles, esos que conducen a mejores soluciones como resultado de un profundo análisis.

Los encargados de construir la armonía social no son los gobernantes, ni los políticos. No es bueno que la sociedad se haga la distraída quitándose cualquier tipo de responsabilidad cívica. Claro que la política es protagonista y debe aportar ejemplaridad. Cuando la dirigencia apuesta a la confrontación multiplica la gravedad del problema. Por eso son bienvenidos los buenos gestos y los estilos que contribuyen a generar ese clima adecuado. Es el mínimo aporte que la política puede hacer a este loable fin.

Por difícil que parezca este objetivo no hay que resignarse ni bajar los brazos. La historia de la humanidad muestra innumerables ejemplos de sociedades que estuvieron divididas por hechos más graves que los actuales, con odio, resentimiento y muertes como ingredientes centrales. Pese a ello, lograron sobreponerse, con tropiezos, escollos, idas y vueltas, pero con una contundencia absolutamente verificable.

Los intelectuales y comunicadores deben también cumplir con la parte que les toca en suerte. Desde el periodismo, la academia y cualquier tribuna disponible se puede hacer mucho en favor de esta dinámica, ayudando a pensar con inteligencia y sin inútiles sobreactuaciones.

Pero indudablemente la responsabilidad mayor recae sobre la gente, sobre cada uno de los ciudadanos en su actividad diaria. Allí empieza el trabajo y es donde realmente se harán notar los eventuales progresos concretos. Es en la rutina más mundana donde florecerá la verdadera convivencia.

Si la sociedad no logra entender su rol vital en esta difícil reconstrucción, es improbable modificar la tendencia. Es imperioso recorrer ese camino de aprendizaje y autocrítica. Ha sido demasiado tiempo el vivido bajo estas hostiles reglas de juego. Abandonar esos malos hábitos requerirá de una adaptación que no todos lograrán. Es posible que la mayoría de la sociedad lo consiga y que los violentos, solo terminen siendo una insignificante minoría que no logre impregnar a los demás con sus patéticas costumbres.

Importa mucho aquí la escala de valores que hay que decodificar y luego intentar  alinear. El respeto por el otro, por su vida e integridad, debe incluir la tolerancia por sus ideas, aunque ellas puedan considerarse equivocadas. Un epíteto despreciativo, una agresión sin sentido, no solo no consigue cambiar posiciones, sino que evita el camino de la sensata reflexión e invita a ratificar posturas encerrándose en lo conocido. Así solo se empeora todo.

Las modernas herramientas de comunicación, no siempre ayudan en este devenir. Cierta despersonalización, hace que sea más fácil decir lo indebido por esos medios que en persona. El "cara a cara", disminuye los niveles de belicosidad en casi todas las circunstancias. Es necesario, entonces, no alejarse de las personas con las que se discrepa. Por el contrario, se debe tomar contacto real con ellas, justamente, para acortar las distancias.

Es indispensable hacer el esfuerzo y desarrollar ese talento que permite separar a las personas de sus ideas. Las visiones son siempre opinables. No existen dos individuos que piensen igual. A Jorge Luis Borges se le atribuye aquella ironía que dice que "ni siquiera uno mismo comparte su propia opinión, si solo espera unos instantes". Lo que no es admisible es renegar de ciertas personas solo por discrepar con sus convicciones. Todas merecen ser toleradas, mucho más aún cuando no se comparten sus opiniones, porque se debe respetar a las personas, más allá de sus concepciones.

Es esencial comprender que no todo tiene que ver con las formas. El reto no pasa por simular adoptando actitudes impostadas, sino que se trata de internalizar que se vive en comunidad, con interdependencia del resto, que todos los días se hacen transacciones de bienes y servicios con personas con las que no se coincide en muchos aspectos, y que para cooperar no es imprescindible estar de acuerdo en todo, sino solo en aquello que, específicamente, es el objeto de ese saludable intercambio pacífico.

El problema es complejo, existe y es bueno que pueda ser abordado cuanto antes, con perseverancia. No es solo tarea de la política, aunque ella debe contribuir con esa misión. Es la gente la que tendrá que tomar la decisión de dejar atrás esta calamidad cotidiana que destruye todo a su paso, y deberá trabajar de un modo muy personal para conseguirlo. Es trascendental entender que cerrar la grieta demandará de mucho esmero.

*Periodista.Consultor Privado en Comunicación, Analista Político,Conferencista Internacional, Presidente de la FUNDACIÓN CLUB DE LA LIBERTAD, Miembro de la Comisión Directiva de la RED POR LA LIBERTAD,Columnista de INFOBAE en Argentina,Columnista de DIARIO, EXTERIOR de España, Columnista de EL CATO de EEUU,Conductor del los ciclos radial  y televisivo EXISTE OTRO CAMINO.Ha publicado más de 470 artículos en 15 países de habla hispana

Premio a la Libertad de la Fundación Atlas 2006

Premio Periodista del Año de Corrientes, por Fundación Convivencia en 2002 y 2011

Premio Corrientes por la labor periodística en 2013

 

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FRAUDE EN PARIS por Julio César Centeno*

| 7 febrero, 2016

Fuente “Other News”

El acuerdo sobre el calentamiento global, concluido en París el 12-12-2015, encausa a la humanidad hacia un aumento en la temperatura superficial promedio de 3°C a 3,5°C en relación con la época pre-industrial, desestima las responsabilidades por las emisiones acumuladas hasta el presente, promueve el comercio global de bonos de carbono y sanciona una pronunciada injusticia inter-generacional.

El acuerdo no sólo deja abierta la posibilidad de que nuestros descendientes inmediatos se vean obligados a sobrevivir en un mundo desconocido para la especie humana, sino que sentencia la apropiación impune, por parte una selecta minoría de la población mundial, de la mayor parte de un bien común: la capacidad de la atmósfera para albergar gases de efecto invernadero.

Antecedentes

La actividad humana, particularmente desde el inicio de la revolución industrial a finales del siglo 18, ha venido modificando de manera cada vez más pronunciada el equilibrio natural de la atmósfera, la biosfera, la criósfera, la hidrósfera y la corteza terrestre. El impacto acumulado ha sido de tal magnitud que podemos referirnos a una nueva era geológica: el antropoceno, la edad del humano.

Una de las consecuencias de la actividad humana es la acumulación en la atmósfera de gigantescas cantidades de gases que desestabilizan el equilibrio energético planetario y provocan aumentos de temperatura global: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxidos nitrosos (N2O) y fluoro-carbonos (Fg). Estas emisiones han venido aumentando de manera vertiginosa, especialmente a partir de la segunda guerra mundial, superando en el 2014 las 50 giga-toneladas (miles de millones) equivalentes de CO2 por año: 76% CO2, 16% CH4, 6% N2O, 2% Fg.

