• INICIO
  • EDITORIALES
  • PLURIMIRADAS
  • ESPACIO CULTURAL
  • ESPACIO DE HUMOR
  • CARTAS DE LECTORES
  • ARCHIVOS
  • ENVIAR TEXTOS

SOBRE EDUCACIÓN por Tomás Abraham*

Ernestina Gamas | 26 mayo, 2013

*Publicado en Clarín, 23 de mayo de 2013

Suele decirse que Tomás Abraham es un filósofo provocador. Su mayor provocación, probablemente, sea que se anima a pensar con libertad, y no teme pagar por eso el precio de quedarse solo. Responsable de haber introducido el pensamiento de Michel Foucault en nuestro país, director del Colegio Argentino de Filosofía y autor de numerosos libros (el último, El no y las sombras, fue publicado este año por Eudeba), Abraham es, además de filósofo, docente. Desde hace casi 30 años enseña Filosofía en el Ciclo Básico Común de la Universidad de Buenos Aires, además de dar clases en varias universidades argentinas y extranjeras. En esta entrevista con Clarín Educación, luego de dar una charla en el ciclo Ser Director de la Universidad Di Tella, Abraham reivindica el valor del esfuerzo, asegura que estudiar es un oficio y que el argumento de la “inclusión” no debería encubrir lo que él llama “la mediocridad cultural de la clase media”.

–¿Por qué prefiere hablar de “estudio” antes que de “educación”?
–Me parece que cuando se habla de educación, se simula. Todo el mundo habla de educación: dirigentes empresariales, fundaciones, periodistas… Es como hablar de ética: todo el mundo habla de ética, y todos están a favor. A mí me gusta hablar de enseñar, es decir, de lo que pasa entre maestros y alumnos. ¿Qué es enseñar, aprender, estudiar? Eso es lo interesante y es un tema del que nadie habla. Hay una indiferencia social y cultural hacia el profesor de biología. No hacia el que contiene al chico, a la educación sexual, al arte de vivir, al gabinete psicopedagógico, a los derechos humanos. Para eso hacen cola. Pero el profesor de biología está solo. El tipo al que le gusta enseñar, que lo siente, que le importa, no tiene director de colegio, ni periodismo, ni los elementos ni los recursos para desarrollar sus ganas. Lo mismo el alumno: da lo mismo si se copó o no se copó con la materia. No hay cosa más frustrante que un tipo que tiene ganas y no le dan lugar para sus ganas.

–¿O sea que el gran problema educativo sería la falta de estímulos para esforzarse?
–Todo el tiempo los ojos están puestos en el necesitado, el que no puede, el que “no lo dejaron”. Y ese sector de la sociedad al que todos apuntan no tiene un problema educativo, tiene un problema vital: de hambre, de alimentación, de salud, de cuidado, de vivienda, de urbanización. El discurso de la inclusión es el discurso compasivo, cristiano, para apiadarse de los que menos tienen. Y ese es un sector de la sociedad que no tiene un problema educativo. ¿Qué pasa con los que comen 60 kilos de carne por año? El problema educativo es de la clase media. La misma clase media es indiferente al estudio y lo degrada. Se nota en el periodismo, en el lenguaje de la televisión, en lo que la gente lee. La clase media vive de las revistas y de chimentos de diarios, vive de lo que se llama “la política”, es decir, la farándula, que es más o menos lo mismo.  

–Entonces, ¿el problema de la desigualdad debería quedar excluido del debate educativo?
–El tema es aprender, la mística del aprendizaje. Aprender es algo extraordinario. Lo saben los bebés, el bebé no da abasto del asombro. ¿Qué es aprender? Descubrir el mundo en el que uno vive. El mundo es muy grande y, mientras estamos en él, aprender es vital. Si no aprendés, te morís. Aprender biología, física, química, filosofía, cine, arte te va abriendo el panorama del mundo. Es viajar con la mente y el cuerpo. Eso pasa en una escuela: es lo que te da el profesor, que además está él mismo en pleno proceso de aprendizaje. Hablamos de educación, pero nunca hablamos del oficio, del trabajo de estudiar. Estudiar es trabajar, y trabajar implica esfuerzo, dificultad, frustración, goce. Y además te cambia. Uno no es el mismo: hay una especie de conversión.

–¿Cuál es el valor de la dificultad y de la frustración?
–Todo eso es desafío, es lucha. Esto no es Darwin, no estoy hablando de la supervivencia del más fuerte. Estoy hablando de que todo proceso de trabajo implica vencer un obstáculo, una dificultad. Esto ya lo decía John Dewey, el gran filósofo pedagogo norteamericano; lo decía Nietzsche. Es como hacer bien una nota: vos para eso tenés que laburar. No te “salió así”, es mentira, no existe el don. Incluso si tenés “el don”, lo tenés que trabajar muchísimo. Como Van Gogh: Van Gogh no estaba loco, era un artesano. Las cosas que valen son difíciles, en todos los órdenes de la vida.

