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FÚTBOL, POLÍTICA Y DISTORSIONES por Ernestina Gamas*

| 14 julio, 2014

Desde finales del siglo XIX se han desarrollado estudios sobre el comportamiento  y la psicología de las masas o multitudes. “En una masa todo sentimiento, todo acto es contagioso” (Le Bon), “La masa tiene que hallarse mantenida en cohesión por algún poder y a qué poder resulta factible atribuir tal función si no es al Eros” (Freud)  Pese a las diferencias bastante significativas entre ambos autores, los dos coinciden en que  el comportamiento de la masa es emocional y pasional. Mucho se ha escrito desde entonces  sobre el tema.

El fútbol, está considerado “pasión de multitudes”. Frente a este espectáculo se producen  vínculos entre la hinchada y su club.  Esto pasa particularmente en el caso de los campeonatos mundiales, cuando la identificación se produce  con la  selección  que representa a su país. Podría decirse que durante estas confrontaciones se entra en  “otro estado de conciencia”. Se trata de un fenómeno  de rivalidad que supera el barrio, la barra o el estrato social y donde se involucran complejos aspectos culturales e históricos

Johan Huizinga, filósofo e historiador holandés, escribió en 1938 una de sus principales obras, “Homo Ludens”, donde plantea la teoría de  que el juego ocupa la función de la lucha por algo, pero que se  desenvuelve dentro de límites establecidos, según  reglas  aceptadas,  en un espacio y tiempo determinados. Durante su desarrollo, se permite a la conciencia “ser de otro modo  en la vida corriente”, en un clima de tensión y de alegría. Según Huizinga, el juego es un fenómeno de cultura, esencial a la condición humana.

El “Fair Play” o juego limpio, pretende contener esta manifestación cultural dentro de sentimientos naturalmente satisfactorios y agradables. Se juega para enfrentar al contrincante respetando las reglas, para que no se trate solamente de ganar sino también de aceptar la posibilidad de perder. Eso no concierne exclusivamente a los jugadores sino al público que simpatiza con los equipos. Pero como se trata de pasiones y de  multitudes, se eluden los  comportamientos reflexivos.

La utilización del deporte que ha hecho la política se remonta a los orígenes de la civilización.  El fútbol en particular  tiene una tremenda repercusión social. Percibido por los que detentan el poder, no es  de extrañar que su aprovechamiento no siempre se mueva por motivos “puros”. Muchos intereses futbolísticos están imbricados con los intereses políticos y se produce su constante manipulación para acrecentar poder y dinero. En nuestro país el “Futbol para todos” ha sido una vergonzosa vía de propaganda del gobierno dirigida a  una clientela cautiva o mejor dicho, cautivada durante el desarrollo de su deporte favorito. Los aportes para el financiamiento de dicha campaña han salido de diferentes cajas, todas ellas alimentadas por los impuestos que los mismos espectadores pagan.   

En 1978, durante la dictadura Militar,  Argentina fue   la sede del campeonato Mundial de Futbol. El régimen se valió del mejor  telón  para encubrir el siniestro y macabro plan de torturas, desaparición y muerte de personas. Con un amplio programa de propaganda, se distrajo a la población y al mundo de la realidad que se escondía a pocas cuadras del estadio Monumental, donde  se jugaron gran parte de los encuentros. La ESMA era una de las cárceles más brutales de tormento y de represión. Es  probable además que en esos mismos momentos,  a pocos kilómetros de distancia, aviones cargados de prisioneros adormecidos sobrevolaran el agua para tirarlos vivos al fondo del mar.

En ese entonces, el triunfo de Argentina en el partido final  contra Holanda dio lugar a multitudinarios festejos callejeros. Hay testimonios de prisioneros que cuentan que ese día, algunos fueron sacados de su encierro por sus guardias y obligados a participar de los festejos, subidos en autos con techo corredizo. Cuenta Miriam Lewin que en ese momento hasta los prisioneros asomaron la cabeza y se dejaron arrastrar por la euforia del triunfo.  “Nos llevaron a una pizzería en la calle Maipú. La gente no dejaba de saltar arriba de las sillas, de subirse a las mesas, de abrazarse y de tocar bocina”. Describe la escena como dantesca, donde la alegría era tal que nadie percibía esta presencia de seres pálidos y temblorosos que eran dados por desaparecidos.

La imagen del General Videla, presidente de la Nación, paseaba por el mundo capitalizando la victoria, dando la sensación de  que era amado y respetado por todos los argentinos. A la hora de recibir los trofeos, los jugadores holandeses se negaron a saludar a los jefes de la dictadura argentina. Para la realización de este campeonato de futbol se creó el EAM, Ente Autárquico Mundial  y se calculan sus gastos en 700 millones de dólares, una cifra sideral y envuelta en corrupción. El ente se disolvió al año siguiente sin dar cuenta de la diferencia entre lo recibido y lo  gastado.

Salvando las distancias  de ese horror con  el presente, el mismo día en que la   selección argentina ganaba  el partido contra Holanda, por la mañana, en los festejos del 9 de Julio en Tucumán, un vicepresidente procesado y con pruebas contundentes de su responsabilidad por los cargos de que se lo acusa, presidía el acto de la conmemoración más importante de la Patria. No se limitó a eso sino que tomó la palabra y arrogándose la categoría de Prócer, destacó los méritos del gobierno al que pertenece, alabando a Perón, a Néstor y a Cristina. Se trata de un gobierno  que durante el tiempo de su mandato,  ha degradado valores, instituciones, comportamientos y sentimientos del pueblo a quien dice representar. Al mismo  tiempo, una periodista que cubría el acto pretendió acercarse para realizar su trabajo y fue ferozmente golpeada por la custodia de este personaje aventurero,  oportunista y sin escrúpulos, cuya vida viene transcurriendo entre el fraude y la guitarra. Una de las imputaciones que le hizo un fiscal al Vicepresidente es que, junto  al actual director de la ANSES, ejercieron  administración fraudulenta y realizaron malversación de caudales al  haber desviado fondos de ese organismo  para el “Futbol Para Todos”.