Por tonelada equivalente se entiende la cantidad de CO2 que produciría el mismo efecto en un horizonte de tiempo determinado. Por ejemplo, cada tonelada de metano produce un efecto equivalente a 80 toneladas de CO2 durante los primeros 20 años, 30 toneladas de CO2 en 100 años (IPCC AR5 2013). El acuerdo internacional es referirse a un horizonte de 100 años para todos los gases, salvo cuando se especifica algún otro valor. Dada la urgencia de reducir rápida y drásticamente las emisiones, el horizonte de 20 años cobra cada vez mayor relevancia.

La atención se centra en el CO2 no sólo por representar el 76% de las emisiones anuales en la actualidad, sino por permanecer activo como agente del calentamiento global durante siglos. Mientras que el metano, el segundo gas más importante en cantidad de emisiones, registra una vida activa promedio de 12 a 13 años. “El calentamiento provocado por las emisiones de CO2 es efectivamente irreversible por siglos, a no ser que se tomen medidas para removerlo de la atmósfera” (IPCC AR5 2013).

Las tendencias actuales conducen hacia un aumento en la temperatura superficial promedio del planeta entre 3,7 y 4,8°C para finales de siglo en relación con la época pre-industrial (IPCC 2014). Estas tendencias representan una emergencia planetaria sin precedentes en la historia de la humanidad. Un aumento en la temperatura superficial promedio de 4°C no se ha registrado desde mediados del Mioceno, hace 10 millones de años. Las tendencias actuales conducen a la transformación del mundo que le dejamos a nuestros descendientes más inmediatos en un planeta hostil y desconocido por la especie humana (Ref1).

El Acuerdo de París

La conferencia de Paris condujo a la aprobación de dos documentos complementarios: las resoluciones de la Conferencia de las Partes (COP 21) y el Acuerdo de Paris sobre el Calentamiento Global (UN FCCC/CP/2015/L.9 de fecha 12/12/2015).

El preámbulo del acuerdo recopila preocupaciones señaladas principalmente por países en desarrollo y movimientos sociales durante años de negociaciones, en su mayor parte dejadas al margen en el texto del acuerdo: “Las Partes deberían respetar, promover y tener en cuenta sus respectivas obligaciones relativas a los derechos humanos, el derecho a la salud, los derechos de los pueblos indígenas, las comunidades locales, los migrantes, los niños, las personas con discapacidad y las personas en situaciones vulnerables y el derecho al desarrollo, así como la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y la equidad intergeneracional” (subrayado propio). En los borradores anteriores, este párrafo señalaba “Las partes deberán…”. Fue modificado a insistencia de las delegaciones de Estados Unidos y la Unión Europea, con el apoyo de Japón y Canadá. De esta manera se evaden sutilmente responsabilidades relacionadas con el respeto a los derechos humanos, el derecho al desarrollo y la equidad inter-generacional, entre otros aspectos claves vinculados al calentamiento global.

El preámbulo es un componente declarativo, carente de fuerza legal, un listado de intenciones donde se incluyen aspiraciones legítimas de pueblos y países sin que el acuerdo incluya medidas efectivas para atenderlas. Aunque reconoce “la amenaza apremiante del cambio climático”, que es “un problema de toda la humanidad con efectos potencialmente irreversibles para las sociedades humanas y el planeta” y “la necesidad de hacer frente al cambio climático con urgencia”, no reconoce, sino sólo expresa “deseos de hacer realidad … los principios de equidad y de responsabilidades comunes pero diferenciadas y las capacidades respectivas, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales”.

Un equipo de abogados y litigantes especializados de Estados Unidos y la Unión Europea fue puesto al servicio de la secretaría para asistir en la redacción final del acuerdo. Palabras claves fueron cuidadosamente seleccionadas para proteger intereses sectoriales, en la mayoría de los casos con la complicidad de funcionarios de la secretaría y de algunas delegaciones de países en desarrollo.

El preámbulo no reconoce, sino observa “la importancia de la protección de la biodiversidad, reconocida por algunas culturas como la Madre Tierra”. Tampoco reconoce, sino observa “la importancia que tiene para algunos el concepto de ‘justicia climática’, al adoptar medidas para hacer frente al cambio climático”. Queda así establecido que el concepto de justicia climática no es compartido por todos, ni es reconocido en el acuerdo. Tampoco tiene por qué ser tomado en consideración al adoptar medidas para hacer frente al cambio climático.

Los 2°C

El acuerdo de París reitera el objetivo establecido en Copenhaguen en el 2009 en cuanto a mantener el aumento en la temperatura superficial promedio por debajo de los 2°C para finales de siglo en relación con la época preindustrial (artículo 2). Este es el mismo objetivo al que se refiere el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambios Climáticos (IPCC) en su último informe del 2013. Pero a diferencia del IPCC, el acuerdo de Paris no define ni la estrategia ni la ruta para asegurar su logro.

La última vez que la temperatura superficial promedio se acercó a los 2°C sobre el nivel actual, en el período interglaciar Emiense hace aproximadamente 125.000 años, la concentración de CO2 era inferior a las 300 ppm y el nivel del mar superaba por al menos 7 metros el que conocemos (National Academy of Science 2012: Relationship between sea level and climate forcing by CO2 on geological timescales). En la actualidad, la concentración de CO2 supera las 400 ppm.

El acuerdo de Paris se fundamenta en un collage de contribuciones voluntarias, determinadas por cada país a su libre albedrío, sin coordinación entre las partes, sin carácter vinculante, sin condiciones o penalidades en caso de incumplimiento. En el caso poco probable de que todas estas expresiones voluntarias de colaboración se cumpliesen a cabalidad, la humanidad quedaría encauzada en una ruta tendiente a un aumento de temperatura promedio entre 3°C y 3,5°C, lo que provocaría un peligroso desequilibrio planetario y amenazaría la sobrevivencia de millones de personas, afectaría el suministro de agua y alimentos a buena parte de la población mundial y forzaría el desplazamiento masivo de personas. Según la Academia Nacional de la Ciencia de EUA, a mediados del Plioceno, 4 millones de años atrás, la temperatura superficial promedio oscilaba entre 2,5ºC y 3°C sobre el promedio actual y el nivel de mar se encontraba entre 20 y 24 metros sobLa COP21 reconoce en el numeral 17 de sus conclusiones la incongruencia entre el objetivo de los 2°C y las contribuciones voluntarias presentadas en Paris: “La Conferencia de las Partes observa con preocupación que los niveles estimados de las emisiones agregadas de gases de efecto invernadero en 2025 y 2030 resultantes de las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional no son compatibles con los escenarios de 2°C”