–¿En esta capacidad para vencer los obstáculos se va construyendo la “autonomía” de la que hablan algunas pedagogías?

–Nadie se enseña a sí mismo, uno aprende de otros. Un libro es un maestro, los profesores son maestros. Un alumno tiene que hacer su propio camino: eso es un discípulo, alguien que hace su propio camino, que no lo podría haber hecho sin el maestro. El tema está en cómo te separás. El maestro se va a quedar solo, todo buen maestro se queda solo. El maestro que está todo el tiempo con las ovejas dentro del corral no es un maestro, es un tirano. Pero la autonomía siempre tiene que ver con una relación. Hay maestros que te guían hacia tu autonomía. Hay otros que no: les preocupa que no seas desobediente y no te apartes de la línea.

–¿Se puede definir al buen maestro como aquel que guía al alumno hacia su autonomía?
–Yo creo que un docente tiene que hacer una cosa básica, que es enseñar. Él sabe cosas que el alumno no sabe. Él enseña eso, no hay una paridad entre alumno y maestro. No, el maestro está arriba, porque en el aula se enseña y se aprende, y el alumno tiene que estar a disposición del aprendizaje. Y el profesor, enseñar. Como el buen profesor también es estudiante, lo que transmite es su propio proceso de aprendizaje, que es lo que mejor puede entender el alumno, porque va  a transmitir su búsqueda, la pasión de estudiar. Por parte del alumno, lo primero que tiene que hacer es obedecer, ser humilde, trabajar, aprender. Y el docente lo que enseña no es a “ser autonómo”, lo que enseña es bio-lo-gí-a. ¡Terminémosla con las grandes palabras morales y psicológicas!

–¿La docencia, entonces, es inseparable de la investigación?
–Un profe tiene una profesión extraordinaria. ¿Por qué quisiste ser profesor de filosofía? Porque te gusta. Y porque encontraste ahí un sentido que no podés darle a ninguna otra actividad. Poder hacer lo que te gusta es la felicidad. Y se supone que entre muchos profesores, algunos eligieron. A esos les hablo. Al que está porque está, que podría ser verdulero, profesor, comerciante, empleado… a ese le da lo mismo. Pero aquel que eligió, que no se olvide de por qué eligió. Eso es lo primero. No se trata de repetir lo que dijo ni Foucault ni Marx ni nadie. Para eso están los libros: leés los libros y ya está. Uno transmite una información pero pasada por el tamiz de sus pensamientos. Es decir, permanentemente en estado de pensamiento. Por eso hay que investigar.

–Si bien no hay recetas generales, ¿por dónde se puede empezar a mejorar la educación?

-Creo que lo importante es señalar la indiferencia general hacia el estudio. De lo que se trata es de trabajo, y el trabajo del profesor es enseñar y aprender. Y el del alumno es estudiar. Entonces tenemos que ser muy exigentes en eso, como los coreanos y los chinos, los nuevos dueños del mundo. Darle importancia al estudio es darles importancia a los estudiosos, reconocerles el mérito, estimularlos. Sin ninguna finalidad externa; ni para hacerse más rico, ni para ascenso social: todo eso es por añadidura. Simplemente porque es algo vital: la gente se enriquece si estudia y si aprende. Y si no, se embrutece. No hay término medio. La famosa “autonomía” tiene que ver con la posibilidad de elegir, y de tener recursos para poder decir que no. La gente tiene mucho miedo de decir que no, porque se queda sola. Rebelarse no es ocupar un colegio. Rebelarse es tomar otro camino, y eso  implica construir. Ocupar un colegio no es ningún laburo. Eso de que “tomás conciencia de tus derechos”… ¿y los deberes? El derecho se los da la Constitución: te pongo el aula, el colegio y el profe para que vos mañana le des algo a la sociedad. Y si no le das nada a la sociedad, estás en deuda.

 

 

Categorias
PLURIMIRADAS
Comentarios RSS
Comentarios RSS
Trackback
Trackback

« «EL» O LA ADORACIÓN DEL BECERRO DE ORO por Román Frondizi* INCONSTITUCIONALIDADES EN EL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA por Jorge N. Noro Villagra* »

Dejar un comentario

Haz clic aquí para cancelar la respuesta.