Un Vicepresidente acusado de corrupción al frente de esa conmemoración, de un acto patrio convertido con el mayor cinismo en un acto político, es una de las mayores humillaciones a las que  ha sido sometido el pueblo argentino. El alboroto de la contienda deportiva por desarrollarse ese día, hizo  que la gran mayoría de los argentinos ignorara este hecho escandaloso. Debe agregarse que en todos los titulares de los diarios de ese mismo 9 de julio,  se hablaba de la “humillación” con que Alemania había “avergonzado”  a Brasil por su goleada de 7 a 1 el día anterior. En honor a la realidad sólo se trataba de  un partido de fútbol en el que  uno de los dos equipos había jugado mejor.

Pocas horas más tarde con el triunfo de Argentina,  la multitud se volcó a las calles y cantó el himno con fervor patriótico. Festejaba sin reparar en el ultraje y el oprobio al que los ciudadanos habían sido sometidos esa misma mañana. Faltaba el último escalón para alcanzar la gloria.

Ahora, después de jugado el último partido, después del gol de último aliento  que consagró  al campeón del mundo, el saldo   resulta bastante lamentable. No se trata de una evaluación deportiva. Eso queda a cargo de los especialistas y opinólogos que ensayarán explicaciones sobre la realidad y  todo tipo de especulaciones contra fácticas para explicar el no triunfo.  En cambio, sí se trata de hacer una valoración sobre esa multitud  nuevamente de las calles. Esta vez para festejar la derrota. Multitud que según la interpretación de Spinoza,  tiene existencia en tanto muchos y que sentía la necesidad catártica de vivir su última noche épica.   Pero a veces los hechos tuercen las mejores  intenciones.

De la multitud surgieron  individualidades. Inadaptados conformando una horda desenfrenada y salvaje que comenzó desde temprano el  saqueo y el destrozo de cuanto encontraba a su paso. Habría hecho falta tal vez una acción de inteligencia por parte de la policía para saber que esto no podía terminar de otra manera. Los trabajadores  de los medios que cubrían con sus cámaras la marcha, mostraban impotentes y, hasta con riesgo de su propia integridad, la acción delictiva de sujetos a los que fue difícil controlar.  Habrá que evaluar los daños y el costo de los mismos.

Cabe hacerse unas preguntas  frente a la demostración  pasional  de esa multitud, conformación  que se  siente como  suficiente amparo. Si sus integrantes  hubieran reflexionado sobre posibles riesgos, ¿habrían  expuesto  a niños,  a criaturas en cochecitos, a una posible violencia o salida de cauce del festejo? Es más, si se hubieran detenido un segundo para razonar para darse cuenta de  que la fiesta había llegado a su fin,  a lo mejor habrían perdido el control, devastados por el pánico. Y la cruda realidad cotidiana se habría tomado la revancha y  les habría enrostrado su condición individual desprotegida.

                                                                                                          Julio 2014

* Escritora y Directora de con-texto

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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LEGALIDAD Y GOBIERNO PERONISTA, UN RECORDATORIO por Arnoldo Siperman*

| 14 julio, 2014

Las notas que siguen tienen como tema central los usos de la ley y las instituciones en tiempos del primer peronismo. El ciclo se abre con el golpe del 4 de junio de 1943, que destituyó al presidente Castillo, clausuró el Congreso e instaló un gobierno militar. Es a partir de ese acontecimiento que el entonces coronel Perón comenzó a insertarse en el juego grande del poder político, asumiendo rápidamente posiciones de importancia. Su protagonismo se fue forjando mediante una acumulación de funciones influyentes en el régimen de facto. Primeramente en el Departamento Nacional del Trabajo, convertido en Secretaría de Trabajo y Previsión, con jerarquía ministerial; luego se agregaron el Ministerio de Guerra y la Vicepresidencia de la Nación. Se constituyó en el “hombre fuerte” del gobierno militar, potenciándose su presencia a partir de los acontecimientos de octubre de 1945. Era quien mandaba en el país.

En las elecciones generales del 24 de febrero de 1946 Juan Domingo Perón fue elegido Presidente. Su candidatura fue sostenida por los partidos Laborista y Unión Cívica Radical-Junta Renovadora y una agrupación menor, el Partido Independiente. Lo acompañó, como candidato a la vicepresidencia, Hortensio Quijano, un veterano dirigente radical de la provincia de Corrientes, proveniente del nacionalismo de derecha. Venció a la fórmula integrada por los radicales José P. Tamborini y Enrique Mosca, apoyada por la Unión Democrática, de la que hacían parte la Unión Cívica Radical y los partidos Socialista, Demócrata Progresista y Comunista. Votó el 83% del padrón (que era aun exclusivamente masculino). Triunfó en todos los distritos, salvo la provincia de Corrientes, y obtuvo en el orden nacional un apoyo del 53%. Previo ascenso al grado de general, asumió el 4 de junio de ese año, tercer aniversario del golpe que había señalado el comienzo de su carrera hacia el poder.

