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FAROLES, FOCOS Y TANGO por Carlos Manus

Ernestina Gamas | 20 octubre, 2012

 

Mediante la aplicación del kerosén, el alumbrado público se inicia en la ciudad de Buenos Aires con la instalación de 150 faroles resultado del contrato celebrado el 12 de marzo de 1885 entre el intendente Torcuato de Alvear y el empresario Bermúdez.

Buenos Aires tenía 2000 faroles a kerosén en 1886.  En 1888 estaban casi a la par con los picos de gas y, para el Centenario, éstos triplicaban a los faroles del arrabal porteño en franco retroceso.

Son innumerables las letras de tango en las que se menciona al farol ya sea como centinela, testigo, amigo o confidente, con su luz ora temblona ora débil ora quieta ora mortecina, alumbrando el conventillo,  “balanceando en la barrera” o “plateando el fango” de algún callejón.

¡Adelante con los faroles!  En este caso, adelante con algunos ejemplos:

José González Castillo en “Sobre el pucho” (1923) describe: Un callejón de Pompeya/ y un farolito plateando el fango/ y allí un malevo que fuma,/ y un organito moliendo un tango… .  También  en “Silbando” (1925): … Con su luz mortecina, un farol/ en la sombra parpadea/ y en un zaguán/ está un galán/ hablando con su amor… (…) Una calle… Un farol… Ella y él…/ y, llegando sigilosa,/ la sombra del hombre aquel/ a quien lo traicionó una vez la ingrata moza…

González Castillo fue el iniciador del estilo descriptivo en las letras de tango, modalidad que luego adoptó Homero Manzi como puede apreciarse en “Barrio de tango” (1942) donde reseña: Un pedazo de barrio, allá en Pompeya,/ durmiéndose al costado del terraplén./ Un farol balanceando en la barrera/ y el misterio de adiós que siembra el tren…

Juan Andrés Bruno  recuerda  en “Yo te bendigo” (1925): … Lejos pasaba un coche…/ Cual centinela que la guardia terminó,/ la luz temblona de un farol/ como un lamento se apagó. (…) Daba la diana el gallo./ Como un reproche a la amorosa bendición/ ladraba el perro y de un farol/ murió la luz con la canción…

Francisco García Jiménez en “Farolito de papel” (1927) dice: … Farolito de papel,/ que alumbraste mi bulín/ con la luz amiga y fiel/ de amoroso berretín./ Otro lado alumbras hoy,/ te apagaste para mí./ Y yo a oscuras aquí estoy,/ solo, pato… y hecho un gil. (…) Pero, al fin, apenas sos/ farolito de papel/ y una noche en lo mejor/ chamuscada has de caer./ Cargarás también tu cruz/ cuando sepan que tenés/ mucho humo y poca luz,/ farolito de papel…

Narra Lito Bayardo en “Duelo criollo” (1928): … Pero otro amor por aquella mujer,/ nació en el corazón del taura más mentao/ que un farol, en duelo criollo vio,/ bajo su débil luz, morir los dos…

En “Bandoneón arrabalero” (1928) cuenta Juan Bautista (Bachicha) Deambroggio: Bandoneón arrabalero/ viejo fueye desinflado,/ te encontré como un pebete/ que la madre abandonó,/ en la puerta de un convento,/ sin revoque en las paredes,/ a la luz de un farolito/ que de noche te alumbró…

En “Adiós arrabal” (1930) detalla Carlos Lenzi: … Tus faroles apagados/ y los guapos retobados/ en tu viejo callejón…

Alfredo Le Pera evoca en “Mi Buenos Aires querido” (1934): El farolito de la calle en que nací/ fue el centinela de mis promesas de amor,/ bajo su quieta lucecita yo la vi/ a mi pebeta, luminosa como un sol… .  Y  en colaboración con Mario Batistella  describe en “Melodía de arrabal” (1932): … Hay un fueye que rezonga/ en la cortada mistonga,/ mientras que una pebeta,/ linda como una flor,/ espera coqueta/ bajo la quieta/ luz de un farol…