INGRESO

  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.org

BUSCAR

SUMARIO por categorías

COMENTARIOS

  • esteban lijalad en REPUBLICANISMO PARA EL ANTROPOCENO: ¿DÓNDE ESTÁS, CLÍSTENES?por Julie Wark* y   Daniel Raventós**
  • Juan Anselmo Bullrich en ENCUENTRO EN RAVENNA, A SETECIENTOS AÑOS DE LA MUERTE DE DANTE ALIGHIERI por Román Frondizi *
  • Juan Anselmo Bullrich en MEDITACIONES EN TIEMPOS DE PESTE Y CUARENTENA por Román Frondizi*
  • Enrique Bulit Goñi en MEDITACIONES EN TIEMPOS DE PESTE Y CUARENTENA por Román Frondizi*
  • Luis Clementi en MEDITACIONES EN TIEMPOS DE PESTE Y CUARENTENA por Román Frondizi*

SUMARIO mensual

  • diciembre 2022 (6)
  • noviembre 2022 (4)
  • octubre 2022 (2)
  • septiembre 2022 (1)
  • agosto 2022 (6)
  • junio 2022 (11)
  • marzo 2022 (16)
  • diciembre 2021 (8)
  • noviembre 2021 (6)
  • octubre 2021 (8)
  • septiembre 2021 (1)
  • agosto 2021 (9)
  • julio 2021 (4)
  • junio 2021 (2)
  • mayo 2021 (4)
  • abril 2021 (10)
  • marzo 2021 (4)
  • febrero 2021 (10)
  • diciembre 2020 (9)
  • noviembre 2020 (8)
  • octubre 2020 (1)
  • septiembre 2020 (5)
  • agosto 2020 (6)
  • julio 2020 (5)
  • junio 2020 (3)
  • mayo 2020 (6)
  • abril 2020 (2)
  • marzo 2020 (2)
  • febrero 2020 (8)
  • diciembre 2019 (8)
  • noviembre 2019 (11)
  • octubre 2019 (2)
  • septiembre 2019 (8)
  • agosto 2019 (9)
  • julio 2019 (1)
  • junio 2019 (9)
  • mayo 2019 (3)
  • abril 2019 (4)
  • marzo 2019 (10)
  • febrero 2019 (2)
  • enero 2019 (4)
  • diciembre 2018 (7)
  • noviembre 2018 (3)
  • octubre 2018 (11)
  • septiembre 2018 (6)
  • agosto 2018 (3)
  • julio 2018 (28)
  • junio 2018 (8)
  • mayo 2018 (2)
  • abril 2018 (5)
  • marzo 2018 (5)
  • febrero 2018 (1)
  • enero 2018 (7)
  • diciembre 2017 (6)
  • noviembre 2017 (3)
  • octubre 2017 (9)
  • septiembre 2017 (5)
  • agosto 2017 (2)
  • julio 2017 (4)
  • junio 2017 (6)
  • mayo 2017 (12)
  • abril 2017 (6)
  • marzo 2017 (7)
  • febrero 2017 (6)
  • enero 2017 (10)
  • diciembre 2016 (9)
  • noviembre 2016 (9)
  • octubre 2016 (14)
  • septiembre 2016 (14)
  • agosto 2016 (13)
  • julio 2016 (19)
  • junio 2016 (9)
  • mayo 2016 (25)
  • abril 2016 (9)
  • marzo 2016 (16)
  • febrero 2016 (14)
  • enero 2016 (3)
  • diciembre 2015 (17)
  • noviembre 2015 (12)
  • octubre 2015 (14)
  • septiembre 2015 (19)
  • agosto 2015 (6)
  • julio 2015 (5)
  • junio 2015 (2)
  • mayo 2015 (7)
  • abril 2015 (10)
  • marzo 2015 (4)
  • febrero 2015 (10)
  • enero 2015 (6)
  • diciembre 2014 (5)
  • noviembre 2014 (9)
  • octubre 2014 (12)
  • septiembre 2014 (9)
  • agosto 2014 (11)
  • julio 2014 (22)
  • junio 2014 (1)
  • mayo 2014 (6)
  • abril 2014 (6)
  • marzo 2014 (4)
  • febrero 2014 (7)
  • enero 2014 (4)
  • diciembre 2013 (3)
  • noviembre 2013 (4)
  • octubre 2013 (5)
  • septiembre 2013 (3)
  • agosto 2013 (7)
  • julio 2013 (7)
  • junio 2013 (4)
  • mayo 2013 (8)
  • abril 2013 (14)
  • marzo 2013 (12)
  • febrero 2013 (8)
  • enero 2013 (6)
  • diciembre 2012 (6)
  • noviembre 2012 (7)
  • octubre 2012 (4)
  • septiembre 2012 (15)
  • agosto 2012 (15)
  • julio 2012 (14)
  • junio 2012 (19)
  • mayo 2012 (11)

 
 
 
 
 
 


© 2012 Con-texto


Diseño y desarrollo : www.juroky.com.ar

rss Comentarios RSS valid xhtml 1.1 design by jide powered by Wordpress get firefox