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¿ADÓNDE VA GRAN BRETAÑA? La elección General de 2015 por Alberto Ferrari Etcheberry*

| 11 septiembre, 2015

 

Pregunté a un amigo culto e interesado en la marcha del mundo: ¿ qué sabés sobre las recientes elecciones británicas ?  Su respuesta: Sólo lo que leí en los medios locales:   que como lo habían anticipado las encuestas, se esperaba un resultado reñido y que sin embargo fue un sorpresivo triunfo de los conservadores y un fuerte rechazo al laborismo y que ahora peligra el vínculo británico con Europa y hasta la relación con Escocia.

Esa respuesta decidió este artículo.

La síntesis de mi amigo expresó la valorización de las recientes elecciones británicas  ( mayo 2015)   en nuestros medios, que sin agregar nada propio siguieron a los de afuera, inclusive ingleses, que calificaron  al resultado  tanto de inesperado como de espectacular.  En la seria revista católica Criterio: “sorprendente  noticia” . The Economist, que había apoyado la continuidad de la Coalición gobernante, con prudencia   reconocía: “modest mandate” y subrayaba la escasa mayoría conseguida, bastante menor que los MPs derechistas tradicionales del Partido Conservador  ( Tory, Tories) ; esto es, el riesgo de una posible sublevación de los antieuropeistas. Sin embargo, en la misma edición el comentarista político (Bagehot) celebraba hasta con adjetivos poco ingleses, rayanos en la grosería, el “desdeñoso veredicto” de alcance nacional contra el laborismo: “los votantes  han mostrado un aplastante (crushing) desdén por el PartidoLaborista”  afirmando que la base obrera se está “astillando” (splitering).  Para Financial Times (FT) el resultado es “una de las más grandes sorpresas en la política británica moderna …muy pocos expertos y encuestadores  lo predijeron aun  después de cerrados los comicios ”. Se esperaba una Cámara de los Comunes, sin clara mayoría ( hung parliament) y FT reconocía que  los Tories habían logrado una “débil (slim) mayoría”  tras una campaña en términos puramente negativos en la que los dos principales “evidenciaron un convincente miedo a los votantes  a los cuales  debían atraer” . Así fue: los candidatos se “escondían”  recorriendo lugares seguros ( shoppings, supermercados, por ejemplo)  en los cuales no pudieran ser objeto de críticas o reclamos airados.

Sorprenden algunas opiniones posteriores a la elección, aunque influye, por cierto, que el partido  Tory,  tendrá  mayoría propia  en la Cámara de los Comunes – esto es sin la Coalición con los liberales demócratas, como ocurría hasta  ahora. La sorpresa incluye que el Primer Ministro David Cameron  no generaba entusiasmo en su propio partido.

Del inesperado resultado se desprendieron  diferentes juicios: la población británica ha cambiado, gira a la derecha, rechaza la pertenencia a Europa, castiga al laborismo, reivindica  al New Labour del ex primer ministro  Tony Blair.

¿Fue así?  Veamos tanto los votos como la adjudicación de escaños, pero luego de una incursión por la específica legislación electoral británica, de hecho única en el mundo. 

2,         Gran Bretaña se define como un  estado unitario,   esto es sin las sub-soberanías propias del sistema federal,   como Estados Unidos o la Argentina,  en el que las unidades  – estados, provincias – que lo constituyen  conservan  parte del poder nacional. Situación que se expresa, también, electoral e institucionalmente restringiendo  el alcance del voto individual :  lo muestra la composición  igualitaria del Senado.  

Esas restricciones no ocurren en un estado unitario.  Sin embargo  el principio democrático una persona – un voto se encuentra muy restringido en Gran Bretaña, en beneficio de lo que podría denominarse una democracia local.

El sistema electoral británico  es el de distritos electorales (constituencies) que eligen un único representante, un MP  –  miembro del Parlamento ;   aunque en realidad es un miembro de la Cámara de los Comunes, una de las dos ramas  del Parlamento; la otra es la de los Lores, casi tan simbólica como la monarquía, porque en Gran Bretaña, sin constitución escrita, todo el poder formal  pertenece a la de los Comunes.