Héctor Marcó compara en “Callejón” (1938): Un farolito que parpadea/ tumbado y viejo sobre tu esquina,/ haciendo alarde que te ilumina,/ tal vez murmura porque llorás…

En “Farol” (1943), Homero Expósito dice: Farol,/ las cosas que ahora se ven…/ Farol,/ ya no es lo mismo que ayer…/ La sombra,/ hoy se escapa a tu mirada,/ y me deja más tristona/ la mitad de mi cortada./ Tu luz,/ con el tango en el bolsillo/ fue perdiendo luz y brillo/ y es una cruz… (…) y cuando allá a lo lejos dan/ las dos de la mañana,/ el arrabal parece/ que se duerme repitiéndole al farol… Y en “Yuyo verde” (1944): … Un farol, un portón/ -igual que en un tango-/ y los dos perdidos de la mano/ bajo el cielo de verano/ que partió…

Raúl Hormaza en “Testamento de arrabal” (1949) expresa: … Que se apaguen los letreros y los focos luminosos,/ que acaricie a la cortada la luz débil de un farol./ Y en la marcha del cortejo, entre tangos y oraciones,/ vayan cuatro bandoneones haciendo guardia de honor.

Describe Enrique Cadícamo en “Pasado florido”: Buenos Aires has cambiado como yo cambié de a poco./ Soy del tiempo de tus focos, los primeros que hubo a gas./ Yo bailé en Rodríguez Peña, con la orquesta de los Greco/ y hasta aquí me llega el eco y me enciende su compás… También en “Garúa” (1943) Cadícamo narra: ¡Qué noche llena de hastío y de frío!/ No se ve a nadie cruzar por la esquina./ Sobre la calle, la hilera de focos/ lustra el asfalto con luz mortecina…

En “El último farol” Cátulo Castillo rememora: … Soñaba, ayer, la espera del silbido,/ y ayer, no más, pintada de arrebol,/ con el grito total del alarido/ la soledad del último farol./ ¡Farol!…/ Dolió tu llama fraternal/ igual/ a la tristeza del alcohol…/ (…) Tan alta la ciudad/ que nos dejó sin sol,/ que nos tapó la estrella/ del último farol./ (…) Me dijo: Adiós… adiós… ya sin sonido,/ su corazón de luna y caracol…/ Por la calle sin fin que va al olvido/ se fue llorando el último farol… 

El último farol a kerosén estaba instalado en la plaza Domingo Olivera (antes plaza Azcuénaga) ubicada en las Avenidas Escalada, Olivera y del Trabajo (hoy Avenida Eva Perón) en el barrio Parque Avellaneda (ex barrio Parque Olivera).  Subido a una escalera lo apagó para siempre el intendente José Guerrico el 19 de marzo de 1931. Ese día desaparecieron también los faroleros quienes, con sus escaleras de mano, recorrían las calles encendiendo y apagando los faroles.  La luz eléctrica había ganado la ciudad.  El último farol se conserva en el Museo Histórico Brigadier General Cornelio de Saavedra.

Carlos A. Manus

Abril 2010

Referencias:

Cottini, Arístides.  Luces de Buenos Aires. Revista Todo es Historia, Año XXI Mayo 1988 No. 251.

www.todotango.com

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DEMOCRACIA ¿AUTORITARIA? por Néstor Grancelli Cha*

Ernestina Gamas | 19 octubre, 2012

 

Las recientes elecciones para elegir Presidente en Venezuela despertaron especial interés, sobre todo en los países Latinoamericanos.