Como consecuencia del resultado electoral, sus partidarios hicieron mayoría en ambas Cámaras del legislativo, por lo que controló el Congreso desde el inicio de su gestión presidencial. Contando con esa herramienta, comenzó su avance sobre el Poder Judicial, empezando por la Corte Suprema. Con excepción del ministro Casares, representante de la Iglesia en esa Corte, se promovió el juicio político de sus integrantes. Uno de ellos renunció, los restantes fueron destituidos. Se los reemplazó con allegados al régimen. Al reformarse la Constitución, en 1949, la Convención tomó una importante determinación: los jueces nacionales, en su totalidad, quedaban sujetos a que, durante el primer período legislativo siguiente a la sanción, se solicitara y obtuviera nuevamente el acuerdo del Senado (Disposición transitoria 4ª, aplicable a la justicia y al servicio diplomático). Se abrió por esa vía una amplia posibilidad, revestida de legalidad, de llevar a cabo remociones a discreción. De modo que la inamovibilidad de quienes se desempeñaban a la sazón en esas funciones fue arrasada. En poco tiempo, sometió a la judicatura en pleno a sus requerimientos políticos. A la aplicación de la cláusula recién citada siguieron las previsibles designaciones complacientes.

El federalismo fue rápidamente allanado. Mediante la sanción de otras tantas leyes fueron intervenidas las provincias de Catamarca y Córdoba. También lo fue Corrientes, única que había elegido gobernador no peronista en 1946. Esas primeras intervenciones fueron señalando un derrotero de exigencia de unanimidad, incluso frente a gobiernos locales ejercidos por personas de su misma extracción política pero que no satisfacían las expectativas del jefe. Durante su gestión Perón anduvo con pocos miramientos en lo concerniente a las autonomías provinciales, reiteradamente violentadas mediante intervenciones federales. Quince, en total; once por decreto del Poder Ejecutivo, solamente cuatro por ley del Congreso. Un remedio previsto en la Constitución, después de todo, aunque para situaciones claramente definidas y no dependiente de la arbitrariedad del Poder Ejecutivo Nacional. En esta materia, su gobierno no fue excesivamente original, sus predecesores habían hecho amplio uso de ese instrumento.  

No consideró suficiente, para el desarrollo de su proyecto político -y para sus ambiciones personales-, el período constitucional de seis años. Se puso en marcha, entonces, una reforma para remover el obstáculo. La regla prevista en la Constitución de 1853/60 para el proceso de su reforma decía: Art.30.La Constitución puede reformarse en el todo o en cualquiera de sus partes. La necesidad de reforma debe ser declarada por el Congreso con el voto de dos terceras partes, al menos, de sus miembros; pero no se efectuará sino por una Convención convocada al efecto. No le era posible reunir esa mayoría calificada, de modo que se practicó una maniobra hermenéutica: las “dos terceras partes” habrían de referirse a los miembros presentes el día de la votación. Ello posibilitó declarar la necesidad de la reforma (ley 13.233) y reunir la Convención, que la sancionó, con fecha 11 de marzo de 1949. La reforma configuró una amplia reelaboración de sus disposiciones, bajo la inspiración del nacionalista católico Arturo E. Sampay y con la bendición del Presidente. El nuevo texto previó la posibilidad de reelección presidencial. En las elecciones de noviembre de 1951 (ahora con el sufragio femenino) la misma fórmula triunfante en 1946 fue consagrada para un nuevo período de seis años, superando a la radical (Balbín-Frondizi). Fallecido el vicepresidente electo, se convocó una elección para su reemplazo, celebrada, tardíamente, en 1954, en la cual fue consagrado Alberto Teisaire.

Desde el punto de vista de las libertades públicas el régimen dio acabadas pruebas de intolerancia y autoritarismo. Consolidó su poder y dominó divergencias valiéndose de dos vías convergentes: por un lado, los mecanismos burocráticos y crudamente policiales y por el otro mediante la sanción de leyes represivas. En cuanto a lo primero, se hizo amplia aplicación del régimen de contravenciones y edictos policiales regulatorios de reuniones públicas y otras actividades. Bajo pretexto de “desórdenes” o “escándalo” se practicaban arrestos bajo la sola autoridad de jefes policiales, aplicando los viejos “edictos”. La policía y demás fuerzas de seguridad contaron con un “fuero” propio, a partir de la sanción de un Código de Justicia Policial, impuesto por ley promulgada el 30 de septiembre de 1952. Se recurrió también a la aplicación de la añeja ley de residencia (nº 4144), que autorizaba al Poder Ejecutivo a proceder discrecionalmente a la expulsión de extranjeros considerados indeseables. Se establecieron dependencias oficiales al servicio de esas políticas, como Control de Estado y, en la órbita policial, Sección Especial, Orden Político, Orden Gremial. Se clausuraron medios de prensa, se monopolizó la radiodifusión. Este régimen, en su conjunto, reflejó en severas restricciones al ejercicio de los derechos de reunión y protesta públicas, detenciones arbitrarias, expulsiones y amplia gama de abusos de autoridad.  

En lo que atañe al recurso a instrumentos legales, contando con la benevolencia judicial frente a las objeciones en términos de constitucionalidad, se sancionaron varias leyes penales, adecuadas para su aplicación persecutoria. Dos ejemplos, ambos del año 1949: la ley 13.569, que reformó el Código Penal, modificando la tipificación y aumentando las penas del delito de desacato, con grave detrimento de la expresión pública de ideas disidentes; y la nº 13.985 que, recogiendo la experiencia de decretos-ley dictados en tiempos del gobierno de facto, tipificaba un catálogo de delitos “contra la seguridad de la Nación”, tales como traición, espionaje, sabotaje, entre otros, incriminando, sorprendentemente, incluso formas culposas de comisión. Hasta la huelga de trabajadores podía ser alcanzada por sus disposiciones.     