Cada MP  se adjudica por mayoría simple, en la jerga inglesa:  first-past-the-post, FPTP. En estas de 2015  son 650 distritos, por lo que de hecho hay 650 elecciones distintas. En un país de 60 millones de habitantes: un promedio de menos de 100.000 habitantes por distrito electoral, cuyos límites no son fijos y se van adecuando al cambio poblacional.

Consecuencia lógica del FPTP: si un partido en cada constituency o distrito  impusiera  su candidato por sólo un voto de ventaja sobre el segundo , obtendría  los 650  MPs  contra cero. Además,   como en esta elección y es habitual, hay otros partidos,  o  candidatos  independientes,  alguna  vez se llega al 50%  en un distrito y creo que nunca ocurrió en el total nacional, y este hecho restringe aún más la representatividad democrática del partido así devenido en gobierno.

Se impone la pregunta: ¿ cómo es posible que se mantenga un sistema tan objetable? La respuesta es simple: porque, como la monarquía,   así es el sistema,  westminster system inglés –  hoy británico-   generado gradualmente desde hace 800 años, a partir de la Carta Magna, que, en buena  medida, es  un mito que se sigue aceptando como cuna de las libertades inglesas.

En la realidad fáctica, el sistema electoral actual continúa la tradición en la que cada distrito estaba bajo el dominio del señor del lugar y que hasta la reforma electoral de 1832 permitió  la existencia de los llamados burgos podridos (rotten borough ), circunscripciones con muy escasa  o inexistente población  a las que, sin embargo, le correspondía un representante ( a veces dos) con poquísimos varones habilitados para votar y  cuyo número fue ampliado muy escasamente  por esa reforma y la de 1867:  en 1870 sólo podían votar dos de cada cinco varones ingleses. Ese dominio recién fue alterado sustancialmente con el voto secreto en 1872 y luego en 1918 ( voto para algunas mujeres)   aunque de hecho cambió con la  constitución  más o menos formal de dos partidos nacionales que representaban intereses relativamente específícos: el Liberal, a  la burguesía industrial y el libre cambio, y el Tory  luego  Conservador, a los terratenientes y el proteccionismo.  El crecimiento industrial agregó un nuevo actor: los  sindicatos obreros  que  luego, como partido Laborista  – creación de los sindicatos – desplazó a los liberales, aunque  manteniéndose el sistema uninominal y el FTPT, y su consecuencia, el bipartidismo, continuidad que no puede entenderse  desde  una aproximación formal o jurídica. 

3.         En mi opinión, de algún modo Gran Bretaña fue institucionalizando, más que superando, las dos naciones  -los ricos y los pobres – de la definición de Benjamin Disraeli ( un judío converso, preferido de la Reina Victoria, creador del conservadorismo moderno  de One Nation, de la estructura del Imperio y de su aceptación por la población inglesa)  en un  sistema liberal y clasista,  que representaba los intereses sectoriales,  paradójicamente exaltados luego por el  corporativismo en boga en Europa continental como superación  del liberalismo individualista, cuya matriz era Francia.

Pienso que de tal modo  esa amalgama de democracia funcional con liberalismo democrático, mantuvo a los británicos fuera de las aventuras y dictaduras fascistas,  pese a las profundas alteraciones productivas que provocaron  la primera guerra mundial y la crisis de 1930 y a la atracción que buena parte de la dirigencia  inglesa  sentía por esas innovaciones, especialmente las de Mussolini y por las propuestas de paz de Hitler.   

El adversario más fuerte de esas inclinaciones fue el movimiento sindical,  integrado al  sistema institucional, y fortificado  desde los años 20 con la incorporación de los trabajadores no calificados  en   The Transport and General Workers Union  que sería el mayor sindicato, cuyo  dirigente principal,  el obrero portuario  Ernest Bevin encabezaba en los treinta el rechazo al fascismo externo e interno y a la conciliación  –  appeasement –  inglesa  con Hitler que llevó al pacto de Munich de entrega de Checoslovaquia al nazismo. En 1940,  ya sustituido N.Chamberlain,  ingresa Bevin, como Ministro de Trabajo de Churchill, el viejo enemigo de los sindicatos obreros, a cambio de echar las bases de la economía del pleno empleo de J.M. Keynes  y del  estado de bienestar  propuesto por  William Beveridge   – ambos pertenecientes al Partido Liberal –  que en 1945 profundizaría el gobierno laborista  de Clement Atlee con su principal creación, aún sólidamente vigente, el sistema socializado de salud ( NHS, National Health Service), que organiza  Aneurin Bevan,  minero galés, ministro de salud y jefe del ala izquierda laborista, enemigo acérrimo de Churchill, pero a quien propuso como Primer Ministro en 1940.