El acuerdo de París hace referencia a “realizar esfuerzos para limitar el aumento de temperatura a 1,5°C” (artículo 2), un objetivo prácticamente imposible de alcanzar dado que en la actualidad ya se registra un aumento de 1°C, mientras el planeta soporta un desequilibrio energético de 326 Terajoules por segundo, lo que implica un inevitable aumento adicional de aproximadamente 0,5°C para mediados de siglo aunque se detuvieran de inmediato todas las emisiones de gases de efecto invernadero. La posibilidad de evitar un aumento de temperatura de 1,5°C se reduce aún más si se toma en consideración que el acuerdo de París sólo entra en efecto en el 2020 y que la mayoría de los compromisos voluntarios registrarían posibles reducciones en emisiones del 2025 al 2030.

El objetivo fundamental de descarbonizar la economía, tan duramente debatido en las reuniones preparatorias y destacado como prioritario por el IPCC, quedó reducido a una vaga referencia a que “las partes se proponen lograr que las emisiones alcancen un punto máximo lo antes posible” para luego “reducir rápidamente las emisiones” con la finalidad de “alcanzar un equilibrio entre las emisiones antropógenas por las fuentes y la absorción antropógena por los sumideros en la segunda mitad del siglo…” (artículo 4). El punto máximo de emisiones puede ser así de cualquier magnitud, con un indefinido margen de tiempo para alcanzarlo, mientras que el alcance del equilibrio entre emisiones y sumideros pudiera extenderse hasta finales de siglo.

La vaguedad de tales señalamientos luce como una fórmula para el desastre. Para lograr el objetivo de los 2°C con una probabilidad de al menos 66% es necesario que las emisiones acumuladas de todos los gases de efecto invernadero durante el período 1850-2100 se mantengan por debajo de las 3.670 giga-toneladas de CO2-equivalentes, mientras que sólo las de CO2 deben limitarse a un máximo de 3.000 G-ton durante el mismo período. El presupuesto o cupo máximo de emisiones disponibles para el período 2015-2100 es de apenas 855 giga-toneladas de CO2, lo que implica dejar al menos dos tercios de las reservas probadas de hidrocarburos bajo tierra (Ref1).

El acuerdo fundamenta la aspiración de evitar un aumento de temperatura superior a los 2°C en contribuciones nacionales voluntarias progresivamente más ambiciosas, a presentarse cada 5 años (4-9) pero ignorando las responsabilidades acumuladas hasta el presente:

Artículo 4 (3): “La contribución determinada a nivel nacional sucesiva de cada parte representará una progresión con respecto a la contribución determinada a nivel nacional que esté vigente para esa parte y reflejará la mayor ambición posible, teniendo en cuenta sus responsabilidades comunes pero diferenciadas y sus capacidades respectivas, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales”.

Artículo 13 (7): “Cada Parte deberá proporcionar periódicamente la siguiente información: a) Un informe sobre el inventario nacional de las emisiones antropógenas por las fuentes y la absorción antropógena por los sumideros de gases de efecto invernadero, elaborado utilizando las metodologías para las buenas prácticas aceptadas por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático que haya aprobado la Conferencia de las Partes en calidad de reunión de las Partes en el Acuerdo de París”

Artículo 14 (2): “La Conferencia de las Partes en calidad de reunión de las Partes en el Acuerdo de París hará su primer balance mundial en 2023 y a partir de entonces, a menos que decida otra cosa, lo hará cada cinco años”.

La referencia a “responsabilidades comunes pero diferenciadas y sus capacidades respectivas” en el artículo 4 entre otros, corresponde a responsabilidades futuras, excluyendo las acumuladas hasta la fecha. Ninguna de las contribuciones voluntarias presentadas por los países que más han contribuido a provocar la amenaza climática que hoy se cierne sobre toda la humanidad incluye referencia alguna a sus responsabilidades acumuladas hasta el presente, mientras que el artículo 4 se refiere sólo a las contribuciones presentadas en Paris y las sucesivas.

El acuerdo excluye las emisiones generadas tanto por la actividad militar como por el transporte aéreo y marítimo, favoreciendo principalmente intereses estratégicos y comerciales de países industrializados, mientras que se excluyen excepciones similares a emisiones de países empobrecidos aunque correspondan a actividades de sobrevivencia.

La palabra de la discordia

Las negociaciones alcanzaron uno de sus puntos críticos cuando la delegación de Estados Unidos insistió en cambiar una palabra, amenazando con retirarse de las negociaciones si no se le complacía. Esta posición fue apoyada, como de costumbre, por la Unión Europea, Japón, Australia y Canadá. La misma actitud, catalogada como chantajista por múltiples delegaciones de países en desarrollo, se presentó en variadas ocasiones. La exigencia era cambiar la palabra “shall” por “should” en el texto original de negociación, en el idioma inglés, en el párrafo del artículo 4 que señalaba:

“Developed country Parties shall continue taking the lead by undertaking economy-wide absolute emission reduction targets” (Las partes que son países desarrollados deberán continuar liderando a través de la adopción de metas absolutas para la reducción de emisiones para el conjunto de la economía).

El párrafo se refería a la necesidad de que los países industrializados, cuyo desarrollo se ha fundamentado en la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, adoptaran metas para la reducción absoluta de sus emisiones futuras para el conjunto de sus economías. Esta solicitud había sobrevivido más de 20 años de negociación y es el principio fundamental en el que se fundamenta el Protocolo de Kioto. La exigencia, finalmente satisfecha como tantas otras, era cambiar la palabra ‘shall’’, que implica una obligación (deberán) por ‘should’’ (deberían, condicional no vinculante). Los países industrializados se liberan así de la obligación establecida en la Convención Marco para el Cambio Climático de 1992 y en el Protocolo de Kioto de 1997 de liderar en la reducción de emisiones, debido tanto a su desproporcionadamente elevada contribución al calentamiento global como a su mayor capacidad técnica y económica para hacerlo. También se liberan de la obligación de reducir emisiones en el conjunto de sus economías, quedando en libertad de liberar a sectores económicos seleccionados de tales obligaciones. (En la versión en español del documento oficial distribuido por la secretaría de la convención, FCCC/CP/2015/L.9 del 12-12-2015, se mantiene erróneamente la palabra “deberán” cuando debería decir “deberían”).