La unificación de las fuerzas opositoras tras un solo candidato por un lado y la participación de Chávez afectado por una grave enfermedad pero dispuesto a conseguir un cuarto mandato, crearon notorias expectativas que el comicio despejó con resultados contundentes. Chávez  renovó el apoyo de las urnas y esta vez por los próximos seis años. Continuará entonces una manera de hacer política y una conducción personal que ha venido apartándose de las formas institucionales propias de una república. Chávez puede alegar hoy que preside su país por la voluntad mayoritaria de su pueblo y por ello, que Venezuela es una nación democrática. Sin dudas, esto es así en lo que se refiere a la legitimidad "de origen" conforme a la mayoría de votos que lo consagró.

No fue “democrático” durante sus años de gobierno ni lo será seguramente en este nuevo período,  por carecer de legitimidad de ejercicio.

Tal vez por esa circunstancia, después de estas elecciones, se reconoce el carácter democrático de un gobierno que la voluntad mayoritaria consagró pero a tal calificación le añaden un vocablo que la condiciona: se trata de una "democracia autoritaria".

Personalmente, si bien coincido con quienes consideran autoritario el gobierno de Chávez sobre todo por desconocer derechos humanos consagrados por todas las naciones modernas, no debemos emplear añadidos a la expresión “democracia” y sus derivados. Prefiero no recurrir a todo tipo de calificaciones porque condicionan y confunden acerca del significado conceptual del término "democracia" tal como lo define el buen decir de la lengua española:"doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno político de un Estado". Claro que los tratadistas especializados han escrito muchas páginas destinadas a esta palabra derivada del griego y de permanente vigencia como doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno de los estados.

Para decirlo en su acepción más común, democracia es el gobierno elegido por el voto de la mayoría. Pero, a mi juicio, esto es aceptable a condición de que ese voto mayoritario no provenga de metodologías antidemocráticas que entre muchas, resultan factores distorsionantes de la voluntad, como lo es el "clientelismo" , los diversos modos de fraude electoral, siempre posibles pese a los medios modernos de emisión del voto; el empleo de medios económicos que se valen de un mercado electoral para la compraventa de votos alimentado por el oficialismo de turno, como también por amenazas u otros recursos de la picaresca comicial común en países subdesarrollados.

Tales condicionamientos no son seguramente los únicos. Convengamos que algunas prácticas electorales desvirtúan hasta la elección de candidaturas y programas partidarios. También es condicionante la restricción de la libertad de prensa. Por ello, si el voto llega a las urnas contaminado por  inmoralidad política y dependencia económica del elector, reconozcamos que no es precisamente democracia lo que registra una sociedad sometida a tan espurios procedimientos. Y todo aditamento al vocablo democracia solo sirve a mayor confusión. En términos más categóricos, sin libertad y sin principios republicanos, como la separación y equilibrio de poderes, no hay democracia.

En suma, aún con presunta legitimidad de origen, Venezuela no es una democracia, se agreguen o no aditamentos a tal expresión. No se respalda en legitimidad de ejercicio porque  Venezuela no es un Estado de Derecho; porque es un país donde se recurre a diario a prácticas violatorias de los derechos humanos básicos. Y esto es así aunque se venga realizando un política social en defensa de los más desprotegidos mientras se destina gran parte de la renta petrolífera a propaganda del régimen en otros países de América Latina y la nomenclatura del poder.

Sin embargo, creo que no debemos referirnos en este caso, y en otros similares, a una democracia autoritaria. Entiendo que corresponde hablar de un régimen autocrático.

 

República Bolivariana

 

Chávez habla de una República Bolivariana pero ello no significa que el país sea una republica. Igual que en nuestro país al que últimamente se lo define más como modelo, expresión que tiende a sustituir la definición constitucional de República y Federal.

Hablar de un modelo con extenso título abarcativo de consignas ocasionales, no es precisamente el mejor método de una expresión conceptual.

Es probable que la intención de tal terminología sea ocultar la realidad y la realidad es que estamos dando pasos concretos previstos como primera etapa en un proceso que conduce a estados totalitarios.