No le bastó al gobierno el régimen del estado de sitio, reglado por la Constitución, que confería al titular del Poder Ejecutivo la facultad de arrestar y trasladar personas, por tiempo determinado. Últimamente lo había decretado Ramón Castillo en 1942 y levantado en agosto de 1945, siendo presidente de facto Farell. Tampoco se conformaba con la suspensión de las garantías constitucionales tal como establecida en el art. 34 de la Constitución sancionada a su propio impulso en 1949. Un alzamiento militar, que tuvo lugar el 28 de septiembre de 1951 y fue fácilmente sofocado, le dio la oportunidad para implantar un orden más adecuado a los requerimientos autoritarios: el “estado de guerra interno”. Se lo impuso por decreto, rápidamente convertido en ley (nº 14.062) por un Congreso siempre dispuesto a secundar las decisiones presidenciales. Fue oportunamente declarado constitucional por la Corte Suprema, en base al argumento de que la existencia de un estado de guerra constituye una cuestión de competencia exclusiva del poder político, no justiciable. Las fuerzas armadas y de seguridad se desplegaron al servicio de la represión en términos de otro invento peronista: el denominado plan Conintes. Todas las sucesivas campañas electorales, a partir del tramo decisivo de la que condujo a la reelección presidencial para el período 1952-1958, se desarrollaron bajo la vigencia de ese estado de excepción, que se levantaba únicamente durante el día del comicio.

La legislación que suponía un país sumergido en la guerra siguió en vigor hasta la destitución de Perón. Era invocada, en conjunción con los demás instrumentos legales propios de las características del régimen imperante, en sustento de arrestos, restricciones al derecho de reunión, clausura de periódicos y otros atropellos. Todo este orden de cosas, que hacía poco o ningún caso de las garantías constitucionales, difundió la caracterización de “a disposición del Poder Ejecutivo” para cubrir frecuentes y a veces prolongados encarcelamientos. El recurso de habeas corpus fue ignorado por los tribunales.

Las Cámaras del Congreso cumplieron con su función de dictar leyes. En lo referente al ordenamiento educativo, la ley 12.978 ratificó el decreto del gobierno militar nº 18.411 del año 1943 (impulsado por el ministro, notorio fascista y antisemita Gustavo Martínez Zuviría), que había impuesto la enseñanza religiosa en las escuelas, dejando sin efecto el ordenamiento de la ley 1420. La nueva ley fue objeto de intenso debate, en el cual la posición que resultó mayoritaria tuvo como principal expositor al diputado Díaz de Vivar. Cabe mencionar, incidentalmente y como prueba de pedestre oportunismo legislativo, que tan solo ocho años más tarde, en 1954 y por medio de la ley 14.401, dictada en pleno conflicto con la Iglesia, lo que en esa materia había sido escrito con la mano fue borrado con el codo.

Siempre en relación con lo vinculado a la educación, conviene recordar otros momentos en el proceso de demolición institucional que el parlamento contribuyó a concretar. Las universidades nacionales habían padecido intervenciones durante el gobierno militar. El Congreso, recientemente instalado y dominado por el peronismo hizo su tarea: por medio de la ley 13.031, de octubre de 1947, barrió la autonomía universitaria, poniendo a las universidades bajo el directo control del gobierno nacional. Mediante la sanción de la nº 13.598 eliminó el Consejo Nacional de Educación (que el gobierno militar había ya intervenido). Como se verá en seguida, tanto o más que la religión fue el justicialismo el credo que, por mandato legal, impregnó el orden de la educación pública durante esos años.

El 17 de octubre de 1950 el presidente proclamó formalmente “las veinte verdades del peronismo”. El Congreso, en oportunidad de aprobar mediante la ley 14.184 (diciembre de 1952) el ordenamiento del Segundo Plan Quinquenal, las consagró formalmente como “doctrina nacional”, incluyéndolas en un texto más amplio, que configuró lo que se designó como Doctrina Nacional Justicialista. Fue un acto legislativo de fuerte repercusión institucional, ya que traduce en obligación legal obrar de conformidad con los requerimientos del poder. Sobre su base se instauraron afiliaciones obligatorias, en diversos y amplios espacios institucionales. Los docentes universitarios y otros funcionarios fueron invitados a sumarse al clamor por la reelección del creador y conductor del movimiento en el que encarnaba la doctrina nacional. Sobre los renuentes, llovieron cesantías. Educar, juzgar, administrar, todo debía inscribirse en ese marco.

La Doctrina Nacional Justicialista, conviene reiterarlo, no era vista como la plataforma programática o el plexo de convicciones de personas o agrupaciones –como no fuera la inspiración genial del Conductor- sino que se la entendía como expresión de la Nación toda. Ahora, además, era formalmente ley. No compartir sus postulados implicaba transitar el terreno de lo ilícito. Era una doble afrenta: a la ley y a la nacionalidad. El opositor pasaba a ser delincuente y antipatria. Un enemigo, en suma, de la comunidad organizada (según la terminología cara al General) y de la patria argentina. Que convocaba dos definiciones tristemente célebres: “Al enemigo ni justicia” y “No hay mejor enemigo que el enemigo muerto”. Una utilización perversa de la legalidad.

El Congreso colaboró adecuadamente en los más diversos aspectos del sostenimiento del régimen. Desde conceder a Eva Perón, ya gravemente enferma, el curioso y nada republicano título de “Jefa espiritual de la Nación” convirtiéndola, desde la posición del poder legislativo, en objeto de culto nacional, hasta operaciones de menor cuantía simbólica aunque de utilidad práctica. Por ejemplo, amañando leyes electorales. Operó como instrumento de la voluntad presidencial negando la posibilidad de controvertirla, no solamente a través de la sanción de la doctrina de su partido como doctrina de la Nación sino incluso en el aspecto interno de la práctica parlamentaria. Convirtió el “cierre de debate” en procedimiento ordinario de dejar sin uso de palabra a los integrantes de la minoría. Expulsó a los legisladores más díscolos (Balbín, Sanmartino, Santander), por la vía del desafuero. Como tantos otros políticos desafectos, empresarios poco complacientes e incluso dirigentes sindicales y aun militares, fueron presos o debieron exiliarse. Creó comisiones investigadoras especiales, con pretextos diversos, que se dedicaron a tareas persecutorias ajenas a los propósitos declarados de su creación. Un ejemplo fue la comisión bicameral creada a fines de 1949 para la investigación de denuncias de torturas policiales, que se esmeró cínicamente en clausuras de periódicos, allanamientos y operaciones intimidatorias. Por el apellido del diputado que la presidiera, se la recuerda como “Comisión Visca”.