La exigencia condujo a una modificación similar para los países en desarrollo: “Las Partes que son países en desarrollo deberían seguir aumentando sus esfuerzos de mitigación, y se las alienta a que, con el tiempo, adopten metas de reducción o limitación de las emisiones para el conjunto de la economía, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales”

Combustibles fósiles

Una evaluación del concepto cambio climático peligroso, publicada en Diciembre 2013 por el Instituto de Estudios Espaciales de la NASA, en colaboración con la Universidad de Columbia, EUA, el Institut Laplace de Francia, la Universidad de Estocolmo, Suecia, el Instituto Federal de Investigaciones Tecnológicas de Suiza, la Universidad de Harvard y la Universidad de California entre otros, señala lo siguiente: “Un calentamiento de 3 a 4°C tendría consecuencias desastrosas. La continuación de las emisiones provenientes de combustibles fósiles sería un acto de extraordinaria y deliberada injustica inter-generacional” (Assessing Dangerous Climate Change 2013).

El informe más reciente del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambios Climáticos resalta igualmente la ineludible necesidad de reducir rápida y drásticamente el consumo de combustibles fósiles como condición necesaria para alcanzar el objetivo de los 2°C (IPCC 2013). El consumo de combustibles fósiles debería reducirse a menos de la mitad de sus niveles actuales para mediados de siglo debido a que son la fuente de casi la totalidad de las emisiones de CO2 y cerca de tres cuartas partes de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, el Acuerdo de París no menciona ni una sola vez el término combustibles fósiles.

Las emisiones de CO2 provienen fundamentalmente del consumo de combustibles fósiles. En el 2014 superaron las 38 giga-toneladas. De mantenerse las tendencias actuales, aún con una modesta tasa de crecimiento del 1% interanual, el cupo disponible de emisiones para evitar un aumento de temperatura superior a los 2°C se agotaría para el 2040. Esta alarmante conclusión es resaltada por 17 instituciones científicas en un comunicado de Abril 2015, entre las que se destacan: Max Planck Institute, Stockholm Resilience Center, Mercator Research Institute, Grantham Institute, IIASA, World Resources Institute, Scripps Institution, Earth Institute, Potsdam Institute, The South Center, Teri University, Chinese Academy of Sciences (Earth Statement 2015):

“El 2015 es un año crítico para la humanidad. Nuestra civilización nunca antes ha enfrentado riesgos existenciales similares a los asociados al calentamiento global, la erosión de la biodiversidad y el agotamiento de recursos … Es una obligación moral, en nuestro propio interés, des-carbonizar la economía mundial…”.

Los negociadores de la COP 21, burócratas representantes de países adictos al consumo de hidrocarburos, no fueron capaces de oponerse a las poderosas industrias transnacionales de los combustibles fósiles, presentes en las negociaciones. El Acuerdo de París falla así en uno de sus objetivos fundamentales: impulsar una transición hacia una economía libre de emisiones de CO2, transición que debe efectuarse para mediados de siglo con el fin de limitar las emisiones al presupuesto correspondiente al objetivo de los 2°C (Ref 2).

El párrafo 7 del artículo 6 incluido en el borrador del 5 de diciembre 2015 señalaba: “Las partes deberían reducir el apoyo internacional a las inversiones con altos niveles de emisiones y aumentar el apoyo internacional a las inversiones dirigidas a soluciones bajas en emisiones”. En la versión final, 7 días después, tal referencia había desaparecido.

Las empresas de hidrocarburo ejercen poderosa influencia sobre funcionarios públicos en Estados Unidos y otros países industrializados. Sólo las empresas que operan en Estados Unidos y Canadá registraron ganancias de US$ 257.000 millones en el 2014.

Durante el período legislativo 2013-2014, las empresas de hidrocarburos aportaron 326 millones de dólares a miembros del congreso norteamericano para financiar sus campañas electorales y para influenciar sus decisiones. Entre los favores recibidos en contrapartida durante ese mismo período, el congreso otorgó subsidios a las empresas de hidrocarburos por US$ 33.700 millones. Por cada dólar invertido en el congreso norteamericano las empresas reciben a cambio 102 dólares, una tasa de retorno de 10200% (OCI 2015).

La Academia Nacional de la Ciencia de Estados Unidos estima un subsidio adicional de US$ 120.000 millones por los costos que se transfieren a la población en su conjunto por efectos sobre la salud derivados de la producción y el consumo de combustibles fósiles en ese país (www8.nationalacademies.org/onpinews/newsitem.aspx?RecordID=12794).

A escala global, excluyendo los costos sociales y ambientales, los subsidios a las actividades de producción y consumo de combustibles fósiles superan los 750.000 millones anuales (OCI 2015).

Según un análisis conjunto del Instituto para el Desarrollo Internacional del Reino Unido (ODI) y OilChange International, sólo los países del G20, las 20 principales economías, canalizan anualmente 450.000 millones de dólares de fondos públicos en forma de subsidios hacia las empresas de hidrocarburos. Resultados similares fueron reportados por el Fondo Monetario Internacional en el 2015. Mientras en las negociaciones sobre el calentamiento global los países industrializados recurren a todo tipo de argumentos para evitar suministrar una quinta parte de este monto para la mitigación y la adaptación al cambio climático en los países en desarrollo. Sólo el G7 más Australia invierten 80.000 millones anuales en subsidios a los combustibles fósiles, mientras su contribución colectiva al Fondo Verde para el Clima (Green Climate Fund) es de apenas 2.000 millones anuales.

Durante años de negociaciones, en particular desde la fallida cumbre de Copenhaguen en el 2009, los países industrializados han venido sugiriendo voluntad para canalizar US$ 100.000 millones anuales para actividades de mitigación y adaptación al calentamiento global en los países en desarrollo a partir del año 2020. Sin embargo, se opusieron a que tal compromiso quedara plasmado en el acuerdo de París. Los recursos se encuentran evidentemente disponibles. Lo que escasea es la voluntad política para asumir responsabilidades acordes con su desproporcionada contribución al calentamiento global.

Según SIPRI (Stckholm International Peace Research Institute) el presupuesto militar global supera los US$ 1,7 billones anuales (millones de millones). Sólo el de Estados Unidos supera los 650.000 millones anuales, y el de Europa sobrepasa los 420.000 millones anuales. Pero en las negociaciones sobre el calentamiento global los países industrializados evadieron el compromiso de aportar 100.000 millones a los países en desarrollo, en donde se encuentra el 80% de la humanidad, para apoyar su contribución con los objetivos del acuerdo. En su discurso en Paris, John Kerry se mostró particularmente generoso al duplicar el aporte de Estados Unidos al Fondo Verde para el Clima, pasando de 400 a 800 millones, menos del 1% de los 100.000 millones prometidos desde la conferencia de Copenhaguen en el 2009.