Basta recordar cómo ciertos países fueron adoptando las formas y las esencias del totalitarismo del siglo XX. Veremos que el camino hacia ese régimen aquí ya fue recorrido en sus etapas iniciales. En sucesivas etapas, los trazos totalitarios se acentuarán si la oposición no actúa con las únicas armas de la democracia: el voto ciudadano y la conducta de sus dirigentes. Es absolutamente necesario que el Poder Ejecutivo acate las prescripciones constitucionales; que cumpla y haga cumplir las sentencias del Poder Judicial y respete su autonomía; que el Poder Legislativo ejerza sus funciones y no actúe como una escribanía. En suma, que el país sea una republica democrática, en lo formal y en lo esencial. Es decir, todo lo contrario al totalitarismo.

La teoría política actual, según tratadistas y estudiosos de disciplinas relativas a la organización de sociedades, aporta nuevos enfoques acerca del término "democracia".

Hoy la expresión  democracia se entiende más como forma de vida civilizada que como sistema de gobierno. También es común agregarle algún vocablo que la califica, o complementa su significado  y su  alcance.

Se habla así de democracia social, pluralista, ciudadana, liberal, cristiana, radical, popular, comunitaria, integral, funcional y, en los últimos tiempos, democracias delegativas y plebiscitarias. Con aditamentos presuntamente aclaratorios, se intenta definir, alterar o limitar la identidad conceptual del vocablo.

Una autoridad en la materia, el profesor Giovanni Sartori, afirma: "no puede haber democracia sin oposición…" y SIN – para el caso -significa que incluso con la presencia de una fuerte o débil oposición, ello no es garantía suficiente si no hay posibilidad de diálogo y debate. Tampoco si no se puede contar con información de lo actuado por el oficialismo, si no se logra controlar la gestión del gobierno, si no tenemos el respaldo de un Poder Judicial que garantice la administración de justicia y que investigue denuncias de corrupción, si no hay libertad de prensa ni acceso a la información. Todas estas circunstancias diseñan un sistema, un régimen de convivencia.- SIN ellas no hay oposición, ni visible ni larvada. Se tratará siempre de un espacio donde, en definitiva, no hay democracia. Sartori resume sutilmente el tema: "La autocracia, los despotismos, las viejas y nuevas dictaduras hacen el mundo de un solo color. La democracia -sentencia- es un mundo multicolor.

El hombre del común no teoriza; simplemente sabe que tenemos cada tanto un día "de democracia", el de elecciones, y a condición que no haya fraude. Pero es sólo un día y no en todos los años. Los restantes 364 transcurren "sin democracia." Y es así, simplemente, porque no hay real oposición donde el parlamento, sumiso, no pone ni quita una coma a los proyectos del Ejecutivo y no trata los de los propios legisladores; porque no hay justicia independiente donde los jueces no se animan a investigar, y menos condenar, a los funcionarios por mas delincuentes que sean.

En suma, por esto y muchas otras razones, es más lógico llamar a regímenes con tales vicios, por su nombre: "Autoritarismos" o más contundente "totalitarismos"; En Argentina, aunque incipiente aún, ya en marcha a metas de ampliación y consolidación.

Los ejemplos del nazismo, el comunismo y el fascismo tuvieron etapas de crecientes avances de tendencias estatista y de correlativas restricciones de libertades con lo que terminaron por estructurar el totalitarismo. A ese extremo, como final inexorable, se encaminan los autoritarismos y, si aún no llegaron a las etapas definitorias, estamos en la ruta, marchando casi sin conciencia del mal. "Peligrosamente", como decía Mussolini sobre la forma de vivir que demandaba a su pueblo

Si no comprendemos el riesgo que afrontamos, será demasiado tarde para salvar la democracia, con o sin aditamentos. Para salvarla habrá que tener conciencia de su significado. De esto nos, habló el semiólogo Umberto Eco con iluminada percepción:

1) La democracia no significa que la mayoría tiene razón. Significa que la mayoría tiene derecho a gobernar.