4.         El sistema uninominal y el FPTP británicos ( en realidad, es distinto en Ulster, Irlanda del Norte)  entonces, no pueden comprenderse desde la perspectiva  de una construcción legal.   Ambos hunden sus raíces en la peculiar historia británica que progresivamente fue  entregando la suma del poder  al Parlamento, en realidad a la Cámara de los Comunes:  la democracia parlamentaria, en el lenguaje británico, muy ajena, por cierto, a la corrupción extendida de calificar de parlamento  al cuerpo legislativo que es sólo una de las tres funciones del poder estatal, como suele ocurrir en países como el nuestro.

Y esa historia, a su vez,  se arraiga en la no menos peculiar conformación  social  británica, que se expresa tanto geográficamente,  como  en  las diferenciaciones culturales. Las creaciones o expresiones de las clases populares,  desde el soccer – fútbol – a The Beatles, pasando por los dardos, el cricket y el billar se convirtieron en símbolos nacionales,  sin que se perdiera su origen social. Del mismo modo que en la Gales de las minas de carbón, se mantuvieron  como propios el rugby y el canto coral y en Escocia el golf.

Todo ese cuadro se vuelca en el sistema electoral. Hace décadas que el hoy Partido Liberal Democrático ( el viejo partido Liberal al que se le incorporó en los 70 una escisión laborista) viene reclamando un cambio que exprese su pertinaz presencia, que ha llegado nacionalmente a más del  20 por ciento  Sin embargo, en 2011 se efectuó un plebiscito para reemplazar el FPTP por la llamada segunda vuelta instantánea (alternative vote), vigente en Australia. Con una pobre concurrencia ( 42%)  fue rechazado abrumadoramente ( 68%),

A partir de ese cuadro sustancial, trataré de analizar el resultado electoral de mayo de 2015.

                                               La  victoria conservadora.

5.         Es necesario mostrar las cifras en detalle para introducirse a la comprensión del triunfo Tory.

Primero en escaños. Lo logrado por los torys no permite afirmar un triunfo espectacular ni mucho menos. A lo sumo un modesto mandato, como lo calificó The Economist.  

En comparación con la última elección de 2010,  los conservadores tendrán 331 MPs,   un aumento de  24, que les otorga una escasa mayoría propia (11); de ahí el riesgo de sufrir en algún momento futuro un motín derechista de los  antieuropeos.

Los  laboristas tendrán 232  MPs , una merma  de 26 , los Liberales Demócratas hasta hoy cogobernantes con los tories, tendrán 8 MPs, perdiendo 41 y el P. Nacional Escocés 56,  ganando 50.

Escocia y el cogobernante Partido Liberal Democrático explican buena parte del resultado aritmético.

En Escocia era tradicional la preponderancia laborista. Así había ocurrido en la última elección de 2010:  los laboristas habían ganado en 41 constituencys ( contra 6 del P.Nacional Escocés,  11 liberales  y sólo uno conservador). Ahora,  en ninguno.

Con solo haber repetido el laborismo  ese resultado de la elección anterior no sólo no hubiera tenido disminución, sino habría sumado  41 MPs más,  totalizando 273.

La situación de los Liberales Demócratas  explica, a su vez, buena parte del triunfo conservador, como que esta  caída de 2015 no tiene antecedentes desde 1979. Es indudable que han pagado el precio de su cogobierno y  que una parte importante de sus votantes  han  preferido volcarse al socio principal, los tories.  Calculando que se hubieran trasladado a los conservadores únicamente la mitad de los distritos obtenidos por los liberales demócratas  en 2010,   los conservadores  sólo habrían aumentado 4 sumando  311 MP, sin lograr la mayoría propia que hoy se celebra.