Responsabilidad común pero diferenciada

Articulo 2 (2): “El presente Acuerdo se aplicará de modo que refleje la equidad y el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas y las capacidades respectivas, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales”.

Artículo 4 (19): “Todas las Partes deberían esforzarse por formular y comunicar estrategias a largo plazo para un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, teniendo presente el artículo 2 y tomando en consideración sus responsabilidades comunes pero diferenciadas y sus capacidades respectivas, a la luz de las diferentes circunstancias nacionales”.

El principio de la responsabilidad común pero diferenciada, componente fundamental del Acuerdo Marco sobre el Cambio Climático de 1992, se refiere a la necesidad de que cada país asuma una responsabilidad proporcional tanto a su contribución al calentamiento global como a sus capacidades tecnológicas y económicas.

La contribución de cada parte a la amenaza del calentamiento global no es proporcional a sus emisiones anuales actuales, sino a las emisiones acumuladas al menos desde el año 1900. Esto es particularmente valedero en el caso de las emisiones de CO2, pues su potencial de calentamiento se mantiene activo durante siglos.

Partiendo de este principio fundamental, es evidente que a los países industrializados les corresponde la mayor parte de la responsabilidad por las emisiones acumuladas hasta el presente. De las 2.145 millones de toneladas de CO2 emitidas a la atmósfera entre 1900 y el 2014, el 72% corresponde a los países industrializados. La responsabilidad diferenciada es aún mayor cuando se toman en consideración tanto sus potencialidades económicas y tecnológicas, como el hecho de que su población corresponde a sólo el 18% de la población mundial.

Sin embargo, el acuerdo de París ignora tales responsabilidades y se limita sólo a los compromisos voluntarios, no vinculantes, presentados en el marco de la conferencia. De esta manera, se diluyen las obligaciones económicas y tecnológicas que se derivan de las desproporcionadas emisiones acumuladas por los países industrializados hasta el presente.

El acuerdo de París reconoce “la necesidad urgente de que las Partes que son países desarrollados aumenten la prestación de un apoyo previsible a las Partes que son países en desarrollo en forma de financiación, tecnología y fomento de la capacidad, para permitirles reforzar su acción en el período anterior a 2020”.

Los compromisos voluntarios presentados por los países industrializados implican que continuarán acaparando una desproporcionada proporción del cupo atmosférico disponible para finales de siglo. De esta manera, terminarán impunemente asegurándose la ocupación del 60% al 70% del cupo atmosférico disponible para el 2050, a pesar de representar para entonces sólo cerca del 15% de la población mundial.

De haberse incluido las responsabilidades acumuladas hasta el presente, los artículos sobre financiamiento y transferencia tecnológica se habrían relacionado con una deuda climática de aproximadamente 50 billones de dólares (millones de millones). Las cuotas anuales de la deuda climática acumulada por los países industrializados hasta el 2014 son al menos 10 veces superiores a los US$ 100.000 millones reiteradamente ofrecidos pero ausentes del acuerdo de Parìs (Ref 1).

El Gobierno de Estados Unidos, con la complicidad de la Unión Europea, Canadá, Australia y Japón lideró la insistencia en una demanda vergonzosa y sin precedentes: que los países en desarrollo, menos responsables pero más vulnerables al cambio climático, renuncien a su derecho legal a demandar a otros países por daños o pérdidas provocados por el calentamiento global. El pronunciamiento de la COP21 (FCCC/CP/2015/L.9) señala explícitamente: “Se conviene en que el artículo 8 del acuerdo no implica ni da lugar a ninguna forma de responsabilidad jurídica o indemnización”. El artículo 8 se refiere a pérdidas y daños relacionados con las repercusiones del cambio climático: “Las Partes reconocen la importancia de evitar, reducir al mínimo y afrontar las pérdidas y los daños relacionados con los efectos adversos del cambio climático”. Si la solicitud es insólita, lo es más aún el que haya sido aceptada por los burócratas delegados de los países en desarrollo.

Estados Unidos y la Unión Europea boicotean desde hace años el reconocimiento de la deuda climática acumulada hasta el presente. Se protegen así, y protegen a sus empresas, de posibles juicios por daños relacionados al calentamiento global, como la desaparición de glaciares, la subida del nivel del mar, la destrucción de fuentes de agua y alimentos, o los daños provocados por cada vez más frecuentes e intensos huracanes, tormentas y sequías.

Bonos de carbono

El acuerdo fortalece los mecanismos de mercantilización del clima, como los mercados de carbono que favorecen la especulación, colonizan recursos de países en desarrollo y evaden esfuerzos reales para reducir emisiones en países industrializados.

Artículo 4 (2): ”Las Partes procurarán adoptar medidas de mitigación internas con el fin de alcanzar los objetivos de sus contribuciones”. Las partes no se comprometen necesariamente a reducir sus emisiones con medidas internas, sino sólo a procurar adoptar medidas en ese sentido. Las contribuciones son determinadas a nivel nacional, pero las medidas de mitigación no tienen necesariamente por qué serlo. Queda así abierta la opción de adoptar medidas de mitigación en otros países, reclamando los créditos correspondientes.

El artículo 6 sanciona con mayor claridad el comercio de bonos o créditos de carbono a escala global y define los mecanismos que se establecerán para regularlo:

“Las Partes podrán optar por cooperar voluntariamente en la aplicación de sus contribuciones determinadas a nivel nacional…”

Se establecerán “enfoques cooperativos que entrañen el uso de resultados de mitigación de transferencia internacional”

“La utilización de resultados de mitigación de transferencia internacional para cumplir con las contribuciones determinadas a nivel nacional en virtud del presente Acuerdo será voluntaria”

Se creará un mecanismo para “contribuir a la reducción de los niveles de emisión en las Partes de acogida, que se beneficiarán de actividades de mitigación por las que se generarán reducciones de emisiones que podrá utilizar también otra Parte para cumplir con su contribución determinada a nivel nacional”

Se “velará por que una parte de los fondos devengados de las actividades que se realicen en el marco del mecanismo a que se refiere el párrafo 4 del presente artículo se utilice para sufragar los gastos administrativos y para ayudar a las Partes que son países en desarrollo particularmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático a hacer frente a los costos de la adaptación”.