La tendencia totalizante del peronismo se percibe asimismo en el estilo estructural del “movimiento”. Bajo el lema “para un peronista no hay nada mejor que otro peronista” se lo integró en una conjunción de tres ramas: masculina, femenina y sindical. En consonancia con ese ordenamiento y superpuesto al devaluado orden constitucional de división de poderes, se desarrolló un régimen de tipo corporativo, sustentado en una regulación legal de asociaciones profesionales y de relaciones laborales, concretado en una central única de trabajadores y otra de empleadores: C.G.T. y C.G.E., respectivamente. La primeramente citada pasó a formar parte del organigrama general del poder político peronista, aportando incluso la tercera parte de los candidatos a los cargos electivos. En este orden de temas merecen recordarse la creación de un Consejo Económico y Social, basado en representación tripartita (decreto 2098/1946), en el ámbito de la Presidencia; del Consejo Económico Nacional (decreto 20477/1947) y del Consejo Nacional de Cooperación Económica (decreto 18184/1949), así como su inserción en los sucesivos planes quinquenales. Corresponde citar, asimismo, el régimen de la ley 14.250, del año 1953, que trata de las convenciones colectivas de trabajo y cuyo aspecto controversial principal es que se basó en la representación única de los trabajadores.

Perón fue derrocado por un golpe militar, que contó con apoyos civiles. Había empezado su trayectoria de Gran Conductor de la Nación con un golpe de Estado y terminó con otro. Entre el alumbramiento y el ocaso transcurrieron doce años, tres meses y unos pocos días.

Años más tarde, en circunstancias políticas y sociales muy diferentes, tuvo lugar un nuevo encumbramiento y gobierno de Perón. Comenzó con la violencia guerrillera; su final, tras la muerte del General, fue también un golpe militar, que expulsó a su esposa, a quien él había ungido como sucesora, e instauró una feroz dictadura. También en este caso el ciclo de la violencia recurrente.

Quien siembra vientos cosecha tempestades. Conviene recordarlo

 ARNOLDO SIPERMAN, Abogado, Facultad de -derecho de la Universidad de Buenos Aires (1958), Profesor en las Facultades de Derecho y Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Profesor, Jefe de Departamento y Vicerrecctor del Colegio Nacional de Buenos Aires (Universidad de Buenos Aires). Director de publicaciones universitarias, jurado de concursos, miembro del Consejo Superior Universitario (1960/61) Autor de  numerosos artículos, monografías y varios libros. Los más recientes: Una apuesta por la Libertad. Isaiah Berlin y el pensamiento trágico, Ed. De la Flor (2000) El imperio de la ley. Política y legalidad en la crisis contemporánea (2002) Ideología. Una introducción (2003) Pensamiento trágico y democracia (2003). El drama y la nostalgia. Racismo Político, Wagner y la memoria reaccionaria, Buenos Aires, Ed. Leviatan (2005) . La ley en Roma y el mundo moderno. Juristas, científicos y una historia de la verdad , Ed. Biblos (2009) y Servidumbre y exclusión, Ed. Leviatan (2013)

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ALBINÍSIMAS por Albino Gómez*

| 14 julio, 2014

SEGÚN EL NUEVO PARADIGMA

En las relaciones de verdadero amor  se pone más el acento en la intimidad que en la sexualidad. Vale decir que se aprecia la intimidad en lo que tiene de intensidad psíquica compartida y por sus posibilidades transformadoras, en todo lo cual el sexo es también obviamente una parte muy importante pero menos perdurable.

OPTIMISTAS Y PESIMISTAS

Le atribuyen a Churchill haber dicho que el optimista veía una oportunidad hasta en una calamidad, en tanto que el pesimista consideraba una calamidad cada oportunidad.

QUÉ ES LA VIDA?

Según  un querido amigo, no es un problema para ser resuelto sino un misterio para ser vivido.

LA RELIGION DE LAS CIENCIAS DURAS

Quienes practican las llamadas ciencias duras, desprecian el calificativo de ciencias a otros conocimientos, como la economía, el derecho, el psicoanálisis,  hasta se burlan hasta de las disquisiciones metafísicas o filosóficas en general, pero todos los días deben retractarse universalmente y crece el número de errores y hasta fraudes. En realidad, la historia de dichas ciencias es un museo de errores. Por suerte se reconocen y se trata de enmendarlos, pero en el intertanto, me pregunto si no producen ningún daño.

¿ENTONCES SE ACABO EL COMUNISMO?…AL MENOS PARECIERA

Pero tiene razón Alain Badiou cuando dice que asistimos a una mundialización capitalista sin freno y en ella, las fuerzas políticas dan muestra de más debilidad que de fuerza.

SOBRE MADAME BOVARY

La primera traducción inglesa de esta novela la hizo una hija de Karl Marx, quien años después se quitaría la vida de manera similar a Emma.

UN BUEN CONSEJO PARA SER FELIZ

Trabajar como si no se necesitara hacer dinero. Amar como si nunca te hubieran herido y bailar como si nadie te estuviese mirando. 