Los ingleses cuando hacen el recuento electoral  indican para cada  constituency, qué partido  lo mantiene ( hold)  o lo ganó (gain) de  otro. En esta elección de 2015, los conservadores ganaron 26 constituencies , la mayoría arrebatadas a los liberal demócratas y  sólo 3 a los laboristas. Curioso: en contraste los laboristas ganaron 7 de los conservadores y 13 de los liberal demócratas  totalizando 20.  Tampoco de este modo, habitual en Gran Bretaña, se puede ver el gran triunfo tory.

Más aún:  se ratifica esa situación en Londres, donde  los laboristas no sólo no pierden sino que amplían su control al vencer en 45 de las 73 constituencies de Londres, ganando 4 a los conservadores y 3 a los liberaldemócratas, quienes  además pierden 3 a favor de sus socios conservadores.  

Ahora en votos.

6.         ¿ Qué cambió en votos en el orden nacional respecto de  la última elección de 2010?  Los porcentajes que indicaré son los oficiales y se miden en relación al total nacional de votos, indicando la parte de cada partido en ese total .

El Partido Tory aumentó  528.905 votos , esto es, 0.8% , mientras que el  laborista aumentó más : 737.799 ,  1.5% ,  pese  a  lo perdido en Escocia. Extraños ganadores y perdedores.

Para cerrar el cuadro: el abiertamente antieuropeo UKIP subió de 2.9m en 2010 a 3.8m.

En Gran Bretaña el voto es optativo pero obligatoria la inscripción en el registro electoral. Con una población de 60 millones  se registraron para votar  46.4m y 30.6m lo hicieron.   Poco antes de  esta elección hubo cambios en la forma de emisión del voto, criticados por el laborismo, que denunció que habían quedado fuera de la elección un millón  de jóvenes, principalmente universitarios.

Balance provisorio

7.         Aunque se esperaba  una Cámara de los Comunes enmarañada por falta de mayoría clara ( hung  parliament) es evidente que el triunfo tory  lo evitó, pero también muestra que es bien un triunfo débil, como lo calificó Financial Times.   

Esta forma de análisis, a nivel nacional, empero, no se compadece con el sistema electoral británico , en el cual,  estrictamente no puede hablarse de una elección nacional, circunstancia que explica el fracaso de las encuestas y de los pronosticadores.

Podría argumentarse que estas 650 elecciones locales  – 650 distritos para una población de 60 millones – funcionan como embriones de cierta democracia directa .  Aunque los candidatos no deben pertenecer al distrito en que se presentan, todo MP mantiene un lazo permanente e importante con el lugar que lo eligió y con sus habitantes, directamente y a través de una oficina específica ( surgery) Los sábados a la mañana el MP suele instalarse en la alcaldía o en la casa de un afiliado para recibir los problemas, opiniones, inquietudes o pedidos de sus representados.  Acompañando a una de las fundadoras de Las Madres de Plaza de Mayo yo visité uno de esos sábados al MP Tory de Cambridge  para informarlo de las hazañas del terrorismo de estado en la Argentina.

Es cierto que paulatinamente ha ido aumentando el poder de la autoridad central de los partidos  sobre los miembros locales; como no es necesario tener domicilio en la constituency,en una  considerada  segura (safe seat)  el partido postula  a quien se quiere promover en su escalafón y eso no es nuevo: el intelectual inglés Michael Foot fue MP galés, representando a un distrito minero de Gales, por decisión del sindicalista minero Aneurin Bevan,  jefe del ala izquierda del laborismo y fundador del sistema de salud (NHS).   

Hoy se estima que ningún partido supera los 200.000 afiliados individuales, materia regulada por primera vez en el 2000 y 2006. Hay que agregar que Gran Bretaña está muy lejos de la carísima propaganda electoral  que caracteriza a Estados Unidos, consecuencia del sistema de votación por constituencies y de la reglamentación  legal de los finanzas de los partidos. Durante el año 2013 el total de los fondos a todos los partidos no sumó 45 millones de libras esterlinas  (aprox. 1, 55 USA dollar) y en las semanas de campaña electoral de 2010 las donaciones privadas a los partidos fueron poco  más de 13 millones.  