Bosques

En el preámbulo se hace referencia a “la importancia de conservar y aumentar, según corresponda, los sumideros y reservorios de los gases de efecto invernadero mencionados en la Convención”

El artículo 5 del acuerdo de París se refiere a los bosques no sólo como sumideros y reservorios de gases de efecto invernadero, sino como instrumentos para la generación de bonos de carbono específicamente en países en desarrollo:

“Las Partes deberían adoptar medidas para conservar y aumentar los sumideros y reservorios de gases de efecto invernadero … incluidos los bosques”.

“Se alienta a las Partes a que adopten medidas para aplicar y apoyar, también mediante los pagos basados en los resultados … para reducir las emisiones debidas a la deforestación y la degradación de los bosques… y el aumento de las reservas forestales de carbono en los países en desarrollo…”

Múltiples organizaciones ambientalistas que durante años habían venido denunciando la comercialización de bonos de carbono en general, y en particular su aplicación en la conservación de bosques o el establecimiento de plantaciones, ahora aplauden la firma del acuerdo de Paris, en el que tales prácticas se formalizan a escala global. Algo similar ocurre con países que habían venido denunciando la mercantilización de la atmósfera y el comercio de bonos de carbono.

Impuesto a las emisiones de carbono

Un notable grupo de 32 personalidades, liderado por 4 galardonados con el Premio Nobel en economía o física, solicitaron en Paris que se establecieran impuestos a las emisiones de carbono, tanto para cubrir los costos ambientales y sociales que hoy son transferidos a la sociedad en su conjunto, como para reducir las emisiones e invertir en sistemas energéticos libres de carbono. “Una política de esta naturaleza ofrece el mejor potencial para combatir el calentamiento global a un mínimo esfuerzo. Sugerimos 4 principios para combatir el calentamiento global sin afectar la prosperidad económica:

Los impuestos a las emisiones de carbono deben aplicarse a todos los combustibles fósiles en proporción a su contenido de carbono y aguas arriba en la cadena de distribución.

Los impuestos deben ser bajos al inicio del proceso para facilitar que tanto las personas como las instituciones se adapten, para luego subir sustancial y rápidamente a lo largo de una ruta pre-determinada, con el fin de estabilizar las expectativas de inversionistas, consumidores y gobiernos.
Parte de las recaudaciones deberían contribuir a aliviar las cargas sobre las familias de bajos ingresos.
Eliminar los subsidios que en la actualidad premian la extracción y el uso de fuentes energéticas intensivas en carbono”.

Entre los firmantes se destacan: Kenneth J. Arrow, Premio Nobel en Economía 1972; Steven Chu, Premio Nobel en Física 1997 y Secretario de Energía en EUA 2009-2013; Thomas C. Schelling, Premio Nobel en Economía 2005; Joseph Stiglitz, Premio Nobel en Economía 2001; más un selecto grupo de economistas y académicos, como William R. Keenan, Profesor de Física, Stanford University; Joan Kenney Profesor of Economía, Stanford University y autor principal del Panel Intergubernamental de Expertos en Cambios Climáticos, John Reilly, Co-Director, MIT Joint Program on Science and Policy of Global Change, entre otros.

Lawrence Summers, ex-rector de la Universidad de Harvard, Secretario del Tesoro en EUA 1999-2001 y asesor económico del presidente Obama 2009-2010, sugirió en el Washington Post del 4 de Enero 2015 que un impuesto de US$ 25 a las emisiones de carbono (equivalente a US$ 92 por tonelada de CO2), recabaría sólo en Estados Unidos más de 100 mil millones de dólares cada año, afectando el precio de la gasolina en sólo 25 centavos. “Esta estrategia tendría la virtud de incentivar a otros países que quieran evadir el impuesto en Estados Unidos a establecer sus propios impuestos, contribuyendo así a apoyar los esfuerzos para mitigar el cambio climático”.

El establecimiento de un precio a las emisiones de carbono fue sugerido por 73 países y más de 1.000 empresas de todo el mundo en la cumbre climática de la ONU en septiembre del 2014, en apoyo a las propuestas en el mismo sentido del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. La lista incluye a todos los países miembros de la Unión Europea, donde ya existe un mercado para el comercio de bonos de carbono, así como a China, Rusia y algunos países de África y América Latina: Chile, Perú, México, Angola, Congo, Ghana, entre otros.

Financiamiento y transferencia de tecnología

En el preámbulo se señala: “Teniendo plenamente en cuenta las necesidades específicas y las situaciones especiales de los países menos adelantados en lo que respecta a la financiación y la transferencia de tecnología”.

Artículo 9: “Las Partes que son países desarrollados deberán proporcionar recursos financieros a las Partes que son países en desarrollo para prestarles asistencia tanto en la mitigación como en la adaptación, y seguir cumpliendo así sus obligaciones en virtud de la Convención”.

En este caso, no se objetó la palabra “deberán” (’shall’ en el documento original de discusión en inglés), debido a que no se especifica monto alguno. Los aportes efectivos actuales son insignificantes, apenas superando los 15.000 millones anuales. La modificación si se presenta en el siguiente párrafo:

“Las Partes que son países desarrollados deberían seguir encabezando los esfuerzos dirigidos a movilizar financiación para el clima… Esa movilización de financiación para el clima debería representar una progresión con respecto a los esfuerzos anteriores.”

Los países desarrollados evaden así su obligación, de acuerdo con el principio de la responsabilidad común pero diferenciada, tanto de liderar los esfuerzos para movilizar financiamiento para los países en desarrollo, como para que tales esfuerzos se concreten en montos cada vez mayores. Queda a su albedrío las acciones a tomar en este sentido.

Durante las negociaciones se realizaron reiteradas referencias a la voluntad expresada por los países industrializados para aportar al menos US$ 100.000 millones anuales a partir del 2020 como asistencia para actividades de mitigación y de adaptación en los países en desarrollo. Sin embargo, este compromiso quedó excluido del acuerdo de París. Sólo se hace la referencia señalada: “los países desarrollados deberán proporcionar recursos financieros a las Partes que son países en desarrollo…”, quedando los montos a juicio y voluntad de los primeros.