*El autor, periodista y escritor

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HOMENAJE A GRANCELLI CHA por Daniel Sabsay

| 9 julio, 2014

La desaparición de Néstor Granchelli Cha nos apena enormemente pues implica la ausencia de un luchador incansable del Estado de Derecho en Argentina. Su trayectoria marca un claro camino al servicio de la cosa pública, de la construcción ciudadana en cuanta tribuna pudo ocupar. Desde joven se destacó en la política estudiantil, experiencia que luego volcó al gran escenario nacional. Cuesta hacerse a la idea de no encontrarlo más en actos, manifestaciones, al frente de petitorios, estimulando la participación. La lectura de sus cartas en los periódicos fueron hitos que acompañaban los acontecimientos  desde una mirada aguda, lúcida, empapada en la realidad y en la búsqueda de soluciones constructivas. Su desempeño constituye un ejemplo para las nuevas generaciones, el de la defensa de la Constitución en aras del logro de la República en nuestro país. Desde el sitio que con tanto empeño creó me comprometo a tenerlo presente toda vez que el devenir de las instituciones exijan del compromiso ciudadano. Su dedicación constituye un ejemplo cabal de entrega y de permanente presencia hasta el final de su larga vida en defensa de la Democracia. Gracias Necho por tan brillante contribución. 

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MI ABUELO NECHO por Gastón Solari Yrigoyen

| 9 julio, 2014

MI ABUELO NECHO por Gastón Solari Yrigoyen

Desde temprana edad, Necho fue un incansable militante por la libertad y la justicia.  Su lucha fue un ejemplo. Ya lo era, claro, para la juventud estudiantil que escuchaba sus discursos apasionados como Presidente de la FUA. Lo es también hoy, cuando una vida entera dedicada a defender los ideales democráticos resuena en los oídos de los muchos jóvenes que tuvieron el placer de conocer a Necho y de intercambiar unas palabras con él. Esa juventud en la que nunca dejó de confiar, en la que él veía el fundamento de un futuro mejor, y a la cual le pedía, como hizo durante su discurso en el Congreso en 2013, que amen a su país y que sigan trabajando por él.

Pero Necho fue también mi abuelo. Tuve el privilegio de crecer admirando esa fuente inagotable de perseverancia, de convicción, de esperanza. Me sorprendió más de una vez el vigor de su personalidad: cuando creí que éramos nosotros, los nietos, quienes debíamos cuidarlo, me di cuenta que él seguía siendo más que nunca un soporte para mí. Cuando comencé a interesarme en la política, fue con él que tuve las primeras conversaciones, conversaciones que me ayudaron a crecer, a formar una opinión propia y saber defenderla. Hasta unos días antes de su muerte, seguíamos intercambiando visiones políticas como si esas primeras charlas nunca hubieran acabado. Por su forma de ser, me enseñó la tolerancia y el respeto. Me gusta pensar, también, que de sus perdurables luchas aprendí algo de la crítica y del coraje político que lo animaron hasta el final. Extrañaré muchísimo al abuelo y amigo que despido hoy. 

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DESPEDIDA A MI AMIGO NÉSTOR GRANCELLI CHA por Ernestina Gamas

| 5 julio, 2014

Este  proyecto bosquejado con  un amigo, con  esa persona con la que un día empezamos a decir,   “qué te parece,  cómo lo hacemos, cómo lo  encaramos, qué nombre le ponemos, cómo lo diagramamos”, fue  un plan donde   las divergencias se subsanaban con   el respeto por las mutuas ideas, por las distintas perspectivas. Fue  una convergencia en  un punto de partida sobre  acuerdos básicos,  principios éticos, ideales y  admiración recíproca.  Así se logró un  trazado que  dio como  resultado  este espacio y sus dos  años de crecimiento lleno  de satisfacciones.

 Nestor Grancelli Cha fue un gran amigo. Vital, inteligente, alegre, imaginativo y con un  humor extraordinario.  Nunca capaz de una palabra ofensiva, de un reproche. ¿Deja un gran vacío? Por supuesto, cómo no extrañarlo. Pero al mismo tiempo deja  una gran enseñanza de vida.  En este homenaje, muchos de los que lo conocieron y coincidieron con él en una parte del camino, contarán  acerca de su trayectoria, de su época de estudiante, de las luchas universitarias, de su actuación política, de la  defensa de  las instituciones republicanas, en fin, de su amistad.

Desde este espacio que nació de una conversación,  sólo me cabe referirme a  que con sus  94 años era un joven lleno de energía para encarar el armado cotidiano de este  sitio  que fue fortaleciéndose  con su pasión movilizadora.  Seguiré adelante y espero hacerlo con el mismo empeño  que él le ponía. Lo despido con todo mi cariño  y  con el entusiasmo que supo contagiarme. 

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PALABRAS PRONUNCIADAS EN EL SEPELIO DE NÉSTOR GRANCELLI CHA por Román Frondizi

| 5 julio, 2014

Jardín de Paz, jueves  26 de junio de 2014.

(Texto desgravado de la registración en vivo).

Hablo por derecho propio, y en representación de los amigos del Club del Progreso y de la Fundación 5 de Octubre de 1954, en el sepelio de Néstor Grancelli Cha.

Despido conmovido al buen amigo de toda una vida, y al incansable luchador por la república democrática y los grandes intereses nacionales.

Su larga y lúcida existencia  ha estado  ligada a diversos ámbitos de la vida argentina, con particular referencia a la militancia universitaria, la acción política y la función pública.

Pero también ha tenido un intenso lado humano, definido no solo  por la lealtad a sus muchos amigos, sino también por su generosa tarea a favor de exiliados y perseguidos políticos, sin distinción ni de nacionalidad ni de ideología, a lo largo de siete décadas de la azarosa vida cívica nacional.

Y, por supuesto, ese lado humano se ha  expresado recatadamente, pero fuertemente, en su entrañable sentimiento y dedicación hacia su familia: hacia Mirta, su querida esposa  y compañera, hacia sus hijos, Silvana y Gurí, que han sido la luz de su ojos, y hacia sus nietos, en quienes –él lo decía- cifraba la esperanza en un mundo mejor.