8.         Durante décadas el Partido Tory  tuvo reglas organizativas  fluidas o inexistentes. El líder del grupo parlamentario y jefe partidario era designado por sus pares aceptando una propuesta más o menos misteriosa y no pública:  los sondeos  que llevaban a cabo “cinco grandes, cuatro de ellos etonianos”, esto es, educados en la exclusiva y aristocrática public school  (escuela privada) de Eton, escuela en la que formaron 19 primeros ministros, entre ellos el actual, David Cameron.   

A ese “procedimiento” de designación se lo denominó  magic circle.  Y así continuó  hasta el primer líder efectivamente votado por los MPs tories :  Edward Heath  en 1973 y luego sus sucesores, Margaret Thatcher y John Major  quienes  dieron  comienzo a la elección de jefes de baja condición social. En 1998 el partido adoptó un sistema de afiliados y comités del que surgen sus autoridades y el líder partidario, aunque el bloque parlamentario guarda poder final.  De todos modos el partido mantiene una división en dos tendencias internas, que  abiertamente se manifestaron  con la “revolución” thatcherista:   el bloque One Nation, que acepta el intervencionismo estatal y busca la armonía social,  ( siguiendo a Disraeli y tal como lo expresaba el líder y ex Primer Ministro Harold Mac Millan)  enfrentado al que acentúa  la economía liberal y de mercado libre , de  Margaret Thatcher siguiendo al ideólogo Keith Joseph, ambos new comers.

9.         El laborismo tuvo también una marcada transformación organizativa.  Fundado por los sindicatos, hasta  1918, sus afiliados  eran  únicamente organizaciones independientes: sindicatos,  cooperativas, sociedades socialistas, como  The Fabian Society y otros ( llegó a pedir su afiliación el Partido Comunista, rechazada por su dependencia  soviética). Hoy 15 sindicatos mantienen esa condición  con representación  propia en el partido y obligación de aporte financiero. También  The Cooperative Party, que tiene un acuerdo electoral con el laborismo y  varios otros.

 En los años 30 comienzan a crecer en cantidad e importancia los afiliados individuales:  447.000 en 1937, el 17 por ciento del total de sus miembros, junto a 2.037.000 de los sindicatos y 43.000 de sociedades y cooperativas;   crece en 1946 y luego va descendiendo hasta  280.000 ( 5.6 por ciento)  en  1992 (última fecha conocida)  con 4.624.000 (93.3 por ciento)  sindicales.

Más atención debo dar  al derrotado  Partido Laborista, en atención a las valoraciones  y pronósticos  posteriores a la reciente elección.

El laborismo creció en los años 20 con dos experiencias gubernamentales breves  encabezadas por  el escocés Ramsay Mc Donald,  probablemente  el primer jefe de gobierno de origen obrero en el mundo. La última culmina en una profunda división en 1931 seguida por la expulsión de Mc Donald quien continuó como primer ministro en una supuesta coalición, en realidad un gobierno tory.  El laborismo  irá superando esa caída con la oposición, principalmente sindical,  a la conciliación con Hitler (appeasement) y principalmente durante la guerra, en el ministerio de coalición de Churchill en el que Ernst Bevin, en estrecho vínculo con Churchill, organizó el frente interno y laboral en la llamada “guerra del pueblo”.  El laborismo volverá al gobierno en 1945 con Clement Atlee y líderes obreros y sindicales, principalmente  Ernst Bevin, Walter Citrine  y Aneurin Bevan  que lo convierten en el partido  del estado de bienestar, de la economía mixta y del pleno empleo con la poderosa participación  de los sindicatos.  Esta política será la del  consensus  con  los conservadores, que se mantendrá desde el fin de la guerra  hasta su repudio por Margaret Thatcher ( 1979)   en un proceso que llevará a otra grave división  laborista con la salida del sector más conservador que finalmente se fusionará con el partido Liberal. 