En la sección sobre financiamiento de las resoluciones de la COP se establece:

“los países desarrollados tienen la intención de mantener su actual objetivo colectivo cuantificado de movilización hasta 2025… Antes de 2025 se establecerá un nuevo objetivo colectivo cuantificado que será como mínimo de 100.000 millones de dólares anuales, teniendo en cuenta las necesidades y prioridades de los países en desarrollo”

Los países en desarrollo han venido además señalando a lo largo de las negociaciones que los países desarrollados tienden a sesgar su cooperación financiera y tecnológica hacia las medidas de mitigación al calentamiento global, minimizando las necesarias inversiones en países en desarrollo para adaptarse y protegerse de los impactos adversos del cambio climático. Las medidas de mitigación tienden a beneficiar a ambos grupos de países, mientras las de adaptación benefician principalmente a los países recipientes de la cooperación. Debido a esta tendencia, los países en desarrollo han venido reclamando que la cooperación económica y tecnológica debe distribuirse equilibradamente en ambos sectores. Sin embargo, el texto final del acuerdo deja a juicio de los donantes el destino final de su cooperación:

“En el suministro de un mayor nivel de recursos financieros se debería buscar un equilibrio entre la adaptación y la mitigación”

El control de los recursos financieros que se destinen al cumplimiento del acuerdo si queda claramente establecido:

“El Mecanismo Financiero de la Convención, con las entidades encargadas de su funcionamiento, constituirá el mecanismo financiero del presente Acuerdo”. Este mecanismo es particularmente dependiente del Fondo Verde administrado por el Banco Mundial, aunque el numeral 59 de las conclusiones de la COP “Decide que el Fondo Verde para el Clima y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, entidades encargadas del funcionamiento del Mecanismo Financiero de la Convención, y el Fondo para los Países Menos Adelantados y el Fondo Especial para el Cambio Climático, administrados por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, estarán al servicio del Acuerdo”

Artículo 13 (10): “Las Partes que son países en desarrollo deberían proporcionar información sobre el apoyo en forma de financiación, transferencia de tecnología y fomento de la capacidad requerido y recibido con arreglo a lo dispuesto en los artículos 9, 10 y 11”

El principio de responsabilidad común pero diferenciada, parte vital del Convenio Marco sobre el Cambio Climático de 1992, se refiere no sólo a la necesidad de transferencia de recursos económicos de los países industrializados a los países en desarrollo, sino a la transferencia de tecnología en términos preferenciales. Sin embargo, el acuerdo de París es particularmente vago en este sentido:

“Las partes … deberán fortalecer su cooperación en el desarrollo y la transferencia de tecnología”

“…promover y facilitar el fortalecimiento del desarrollo y la transferencia de tecnología”

“…impulsar los enfoques colaborativos en la labor de investigación y desarrollo y de facilitar el acceso de las Partes que son países en desarrollo a la tecnología…”

“…fortalecer la cooperación en el desarrollo y la transferencia de tecnología en las distintas etapas del ciclo tecnológico”

La obligatoria transformación de la infraestructura energética de los países en desarrollo hacia energías limpias y renovables, sin un acuerdo vinculante sobre la transferencia de recursos financieros y tecnológicos, tiende tanto a profundizar su dependencia económica y tecnológica, como a fortalecer el injusto orden económico internacional impuesto desde la segunda guerra mundial. La superación de esta coyuntura depende principalmente del reconocimiento de la deuda climática acumulada hasta el presente.

El carácter no vinculante del acuerdo de París se aplica también a las obligaciones de los países en desarrollo, por lo que las fallas u omisiones del acuerdo tampoco son vinculantes. Queda así aún abierta la posibilidad de exigir el reconocimiento de la deuda climática acumulada hasta la fecha, así como la posibilidad de exigir una reducción más pronunciada de las emisiones futuras de los países industrializados al menos en proporción con sus respectivas poblaciones. Para lograr estos objetivos es necesario que los delegados de los países en desarrollo, en representación de la inmensa mayoría de la población mundial, dejen de comportarse como pordioseros en la mesa de negociación.

El Secretario General de la ONU convocará una ceremonia de alto nivel para la firma del Acuerdo en Nueva York el 22 de abril de 2016.

*Julio César Centeno, Universidad de Los Andes, Venezuela. jc-centeno@outlook.com

Referencias

1. La Colonización de la Atmósfera – Informe

https://www.dropbox.com/s/l8cte8fh9w0uy2u/Centeno%20-%20LA%20COLONIZACI%C3%93N%20DE%20LA%20ATM%C3%93SFERA%202015%20-%20Informe.pdf?dl=0

 

2. La Colonización de la Atmósfera – Presentación

https://www.dropbox.com/s/cwmj8d0jnx8wczi/Centeno%20-%20LA%20COLONIZACION%20DE%20LA%20ATM%C3%93SFERA%202015vfs.pdf?dl=0

 

 

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LA LECCIÓN DE DAVOS, LÍDERES DESCONECTADOS DE LA REALIDAD por Roberto Savio*

| 7 febrero, 2016

Fuente “Other News”

Los ricos y los poderosos, que se encuentran cada año en el Foro Económico Mundial (FEM), en esta ocasión se reunieron en un estado de ánimo sombrío. No sólo porque el día que se encontraron cerca de U$ 8 billones desaparecieron de los mercados mundiales de renta variable por una “corrección”, sino también porque ningún líder podía estar de excelente estado de ánimo.

La  canciller alemana Ángela Merkel está perdiendo terreno debido a la manera como manejó la crisis de los refugiados. El presidente francés François Hollande se enfrenta a un descenso en las encuestas, lo que favorece a Marine Le Pen. El jefe del gobierno español, Mariano Rajoy prácticamente perdió las elecciones. El Presidente del Consejo de Italia, Matteo Renzi se enfrenta a una grave crisis del sistema bancario italiano, lo que podría destruir la tercera economía de Europa.

Unido a esto, los líderes de China, Brasil, India, Nigeria y otras economías de los “países emergentes”, como se les llama en la jerga económica, están atravesando una desaceleración económica grave, que afecta también a las economías del Norte. La ausencia de los presidentes de Brasil y China fue un signo revelador.

Sin embargo este último Davos quedará en la historia del FEM como el mejor ejemplo de la creciente desconexión entre las élites y los ciudadanos.

El tema del Foro fue “Cómo dominar la cuarta revolución”, la tesis de que el ingeniero y economista alemán Klaus Schwab, fundador y CEO de Davos, expone en un libro publicado pocas semanas antes. La teoría consiste en que estamos frente a una fusión de todas las tecnologías, lo que cambiará por completo el sistema de producción y trabajo.

La Primera Revolución Industrial a comienzos del siglo XIX, fue la de sustituir fuerza humana por las máquinas. Luego, al final de ese siglo apareció la Segunda Revolución Industrial, que fue combinar la ciencia con la industria, cambiando totalmente el sistema de producción. Luego, a mediados del siglo pasado, en la era de las computadoras, lo digital se consagra como la tercera revolución industrial. Según Schwalb , ahora estamos entrando en la Cuarta Revolución Industrial (CRI), donde los trabajadores serán sustituidos por robots y por la mecanización.