2) La democracia no significa, por lo tanto, que las minorías se equivocan. Significa que, a la vez que respeta al gobierno de la mayoría, se expresa en voz alta cada vez que piensa que la mayoría se equivoca (o inclusive cuando hace cosas contrarias a la ley, a la moral y a los mismos principios de la democracia) y debe hacerlo siempre, y con la mayor energía, porque éste es el mandato que recibió de los ciudadanos. Cuando la mayoría sostiene que posee siempre la razón y la minoría no se atreve a razonar, entonces está en peligro la democracia.
Estas reflexiones de Umbero Eco, suplantan cuanto aditamento pretenda calificar la expresión "democracia, que es también libertad.

                                                                                             Octubre 2012

 

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CERTEZAS MASIVAS QUE SE DERRUMBAN SIN RELEVOS A LA VISTA por José Armando Caro Figueroa *

Ernestina Gamas | 11 octubre, 2012

 

Las sociedades humanas, desde siempre, precisan dotarse de un conjunto de certezas masivas que les permitan existir y desarrollarse. Bien es verdad que, a lo largo de la historia de la humanidad, tales certezas han ido mutando, de modo que, cuando se derrumban las antiguas y mientras emergen las nuevas, estamos condenados a vivir tiempos de crisis.

Como se sabe, tras la segunda guerra mundial emergieron grandes certezas masivas alrededor de dos modelos de organización social: las democracias occidentales capitalistas y las democracias comunistas del Este. Cada uno de estos órdenes en pugna edificó instituciones, construyó un sistema de valores, exaltó sus triunfos y procuró ocultar sus vergüenzas.

En 1989 las certezas del “socialismo real” se derrumbaron arrastrando a los regímenes del Este y provocando grandes impactos también en el Occidente donde el comunismo era para muchos una esperanza y, si se quiere, un factor de equilibrio[1].

Desde entonces y con el auxilio de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación en el panorama mundial se consolidaron convicciones alrededor de la supremacía de las democracias de corte occidental con economía de mercado y Estado de bienestar.

Fueron varias las naciones que iniciaron el giro hacia el nuevo paradigma. Otras muchas (como es el caso de la Argentina y España) decidieron acelerar y profundizar las reformas que, se esperaba, habrían de permitirles integrarse al exigente nuevo mundo y resolver antiguas carencias y conflictos.

Se trataba, entonces, de construir democracias representativas con primas a las mayorías[2] (para promover la gobernabilidad); de consolidar una suerte de bipartidismo apto para gerenciar el modelo, con matices de derecha e izquierda; de sanear aparatos productivos en aras de la transnacionalización y la competitividad global; de expandir el Estado de Bienestar hasta donde lo permitiera la lógica de acumulación capitalista; de derrumbar controladamente las fronteras nacionales; de estructurar las sociedades en función de una idea del éxito personal y colectivo; de liberar la producción de regulaciones, aun a riesgo de dañar los intereses generales.

La coordinación regional de políticas y la construcción de monedas estables (el euro o el peso convertible, por ejemplo) fueron los desafíos supremos, planteados y asumidos en aras de generar las condiciones para la prosperidad local y la integración en la indetenible globalización. Metas ambiciosas que, por supuesto, implicaban sacrificios individuales y colectivos que difícilmente los Estados (el argentino menos que otros), en marcha hacia tan sólidas certezas, podían compensar de modo suficiente.

El fin del paradigma poscomunista

Ideologización, errores de diseño, asimetrías globales, cansancios colectivos, mala gestión política, inequidades, corrupciones y exacerbación del afán de lucro son algunas de las causas que condujeron al derrumbe estrepitoso de aquellas certezas.

Mientras los seres humanos de todas las latitudes comprobábamos, con una mezcla de estupor e indignación, tal derrumbe y sus consecuencias dañinas, no logramos construir las nuevas certezas que habrían de permitirnos alumbrar una imprescindible era de libertad, paz y justicia. En el centro de esta incapacidad, tan transitoria como exasperante, sobresale la ausencia de pensadores en condiciones de explicar lo sucedido y proponer un nuevo rumbo ilusionante.