Necho ha sido un hombre inteligente, de juicio agudo, con visión sintética, que unió la teoría a la práctica, dotado de un natural esprit de finesse,  hombre de ideas y de acción.

Tenía una suerte de inquieto sentido juvenil, que lo llevaba a interesarse por tantas cosas de la vida y de la cultura, prueba de que la juventud no es solo una edad, sino una costumbre, que él supo llevar consigo.

Desde el punto de vista cívico, destacan su firme convicción, y su acción consecuente,  en defensa de los ideales de justicia y libertad, y su inevitable enfrentamiento con aquellos grupos, civiles o militares, que han impedido, por motivos diversos, la realización del sueño de Alberdi: una Argentina vertebrada, republicana, democrática, moderna, libre, desarrollada y justa.

Cultivó los valores fundamentales de la ética social y política de la libertad, del pensamiento crítico, que entiende a la historia como producto del conocimiento y de la acción del hombre concreto  en su devenir dialéctico. Aquí residía el concepto fundante de las ideas de Grancelli, que dieron continuidad a su civismo.

En ese marco se anota su militancia Reformista, junto a sus compañeros de la Generación del 45, viejos fuegos nunca apagados.

Se anotan también, resplandecientes, sus luchas políticas desde las filas del radicalismo y del desarrollismo, y su distinguida acción desde el Gabinete del Presidente Arturo Frondizi, que integró con honor y excelencia, aportando significativamente a su gestión de estadista.

Diré, por último, que Necho celebró tempranas nupcias con las luchas por los ideales de la Patria, que hoy evoco al despedirlo. Casi siempre le tocó estar del lado en que soplaron las tempestades. No lo arredraron, en medio de su fragor libró su batalla en la vida.

Necho se nos ido, ya no estará en las reuniones, en los actos, en las conferencias, en los conciertos, en los recitales; tampoco estará en el teléfono ni en e-mail. Pero, hombre y ciudadano, su imagen surge y perdurará en el tiempo como un punto de referencia, como un noble ejemplo.

Adios Necho, un postrero, fuerte y gran abrazo.

 

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NÉSTOR GRANCELLI CHA por Guillermo Moreno Hueyo*

| 5 julio, 2014

Actual Presidente del Club del Progreso

Amigos:

El Club del Progreso, por mi intermedio, viene a despedir a Nestor Grancelli Cha –nuestro querido Necho- y a rendirle el homenaje que se brinda a los hombres de prestigio consagrado.

El prestigio de toda una vida, larga… de 94 años y algo más. Prestigio por haberla pasado haciendo el bien y dando testimonio de convicciones profundas, argentinas por su entraña y republicanas por su forma. No concebía otro modo de ser y así lo  pregonaba a todos los vientos.

Según las circunstancias nacionales que le tocó vivir, ese pregón demócrata y ciudadano sonó –a veces-  como la voz clamante en el desierto, porque el error de sus connacionales –no el suyo, que no lo tuvo- consagraba instituciones contrarias a la república, como si el remedio de sus males  se fuera a encontrar en otros sistemas que no fueran los de sus convicciones. Por eso mismo, pasó su vida inspirando admiración y respeto.

El Club del Progreso –me animo a decirlo- fue el de sus amores, porque le dedicó también, gran parte de su vida. Verlo llegar, siempre sonriente, simpático y distinguido recomponía el espíritu del más decaído, porque allí comentaba sus cuitas personales, su pensamiento respecto de los aconteceres políticos, o su opinión sobre las menudencias de la vida societaria, siempre con optimismo y criterio certero. Fue miembro de la Comisión Directiva en varias oportunidades y desempeñó la siempre difícil función de tesorero durante 9 años. Ël decía que en lugar de tesorero, debía nombrársele como Administrador de Deudas, porque en eso consistía su tarea cotidiana.

Me tocó el honor de pronunciar un homenaje en su favor, el año pasado, cuando le entregamos el Premio Anual del Club del Progreso y muchos de los que estamos aquí, apreciamos la emoción que lo embargó y las sentidas palabras de su agradecimiento, que lo mostraron tal cual era: hombre digno, por sobre todas las cosas, de pensamiento vastísimo y profundo, con un poder de iniciativa inigualado y con una energía y tenacidad inagotables.

Sentía el orgullo por señalar que era socio vitalicio del Club pero que su único mérito consistía en haber durado en el tiempo. No fue así. El Club del Progreso lo distinguió con esa designación por su dedicación simpática y elocuente.

Se había formado en al ámbito universitario con todos los laureles y en la vida política con las más distinguidas funciones. La primera conquista fue la de presidente de la Federación Universitaria Argentina en 1942, vísperas del gobierno dictatorial comenzado en junio del año siguiente. Su fragua política, propia de un entrerriano de ley como lo era, lo llevó a enfrentar la dictadura que lo tuvo preso y luchar contra ella, como se lucha contra todo estorbo que inhiba la libertad.

Nos quedan de Necho todas sus obras escritas y su ejemplo de un  ser viril por antonomasia, para seguir aprendiendo y gozando de su pensamiento. A su familia, especialmente a sus hijos, Silvana y Gurí, todo el acompañamiento que se merecen y el consuelo más grande, que lo recibirán por el solo hecho de haber venido a este mundo de la mano de un hombre superior y entrañable padre y amigo.-     

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UN MAESTRO DE LA POLÍTICA Y DE LA VIDA por Esteban Lijalad

| 5 julio, 2014

Conocí a Néstor Grancelli Chá en 2011, cuando estaba realizando entrevistas a viejos militantes universitarios de los años 40 y 50. Fue por sugerencia de otro grande, Rodolfo Pandolfi, que comencé el proyecto de recoger testimonios de una época casi olvidada, de boca de sus protagonistas. Los testigos del peronismo real, como llamé al proyecto. Entrevisté así a a Rodolfo Pandolfi, Milo Gibaja, Ernesto Weinschelbaum, Hugo Gambini, Carlos Villalba, Ludovico Ivanissevich Machado. Y a Nestor Grancelli.