El cambio en el laborismo fue un proceso gradual en el que los dirigentes  salidos de la afiliación individual  fueron  relegando a los sindicatos, paradójicamente los fundadores del partido y a los objetivos socialistas. Se  acentúa a partir de los años 60, muertos Bevin y Bevan.  Se llega a un cambio aún más profundo con Tony Blair y su New Labour quien consigue cambiar la cláusula  IV de los estatutos ( Aims and values) suprimiendo  los objetivos  y principios socialistas  y el papel del Estado, fijados en 1918 por SidneyWebb  y  The Fabian Society   precisamente cuando se abrió la afiliación individual  con el  propósito de  movilizar  a  la base obrera y sindical.

10.      Los cambios organizativos y de objetivos de ambos partidos no han alterado sustancialmente su representación  geográfica, manifestada en esta elección de 2015.  El sur y el sudeste es tory, repudiado en Gales y en Escocia, tradicionalmente  laboristas. El norte y el nordeste de Inglaterra  también  repudian  tory y votan laborismo, aunque  esta elección escocesa muestra que lo habitual puede cambiar: Escocia ya no es voto laborista.

Esa distribución geográfica también es social:  Gales siguió rechazando al conservadorismo sin gran crecimiento del Plaid Cymru,  el partido nacionalista.  Escocia no se alejó del laborismo sólo por rechazo a su actitud  ante el referendum de 2014 por la independencia, cuando   mayoritariamente apoyó el No. La actual primer ministro escocesa, Nicola Sturgeon  definió algo más que su situación personal cuando explicó:  “odié todo lo que Margaret Thatcher  defendía”. Ratificó la actitud anti Tory de ella y de su partido en la campaña electoral: “ Con más MPS del Partido Nacional Escocés y junto a los MPs laboristas  podríamos sacar a los tories del gobierno”. ( “If there are more SNP MPs and Labour MPs we could together lock the Tories out of government." ) No hubo respuesta laborista y se entiende que ello decidió  al votante  a abandonar a un partido laborista  que se juzgaba ajeno a los intereses y valores de la  base trabajadora  escocesa, el fundamento del apoyo al laborismo. Esa eventual alianza fue la que el gobierno tory y el primer ministro Cameron esgrimieron  como una  pesadilla  en la campaña electoral.

El vínculo del nacionalismo escocés con las reivindicaciones obreras es profundo y antiguo. Lo ejemplifica y simboliza quien fuera, como Hudson, un habitante y admirador de las pampas argentinas: Robert Cunninghame-Graham:  primer MP socialista, fundador y primer presidente del Partido Laborista escocés y luego del SNP, primer MP suspendido en los Comunes por su ataque a la Casa de los Lores, cuya eliminación propugnaba, defensor de un programa de reformas políticas y sociales que aun hoy es radical y que le costara estar preso luego de recibir una paliza policial.    

11.      La derecha inglesa culpa por la derrota  laborista  a su líder Ed Miliband, frecuentemente calificado de “marxista”, tal vez por extrapolación de su padre, el académico socialista Ralph Miliband. Nada hay que permita calificar como marxistas  a Ed o a su hermano David, ambos integrantes del gabinete de Tony Blair,  quienes compitieron en 2010 por la jefatura del partido, venciendo por escasa diferencia Ed,  gracias al apoyo sindical.  Empero,  Ed Miliband  continuó y profundizó los cambios organizativos de Tony Blair,  dirigidos a suprimir la presencia sindical en el partido Laborista  con un  discurso  indicador de su simpatía por Estados Unidos y su formación académica en Harvard.  

Sin embargo, como mostré antes,  nada indica que las constituencies inglesas de voto laborista hayan dejado de serlo, aunque  en algunos distritos ha aumentado la abstención  obrera, forma habitual de manifestar  insatisfacción con el partido laborista,   sin votar tory; y aún en otros se haya votado a UKIP, manifestando un desalentado traspaso ya habitual en Europa continental.

12.      Con David Cameron  el partido Tory vuelve a la línea One Nation , quizás con el pragmatismo a veces rayano en el paternalismo que fuera dominante antes de Thatcher, aceptado por sus votantes habituales, algunos  de los cuales participan  de un  fuerte antieuropeísmo, similar al de UKIP.