Diríase que esas carencias han comenzado a disminuir en el mundo de las ciencias políticas, en donde el concepto de democracia constitucional (FERRAJOLI[3]), las propuestas de mayores espacios de autonomía individual y colectiva, y las ideas en favor de criterios de representatividad de todas las minorías, preanuncian la construcción de un marco político institucional más democrático, libre y tendencialmente igualitario.

No cabe, por supuesto, suponer que el curso cansino de los acontecimientos habrá de conducirnos automáticamente a un futuro tal; tampoco es prudente desdeñar los peligros que, al socaire de la crisis, representan el autoritarismo, el populismo, la desmesura, el mesianismo el híper-liberalismo y otras formas de degradación de la democracia clásica (TODOROV[4]). 

En el terreno económico las cosas están, penosamente y pese a los esfuerzos de pensadores como KRUGMAN[5], menos claras; sobre todo en el arduo debate que enfrenta a los defensores de la austeridad a ultranza con los promotores de incentivos económicos de corte keynesiano. Sin embargo, pareciera que la globalización tal y como fue presentada en las últimas dos décadas ha de sufrir una postergación indefinida, en tanto ni las naciones ni las instituciones supranacionales están preparados para el gobierno global. La pregunta que se impone es si durante este largo interregno volveremos a la autarquía (cierre generalizado de fronteras al tránsito de personas, capitales y mercancías) o si es más aconsejable reforzar las instancias regionales o subregionales.

Existen, a mi entender, dos ámbitos sustantivos y un espacio metodológico donde la globalización no puede ni debe retroceder: me refiero a la defensa del ambiente frente a los riesgos globales (BECK[6]), a la cosmopolitización de los derechos fundamentales, y a la mirada cosmopolita para comprender y situarse en la ciudad y el mundo. Y un tercer ámbito en donde debieran revisarse los instrumentos sin renegar de los grandes objetivos: promover los intercambios internacionales en un marco de igualdad de oportunidades y no discriminación.

Cuando la mirada se vuelca hacia los aspectos personales y sociales, se hace patente la necesidad de fuerzas e instituciones democráticas en condiciones de poner fin a la sed ilimitada de riquezas, de desalentar el consumismo, de armonizar el crecimiento demográfico con las restricciones que marca la naturaleza (SARTORI[7]), y de recentrar los valores (CORTINA[8]). La crisis contemporánea revela hasta qué punto los mega-millonarios del mundo y sus socios, tras haber generado la explosión, han puesto a salvo sus patrimonios y privilegios.

El nuevo mundo por construir tendrá púes que apostar fuertemente por la paz, la solidaridad, la familia, la responsabilidad, la sobriedad en las costumbres, la ética republicana, la igualdad de oportunidades y el respeto a todas las diversidades. Si bien muchas personas lo han advertido ya, la consolidación del nuevo escenario aquí esbozado  patentizará la imprescindible necesidad de redefinir los conceptos de éxito y vida buena o realizada (FERRY[9]).

Vaqueros (Salta), 6 de octubre de 2012.

* Ex Ministro de Trabajo 1993/1997 

 


[1] Sobre este y otros puntos de interés para esta nota, véase HOBSBAWM, Eric “Cómo cambiar el mundo”, Editorial CRITICA, Buenos Aires – 2011.

[2] Las leyes electorales “corregían” el principio de igual valor del voto argumentando la necesidad de promover la construcción de mayorías que, a su vez, facilitaran el gobierno de sociedades crecientemente plurales. Los pisos electorales y otras técnicas excluyeron a muchas minorías y, en más de una ocasión, forzaron la polarización de la ciudadanía. El caso del régimen electoral salteño muestra la exacerbación de estas técnicas “correctoras” que “fabrican” híper-mayorías y segregan a las minorías (GOMEZ DIEZ, Ricardo “Democracia, valor del voto y representación política en Salta”, 2012). 