Pero a diferencia de las demás, esta entrevista se continuó de alguna manera en el tiempo. Mantuvimos innumerables charlas telefónicas, intercambiamos- hice la cuenta- unos 140 emails en estos tres años. Me enviaba artículos suyos, o artículos de otros que le parecían interesantes. Me invitó a escribir regularmente en la revista Con-texto, su último proyecto, codirigida por Ernestina Gamas.  Se publicaron allí las entrevistas que había realizado. Y a cada tanto Néstor me insistía “¿Por qué no me manda alguno de sus artículos?”.  

Néstor se transformó de alguna manera en un referente de cómo vivir la vida y llegar, lúcido, a la décima década. Sabía hablar, pero sobre todo, sabía escuchar. Respetaba al otro, no le quería imponer ideas u opiniones.

El año pasado fue premiado en el Congreso de la Nación por su trayectoria en defensa de la Democracia. En su discurso dijo lo que nadie se atrevería hoy a decir: que la generación del 45 luchó contra el fascismo nacional, encarnado en el gobierno militar del 43. El “fascismo nacional” es un fantasma que todos ocultan, pero que está vivo y opera aun en la mente de supuestos “demócratas”.

El último proyecto en común fue la reunión, en su domicilio, del grupo de entrevistados y otras personas con el gran historiador italiano del peronismo, Loris Zanatta.

Yo me había contactado con Loris- a quien no conocía personalmente- y le envié las entrevistas. A las pocas horas me contestó que le habían parecido interesantísimas y que ya que vendría a Buenos Aires en junio, le gustaría reunirse con esas personas. Se lo comenté a Néstor y allí comenzó su febril tarea de organizar el encuentro. Lista de invitados, texto de la invitación, guión de la reunión, detalles organizativos y protocolares , desde qué masas servir, a quién lo pasaría a buscar a Loris Zanatta por su hotel, etc. Hasta último momento estuvimos en esas tareas.

Pero antes de  la reunión, programada para el jueves 12 de junio, Néstor fue internado por una infección. Aún desde el sanatorio no quería perderse detalle, e insistía en que lo dejaran participar.

Fue, para él, una desilusión. La reunión se grabó, pensando en que a Néstor le gustaría escucharla. No pudo ser. Su larga lucha de 94 años terminó días después.

El lunes 7 de julio- por invitación de Néstor- expondré en la cena mensual de la Fundación 5 de Octubre de 1954, que hasta hace poco él presidió. Será esa una ocasión para rendirle homenaje, recordarlo y renovar el compromiso por la libertad, compromiso que él cumplió hasta el último minuto de su vida.

 

 

 

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CON QUIÉN TOMARÉ WHISKY AHORA por Alberto Arija

| 5 julio, 2014

Igual que aquella noche en que corría detrás de él, bajo la lluvia con el paraguas en la mano. No quería que lo acompañara y salió corriendo del taxi, corriendo a sus noventaydós, cruzando Santa Fe y yo tratando de protegerlo de la que estaba cayendo.

— No hace falta! — decía dos pasos delante de mi, al trote, camino de su portal.

— Nestor! no me jodas!, que te vas a empapar y agarrarás una neumonía…!

Pues ha hecho lo mismo. Resulta que ha vuelto a jugármela, se ha largado pillándome fuera de juego, a miles de kilómetros, sin poder despedirme. Con quién tomaré whisky ahora?

Sentados en el living de su departamento, un santuario lleno de libros y de vida recorrida, nos tomábamos los únicos whiskyes que yo he bebido en los últimos años. Vaso ancho y bajo, tres piedras de hielo y dos dedos de licor para charlar durante un buen rato sobre la novela que estaba escribiendo. Sobre la mesa larga reposaban (qué van a hacer con esos papeles ahora, Néstor?) los apuntes y los datos con los que estaba formando una historia vivida muchos años atrás, porque a Néstor le encantaba contar historias del pasado, aunque era el tipo más actual que he conocido. Las fotografías familiares y de la época en la que compartió trabajo con el Presidente, las habitaciones ahora vacías, en las que al entrar se notaba impregnada tanta vida, tantas historias… 

Néstor era mi amigo. Nos conocimos hace dos años en casa de Ernestina, una noche de tortilla, pinchos y vino y nos hicimos tan amigos que otra vez, en una reunión, hablando sobre mi necesidad de regularizar mis papeles, me propuso matrimonio. 

— Si quieres, nos casamos, bromeó, y resolvemos el asunto. No tengas miedo, a estas alturas no exigiré consumación…

Así era Néstor. Tenía la sonrisa siempre en los labios, incluso para demoler con las palabras, siempre justas y sin faltarle al respeto, a cualquier patán que no se percatara por falta de educación o de cultura que tenía ante sí a un tipo de noventa y tantos años que había sido parte de la historia de su país y asesor político de personalidades de varios países. Néstor era un trozo de historia,  ni siquiera hace un año que el Congreso de la Nación de Argentina lo condecoraba como Mayor Notable por su trayectoria y Ejemplo para las posteriores Generaciones. Defendió la libertad cuando apostar por la libertad suponía el riesgo de perderla en la cárcel a manos de los totalitarios. Vivió varias vidas en una. Tenía la mirada pícara de un niño listo y la palabra justa siempre.

No creo que vuelva a beber whisky. Ya no me queda gente de la talla de Néstor para compartirlo.

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