Cameron  y sobre todo George Osborne, su principal socio y responsable de la conducción económica y financiera  (Chancellor of The Exchequer)   son miembros de la más alta clase inglesa y quizás por eso pueden permitirse un pragmatismo a veces calificado de demagógico, ajeno al  ideologismo antikeynesiano  inspirado  por Keith Joseph  ( su grito fue Keynes is dead) y seguido por Margaret Thatcher,  que llevó en 1997 a la peor derrota del partido Conservador  desde su fundación en 1832. Como analicé en el  número 9 de Archivos del Presente, el partido desaparece en Escocia y Gales y, refugiado en el suroeste y sureste de Inglaterra,  excluido  Londres, pierde presencia nacional.

El desastre tory merece los duros adjetivos que Bagehot en The Economist utiliza contra el laborismo : la conservadora  de 1997 fue una derrota tremenda  que decapitó a sus principales dirigentes.  

Sin embargo el partido conservador vuelve al gobierno, aunque compartido, en 2010 y consigue ahora esta “modesta” victoria que le da una “débil mayoría”,  con una dirección joven, etoniana  y de clase alta, como fue habitual antes del thatcherismo y ajena a su extremismo, que representa el retorno a los valores de One Nation  y que no parece repudiar el uso del paternalismo demagógico, conservador en suma, como quería Disraeli.  

Este liderazgo tory, a mi juicio, se asienta  en la representación  social y geográfica del partido,  el  floreciente sur inglés,  que no gusta del extremismo de los shopkeepers y new comers del thatcherismo o de UKIP  de Nick Farage, que puede no estar feliz con la marcha de Europa pero que de modo alguno apoyará un paso belicoso, que perjudicaría a los negocios de la City y de los bancos, eje de la economía británica.

¿ Puede el laborismo reeditar esa resurrección  tory?   Hasta esta elección su base social y geográfica era mucho más nacional que la de los tories. Ahora ha perdido Escocia. En Inglaterra esa representación se mantiene,  a mi juicio más por el rechazo a los tories que por esperanzado apoyo al laborismo. Desde  los años sesenta se ha ido profundizando la separación entre la base social y la dirigencia partidaria   que hoy, con  Blair o con Miliband, pretende formalizar separándose de quienes fundaron, y dieron sentido al partido: los sindicatos.

No sólo eso está en juego. En los treinta los sindicatos con Ernst Bevin, titular de TUC, la central obrera y W.Citrine fueron la vanguardia contra la política de N.Chamberlain de conciliación con Hitler.  Ya  con Gran Bretaña en guerra y aislada,  los sindicatos y el laborismo se integran al gabinete  de Churchill y su principal sostén,  Bevin , es quien organiza el frente interno con una inédita movilización de trabajadores, muy superior a la de la Alemania nazi,  que además incorporó a las mujeres.  En la postguerra,  el gobierno laborista  de Atlee completa la organización de la  Gran Bretaña del estado de bienestar  comenzada durante la guerra. Lo integran  sindicalistas como Bevin,  titular de las relaciones exteriores   y Aneurin  Bevan, ministro de salud creador del National Health Service, aun  vigente.  

Enel contexto específico británico, un laborismo convertido en un partido "a la europea" y ajeno a su base obrera y sindical, me parece tanto o más absurdo que lo que fue el thatcherismo respecto de la Gran Bretaña conservadora.

En 1997 el triunfo laborista sepultó la pretensión thatcherista de abandonar Europa. Hoy la relación con Europa parece estar más sostenida por los intereses de la City y de sus inversores jeques árabes y oligarcas rusos que ya dominana los barrios elegantes de Londres.

Durante años el laborismo representando a los sindicalistas y los trabajadores escoceses, mantuvo a Escocia dentro del Reino Unido. Hoy sud desaparición y reemplazo por el partido nacionalista han abierto un  serio interrogante. Y este Partido Laborista de políticos de carrera y sin descendientes de Bevin o Bevan, financiado por anónimos donantes y no por los sindictos, deja en la orfandad a subase social y geográfica, como ocurrió en Escocia. La pregunta es doble: ¿adónde erá esa base? ¿Hay uen el Partido Laborista la posibilidad de un cambio que permita recuperarla? De ambas respuestas me parece que en buena medida depende el futuro británico.

 Junio 2015

 para Archivos del Presente

 

*Director del Instituto de Estudios Brasileños de la UNTREF

 

 

 

 

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