[3] FERRAJOLI, Luigi “Poderes salvajes. La crisis de la democracia constitucional”, Editorial TROTTA, Madrid – 2011. Al prevenir contra los efectos de las seudo democracias mayoritarias, TODOROV señala que “para evitar que la voluntad del pueblo sufra los efectos de una emoción pasajera o de una hábil manipulación de la opinión, debe ajustare a los grandes principios definidos tras una madura reflexión y consignados en la Constitución del país, o simplemente heredados de la sabiduría popular” (TODOROV, Tzvetan “Los enemigos íntimos de la democracia”, Editorial GALAXIA-GUTEMBERG, Buenos Aires – 2012, página 13).

[4] TODOROV, T. obra citada. Del mismo autor “El miedo a los bárbaros”, Editorial GALAXIA-GUTEMBERG, Barcelona – 2008.

[5] KRUGMAN, Paul “Acabemos ya con esta crisis”, Editorial CRÍTICA, Buenos Aires – 2012.

[6] BECK, Ulrich “La mirada cosmopolita, o la guerra es la paz”. Editorial PAIDOS, Barcelona 2005.

[7] SARTORI, Giovanni “La tierra explota. Superpoblación y desarrollo”, Editorial TAURUS, Madrid – 2003.

[8] CORTINA, Adela, CAMPS, Victoria y GARCÍA DELGADO, José Luis “Democracia de calidad frente a la crisis”, documento del Circulo Cívico de Opinión, Madrid – 2012: “Los años de bonanza económica pasados han propiciado una cultura de la irresponsabilidad y del dinero fácil, que ha traído consigo corrupción, evasión de impuestos y un consumismo voraz. Si algo puede enseñar la crisis es que debe cambiar la jerarquía de valores transformando las formas de vida, entendiendo que el bienestar no se nutre solo de bienes materiales y consumibles. Formas de vida que fortalezcan cultural y espiritualmente al individuo y a la sociedad con valores como la solidaridad, la cooperación, la pasión por el saber, el autodominio, la austeridad, la previsión o el trabajo bien hecho”.

[9] FERRY, Luc ¿Qué es una vida realizada?  Para este autor, “en el universo del consumo globalizado, todo sucede como si la realización de la vida no guardase relación alguna con la identificación de un principio cósmico, religioso o utópico, sino simplemente con la voluntad de poder, es decir, con la identificación máxima de la propia existencia individual. Ante la ausencia de toda referencia exterior o superior al individuo, la vida buena es la vida vivida mas plenamente, es aquella en la que uno es verdaderamente uno mismo…” (página 57).  

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¿LA CÁMPORA EN LA FUA? Por Néstor Grancelli Cha

Ernestina Gamas | 6 octubre, 2012

 

Hace unos días se comentó en los medios que el Gobierno a través de su brazo de acción "La Cámpora", tendría intenciones de crear nuevos organismos estudiantiles en las universidades.

Contaría asi con una nueva Federacion Universitaria Argentina al servicio de sus objetivos políticos y culturales.

Tal intención se habría adoptado al constatar que las elecciones no les habían sido favorables para lograr la conducción de los organismos existentes y la conducción de centros. Estos quedaron, en abrumadora mayoría, en manos de estudiantes que repudian este modelo autoritario que lleva una década aferrado al poder.

Respaldados por el triunfo en elecciones democráticas inobjetables, la FUA se ha dado recientemente nuevas autoridades. Pero. como el gobierno no logró imponer sus candidatos, La Cámpora, quedó frustrada en el propósito de "copar" el más representativo organismo de los estudiantes universitarios. Frente al fracaso, el kirchnerismo proyecta crear una nueva FUA al servicio de sus intereses.