Durante la Conferencia, el banco suizo UBS distribuyó un estudio en el que se sostiene que la Cuarta Revolución “beneficiará a quienes tienen más”. Es decir, el rico será todavía más rico. Es importante para los profanos saber que el dinero que va a los súper ricos, no se imprime especialmente para ellos. En otras palabras, es el dinero que ha sido sustraído de los bolsillos de la gente…

Davos ha provocado reacciones notables: la primera aparece en 1991 con la fundación del Foro Social Mundial (FSM), donde 40.000 activistas sociales se congregan para denunciar como ilegítima la reunión de los ricos y poderosos en Davos, que otorga a la élite una plataforma para la toma decisiones, sin ningún mandato de los ciudadanos y principalmente con el propósito de proteger sus intereses.

El FSM declaró que “otro mundo es posible”, en oposición al Consenso de Washington, formulado por el FMI, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Tal Consenso declaró que, dado que el capitalismo triunfó sobre el comunismo, el camino a seguir era desmantelar al Estado tanto como sea posible, privatizar, reducir los costos sociales que son por definición, improductivos y eliminar cualquier barrera al libre mercado.

El problema fue que, para evitar el contagio político, las reglas del FSM establecían la reducción de los Foros de debate interno y el intercambio entre los participantes, sin la capacidad para actuar en las instituciones políticas. Es en 2001 que Davos sí tuvo que tomar en cuenta Porto Alegre, una alternativa peligrosa; fuera de su radar …

En el último Davos, el FSM no era un punto de referencia. Pero lo fue el otro actor, la organización internacional de ayuda Oxfam, que en cada FEM , ha presentando un informe sobre la Riqueza Mundial.

Esos informes han ido documentando la rapidez de la obscena concentración de la riqueza, al punto de crear un mundo de desigualdad no conocido desde la primera revolución industrial.

En 2010, 388 individuos poseían la misma riqueza de 3,6 millones de personas, la mitad de la humanidad. En 2014, tan sólo 80 personas tuvieron ingresos equivalentes a los de 3.8 mil millones de personas. En 2015, el número se reduce a 62 individuos. La concentración de la riqueza está en aceleración. En su informe de 2015, Oxfam predice que la riqueza del 1% irá a superar al resto de la población en el año 2016: de hecho, esto se alcanzó en un plazo de diez meses. Hace veinte años, los súper ricos del 1% poseían el equivalente a los bienes del 62% de la población mundial.

Por tanto, hubiera sido lógico esperar que los que dirigen el mundo, si observaran los fenómenos sin precedentes de una desigualdad en rápido crecimiento, habrían conectado el informe de Oxfam con el de UBS [i] y considerado el nuevo e inmenso desafío que enfrenta el actual sistema económico y político. También porque el FIR prevé la eliminación gradual de los trabajadores cualquiera que sea su función, para que pueda ser ocupada por las máquinas. Según Schwalb, el uso de robots en la producción pasará del actual 12% a 55% en 2050. Obviamente, esto causará un desempleo dramático, en una sociedad donde la de protección social ya está en brusco descenso…

En cambio, el FEM en gran medida pasó por alto el problema de la desigualdad, haciéndose eco del nivel actual de falta de interés en las instituciones políticas. Estamos bien adelantados en la campaña presidencial estadounidense, y si no fuera por un candidato, el senador Demócrata Bernard “Bernie” Sanders, el asunto habría sido ignorado o dejado de lado por los otros 14 candidatos.

Tampoco hay ninguna referencia a la desigualdad en el debate político europeo o bien, solo al margen de las declaraciones rituales. Los refugiados son ahora una cuestión mucho más urgente. Es un signo de los tiempos que las instituciones financieras, como el FMI y el Banco Mundial, están muy por delante de las instituciones políticas, con la divulgación de una serie de estudios sobre cómo la desigualdad es un lastre para el desarrollo económico y cómo su efecto social tiene un impacto muy negativo en los temas cruciales de la democracia y la participación.

La ONU ha hecho de la desigualdad en un tema central. Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina (CEPAL), también ha publicado a tiempo para Davos, un informe muy preocupante sobre el estancamiento en el que la región está entrando e identificando el tema de la desigualdad como un problema urgente.

Pero junto a la desigualdad, también el tema tan crucial como el del cambio climático, fue en gran medida ignorado. Todo esto a pesar de que los participantes en la Conferencia de París sobre el Cambio Climático, reconocieron que los compromisos tomados por todos los países harán descender la temperatura de no más de 3,7 grados, cuando un objetivo seguro sería 1,5 grados. A pesar de este muy peligroso fracaso, los líderes en París hicieron muchas declaraciones esperanzadoras, afirmando que la solución provendrá del desarrollo tecnológico impulsado por los mercados. Por lo tanto, hubiera sido lógico pensar, que en un gran encuentro de titanes tecnológicos con líderes políticos, la cuestión del cambio climático debería haber sido una prioridad clara.

Por lo tanto, pongámonos de acuerdo sobre la lección de Davos. Los ricos y poderosos contaban con todos los datos necesarios para centrarse en los problemas existenciales para el planeta y sus habitantes.

Sin embargo, no lo hicieron. Este es un fuerte ejemplo de la desconexión entre la preocupación de los ciudadanos y sus élites. El sistema político y financiero es cada vez más auto referente, pero también está rápidamente perdiendo legitimidad a los ojos de muchas personas.

Candidatos alternativos como Donald Trump en EE.UU , Matteo Salvini en Italia, o gobiernos como los de Hungría y Polonia, nunca habrían sido posibles sin un malestar masivo. Lo que está creciendo cada vez más en el escenario es la propia democracia… ¿Estamos entrando en una etapa de Weimar mundial?

                                                                       Roma, 27  de enero

*Periodista italo-argentino. Co-fundador y ex Director General de Inter Press Service (IPS). En los últimos años también fundó Other News, un servicio que proporciona “información que los mercados eliminan”. Other News . En español: http://www.other-news.info/noticias/ En inglés: http://www.other-net.info/

 

 


[i] UBS AG es una sociedad global de servicios financieros con sede en las ciudades de Basilea y Zúrich, en Suiza.3 Es una banco privado y de inversión y sus actividades principales consisten en la gestión de riquezas (wealth management), la gestión de activos (asset management) y la banca de inversión (investment banking).4 Estos servicios se ofrecen tanto a nivel internacional a clientes privados, corporativos e institucionales, como en Suiza a clientes minoristas.

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