Dado que nuestro co-director Néstor Grancelli Cha presidió esa Federación Nacional entre 1943/45, se le pidió un breve comentario al respecto.
Esta es su respuesta:

"La Federacion Universitaria Argentina siempre molestó a los autoritarismos. Se pretende, una vez más, sustituir una entidad existente, en vez de ganar con votos su conducción. El actual gobierno, a través de una entidad que dice representar a los jóvenes, La Cámpora, ha resuelto crear una nueva federación estudiantil, tan oficialista como ilegítima.

Nada novedoso. Ya en los años 30 se persiguió a los estudiantes y se clausuraron sus centros. En 1943 el gobierno militar decretó la disolución de la FUA, paso previo a la intervención de las universidades. La mayor parte de los dirigentes estudiantiles de entonces no militábamos en partidos políticos; nos identificábamos con el movimiento reformistas de 1918 que conmovió a Córdoba y repercutió en todas las universidades de Latinoamérica.

En inmediata respuesta a ese decreto de disolución, los estudiantes advertimos al Gobierno que la FUA "vive y vivirá tanto más fortalecida cuanto más se la persiga"… También le señalamos que " temer a los estudiantes es temer al país y a su pueblo", por lo que el gobierno de facto debía buscar en el reformismo, conducido por la FUA, "motivos de inspiración, correctivos para el rumbo y bases ciertas de una política de grandeza moral". Con éstas y similares consideraciones, desconocimos el decreto de disolución y la FUA lejos de desaparecer, sigue vivificada por las generaciones posteriores, y a pesar de todos los intentos de vincularla a algún partido político. Creíamos entonces y seguimos creyendo que "alguna vez el Estado podrá erigirse a imagen y semejanza del pueblo", sin protectores que fomentan el clientelismo electoral y ganar respaldo popular como método para ocultar con él, la corrupción desde el poder.

El gobierno que se inició en febrero del 46, si bien con la reforma constitucional de 1949 reconoció la autonomía de las universidades, nunca sancionó la ley reglamentaria. Por tanto, siguió vigente la ley 13031 que consideraba a las altas Casas de estudio, meras dependencias del Poder Ejecutivo. Exactamente lo opuesto a lo que propiciaba la reforma del 18.

En 1955 se restableció la autonomía universitaria y siguieron a ello períodos de notorio mejoramiento institucional y académico, aunque también ensombrecidos por los lapsos de autoritarismo que sufrió el país bajo gobiernos militares y la instauración posterior del terrorismo estatal como sistema para combatir la aventura guerrillera.

A partir del 83, con el retorno a la democracia, se acentuó la presencia de los partidos políticos en las organizaciones estudiantiles pero se mantuvo el respeto a los estatutos organizativos de la Federación Universitaria.

Ahora este gobierno, como no logró adueñarse de la conducción de la FUA, pretende valerse de nuevas organizaciones paralelas con el apoyo oficial y reemplazar así los legítimos y casi centenarios Centros estudiantiles., las Federaciones regionales y la propia FUA.


Hoy estos jóvenes de La Cámpora deberían comprender que no hay nada más retrógrado que la imposición de la fuerza sin acatamiento a la ley, que actitudes como éstas, provocar a los estudiantes, es crear un clima destituyente (para emplear un término muy usado últimamente, aunque no figura en el diccionario de la Real Academia Española) Y, sobretodo, deben saber que la juventud no se equivoca en la defensa de la autonomía universitaria. También enterarse que ante los jóvenes no se hace méritos adulando. Así pensaban quienes suscribieron el manifiesto liminar del movimiento reformista, cuya lectura
parece muy recomendable por su permanente vigencia.


La juventud nunca estuvo y no está hoy en venta. No concibe un mercado en el que se negocie sus conciencias y principios. Un destino heroico no puede partir desde la corrupción. Si los jóvenes se contaminan, la salud moral de la República corre riesgos irreparables. El país necesita de jóvenes idealistas y de Maestros con honestidad intelectual y probada conducta cívica. Condiciones que están faltando en estos días en nuestro país. Será tarea de la juventud recuperarlas".


                                                                                                                   octubre de 2012

 

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